Introducción
En el desarrollo infantil existen diversas acepciones teóricas desde las etapas del psicodesarrollo sexual de Freud, hasta las etapas del desarrollo de Piaget, cada uno abordando los cambios psicológicos, emocionales, sociales y físicos de los niños y niñas, desde las divergencias conceptuales, pero todas estableciendo un común denominador, la importancia de los roles paternos, es decir de las competencias parentales desarrolladas en pos de beneficiar el crecimiento de sus hijos, siendo así que en niños y niñas con alguna discapacidad ésta importancia se multiplica y evidencia una mayor atención a estos cambios y como cada elemento de interacción familiar puede contribuir en la adquisición de herramientas para la toma de decisiones y crecimiento personal de sus hijos.
Las competencias parentales tienen diversas acepciones, una de las usadas en el presente artículo es la de Salles, citado por Vera, et al., 2018), “el concepto de parentalidad hace referencia a las actividades desarrolladas por los padres y madres para cuidar y educar a sus hijos, al tiempo que promover su socialización”.
“La competencia parental vincular se define como el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de parentalidad y crianza dirigidas a promover un estilo de apego seguro y un adecuado desarrollo socioemocional en los niños y niñas”. (Gómez Muzzio & Muñoz Quinteros, 2015)
Es importante recalcar que los aspectos motivacionales cumplen una función preponderante en el desarrollo de habilidades y destrezas. Por ejemplo, “el desarrollo afectivo es un proceso que comienza desde el momento en el que el niño establece sus primeras relaciones. El recién nacido utiliza el llanto como mecanismo de comunicación a la espera de que sus necesidades sean cubiertas. Ante este reclamo acudirá el adulto, que tratará de satisfacer las demandas del niño, que, si bien al principio responden a necesidades fisiológicas, suponen también las primeras experiencias afectivas del bebé”. (Apolo Morán & Vera Miranda, 2019)
Las competencias parentales formativas se definen como el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de parentalidad y crianza dirigidas a favorecer el desarrollo, aprendizaje y socialización de los niños y niñas (Gómez Muzzio & Muñoz Quinteros, 2015).
El área de competencias parentales protectoras se define como el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de parentalidad y crianza dirigidas a cuidar y proteger adecuadamente a los niños y niñas, resguardando sus necesidades de desarrollo humano, garantizando sus derechos y favoreciendo su integridad física, emocional y sexual (Gómez Muzzio & Muñoz Quinteros, 2015).
La competencia parental reflexiva se define como el conjunto de conocimientos, actitudes y prácticas cotidianas de parentalidad y crianza que permiten pensar acerca de las influencias y trayectorias de la propia parentalidad, monitorear las prácticas parentales actuales y evaluar el curso del desarrollo del hijo/a, con la finalidad de retroalimentar las otras áreas de competencia parental (Gómez Muzzio & Muñoz Quinteros, 2015).
Ante esto el Ecuador a través de sus estamentos legales ha propuesto normativas claras para el adecuado desarrollo de las potencialidades de los niños y niñas con algún tipo de discapacidad, y siendo la más importante norma legal del país. La Constitución de la República del Ecuador (Ecuador. Asamblea Nacional Constituyente, 2008) que describe a lo largo de su cuerpo varios artículos al respecto de las discapacidades
Estos parámetros legales son la base de las diferentes acciones implantadas en el Ecuador para lograr el adecuado desarrollo de las familias con niños, niñas, adolescentes y adultos que presentan alguna discapacidad, bajo dicha premisa se han presentado proyectos a nivel público y privado que buscan contribuir en su adecuada inclusión a los diferentes medios en los que interactúan sean familiares, sociales, académicos y laborales.
Es por esta razón que la Universidad de Guayaquil a través de los proyectos FCI y Vinculación con la Comunidad inician contribuciones para entender y trabajar con las familias de niños, niñas y adolescentes con discapacidad en el caso de la información levantada en el presente artículo se basa en el Proyecto del Fondo Competitivo de Investigación “Importancia del Desarrollo de las Competencias Parentales en el Proceso de Inclusión Educativa”.
Esta investigación se desarrolló en la ciudad de Guayaquil desde el mes de mayo del 2018 y el levantamiento de información concluyó en marzo del 2019, el trabajo se realizó en dos instituciones educativas especializadas “La Floresta y Unidad Educativa Francisco De Orellana”, dicho proyecto tenía como finalidad, establecer la incidencia de las competencias parentales en el proceso de inclusión educativa de niños con necesidades educativas especiales, mediante investigaciones empírica y de campo a fin de propiciar una interacción responsable, empática y articulada entre los dos agentes educativos: familia - escuela que garanticen una inclusión exitosa a nivel educativo y social.
El levantamiento de información se realizó a través de la Escala de Parentalidad Positiva E2P, validada en la ciudad de Santiago de Chile por la Fundación Ideas Para la Infancia, siendo aprobado por la dirección del proyecto su uso en las dos instituciones educativas investigadas. Sin embargo, previo a la aplicación se realizó una validación interna de la escala aplicándola en la Unidad educativa Minerva y en la escuela Especializada de la Floresta, logrando los resultados esperados.
La fundación ideas para la infancia realizó una validación a la escala a partir de expertos quienes analizaron su validez, y eficacia para la obtención de la información que pretende medir.
“La Escala de Parentalidad Positiva (e2p) es un cuestionario muy sencillo que puede contestarlo cualquier adulto responsable de la crianza de un niño, niña o adolescente. Su objetivo es identificar aquellas competencias parentales que dichos adultos utilizan al relacionarse con su hijo, hija, niño o niña a su cargo, agrupándolas en cuatro áreas: vínculo, formación, protección y reflexión. El cuestionario se compone de 54 reactivos que dan cuenta de comportamientos cotidianos de crianza que estarían reflejando el despliegue de la competencia parental en estas cuatro áreas”. (Gómez Muzzio & Muñoz Quinteros, 2015).
Para la selección de las instituciones educativas participantes se estableció como parámetro que cuenten con niños, niñas y adolescentes con discapacidad y que sus padres accedan a participar en el proyecto, se establecieron como prioridad las Instituciones Educativas Especializadas “La Floresta y Unidad Educativa Francisco De Orellana”, las mismas que venían siendo intervenidas por El proyecto de Vinculación con la Comunidad Inclusión Educativa, de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, constituyéndose a la población de ambas instituciones como una muestra no probabilística. Se establecieron tres rangos de edad acorde a la Escala de Parentalidad Positiva E2P (Tabla 1), siendo estos:
Grupo de 22 estudiantes de 4 a 7 años, Grupo de 49 estudiantes de 8 a 12 años y Grupo de 35 estudiantes de 13 a 18 años.
La muestra de participantes está constituida por 106 padres de familias de niños, niñas y adolescentes con discapacidad de diferentes edades distribuidas de la siguiente forma (Figura 1):
Evidenciando, que existe una mayor población de niños entre los 8 y 12 años, estudiando entre las dos instituciones.
Resultados y discusión
Competencia Parental Componentes | |
---|---|
1. Vinculares | 1.1 Mentalización |
1.2 Sensibilidad Parental | |
1.3 Calidez Emocional | |
1.4 Involucramiento | |
2. Formativas | 2.1 Estimulación del Aprendizaje |
2.2 Orientación y guía | |
2.3 Disciplina positiva | |
2.4 Socialización | |
3. Protectoras | 3.1 Garantías de seguridad física, emocional y psicosexual |
3.2 Cuidado y satisfacción de necesidades básicas | |
3.3 Organización de la vida cotidiana | |
3.4 Búsqueda de apoyo social | |
4. Reflexivas | 4.1 Anticipar escenarios vitales relevantes |
4.2 Monitorear influencias en el desarrollo del niño/a | |
4.3 Meta - Parentalidad o Auto-monitoreo parental | |
4.4 Autocuidado Parental |
En la escala utilizada, del ítem 1 al 14 corresponde al área de Competencias Parentales Vinculares, del ítem 15 al 26 corresponde al área de Competencias Parentales Formativas, del ítem 27 al 43 al área de Competencias Parentales Protectoras, y del ítem 44 al 54, al área de Competencias Parentales Reflexivas (Anexo 1).
Para el análisis de los resultados la Escala de Parentalidad Positiva se establecen parámetros específicos de puntaje obtenido y se compara con la tabla, obteniendo el percentil en el que se ubica el sujeto con respecto a esta muestra de referencia. Para su interpretación, se propone diferenciar tres rangos: uno considerado como "Zona de Riesgo" para los percentiles 10 y 20; otro denominado "Zona de Monitoreo" para los percentiles 30 y 40; y el tercer rango “Zona Óptima" para los percentiles 50 o más (Tabla 2).
En las instituciones se trabajó con la población de ambas aplicando la Escala de Parentalidad Positiva, la misma arrojó diferentes resultados a tomar en cuenta en el diagnóstico del nivel de desarrollo de las competencias parentales de las familias de niños con barreras para el aprendizaje y la participación con edades entre 4 y 18 años, subyacentes al proceso de la inclusión educativa. Iniciando por la Competencias parentales percibidas por los padres del grupo de niños de 4 a 7 años (Figura 2):
Según los resultados obtenidos en las competencias vinculares se puede observar que en el grupo de 4 a 7 años la percepción de la mayoría de los padres está en zona de riesgo y aproximadamente la cuarta parte de la población considera que se encuentran en zona óptima en cuanto al desarrollo afectivo de sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 3).
Se puede observar que la mitad de los padres del grupo de 4 a 7 años perciben una competencia formativa en zona de riesgo, seguido por un grupo representativo de la población que considera que se encuentran en zona óptima en cuanto a esta competencia con sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 4).
En cuanto a las competencias protectoras se puede observar que en el grupo de 4 a 7 años los resultados de la mitad de los padres a los que se les aplicó la escala perciben que están en zona óptima y un poco más de la cuarta parte de la población total considera que se encuentran en zona de riesgo en cuanto a esta competencia y su rol dentro de ello (Figura 5).
Los resultados de la escala aplicada reflejan que en el grupo de 4 a 7 años la mayoría de sus padres perciben que están en zona de riesgo y una cantidad menos representativa de la población considera que se encuentran en zona óptima en cuanto a la competencia reflexiva de sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 6).
Según los resultados obtenidos en las competencias vinculares se puede observar que en el grupo de 8 a 12 años la percepción de los padres está bastante pareja y separada apenas por dos puntos porcentuales la zona óptima y la zona de riesgo en cuanto al desarrollo afectivo de sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 7).
Se puede observar que la mayoría de los padres del grupo de 8 a 12 años perciben una competencia formativa en zona óptima, seguido por un grupo representativo de la población que considera que se encuentran en zona de riesgo en cuanto a esta competencia con sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 8).
En cuanto a las competencias protectoras se puede observar que en el grupo de 8 a 12 años los resultados de aproximadamente la mitad de los padres a los que se les aplicó la escala perciben que están en zona de riesgo y una cantidad representativa de padres consideran que se encuentran en zona óptima en cuanto a esta competencia y su rol dentro de ello (Figura 9).
Los resultados de la escala aplicada reflejan que en el grupo de 8 a 12 años la mayoría de sus padres perciben que están en zona óptima y un grupo representativo de la población considera que se encuentran en zona de riesgo en cuanto a la competencia reflexiva de sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 10).
Según los resultados obtenidos en las competencias vinculares se puede observar que en el grupo de 13 a 18 años la percepción de la mayoría de los padres está en zona de riesgo y una cantidad representativa se encuentra en zona óptima en cuanto al desarrollo afectivo de sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 11).
Se puede observar que la mayoría de los padres del grupo de 13 a 18 años perciben una competencia formativa en zona óptima, seguido por un grupo poco representativo de la población que considera que se encuentran en zona de riesgo en cuanto a esta competencia con sus hijos y su rol dentro de ello (Figura 12).
En cuanto a las competencias protectoras se puede observar que en el grupo de 13 a 18 años los resultados de aproximadamente la mitad de los padres a los que se les aplicó la escala perciben que están en zona óptima y una cantidad poco representativa de padres y bastante pareja consideran que se encuentran en zona de riesgo y de monitoreo en cuanto a esta competencia y su rol dentro de ello (Figura 13) (Figura 14).
Los resultados de la escala aplicada reflejan que en el grupo de 13 a 18 años la mayoría de sus padres perciben que están en zona óptima y un grupo menos representativo de la población considera que se encuentran en zona de monitoreo y de riesgo en cuanto a la competencia reflexiva de sus hijos y su rol dentro de ello.
En la figura 15 se puede observar que existen diferencias marcadas entre los tres grupos de edades acorde a como los perciben sus padres en cuanto a las zonas óptima, de riesgo y monitoreo, evidenciando que en el grupo de 8 a 12 y el de 13 a 18 años los padres consideran según sus respuestas que se encuentran en zona óptima, con una diferencia mínima con el grupo de 4 a 7 años en la cual la mayoría de los padres se evidencian en zona de riesgo.
Existen diferencias marcadas entre los tres grupos de edades acorde a como los perciben sus padres en cuanto a las zonas óptima, de riesgo y monitoreo, evidenciando que en el grupo de 8 a 12 y el de 13 a 18 años los padres consideran según sus respuestas que se encuentran en zona óptima, en diferencia con el grupo de 4 a 7 años en la cual la mayoría de los padres se evidencian en zona de riesgo en cuanto a la competencia formativa (Figura 16).
Se visualizan las diferencias marcadas entre los tres grupos de edades acorde a como los perciben sus padres en cuanto a las zonas óptima, de riesgo y monitoreo, evidenciando que en el grupo de 4 a 7 y el de 13 a 18 años los padres consideran según sus respuestas que se encuentran en zona óptima, en diferencia con el grupo de 8 a 12 años en la cual la mayoría de los padres se evidencian en zona de riesgo en cuanto a la competencia Protectora (Figura 17).
Se observan diferencias marcadas entre los tres grupos de edades acorde a como los perciben sus padres en cuanto a las zonas óptima, de riesgo y monitoreo, evidenciando que en el grupo de 8 a 12 y el de 13 a 18 años los padres consideran según sus respuestas que se encuentran en zona óptima, en diferencia con el grupo de 4 a 7 años donde existe paridad entre zona de riesgo y zona óptima en cuanto a la competencia Reflexiva.
A continuación, se presentan los resultados por grupos de edad de la percepción de los familiares en cuanto al desarrollo de competencias parentales:
La figura 18 permite evidenciar en el grupo de 4 a 7 años la percepción de los padres con respecto al desarrollo de sus competencias, siendo visible que las competencias protectoras son las que consideran más desarrolladas ya que se encuentran en zona óptima con relación a las vinculares, reflexivas y formativas donde según el instrumento utilizado se encuentran mayormente en zona de riesgo.
La figura 19 permite evidenciar en el grupo de 8 a 12 años la percepción de los padres con respecto al desarrollo de sus competencias, siendo visible que las competencias protectoras son las que se encuentran en zona de riesgo mientras que las vinculares, reflexivas y formativas según el instrumento utilizado se encuentran mayormente en zona óptima de desarrollo.
La figura 20 permite evidenciar en el grupo de 13 a 18 años la percepción de los padres con respecto al desarrollo de sus competencias, siendo visible que las competencias formativas, protectoras y reflexivas se encuentran en una zona óptima, a diferencia de las vinculares donde según el instrumento utilizado se encuentra mayormente en zona de riesgo.
Finalmente a partir de estos resultados se estructuró desde la perspectiva sistémica la base teórica de las competencias parentales proactivas necesarias, para ejercer un estilo de parentalidad proactiva sincronizado con los procesos de inclusión educativa de niños con barreras para el aprendizaje y la participación mediante investigación documental y de campo y basada en los resultados obtenidos, con lo cual se estableció la base para las intervenciones realizadas con las familias meta en el desarrollo y empoderamiento de competencias parentales proactivas, con perspectiva sistémica.
Conclusiones
Este trabajo ha permitido conocer de cerca las percepciones de los padres de familia de niños, niñas y adolescentes con discapacidades en cuanto al desarrollo de las competencias parentales, a este respecto se han podido evidenciar diferencias interesantes en cada grupo de edad, las más importantes son las prioridades que se observan, siendo que en el grupo de 4 a 7 años las competencias protectoras son las más desarrolladas en relación a las vinculares, reflexivas y formativas donde según el instrumento utilizado se encuentran mayormente en zona de riesgo, esto quizás en relación a dar mayor importancia a la necesidad de protección que se fortalece en los padres al detectar que sus hijos e hijas presentan alguna discapacidad que afecta su desarrollo.
En el grupo de 8 a 12 años las competencias protectoras son las que se encuentran en zona de riesgo mientras que las vinculares, reflexivas y formativas según el instrumento utilizado se encuentran mayormente en zona óptima de desarrollo, evidenciando los cambios entre los grupos de edad, siendo que ya sus hijos e hijas se encuentran en otro momento de desarrollo, donde los aspectos afectivos se ven favorecidos al tener mayor edad y mejor adaptación al medio educativo, social y familiar, por lo tanto los aspectos de metaparentalidad se ven más desarrollados y fortalecen los procesos educativos en el progreso de habilidades y destrezas.
En el grupo de 13 a 18 años las competencias formativas, protectoras y reflexivas se encuentran en una zona óptima, a diferencia de las vinculares donde según el instrumento utilizado se encuentra mayormente en zona de riesgo, esto obedeciendo a los cambios de desarrollo de sus hijos denotando mayor interés en su formación y probablemente para protegerlos de las nuevas exigencias del mundo a las que se enfrentaran más adelante en su vida, dejando de lado los aspectos afectivos entre padres e hijos y dándoles mayor importancia a los aspectos que consideran van a facilitar su adaptación a dichos cambios.
Es evidente que los cambios observados entre cada una de las competencias acorde a los grupos de edad, responden a la posición subjetiva de sus padres, quienes responden a la escala de parentalidad positiva desde su propia óptica, claro que el instrumento presenta un alto nivel de fiabilidad probada con expertos que lo validaron para su aplicación en Chile, sin embargo en el campo psicológico es conocido que la aplicación de cualquier instrumento puede verse afectada por diferentes aspectos intrínsecos y extrínsecos, tales como el ambiente, el estado emocional, la vergüenza, entre otras, por ende, los resultados de este trabajo parten de la concepción de haber obtenido respuestas honestas con respecto de su accionar con sus hijos.
Finalmente se puede afirmar que el Proyecto del Fondo Competitivo de Investigación “Importancia del Desarrollo de las Competencias Parentales en el Proceso de Inclusión Educativa” Desarrollado en La Universidad de Guayaquil - Ecuador, durante el año 2018 - 2019, permitió establecer los resultados buscados logrando:
Como ya se afirmó en la primera parte de las conclusiones se diagnosticó el nivel de desarrollo de las competencias parentales de las familias de niños con barreras para el aprendizaje.
Se construyó, desde la perspectiva sistémica la base teórica de las competencias parentales proactivas necesarias, para ejercer un estilo de parentalidad proactiva sincronizado con los procesos de inclusión educativa de niños con barreras para el aprendizaje; y se capacitó a las familias meta en el desarrollo y empoderamiento de competencias parentales proactivas, con perspectiva sistémica.