Introducción
Las instituciones educativas cubanas dirigen su atención al papel que les corresponde en el desarrollo integral de los educandos para formar en ellos cualidades que deben caracterizar al futuro profesional, en correspondencia con el modelo que la sociedad se ha propuesto lograr.
Una condición indispensable para el éxito de la actividad profesional pedagógica lo constituye un trabajo sistemático de orientación si se pretende egresar profesionales de la educación desde su formación que actúen creativamente. Al mismo tiempo esto posibilita su plena satisfacción en el ejercicio de la profesión.
Hablar de orientación profesional y de creatividad educacional en el siglo XXI es integrar en una sola idea la esencia de este momento crucial de la humanidad. Para ello hay que humanizar mucho más los procesos formativos: al profesional en formación para la primera infancia le hace falta aprender a resolver problemas, saber escuchar, organizarse, tener buen humor, analizar críticamente la realidad, transformarla, amar a sus semejantes, tener cultura en el más amplio sentido de la palabra, no restringirla solo a conocimientos; sino implicar en ello los valores que requiere el desempeño de esta labor.
Es preciso que, desde las aulas universitarias, se potencie la motivación hacia la profesión, se desarrolle la independencia cognoscitiva, la avidez por el saber, de manera tal que no haya miedo de resolver cualquier situación por difícil que parezca.
Diversos son los estudios que centran su atención en el desarrollo de la creatividad en educación, a partir de las particularidades de la actividad pedagógica profesional, las características de la escuela, las estrategias de enseñanza y aprendizaje y el rol del maestro, entre otros aspectos.
En las obras de ilustres estudiosos de la creatividad como Torranc, (1979); Melhorn, et al. (1982); se hace referencia a aportes interesantes sobre los problemas del desarrollo y educación de la creatividad en la escuela.
Una de las líneas de investigación en las que se han desarrollado diferentes estudios es la relacionada con el desarrollo de la creatividad en los docentes. En este sentido sobresale: Martínez & Guanche (2009); Remedios, et al., (2016); Concepción (2017); entre otros. Los referidos autores atienden diferentes aristas de esta línea investigativa; la mayoría coincide en la necesidad de buscar vías que estimulen las potencialidades creadoras de los profesores.
Por otra parte, enfrentar el reto de orientar profesionalmente a los estudiantes hacia carreras pedagógicas demanda preparación, inteligencia y creatividad. Implica también cambios en la actuación pedagógica, ya que se hace imprescindible que el profesional sea capaz de autoperfeccionarse, instrumentar los cambios necesarios y deseados en su contexto de actuación, pero más aún, que se motive a buscar y proyectar continuamente nuevas alternativas fundamentadas científicamente, que contribuyan a perfeccionar la realidad educativa en la que se desarrolla.
La formación del profesional de la educación es permanente, pero este período de la formación inicial es de suma importancia y es entendida como:
El proceso de apropiación de conocimientos, habilidades, valores y métodos de trabajo pedagógico que prepara al estudiante para el ejercicio de las funciones profesionales pedagógicas y se expresa mediante el modo de actuación profesional que va desarrollando a lo largo de la carrera.
Es decir, en este período el significado que el estudiante le concede a la profesión se consolida en dependencia de muchos factores, dentro de los que se pueden mencionar las condiciones de sus centros de formación y el sistema de relaciones que establece con los diferentes sujetos y objetos con los que interactúa, para llegar a formar un profesional creativo y con una adecuada orientación hacia su profesión.
Todo lo antes planteado apunta a la inserción de la formación del profesional en su esfera de actuación y cómo esta debe garantizar no solo la adquisición de conocimientos teórico-prácticos y el desarrollo de habilidades, sino también, la búsqueda de soluciones creativas en su medio y para su medio.
El presente trabajo se deriva de las investigaciones que realizan las autoras, cuya tarea es parte de su formación doctoral, tiene el objetivo de exponer los referentes teóricos y metodológicos acerca del modo de actuación creativo como premisa de la orientación profesional pedagógica en la Educación de la primera infancia.
Desarrollo
“La creatividad es una expresión en la subjetividad en toda su complejidad. Es la posibilidad que tenemos los humanos de producir novedades con diferentes niveles de significación en función de los contextos”. (Díaz & Mitjáns, 2013, p. 430)
Las palabras de estas autoras sirven de guía para el estudio que se realiza en relación con la creatividad al pretender profundizar en algunas de las problemáticas sobre el tema en cuestión.
Al respecto Mitjáns (2013), expresa que urge la promoción de formas de aprender a promover el carácter activo de los individuos en sus contextos de actuación, para el desarrollo de sujetos con capacidad de transformación, de manera que cuando sea necesario ellos tengan la capacidad de actuar como agentes de cambio en los espacios en que los que se desenvuelvan.
Además, se necesita potenciar en la actuación creativa, la independencia cognoscitiva, la que se manifiesta en las posibilidades del docente para orientarse en situaciones nuevas, hallar un camino propio para nuevas tareas, dominar las experiencias del conocimiento asimilado, es decir, argumentar y sostener el criterio personal.
Por otra parte, Elisondo (2015), estima que aprender más allá de las fronteras de las aulas es también propiciar la creatividad, en tanto se amplían significativamente los horizontes conceptuales y las interacciones con otras personas, visitar otros contextos, reales o virtuales es construir nuevas relaciones y vivir nuevas experiencias de aprendizaje y creación de conocimientos.
Para ello, según el referido autor, hay que “humanizar la escuela”: al alumno contemporáneo le hace falta aprender a resolver problemas, saber escuchar, organizarse, tener buen humor, analizar críticamente la realidad, transformarla, amar a sus semejantes, tener cultura en el más amplio sentido de la palabra, no restringirla solo a conocimientos, sino implicando a los valores universales del hombre.
En tal sentido resulta oportuno destacar lo expresado por Remedios. et al. (2016), al subrayar que el modo de actuación profesional del docente universitario debe ser competente, creativo, autotransformador y transformador de su contexto, para cumplir con las funciones profesionales.
Por lo que el modo de actuación del profesional de la educación adquiere particularidades de acuerdo a las funciones profesionales y los niveles educativos donde se desempeña. En este caso por tratarse de los docentes de las carreras pedagógicas, el ejemplo del que enseña influye en gran medida en la formación del modo de actuación del que aprende, de ahí la importancia de lograr una actuación creativa en el diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación.
Estos argumentos sustentan por qué las acciones educativas van a impactar a cada uno de los sujetos de forma diferente, de ahí la necesidad de la individualización de muchas de ellas desde el momento en que se desarrolle la creatividad desde la formación inicial de los profesionales de la carrera de Educación Preescolar, por las características que esta presenta.
En la literatura revisada, lo relacionado con el modo de actuación precisa, que su formación se asocia a las acciones que ejecuta la persona en una actividad, por ello, para su explicación resultan interesantes los fundamentos sobre la teoría de la actividad y la comunicación expresados en las obras de Vigotsky (1998).
La actividad pedagógica profesional no está compuesta por una secuencia de acciones fijas: su estructura está dada en general por determinada secuencia de acciones o complejo de acciones, o ambos inclusive, que se superponen o interrelacionan de diversas formas.
En resultados científicos de autores cubanos que se han dedicado al estudio de esta temática aparecen diferentes definiciones del concepto modo de actuación o modos de actuación del profesional pedagógico. A continuación, se retoman algunas de estas definiciones.
“Son las formas históricamente condicionadas de desempeñarse el docente, constituidas por el conjunto de métodos y estados para la comunicación y la actividad pedagógica, las cuales revelan un determinado nivel de desarrollo de sus habilidades y capacidades, así como de constructos, rutinas y esquemas y modelos de actuación profesional”. (García, 2004, p. 20)
El colectivo de investigadores del proyecto “Vías que contribuyen a transformar los modos de actuación y a desarrollar las potencialidades creadoras de los docentes en la secundaria básica” entiende el modo de actuación del docente en el ejercicio de la actividad pedagógica profesional como “el sistema de acciones, para la comunicación y la actividad pedagógica, que modela la ejecución del docente en un determinado contexto de actuación, las cuales revelan el nivel de desarrollo de sus conocimientos, habilidades, capacidades, potencialidades creadoras y le sirve como medio para autoperfeccionarse”. (Remedios, 2001, p. 13)
Por su parte Addine (2013), le concede un importante rol en la actuación del docente a la interacción con educadores de experiencias y a la vinculación con el objeto de la profesión desde etapas tempranas en el proceso de formación inicial, lo que ha tenido características distintivas en los diferentes planes de estudio. También expresa el valor que posee que el docente se apropie de un sistema de conocimientos y de habilidades que conformen su identidad profesional, “que les posibilite establecer las necesarias estrategias para el logro del encargo social”. (Addine, 2013, p. 98)
Por otra parte, la autora coincide plenamente con lo expresado por Rojas (2016). al referirse a que “el modo de actuación del profesional de la educación adquiere particularidades en los distintos niveles de enseñanza, las que se corresponden con los elementos distintivos del proceso pedagógico; proceso que en la Educación Superior permite la aproximación gradual del estudiante al objeto, contenido y métodos de la profesión a través del sistema de influencias que se concreta en las actividades académicas, laborales, investigativas y extensionistas”. (p. 66)
En las carreras pedagógicas se produce una interacción del estudiante con la teoría y los sujetos del contexto de actuación (escuela-familia-comunidad) a lo largo de todo el proceso de formación continua. Los docentes en estas carreras se identifican como formadores de formadores y un importante papel le corresponde a su labor educativa a partir de la implicación real del estudiante para que sea parte activa y consciente desde la premisa de que la profesión se aprende asumiendo con responsabilidad los éxitos y desaciertos que implican su ejercicio.
En correspondencia con los elementos hasta aquí expuestos se define el concepto de modo de actuación creativo para el profesor en formación como: la ejecución de acciones originales, independientes y flexibles, acorde con las exigencias educativas, a partir de una elevada motivación profesional, mediante las que se expresa el desarrollo y actualización de los conocimientos y habilidades profesionales. Es decir, se considera que la motivación profesional es una condición esencial para lograr el modo de actuación profesional creativo.
González (1997), presta especial atención en sus investigaciones a la motivación, pues los jóvenes que realizan su elección profesional de forma consciente logran una mayor estabilidad y calidad en su actuación profesional, lo que se manifiesta en los indicadores antes mencionados.
A la luz del análisis realizado, se precisa que la motivación profesional, la flexibilidad, la originalidad y la independencia se manifiestan en la actuación del educador en una interrelación que asume un carácter dialéctico, multifactorial, plurideterminado, por lo que su estudio metodológico requiere de una concepción integradora que evite atomizar cualquiera de estos aspectos.
Cuando el educador jerarquiza los motivos profesionales en correspondencia con las particularidades de la actividad pedagógica y es capaz de elaborar su proyecto de actuación y lo asume, está en condiciones favorables para crear productos originales, orientarse en situaciones nuevas, elegir vías para mejorar su propio desarrollo individual y argumentar sus resultados en correspondencia con las particularidades del contexto, así como, personalizar el cambio educativo a partir del para qué el cambio, el porqué, el qué, el cómo, con qué y qué ha logrado.
En los trabajos de González & Mijáns (1989), aparecen otros elementos vinculados a la motivación, que sirven de pautas para comprender su papel en el modo de actuación creativo como las intenciones, de manera que construyan su proyecto profesional. Precisan que la formación del profesional transita por diferentes etapas y en cada una de ellas la motivación juega un rol importante en la conformación de un modo de actuación creativo.
Los criterios antes expuestos permiten afirmar que el resultado de un modo de actuación creativo en el proceso de formación lleva a una satisfacción personal que influye en la orientación profesional muy positivamente.
En tal sentido Martínez & Guanche (2009), consideran que “la verdadera educación exige mente flexible y rápida, libre de prejuicios, libertad individual e inteligencia que logre seres dinámicos, responsables, comprometidos, en continua búsqueda, seguros, confiados en sí mismos, abiertos al cambio, que rechacen la opresión y la injusticia. Esas deben ser las características de la educación en el siglo XXI si queremos lograr la creatividad a que aspiramos”. (p. 5)
El educador como agente principal en la educación de la personalidad de sus alumnos y transformador de la realidad social, tiene ante sí grandes desafíos tendientes al desarrollo de las potencialidades humanas. Debe cultivar desde edades muy tempranas la inteligencia, la creatividad y el talento, como base del crecimiento de los valores humanos, que caracterizan al modelo de hombre que hoy necesitan nuestros pueblos.
Aquí está vigente una de las características que deben poseer los profesionales de la Educación Preescolar, quienes deben asumir modos de actuación creativos al dirigir el proceso educativo, en las dos modalidades del currículo. A partir de considerar la atención integral a la primera infancia, en la que el niño sea centro de toda su actividad y un participante activo en dicho proceso, que cree las bases para su posterior desarrollo, mediante un correcto sistema de influencias educativas y de orientación a las familias, que propicien el máximo desarrollo integral posible de cada niño y su preparación para el ingreso a la escuela primaria.
Otro de los rasgos que distinguen al pensamiento creador como premisa indispensable para una adecuada orientación hacia la profesión, es la originalidad. Al concebirla como un indicador que evidencie la formación de un profesional que actúe de forma independiente, ya que no existe un pensamiento creador que no sea independiente; desarrolle sus vínculos afectivos con la profesión y solucione nuevas tareas para dirigir con calidad el proceso educativo.
En consecuencia, con los problemas y demandas que genera la práctica profesional pedagógica permite la determinación y solución de problemas, posibilita el intercambio, ayuda a dar confianza en sí mismo, enriquece el pensamiento individual a partir de la interacción que ocurre en la actividad colectiva.
Por otro lado, cuando los profesionales en formación, jerarquizan sus motivos en función de la actividad pedagógica, están en condiciones favorables para crear productos originales, orientarse en situaciones nuevas y elegir vías para mejorar su propio desarrollo individual. Por tal razón se debe tener en cuenta que para su formación adecuada no se puede descuidar la preparación de un educador que esté en condiciones de desempeñar de manera creativa las funciones inherentes a su labor a las que se ha de enfrentar.
Para lograr el propósito antes referido se debe desarrollar entonces un proceso de formación que tenga en cuenta la aspiración, dada por el modelo del profesional, el contenido, las acciones y los contextos de actuación, concretados y articulados de manera sistémica, sobre la base de determinados fundamentos teóricos para alcanzar un resultado satisfactorio en el ejercicio creativo de la profesión desde una alta motivación.
El proceso creativo según Medina, et al. (2017), es “un acto duradero y complejo en el que se pondera la importancia de los saltos intuitivos y la dialéctica del pensar, donde se contrapone la lógica y la intuición en el proceso creador, sin embargo, esta última desempeña un rol importante en la ciencia y en otras áreas, pero no solo actúa la intuición como proceso mental, también la imaginación, visualización, meditación y contemplación. Para crear una idea, un concepto o un esquema es fundamental la experimentación, la acción y la interpretación”. (p.158)
En todos los casos, podemos asumir que el proceso creativo es un acto que desarrolla el individuo, donde la experiencia previa es fundamental para comprender los problemas y buscar las herramientas más adecuadas que le permitan dar solución al problema al que se enfrenta y obtener resultados originales o únicos.
Para contribuir al desarrollo de la creatividad no basta con utilizar técnicas atractivas e ingeniosas, sino que también implica incidir sobre varios aspectos del pensamiento. El modo de actuación creativo se encuentra vinculado directamente al complejo y multicausal proceso de formación profesional. Es preciso señalar que el desarrollo de este favorece la orientación profesional pedagógica a través de cualidades y valores como la perseverancia, la toma de decisiones, la responsabilidad y el compromiso, por solo citar los que son representativos del resultado de dicho proceso.
Conclusiones
La determinación de los referentes teóricos y metodológicos acerca del desarrollo de la creatividad como premisa para una adecuada orientación profesional en la educación de la primera infancia permitió comprender la necesidad de formar un educador acorde con las exigencias y retos de la pedagogía contemporánea, desde una práctica pedagógica creativa donde la motivación hacia la profesión se convierta en la esencia de toda la actividad.
El modo de actuación profesional creativo comprende la correspondencia entre la identidad y la actitud pedagógica, la comprensión del rol profesional y el pensamiento estratégico para aprender y educar.