INTRODUCCIÓN
Según Orozco-Vásquez et al. (2029), actualmente factores como la globalización, la competitividad en el mercado, las diferentes formas de contratación laboral, el aumento de la productividad y la inseguridad en el puesto de trabajo han llevado al deterioro de las condiciones laborales. Estos aspectos han incidido principalmente en los trabajadores del sector salud como enfermeras(os) y médicos, quienes suelen realizar tareas de mayor riesgo, con horarios más extensos y con una alta carga laboral, que los hace susceptibles al aumento de los niveles de estrés y de ansiedad.
En relación a esto, Barbosa Granados y Urrea Cuéllar (2018) aseguran que existe una variedad de circunstancias terapéuticas que están asociadas a la práctica deportiva, donde se considera a la actividad física como un aliado en los procesos de intervención en patologías tan frecuentes como el estrés, la ansiedad y la depresión. También, la actividad física y el deporte pueden establecerse como un elemento protector en la aparición de trastornos de personalidad, estrés laboral o académico, ansiedad social, falta de habilidades sociales, disminución del impacto laboral, social y familiar, del estrés postraumático.
Los profesionales de enfermería son sometidos a altas tensiones laborales con un gran número de pacientes en cuanto a lo que es atención personal. El conjunto de actividades procedentes de los enfermeros o enfermeras está basado en un tiempo sistemático-interactivo, las cuales se centran en el objetivo humanístico de ayudar en el proceso de recuperación óptima del paciente.
En este contexto de trabajo es interesante, desde la mirada de la ciencia, investigar cómo el deporte y el ejercicio físico producen beneficios físicos, psicológicos y sociales siendo importantes tanto a nivel terapéutico como preventivo. Desde el enfoque físico, el ejercicio deportivo mejora el funcionamiento del sistema cardiovascular, respiratorio, digestivo y endocrino, fortaleciendo el sistema osteomuscular, aumentando la flexibilidad, la disminución de niveles séricos de colesterol y triglicéridos, intolerancia a la glucosa, obesidad y adiposidad. A nivel psicológico, permite la tolerancia al estrés, adopción de hábitos protectores de la salud, mejora del autoconcepto y la autoestima, disminuye el riesgo percibido de enfermar, generando efectos tranquilizantes y físico y mental: en antidepresivos, mejorando los reflejos y la coordinación, aumento en la sensación de bienestar, prevención del insomnio, regulación de los ciclos de sueño y mejoras en los procesos de socialización.
Los niveles de tensión laboral hospitalaria son derivados por situaciones incómodas dentro del área de trabajo, producen de esta manera un inconveniente en la salud denominado estrés. El estrés laboral en la actualidad es uno de los principales problemas que enfrentan los trabajadores, ya que afecta de manera emocional y física, produciendo un desbalance metabólico que afecta el bienestar del individuo, resultado de una mala distribución de actividades y organización dentro de la entidad de salud.
La salud física y mental en el ejercicio del profesional de enfermería, cuya esencia es el cuidado humano, es de vital importancia, pues un estado de salud equilibrado les va a permitir la realización de sus acciones de manera eficiente, eficaz y con calidad, por ello se requiere que este personal mantenga su estabilidad física, mental y emocional. No es menos cierto que conservar este estado requiere de una serie de habilidades de afrontamiento que debe utilizar ante situaciones estresantes.
Múltiples investigaciones han desarrollado el tema de la actividad física para la salud del personal de enfermería en los últimos años: Guerrero Flores et al. (2018), Orozco-Vásquez et al. (2019), Bazán et al. (2019), Bueno Ferrán y Barrientos-Trigo (2020), Pérez-González et al. (2020), Huaman- Carhuas y Bolaños-Sotomayor (2020), Rojas Matsuda et al. (2020), Rodríguez-Muñoz et al. (2020), Barreto-Osma y Salazar Blanco (2021), Chávez et al. (2021), Del Valle Solórzano, (2021), Díaz Muñoz et al. (2021), Herrera Molina et al. (2022) Montero Vizcaíno, (2020) entre otros.
De ellos, algunos trabajaron bajo la influencia de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del virus COVID-19, lo cual provocó consecuencias físicas y psicológicas para la salud del personal enfermero. Otras investigaciones argumentaron el impacto emocional en los profesionales sanitarios y los recursos de afrontamiento (físicos y emocionales) para disminuir o atenuar este golpe. Otros estudios se dedican a analizar los factores generadores del estrés laboral y la presencia del Síndrome de Burnout en los docentes de la carrera de Enfermería y su influencia en el deterioro físico de estos; en otro trabajo se describe la relación que existe entre la sobrecarga laboral y el tipo de cuidado del profesional de enfermería, teniendo en cuenta la influencia en su salud.
Muchos de estos autores refieren y describen los beneficios de la influencia del deporte y la actividad física con respecto al estado de salud, tanto a nivel físico como mental. Otros argumentan, mediante estudios experimentales, cómo el deporte y la actividad física son factores que influyen positivamente en la salud física: prevención en riesgos cardiovasculares, enfermedades crónicas, obesidad, cáncer, osteoporosis y enfermedades degenerativas como la demencia y la enfermedad Alzhéimer; y en la salud mental: ansiedad, depresión y disminución del estrés; mejora en las capacidades cognitivas, habilidades sociales, autoconcepto y resiliencia.
Determinar el sobrepeso, obesidad y su relación con la actividad física, en los estudiantes de enfermería, fue otro de los temas investigados; se profundizó también en la relación entre el consumo de alcohol, tabaco, hábitos alimenticios y la actividad física entre los estudiantes de enfermería.
Algunos trabajos desarrollaron estudios documentales con enfoques cualitativos, cuantitativos y métodos bibliográficos, para examinar literatura científica que describe los beneficios que caracterizan la influencia del deporte y la actividad física con respecto al estado de salud, tanto a nivel físico como mental del personal de enfermería.
A partir de la revisión bibliográfica realizada, se puede afirmar que encontrar las relaciones que existen entre el desempeño profesional de la enfermería, la salud física - emocional y los contextos que la posibilitan ha sido un tema abordado por los estudiosos de las ciencias de la Cultura Física y de la salud.
¿Qué relación se puede establecer entre salud física, emocional y el desempeño profesional de la enfermería?
Afirman Angarita-Ortiz et al. (2020) que cada día aumentan las investigaciones que fortalecen la orientación de la Inteligencia Emocional (IE) [capacidad para reconocer e identificar las emociones y sentimientos propios y de los demás, diferenciarlos y emplearlos para guiar las acciones y el pensamiento] en el ámbito deportivo y cómo la implementación de la actividad física beneficia su crecimiento.
Actualmente, el Fitness de alta intensidad (estado generalizado de bienestar y salud física logrado no solo a partir del desarrollo de una vida sana, sino también y principalmente, del ejercicio continuado y sostenido en el tiempo), es considerado como un deporte que se está extendiendo en el plano internacional en gran manera.
Por su parte, Barbosa Granados y Urrea Cuéllar (2018) aseguran que la humanidad se encuentra ante un gran reto en próximas décadas, manifestado en el sedentarismo y la falta de ejercicio en un gran porcentaje de los ciudadanos, debido en parte a: la disminución del uso de fuerza física en las actividades laborales, los sistemas de transporte, el consumo de alimentos altos en calorías, el abuso de drogas y el uso de nuevas tecnologías; las anteriores demandas afectan la salud mental y la calidad de vida psicológica de la sociedad.
Estudios recientes aseveran que entre más actividad física realice un profesional, mayor será su puntaje de empatía, relaciones interpersonales y responsabilidad social. Es por lo que, se considera la inteligencia emocional como un importante predictor de éxito en diversos ámbitos de la vida, que aumenta, si se toma en cuenta una actividad física (Angarita-Ortiz et al., 2020).
Según estos autores, la inteligencia emocional va más allá de la inteligencia tradicional, orientándose a un enfoque interpersonal e intrapersonal que añade un componente emocional y una significancia para el éxito personal y profesional; además de agregar, que la actividad física atribuye beneficios emocionales positivos, mejora el estado de ánimo, reduce efectos de la ansiedad, y produce mejor perspectiva de uno mismo.
Ros-Morente et al. (2018) afirman que, regular y reparar las emociones y, en última instancia, ser emocionalmente eficiente, conduce a una mayor satisfacción, un efecto positivo y una mentalidad más saludable, que, al mismo tiempo, lleva a los individuos a un mejor ajuste psicológico. Así mismo, la IE muestra una asociación positiva con una mejor calidad de vida, con la práctica de estilos de vida saludables y finalmente, con el bienestar físico y mental, por lo que se requiere mejorar las habilidades de la IE, y el ejercicio físico regular como una forma para lograrlo.
En efecto, se afirma que el deporte conlleva un estado de relajación y una confrontación con los retos cotidianos y con uno mismo. Asimismo, debido a la demanda de competencia, el individuo debe controlar sus emociones, direccionándolas de manera que no afecte el ámbito deportivo.
En los últimos años, ha crecido el interés por el estudio del estrés y de los factores psicosociales relacionados con el puesto de trabajo, debido a la repercusión que estos pueden tener sobre la salud de los trabajadores.
Uno de los colectivos más expuestos al estrés, debido a las características propias de su trabajo diario, lo constituyen los profesionales de la salud, y en especial, el personal de enfermería.
Explican De Dios Duarte et al. (2017) que dentro de los factores de riesgo para el desencadenamiento del estrés laboral en los profesionales de enfermería, se pueden resaltar: el contenido del trabajo, el grado de responsabilidad, el conflicto y la ambigüedad de rol, los contactos sociales y el clima de la organización, el contacto con pacientes, la carga de trabajo, la necesidad de mantenimiento y el desarrollo de una cualificación profesional, los horarios y turnos irregulares, y el ambiente físico en el que se realiza el trabajo, entre otros.
La Cultura Física que posea el profesional de enfermería, como miembro del equipo de salud, debe prepararlo para enfrentar situaciones generadoras de estrés, mediante el uso de mecanismos de afronte orientados a mantener y/o restablecer el equilibrio psicoemocional, el cual podría conllevar una mejor atención integral con calidad al paciente hospitalizado.
Debido a estas características de desempeño laboral, revisiones bibliográficas como la de Barbosa Granados y Urrea Cuéllar (2018) demuestran que el deporte y el ejercicio físico producen beneficios físicos, psicológicos y sociales, siendo importantes tanto a nivel terapéutico como preventivo para las especialidades médicas que enfrentan patologías diferentes todos los días en su quehacer laboral.
Desde el enfoque físico, el ejercicio deportivo mejora el funcionamiento del sistema cardiovascular, respiratorio, digestivo y endocrino; además, fortalece el sistema osteomuscular, aumenta la flexibilidad, la disminución de niveles séricos de colesterol y triglicéridos, intolerancia a la glucosa, obesidad y adiposidad.
A nivel psicológico, permite la tolerancia al estrés, adopción de hábitos protectores de la salud, mejora del autoconcepto y la autoestima, disminuye el riesgo percibido de enfermar, generando efectos tranquilizantes y antidepresivos, mejorando los reflejos y la coordinación, aumento en la sensación de bienestar, prevención del insomnio, regulación de los ciclos de sueño y mejoras en los procesos de socialización.
Recientemente, Herrera Molina et al. (2022) realizaron un estudio bibliográfico en el que relacionan varios conceptos que tienen que ver con el desempeño eficiente de la enfermería: promoción de salud, gobernanza y educación sanitaria, estilos de vida saludables, entre otros.
Muy relacionado con este tema, Pender (como se citó en Aristazábal et al., 2011) explica su modelo conceptual de conducta para la salud preventiva, en el que pone al individuo como ente responsable de sus decisiones acerca del cuidado de la salud personal. La aplicación de este, parte de factores cognitivos-perceptuales modificables por las características del contexto, los elementos personales y los interpersonales. El principio que los sustenta establece que la conducta humana puede ser motivada por el deseo de alcanzar el bienestar y el potencial humano.
Ese modelo de enfermería considera el estilo de vida multidimensionalmente y dependiente de las acciones incidentes en la salud que desarrolla la persona. Su estructura comprende tres categorías principales:
Las características y experiencias individuales, que incluye conducta previa relacionada y los factores personales.
La cognición y motivaciones específicas de la conducta, conformado por los factores personales del paciente, categorizándolos como biológicos, psicológicos y socioculturales.
El resultado conductual (Herrera Molina et al., 2022, p. 100).
Consecuentemente, todo lo anterior se deduce que el personal de enfermería necesita del desarrollo de destrezas con las que puedan ser conscientes de sus propias emociones, así como de la capacidad para regularlas en favor de un desempeño profesional más eficiente, ellos entes responsables de sus decisiones acerca del cuidado de la salud personal. En este aspecto, la salud física juega un rol decisivo, por lo que la actividad física se ha convertido en los últimos años en un pilar para las estrategias y programas de salud pública, debido a los numerosos beneficios (físicos y emocionales) que conlleva su realización, así como, a las consecuencias de la inactividad física, la cual se considera el cuarto factor de riesgo de la mortalidad mundial.
En la actualidad, se ha observado en un grupo de enfermeras (os) del Hospital Sur de Chilpancingo, Guerrero, México, los signos y síntomas asociados con sensación de nerviosismo, agitación o tensión, sensación de peligro inminente, aumento del ritmo cardíaco, sudoración excesiva, sensación de debilidad o cansancio, problemas para detener la mente o para pensar en otra cosa, problemas gastrointestinales, necesidad de evitar la situación que genera la ansiedad. Esta sintomatología se relaciona a situaciones de ansiedad y estrés, así como síntomas depresivos.
Objetivo general: determinar las relaciones entre actividad física y regulación emocional de un grupo de enfermera (o) s del Hospital Sur, Chilpancingo, Guerrero.
Como objetivos específicos:
Caracterizar la actividad física del grupo objeto de estudio.
Describir la regulación emocional del grupo objeto de estudio.
Comparar la actividad física y la regulación emocional en el grupo objeto de estudio.
Variable independiente: intensidad de la actividad física (alta, media o moderada y baja o inactiva).
Variable dependiente: control emocional (atención, claridad y reparación).
Para el estudio y posterior comparación de estas relaciones se utilizaron las rutas metodológicas descritas en Hernández, Sampieri y Mendoza (2018). Los instrumentos seleccionados para la recolección de la información corresponden a dos cuestionarios autodiligenciados. Un instrumento utilizado es la Escala para evaluación de la inteligencia emocional TMMS-24 (Trait Meta Mood Scale-24) (Fernández Berrocal et al., 1998).
El TMMS-24 fue validado para su aplicación por Angarita et al. (2020), donde se halló la consistencia de la prueba a través de la fórmula Alpha de Cronbach, obteniendo como resultado un valor de 0,927, indicando un alto nivel de confiabilidad del instrumento. Además, se aplicó esta misma para cada componente de la prueba, arrojando una consistencia interna de 0,90 para atención emocional, 0,90 para claridad emocional y 0,86 para reparación emocional.
El otro instrumento fue el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ) (1999).
MATERIALES Y MÉTODOS
La presente investigación se realizó con un diseño no experimental, desde el enfoque cuantitativo de tipo descriptivo comparativo de corte transversal, con la finalidad de cuantificar los resultados de las variables investigadas. Para la relación entre las variables se empleó la Correlación del Rho de Spearman.
De una población de 222 enfermeras(os) se pudo acceder a 100 que voluntariamente consintieron a formar parte de la muestra del estudio. Por lo que se realizó un muestreo no probabilístico, con una selección intencional, guiado por criterios de inclusión como:
Enfermera(o) s del Hospital Sur, Chilpancingo, Guerrero.
Con más de 5 años de experiencia.
Aceptación para participar de forma voluntaria, a través de los consentimientos informados.
Instrumentación
La TMMS-24 utilizada contiene tres dimensiones claves de la inteligencia emocional (IE) con 8 ítems cada una de ellas, estas dimensiones son:
Atención emocional, cuando el individuo es capaz de sentir y expresar los sentimientos en una forma adecuada.
Claridad emocional, se da cuando el individuo conoce bien sus propios estados emocionales.
Reparación emocional, cuando una persona es capaz de regular sus estados emocionales correctamente.
El TMMS-24 se utilizó para valorar las destrezas con las que se pueden reconocer las propias emociones y la capacidad para regularlas. La escala engloba 24 ítems de escala tipo Likert de 5 puntos (1= Nada de acuerdo, 2= Algo de acuerdo, 3= Bastante de acuerdo, 4= Muy de acuerdo, y 5= Totalmente de acuerdo).
Los autores indican que la puntuación se obtiene al sumar los ítems correspondientes en cada factor según las dimensiones especificadas.
El Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ) utilizado fue versión corta, el cual está compuesto por siete preguntas sobre frecuencia, duración e intensidad de la actividad física, realizada en los últimos 7 días, incluyendo el tiempo sentado en un día hábil. Los participantes son asignados en tres categorías de actividad física: Baja (sedentarios); Moderada y, los que se definen como individuos con actividad física alta.
El cálculo de fiabilidad de Alfa de Cronbach dio como resultado 0,783.
Los datos recopilados fueron procesados en razón de la estadística descriptiva y chi cuadrado de Pearson, con apoyo del programa IBM SPSS Stadistics V22 (Manual introductorio al SPSS Statistics Standard Edition 22) y Microsoft Excel, utilizando los estadísticos descriptivos, pruebas de correlación (Correlación del Rho de Spearman).
RESULTADOS
Después de aplicar el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ), resulta significativo para los objetivos de la investigación caracterizar la actividad física del grupo de enfermera (o) s, lo que permite describir que el 66,8 % de los encuestados expresa un nivel bajo de intensidad de actividad física y el 21 % nivel medio Solo un 12 % practica la actividad física con una intensidad alta.
Una vez implementado el TMMS-24 (Trait Meta Mood Scale-24), se obtiene que el 34 % deben mejorar su Atención emocional, el 35,6 % tienen una adecuada Claridad emocional y el 32 % una adecuada Reparación.
Para determinar la relación entre la Variable independiente: Intensidad de la actividad física (alta, media o moderada y baja o inactiva) y la Variable dependiente: control emocional (atención, claridad y reparación) se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman, que permite obtener un coeficiente de asociación entre variables.
Este coeficiente se calcula con base en una serie de rangos asignados y los valores oscilan de -1 a 1, siendo 0 el valor que indica no correlación, y los signos indican correlación directa e inversa. Los resultados indican que existe evidencia estadísticamente significativa entre ambas variables.
Los resultados indican que existe evidencia estadística para establecer correlación directa entre las variables objeto de estudio en la investigación (Tabla 1).
Rho de Spearman | V.D. Control emocional | |||
ATENCIÓN | CLARIDAD | REPARACIÓN | ||
V. I. Intensidad de la actividad física | ALTA | 0,26 | 0,69 | 0,77 |
MEDIA | 0,23 | 0,33 | 0,51 | |
BAJA | 0,05 | 0,21 | 0,31 |
Al analizar la Tabla 1, se determina que existe relación estadísticamente significativa
positiva entre la Frecuencia de la Actividad Física Alta y la Atención Emocional (Rho 0,26); con la Claridad Emocional (Rho 0,69) y con la Reparación Emocional (Rho 0,77), lo que demuestra que mientras más alta sea la frecuencia de la actividad física mayor será la Atención, Claridad y Reparación Emocional.
DISCUSIÓN
Se analizó la relación de la variable control emocional según la intensidad de la actividad física de las enfermeras (os) de Hospital Sur, Chilpancingo, Guerrero, al considerar que las emociones están relacionadas con el control de impulsos, la motivación, la perseverancia y la adaptabilidad, y que estas a su vez conforman rasgos de carácter como la autodisciplina, siendo esta una característica necesaria para desempeñar el papel de la enfermería.
Se caracterizó la muestra desde la práctica sistemática de ejercicios físicos y se arriba a la conclusión de que no es la mayoría quien se ejercita de manera adecuada físicamente, solo un 12 % practica la actividad física con una intensidad alta, considerando que el deporte, conlleva un estado de relajación y una confrontación con los retos cotidianos y con uno mismo, generando que el individuo controle sus emociones, direccionándolas de manera que no afecte el ámbito y desempeño laboral.
En cuanto al metaconocimiento de los estados emocionales propios y su necesario control, se obtiene que niveles bajos de sujetos atienden, esclarecen y reparan adecuadamente sus emociones.
Según investigaciones precedentes, se identifica que prestar demasiada atención a las emociones puede acarrear problemas psicológicos, o desajustes emocionales, síntomas físicos, depresivos o ansiedad, es decir, la persona que focaliza su atención de forma excesiva en los sentimientos, pero, no es capaz de clarificar qué siente, ni regular internamente sus emociones, puede optar por formas menos apropiadas para afrontar sus estados emocionales (Angarita-Ortiz, 2020).
Para investigadores como Barbosa Granados y Urrea Cuéllar (2018), el deporte y la actividad física son factores que influyen positivamente en la salud física: prevención en riesgos cardiovasculares, enfermedades crónicas, obesidad, cáncer, osteoporosis y enfermedades degenerativas como la demencia y la enfermedad Alzhéimer; y en la salud mental: ansiedad, depresión y disminución del estrés; mejora en las capacidades cognitivas, habilidades sociales, autoconcepto y resiliencia.
El presente estudio coincide con estos autores y resultados de investigación, pues en la presente se demuestra que la práctica de la actividad física genera bienestar en múltiples contextos donde se desarrollan las personas, como resultado del conocimiento de sí mismo y las habilidades internas mediante los cuales el individuo regula sus acciones. Se concluye que la práctica de la actividad física como hábito saludable puede influir en la estabilidad emocional de las personas: mientras más alta sea la frecuencia de la actividad física, mayor será la atención, claridad y reparación emocional.
En la comunidad donde se observaron los signos y síntomas de nerviosismo, agitación o tensión asociadas a situaciones de ansiedad y estrés, se describen las características antes mencionadas y se establecen correlaciones directas entre la intensidad de la actividad física y el control emocional de los sujetos investigados, o sea, a menor intensidad de la actividad física menor control y regulación emocional.