Introducción
El síndrome de burnout se define como una manera poco apropiada de enfrentar un estrés emocional crónico frente al trabajo, caracterizado por cansancio emocional, despersonalización y baja realización personal, aunque se ha añadido un cuarto componente en el contexto estudiantil, conocido como negative learning emotion (emoción negativa frente al aprendizaje). En los alumnos de pregrado el rigor académico y otros factores de tensión a los que se ven sometidos pueden provocar síndrome de burnout, trastorno que, a su vez, produce bajo sentido de pertenencia con la institución, bajo rendimiento académico, consecuencias negativas en la atención al paciente e incluso intentos de suicidio. Por ello, las instituciones de educación superior, cuya premisa es ofrecer una enseñanza de calidad, requieren ejecutar programas para notificar y manejar el síndrome de burnout entre su cuerpo estudiantil.1
Igual que ocurre con los profesionales formales, los alumnos universitarios pueden enfrentar contextos donde padecen riesgos y perjuicios psicosociales ante estresores y demandas habituales colosales o inapropiadas, crónicamente no resueltas o de manera poco apropiada, que dependen de los entornos organizacionales de educación superior, de la labor académica de los alumnos y de componentes psicológicos individuales no propicios.2 Ante esta situación, los estudiantes pueden ofrecer respuestas no adaptativas y dañinas como el denominado síndrome de quemarse por los estudios (burnout académico), con las consecuentes secuelas negativas para su salud psicosocial o bienestar psicológico, para su papel y trayectoria académica, insatisfacción con los estudios y, en consecuencia, el abandono escolar.2
De la misma manera, este síndrome provoca alteraciones en los sistemas fisiológicos (en el sistema inmunitario y en el sistema nervioso autónomo) como disfunciones psicofisiológicas manifestadas por cefalea, complicaciones cardiovasculares, digestivas y sexuales. Asimismo, puede provocar una inmunodepresión que incrementa el riesgo de infecciones como la gripe y desarrolla la probabilidad de enfermedades inmunológicas. Además, los cambios cognitivos propician un conjunto de sesgos o dificultades en la interpretación de la conducta, la activación fisiológica y el pensamiento, que provocan la adquisición de un conjunto de dudas irracionales y alteraciones de tipo emocional.3
La manifestación del burnout en alumnos puede aparecer, si se quiere, desde la fase académica, durante el periodo de preparación para las labores profesionales. El proceso de enseñanza-aprendizaje demanda de los alumnos un ajuste a constantes transformaciones sociales, como el desarrollo tecnológico y el conocimiento humano. En este ambiente, el alumno, por ejemplo técnico de enfermería, necesita instrumentalizarse mediante conocimientos técnicos especializados u otros requeridos para el avance de sus destrezas, de forma tal que llegue a transformarse en un profesional cuyo potencial satisfaga las exigencias de un mercado laboral cada vez más competitivo.4
El síndrome de burnout, según Preciado y Vázquez, se define como concepto tridimensional referido al deterioro mental de los docentes que brindan servicios asistenciales.5 El cansancio emocional, la insolencia y la escasa realización individual como proceso, al interactuar con el ambiente profesional y los requerimientos de quienes se atiende, están condicionados por un perfil que conecta las rutinas de salud, redes de apoyo, características de conducta, fuerza cognitiva o estilo de afrontamiento.5
Entre los investigadores que más han estudiado este síndrome se encuentran los psicólogos sociales Maslach y Jackson,6 quienes distinguieron a los individuos que padecían agotamiento o pérdida progresiva de energía, como afectados de sobrecarga emocional o síndrome de burnout. Dichos investigadores lo caracterizan como un síndrome que puede manifestarse entre sujetos que laboran con personas y que se expresa en tres componentes: agotamiento emocional, despersonalización y escasa realización personal:6
El agotamiento emocional hace hincapié en que el individuo en una etapa de su ciclo vital padece sensaciones de sobresfuerzo físico y cansancio emocional.
La despersonalización se refiere a la conformación de posturas que el sujeto puede manifestar al verse sometido a una carga profesional o de estudio estresante y asume actitudes y respuestas insolentes hacia los individuos que les rodean, sean empleados, estudiantes y docentes.
La limitada realización personal involucra la pérdida de confianza en la realización personal y la manifestación de un autoconcepto bajo.7
Dos conceptos que suelen confundirse son los de estrés y burnout. El primero puede entenderse como la respuesta de un sujeto vivo en un contexto dado, quien, por demandársele un rendimiento muy superior al establecido, se pone en riesgo hasta el punto de enfermar; mientras que el burnout se manifiesta tras unos cuantos sucesos de sobrecarga o de especial complejidad. El estrés puede manifestarse en casi todos los contextos laborales, en cambio, el burnout tiene lugar con mayor asiduidad en los sujetos que laboran con personas (labor asistencial en este caso), y se manifiesta como una réplica adaptativa o de enfrentamiento a fuentes de estrés específicas.8
El objetivo de la presente investigación es determinar la presencia del síndrome de burnout en estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Regional Autónoma de los Andes (UNIANDES), en Ecuador, a partir del estudio de las variables siguientes: edad, sexo, estado civil, número de hijos, vivienda compartida, trabajo extraacadémico y las dimensiones de la escala para la clasificación del síndrome de burnout: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal.9
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, comparativo entre estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNIANDES durante el semestre comprendido entre octubre de 2017 y marzo de 2018.
La población estuvo formada por todos los estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas en la modalidad presencial, de primero a décimo semestre. Se seleccionaron 90 estudiantes según el criterio de asistir regularmente a clases y estar presentes en el momento de aplicar la encuesta. Se les solicitó el consentimiento informado para participar en el estudio.
Se estudiaron las variables siguientes: edad, sexo, estado civil, número de hijos, vivienda compartida, trabajo extraacadémico y las dimensiones de la escala para la clasificación del síndrome de burnout: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal.
Se aplicó el Maslach Burnout Inventory, con 22 ítems que se calificaron por frecuencia de Nunca (0) a Todo (6).
Se empleó estadística descriptiva a través de medidas de tendencia central y dispersión para las variables cuantitativas y para las cualitativas los números absolutos y porcentajes. Las estimaciones puntuales se acompañaron de sus intervalos de confianza (IC 95 % para la media y el porcentaje) a través del método de la normal, empleando un nivel de confianza del 95 %.
Para identificar una posible diferencia de medias de la edad entre los estudiantes de uno y otro sexos se realizó la prueba paramétrica comparación de medias para muestras independientes.
Para identificar si existió asociación entre el género y las dimensiones del síndrome de burnout se realizó la prueba no paramétrica Ji-cuadrado (χ 2 ) de homogeneidad.
Para identificar diferencias de frecuencias en los diferentes niveles del síndrome en cada una de las dimensiones se calculó la prueba no paramétrica Ji-cuadrado de bondad de ajuste al tratarse de una muestra y una variable categórica. Para las pruebas de hipótesis de utilizó un nivel de significación del 5%.
Resultados
Características sociodemográficas: La edad media de los estudiantes fue de 21,9 años, con una desviación estándar de 2,08 (IC 95 % para la media = 21,5 años y 22,3 años). Del total de alumnos hubo 53 mujeres, para un 56,7 % (IC 95 % para el porcentaje = 45,9 % y 67,5 %) y 39 hombres, para un 43,3 % (IC 95 % para el porcentaje = 32,5 % y 54,1 %). No se encontró diferencia estadísticamente significativa en las medias de la edad de ambos sexos (diferencia de medias = 0,100, IC 95 % para la diferencia de medias = -0,78 y 0,98, t = 0,226, 88 grados de libertad y p = 0,821), por lo cual no hubo suficiente evidencia para afirmar que la media de la edad en ambos sexos no fuera similar; o sea, la edad media se comportó de forma similar en hembras y varones incluidos en el estudio.
Se indagó acerca del estado civil: hubo 79 solteros, para un 87,8 % (IC 95 % para el porcentaje = 80,5 % y 95,1 %), en tanto 6 eran casados, 3 tenían unión libre y 2 divorciados.
Hubo 5 estudiantes que tenían hijos y de ellos 3 eran solteros y 2 casados.
En relación con la vivienda compartida hubo 68 estudiantes que vivían con la familia directa (padres, hermanos o pareja) para un 75,6 % (IC 95 % para el porcentaje = 66,1 % y 85,0 %), 11 estudiantes vivían solos, para un 12,2 % (IC 95 % para el porcentaje = 4,9 % y 19,5 %), mientras que 9 vivían con la familia indirecta (tíos, primos y otros) y solamente 2 en residencias estudiantiles.
Con el trabajo extraacadémico se obtuvo que 23 estudiantes trabajaban después de cumplimentar su horario académico, lo que representó el 25,5 % (IC 95 % para el porcentaje = 16,0 % y 35,1 %).
Prevalencia de síndrome de burnout
De forma general se obtuvo una prevalencia de este síndrome en un 88,9 % (80 alumnos, IC 95 % para el porcentaje = 81,8 % y 95,9 %).
La forma leve apareció en el 11,1 % (10 alumnos, IC 95 % para el porcentaje = 4,1 % y 18,2 %), en la forma moderado se obtuvo un 47,8 % (43 alumnos, IC 95 % para el porcentaje = 36,9 % y 58,7 %) y la severa el 41,1 % (37 alumnos, IC 95 % para el porcentaje = 30,4 % y 51,8 %), como se aprecia en la tabla 1.
Síndrome de |
Género | Total | ||||
Masculino | Femenino | |||||
No. | % (IC 95%) | No. | % (IC 95%) | No. | % | |
Leve | 3 | 30,0 (6,7 y 65,3) | 7 | 70,0 (34,8 y 93,3) | 10 | 100 |
Moderado | 19 | 44,2 (28,2 y 60,2) | 24 | 55,8 (39,8 y 71,8) | 43 | 100 |
Severo | 17 | 45,9 (28,5 y 63,4) | 20 | 54,1 (36,6 y 71,5) | 37 | 100 |
Total | 39 | 43,3 | 51 | 56,7 | 90 | 100 |
χ2= 0,840 p= 0,657 | χ2= 20,600 | p= 0,000* |
Nota: *p< 0,05.
Se buscó diferencia entre los diferentes niveles de forma general y se obtuvo que los porcentajes fueron estadísticamente significativos (χ2 = 20,600 y p-valor = 0,000), por lo que se rechazó la hipótesis nula de igualdad de frecuencias. Esto significa que los porcentajes de estudiantes que clasificaron en los diferentes niveles fueron diferentes, el mayor estuvo en el nivel moderado, seguido del severo.
Según el género y los niveles de burnout puede observarse que los porcentajes mayores se correspondieron con el género femenino, donde la categoría de moderado obtuvo mayor frecuencia de estudiantes mujeres, ya que hubo 24 casos, lo que representó el 55,8 % del total de ese nivel; mientras que para la categoría de severo hubo 20 mujeres clasificadas, lo que representó el 54,1 % del total de los estudiantes con este nivel.
No se encontró asociación estadísticamente significativa entre el nivel del síndrome en estudio y el género (χ2 = 0,840, dos grados de libertad y p = 0,657).
Por lo tanto, no hubo suficiente evidencia para plantear que existió asociación entre el género de los estudiantes y los niveles de burnout. Es decir, ambas variables son independientes, o sea, el sexo no predispone a clasificar en un nivel determinado del síndrome, ya que existió independencia o no asociación entre ellas.
Al analizar las dimensiones del síndrome de forma general se aprecia en la tabla 2 que para el agotamiento emocional la mayor frecuencia correspondió para el nivel leve, con 34 casos para un 37,8 % (IC 95 % para el porcentaje = 27,2 % y 48,3 %), seguido del severo con 29 casos para un 32,0 % (IC 95 % para el porcentaje = 22,0 % y 42,4 %) y del moderado con 27 casos para un 30,0 % (IC 95 % para el porcentaje = 20,0 % y 40,0 %).
Aunque se observó diferencia de los porcentajes de los niveles, no se obtuvo significación desde el punto de vista estadístico (χ2 = 0,867 y p = 0,648), por lo que no pudo rechazarse la hipótesis de igualdad de frecuencias con un 5 % de nivel de significación. Puede afirmarse que no hubo suficiente evidencia para plantear que los porcentajes de estudiantes clasificados en los diferentes niveles no fueron iguales para la dimensión Agotamiento emocional, o sea, los porcentajes fueron muy similares en cada nivel del síndrome.
En la dimensión Despersonalización hubo mayor frecuencia de respuestas en el nivel leve, con 41 casos para un 45,6 % (IC 95 % para el porcentaje = 34,7 % y 56,4 %), seguido del severo con 26 casos para un 28,9 % (IC 95 % para el porcentaje = 19,0 % y 38,8 %).
Se obtuvo diferencia de porcentajes de los diferentes niveles de esta dimensión (χ2 = 6,200 con dos grados de libertad y p = 0,045), por lo que se rechazó la hipótesis nula de igualdad de frecuencias con un 5 % de nivel de significación. Por lo tanto, hubo suficiente evidencia para afirmar que los porcentajes fueron diferentes en los tres niveles de la dimensión Despersonalización donde el mayor porcentaje se obtuvo en los estudiantes clasificados como leve.
Para el caso de la dimensión Realización personal, la mayor cantidad de estudiantes clasificó como nivel severo, con 43 casos para un 47,8 % (IC 95 % para el porcentaje = 36,9 % y 58,7 %), seguidos del moderado con 26 casos para un 28,9 % (IC 95 % para el porcentaje = 19,0 % y 38,8 %).
En esta dimensión se obtuvo también diferencia de porcentajes estadísticamente significativa (χ2 = 8,867 con dos grados de libertad y p = 0,012), con lo cual se rechazó la hipótesis nula de igualdad de frecuencias en los tres niveles y hubo suficiente evidencia para decir que con un 5 % de nivel de significación los alumnos clasificaron de forma diferente en los tres niveles; el mayor porcentaje de casos se obtuvo en el nivel severo de la dimensión Realización personal.
No se halló diferencia en los porcentajes de los diferentes niveles de ninguna de las dimensiones y el sexo de los estudiantes (p > 0,05).
Los estudiantes que tuvieron trabajo extraacadémico presentaron una prevalencia del síndrome de burnout de 84,4 % (76 casos con síndrome e IC 95 % para el porcentaje = 76,4 % y 92,5 %). La prevalencia fue menor que en los estudiantes que no tuvieron trabajo extraacadémico que fue del 93,3 % (84 casos con síndrome e IC 95 % para el porcentaje = 87,6 % y 99,0 %).
Discusión
Numerosos estudios han determinado y caracterizado la presencia del síndrome de burnout en los estudiantes de instituciones de educación superior en varios países.
La investigación de Estela y otros establece la prevalencia y los factores asociados al síndrome de burnout en estudiantes de Medicina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH).10 El estudio, de corte transversal, se efectuó con los alumnos de Medicina del séptimo año de la UPCH (n = 117) durante diciembre de 2010. Se aplicaron dos encuestas autoadministradas anónimas, una referente a rasgos sociodemográficos y laborales y en la segunda se aplicó la escala Maslach Burnout Inventory en su versión Human Services Survey validada en español. Los autores hallaron una prevalencia de síndrome de burnout del 57,2 % (n = 59). Más de la mitad de la población manifestó niveles medio o alto en despersonalización (DP) (68,9 % [n = 71]) y agotamiento emocional (AE) (67 % [n = 69]) y cerca de un tercio de los alumnos manifestaron baja realización personal (RP) (35 % [n = 36]). No se halló asociación estadísticamente significativa entre las variables sociodemográficas y laborales bajo estudio y la presencia de síndrome de burnout. La presencia de enfermedad mental se relacionó con niveles altos de DP y AE, mientras que la escasez de actividades extracurriculares se relacionó con altos puntajes en AE.10
En tanto, Arango y otros indagaron sobre la prevalencia de dicho síndrome en 234 alumnos de Medicina de la Universidad de Manizales en Colombia.11 Los autores identificaron y analizaron la prevalencia de SDP, depresión, estrés y ansiedad, su correlación y factores asociados, en estudiantes de I a X semestre de Medicina, matriculados en el segundo periodo académico de 2009. Como resultados se tuvo que, en la muestra, 39,1 % de hombres y 60,9 % de mujeres, procedentes en mayor porcentaje del departamento de Caldas (42,3 %) presentaron un 34 % de burnout, con frecuencias máximas por componente: agotamiento alto (42,3 %), eficacia alta (39,0 %) y cinismo bajo (35,7 %). Se halló un 60,5 % de ansiedad, 30,5 % de depresión, 11,8 % de riesgo suicida, y un promedio de 40,0 % de acoso laboral. Los tres elementos del síndrome manifestaron relación significativa con estrés de examen, depresión, ansiedad y acoso laboral. No se determinó relación con el género, consumo de alcohol y estado civil.11
Por su parte, Rosales determinó la manifestación del síndrome de burnout en su enfoque unidimensional en 70 alumnos de primer año de Medicina de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín (UCMH).12 Se les aplicó el instrumento Escala Unidimensional de Burnout Estudiantil. El sexo femenino (sin Burnout 0, Burnout leve 25, Burnout moderado 10, Burnout profundo 0), fue el de mayor incidencia de burnout, en comparación con los varones (sin Burnout 10, Burnout leve 24, Burnout moderado 1, Burnout profundo 0). Existió un predominio del burnout leve en los dos sexos. En los varones se hallaron alumnos sin burnout y solo uno con la forma moderado. Todas las féminas bajo investigación manifestaron burnout y una parte considerable tenía el tipo moderado.12
El estudio de Picasso y otros estimó la prevalencia del síndrome de burnout en alumnos de Odontología.13 La investigación, de tipo observacional, descriptiva y transversal, conformó una muestra compuesta por 140 alumnos de Periodoncia I, matriculados en el IV ciclo de la Facultad de Odontología de la Universidad de San Martín de Porres, durante el segundo semestre académico de 2011. El síndrome de burnout fue medido a través del Maslach Burnout Inventory-Student Survey (MBI-SS). Se halló que el 45,0 % manifestó un nivel elevado de agotamiento emocional, el 41,4 % un nivel elevado de cinismo y el 45,7 % presentó un nivel bajo de eficacia académica.13
Otro estudio realizado por Ríos y otros comprobó los niveles de resiliencia y síndrome de burnout en alumnos de Enfermería, así como examinó la relación presente entre ambas variables y el perfil sociodemográfico de la muestra.14 Esta estuvo compuesta por 218 alumnos de segundo grado de Enfermería de la Universidad de Murcia en España. Fueron empleados tres instrumentos: un cuestionario confeccionado en el momento de variables sociodemográficas y de relación con sus compañeros y docentes, la adaptación española del Inventario de Burnout de Maslach (MBI-GS) y la escala Connor-Davidson Resilience Scale (CD-RISC). Los resultados determinaron un nivel elevado de cansancio emocional en el 28 % de la muestra, y un nivel elevado de cinismo en el 19,7 %.14
Conclusiones
Los porcentajes de estudiantes que clasificaron en los diferentes niveles fueron diferentes: el mayor fue en el nivel moderado, seguido del severo.
Según el género y los niveles de burnout puede verse que los porcentajes mayores se correspondieron con el género femenino, donde la categoría de moderado obtuvo una mayor frecuencia de estudiantes mujeres.
Para el Agotamiento emocional la mayor frecuencia correspondió al nivel leve. No hubo suficiente evidencia para plantear que los porcentajes de estudiantes clasificados en los diferentes niveles no fueran igual para esta dimensión.
En la dimensión Despersonalización hubo mayor frecuencia de respuestas en el nivel leve, por lo que hubo suficiente evidencia para afirmar que los porcentajes fueron diferentes en los tres niveles de esta dimensión.
Para el caso de la dimensión Realización personal la mayor cantidad de estudiantes clasificó como nivel severo. Hubo suficiente evidencia para decir que los alumnos clasificaron de forma diferente en los tres niveles obteniendo un mayor porcentaje de casos en el nivel Severo de la dimensión Realización personal.
Por último, los estudiantes que tuvieron trabajo extraacadémico presentaron una prevalencia mayor del síndrome de burnout.