Estimado Editor:
Resulta muy interesante la lectura del artículo “Empathy and Components of Empathy in Obstetrics Students” por los autores Arispe et al.1 Esta investigación del área de la educación médica, muestra que el nivel de empatía de algunos alumnos universitarios, desde que ingresan hasta que egresan, no presenta un aumento significativo; analizando estos resultados y contrastándolo con la actual crisis social que ha generado la pandemia COVID-19, se pone de manifiesto lo siguiente:
Frente al aumento de personas infectadas por el coronavirus 2 que causa el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS-CoV-2), que ha generado hasta la fecha (21 de abril del 2020), una tasa de letalidad de 6,80,2) hemos sido testigos de que muchos gobiernos centrales de diferentes países han adoptado como medida de salud pública, el aislamiento social; sin embargo, muchos ciudadanos han asumido conductas poco empáticas. Para tener una idea de la respuesta ciudadana frente a la crisis, seis días después de que se conociera el primer caso de COVID-19 en el Perú, miles de personas fueron a los supermercados y farmacias a comprar de forma exagerada alcohol, papel higiénico y mascarillas, sin importarles que su cercanía a otras personas les pudiera aumentar el riesgo de infección y además, desabastecieron al profesional de la salud de los implementos necesarios para prevenir el contagio.3)
Por otro lado, algunos profesionales de la salud evadieron la atención de emergencia en los hospitales y centros de salud por temor al contagio, lo cual es comprensible pero no justificable; esta situación trae a la memoria lo que se disertó en la III Conferencia Regional de Educación Superior, donde se exhortó a las universidades latinoamericanas a responder con empatía4 a los desafíos actuales que supone una crisis, en los diversos campos científico y social.
Durante muchos años, con el impacto de la globalización y la tecnología, se ha privilegiado a las habilidades duras (conocimiento académico curricular) descuidando así, a las habilidades blandas (formación intrapersonal e interpersonal) en las instituciones de educación superior universitaria; aunque la tecnología de la comunicación ha impactado en nuestra forma de interactuar, dando la impresión de que estamos más vinculados, el escenario es ciertamente diferente. Marrero et al,5 sostuvieron que el uso de diversas aplicaciones tecnológicas en un centro de estudio no desarrolla necesariamente un dominio de las habilidades socioemocionales en situaciones reales, por lo que el desarrollo de la inteligencia emocional es clave en la educación superior para poder adquirir habilidades blandas como la empatía.
Entre los diversos modelos de estudio de la Inteligencia Emocional (IE), un referente es el modelo de Bar-On,6) que consta de cinco componentes: intrapersonal, interpersonal, adaptabilidad, manejo del estrés y estado de ánimo en general. Si se educara al estudiante universitario de las ciencias médicas en este modelo, las ventajas serían diversas, por ejemplo: podría comprenderse emocionalmente consigo mismo; pondría más cuidado en sus palabras al dirigirse a sus pacientes; sus relaciones interpersonales serían más fructíferas porque escucharía asertivamente y tendría empatía; podría definir un problema y hallar una solución; y, por último, podría encarar el desarrollo de su profesión frente a una pandemia con mayor vocación de servicio.
Algo que podría contribuir a desarrollar la vocación de servicio, es incluir en la docencia universitaria la vigilancia epidemiológica con participación activa de profesionales de la salud y estudiantes universitarios, como ocurre en el caso de Cuba, puesto que desde un tiempo atrás, profesionales y estudiantes de la salud, vienen realizando visitas de casa en casa para poder captar a pacientes que presenten signos y/o síntomas prodrómicos de enfermedades virales como el dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla.7) Se sabe que en la actualidad, miles de estudiantes de las ciencias médicas en Cuba, apoyan las labores de pesquisaje activo, llevado a cabo por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) contra la COVID-19,8 creando un impacto positivo tanto en el estudiante como en la sociedad.
En conclusión, la pandemia causada por el COVID-19, ha puesto de relieve en la sociedad la falta de empatía, situación que en algunos países compromete también al profesional de la salud desde su formación universitaria, tal como el artículo de Arispe-Alburqueque et al.1 lo demuestra. Por ello, es necesario que el docente universitario en ciencias médicas vea la situación actual como una oportunidad para reflexionar y fomentar en todos los niveles de atención, la práctica de habilidades blandas y reconocer que éstas no actúan como “acompañantes” de las habilidades duras, sino que son esenciales para poder trabajarse y desarrollarse como parte del perfil profesional que ofrece el currículo universitario a sus estudiantes y así brindar a la sociedad un servicio de calidad.