INTRODUCCIÓN
La educación constituye uno de los pilares básicos de la sociedad, de ella depende el desarrollo de su población, pero cuando no representa en las personas la magnitud de su trascendencia, se hace necesario promover iniciativas que permitan desarrollarla y una de las formas básicas es la cultura y el arte.
Hoy en día se está luchando por erradicar o, por lo menos, bajar los índices de delincuencia, embarazos en adolescentes, consumo de alcohol y droga, y otras conductas no adecuadas y para conseguirlo se deben crear espacios en los cuales desarrollen niños, adolescentes y jóvenes habilidades artísticas y con ello aportarían al desarrollo identitario, al conocimiento de y por lo bello desde el punto de vista cultural y educativo.
Es en este sentido que la educación cubana se proyecta hacia el desarrollo y formación de sujetos actuantes, capaces y sensibles, dotados de herramientas solidas que le permitan el crecimiento humano ante un mundo globalizado matizado de imágenes y conflictos económicos, sanitarios, políticos y sociales.
La utilización de las artes plásticas en alumnos con trastornos afectivo-conductuales además de facilitar una buena relación con el alumno y de ellos entre sí, constituye un instrumento eficaz para el diagnóstico de los problemas conductuales que presentan y los temas más significativos para ellos constituyen vivencias aprehensivas y compensatorias.
El trabajo que se presenta forma parte de los resultados de una investigación doctoral desarrollada en la escuela de conducta de Villa Clara, durante los cursos 2018-2020, y tiene como objetivo demostrar las transformaciones que ocurren en los alumnos con trastornos afectivo-conductuales desde la implementación de talleres de apreciación-creación plástica.
El criterio de selección de la muestra tiene carácter intencional, ajustándose al objetivo diseñado para la investigación del caso que debía constituirse en estudio, es decir, el retrato del “buen informante o retrato robot”, estableciendo un conjunto de atributos del caso típico-ideal, de acuerdo con el criterio de Rodríguez, Gil y García (2002), definiéndose las siguientes características:
Grupo de secundaria básica (octavo grado), que mostró cierta motivación hacia la actividad, sin experiencias de participación en un taller de apreciación-creación plástica de carácter extracurricular.
Grupo que presentó debilidad en lo referido a la representación de su cultura artística desde las artes plásticas.
Podía ser contrastada la evolución del diagnóstico en el curso siguiente (noveno grado), donde culmina el período de estudio en este nivel.
Matrícula reducida de alumnos internos.
Inicialmente el grupo de octavo grado contó con 16 alumnos, único octavo grado de la escuela. Posteriormente, debido a factores externos, merma un alumno, pues es trasladado de la escuela, tres por comportamientos inadecuados durante el desarrollo de los talleres y dos por voluntad propia de no querer participar. Queda estructurado en 10 sujetos a investigar, cuatro hembras y seis varones, todos entre 13 y 15 años de edad, concretada la muestra a 10 alumnos.
Se utilizó el enfoque cualitativo, asumiendo el estudio de casos múltiples como método rector, o sea, se utilizan varios casos únicos a la vez para estudiar la realidad que se desea explorar, describir, explicar, evaluar y modificarla propuesta. Además, fueron utilizados métodos teóricos, empíricos y técnicas de investigación, tales como el análisis-síntesis, el histórico-lógico, la observación y la observación participante, la entrevista en profundidad, triangulación de datos, metodológica y de fuentes, entre otros, que permitieron estructurar sistémicamente el estudio y determinar los hallazgos significativos sobre la trasformación de los sujetos implicados durante la implementación de los talleres de apreciación-creación plástica.
DESARROLLO
La investigación se estructuró en cuatro etapas: diagnóstico, familiarización, implementación y cierre, y a partir de la observación, la observación participante y la entrevista en profundidad se determinó que puede lograrse en este tipo de alumnos con trastornos afectivo-conductuales posibilidades cognitivas y de desarrollo del lenguaje en correspondencia con su edad de desarrollo, además existe en ellos necesidad de afecto y de reconocimiento, por lo que si son aceptados y se les brinda afecto se puede estimular a que se tracen propósitos de cambio, así como un desarrollo motor en correspondencia con las características del grupo etario.
Por lo que pueden ser motivados para la ejecución de actividades artísticas, ya que suelen convertirse en motivos de desarrollo personal, y los sentimientos de inadecuación pueden ser motor para propiciar el cambio. Manifiestan alternancia en los niveles de realización en prácticamente todas las esferas de desarrollo, lo que permite que, cuando aparece la motivación que impulse y sostenga la acción, puedan obtenerse logros en los propósitos que se tracen. Es un hecho que el estímulo oportuno constituye el eje regulador en el comportamiento durante el desarrollo de la actividad, propiciando en ellos deseos de dar continuidad al estudio y transitar hacia la etapa de familiarización.
La educación desde la cultura artística resulta un espacio estratégico para contribuir con sus aportes a la inclusión y formación de los sujetos dentro del contexto contemporáneo y acercar la escuela a la realidad vivida por cada uno favorece el tránsito hacia otros saberes, vinculando las experiencias concretas y locales con miradas de índole más amplia.
Resulta esencial que la educación propicie la alfabetización en los diferentes lenguajes artísticos -música, artes visuales, danza, teatro, audiovisualidad, entre otras- se trata de interpretarlas como manifestaciones de un mundo complejo y diverso, portador de replanteos estéticos y portadores de valores e ideologías contenidos en la cultura.
“Si bien la función de la cultura artística en el sistema educativo no es procurar la formación de artistas, según el autor de la investigación, el conocimiento de las técnicas, la organización de los recursos y elementos formales, la posibilidad de expresarse, y la voluntad comunicativa, cobran especial interés en tanto se orienten a la producción de sentido y a la comprensión, más allá de lo literal, de los diferentes discursos propios del hombre, pues la educación desde el arte educa a los sujetos, propicia vivencias significativas a los participantes, entrena juicios valorativos y replanteos de los códigos estéticos en su función educativa, ideológica, inclusiva, estética y hedonista al propiciar el goce ante lo bello, la interpretación del mundo, la diversidad y la singularidad” (Arribas, 2020a: 5).
El conocimiento de la cultura artística “es una necesidad no porque haga más inteligentes a los sujetos, sino porque permite adquirir toda una serie de competencias y rutinas mentales que están en plena consonancia con la naturaleza social del ser humano y que son imprescindibles para el aprendizaje de cualquier contenido curricular. Y esto es útil para todos los alumnos, por lo que se convierte en una forma estupenda de atender la diversidad en el aula” (Arribas, 2020b: 7).
Estudios de Bisquert aseveran que “La educación desde la cultura artística ofrece la posibilidad de conocer mejor la creatividad en los alumnos, la motivación hacia una educación por el arte y lo que es fundamental, cómo organizar espacios y cómo estructurar los distintos temas adecuando las actividades sin dejar de considerar soportes materiales, procedimientos artísticos afines a los alumnos y al entorno del que proceden” (Guerra, 2001: 18).
Con las prácticas de las manifestaciones que componen la cultura artística se ha constatado en diversas investigaciones que los alumnos que pertenecen a entornos socioeconómicos desfavorecidos y con trastornos de conducta mejoran sus habilidades artísticas y sociales, reducen sus problemas emocionales y, en general, desarrollan más toda una serie de habilidades interpersonales como la comunicación, la cooperación o la resolución de conflictos.
Estos presupuestos teóricos sustentan la etapa de familiarización, la cual en el estudio posibilitó el estímulo a nuevas representaciones y formas conocidas, el nuevo conocimiento y disfrute de la actividad constituye un momento necesario en el taller, propiciando mediante el empleo de métodos orales, visuales y prácticos (conversación, diálogo, anécdotas), y visuales (observación de láminas y el propio entorno para el logro de creaciones), la creación de un clima de confianza y seguridad, para contrarrestar posibles tensiones que surgen de la propia actividad y al mismo tiempo se van propiciando prácticas inclusivas y compensatorias en este tipo de alumno.
Como tendencia grupal durante la etapa se observan avances en cuanto a la motivación, la concentración, las analogías y diferencias en cuanto al dibujo con formas vistas del entorno cotidiano, apreciación y reconocimiento de la cultura artística desde el arte en las composiciones, mayor cooperación grupal, menor agresividad, incremento paulatino en los deseos de dibujar, valoraciones favorables hacia la actividad, mayor confianza en sí mismos y mejoría en las relaciones grupales, logran establecer comparaciones visuales con objetos de la realidad cotidiana desde la expresión plástica y oral, en este caso, con estampados de telas, con tejidos, con las actividades polivalentes, valoraciones hacia la estructura de la bandera y a la vez establecimiento de procesos cognitivos y afectivos; también se evidenciaron procesos lógicos de observación en busca de la representación conceptual de la cultura artística estableciendo la relación contenido-forma.
De forma paulatina son capaces de establecer la relación fondo-figura y viceversa, al añadir a sus composiciones detalles que presentan texturas, valores tonales a lápiz y con la realización de nuevos dibujos, denotándose una educación visual-integrada y reforzada por procesos análogos, teniendo en cuenta objetivos culturales.
Las motivaciones se centraron en la búsqueda de nuevas metas, en la representación de objetos y fenómenos de la realidad objetiva, dando lugar al incremento del campo visual y a la vez afianzamientos cognitivos. Además, se establece la relación con el exterior, asociación de lo conocido y lo visualizado en las visitas programadas a los museos y otras instituciones culturales.
Mejoran las relaciones entre iguales y la preocupación por ayudar ante el resultado de los dibujos de los alumnos más lentos en la actividad, por lo cual, se hizo necesario trasladar el taller de creación plástica al exterior del salón de clase, en aras del perfeccionamiento de una buena educación hacia la visualidad, para contribuir no solo a la superación de una dependencia y pasividad perceptiva, sino a la formación de un pensamiento ágil y productivo, racional e imaginativo, acompañado de una base axiológica, estos hallazgos dieron paso a la implementación de los talleres de apreciación-creación como tercera etapa.
Durante la etapa de implementación se realizaron diez talleres dentro y fuera del entorno escolar con temáticas que proporcionaban la aprehensión de los valores artístico culturales y se establecieron nodos interdisciplinarios con asignaturas de Español-Literatura, Geografía de Cuba e Historia de Cuba, esta relación de los talleres de apreciación-creación plástica con las asignaturas que componen el currículo de la Secundaria Básica despertó motivaciones en los 10 sujetos estudiados, por lo que los temas y técnicas empleados durante la etapa resultaron ser aportativos y sugerentes atendiendo al grupo etario estudiado, e indicó el momento preciso de insertar la evaluación individual y colectiva del grupo de estudio.
Durante la etapa existe la motivación creciente del grupo, se manifiestan valoraciones individuales y colectivas, así como la comparación con etapas anteriores. La madurez en el desarrollo de la composición y la incorporación gradual de elementos relacionados con la cultura artística cubana, la inserción de textos, búsquedas bibliográficas de forma constante, alusión a la educación plástica en las asignaturas como la Historia de Cuba, La Geografía de Cuba y Español-Literatura y búsquedas en el software “Nuestra Historia” y “Todo de Cuba”, participación en matutinos de forma constante y vivenciada, implicación de los alumnos, incorporación a concursos, reconocimientos de profesores e instructor de arte y la creación del sitio de exposiciones en el centro, evidencian la trasformación gradual de los alumnos y su comportamiento para con sus iguales y con la comunidad escolar.
Esta etapa propició la evaluación integral de las composiciones, teniendo en cuenta:
La utilización y dominio del vocabulario técnico.
Relación contenido-forma retomando elementos de la cultura artística.
Incorporación de títulos relacionados con los temas cubanos.
Contrastación de los resultados obtenidos en la tercera etapa, mediante la triangulación metodológica.
La interpretación de las composiciones realizadas por los alumnos en los talleres de apreciación-creación plástica, las notas de campo, la observación participante, y la triangulación de datos y fuentes, permitió contrastar los resultados obtenidos y establecer estas regularidades:
Se fortalecen las relaciones grupales sólidas, basadas en el respeto, la cooperación, la integración y el intercambio entre los alumnos.
Se destacan avances en sus conocimientos desde lo visualizado, para la utilización adecuada del color (subcategoría de la categoría forma), para la interpretación de la cubanidad en el arte como contenido reflejado en las composiciones.
La seguridad, confianza, motivaciones y el empleo de otras técnicas de la plástica a manera de descubrimiento contribuyeron a enriquecer las composiciones y a su vez desterrar los temores e inseguridades y el aumento en la confianza en sí mismos.
El tratamiento de las figuras de los héroes de la patria, tanto desde el contenido como de la forma, propició el desarrollo de intensas emociones positivas en los alumnos apreciándose como resultado de ello en el orden técnico la completitud de la figura humana como aspecto culminante de la etapa de realismo visual.
Se incluyen elaboraciones más rigurosas como la perspectiva y el movimiento explícito.
Se aprecia un salto cualitativo en la madurez alcanzada en los 10 alumnos, manifestada en lo motivacional y la capacidad de expresión de las ideas, mediante representaciones plásticas, organización y planeamiento de lo reflejado del entorno artístico cubano, en el cual transcurre su vida cotidiana.
Se incrementan las reflexiones en torno al contenido y la forma en las expresiones plásticas, desde el tratamiento de símbolos, de héroes y entornos cubanos conocidos, tipificadores de lo vernáculo en la cultura artística.
Se evidencia la relación interdisciplinar y disciplinar con la Historia de Cuba, desde su entorno local y con la Geografía de Cuba.
Existe transformación en los modos de actuación de los alumnos respecto a la inserción en las actividades patrióticas y culturales.
De los resultados obtenidos en los talleres de apreciación-creación plástica, también emergen inquietudes en la escuela:
Acercamiento del instructor de arte hacia los talleres de expresión plástica, para la creación de un nuevo taller incluyendo otras manifestaciones artísticas.
Montaje mensual de exposiciones plásticas como iniciativa de los propios alumnos.
A partir de los resultados obtenidos en los talleres se establece la coordinación por parte del investigador con la Casa de la Cultura Juan Marinello con el objetivo de montar una exposición de artes plásticas con los alumnos que participaron en la investigación e invitar al personal docente y no docente de la escuela y a los familiares de los alumnos.
En todo el proceso de curaduría y montaje de la exposición se evidenció el compromiso de los alumnos, la escuela y familiares con el éxito del cierre del proceso, se invitaron a artistas de renombre en las artes plásticas villaclareñas, la etapa de cierre emerge de conjunto con el montaje de la exposición.
El desarrollo de los cuatro pilares trabajados durante el mismo, aprender a ver, aprender a hacer, aprender a leer y aprender a actuar, fueron constatados en estas últimas tres etapas, por cuanto, desde la selección de los trabajos, hasta el impacto en la escuela, constató el crecimiento personológico de cada uno de los miembros de la muestra estudiada.
Se corroboró que los talleres de apreciación-creación plástica constituyen prácticas inclusivas en alumnos con trastornos afectivo-conductuales, donde todos tienen y disfrutan de las mismas oportunidades materializando la escuela inclusiva como objetivo social.
La teoría asevera que es un hecho que la realidad social es diversa según afirma Gil “la falta de entendimiento de la diversidad, el desconocimiento de ella o el rechazo de la misma, conducen generalmente a prácticas sociales discriminatorias. Muchas de ellas se encuentran institucionalizadas, de modo tal que las mismas operan como horizonte de sentido, de significación en el orden de las conductas cotidianas. La matriz discriminatoria conduce a la conformación de estereotipos que uniforman la diversidad” (Gil, 2019: 2).
La educación inclusiva implica procesos para aumentar la participación del alumno y la reducción de su exclusión en la cultura, en el arte, en los currículos y en la vida de la escuela, lo que implica reestructurar la cultura, las políticas y las prácticas de los centros educativos para que puedan atender a la diversidad del alumnado y a su vez garantizar oportunidades para todos.
Borges (2015) asevera que la inclusión implica además perfeccionar y seguir una orientación de la educación más allá del ámbito educativo, que trascienda al ámbito de la participación social, es decir, se oriente hacia todas las esferas que de algún modo tienen que ver con la calidad de vida de las personas con necesidades educativas especiales en medio de la pluralidad con la que coexisten.
De lo que se trata es de preparar al niño, adolescente o joven con necesidades educativas especiales para vivir en armonía en una sociedad plural, por lo tanto, el papel de la escuela es orientarse cada vez más hacia el enriquecimiento socio-cultural de todos sus alumnos y que “todos tengan los mismos derechos, oportunidades y disfrute de una educación e inclusión en armonía plena en la construcción de sus aprendizajes, según criterios del autor de la investigación” (Arribas, 2019: 3).
La inclusión concibe una escuela abierta a la diversidad como una institución sistémica, flexible y dinámica que debe ajustarse a las exigencias de sus alumnos y a las características diversas de los mismo, que brinde variedad de buenas prácticas educativas, de métodos, de procedimientos y opciones pedagógicas que se adecuen a las necesidades y potencialidades de cada educando y propicien su desarrollo como sujeto activo, creativo y transformador de la sociedad en que vive.
Constituye una realidad que los denominados problemas de conducta se están convirtiendo hoy en una fuente de preocupación para las familias, la escuela y la sociedad en general, se requiere del personal educativo una concientización hacia la problemática y un alto grado de sensibilidad en las acciones y alternativas que se diseñen, pues las intervenciones en los problemas de conducta requieren un trabajo coordinado y conjunto por parte de todos los agentes implicados en el desarrollo psicosocial del alumno.
CONCLUSIONES
La investigación corroboró que la implementación de los talleres de apreciación-creación constituye una práctica inclusiva novedosa en alumnos con trastornos afectivo-conductuales, se apreció la integración del grupo en las actividades del taller de apreciación creación plástica, se logró moderar la conducta, se logró la implicación del colectivo pedagógico, la vinculación de las instituciones culturales teniendo como eje central la escuela, la implicación de la familia en las actividades culturales de sus hijos, comprobándose que estas prácticas inclusivas favorecen el desarrollo cognitivo, afectivo y actitudinal de los alumnos con trastornos afectivo-conductuales.