Introducción
El pensamiento pedagógico cubano, ha sido reiterativo en cuanto a la inclusión de los temas de historia local en los planes de estudios, a lo largo de los siglos XIX y XX. Este hecho, además de crear líneas de continuidad, también estuvo condicionado por un proceso de asimilación de la cultura universal que buscaría soluciones a problemáticas nacionales.
Entre los aspectos de relevancia cabe destacar que para el año 1882, el Congreso Nacional Pedagógico de la Isla se pronunció por la enseñanza de la historia local. La labor desplegada por Dr. Ramiro Guerra Sánchez, quien para 1925 lograría unir criterios para institucionalizar los temas locales en los programas de historia. También los Congresos Nacionales de Historiadores entre 1941-1943 abogaron por retomar el estudio de la historia local en la educación primaria. Aun así, prevalecería el inmovilismo y la falta de atención a la problemática.
El triunfo de la Revolución Cubana marcó el inicio de un período cualitativamente superior en cuanto a determinación de las prioridades formativas y didácticas del sistema educacional. En esta primera etapa mediante la implementación de diferentes formas organizativas de la docencia serían movilizados estudiantes, profesores hacia museos y sitios históricos. Pese a estos esfuerzos los resultados no serían superiores por insuficiencias en los estudios regionales. Después del año 1976 el currículo priorizó el estudio del movimiento obrero internacional, lo que limitaría el tratamiento de la historia local e inclusive temáticas del devenir histórico nacional.
En los procesos de reordenamiento de finales de 1980, fue promovida la enseñanza de la historia local desde la Primaria hasta Universidad. Esto coincidiría con la priorización de la historia nacional y local en la última década de la pasada centuria y principios del nuevo milenio. En ese sentido aumentó la labor científico-metodológica en el campo de la didáctica de la historia en los trabajos de diplomas, maestrías y doctorados. Las investigaciones de autores como Acebo (1991); Leal (2000); Díaz (2006a b); Reyes, et al. (2014), han establecido pautas para una concepción sobre el tratamiento de la historia local en su vinculación con lo nacional.
Los resultados investigativos están orientados hacia el estudio de una historia local donde la búsqueda transite espacios tales como lo familiar, local, nacional y universal. Estos aportes, no excluyen el hecho de que hoy la enseñanza de la historia local esté exenta de carencias en el orden teórico y metodológico. Según Díaz (2006b), los especialistas de la docencia y la investigación tienen retos en la educación patriótica de nuestros niños y jóvenes tales como “lograr que en cada provincia y municipio de nuestro país exista una definición de contenidos concretos que constituyan un referente para la formación de maestros y profesores, para la dirección del aprendizaje de la Historia de Cuba en los diferentes grados de las escuelas”. (p. 86)
Esta contribución a la enseñanza de la historia posee otras problemáticas que merecen ser atendidas. Un ejemplo de lo anterior expuesto es la definición de lo local. Cabe agregar que la definición de lo local que ha predominado hasta hoy toma como punto de partida la división político-administrativas existente, lo que ha propiciado que en las diversas propuestas analizadas sea insuficiente el tratamiento del concepto región histórica.
La concepción de la enseñanza en la disciplina Historia de Cuba, tiene la necesidad de replantearse por parte del docente la importancia del concepto región histórica en la dirección del aprendizaje de la historia local. Se considera para su tratamiento las clases de Historia de Cuba, tanto aquellas que guarden relación con el proceso de forja y de consolidación de la nación cubana, como otras que aborden el desarrollo socioeconómico o cultural.
A partir de la revisión de planes temáticos, sistemas de actividades, metodologías y otras vías para la enseñanza de la historia local se evidencia que ha sido insuficiente el tratamiento del concepto de región histórica. La mayoría de los esfuerzos apuntan al estudio del entorno donde habitan los niños, adolescentes y jóvenes. También otras propuestas optan por ajustarse estrictamente a los límites establecidos por el estado o enfatizan en el vínculo con lo nacional lo que limita el estudio de procesos que distinguen el ámbito regional. “El acercamiento a la historia más directa del alumno, no tiene que coincidir estrictamente con las especificidades geográficas de la región histórica, aunque esto no significa no tenerlo en cuenta”. (Reyes, et al., 2014, p. 199)
Un análisis de las consideraciones referidas previamente obliga a replantearse las siguientes interrogantes: ¿Qué importancia posee el concepto región histórica en la dirección del aprendizaje de la historia local? ¿Cómo tratar el concepto región histórica durante la dirección del aprendizaje de la historia local? ¿Qué aspectos tener en cuenta para tratar el concepto de región histórica de Pinar del Río en la disciplina Historia de Cuba?
Para solucionar estas cuestiones se impone la necesidad de fundamentar la importancia del concepto región histórica durante la dirección del aprendizaje de la historia local. La asignatura Historia de Cuba surge a partir de la organización didáctica de los datos, análisis, tesis derivadas de los resultados de las ciencias históricas.
En relación con este último en Cuba ha sido fructífera la labor desplegada por historiadores al abordar las regiones para lograr una aproximación visión más fidedigna de lo nacional. Hecho que no puede ser ignorado en el quehacer de los profesionales responsabilizados de la enseñanza de la historia.
Materiales y métodos
La historia local, en la contemporaneidad es presentada como un instrumento de vital importancia en la formación de las nuevas generaciones. En ese mismo sentido, la enseñanza de esta historia se ha convertido en una exigencia de todos los programas de Historia de Cuba a los distintos niveles. Ante la situación planteada, no son pocos los esfuerzos que realizan instituciones docentes, culturales, proyectos comunitarios y por supuesto la labor científico-metodológica de profesores y estudiantes universitarios que se adentran en esta área del quehacer pedagógico.
La enseñanza de la historia local desde su misión unificadora permite a los estudiantes de la carrera Marxismo e Historia descubrir y conocer su entorno, las raíces y los valores que de conjunto forman parte de su identidad. Por ello se hace necesario abordar el concepto de región histórica como parte de los contenidos de historia local que se tratan desde la disciplina Historia de Cuba. Esto permitirá a los futuros profesionales mayor eficacia en la dirección del aprendizaje de la historia local y una mejor compresión de la realidad histórica social.
Elevar la calidad de los egresados constituye una prioridad en el trabajo científico metodológico desarrollado por el claustro que imparte la disciplina Historia de Cuba. Primero que todo porque serán el alma de la escuela. “Los planes y programas podrán tener diferentes niveles de calidad; pero lo decisivo será siempre la altura humana y la cultura histórica y pedagógica de quien los aplique como componentes esenciales de su cultura general integral”. (Díaz, 2006b, pp. 3-4)
El uso de las diferentes vías para la enseñanza de la historia local requiere elevar la preparación científica metodológica de los actores implicados en la misión de acompañar al estudiante, en el proceso de autodescubrimiento del pasado común.
Uno de los logros notorios en el área de la didáctica, ha sido la definición realizada por Reyes, et al. (2014), del principio de interrelación de la historia personal, familiar, local, nacional y universal. Este aporte teórico ha enriquecido el trabajo con la historia en general y el tratamiento de la historia local en particular, pero ¿por qué en la interrelación no reconocer el nivel regional como una unidad de análisis histórico? ¿Qué entender por una región histórica?
El principio de interrelación de la historia personal, familiar, local, nacional y universal, no debe excluir la región, si aspira a lograr la certera contextualización del sistema de conocimientos locales. El conocimiento de las ciencias sociales que se imparte se ha de aproximar a la realidad del estudiante y de la realidad de las disciplinas. En consecuencia el aprendizaje tiene como idea rectora “el desarrollo de capacidades para conocer e interpretar hechos y fenómenos desde distintos puntos de vista, para hacer análisis críticos de hechos,fenómenos y procesos,para formular hipótesis y sustentaciones que den cuenta de una construcción propia de significado y para aproximarse responsablemente a la comprensión y a la acción en contexto”. (Valencia, 2004, p.91)
La autora Cabañas (2014), afirma que el pensar en la Didáctica de las Ciencias Sociales requiere de “establecer relaciones interdisciplinarias necesarias para arribar a una concepción humanista del hombre, la cual se sustenta en los contenidos que se abordan desde estas asignaturas, la comprensión de procesos históricos, personalidades con actitudes positivas y negativas, regularidades en determinados contextos, solo por mencionar ejemplos que dirigen su atención al ser humano en diferentes etapas, procesos, contextos y regiones”. (p. 120)
Como puede observarse ni las ciencias sociales, ni las didácticas de estas ciencias pueden desligar sus análisis del concepto de región. Aún más en un contexto donde recobra vital importancia la perspectivas regional la autora Águila (2015), plantea que “la pertinencia de estos estudios “radica en el potencial explicativo que poseen, en la posibilidad que presentan, al achicar el foco, de complejizar o hacer más denso el estudio y la explicación sobre un problema o tema específico” (p. 94). Lo explicativo trasciende la especificidad del estudio e incorpora a su importancia la posibilidad de analizar nexos entre lo local y nacional”.
Los autores Reyes, et al. (2014), refieren que una explicación de lo local “no puede estar completa si no está matizada por el proceso histórico que ocurre en una nación, a la vez que esta no se puede sustraer de lo universal, que como escenario más general mantiene su nexo con los eventos particulares de cada región y país”. (p. 202)
El concepto de región histórica propicia una mejór integración de los contenidos locales en la lógica de la história nacional y lo universal. Además su correcto tratamiento durante la dirección del aprendzaje de la historia local fortalece el vínculo dialéctico con las restantes historias. El aprendizaje de la historia desde una perspectiva regional es fundamental para superar las visiones simplistas del pasado y crear nuevas alternativas en los análisis. En consecuencia evidencia como necesidad “la construcción de nuevas narrativas que se planteen articulaciones que incluyan una amplia variedad de historias de distintos niveles”. (Fazio & Fazio, 2018, p. 6)
Las regiones pueden ser entendida a partir de los criterios de la ciencia que la haga objeto de investigación, en ese mismo sentido los estudios derivados pueden analizar regiones geográficas, económicas, políticas-militares e históricas. Cabe agregar que la definición de esta última se enriquece por los análisis obtenidos durante la construcción de las demás. Significa entonces que en la actualidad el concepto de región histórica supera los criterios meramente geográficos, económicos o políticos-militares. Según Taracena (2008), “además de la geografía, sus características espaciales están dadas por diferentes fenómenos que hacen posible la existencia de una sociedad regional, como son la etnicidad, la economía, la cultura, la lengua y un sentido de pertenencia”. (p. 189) Lo que evidencia que las aproximaciones al concepto de región histórica apuesta de forma creciente hacia los estudios interdisciplinarios cuestión a valorar desde la enseñanza.
La región histórica se presenta como una construcción social Viales (2010), surgida durante el proceso de ocupación del espacio en un periodo determinado. En muchos ámbitos predomina aún la noción de que el concepto de región coincide con las divisiones administrativas estatales. De ahí que las regiones históricas constituyen una calidad propia y que no está supeditados a la construcción del Estado nacional, por lo que sus límites no deben coincidir con las precisiones de una división administrativa.
La definición de una región histórica ha de transitar por el reconocimiento elementos físicos que caracterizan, hasta los análisis más complejos a través del estudio de las relaciones que establecen los sujetos sociales en la dinámica del proceso histórico.
De acuerdo con los razonamientos que se han realizado la región histórica en Cuba ha sido bien definida por Venegas (2007), donde esta supera lo natural, es concebida como resultado de la acción transformadora del hombre sobre el espacio geográfico, sus límites se van estableciendo como resultado de la acción de los hombres sobre dicho medio. Cabe agregar, que esta definición es un referente tanto nacional para la mayoría de los estudios históricos regionales.
Es una realidad que existen localidades, municipios, provincias que comparten espacio con más de una región histórica, sin embargo, el conocimiento por parte del profesor de dichas peculiaridades no solo enriquecerá el acervo cultural de los estudiantes, también posibilitará elevar los análisis en los contenidos referidos a la localidad.
Resultados y discusión
Importancia del concepto región histórica en la dirección del aprendizaje de la historia local
Como punto de partida, los autores del estudio consideramos que la región histórica es una unidad construida sobre la dinámica de la relación hombre-espacio, además es una construcción social que fortalece el vínculo entre lo local y lo nacional, por lo cual es propicio examinar los criterios utilizados para su tratamiento durante la dirección del aprendizaje de la historia local.
Dentro del sistema de conocimientos de la disciplina Historia de Cuba, se podrá incluir como parte de la enseñanza de la historia local el tratamiento del concepto región histórica y su comportamiento en estas dos etapas tan importantes de la historia nacional. Su estudio encierra amplias potencialidades para la comprensión de procesos como: poblamiento, proceso de regionalización de la agricultura, la producción ganadera, azucarera y tabacalera respectivamente, así como el comercio y el desarrollo cultural por solo citar algunos.
El autor Davidov citado por Leal (2000), al referirse a la realidad histórica afirma que “la realidad histórica es muy compleja, contradictoria y dinámica. El análisis y explicación de hechos aislados de la misma supone tener en cuenta muchos factores en su interconexión intrínseca y su desarrollo. Aquí divergen ̶ como en ninguna otra parte ̶ la esencia y el fenómeno, lo intrínseco y lo extrínseco, lo verdadero y lo aparente. Inculcar los métodos de análisis, el arte de operar con los conceptos históricos… de modo independiente es complejo”. (p. 6)
El estudiante durante la aproximación a la realidad histórica de una localidad, para su mejor comprensión y tratamiento metodológico debe analizarse a partir de los referentes del concepto región histórica. Este, aun cuando no coincide con la organización territorial del estado, pero juega un rol cardinal durante la dirección del aprendizaje de la historia local. Su principal función es orientadora, ubica los contenidos de en un contexto regional que enriquece las nociones, representaciones, concepto, leyes que se analizan. También propicia una mejor comprensión de las dimensiones espaciales y temporales.
Sobre el tiempo histórico los autores Lolo & Rodríguez (2010), refieren que “es necesario trabajar con la concepción del tiempo histórico de las sociedades, que es múltiple y variable en dependencia de los acontecimientos coyunturas o estructuras históricas” (p. 11). La región histórica posee un tiempo histórico propio sobre el cual el profesor puede orientar la reflexión de los estudiantes.
En cambio, “¿el espacio es un punto fijo?, ¿es solo un lugar? Por supuesto que no. Hay que tener en cuenta también el desplazamiento (itinerario, recorrido) y el escenario” (Lolo & Rodríguez, 2010, p. 13). Para ello unido al dominio de los distintos tipos de mapas el concepto de región histórica posibilita adentrarse en las peculiaridades del contexto físico-geográfico, rutas de transportación, redes comunicación por solo citar algunos ejemplos. Martínez (2006), señala que uno de los puntos fundamentales para el trabajo con la historia regional es cómo construir el espacio a estudiar.
El profesor de Historia debe tener en cuenta las diferentes escalas y conceptos en dependencias de ellas como son: localidad, zona o subregión, región histórica y macrorregión en el vínculo con la nación. Por eso es importante además que el docente tenga en cuenta que no es lo mismo historia local que historia regional. La historia local como refiere Venegas (1994), comprende el quehacer historiográfico sobre conjuntos urbanos de mayor o menor importancia. No debe según este autor confundirse con la zona, pero es incuestionable que la localidad no existe sino en íntima relación con su entorno geohistórico zonal e incluso regional. Martínez (2006) considera que “la historia regional es aquélla cuyo espacio es definido por la misma investigación y permite, desde la región, contribuir a entender el devenir nacional”. (p 214)
El profesional que tenga la responsabilidad de acompañar al estudiante durante el aprendizaje de la historia local debe de poseer, además de un sólido dominio del contenido, el concepto de región histórica el que se encuentra enclavada su localidad. Esto no solo posibilitará no solo una contextualización más certera del contenido, sino que posibilitará realizar otros análisis solo posibles desde una perspectiva regional. Al mismo tiempo contribuye a la mejor comprensión de la relación entre lo particular y lo general, de lo micro con lo macro, del sujeto con la estructura.
Según el autor Acebo (1991), existen cuatro vías para lograr la vinculación de la historia local con la historia nacional.
Lo local como lo nacional.
Lo local como reflejo de lo nacional
Lo local como peculiar de lo nacional
Lo local como inserción en lo nacional
Aun cuando estas ideas han servido como sustento a la mayoría de las propuestas que se han realizado y se realizan en la actualidad, no pueden ser ideas inamovibles, no deben ser ideas que limiten la creatividad durante la dirección del aprendizaje. Aún más cuando los estudiantes necesitan: representarse los hechos, la acción de los personajes, de las masas; saber cómo eran, poder imaginarse lo más fielmente su ámbito cultural; o sea, poder formarse representaciones correctas de los lugares y las circunstancias en que ocurrieron los hechos y se desarrollaron los procesos (Díaz, 2006a)
El punto partida para establecer este vínculo tan necesario dependerá en gran medida de la versatilidad del profesor. Para ello debe tener como premisas un diagnóstico certero de los estudiantes, así como también un diagnóstico de los estudios históricos locales y regionales. Los análisis derivados del concepto de región histórica posibilitarán comprender la realidad histórico-social que supere la aplicación de modelos.
Las exigencias impuestas por una definición de una región histórica priorizan la necesidad de formular nuevas líneas de interpretación de alcance general, lo que fortalece y enriquece los conocimientos de lo nacional. Además, ofrece la posibilidad, de acceder a la riqueza y el dinamismo que encierran las áreas de fronteras, entendidas como verdaderos espacios construidos socialmente en los procesos históricos de larga duración.
Los tiempos contemporáneos exigen el dinamismo de la didáctica de la historia inusitado y por supuesto este ha de fortalecer sus vínculos con la investigación de las ciencias históricas. Todo ello debe elevar aún más el uso que la sociedad realice de esta importante rama del saber escolar.
La tabla 1 muestra un conjunto de categorías que posibilitarán mejorar el tratamiento metodológico del concepto región histórica desde la disciplina de Historia de Cuba.
El análisis del sistema de contenidos de la disciplina Historia de Cuba, la revisión de actas de las reuniones metodológicas, permite corroborar que aún existen insuficiencias en el tratamiento del concepto región histórica, lo que limita el estudio del origen, evolución y desarrollo del territorio que comprende la actual provincia de Pinar del Río.
La disciplina Historia de Cuba para los egresados de la Licenciatura en Educación, Marxismo Leninismo e Historia establece entre sus objetivos generales: “Valorar hechos, fenómenos, procesos y actores colectivos e individuales de la historia nacional en unidad con la historia local, regional y universal, en una relación pasado-presente-futuro desde la comunidad aborigen hasta la historia reciente”. (López, et al., 2016, p. 2)
Otro aspecto de suma importancia es que los autres de programas tienen “libertad para diseñar las asignaturas en función de sus realidades, sin perder, desde luego, el propósito transformador y desarrollador que tiene la labor educativa que ellos llevan adelante”. (López, et al., 2016, p. 7)
Esto posibilita que como parte del sistema de conocimientos a trabajar por los programas se incluya el tratamiento del concepto región histórica, como unidad de análisis que conjuga la situación económica, social y política. Además, los análisis derivados de este concepto propician la comprensión de elementos clasistas, así como diversas posturas ideológicas.
Para ello se analizarán algunos aspectos relevantes en el orden histórico para una mejor comprensión del concepto región histórica de Pinar del Río. Entre los que se podrán tener en cuenta en la estructuración de los contenidos comprendidos entre (1492-1867)
Con el primer nombre que quedó registrado el territorio sería el topónimo Guaniguanico. Este calificativo, seria empleado por los pobladores aborígenes y quedaría registrado por los primeros cronistas del lugar.
El proceso de apropiación de la tierra en el occidente se vincula al papel de la Villa de San Cristóbal de La Habana, en ese sentido el territorio es una extensión de la misma. El territorio estará distribuido en hatos y corrales como unidades productivas extensivas. El primer asentamiento español del que se tiene reporte se ubicó en Guanes y entre los años 1596 o 1600 inician la organización del primer curato.
En el siglo XVII crecería la población atraída por la mercedación. La creación de vegas tabacaleras sería otro elemento propicio para estructuración de la sociedad criolla y su identidad en la región más occidental. “Las vegas de tabaco de la región occidental (Guane) comenzaron a tener aceptación entre los marinos y navegantes, porque la hoja era de buen gusto, combustibilidad y apta para fumar como ninguna en aquellos tiempos”. (Rodríguez, et al., 2012, p. 44)
En el año 1759, su majestad Carlos III mediante Real Cédula, advertía a los funcionarios coloniales de América la conveniencia de reunir y remitir datos geográficos y estadísticos, y noticias históricas sobre cada una de las jurisdicciones de los virreinatos y capitanías (Sorhegui, 1980). En este contexto serían fundadas nuevos poblados en el occidente. Entre los que se destacan la Tenencia de gobierno de Nueva Filipinas (Pinar del Río) (1774), la Colonia Reina Amalia (Isla de Pinos). La Tenencia de gobierno de Nueva Filipinas estaría comprendida entre los límites desde el río Los Palacios hasta el Cabo de San Antonio, región que sería reconocida con el nombre de Vueltabajo.
La jurisdicción de La Nueva Filipina contaría con autonomía político-administrativa con respecto a La Habana y la sede de Gobierno se establecería en el poblado en Guane, poco tiempo después sería trasladado hacia San Juan y Martínez, para posteriormente establecerse definitivamente en el pueblo de Pinar del Río. El hecho de contar con las autoridades de gobierno en estos poblados propició el desarrollo de estos centros urbanos, sin embargo, los mayores beneficios los obtendría el poblado de Pinar del Río, por su privilegiada posición geográfica.
Como parte de los contenidos a trabajar en el sistema de clases un momento de importancia a tomar en cuenta sería el 10 de septiembre de 1867, cuando Pinar del Río obtiene el título de ciudad. Hecho que sería determinante para que en 1878 fuese tomada como Capital de Provincial. Como parte de los cambios impulsados por la corona española una vez concluida la Guerra de los Diez Años el 9 de junio de 1878 quedaría dividido el país en las provincias de: Pinar del Rio, Habana, Matanzas, Santa-Clara, Puerto-Príncipe y Santiago de Cuba (Pichardo, 1984). Por lo que “desde 1878, con la unión de las jurisdicciones de San Cristóbal, Bahía Honda y Guanajay, nacería la provincia de Pinar del Río” (Romero & González, 1984, p. 3). Esta región en sus dimensiones hasta 1969, se mantiene sin cambios sustantivos en su estructura y composición.
“Deberá prestarse vital atención al desenvolvimiento de los movimientos conspirativos y las luchas por la independencia en esta región histórica, porque en los análisis de la historiografía nacional predominan criterios que engloban a Matanzas-como también a Pinar del Río-en un occidente que ha dejado de ser una misma región histórica para constituirse en varias regiones históricas que requieren de sus propias fundamentaciones”. (Venegas, 2007)
Unido a la evolución económica, política, social y cultural de tratar procesos peculiares como la conformación del 6to Cuerpo de Ejército y la campaña desarrollada por Antonio Maceo. Procesos que evidencian como durante este período se cristalizó ese comportamiento identitario que unificó a la población bajo el ideal emancipador. Estos hechos, procesos, personalidades y documentos tendrán que ser enriquecidos desde investigaciones sobre las peculiaridades de cada una de las localidades.
Conclusiones
Las tesis derivadas de los resultados de las ciencias históricas deben enriquecer el trabajo científico metodológico de la disciplina Historia de Cuba. El tratamiento de aspectos relevantes de la labor desplegada por historiadores, no debe ser ignorado en el quehacer de los profesionales responsabilizados de la enseñanza de la historia en la enseñanza superior.
Los estudios históricos regionales han posibilitado una aproximación visión más fidedigna de lo nacional, sin embargo, en el campo educacional contribuyen no solo a una mejor contextualización de los contenidos de historia local, sino que acotan nuevos análisis que enriquecen a las ciencias sociales y su didáctica.
El concepto de región histórica alerta sobre las explicaciones reduccionistas, pone en franco diálogo los procesos políticos nacionales con las particularidades regionales. Algo que es fundamental en momentos donde se promueve la autonomía de los autoridades locales, municipales y provinciales. Su utilización debe ser reflexiva y poner al relieve los nexos indispensables para una mejor compresión de los hechos, procesos, personalidades, documentos locales. Lejos de fraccionar fortalece el vínculo entre lo familiar, local y nacional.
El dinamismo de la información impones retos a la didáctica de las ciencias sociales y a los profesionales que se aventuren a esta área del conocimiento. Entre los más inminentes el rigor científico de la actividad que realiza y el valor practico que la sociedad otorgue a los saberes que promulgan. Es por esta razón que el egresado de la carrera de Marxismo - Leninismo e Historia, unido al domino del sistema de conocimientos de la asignatura debe poseer una elevada cultura histórica que posibilite tanto contextualizar los análisis y fortalecer la vinculación con lo nacional