Introduccción
Con las nuevas luces del siglo XXI y, ya superados los años dos mil, aparecen en el horizonte de la formación y el adiestramiento del cirujano, diversos acertijos, tanto técnicos como éticos y valóricos inherentes a esta era tecnológica.1
Montalva, citando a Rodríguez y Fernández, expresa que cada época ha impuesto a la cirugía complejas tareas; algunas extremadamente difíciles, cuya solución ha permitido a los cirujanos progresar sustancialmente en su capacidad resolutiva frente a patologías cuyo tratamiento depende de las habilidades, destrezas, criterios y formación general de estos especialistas.1
Al referirse a la responsabilidad que asume un cirujano ante su paciente Montalva considera que precisamente, porque la profesión trata con seres humanos, los cuales voluntariamente se someten a un cirujano en quien confían sobre la base de su idoneidad profesional y valores humanos, estos tienen una enorme responsabilidad, en el sentido de responder acertada y oportunamente a esta confianza del enfermo. Y esta respuesta pasa necesariamente, en primer lugar, por el imperativo de no dañarlos en ningún momento ni de ninguna forma. Entonces es cuando no dañar implica tanto al proceso terapéutico propiamente tal como al proceso académico y formativo en forma particular.1
Como es evidente, el asunto tratado por este autor aborda no solo la función y responsabilidad del cirujano ya formado, sino la de aquel que está en formación, y con ello dos áreas firmemente vinculadas, la práctica profesional y la formación del futuro especialista, aspectos a los que se les debe dar la misma importancia.
El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre las cualidades y valores en el cirujano contemporáneo.
Desarrollo
Pestana y colaboradores consideran que el buen cirujano es a la vez artista, artesano, tecnócrata y científico. Estos autores consideran que para llegar a ser buen cirujano, todos los que desde los inicios de la carrera de medicina tienen ese sueño, saben que se requieren unas cualidades especiales como inteligencia, creatividad, disciplina, serenidad, juicio y pensamiento crítico; también conocimiento profundo en anatomía, patología, fisiología; y sobre todo poseer una cualidad innata conocida como destreza manual, la cual no se aprende, sino que se perfecciona con la práctica.2
En su trabajo, abundan sobre la dominación manual y la toma adecuada del instrumental quirúrgico. Concluyen quetodos los estudiantes, sobre todo los de especialidades quirúrgicas, deberían ser educados para ser doblemente hábiles manuales, sobre todo en el mundo moderno actual, donde la tecnología hace posible que el concepto antiguo de una mano dominante y otra auxiliar desaparezca, pero en cambio el concepto de ambas manos maestras es indispensable.
No es menos cierto que, desde el punto de vista de habilidades prácticas y de conocimientos, estas deben ser cualidades indispensables en el cirujano.
Sin embargo, no debemos olvidar que enfrentemos problemas humanos, y, por ende, a estas cualidades se le deben unir otras. Al efecto, Fernández Valencia expresa “los cirujanos afrontamos complicaciones, cometemos errores y nos enfrentamos diariamente a múltiples decisiones que pueden comportar graves consecuencias en la vida de una persona. Y el aprender a educar el bisturí exige mucha dedicación; mucho estudio, actualización, autocrítica, y, como ocurre con los pilotos de aviones, muchas “horas de vuelo”. Este cirujano relaciona el profesionalismo con “ser transparente con lo que haces, sincero con las expectativas de tu cirugía, comprometido con estar actualizado, competente en el desempeño, considerando al paciente sin prejuicios, en el camino hacia la excelencia”3
En consonancia con lo anterior, los autores de este trabajo concuerdan con lo expresado por Santibañes cuando al referirse a su mentor rememora que “Arístides Benvenuto Mezzadri nos recomendaba ejercitar la habilidad, la limpieza y la simpleza en la ejecución de las maniobras, pero nos inculcaba también otros principios que tenían que ver con la relación médico paciente, con los colegas y con la hombría de bien” y pone en su lugar a la destreza técnica, ya que es la condición sine quanon del "mejor cirujano" pero en balance con otras tales como el conocimiento, el equilibrio y el sano criterio.4
Ser el "mejor cirujano" implica alejarse del narcisista concepto de "yo hice lo que otros no podrían", y concentrarse solamente en el beneficio al paciente.Nos entrenamos y estudiamos durante nuestra vida médica, para beneficiar y ayudar a los enfermos, curarlos y mitigar su dolor. Este concepto debe primar cuando juzgamos al "mejor cirujano", ya que él, no debe buscar su lucimiento durante la ejecución de un procedimiento sino solo pensar en las consecuencias de su actuación.4
Fernández Valencia, quien realizó una encuesta a estudiantes de primer año de medicina, refiere que para estos alumnos, un cirujano debe reunir las siguientes cualidades:
Conocimiento de la anatomía del cuerpo a la perfección
Humanidad para saber tratar pacientes y compañeros
Trabajar bien en equipo
Sangre fría (aquí el autor reconoce que esta le despertó una sonrisa)
Saber aguantar situaciones bajo presión
Ser hábil
Paciencia
Precisión y Excelencia
Responsabilidad
Graue, relaciona algunos elementos que deben estar entre las cualidades del cirujanao, tales como conocimientos médicos, destrezas manuales, habilidades visuo espaciales, la personalidad del cirujano y sus características deseables.5
Calderón Abbo, en el prólogo a su libro “Filosofía quirúrgica.Principios básicos en la formación de todo cirujano” hace un resumen muy profundo de lo que debe ser un cirujano y de su accionar, al plantear que el cirujano ideal debe ser diestro tanto en el arte como en el oficio de la cirugía. Ha de ser experto en anatomía, en la toma de decisiones, como comunicador y como líder o como seguidor. El dominio de la cirugía depende de desear el éxito así como de disciplina, persistencia y responsabilidad. Otros requerimientos esenciales consisten en tiempo, espacio, herramientas adecuadas y años de práctica.6
Evidentemente esto se gana poco a poco y depende del medio en que se forme el cirujano, pero también de su interés personal y de su deseo de crecer en la profesión, todo lo cual logra mediante la superación y la responsabilidad.
Para resistir las situaciones de presión de vida o muerte y la necesidad de tomar decisiones urgentes, el cirujano debe mantenerse concentrado, calmado y seguro bajo toda circunstancia. Un aspecto importante de este aplomo mental es su capacidad para alejarse de las preocupaciones o de los problemas personales y enfocarse por completo en el caso que tiene en sus manos. Sus expresiones deben ser controladas y deliberadas, con atención especial al ahorro de movimientos y amabilidad de trato.6
De todos son conocidas las situaciones de estrés y dificultades que viven nuestros médicos, pero esto no debe ser obstáculo para cumplir con lo anteriormente planteado por Calderón. Aquí el valor responsabilidad y humanismo deben sostener al cirujano, para que se sobreponga a todo y piense en su paciente, en mejorar su salud y en salvar su vida. Lamentaciones, frustraciones o carencias no deben entrar al quirófano. Allí se es responsable de la vida humana y por tanto la calma y la certeza para la toma de decisiones son fundamentales.
En la sala de operaciones, todos los sentidos físicos deben estar continuamente alertas. También es indispensable un sentido de proporción: debe estar consciente de aspectos importantes, pero no debe perder tiempo tratando de perfeccionar pequeños detalles que han tenido poco impacto en el bienestar del paciente. Al tomar cualquier decisión clínica, el cirujano debe preguntar si eso es lo que quisiera el paciente. Aunque a veces ocurren errores de juicio, pueden ser de gran enseñanza; permitir arrepentimientos excesivos puede distraer la atención para el siguiente paciente.6
No debe ser fácil para ningún médico discernir por sí solo lo que quiere el paciente, por ello la relación con este es muy importante, como lo es el hecho de concentrarse en lo fundamental durante la cirugía para evitar empleo de tiempo en lo que no lo es.
También es de destacar el juicio que expresa Calderón Abbo sobre la actitud a asumir ante un error de juicio, que sabemos que en algún momento de la labor del médico puede sucederle. Apoyamos el hecho de que un arrepentimiento excesivo nos puede alejar la atención sobre otro paciente al que también debemos ayudar. Evidentemente, se requiere de nobleza de alma, pero también de equilibrio emocional profundo.
El dominio de la cirugía es un proceso a lo largo de la vida que depende de autoevaluación y educación continuas. El cirujano debe estar enterado de los desarrollos más recientes asistiendo a talleres, aprendiendo de maestros reconocidos y estudiando la literatura médica. Debe tener una mente abierta y la buena voluntad de preguntar cualquier cosa. A la vez, debe llevar una vida equilibrada y evitar "sobrevaluaciones patológicas de conocimiento como meta de sí mismo, lo que causa pérdida de vínculos sociales, corrupción moral progresiva, (y) deshumanización..."6
Una característica fundamental, a juicio de los autores de este trabajo, está contenido en el párrafo anterior. Grave error sería pretender que con el conocimiento y entrenamiento en las más tradicionales técnicas quirúrgicas ya se forma un buen cirujano. La atención constante a la superación profesional es algo consustancial a cualquier ámbito del saber y lo es también para la cirugía.
En el caso de nuestros profesionales, se deben agregar también los valores morales en que se forman y que responden no solo a los requerimientos de la sociedad cubana, sino que se deben manifestar en cualquier parte del mundo hacia donde cumple misión la medicina cubana.
Por tanto:
La visión de un cirujano debe ser clara y perspicaz. El trabajo quirúrgico exige intensa, prolongada y constante concentración visual y mental. Esta facultad es siempre innata, pero puede ser mejorada por el residente con el adiestramiento mediante repetidos y cortos esfuerzos de aplicación, alternados con períodos de descanso.
Debe estudiar previamente la técnica quirúrgica de todas las operaciones y tener dominio de la anatomía quirúrgica.
Cualquiera que desee ser cirujano debe poseer cierta osadía, pero no temeridad.
Los cirujanos deben ser honestos, humanos, honrados, estar dispuestos a prestar ayuda internacionalista en otros países, solidarios, y tener una adecuada disciplina social.
Conclusiones
Un buen cirujano debe resumir en sí mismo habilidades prácticas y control emocional. Debe saber trabajar en equipo y enfocarse en el paciente más que en su deseo de mostrar una técnica perfecta.
Debe además poseer los valores morales que lo enaltezcan como un ser humano completo, dado a su profesión con responsabilidad y humildad, así como estar presto a la superación constante que lo lleve al dominio de su práctica médica, la cual enfrente con altruismo y profesionalidad.