Introducción
Filosofar es expresión de las capacidades del ser humano para pensar y es una práctica habitual a lo largo de la historia; es una acción que implica no solo una profunda reflexión intelectual de la realidad, el conocimiento, con el ser, con las organizaciones sociales, con la ética y con los grandes interrogantes del ser humano, sino, sobre todo, exige asumir un estilo de vida que conduce. Quizás por eso, se declara que la filosofía es, en cierto modo, una forma de atención, de estar atentos, de abrir la sensibilidad, de atender lo que luce sin importancia, lo que parece insignificante, lo que resulta obvio o natural, y para eso hay que disponerse de una cierta manera de aprender a reconocer algo que ya sabemos y cuando nos encontramos con algo que complejo.
Sin embargo, para lograr estos propósitos es necesario conocer acerca de la filosofía, pues, esta se presenta como la evolución del espíritu humano en el esfuerzo de entender su realidad y darle una explicación a su existencia y sobre todo, de la disposición abrir la sensibilidad, abrirse al debate acerca de lo que significa enseñar y de aprender.
Pero, enseñar y aprender filosofía se produce mediante tres vías: la política que crea la posibilidad de ver en la enseñanza de la filosofía desde una proyección social que se concreta tanto dentro como fuera de la escuela y que acaba comprometiendo la preparación de los niños, adolescentes y jóvenes para la transformación del estado de cosas en toda la extensión de su sentido, utilidad en sociedades. La poesía que se concibe como la dimensión estética de la filosofía. Finalmente, se identifica la técnica, cuyo método torna a la filosofía productiva, eficaz, desde la propia didáctica, hasta una finalidad dictada por el mercado, la ciencia o desde cualquier otro marco externo que puede permitir la regulación de sí mismo y, en particular, al propio pensamiento (Kohan, 2009).
Se entiende entonces que al poner en contacto al estudiante con la filosofía, deberá apreciar como las cosas que sabe y las que aprenden en un área específica del saber, adquiere sentido al poner de manifiesto las interrelaciones que sustentan los discursos y desde ellos es posible asumir una actitud comprensiva, critica y transformador de él, de la realidad y del propio conocimiento que se genera del ejercicio de percibir, sentir y pensar.
Interesado en analizar las concepciones acerca de cómo realizar este proceso se confirmó en la práctica la necesidad de entrar en el análisis de las lógicas teóricas y metodológicas que sustentan la toma de decisiones que justifican la enseñanza de la filosofía en la educación básica. Así, el estudio que sirven de marco a esta investigación, permitió organizar la reflexión acerca de la pertinencia o no, de incluir el estudio de esta materia en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, aun se coincide en que la reflexión filosófica permite que a lo largo de la vida escolar, los estudiantes se formen para juzgar los hechos mediante sus causas, identifiquen las relaciones circunstanciales que le dieron lugar y sean capaces de reflexionar con un sentido crítico acerca de las situaciones, problemas o fenómenos que han dejado su impronta en la vida humana y social.
Pero, a pesar de que se reconocen el poder que tiene el saber en la vida de las personas y de la sociedad, cuando se asocia la filosofía a la educación formal se abre un debate acerca de los criterios que permiten incluirla en el currículo y luego presentarla a los estudiantes. Pues existe consenso en que para este público específico se requiere una adaptación didáctica específica para el aprendizaje de la filosofía, pues Correa Lozano (2012), advierte que, muchas veces, los profesores, muestran decepción, al identificar que los estudiantes no piensan de modo constructivo, flexible y experimentan dificultades para encontrar razones que sustentan sus opiniones, o los de los otros; además que es recurrente que se resistan al cuestionamiento de sus opiniones e incluso, no logran distinguir entre conocimientos y creencias o al menos entre creencia bien fundada y mera opinión.
Cierto es que uno de los desafíos pedagógicos actuales está asociado a la manera en que se pueda recuperar la tradición educativa de enseñar y aprender la filosofía; en ella se crean las bases fundamentales para formar los valores, el conocimiento, la alteridad, la libertad y el sentido de la vida. Téngase en cuenta que la filosofía, ofrece un recorrido por lo más íntimo de la humanidad, del ser, la conciencia, la voluntad y de la compleja situación humana en la actualidad.
Pero, en efecto, la reflexión en torno al tema de enseñar filosofía es un ejercicio complejo con diversas interpretaciones, causas y efectos que tiene la instrumentación del proceso y las relaciones que se establecen con diferentes campos de estudio. Se habla de una filosofía de la vida, filosofía de los negocios, filosofía del amor y otras más acepciones que menoscaban la trascendencia de la reflexión filosófica. En cambio, la reflexión filosófica opta de situar la práctica educativa en el centro, no solo se alude a la filosofía como materia, sino de la totalidad del currículo establecido.
Ambas enfoques tienen un punto común: se trata de configurar una posición que deje planteados los referentes esenciales para asumir la pertinencia de la enseñanza de la filosofía, sobre todo, en cuanto a la posición que debe asumirse al determinar el objetivo, seleccionar los contenidos y las metodologías más apropiadas para desarrollar esta materia, sobre todo al reconocer que en cualquier casos estas decisiones están mediada por las regulaciones y normativas curriculares de los sistemas educativos en cada país, en particular en Colombia.
Desde este referente, el estudio realizado, es resultado de la sistematización de lecturas realizadas en el marco del programas de doctorado en Ciencias de la Educación, realizado con la Universidad Metropolita de Educación Ciencia y Tecnología (UMECIT) de Panamá, pero, además, constituye una manera de responder a las interrogantes que la experiencia pedagógica del autor, que por más de 20 años se ha interesado en el análisis de la enseñanza de la filosofía en diferentes planteles educativos como El Liceo de la Merced Maridiaz, El Instituto Técnico Girardot (Túquerres) y la Escuela Normal Superior de Pasto, sobre todo, en relación con la formación del pensamiento crítico en los estudiantes.
Desarrollo
El reconocimiento de la enseñanza de la filosofía como núcleo del sistema educativo (Lipman, 2010), se asume como un momento de decisiones éticas, epistemológicas, lógicas, estéticas y antropológicas, que han devenido como fundamento de los horizontes y proyectos de los retos educativos del nuevo milenio (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2011, 2013, 2015, 2016). Sin embargo, en las diferencias culturales, sociales e históricas, la enseñanza de la filosofía es la formación integral, dotando de las herramientas que le permitan al estudiante convertirse en ciudadanos, capaces de adoptar posiciones ante los interrogantes que la vida le presente.
Esta consideración se apoya en que la filosofía, al estar llamada a interrogar acerca de los problemas más significativos de la vida de las personas, su enseñanza debe abordar la discusión de estos temas, con un enfoque contextualizado de los problemas y soluciones. Se explica así que, la enseñanza de la filosofía, debe buscar la reflexión acerca del mundo, su problemática y las posibles alternativas para los seres humanos.
Por estos motivos, se promueve un acercamiento a los aspectos esenciales de la filosofía como ciencia y materia curricular lo cual permite justificar la importancia de repensar su presencia en la educación básica colombiana, precisando los aspectos esenciales para aportar nuevas propuestas.
La filosofía está llamada a contextualizar los problemas filosóficos, reflexionar y dar soluciones a las preocupaciones del individuo en la actualidad. Por tanto, la filosofía se constituye en pilar fundamental en la formación de la personalidad de los estudiantes, en la medida que, contribuye a generar conciencia acerca de la importancia del diálogo en la resolución de los problemas, su papel en la vida social de una comunidad proyectándose a la vida del país. Al mismo tiempo; contribuye con la toma de conciencia ante la vida pública y política, de manera que sus reflexiones y opiniones deben tener un sustento y que se orienta hacia el bienestar de todos, alejado de la corrupción que tanto golpea a la nación.
En este orden Kohan (2009), afirma que la enseñanza de la filosofía, demanda atención a ciertos criterios de validez en la medida que la academia los aprueba y se enfrenta el cuestionamiento de los métodos de enseñanza de la filosofía, pues, está claro que la filosofía en el currículo escolar busca el mejoramiento de cada uno de los estudiantes.
Por tanto, la enseñanza de la filosofía debe potenciar y fundamentar en el estudiantado “la libertad de juzgar, cuestionar, discernir, problematizar, conceptualizar y argumentar acerca de los graves problemas que afectan a nuestro planeta en general y a nuestro entorno en particular”. (Vargas, 2012, p. 67)
Se comprende entonces que, la enseñanza de la filosofía, se compromete con la estimulación del pensamiento reflexivo de los estudiantes, los involucra en el cuestionamiento permanente de la realidad, y para ello el profesor debe interrogarse si la manera de presentar la materia y las didácticas utilizadas fortalecen dichos aspectos.
En general, se afirma que “la enseñanza de la filosofía actualmente se conforma con desarrollar procesos básicos de lectoescritura, en los cuales los sujetos logran en el mejor de los casos hacer una paráfrasis de los autores clásicos, ..y se señala que este campo:¨…debería desarrollarse desde un contacto permanente con los conocimientos de las diversas áreas del saber, relacionándolas, replanteando sus problemas y sus preguntas, en pocas palabras, pensando el sentido del conocimiento desde su relación con las ciencias y las artes”. (Paredes & Restrepo, 2013, p. 38)
Luego, al asumir este enfoque, la filosofía como materia curricular, es concebida como área fundamental en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes críticos, capaces de reflexionar sobre las problemáticas y postulados que presenta cada época, y desarrollar en ellos el desarrollo de capacidades morales y propositivas, que les permita complementar la enseñanza con las reflexiones, inquietudes, anhelos y la realidad que viven los estudiantes, acercando las reflexiones de los grandes pensadores del mundo a los acontecimientos de la cotidianidad, del país y el mundo.
Se entiende así que bajo el propósito de formar ciudadanos capaces de tomar mejores decisiones en la sociedad actual, es preciso desarrollar en los estudiantes, las habilidades ciudadanas que sepan resolver sus problemas desde la argumentación y no desde la violencia.
En general, entre los aspectos más importantes de la enseñanza de la filosofía están asociadas a propiciar que cada estudiante trabaje con ideas, contextos y situaciones; también, se busca que el alumnado sea ordenado y creativo al pensar, que considere variantes, opciones, versiones, enfoques, perspectivas, mediaciones, que sea curioso, sistemático y reflexivo en la vida individual y conjunta fomentando la tolerancia y comprensión de los fenómenos culturales, cuenticos, sociales y políticos, con una actitud cívica comprometidas con la relación entre conocimiento y actuar moral.
Por tal razón, el análisis de la enseñanza de la filosofía, precisa atender a determinar los factores que afectan el proceso de enseñanza-aprendizaje, orientado a encontrar las vías para estimular al estudiante en el amor a la sabiduría, y dar sentido a la vida de los niños, adolescentes y jóvenes, pues urge priorizar este tema desde todos los elementos que sustentan este proceso.
Al respecto, Tozzi (2007), confirman que la enseñanza de la filosofía se puede describir y comprender desde el paradigma “organizador” o matriz de la enseñanza de la filosofía, porque, pese a las variaciones contextuales, ésta parece haber evolucionado muy poco.
Por un lado, los estudiantes, generalmente se motivan a principio de curso con la esperanza de poder expresarse sobre cuestiones existenciales; pero, pierden rápidamente el interés frente a la aridez de la clase magistral, la dificultad de los textos filosóficos y la baja calificación de las disertaciones y los resultados de los comentarios de textos filosóficos. Por otro, los profesores luchan con las carencias que tienen los estudiantes acerca de los hábitos lingüísticos y culturales para mantener sus exigencias intelectuales -y a menudo e incluso a pesar de desear el cambio-siguen privilegiando la posición frontal del discurso e incorporan muy pocas situaciones activas, como el trabajo en grupo o las discusiones.
En este caso, se olvida con frecuencia que la enseñanza de esta materia no busca formar filósofos; se pretende enseñar a pensar, a crear espacios para reflexionar sobre los intereses del mundo, de la sociedad, del ser humano y de la situación y contexto en que viven los propios estudiantes. De esta manera, el profesor y los estudiantes llegan a comprometerse con los conocimientos filosóficos, para ampliar su visión del contexto.
De acuerdo con esta idea, en la enseñanza de la filosofía, resulta significativa las posiciones que se han venido planteando en la educación media colombiana, sobre todo, cuando a pesar de estar presente en los currículos que establecen las instituciones educativas; pero, según Morales (2016), no se siguen los lineamientos del Ministerio de Educación, al instrumentalizarla, supeditándola a aplicaciones técnicas y estratégicas de orden administrativo lo que, en muchas ocasiones, imposibilita o restringe el verdadero fin de la filosofía en el nivel secundario: orientar hacia una reflexión permanente de nuestra condición como seres humanos inmersos en realidades como latinoamericanos, colombianos, hijos, estudiantes, seres en el mundo, realidades que se deben estudiar a la luz de la reflexión filosófica.
Es evidente que la enseñanza de la filosofía se centra en el pensamiento occidental, y los profesores guían sus clases a través de la clase magistral con algunos cambios, gracias a los modelos constructivistas que paulatinamente buscan tomar fuerza en las prácticas educativas de los profesores y la clase de filosofía en bachillerato, es parte del tema en cuestión, pues se advierte incertidumbre acerca de: cómo se debería diseñar, cuál es su metodología, qué didáctica sería la más pertinente, cómo debería interactuar el profesor con los estudiantes, éste y otros interrogantes han sido estudiados en lo relacionado con la enseñanza de la filosofía.
Morales (2016), retoma a Lipman (2010), cuando alude a la necesidad de tomar en cuenta el análisis de la relación entre el pensamiento complejo y la educación, y alude a las estrategias metodológicas que estimulan el pensamiento reflexivo y crítico, pensamiento reflexivo, o de orden superior, tiene un vínculo directo con el pensamiento crítico, la crítica es una forma práctica de operacionalizar los conceptos, hacerlos tangibles en la cotidianidad, hacer teoría-práctica y praxis”. (p. 107)
Ahora bien, desde estas generalidades, según los propósitos de este trabajo, precisan advertir la necesidad de contextualizar las posiciones que se asumen respecto al papel de la filosofía en la educación básica en Colombia.
Paredes & Restrepo (2013), declaran que en la sociedad actual exigen adelantar propuestas educativas que ayuden a los seres humanos a ser eficaces en el manejo de enunciados visuales y en el uso de herramientas virtuales de comunicación que articulan las nuevas formas de lo público, lo cual vuelve la mirada a aquellas materias que abren las posibilidades de comprender y transformar la realidad. En este sentido, las propias autoras señalan que “la enseñanza de la filosofía tiene la posibilidad de construir procesos de subjetivación que apoyen el desarrollo de competencias críticas, se espera con ello lograr el proceso de alfabetización medial mencionado y garantizar las condiciones para que todos podamos participar en los nuevos espacios políticos virtuales; sin embargo, no lo está haciendo por encontrarse anclada en un modelo de instrucción clásica”. (p. 32)
En efecto, existe consenso en que la enseñanza de la filosofía en Colombia, es resultado de la influencia de varias posturas que han marcado la vida de la educación en el país. Sin dudas, la Iglesia católica ha desempeñado un papel fundamental en la educación y, sobre todo en los primeros años del siglo XX, estaba en manos de la mayoría de los casos de sacerdotes o profesores que seguían las normas de la concepción de la filosofía desde la visión cristiana.
Hasta principios del siglo XX, la razón se vio sometida a la fe; la iglesia controlaba toda la educación y la enseñanza de la filosofía se reducía al estudio del Tomismo, con un carácter moralizante. Además, se centraba en un estudio memorístico de las épocas que han marcado esta disciplina en occidente, iniciando con los denominados presocrático y los tres grandes pilares del pensamiento clásico como Sócrates, Platón y Aristóteles. Hasta principios del siglo XX, la razón se vio sometida a la fe; la iglesia controlaba toda la educación y la enseñanza de la filosofía se reducía al estudio del Tomismo, con un carácter moralizante.
Además, esta concepción se centraba en un estudio memorístico de las épocas que han marcado esta disciplina en occidente, iniciando con los denominados presocrático y los tres grandes pilares del pensamiento clásico como Sócrates, Platón y Aristóteles. Pero, en los próximos años se suscitaron en el país varios cambios políticos que influirán sobre todo a las concepciones que asumieron los gobiernos acerca de la educación y el tipo de hombre que se quiere formar.
El análisis de las política educativa en los últimos 90 años, evidencia el apego a la enseñanza de la filosofía desde los modelos conductistas, y la reflexión acerca de la enseñanza de esta materia, lo cual implicó la revisión del objeto de estudios, la rigurosidad del método, la incorporación de su horizonte histórico particular, sus finalidades.
En este marco, también resulta recurrente que por las funciones del área, esta materia debía orientarse a: desarrollar el sentido del reconocimiento histórico de las lecturas de los grandes autores clásicos como base instructiva, que alimenta e integrar en particular los principales logros de las ciencias humanas. Pero, durante la administración de Belisario Betancourt (1982-1986) las políticas de: modernización, descentralización y planificación participante, estimuló la adopción de nuevos métodos e instrumentos educativos, que devinieron luego, en un proceso innovador que buscaba actualizar el currículo, su organización, la adopción de los supuestos y la metodología de la llamada escuela activa, según las peculiaridades regionales.
Más adelante con la Nueva constitución política de Colombia (Colombia. Congreso de la República, 1991), la educación se convirtió en una vía para lograr el desarrollo del país, así como a cerrar la brecha de desigualdad creando así un escenario en el que la participación y la inclusión de todos los sectores de la vida nacional, son importantes para tomar decisiones. Por tanto, al promulgar la Ley general de educación (Colombia. Congreso de la República, 1994) se definieron las áreas del conocimiento fundamentales para la educación media, entre ellas la filosofía. Por consiguiente, en los nuevos modelos pedagógicos, se vuelve a repensar la enseñanza de la filosofía y su importancia en la formación de los estudiantes, desde posiciones como el constructivismo.
Siguiendo este propósito, el gobierno nacional expidió los estándares básicos, que buscaban unificar algunos criterios para la enseñanza de las áreas fundamentales; pero, en el caso de filosofía, no se contaría con dicho documento y los profesores siguieron impartiendo la clase, desde una perspectiva occidental y con una preocupación más centrada en las pruebas estatales que se aplican en grado once, las cuales se guiaban por la filosofía occidental.
Con la Resolución 2343, en 1996, se deja planteada las finalidades de la Filosofía en el currículo, con énfasis en el desarrollo de habilidades de pensamiento, de manera que se cuente con un estudiante crítico, capaz de enfrentarse a los problemas que le plantea su época, pero, no se plantea una reestructuración de fondo de la enseñanza de la filosofía que permita hacer frente a la autonomía de las instituciones.
El Ministerio de Educación Nacional de Colombia (2010), diseñó unas Orientaciones Pedagógicas para la enseñanza de la Filosofía en la educación media; en ellas se plantea que su finalidad, es la formación de sujetos dialógicos, críticos y hermeneutas de su época, lo que se logra a través de estrategias grupales como la comunidad de indagación, e individuales como la disertación. En este caso, se fijaron también, contenidos asociados al desarrollo de este saber escolar, sobre todo en los campos estético, epistemológico y político.
Al punto, se entiende entonces que pensar en la enseñanza de la filosofía en la educación media en Colombia, llevó al Ministerio de Educación Nacional, a interrogarse sobre la necesidad en la formación de los jóvenes quienes viven la influencia de múltiples factores como los medios de comunicación, el auge de las redes sociales, la música, la globalización, los problemas medio ambientales y en sí su vida, su futuro, sus inclinaciones ideológicas y muchos factores más, validan la pertinencia de la reflexión filosófica en la educación media. En este sentido se precisó que “los problemas filosóficos les permiten (a los adolescentes) madurar intelectual y afectivamente, también les permiten considerar el conocimiento como valioso en sí mismo, el ejercicio filosófico contribuye a su formación como ciudadanos de una sociedad pluralista”. (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2010)
Se explica así que el Ministerio de Educación Nacional, pensando en estas nuevas necesidades de los estudiantes y su vinculación con la vida del país, orientó fortalecer el análisis, la reflexión y la crítica en temas cotidianos de la vida de las personas y de la nación. Así, a través de unas orientaciones pedagógicas, se brindaron las pautas sobre los objetivos y fines de la filosofía en la educación media, resaltando tres aspectos fundamentales: el conocimiento humano, la estética y la moral, todos ellos, orientados a la formación de una persona de bien, capaz de analizar, reflexionar y proponer alternativas ante los problemas que involucran a las personas y por ende a la sociedad.
En este mismo propósito, se enmarcó una propuesta de la enseñanza de la filosofía basada en el modelo de resolución de problemas, comprendiendo la necesidad de abordar la filosofía desde preguntas problematizadoras que llevarán al estudiante a la discusión y el diálogo de saberes, en tal virtud se asume que la didáctica de la Filosofía; según como se entienda, debe asumirse como “la enseñanza de un discurso filosófico seleccionado y redistribuido a fin de conjurar la fuerza del presente, dominar el conocimiento aleatorio y construir una actitud y una disposición ante la vida. La enseñanza filosófica debe ser entendida como un proceso de construcción de hombre; filosofar es aprender a aprender, a la vez que aprender a aprender es aprender a pensar”. (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2010)
En estos documentos, además, se incluyeron algunas alternativas didácticas para desarrollar la clase de filosofía en la educación media, entre ellas: la lectura y análisis de textos filosóficos, el seminario, la disertación filosófica, comentarios de textos filosóficos, el debate filosófico, la exposición magistral de temas filosóficos, el foro de filosofía, la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, enfocando la práctica pedagógica de la filosofía desde el ámbito de las competencias y asumiendo que en el proceso de aprendizaje intervienen varios factores para formar un estudiante dinámico y crítico de su realidad.
En este mismo sentido, los lineamientos ministeriales, también advertían como las nuevas corrientes de formación y enseñanza de la filosofía en la educación media, buscan la reflexión crítica contextualizada y acorde a los intereses etarios del estudiante, es preciso asumir un paradigma diferente al de la enseñanza tradicional teórica, memorística, carente de pertinencia socio-cultural y por ende no significativa para los estudiantes.
Sin embargo, importante aspecto en lo concerniente a la enseñanza de la filosofía son las Pruebas Saber Once que aplica el Ministerio de Educación nacional pues “esta prueba evalúa las competencias necesarias para comprender, interpretar y evaluar textos que pueden encontrarse en la vida cotidiana y en ámbitos académicos no especializados. Se espera que los estudiantes que culminan la educación media cuenten con una comprensión lectora que les permita tomar posturas críticas frente a diferentes tipos de texto”. (Quintana, et al., 2014)
Por tanto, el interés de este tipo de ejercicio es permitir que los estudiantes demostrar sus capacidades para poder abordar textos filosóficos de carácter expositivo y argumentativo que exponen postulados o corrientes filosóficas, así como que el estudiante sea capaz de comprender, cuestionarla su realidad y aportar sus ideas para transformarla.
Se requiere entonces una transformación de la enseñanza de la filosofía desde la perspectiva de la investigación aplicada y la innovación; en nuestro contexto la investigación filosófica se ha quedado sólo en el campo intrateórico, aclarando sus propios conceptos y métodos, pero olvidando la gama de posibilidades de plantearse problemas relevantes para el presente, por lo cual se necesita entrar en relación con otras disciplinas y otras didácticas.
En efecto, al considerar que la enseñanza de la Filosofía plantea un conjunto de problemas que son, al mismo tiempo importantes, peculiares y complejos; por eso, el debate que se lleva a cabo en el contexto colombiano respecto al tema, lleva a planteamientos emergentes acerca de la didáctica de la filosofía y proponen teorías que dinamizan lo que debería enseñar y aprender filosofía en la escuela.
En este sentido, los postulados curriculares, parten de la reflexión sustantiva acerca del sentido del aprendizaje de esta materia, según la edad escolar, de manera que la reflexión que se promueve, demanda respuestas a preguntas fundamentales acerca de: para qué enseñar filosofía, desde qué perspectivas teórica educativa y pedagógica, con qué sentido de pertinencia curricular, entre otras. Por tanto, de lo que se trata es de responder estas interrogantes, permite comprender que si la filosofía es expresión de las relaciones que se establecen con el saber; y al mismo tiempo enseñar y aprender esta materia abre otros tantos modos de entender el proceso.
En este marco, la filosofía, no es solo una materia curricular, es también expresión de unas condiciones institucionales y de la posición de los profesores, al menos, en relación con la propia concepción de la filosofía y del aprendizaje, algo de lo que, tal vez, nunca se podrá estar del todo seguro, pues según Kohan (2009), “muchos profesores pueden creer que enseñan filosofía, y enseñar algo diferente o no dejar aprender filosofía”. (p.3)
El rescate de los debates didáctico acerca de la pertinencia o no de la enseñanza de la filosofía, insisten en considerarla como parte de la formación política para que los sujetos pasen de la denuncia genérica a la habilitación de sí mismos para el reconocimiento de los otros. Por tanto, al responder al cuestionamiento de la existencia de la filosofía como materia curricular, es preciso, detenerse en los diferentes componentes didácticos, lo cual exige tomar una decisión frente a las diferentes posturas. Al respecto se asume la siguiente posición:
Los objetivos se asocian a enseñar al estudiante, a pensar y adoptar una posición crítica frente a sus circunstancias, a brindar posibles alternativas a los interrogantes que la vida y el mundo le presenta. Por tanto, la finalidad de la filosofía en la educación se dirige a orientar el buen comportamiento humano colectivo
Los contenidos en la enseñanza de la filosofía no solamente suponen incluir biografías o frases célebres, debe llevar al estudiante a una reflexión de la realidad, de los problemas cotidianos, junto con propender por una proyección social al interesarse por los problemas de las personas desde su cotidianidad como estudiantes hasta su pertenencia a un mundo global.
La metodología que pueden aplicarse en la enseñanza de la filosofía en la educación media, sobre todo, se proponer ejercicios específicos: de problematización, que conducen a interrogación de opiniones, orientado a identificar sus fundamentos y a examinar sus consecuencias; ejercicios de conceptualización ; de argumentación que permita validar el discurso y formular una objeción racional; la discusión entonces se organiza en un dispositivo pedagógico que favorece el intercambio de ideas y hacerlos responsables de sus criterios. En este marco también se identifica la investigación como una manera de aprendizaje, y una manera de estimular el cuestionamiento y el gusto por la filosofía, logrando así potenciar competencias diversas con los estudiantes y dándole una nueva perspectiva a la enseñanza. Paredes & Restrepo (2013), insiste en que “la investigación aplicada y la innovación; abre las posibilidades para ampliar las ¨posibilidades de plantearse problemas relevantes para el presente, por lo cual se necesita entrar en relación con otras disciplinas y otras didácticas”. (p. 39)
Los materiales a utilizar pueden ser guías informativos, con vistas a sensibilizar el interés por determinados textos que pueden ser relevantes para la cultura, las tradiciones y el contexto del país en cuestión. También se pueden elaborar materiales ad hoc relatos escritos, álbumes con imágenes, cómics o películas y se valoriza hoy los audiovisuales, sobre todo, si se toma en consideración que los estudiantes viven en un entorno multimedia.
La evaluación, por tanto, se orienta más a las habilidades relacionadas con el proceso cognitivo, con énfasis en el pensamiento crítico, creativo.
Pero, en cualquier caso, Santamaría (2016), insiste en que es necesario “darles herramientas a los muchachos para que verdaderamente puedan salir adelante y para poder hacer” (p1), lo que explica que, desde la perspectiva instrumental, el desafío en la enseñanza de la filosofía está asociado a cómo asegurar la autonomía del estudiante; para la tomar decisiones trascendentales para su vida, y formar un pensamiento crítico, que le permita pensar por sí mismo y construir su propio criterio frente al gobierno, la política, los problemas ambientales y la cuestión ética, entre otras cosas, por lo cual la filosofía permite tener un cuestionamiento ante la vida y sobre las circunstancias que lo rodean.
En este marco, una posición alternativa de la estrategias y metodologías de enseñanza preside el debate; en él se precisan dos aspectos claves que; aunque parece extremos se interrelacionan. Por un lado, se aboga para centrar el análisis en las bases neurocientificas, que sustentan el proceso de enseñanza- aprendizaje de la filosofía y en otra dirección; por otra, se insiste en crear ambientes interactivos que acentúan la independencia en la localización, procesamiento, la reflexión y producción del conocimiento desde la cotidianidad; pues, se comparte el criterio de que la Filosofía es más que un simple dispositivo de legitimación y autoconciencia.
Conclusiones
Los debates, acerca de la enseñanza de la filosofía aquí presentado, advierte que este es un tema que amerita diversas interpretaciones pero estas deben pone en discusión, situar la práctica educativa en la que no se alude solo a la filosofía como materia, sino a una concepción curricular que debe dar cuenta de la pertinencia de la enseñanza de la filosofía, sobre todo, en los aspectos esenciales, que exige posiciones didácticas para desarrollar esta materias en cada país.
En Colombia, la preocupación por la enseñanza de la filosofía en la educación media, se fortaleció directamente con la evolución de las concepciones de los gobernantes acerca dela educación y la formación de los ciudadanos, pero solo en las últimas décadas se configura el campo didáctico desde el cual, aun cuando mantiene las bases genéricas de esta materia, mantiene la necesidad de ampliar la innovación para que pueda realmente cumplir su objetivo formativo: enseñar a interrogar, pensar y adoptar una posición crítica frente a sus circunstancias, y orientar así su comportamiento personal y colectivo.
Pero, un hecho notable en la evolución de las ideas respecto a la necesidad de repensar la enseñanza de la filosofía en la educación media, es preciso atender a la tradición didáctica pero urge reconfigurar el contenido, con un enfoque más contextual y metodologías más próxima a la práctica social transformadora más centrada la lectura crítica de la realidad, la confrontación con el pensamiento filosófico y la perspectiva propia de los estudiantes, que al poner en juego sus opiniones puedan encontrar una orientación plausible para su participación en la comprensión de la vida cotidiana, y de las sinergias entre pasado , presente y futuro.