Introducción
El ser humano se libera o se esclaviza en dependencia de las decisiones que toma. Utilizar la expresión armas en el título que antecede este escrito, no fue una decisión a la ligera, dado que activa el modo alerta naranja en lo profundo de nuestro ser, y solo ocurre en aquellos que, desde sus improntas, la han experimentado. Y, si es complementada con silenciosas, entonces sería rojo su color. Se presupone que es un recurso válido que nuestra mente utiliza para estar presto a huir o pelear, donde los involucrados asumen, según el estatus y estilo de vida, comportamientos que validan modelos de control social que en ocasiones atenta nuestra integridad, convirtiéndonos en producto de consumo de fácil desecho de la banalidad del mal. Formamos, gústenos o no, parte de ese engranaje que adormece la dignidad humana, y por como llevamos la vida, olvidamos validarla, vivirla, valorarla y amarla, al darla por sentada desde nuestras mentes dormidas.
Desarrollo
La posibilidad de que cualquiera de nosotros no está exento de ser objeto de un revés, en el modo como se juegan los roles en la cotidianidad deja entre ver la perspectiva de Shutz & Luckmann (2003), donde manifiesta que “el hombre experimenta el mundo social en que ha nacido, y dentro del cual debe orientarse, como una apretada trama de relaciones sociales, de sistemas de signos y símbolos con su particular estructura de sentido, de formas institucionalizadas de organización social, de sistemas de status y prestigio”, cuando estos signos y símbolos orienta al hombre hacia una dirección contraria a lo que se espera se tiene como consecuencia modos de comportamientos que rompen los delicados hilos que conforman la tela social.
Por consiguiente, armas silenciosas para mentes dormidas es resultado de años de investigación por parte de la autora en algunos de los hilos que conforman la tela social. Uno de esos hilos, desdeñado y matizado, se encuentra en yuxtaposición con los otros en el lienzo social, en espera de un resplandor para ser visibilizado e inteligible, desde la capacidad de nuestra consciencia (capacidad del ser humano de percibir la realidad y reconocerse en ella) y conciencia (conocimiento moral de lo que está bien y lo que está mal) de trasponer los límites de la experiencia a través de los sutiles mecanismos codificados. (Gardner, 2011)
Entre los mecanismos codificados, cabría mencionar los recursos comunicativos, donde encontramos las marcas como indicadores que permiten relacionarnos desde nuestra realidad con otra; así, el vuelo intempestivo de una bandada de aves es un indicador de peligro inminente y se activa el alerta naranja o roja según sea el caso (Freire, 2004). Se tienen, además, los signos corporales como señales visuales que emite el cuerpo del otro o los otros. De igual modo, están los signos hablados y escritos que posibilita la comprensión entre los actores desde los distintos hilos que conforman la sociedad, constituyéndose de esta manera las sociedades, las comunidades, los grupos y las familias. Lo anterior, por tanto, son códigos que trascienden a cada individuo y regresa a él más complejo para ser decodificado. (Braidot, 2012)
Por lo antes acotado, se pretende comprender desde los espacios no convencionales, ya sean parques, hospitales, plazas de mercados, salones comunales y otros, de qué manera los hilos sociales intervienen en el desarrollo del individuo como sujeto complejo y cósmico, pero al mismo tiempo como sujeto social, desde la necesidad de sobrevivir, aprender y comprender el mundo que nos rodea para avanzar. Conectándonos con nosotros, con el otro y los otros, reconociéndonos, y reconociéndolos, aceptándonos y aceptándolos, todo ello a partir de la enunciación, donde podríamos hallar algunos recursos para encontrar respuestas a nuestras interrogantes. Pensar diferente para obtener respuestas diferentes, pudiera ser una posibilidad. En este sentido Ende (1983), argumentó sobre su novela La historia interminable que este recurso literario “expresa el deseo de encontrar la realidad que nos rodea a través de recorrer el camino inverso, es decir, la parte interna de cada uno que reside en su imaginación”.
Cabe señalar la propuesta de Ende (1984), en que es fundamental que:
“nos fijemos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico.” Para descubrirse, a sí mismo…primero hay que abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin embargo, hay siempre un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido”.
Estos recursos pueden ser validados o no desde el contexto situacional. El código lingüístico utilizado en una enunciación, desde los espacios no convencionales, es muy diferente al empleado en los espacios formales. El primero es de vital importancia en muy poco tiempo y con las limitaciones del lugar se prepara el terreno como lo manifestara Platón para ese “silencioso diálogo del alma consigo mismo entorno al Ser”, e iniciar el camino para la comprensión, por un lado, en la búsqueda de quiénes somos, de dónde venimos, dónde estamos, por qué estamos ahí y hacia dónde vamos. Y por otro lado, quién o quiénes desde su espacio y tiempo, pueden contribuir en el proceso emancipatorio, que es no es más que formar para la soberanía cognitiva (entendida como capacidad de pensar con cabeza propia) Desplegar todos los aspectos de la personalidad (saber pensar, saber decir, saber sentir, saber hacer, saber convivir). (Frisch & Stoppani, 2014). Mientras que los espacios formales fueron creados para tal fin, con el tiempo y espacio disponible para responder a esas preguntas, se han visto obstaculizados por el secuestro del saber bajo un eufemístico pensamiento único neoliberal, limitando nuestras capacidades reflexivas; es como si tuviéramos gripe y el medicamento no hiciera efecto. Como afirmara Morín (1994), “Educar para comprender las matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.
Tales preguntas las formulamos desde que tenemos uso de razón, pero por las innumerables limitaciones creadas por los hilos sociales, si nos encontramos, cara a cara ante una de esas armas silenciosas, puede ser contraproducente para nuestra salud, porque sus efectos son irreversibles, siendo algunos de ellos: insomnio, utopía, abstracción, confrontación entre improntas y realidades, que deriva hacia una necesidad irresistible a ser escuchado o leído; activando además, sensaciones y emociones, que contribuyen en acelerar el proceso cognitivo iniciado; y al parecer, estos efectos secundarios solo son admitidos a cierto estatus social, mas no a toda la sociedad, por lo que corremos el riesgo de ser etiquetados. Por su parte Foucault (1980), advierte que hay que “identificar procesos de invisibilización social que son producto de aquellas dinámicas de inclusión por exclusión”. (p. 128)
Durante el desarrollo de las investigaciones previas que dieron origen a armas silenciosas para mentes dormidas, encontrar una metodología que sirviera de bisagra para relacionar el método con la epistemología, cada vez se hacía más complejo. Por consiguiente, se presupone la posibilidad de aprovechar cualidades de los métodos cuantitativos y cualitativos que favorecieran el avance de la investigación en sus distintos momentos. En este sentido, se asume una postura desde un enfoque mixto con una metodología ecléctica, apoyada además, por el enfoque fenomenológico-hermenéutico de investigación educativa de Van Manen (2003), el cual se orienta a la descripción e interpretación de las estructuras esenciales de las experiencias vividas, así como al reconocimiento del significado e importancia pedagógica de estas experiencias.
Este método, además, constituye una aproximación coherente y rigurosa al estudio de las dimensiones éticas, relacionales y prácticas de la experiencia pedagógica en los espacios no convencionales, donde los aportes desde la introspección, retrospección y extrospección, son difícilmente asequibles mediante los usuales enfoques de investigación. Para ello se emplea el acercamiento y profundización de la semiosis (instancia donde “algo significa algo para alguien” y es por lo tanto portador de sentido) a partir de lecturas de distintos géneros literarios, así como entrevistas conversacionales, historias de vida, creaciones literarias surgidas desde las improntas de la autora, por una parte; y de las privadas de libertad del anexo femenino de la Penitenciaria General de Venezuela (PGV), por la otra.
Asociado a ello, como parte del soporte epistémico, se realizó un amplio arqueo bibliográfico de los aportes e investigaciones de Alfred Schutz y Thomas Luckmann, (Las estructuras del mundo de la vida); Berger-Luckman (2005) (Construcción social de la realidad), Boaventura de Sousa Santos (2009) (Una Epistemología del Sur); Carl Jung (2013) (El manejo del arquetipo; El consciente colectivo; El constructo del pensamiento; Tipos psicológico); Don Edward Beck (Dinámica espiral; Los ocho niveles de conciencia); Hannah Arendt (2012) La banalidad del mal); Humberto Maturana (1996)(El sentido de lo humano); Joe Dispenza (Deja de ser tú); Konrad Lorenz (1973) (Ocho pecados mortales); Luis Antonio Bigott (2010), (Pedagogía de la desneocolonización); Malcolm Gladwell (2005)(El poder de la mente intuitiva, gestión de las emociones); Miguel Funes (Concreción histórica y urbana); Paulo Freire (La cultura popular; La educación popular; Pedagogía del oprimido); Rafael Echeverría (2003)(Ontología del Lenguaje); Richard Bandler y Grinder John (El poder de la programación neurolingüística); Richard Dawkins (2000)(El gen egoísta); Lacoboni Marco (2009) (Las neuronas espejo); Silvia Rivera Cusicanqui (Sociología de la Imagen); Wainwright, G. (1998) (El lenguaje del cuerpo); Wayne Dyer (El poder de la intención); entre otros.
Al advertir que la libertad, más allá de pretender ser una utopía, implica que inexorablemente tenemos el deber de encontrar la salida de la caverna platónica donde nos encontramos. Para ello, como lo advierte Walter Scott (prolífico escritor del Romanticismo británico, especializado en novelas históricas) “la parte más importante de la educación del hombre es aquella que él mismo se da”. (Freire, 1996) Por tanto, se precisa incursionar en un proceso voluntarioso de automonitorización emocional que conlleve a una autointervención emancipatoria, partiendo del autoreconocimiento en la trivialidad y banalidad que en ocasiones está en lo tribal que nos devora. Esa necesidad irrenunciable de hallarse, hallarlos y hallarnos en el camino empedrado y espinoso de los sentidos, de las emociones, del pensamiento y del conocimiento no puede ser dejada de lado. Ese deber de continuar en nuestro proceso de crecimiento amerita además apoyo del otro o los otros porque somos individuos sociales, aunque en ocasiones “el pensar es una actividad solitaria”, también es creativo en lo consciente. Cuando las personas se juntan pasan cosas, se aprenden cosas, se redescubren cosas, somos lo que la mayoría quiere que seamos, pero, qué es lo que realmente queremos ser. Por qué reinventarnos desde el pensamiento y el conocimiento dentro de los hilos de una sociedad alienante, se convierte en una tarea titánica y en ocasiones en un suicidio intelectual (Martin Heidegger en la película Hannah, 2012).
Una vez delimitados algunos de los hilos que conforman la sociedad, éstos se asumen como variables externas, que ineludiblemente ejercen presión en nuestras variables internas como la comprensión, el comportamiento, los sentimientos, las emociones, la motivación, el pensamiento, el conocimiento, la actuación, entre otros; se puede presuponer que las debilidades presentadas por las generaciones que nos precedieron, e incluso personas que ejercieron el papel de formadores en la sociedad, son corresponsables en parte de lo que en la actualidad se vivencia en el accionar cotidiano.
Cabe señalar que, desde ambas partes, no pueden enseñarnos lo que no aprendieron; ejemplo de ello, un docente con debilidades formativas, replicará éstas a la siguiente generación de docentes formados por él, y si estos futuros docentes no están motivados en el proceso de autoformación como parte de su complemento formativo, repetirán pues, las debilidades de su formador. Un trabalenguas no tan sencillo de digerir, pero como consecuencia de ello, la sociedad desde su accionar será el resultado en parte de estos dos hilos. Por tanto, nuestra realidad se construye desde esta trilogía “familia-escuela-comunidad”, donde somos fichas del juego y nos movemos o nos mueven según la necesidad en el tablero. “El hombre es un ser de raíces tempo-espaciales… Cuanto más sea llevado a reflexionar sobre su situacionalidad, sobre su enraizamiento temporo-espacial, mas “emergerá” de ella conscientemente “cargado” de compromiso con su realidad” (Freire, 1987, p. 61). Por tanto, una mente dormida, es una conciencia de fácil manipulación. Se amerita pues, un conocimiento que emocione y sensibilice, que se apropie de la llave que todo lo abre, para encontrarnos y encontrarlos. Tal como lo plantea Descartes: “Para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”.
Tales encuentros requieren compromiso desde la comprensión para aceptar que cada persona vive, siente y padece desde su compleja realidad como resultado de las improntas, pero que desde la aceptación pueden cambiarlas si así lo desean. Se asume pues, una cosmovisión en el modo de pensar y actuar en paralelo a los múltiples universos que convergen en la cultura del silencio, (Elemento fundamental de la educación liberadora de Paulo Freire) fomentando aún más su colonización interna (negación de lo propio, de tus orígenes, asumir como propia culturas foráneas), en pro del agudizamiento del sesgo crítico de conciencia, deviniendo entonces en una modernidad líquida, término utilizado para definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos, al decir del sociólogo Bauman (2007).
Tanto la autora como las privadas de libertad del Anexo Femenino de la PGV, tienen la posibilidad de visibilizarse en el accionar apasionado de los géneros literarios al activar las neuronas espejos, en el tránsito por el umbral de la palabra en el hablar distributivo; desde la intimidad del mundo de la fantasía juguetona y delirante al redescubrirse libre más allá de las limitaciones que da el contexto espacial donde se encuentran, desde la lectura para activar los hemisferio del cerebro y la amígdala donde priman las emociones básicas; desde la escritura propia y del otro como desahogo de las improntas, desde la transfiguración de las emociones y sensaciones a la enunciación metafórica.
Cabe acotar, la aportación de Giacomo Rizzolatti (en 1996 dio a conocer las neuronas espejo, aquellas responsables de la empatía humana) al referirse a ellas como los ladrillos sobre los cuales se construye la cultura. En este sentido, no se puede dejar de lado el espacio denominado “Anexo Femenino”, donde las privadas de libertad desde su bioantropología coexisten. Hurgando pues, entre documentos empolvados se redescubren fragmentos de la historia local, mientras se deleita la vista desde un fondo de azules degradado por los destellos solares decadentes, resaltando la imponente y majestuosa imagen del hito natural que representa el “Paurario”, llamado así por los pueblos originarios, y que se conoce en la actualidad como los Morros de San Juan.
Enclavada desde las postrimerías del dominio español (siglo XVIII) bajo el legado precario de las familias pioneras asentadas en las márgenes del río San Juan, yace una población, hoy denominada ciudad universitaria y capital del estado Guárico. Con origen fortuito, de formación espontánea y carente de los privilegios que, de alguna manera, disfrutan las poblaciones urbanas, San Juan de los Morros, recibe en su seno a la PGV. Construida en 1944 en más de 500 hectáreas de terreno fértil para la ganadería y agricultura, ocupaba más hectáreas que la propia ciudad que la vio nacer. Su construcción tuvo gran repercusión social en la localidad. La disponibilidad de tierra fértil convierte a la PGV en una auténtica hacienda penitenciaria, concebida como una unidad de producción ganadera y agrícola. Albergando en sus inicios 1200 reclusos y que con el devenir del tiempo la cantidad se multiplicó exponencialmente trayendo consigo el cúmulo cultural que representaban.
Es relevante señalar que la estructura pasaba desapercibida por lo distante que se encontraba del pueblo, pero ante el crecimiento de la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XX con la afluencia de las familias de los reclusos, se incrementó el desplazamiento, llegando a establecerse en barrios adyacentes al penal, creando altos niveles de marginalidad en sus pobladores. Con el cese de la actividad agropecuaria y ganadera, la PGV descuidó gran parte de sus espacios agrícolas y por ende fue objeto de invasiones desordenadas, aportando más marginalidad a la localidad y cada vez acompañada con una mayor carga de marginalidad en la estructura mental. En la actualidad, como si fuese un experimento social, los resultados se evidencian en parte de la población, la indolencia, la falta de identidad y en especial, la ausencia de dignidad, los sumergen en las entrañas de la banalidad del mal convirtiéndolos en candidatos para centros penitenciarios.
Desde los aportes antropológicos presentados, y tomándose en cuenta las contribuciones abordadas a partir de los soportes epistémicos, así como, avances en los espacios no convencionales, se destacan algunos datos estadísticos relevantes que permiten comprender un poco más la intervención de los hilos sociales en el desarrollo del individuo, en especial sobre comportamiento, sentimiento, emociones y conocimiento. En este sentido, cabe mencionar que la genética cultural juega un papel preponderante en la conducta del individuo se destaca que el 60% de nuestro comportamiento viene programado desde los entramados biológicos del ADN, proveniente de seis o siete generaciones.
Se presupone que, de un tiempo a esta parte, se han producido cambios acelerados en la cultura genética y por consiguiente en la estructura mental del sanjuanero a partir de las distintas fusiones entre los locales y los foráneos, afianzando de generación en generación, donde podemos ver sus manifestaciones en el comportamiento actual desde la cotidianidad.
Otro aporte interesante es el referente a nuestra conducta inconsciente de un 85%, ante un 15% de la conducta consciente. A juzgar por los datos anteriores, se reconoce que el comportamiento está condicionado bioantropológicamente, desde la fusión entre la genética cultural con el entorno social donde coexistimos. Comprendiendo esto, estamos ahora en la capacidad de dar los pasos necesarios para descodificarnos y recodificarnos.
Tales pasos, involucra compromiso y voluntad personal, poner en práctica nuestra capacidad de decisión comprendiendo que se percibe desde las variables externas un 55% del mensaje codificado a través del lenguaje corporal; un 38% en el tono de voz, y un 7% a partir del uso de las palabras. En ese orden, se infiere que primero nos comunicamos con el lenguaje corporal y terminamos con la palabra; tomando de ejemplo lo analizado a los dibujos antiguos bajo la metodología de la sociología de la imagen (Rivera Cusicanqui, 2015) donde una imagen dice más que las palabras. Por tanto, esa imagen que emitimos al exterior con nuestro lenguaje corporal creará una supuesta realidad de nosotros en los otros, realidad que puede perjudicarnos o favorecernos en el proceso comunicativo.
Por consiguiente, se trae a colación la máxima, si lo quieres esconder déjalo a la vista. Con todo lo expresado anteriormente, aun confundidos dudaremos que una de las armas silenciosas haya sido nuestro inteligente e ingenuo cerebro. Mantenernos distraídos y dormidos, ha sido su trabajo, pero no porque ha querido, sino porque ha estado condicionado a ello. Sin cansarse y sin orientación, ha estado trabajando la mayor parte del tiempo de manera automática, sin saber cuándo un evento es real o imaginario. Solo reaccionamos sin pensar, permaneciendo el mayor tiempo en modo reptiliano, consecuencias de ello nuestro comportamiento y el pensamiento instintivos para sobrevivir, fomentando la marginalidad estructural mental en todos los hilos sociales que se ha estado expandiendo como una onda en el lago. Expuesto esto, se asume la corresponsabilidad en la construcción de una sociedad hacia la búsqueda de su dignidad, más humana, más sensible, que merece justicia social, y para ello, de palabras de Boaventura de Sousa “no hay justicia social global sin justicia cognitiva”.
A modo de conclusión y sin intensión de cosificar al hombre, visualizaremos por un instante la elaboración de un delicado pastel. Los ingredientes que lo conforma están medidos y ordenados, se encuentran listos para ser mezclados. Son especiales por su calidad, aroma, textura, sabor y color; pero, solo un ingrediente no es medido y eso lo decide el hacedor de pasteles. Lo cual, su incorporación en la preparación va a depender del ánimo como se encuentre ese día e influirá en su cocción. Por tanto, esa emocionalidad, ese amor como lo realice hará la diferencia en su contextura y sabor. Un exquisito pastel es una explosión para los sentidos donde se involucra tanto el amor propio como el amor hacia el otro o los otros al degustarlo. (Grinder, 1979)
Se puede deducir entonces, que lo imaginado tiene un gran parecido al modo como se conjugan los distintos elementos biológicos y sociológicos que constituye la base de la cultura genética y de la antropología social que forma parte en la desarrollo biopsicosocial y emocional del ser humano. Queda por determinar la pisca de ese ingrediente especial que hace la diferencia en cada individuo. Se trata pues, de la autoaceptación, que nos llevará por los mundos de Cervantes, porque como ser inacabado tendremos que enfrentar obstáculos en tierra, librar batallas épicas internas como las imaginadas por Julio Verne, para luego volar en las nubes del pensamiento sugeridas por Richard Bach (2006),26 para encontrarnos y encontrarlos.
Cierto es, que somos diferentes, operamos, pensamos y tenemos códigos diferentes, que no hay verdades absolutas y existen tantas verdades como seres humanos en la Tierra; que la realidad se podría asumir como una obra de teatro delirante, colectiva y tribal, donde actores y espectadores entran y salen de escena intercambiando roles. Entonces, por qué continuar enfrascados en la falsa globalidad del pensamiento único (Freire, 1993). Pero a riesgo de ser desterrada como el personaje de Richard Bach, Juan Salvador Gaviota, una vez que la consciencia (conocimiento moral, capacidad de decidir sobre qué acciones son buenas o malas) se despierta no hay vuelta atrás y practicando el Amor, el Respeto, la Comprensión y la Autenticidad construyes puentes hacia el “ARCA” de los demás. Puedes desde el ejemplo, ayudar a otros en su proceso emancipatorio cognitivo. No será tarea fácil, pues, el cerebro requerirá de mucha fuerza de voluntad, trabajo constante y un gran estacionamiento muy iluminado para que entren todos los “auto…” con colores vivos y vibrantes necesarios para encontrarnos y encontrarlos aparcando primeramente la autoidentidad y la autoaceptación, enviando al desguazadero el autosaboteo, y de esta manera incorporarnos en la auto-pista del conocimiento siempre atentos a las luces que nos revelarán.
Conclusiones
La profundización del estudio teórico realizado y su aplicación en la praxis, nos permitió definir:
Lo que fuimos, somos y queremos ser.
Con el alma en la patria grande y el corazón en la patria chica, se develan las cicatrices dejadas en el tiempo.
Teñidos de sangre los ríos salvajes de la región.
Ethos signados como legado impuesto, sumisión y olvido de hijos de grandes guerreros.
Dormidos están aún ingenuos, en los laureles de los héroes patrios.
Inocentes aún de aquellos que, con los corazones endurecidos, se mueven sigilosos, tras la sombra de asesinos seriales, con acciones concretas devastadoras.
Pero, en el fondo somos verdad latente, pueblo ardiente y vibrante, que a viva voz expresa hoy, su despertar de consciencia. Para que no quede duda, de lo que queremos ser,
Un pueblo emancipado, libre y soberano, dueño de su destino.