Introducción
En la actualidad se continúa arrastrando con la frase impostora “el fin de las ideologías”, que vino a justificar al, ganador, Norte Global sobre el Sur emergente. frase que continúa dando sustento a las investigaciones que dan razón al poder hegemónico. Las investigaciones se concentran desde los postulados liberales actuales, los que han, casi, sumergido el mundo educativo universitario a la pérdida de la autonomía en la generación de conocimientos propios.
No se está exento de luchar por la apropiación en el quehacer investigativo que, desde nuevas perspectivas, se pueda no solo pensar, sino actuar en la sociedad latinoamericana. Es decir, en la búsqueda de caminos que, desde la apertura epistemológica, hable y transforme la realidad de los pueblos que continúan siendo fuente extractiva del poder económico.
El artículo abordará algunas transversalidades que son fundamentales para la investigación, transversalidades que, de hecho, el poder educativo neoliberal no tiene en cuenta, más es un enemigo a él. Urge que el proceso investigativo tenga una mirada integral para que tome en cuenta los factores del contexto social, económico, político, educativo, etc. Tener en cuenta el simbolismo cultural, la intersubjetividad como proceso interrelacional de sujetos, saberse críticos ante la realidad que golpea al pueblo y especialmente a los pobres, serán temas que surcarán la investigación.
El lugar donde se sitúa el o la investigador/a, será otra constante en el desarrollo que, a modo de pincelada, se graficará en las conclusiones, que se presentarán como desafíos actitudinales que buscan solidificar prácticas liberadoras en el quehacer investigativo.
Desarrollo
La investigación que parte de los acontecimientos que los pueblos viven en América Latina y el mundo, que tiene en cuenta los procesos históricos, que se abre a la realidad de los/as más pobres, que no se encuadra en formatos únicos y estandarizados; que procura desde un estilo confrontativo cuestionar el statu quo para la búsqueda de nuevos caminos inclusivos, etc., será una investigación que rompa con lo preestablecido para arraigarse en el territorio. Navarrete (2015), se cuestiona en qué momento nos encontramos para el quehacer investigativo:
La metodología de la investigación social de América Latina se encuentra en un momento crucial, definido por el desarrollo de un paradigma original que busca enraizarse en las circunstancias específicas de la realidad de nuestro continente, sin dejar de lado los profundos cambios globales. Se aspira a comprender la especificidad de la formación social de América Latina siguiendo nuestras propias tradiciones cognoscitivas para que sean parte del desarrollo teórico universal.
Las investigaciones quedan desdibujadas cuando los artículos científicos publicados están plagados de cuadros sin cuestionamiento, sin búsqueda de las causas que llevan a que suceda, por ejemplo, la contaminación, falta de lectura, uso desmedido de medios de comunicación social, etc. Son investigaciones que arrojan resultados que quedan guardados en repositorios que sirven al poder económico. Zuluaga (2017), dice: “bien podríamos excusar que, finalmente, lo que se pretende es sistematizar y organizar la manera de producción de las ciencias y las disciplinas. Sin embargo, se nota una sobre valoración y sobre puntuación de productos vinculados a cierto tipo de ciencias y a determinadas actividades que garantizan lucro empresarial. Esto nos llama a revisar la manera como nos vinculamos a este ejercicio cienciométrico que, poco a poco, ha venido invadiendo nuestra manera de pensar y hacer ciencia”. (p. 273)
La mayoría de personas que realizan este estilo de investigación se quedan en estadísticas afines al poder, que usa éstas, para plantear cómo manipular mejor al pueblo, de las mayorías emergentes. Ornelas (2007), postula que “el mercado se convierte así en el único parámetro en la determinación del tipo de investigación y enseñanza profesional que deberán ofrecer las universidades cuyas actividades sólo parecen tener sentido si se someten a las necesidades del capital y el mercado”. (p. 91)
Las tendencias investigativas están orientadas a la homogeneización, que no es otra cosa que una imposición a la construcción del conocimiento. Varela & Vives (2016), explican que, aunque las investigaciones cualitativas han aumentado considerablemente, las investigaciones cuantitativas son las que predominan en la actualidad, refiriendo algunas de sus características.
“La credibilidad en la investigación exige que se apliquen reglas relacionadas con la fiabilidad y la validez del diseño, de métodos, de instrumentos y de la recogida de datos. Estas reglas han derivado de un modelo científico experimental con una sólida base estadística, cuyo fundamento filosófico es el positivismo. El punto de vista positivista afirma que la explicación causal basada en un modelo de experimentación aleatorio es el estándar más alto para producir conocimiento. Es una postura que permite generalizaciones estadísticas, dadas en el mundo por relaciones cuantitativas entre los objetos y los eventos. Esto implica el supuesto de que la realidad es objetiva y única, lo que permite explicar, controlar y predecir sus fenómenos”.(Varela & Vives, 2016, p. 192)
El sistema educativo neoliberal hace creer que la calidad educativa se trata de aplicar estos postulados, los que en realidad hacen perder todo tipo de libertad en la creación de saberes arraigados en la historia. Estos modelos investigativos no son casuales, sino que parten de políticas concentradas, que tienen su raigambre en la globalización de la economía con clara injerencia en las culturas. Martínez, Tobón & Romero (2017), en base al análisis de algunos autores concluyen que “las políticas educativas en materia de educación superior siguen las recomendaciones emitidas por organismos internacionales, tales como: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros organismos que buscan que la educación se adapte a las exigencias planteadas por la sociedad. Dicha situación, obedece a que la educación superior tiene el reto de gestionar el talento humano necesario para responder a lo planteado por la sociedad del conocimiento. De ahí que el presupuesto asignado a las instituciones de educación superior (IES) de carácter oficial está condicionado, cada vez más, por los resultados obtenidos en las evaluaciones efectuadas por parte de organismos externos”. (p. 81)
Se responde a una manera única de escribir, mas no de pensar o pensarse desde los acontecimientos que sufren los pueblos: golpes blandos a la democracia, la imposición del mercado, la devastación del planeta, las guerras armadas, la creciente pobreza, los medios de comunicación ligados al poder, la pérdida de los partidos políticos, la desaparición del Estado que se transforma en fiel acreditaría de las privatizaciones y algo que es muy grave, como lo es: la permanente justificación de parte de la población ante el avasallamiento del poder concentrado. Todo esto y más, no se toman en cuenta en las investigaciones que, de manera lineal, responden a la homogeneización o parámetros establecidos. Ferrada, & Cabrera (2016), dicen en cuanto al paradigma, como desafío, ante el tradicional modelo de hacer investigación: “es sabido que en tiempos de individualismo y de exacerbación de la competencia, el compromiso ético por generar investigaciones que conlleven un sentido de cambio real es más difícil de conseguir, y por lo general, la adaptación y la obsecuencia con lo tradicionalmente realizado termina siendo lo predominante”. (p. 89)
Es por ello que también se impone un concepto de calidad educativa en las universidades que tienen que ver con la publicación en revistas indexadas o indizadas y algunas consideradas de alta calidad. ¿Quién o quienes imponen que la calidad de un artículo científico tiene que ver con esta indexadora? Naidorf & Perrotta (2017), expresan que “el régimen de competencia del mercado de publicaciones académicas -controlado por dos editoriales multinacionales- se configuró a partir de la diseminación de una falsa noción de calidad académica y ciencia de excelencia, medida por la publicación de artículos en un conjunto selecto de revistas que detentan una posición hegemónica. Este indicador de "calidad/excelencia" se utiliza como un componente central de elaboración de rankings internacionales, como medida de comparación del "estado de la ciencia y la tecnología" entre países, y como parámetro para valorar la performance individual de investigadores”. (p. 42)
Si un artículo científico no tiene que ver con lo que vive el pueblo, aunque sigan el formato que la revista exige, solo servirá para el ego del que publica y para el comercio que la indexadora realiza. Pero debajo de esto está la pérdida de la autonomía universitaria en la libertad de construir conocimiento y del Estado o Estados que están sumisos a estos parámetros neocolonizadores. Cuando se es neoliberal, se es en todo, no en una parte y queda demostrado en esta ferviente ola de meritocracias y existimos que sirven al sistema más no al pueblo, porque simplemente no dice nada a la realidad.
El mundo juvenil se fue impregnando de mensajes, videos cortos, exposiciones de expertos en autorrealización, de búsquedas de éxitos que vienen de una manera de entender al ser humano, imponiendo, nuevas formas de entenderse en este mundo convulsionado. Se le ha creado la necesidad de buscar una universidad o instituto que le garantice el éxito, que cual vendedores de humo, aseguran una autorrealización efímera.
Una de las trasversales de la investigación es lo que acontece; es decir, plantear una mirada amplia, abarcativa integral e integradora para las investigaciones, en detrimento de las investigaciones lineales que plantean especificidades o correlaciones matemáticas para las relaciones sociales. Porque la investigación integral debe guiar a que la investigación no se quede en lo descriptivo, sino en la profundización del porqué de los acontecimientos que suceden en la sociedad.
La investigación que se hace territorial, no perdiendo su inserción en el mundo, buscará explicar lo que nos pasa como país en interrelación con el mundo. Por ejemplo: la pérdida de democracia real en Argentina con elecciones legítimas, le sucede también a Brasil, Paraguay, Colombia, Chile, etc. Las investigaciones sean sociales o naturales no se encierran en el laboratorio, sino que deben estar compenetradas con la realidad.
Investigación y acontecimientos están unidos y, la investigación debería ser una clara invitación a la transformación social. No pueden estar divorciados ambas dimensiones, entiéndase que los acontecimientos vistos en profundidad ayudarán a que la investigación tenga olor a realidad, a comprenderse en un mundo que está bombardeado por injusticias y desigualdades que emanan del poder hegemónico. Torrecilla & Hidalgo (2017), comentan en su investigación que “investigar en educación supone necesariamente trabajar por una educación mejor y, con ello, una mejor sociedad. Pero el simple hecho de investigar no lleva necesariamente a la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y equitativa. Todo lo contrario, podemos incluso hipotetizar que, si una investigación no se plantea explícitamente contribuir a una educación más equitativa, justa e inclusiva y con ello a una sociedad de análogas características, estará contribuyendo a una educación que reproduzca y legitime las injusticias y desigualdades sociales”. (p. 5)
La epistemología vista desde la gente y no desde exigencias administrativas estandarizadas, ayudará a recobrar la investigación que discernirá los “signos de los tiempos” presentes en la historia como eje fundamental y contradictorio a aquello que le llaman ciencia siendo más un recetario cerrado que una apertura a la reflexión constante que busca la transformación y humanización de la sociedad.
La transversalidad de la investigación es intersubjetiva
Sin duda que las políticas neoliberales generan una permanente ruptura del tejido social buscando la desintegración de la comunidad e imponiendo un individualismo que enarbola la autorrealización, la que tiene como sustrato filosófico el existencialismo o supremacía de sujeto. Nada tiene que ver con la individualización, es decir el sujeto como ser único, irrepetible que tiene la grandeza de relacionarse, desde principios generales, con otros/as individuos para la búsqueda de condiciones ciudadanas dignas. El capitalismo que tiene como eje la ideología neoliberal fue dominando el mundo de tal manera que va logrando una manera de pensar y actuar según sus postulados. Sosa (2012), refiere al respecto que “la etapa más reciente de reestructuración del capitalismo a escala mundial ha sido organizada, dirigida y dominada por la ideología neoliberal que se convirtió hoy en la era global, en el sentido común de nuestro tiempo que recorre el mundo y que no deja, aparentemente, espacios para ninguna otra forma de pensamiento, saber o conocimiento”. (p. 58-59)
Apreciamos una contradicción entre la subjetividad como individualismo y la individuación del sujeto como persona abierta al mundo, a los/as otros/as y a lo que considere como trascendental o simbólico. El primero, con mentalidad lineal y el segundo, con clara creatividad para situarse ante la historia y sus devenires. También las ciencias sociales han sido absorbidas por la objetividad que cosifica los fenómenos sociales y toda interrelación intersubjetiva. La intersubjetividad implica la construcción de significados individuales y colectivos sobre las relaciones humanas. González (2006), afirma con respecto al carácter constructivo-interpretativo del conocimiento que “el pensamiento occidental ha tenido tal tendencia a las dicotomías, que hemos concebido el mundo como externo e independiente a nosotros, como si no fuéramos parte de él, y no estuviéramos implicados de forma orgánica a su propio funcionamiento. Esta dimensión de lo real, que se genera con nuestra acción en los diferentes dominios del mundo, es la que gana visibilidad en nuestras prácticas científicas, lo que no significa, ni que la realidad sea incognoscible, ni que podamos descentrarnos de nuestra subjetividad y de sus efectos en nuestras intervenciones sobre la realidad: tendencias estas que hasta hoy han tenido una fuerte influencia sobre las representaciones dominantes de la ciencia”. (p. 24)
Nos preguntamos en qué lugar se sitúa la investigación o reflexión epistemológica, desde dónde se quiere hacer ciencia, dónde se posiciona para que esta diga algo al mundo o solo sea el eco ante las imposiciones actuales. Responder parece simple, pero no lo es cuando el debate se centra desde la afanosa carrera al éxito.
El ego epistemológico que centra su mirada en modelos en el que los sujetos son investigados desde la perspectiva cientista del investigador, pone como supremacía una investigación laxa que no se embarra con la realidad, quedándose en lo meramente descriptivo. Todos/as contra todos/as, seres individualistas, objetivos, superficiales y correctos/as. Se centra en la competitividad para diferenciar a ganadores/as de quienes son considerados/as perdedores/as. Se es en la medida que se está por encima de otros/as, por tener capacidades calificadas, etc. Este es el tipo de personas que produce el mercado positivista y existencialista que se aprovecha de todo el sistema universitario para reproducir personas aliadas al mercado. Solano (2015), refiere que “significa romper epistemológicamente con la linealidad del aprendizaje, despedazar la idea de que todos aprendemos igual, al mismo ritmo, con las mismas capacidades y, de esta manera, desafiar la visión mercantilista que vuelve a los estudiantes en competidores en una carrera hacia el éxito; un éxito determinado por la idea del consumo de diplomas y bienes ilimitados”. (p. 125)
Pero la investigación que supera la mirada intimista, competitiva para salir al encuentro de los/as otros/as como sujetos involucrados con él o la investigador/a, se transforma en una investigación intersubjetiva porque dialoga simétricamente con el contexto, las personas, en fin, con las mediaciones que se presentan en el hecho investigativo. González (2014), a diferencia de una perspectiva psicoanalítica de la subjetividad, contempla el carácter de agente transformador y creador: “la subjetividad implica reconocer la agencia como expresión de la capacidad generadora del sujeto, punto en que los conceptos de subjetividad y sujeto se articulan superando la idea de agencia como momento contextual de la acción. La persona en condición de sujeto genera, transforma y trasciende los límites actuales de su acción social”. (p. 31)
La investigación intersubjetiva representa una reivindicación a la humanidad ya que desde sus diversas situaciones se pueden cuestionar y buscar soluciones a problemáticas diversas; desde la intersubjetividad en la que se conjugan las subjetividades, es decir, la puesta en marcha de encuentros en el que los principios rigen para todos/as, por el consenso generado, por la apertura hacia el otro/a; por la búsqueda comunitaria y solidez de enfrentarse al poder deshumanizante. Santos (2017), al referirse a la modernidad eurocéntrica obnubilada por el conocimiento científico en detrimento de cualquier otra manera de construcción de conocimiento territorial, expresa que “la injusticia cognitiva que esto produce es vivida por los grupos sociales con menos acceso al conocimiento científico como una inferioridad generadora de incertidumbre respecto a su lugar en un mundo definido y legislado a partir de conocimientos simultáneamente poderosos y extraños, que los afectan de maneras diferentes y sobre los cuales tienen poco o ningún control. Se trata de conocimientos producidos sobre ellos y eventualmente contra ellos y, en cualquier caso, nunca con ellos”. (p. 15)
La dimensión intersubjetiva le dará la consistencia a la investigación ya que esta se reviste de rostros, de situaciones que golpean o favorecen al conjunto de la sociedad, Bordieu, P. (1991).. La intersubjetividad no aborda cuestiones personales, aisladas, individualista, descriptivas o que se ciñan a formatos; todo lo contrario, la dimensión intersubjetiva aborda problemáticas que tienen que ver con el conjunto de las poblaciones y con el continente: la convivencia pacífica, la democracia participativa, la ecología, la educación, la salud; son derechos, que desde una investigación intersubjetiva no quedan al margen, sino que desde ellos es que la investigación cobra un espíritu de transformación social. Piper (2002), puntualiza que “entender las subjetividades como prácticas sociales en constante producción abre posibilidades emancipadoras, en la medida en que las presenta como un proceso interior a las relaciones sociales. Nosotros/as somos las subjetividades que producimos, y por lo tanto somos nosotros/as quienes, por medio de la articulación de prácticas diferentes, estamos en poder de transformarlas”. (p. 30)
La intersubjetividad que comprende en sí una subjetividad compartida tiene que ver con la reconstrucción del tejido social, enemiga número uno de los que quieren continuar imponiendo de manera inteligente y desintegrador su poder.
Las claves epistemológicas en un mundo en el que las políticas hegemónicas están floreciendo, es importante que las investigaciones sean la contracara de este poder y puedan generar propuestas para la transformación del mundo.
La transversalidad de la investigación es un aprendizaje sociocrítico
Acercarse a la realidad y sus avatares de manera superficial no hace tener una mirada crítica hacia la realidad, solo es una mirada contagiosa ya que es la que se reproduce más. El o la investigador/a al realizar una tesis o artículos científicos puede tener una mirada de barniz, muy vistosa, pero sin decir mucho; o puede adentrarse a la realidad escudriñando las causas de lo que aparece para buscar las claves de interpretación que justifiquen lo que sucede. Son las claves de interpretación o búsqueda de paradigmas las que permitirán presentar propuestas de acción o prácticas orientadas a la recuperación de la dignidad golpeada. En el fondo de la elaboración de la investigación está la metodología epistémica, la que le dará el sustento a la construcción del conocimiento. Torrecilla & Hidalgo (2017), expresan sobre la compenetración dialéctica de la teoría y la praxis en el proceso investigativo: “la investigación socialmente comprometida ha de mantener la dialéctica teoría-práctica. En este sentido, en necesario generar conocimiento y transformar la práctica, aprendiendo de los conocimientos teóricos y de la experiencia, y la aplicación práctica para generar unos aprendizajes útiles para la investigación educativa”. (p. 7)
Es evidente que existe una disociación entre la teoría y la falta de propuestas prácticas; o, dicho de otra manera, se evidencia la redacción cientista, dejando de lado lo social como crítica a lo existente desde la confrontación dialéctica. Huergo (2002), da su opinión sobre el divorcio entre investigación y sociedad: “lo que se evidencia como insoslayable para resituar una perspectiva crítica es que, en contextos de profunda crisis orgánica, debemos hacer un fuerte proceso de reconocimiento del carácter estratégico-político de la investigación y de los investigadores respecto de la sociedad de la que forman parte […]es decir: un autorreconocimiento por parte de los investigadores de su carácter de sujetos de la crisis y la transformación, y no de meros observadores o interpretadores que refuercen el divorcio entre investigación y sociedad”. (p. 37)
Las investigaciones, para que sean genuinas, debieran ser una manera de apropiación del contexto sociohistórico, una actitud de empoderamiento en el que él o la investigador/a no se mantiene neutro o indiferente sino, que investiga desde adentro, desde el corazón mismo de lo que le sucede al pueblo.
La investigación tiene que ver con el aprendizaje (agarrar, hacer de uno, apropiarse, internalizar, empoderarse) de lo que investiga de manera pausada, viendo y dialogando con la realidad; cotejada con autores diversos, confrontando opiniones, involucrando a otros/as sujetos que viven bajo las circunstancias que se está investigando. Nada ni nadie queda fuera de la investigación. Esta actitud será fundamental dentro de la dimensión sociocrítica. Es decir que, la investigación se reviste de un carácter en la que las mediaciones son fundamentales para que no esté desencarnada de la realidad y cuya creación de conocimiento se construye desde la dialéctica relacional. En Bejar (2017), se hace hincapié al respecto: “y si en el constructivismo el estudiante que aprendió a partir de la realidad con significación, que desde aquí puede aprender nuevos saberes sin quemar etapas sino a manera de andamio, y si se dedica a descubrir lo nuevo investigando. ¿Por qué se sigue hablando de los estudiantes como el que aprende? Se debería usar la palabra Aprehender, porque el estudiante es el que agarra, se empodera o apodera no solo de lo aprehendido como experiencia previa, sino de lo nuevo por aprehender”. (p. 102)
Esta actitud de apropiación de la realidad que hace que él o la investigador/a sea compasiva/o con la realidad, no deja sin capacidad de accionar ante lo investigado, sino que dicha investigación busca claves que sirvan a otros/as para desarrollar políticas para la transformación de la sociedad. Es claro que estas investigaciones están lejos de aquellas que sirven al poder establecido ya que se presentan como investigaciones que ponen al descubierto la falta de respeto a la dignidad. Bourdieu (1991), al explicar la superficialidad de la labor educadora en sintonía con la legitimación del neoliberalismo educativo, postula que “la trampa de la razón pedagógica consiste precisamente en que arrebata lo esencial aparentando que exige lo insignificante, como el respeto a las formas y las formas de respeto que constituyen las manifestaciones más visibles, y, al mismo tiempo, más “natural” de la sumisión al orden establecido, o las concesiones a la cortesía (politesse), que encierran siempre concesiones políticas (politiques)”. (p. 141)
Investigar es tomarse en serio la vida del pueblo. Por ello, es superadora de aquellas investigaciones que solo responden a un formato, no obsoleto, que da insumos para políticas de deshumanización. Por ejemplo, se puede investigar si el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo en Perú dio resultados o no en poblaciones vulnerables y después de analizar cantidades de beneficiarios/as en el país, los resultados serán positivos ya que los cuadros estadísticos así lo manifestarán. Es igual, a decir, si dos más dos son cuatro. Todos/as quedarán tranquilos y seguramente manifestarán la bondad del programa. Pero si la investigación parte de la cantidad de habitantes en edad universitaria en todo el país, la cantidad de universidades, y los que quedan fuera del programa por no tener el promedio que exige el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo de Perú, pues tendremos resultados de exclusión de una gran mayoría de jóvenes sin posibilidad de acceder a la educación pública y en menor posibilidad a la privada.
Entonces una investigación en la que él o la investigador/a se sumerge en la realidad y busca las causas de los fenómenos sociales, aunque parezcas inofensivo, se dará cuenta que su investigación al ser crítica, termina siendo una reivindicación de derechos perdidos y recuperables. Siguiendo con el ejemplo anterior nos podemos preguntar por qué no se tienen instituciones educativas superiores descentralizadas, por qué el ingreso es por decantación, por qué el presupuesto a la educación es bajo, por qué no se promueve una educación gratuita, etc.
Los cuadros estadísticos cuantitativos pierden todo valor cuando él o la investigador/a no se pregunta por qué pasan estas cosas. Sin embargo, se usan estos cuadros para evidenciar que sirvió para una porción de la juventud. Se debe recuperar una pedagogía que permita que las investigaciones sean críticas, con ética y prácticas liberadoras. McLaren (1998), afirma que “en contradicción con las aproximaciones conceptual-empiristas y tradicionalistas, la pedagogía crítica es una filosofía de la praxis comprometida en un diálogo abierto en competencia con concepciones de cómo vivir significativamente en un mundo confrontado por la pena, el sufrimiento y la injusticia. Existe la necesidad de la lucha porque existe el sufrimiento y la dominación”. (p. 225)
Como siempre, los gobiernos neoliberales crean programas que favorecen a pocos, siendo que el Estado es de todos/as y para todos/as. La educación, el trabajo, la salud, el derecho a la vivienda, etc. son derechos humanos no derechos para algunos/as humanos.
Las investigaciones tienen que adentrarse en las dimensiones económicas, políticas, sociales, culturales, estas dimensiones no pueden quedar fuera en un trabajo investigativo integrado e integrador; de lo contrario, solo será una mera descripción sin asidero en la vida de la gente y menos de las estructuras que se deben transformar. Estamos surcando por un lugar que se presenta como constante desafío. Mejía (2008), plantea que “quizás uno de los rasgos más saltantes de la emergencia de una epistemología de las ciencias sociales es su relación con el desarrollo de un pensamiento crítico en América Latina, con la preocupación por el conocimiento de los límites de la sociedad actual y las posibilidades de configurar un orden más humano y justo. La gestación de una epistemología de la investigación social no sólo ofrece una perspectiva muy original sino, fundamentalmente, traza un vínculo muy estrecho con la práctica social”. (p. 10)
La mediación práctica en el análisis epistemológico, en los temas que se quieran abordar, no puede hacer caso omiso a la mirada sociocrítica, la que exige por su razón de ser, un compromiso con la vida integral, porque la investigación adquiere esta dimensión integral y participativa.
Conclusiones
América Latina y El Caribe no está conformado por probabilidades inciertas, todo lo contrario, se presenta como espacio privilegiado que, desde una mirada transversal de hacer y ser investigativo, puede poner en el escaparate del discernimiento: miradas compenetradas con la realidad que se debería trasformar.
Las transversalidades trabajadas y que se presentan como esenciales para la construcción compleja en la búsqueda constante de paradigmas epistemológicos, como son el partir de los acontecimientos, la dimensión intersubjetiva y el aprehendizaje sociocrítico; sitúa al/la investigador/a desde el lado de políticas inclusivas con proyectos nacionales y populares. Esta opción es de hecho superadora de prácticas investigativas guiadas por recetarios denominados “epistemología”.
Con esta base de principios transversales es que él/la investigador/a recrea su acción desde actitudes que se traducen en prácticas inspiradoras para otros/as que están en el día a día. Se resaltan algunas actitudes que son importantes para hacer ciencia desde el lugar de los/as pobre, que de hecho son desafíos constantes para continuar discerniendo:
Romper con la hegemonía epistemológica circunscripta en formatos cuantitativos/positivista.
Transformar la investigación en un hecho revolucionario.
Recrear nuevas indexaciones en América Latina y El Caribe con clara apertura a la construcción de epistemologías abiertas.
Superar la investigación laboratorista, situándose desde la participación o colectividad investigativa.
Hacer ciencia desde la conflictividad, desaburguesamiento e inconformismo.
Saberse agentes de liberación de los neocolonialismos actuales para la creación de ciencias emancipadoras, libertarias y comprometidas con el pueblo.
Estas actitudes, entre otras que se pueden trabajar, son una clara invitación a creer que la libertad epistemológica es una utopía, es decir abierta para buscar el “buen lugar” a pesar del “no lugar”. Hacer investigación representa las búsquedas constantes en sintonía con la realidad política, económica, educativa, etc. Que permite no caer en los puritanismos que nos vende el neoliberalismo sin ética con prácticas investigativas deshumanizantes.