INTRODUCCIÓN
El pasado siglo fue escenario de la mayor ola de violencia que haya conocido la historia de la humanidad, incluyendo dos guerras mundiales, degradantes manifestaciones de injusticia social y fenómenos tan peculiares como la comercialización de la violencia a través de los medios masivos de comunicación, encargados de explotar el creciente gusto por un tipo de “producto cultural” vacío de los verdaderos valores éticos y estéticos, instaurados como modo de actuación cotidiano, alejados de la esencia humana.1
El fenómeno de la violencia ha proliferado en el mundo y de sus efectos Cuba no está exenta “…también la violencia ha venido a instalarse en nuestra vida cotidiana amenazando nuestras ciudades, escuelas y familias. Nunca antes como hasta ahora fue tan usada en la solución de los conflictos entre las personas, incluyendo los niños y los adolescentes”.2
La formación de una cultura de paz ha devenido imperativo de una época en la cual, al decir de Galeano, referenciado por Torres Díaz:1 “… el mundo está enfermo de violencia... habla de paz y transpira guerra”. Entre las vías para lograr la estimulación del interés personal y social por encontrar un camino que conduzca a un mundo mejor, más justo y solidario, está la educación entendida en su concepción más amplia.
El logro de una cultura de paz supone una interiorización de los aspectos abordados en la mentalidad tanto individual como colectiva, lo que la hace un proceso lento y complejo que implica un cambio en las formas de actuar de los individuos en todos los ámbitos y escalas de la sociedad: en la familia, escuela y comunidad. Para ello la educación tiene una importante función al favorecer la formación de los valores de las presentes y futuras generaciones, lo que permite la evolución del pensamiento social.3
La Educación para la Paz y los Derechos Humanos (EPDH) constituye una vía para la prevención de la violencia, el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura sobre la base de la solidaridad humana. Ha surgido como alternativa para prevenir y corregir la violencia especialmente desde la escuela, por el papel que esta puede desempeñar al contar con los espacios, tiempos y medios para ejercer influencias sistemáticas sobre los principales sujetos sociales que intervienen en la educación de las nuevas generaciones.4
Las experiencias que se presentan parten del proyecto denominado: La educación para la paz centrada en la formación de valores éticos y estéticos por una cultura de paz. En vínculo con él se desarrollaron tesis de diploma, maestrías y doctorados que validaron en la práctica el modelo propuesto por Arteaga González.5 De allí derivaron acciones que fueron aplicadas en la sede pedagógica aprovechando los procesos sustantivos de la universidad y las potencialidades del currículo. El objetivo del presente artículo es: mostrar las experiencias sobre la aplicación de acciones dirigidas al fomento de una cultura de paz en el proceso de formación humanista en estudiantes universitarios.
MÉTODOS
Se realizó una investigación-acción con enfoque cualitativo en la Sede Pedagógica “Félix Varela” en el año 2016. La población de estudio estuvo constituida por todos los estudiantes de nuevo ingreso a la carrera de Educación Artística, a los cuales se les solicitó el consentimiento informado para participar en el estudio.
Los métodos de nivel teórico utilizados fueron:
Histórico-lógico: para estudiar el fenómeno y sus causas.
Analítico-sintético: consustancial a todo proceso investigativo en una constante composición y recomposición de las ideas a partir del análisis de la información obtenida.
Inductivo-deductivo: permitió determinar regularidades y realizar generalizaciones relacionadas con las potencialidades del currículo y la extensión universitaria para la conformación y aplicación de las acciones que contribuyeran a la formación de una cultura de paz.
Para el diagnóstico se aplicaron los siguientes métodos del nivel empírico:
La observación participante: a los estudiantes en actividades realizadas en los distintos espacios y tiempos escolares, por las ventajas que tiene para controlar la subjetividad del observado. Se utiliza en otros momentos de la investigación para controlar la aplicación de las acciones y los efectos sobre los participantes.
El completamiento de frases de González Rey,6) por su probada eficacia en anteriores investigaciones para diagnosticar la identificación afectiva familia-escuela, proyectos de vida, uso del tiempo libre, características personales, autoestima. Contiene preguntas abiertas que se procesaron según las de mayor frecuencia de respuestas; este instrumento ofreció información amplia sobre la actuación de los estudiantes a nivel social.
La prueba pedagógica: para que mostraron su acuerdo o desacuerdo con las opiniones presentadas ante situaciones donde se manifestaban o no, actitudes que favorecían o no, la cultura de paz.
Las categorías y subcategorías para el análisis de la cultura de paz tenidas en consideración coincidían con las dimensiones siguientes:
Saberes: en primer lugar, los relacionados con las concepciones filosóficas, éticas y sociopolíticas sobre los problemas globales contemporáneos en los conceptos violencia, paz, derechos humanos, valores humanos, educación para la paz, condiciones para la construcción de la paz, conflictos y distintas formas de conflictos: causas, efectos y formas de solución; en segundo lugar, los saberes acerca de los elementos básicos de las ciencias pedagógicas: unidad de instrucción y educación, el enfoque personalizado, unidad del colectivo escolar y la comunidad educativa y educación en valores; en tercer lugar, se tuvo en consideración el autoconocimiento de potencialidades y limitaciones, dominio de las normas de convivencia, la fundamentación de su necesidad y su cumplimiento como regulador externo de la conducta.
Capacidades: para la solución de conflictos por métodos no violentos, para mantener una comunicación afectiva mediante el uso del diálogo, la cooperación, negociación y mediación en conflictos mostrando capacidad reflexiva y crítica, a partir de la selección adecuada de criterios de valor para juzgar la conducta propia y la ajena; para conducirse en las relaciones interpersonales, de control y autocontrol, de ganar-perder, resistencia a la frustración, empatía, comprensión y tolerancia; de intervención, es decir, hacerse escuchar y escuchar, defender sus puntos de vista y transformar la realidad.
Actitudes: rechazo a la violencia como forma de solucionar conflictos, tolerancia ante la conducta y la opinión ajena; la práctica sistemática de la crítica y autocrítica valorativa para la transformación de la realidad a partir de criterios humanistas centrados en los valores morales de comprometimiento con el bien común; de compromiso cívico mostrando autonomía en general y autonomía moral y creatividad.
Comportamientos: que muestren autonomía regulada por los valores morales, solidarios y de colaboración que propicien la protección de la vida humana y de la naturaleza.
Estilos de vida: que se reflejan en el uso sano y culto del tiempo libre y de una convivencia ciudadana afectiva en la armonía entre lo individual y lo social.
Todos esas categorías y subcategorías centradas en los valores morales y su interiorización a partir del humanismo como principio rector en la base del sistema de valores por su alto papel regulador de las relaciones y la conducta humana: dignidad, justicia, solidaridad, responsabilidad, etc.7 y en los valores que identifican la cultura de paz: derechos humanos, paz, diálogo, libertad, democracia, tolerancia en contraposición a antivalores y conductas antivaliosas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Según el análisis de los resultados de los métodos empíricos aplicados, la violencia física no fue predominante entre los estudiantes; sin embargo, se observó uso frecuente de juegos de manos que, en determinados momentos provocaron discusiones, disgustos y afectación de las relaciones sociales. Algunos consideraban que pedir disculpas, o solucionar pacíficamente los conflictos o discusiones se identificaba con debilidad en el carácter, sobre todo entre los varones. En cuanto al funcionamiento grupal, la crítica y la autocrítica no emergieron frecuentemente como recurso para garantizar una adecuada convivencia, se constató tendencia a justificar las conductas deficientes y encubrir los errores o minimizarlos.
Entre algunos de ellos, los valores no constituyeron criterios para juzgar la conducta propia o la ajena, se daba más peso a la violación de la norma y al resultado que puedan acarrear sus acciones: regaños, sanciones, o afectación del juicio de los docentes, que a la conciencia de lo mal hecho con predominio de reguladores externos; de manera general se apreciaron limitaciones en la autorregulación; aunque se destaca un mejoramiento en la conducta respecto a otros cursos escolares y resultó altamente positivo que en la cotidianidad se manifestaron cordiales y afectuosos entre ellos y con los profesores.
Los docentes investigadores consideraron útil aplicar una estrategia sobre educación para la paz, con el objetivo de elevar la cultura de paz en los estudiantes universitarios, la cual fue aplicada con resultados alentadores, según se refiere a continuación:
I. Acciones aplicadas al colectivo pedagógico de la institución:
Se impartió el tema “La educación artística como arma ideológica de la Revolución cubana”, en varias sesiones de preparación metodológica, para lo cual se elaboró un programa con los temas, se desglosaron los conceptos básicos relacionados con la cultura de paz y los medios expresivos de cada manifestación de las artes enfatizando en los recursos que utiliza para contraponer la paz a la violencia; se ofreció un listado de las posibles obras artísticas para realizar estos análisis con los alumnos y se explicó una metodología para el cine debate. Se presentaron guías de observación para las diferentes manifestaciones y se ofrecieron formas de evaluación, autoevaluación y coevaluación, para intencionar la consolidación del valor de la crítica y la autocrítica.
Se analizó el Programa director para el reforzamiento de los valores fundamentales en la sociedad cubana actual,7) y se discutió en talleres metodológicos su inclusión en el currículo a partir de las potencialidades de las asignaturas. Los docentes presentaron sus propuestas las que fueron aprobadas en cada colectivo, para su aplicación.
Se impartió un curso de posgrado: La música por una cultura de paz, a profesores del Departamento de Extensión Universitaria y Educación Artística. Sus contenidos se centraron en dotar a los docentes de herramientas para el tratamiento adecuado de soluciones de conflicto a fin de lograr una cultura de paz centrada en la consolidación de los valores morales, y en la influencia de la música para generar un clima de relajación y/o alegría, y de intercambio social amigable.
Fue impartido el curso: Hacia una cultura de la visualidad, que abordó aspectos teóricos y prácticos del origen, evolución, desarrollo, actualidad y perspectivas de la fotografía, el cine y la televisión, como medios esenciales de la visión. Se incorporaron acciones de adiestramiento, capacitación y superación infotecnológica a partir de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que propiciaron el conocimiento acerca del lenguaje de la imagen audiovisual, su uso en el proceso enseñanza aprendizaje y la utilización de softwares educativos; se propició un necesario debate por la manera en que algunos medios de comunicación utilizan acciones e imágenes violentas para atraer fundamentalmente al público joven, lo cual puede generar un deterioro del concepto de convivencia pacífica; en contraposición con las ventajas de contar con estos medios para promocionar actitudes de paz.
Acciones aplicadas en los alumnos:
Fueron identificados los estudiantes con mayores manifestaciones de violencia en sus actuaciones y se conformaron varios espacios de conversación, tratando de que interiorizaran sus motivos de actuación, con el objetivo de ayudarlos a resolver los conflictos de forma pacífica y brindándoles herramientas clave para su aplicación en la vida cotidiana; se apoyaban estos debates en lecturas de libros donde sus personajes, con similares o diferentes actuaciones, sirvieron de ejemplos en la toma de situaciones ante determinados conflictos.
En coordinación con los docentes psicólogos, se ofreció atención directa y diferenciada a estudiantes víctimas de violencia en sus relaciones interpersonales por tener determinadas características en cuanto a preferencia sexual o discapacidades físicas, tratando de que se aceptaran como son y elevaran su autoestima y el respeto por sí mismos.
Se realizaron debates sobre situaciones del mundo actual que afectan la cultura de paz: agresiones imperialistas a Afganistán, Irak, Libia, Siria, etc., las amenazas terroristas a países y personas, la violencia contra el medio ambiente; la manipulación mediática y sus consecuencias sociales, económicas, políticas, jurídicas y culturales y el bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba como expresión de suma violencia entre Estados.
Se proyectaron las películas cubanas: “Boleto al paraíso”, de Gerardo Chijona, “José Martí, el ojo del canario”, de Fernando Pérez, y “Chamaco” de Juan Carlos Cremata, entre otras, vinculadas a contenidos tratados o sugeridos por los programas escolares que promovieron reflexiones acerca de problemáticas relacionadas con infecciones de trasmisión sexual, la drogadicción, el abuso psicológico y sexual, las consecuencias del sexo desprotegido, la falta de amor y los problemas de la comunicación en las relaciones interpersonales. Se apreció el rechazo a conductas irresponsables como expresión de la necesidad de vivir en paz consigo mismo y con los demás, a partir de la responsabilidad personal de cada individuo para lograr el bienestar humano en un ambiente pacífico.
Algunas acciones se introdujeron desde el propio currículo escolar sin que fueran forzadas, sino en correspondencia con sus posibilidades; en general, se implementaron en todos los componentes del proceso enseñanza aprendizaje: lo académico, lo laboral, lo investigativo y lo extensionista, a partir de las dimensiones de la educación para la paz: vivir en paz consigo mismo, con los demás y con la naturaleza. Por su variedad, las acciones resultaron novedosas e interesantes desde las propias especificidades de los contenidos y espacios. La aceptación por los estudiantes de las actividades y toma de conciencia de esta problemática trajo consigo cambios en la forma de pensar respecto a la violencia y asunción de puntos de vista críticos acerca de sus manifestaciones.
Otras de las experiencias positivas a mencionar fue el estudio de esta temática en investigaciones realizadas por profesores de los departamentos Marxismo-Leninismo e Historia, Español-Literatura, Educación Artística, Extensión Universitaria y Formación Pedagógica en las que se diseñaron nuevas acciones, aplicables no solo en este contexto universitario, sino que pueden ser extendidas a otras facultades y universidades a partir de la prestación de servicios en la sede pedagógica “Félix Varela” y la relación interuniversitaria.
La aplicación de las acciones confirmó que la extensión universitaria resulta una vía eficaz para fomentar la educación de una cultura de paz, unida indisolublemente a la formación de valores en general y la educación estética en particular, para un desempeño exitoso del futuro profesional de la educación.8
Los autores coinciden con Pérez Veitía et al.9 en cuanto al concepto de educación para la paz entendido como un proceso formativo continuo, dinámico, fundamentado en los conceptos de paz positiva, orden mundial real, derechos humanos y la perspectiva de la solución pacífica de los conflictos sobre la base de la ética, que prepare al hombre en su dimensión individual y social para develar críticamente la compleja y conflictiva realidad, actuar en consecuencia a partir del papel regulador de los valores con un profundo humanismo y aprovechando las vivencias que más favorecen las relaciones humanas, buscando salidas constructivas, no violentas; evitando lo que implique daño o destrucción del hombre, de su cultura material y espiritual, y de su medio ecológico.
Según de Oña Cots et al.10 en el contexto universitario, la educación para la paz viene a presentarse como una posibilidad educativa para la construcción común de otra cultura, una en la que todos puedan aportar y se rechace la violencia como forma de solución de los problemas; que opte por estilos dialógicos y de negociación entre personas y pueblos. Ellos añaden: “La necesidad de plantear una cultura de paz que nos comprometa política y culturalmente con la dignidad de la persona, y que nos ayude a rescatar valores como la tolerancia y la solidaridad, es hoy un reto urgente para todos, ya que está en juego el respeto a los derechos fundamentales de la persona”. Estos criterios constituyen basamento de la investigación que generó las experiencias aquí compartidas.
CONCLUSIONES
Las experiencias generadas por la aplicación de las acciones para una cultura de paz desde el currículo y la extensión universitaria, evidenciaron cambios positivos en el modo de actuación de los alumnos, y en la preparación de los docentes desde el punto de vista metodológico para abordar la formación de estos conceptos; aunque valoradas cualitativamente, las acciones demostraron su efectividad en la educación superior.