INTRODUCCIÓN
La sociedad cubana se desarrolla en medio de las adversidades internas y externas. Tiene como reto construir el socialismo, al respecto en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista se plantea: “que constituye un prolongado, heterogéneo, complejo y contradictorio proceso de profundas transformaciones en las estructuras políticas, económicas y sociales […] para la consolidación y avance de este proceso es determinante la unidad político-ideológica y la participación activa del pueblo, con una certera conducción”.
Desde esta perspectiva el cuadro político (dirigente), en su condición de servidor de pueblo, gestiona con intencionalidad la satisfacción de las necesidades de la sociedad y utilizan diversos métodos, estilos y mecanismos de la labor especializada de dirección política adquirida en la práctica y a través de diferentes vías de preparación. Mientras el pueblo como sujeto colectivo de poder exige un cuadro más competente.
Rodríguez define la labor especializada de dirección política de la sociedad como aquella de la que se encargan de manera habitual, reiterada, cotidiana y con cultura específica las instituciones, organizaciones, órganos, personas y grupos políticos involucrados con encargos específicos en el marco de las funciones generales de la actividad práctica de dirección política (Rodríguez, 2017).
DESARROLLO
Estas realidades demandan la necesidad de intensificar la formación de los cuadros políticos (dirigentes) de manera que en su condición de servidor de pueblo se reconozca en ellos la responsabilidad ciudadana y el compromiso social como valores asociados al desempeño profesional y la intención de concretar sus resultados en función de dar respuesta a la diversidad de relaciones, la dinámica social y la complejidad de la labor especializada de dirección, en tanto logra persuadir, convocar a las masas, orientar, enseñar y transformar la sociedad.
Los estudios sobre la formación del hombre, por filósofos, pedagogos, sociólogos, psicólogos, centran su atención en elementos esenciales de la actividad de dirección del hombre en un marco social e histórico concreto.
El proceso de formación se aborda a partir de una visión antropológica resultado de la actividad consciente del hombre en su interrelación naturaleza-sociedad, vista como praxis revolucionaria por la transformación progresiva del hombre y sus circunstancias en armonía y defensa de su entorno natural.
Consecuentes con el legado del magisterio cubano, la formación constituye una categoría básica, fruto de un proceso y resultado de integración, de la educación y la apropiación de los valores presentes en la historia, el pensamiento y las tradiciones de la sociedad, donde resaltan figuras como Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Rafael María de Mendive, de quienes José Martí y Fidel Castro son sus más genuinos exponentes.
El proceso de formación mantiene como principal finalidad para la pedagogía contemporánea la preparación del hombre para la vida, son referentes en el estudio de esta perspectiva los investigadores Justo Chávez, Carlos Álvarez de Zayas, Homero Fuentes, Antonio Blanco, Fátima Addine, entre otros. Resulta coincidente desde el estudio por estos investigadores concebir la formación como un proceso dirigido a dotar al hombre de conocimientos, habilidades, valores, para interactuar con el medio, trascender y transformar la realidad existente, la consideración de estos elementos para el contexto de la dirección política es insuficiente desde la ciencia.
La formación profesional connota estudios y aprendizajes encaminados a la inserción, reinserción y actualización laboral, para aumentar y adecuar el conocimiento y habilidades de los actuales y futuros trabajadores a lo largo de toda la vida.
Desde esta perspectiva Miranda trata como parte de la formación del profesional de la educación, la formación continua, la define como proceso de formación y desarrollo profesional enfocada al aprendizaje de nuevas competencias o a actualizar aprendizajes ya adquiridos en tres etapas (Miranda, 2018):
Donde intervienen la Universidad que aporta los aspectos básicos de cada profesión y desarrolla en el egresado modos de actuación para su desempeño profesional.
La entidad laboral que los prepara en los aspectos específicos para su puesto de trabajo
Las instituciones destinadas a la especialización y actualización permanente a través de cursos, diplomados, especialidad de posgrado, maestría y doctorado.
Este enfoque es de vital importancia para la formación del cuadro político en tanto precisa de un sistema de influencias multifactorial que propicie actualizar conocimientos básicos, en torno a la filosofía, la economía política, la historia de Cuba y universal, la pedagogía y la didáctica, la psicología política, la sociología política, la comunicación, el dominio de métodos, vías y funciones específicos de la dirección política, contribuir al éxito de la labor especializada y, por tanto, al liderazgo como contenido esencial de las competencias profesionales del cuadro político y el compromiso social como servidor del pueblo.
No se conoce como objeto de investigación el proceso de formación continua para cuadros políticos, pero es interesante como, desde la misión formativa del sistema de escuelas, se reconoce el carácter sistemático y continuo de contenido político y pedagógico del proceso de formación, encaminado a la elevación creciente de la profesionalidad de los cuadros, Rodríguez (2016), Nápoles (2015), Ramos (2011) y Pino (1992), precisan desde la preparación completar conocimientos y habilidades no adquiridos anteriormente y necesarios para el desempeño.
Por su parte los investigadores Molina (2012) y Betancourt (2015) utilizan el término continua como cualidad de procesos que asumen como parte de la formación, tal es el caso de la preparación y la superación política ideológica, incluso en el mismo sentido en el que se utiliza la formación continua en el ámbito educativo: sucede a lo largo de toda la vida y la finalidad es la calidad del desempeño profesional
En sus trabajos se aprecian puntos coincidentes respecto a la superación político-ideológica de los cuadros, sugieren trabajar, la actualización o complementación de los conocimientos, habilidades y el reforzamiento de valores para impulsar a las masas y transformar la realidad.
Ante la misión del cuadro político que se enuncia, su formación continua se determina por la relación integrada entre el sistema de escuelas, la organización política, la sociedad y el propio cuadro. En el caso del sistema de escuelas la formación continua se relaciona con los programas de estudio, la docencia con tareas extensivas a la práctica y la vinculación con el trabajo de las organizaciones políticas para darle seguimiento a los nodos fundamentales que se desarrollan. La determinación de las formas organizativas de la docencia en función de desarrollar habilidades, conocimientos básicos y especializados, valores, convicciones revolucionarias y sentido de pertenencia por la organización.
El cuadro político es protagonista de su formación, le corresponde planificarla en función de las complejas y disímiles tareas que enfrenta, el amplio espectro de influencias donde ejerce la labor y las demandas de la sociedad. Es su responsabilidad, informarse, en la actualidad de los procesos, políticas y el acontecer local, nacional e internacional y en la misma medida ser capaz de influir en otros cuadros, organizaciones, organismos, el gobierno y la sociedad y aprender de ellos.
La sociedad como sujeto colectivo de poder, orienta al cuadro político y demanda de él ejemplaridad, credibilidad y posibilidades de liderazgo para convocar, persuadir, convencer, organizar, orientar, explicar, enseñar, exigir, impulsar y controlar en función del desarrollo del modelo socioeconómico de la sociedad cubana.
Estas particularidades solo se pueden fraccionar de esta manera para comprenderlas, porque en la práctica se manifiestan de manera integrada, incluso cuando aún no se alcanza el resultado que se espera.
La ideal integración de estos factores se enfoca hacia la asimilación de conocimientos básicos y la capacidad de aplicarlos. Cobra valor el enfoque de la formación continua por competencias si de lo que se trata es de la calidad de la integración para una labor de éxito como se demanda del cuadro político.
Nos afiliamos a la definición y cualidades de la competencia profesional de González (2008), quien desde un enfoque materialista dialéctico y sociohistórico- cultural resalta los intereses, valores profesionales, cognitivos, motivacionales y afectivos y recursos personológico tales como la perseverancia, la flexibilidad, la reflexión personalizada y la posición activa que asume el sujeto en la actuación profesional que le permiten autonomía, perspectiva futura profesional y un desempeño eficiente y responsable.
Para el contexto educativo Páez-Suárez (2012) y Vigo (2002), distinguen en la competencia la integración de las dimensiones instructivas, desarrolladoras y educativas, la dirección sistémica y personalizada, el desempeño flexible, la autonomía, la orientación proyectiva y la asunción de compromisos con los resultados para un acercamiento mayor a la solución de los problemas profesionales.
En la formación continua del profesional con enfoque de competencia Montes de Oca y Machado (2014), Castellanos (2013) y Parra (2003), ponderan el indicador de calidad de la enseñanza y aprendizaje para la profesión como expresión de realización con autonomía.
Los intereses, valores y recursos personológicos que declaran González (2008), Páez-Suárez (2012) y Vigo (2002), en su relación con la calidad de las funciones del cuadro político permite entender que la formación continua con enfoque de competencia del cuadro a este nivel es un proceso multifactorial (sistema de escuelas, la organización, la sociedad y el cuadro) que se dirige al éxito de la labor y se añade como cualidad de tal proceso la finalidad de satisfacer las necesidades sociales.
Se entiende que la formación continua para el cuadro político es un proceso de formación y desarrollo profesional en el que se actualizan aprendizajes ya adquiridos y se desarrollan competencias relativas a la dirección política en su relación con la militancia, las organizaciones políticas y de masas, el gobierno, la administración y el pueblo en general.
Por ello se pueden identificar que las competencias de los cuadros en el desempeños de la dirección política integra conocimientos básicos y especializados de la dirección, disposición para la tarea, habilidades para la persuasión, el convencimiento, la reflexión en la conducción de las estructuras, la administración y el gobierno para transformar la realidad en la solución de los problemas hacia lo interno y en la sociedad en un contexto determinado.
La distinción de la labor del cuadro político en cuanto a la diversidad de frentes que dirige, entre ellos los decisores de las diferentes estructuras y la transformación de la sociedad, hace indispensable la apropiación de un sistema de recursos profesionales y personológicos que dé contenido a sus competencias en formación continua.
Se trata en la realidad cubana de motivaciones, sentimientos, convicciones y fidelidad que distingan al cuadro en la sociedad y aseguren el optimismo y la unidad de pensamiento y acción a imitar por todos en interrelación dialéctica con la convocatoria, orientación, enseñanza y control sobre la sociedad en general, como esencias fundamentales en el desempeño del cuadro y en la labor de dirección política que en determinadas condiciones sociales revelan las manifestaciones de liderazgo en un determinado contexto histórico.
La diversidad de estudios en torno a esta categoría es prolífera, se toman como referentes García y Bardina (2017), Avolio y Weber (2009), Nieves (2005), Dávila (2005), Lorenzo (2004), Natera (2001) y Carnota (1981). Estos autores coinciden en que es aplicable a varias esferas de la actividad humana desde una perspectiva socio-psicológica e histórico-cultural del desarrollo de la sociedad y es descrito no únicamente como una característica individual.
Los aportes teóricos de Buenavilla (2016), enriquecen el tema de investigación, al abordar el liderazgo político revolucionario en Cuba, este autor reconoce la necesidad de incorporar el enfoque del liderazgo revolucionario a la cultura del hacer política por lo que se resaltan las “cualidades relacionadas con su individualidad”, el desprendimiento, ejemplo personal, sensibilidad, modestia, ausencia total de vanidad, el autocontrol y rigor en la exigencia personal y “como concepciones políticas”, la verdad, el deber de aprender, la aspiración a la justicia para todos, la fuerza de las ideas, la creatividad y la capacidad de resistencia y transformadora.
Además, distingue las siguientes regularidades: la unidad del proceso revolucionario y la alta valoración del pueblo, la verdad como arma de lucha, el apego al respeto por los principios éticos y valores espirituales, el sentido de justicia como categoría orientadora de la actividad política y los métodos políticos para orientar, organizar, prever y guiar a las masas. Desde esta perspectiva Buenavilla describe al líder político como educador social.
La máxima expresión de esta idea en la realidad cubana en el contexto de la dirección política la tiene el liderazgo educativo de Fidel Castro, lo que el pueblo identifica como garantía del sostenimiento de la Revolución, este es el ejemplo inspirador de los cuadros.
Tal realidad motiva a reflexionar en la necesidad de estudiar el liderazgo educativo como competencia profesional desde la formación continua de los cuadros políticos.
En este sentido constituye centro de atención en la investigación el liderazgo educativo y son referentes importantes sobre el tema Maureira (2018), Sierra Villamil (2016), Argos y Ezquerra (2014), Diestro y García (2014), Hallinger (2012), Bolívar (2011), Elmore (2010), Lorenzo (2004) y Robinson (2009), que de manera general coinciden en que es un liderazgo centrado en el aprendizaje para una educación exitosa con garantías de desempeño en un contexto socio-educativo y lo consideran una competencia determinante y a la vez una megacompetencia (comprende y abarca otras competencias más específica de la práctica profesional).
Se connota la trascendencia del liderazgo educativo en función de la formación de los cuadros políticos fundamentalmente, porque como parte de la labor especializada de la dirección juega un importante papel como movilizador de las masas en la solución y transformación de la necesidades que se generan en la cotidianidad de la sociedad cubana y sobre todo porque enfrentan el desafío de transformar maneras de pensar y actuar y formar valores individuales y sociales en pos del exitoso cumplimiento de la política trazada en cada etapa del desarrollo de la revolución y la sociedad.
La conducta de los cuadros políticos se orienta hacia la persuasión individual y colectiva de la sociedad para implicarse en el desarrollo, por tanto, se considera un reto para la ciencia vincular la categoría liderazgo a las competencias para la dirección política.
CONCLUSIONES
En la actualidad es esencial fomentar el diálogo entre las ciencias sociales y las organizaciones políticas en función de la sostenibilidad y el bienestar de la sociedad.
La competencia liderazgo en el contexto de la dirección política es consustancial a la formación del cuadro, teniendo en cuenta la relación integrada entre el sistema de escuelas, la organización política, la sociedad y el propio cuadro de manera integrada e intencionada.