INTRODUCCIÓN
El consumo adictivo de alcohol es una enfermedad, considerada una de las toxicomanías más relevantes en el mundo; en la actualidad es valorado como drogadicción modelo que conduce a la dependencia de otros tipos de drogas peligrosas y dañinas para la salud humana.
La gravedad del alcoholismo adquiere una mayor connotación al constituir una adicción cada vez más frecuente entre los adolescentes; esta etapa de la vida constituye uno de los principales grupos de riesgo, favorecido por las características biológicas, psicológicas y sociales definidas en la literatura científica con respecto a este período evolutivo.1
La proliferación en el consumo de alcohol como adicción por la población adolescente es un problema científico-social con tendencia creciente a escala mundial; se ha conviertido en una dependencia negativa en varias de las actividades desarrolladas por la sociedad para el bienestar y placeres juveniles.2
La adolescencia es el período del desarrollo humano que se extiende desde la aparición de los primeros cambios puberales hasta el inicio de la edad adulta (adquisición de la madurez física, psicológica y social). Organismos internacionales: la OMS y la OPS definen al grupo adolescente como la población comprendida entre los 10 y 19 años; es una etapa vulnerable en relación con la adopción de comportamientos dañinos, incluyendo el consumo de alcohol y otras drogas, los comportamientos de riesgo sexual, la inactividad física, la dieta poco saludable y el consumo de tabaco.3
Entre los jóvenes, el alcohol es la droga predilecta, de hecho, lo utilizan con mayor frecuencia e intensidad que todas las demás drogas ilícitas combinadas. Aunque la mayoría de los adolescentes de entre diez y catorce años aún no han comenzado a beber, la adolescencia temprana es un momento de especial riesgo para comenzar a experimentar con el alcohol.4
El consumo anual de este tóxico absoluto por habitantes mayores de 15 años es aproximadamente de 15 litros en países en Estados Unidos y Canadá, México y Perú; el abuso y la dependencia de alcohol figuran como la tercera causa de trastornos, superados solo por la neumonía y los accidentes de tránsito; el alcoholismo se encuentra entre los factores de riesgo de la carga mundial de morbilidad por el Programa contra el Alcoholismo y el Abuso de Bebidas Alcohólicas.5
En Cuba, la mortalidad por trastornos mentales debidos al uso del alcohol se encuentra entre las primeras 35 causas de muerte, con 564 defunciones para una tasa de 5,0 por 100 000 habitantes.6
Cualquier consumo de alcohol en menores se considera un consumo de riesgo que puede implicar daños futuros para la salud física o mental, pero que no se traducen en problemas médicos o psiquiátricos actuales. El grado de riesgo no estará solo relacionado con el nivel de consumo de alcohol, sino también con otros factores personales o ambientales relacionados con la historia familiar, ocupación laboral, estilo de vida, pobreza, etc.7
En el sector de la salud pública, los profesionales de la atención primaria están en una posición privilegiada para identificar e intervenir con aquellos pacientes cuyo consumo es de riesgo o perjudicial para su salud. También pueden jugar un papel esencial para lograr que pacientes con dependencia de alcohol inicien tratamientos para eliminar esta adicción.
El Consultorio Médico de Familia (CMF) no escapa de esta problemática, identificada en el análisis de la situación de salud, es por ello que los autores se motivaron a realizar la presente investigación con el objetivo de modificar los conocimientos sobre el alcoholismo en los adolescentes.
La importancia de esta investigación radica en el impacto social y cultural en los adolescentes desde el CMF, visto a través del aporte del trabajo de intervención educativa para la prevención del alcoholismo. Los autores se propusieron prevenir el consumo del alcohol en las poblaciones con estas características etarias para proporcionales una vida más plena, saludable e incorporarlos a la sociedad, interesarse en los modos de actuación y la prevención de patologías asociadas, a partir de una intervención educativa.
El objetivo de este artículo es: exponer la efectividad de una intervención educativa para incrementar los conocimientos sobre el alcoholismo en adolescentes.
MÉTODOS
Se realizó un estudio cuasiexperimental en el CMF No. 5 del Policlínico Universitario “Ramón López Peñaˮ de Santiago de Cuba, en el período de febrero a agosto del 2023. La población de estudio estuvo constituida por 45 adolescentes consumidores de riesgo que cumplieron los siguientes criterios:
De inclusión: pertenecer a la comunidad, adolescentes hasta los 19 años de edad, voluntad de participar en el estudio y que los padres ofrecieran el consentimiento informado.
Criterios de exclusión: adolescentes portadores de cualquier discapacidad física o mental que limitara su participación en el estudio.
Para darle cumplimiento a este acápite se tuvieron en cuenta los principios éticos establecidos al efecto. Se solicitó el consentimiento informado de los participantes.
Métodos teóricos:
Analítico-sintético: permite profundizar en los fundamentos teóricos del objeto que se estudia, para someter a crítica los documentos analizados que permiten la sistematización del estado actual de la problemática en los adolescentes.
Inductivo-deductivo: considera cómo lo general se manifiesta en lo particular y cómo lo particular refiere a pautas generales del alcoholismo en los adolescentes.
Métodos empíricos:
El cuestionario: para la obtención del dato primario y diagnosticar el desconocimiento de los adolescentes sobre el alcoholismo.
Métodos estadísticos: cumplieron una función relevante en la investigación ya que contribuyeron a la tabulación y procesamiento de los datos que se obtuvieron y fueron expresados en porcentajes.
El estudio contó de 3 etapas:
Para cumplimentar el objetivo se aplicó un cuestionario inicial previamente elaborado por el equipo de investigación para conocer el conocimiento que poseen los adolescentes sobre el alcoholismo; se aplicó por los autores de la investigación para evitar sesgo del diseño, en el primer encuentro del programa educativo.
La evaluación se realizó mediante la encuesta clave, clasificándose como Adecuados, si se obtenían, al menos, 60 puntos; o Inadecuados si la cifra alcanzada fue de 59 puntos o menos, respecto a los conocimientos. Cada pregunta constó de varios incisos, a cada uno de los cuales se les concedió un valor de cinco puntos, y un total de 20 puntos por pregunta, para una máxima evaluación de 100 puntos.
Los 45 adolescentes conformaron dos subgrupos de 20 y 25 personas. Se diseñó la intervención en siete sesiones de trabajo, en forma de sistema con un carácter educativo, flexible, asequible, dinámico y pedagógico encaminado desde el CMF; su carácter educativo contribuyó a prevenir de forma consciente el alcoholismo, con una duración de dos horas diarias (una hora para cada grupo) para conferencias y actividades prácticas. Las clases se impartieron los sábados en el horario de 9:00 am a 10.30 am, con dos frecuencias semanales (una por grupo) en una escuela de la comunidad, ubicada cerca del consultorio y un lugar accesible para las participantes. Para llevar a cabo la intervención, se utilizó el siguiente plan temático, apoyados en técnicas participativas para mantener la motivación de las participantes.
Tema 1: Introducción sobre la intervención. Objetivo. Presentación de los investigadores y participantes
Tema 2: Tipos de consumo de alcohol
Tema 3: Factores de riesgo del consumo de alcohol
Tema 4: Consecuencias del consumo excesivo de alcohol
Tema 5: Conducta ante el hábito
Tema 6: Prevención del alcoholismo. La autoestima en los adolescentes
Tema 7: Consolidación de los temas y cierre del curso
La intervención se evaluó a través de la aplicación del mismo cuestionario del diagnóstico, seis meses después, bajo los mismos criterios de la etapa diagnóstica, para comparar los resultados antes y después de la intervención.
Para lograr el mayor grado de validez científica posible, basada en un marco teórico bien fundamentado, se realizó una exhaustiva revisión bibliográfica a la luz de los conocimientos actuales respecto al tema en general, y de las temáticas particulares, en varias unidades del sistema de salud tales como: las bases de datos LILACS, MEDLINE, CUMED y los sitios Web de la OPS e INFOMED. Se realizaron además consultas de asesoramiento con especialistas de vasta experiencia relacionados con el tema estudiado.
La información recopilada se realizó en forma computarizada y para el procesamiento se confeccionó una base de datos en el programa estadístico SPSS versión 24. Se representaron los datos en porcientos.
Para la validación de los resultados se empleó la prueba de MC Nemar, la cual expresa los cambios de una variable en dos tiempos (antes y después), esta prueba se realizó con un nivel de significación de 0,05.
Con un valor teórico en la distribución X2 1; 0,05 = 3,8415, significativo, si el valor obtenido en la prueba es superior, lo que evidenciaría que la proporción de individuos con conocimientos adecuados es diferente a la proporción de individuos con conocimiento inadecuado, después de la intervención.
Se calculó el porciento de variación empleando la fórmula:
Valor inicial: valor encontrado inicialmente, es decir, antes de la investigación.
Valor final: valor encontrado después de la investigación.
Resultado significativo: cuando p sea menor de 0,05 y el porciento de variación superior a 60.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En cuanto a la composición de la muestra predominó el grupo de edad de de 17-19 años con un 57,8 %. El sexo masculino estuvo representado por el 62,2 %, según se muestra en la Tabla 1.
El alcohol es una sustancia que afecta a todo el organismo. El sexo, la edad y las características biológicas del consumidor determinan el grado de riesgo al que se exponen cuando se consumen.
Al respecto, De la Rosa et al.,8 encontraron en una investigación realizada en la provincia Granma, un predominio del grupo etario de 15 a 19 años, lo cual coincide con la presente investigación. Por su parte, Macías et al.,9 en Ecuador tuvieron resultados diferentes, allí predominaron los adolescentes entre 11 y 14 años. A pesar de que el consumo de alcohol se evidencia cada vez más en edades menores, este comportamiento predomina en la segunda etapa de la adolescencia.10,11
Los autores de la presente investigación consideran que el cambio de nivel de enseñanza, la fiesta de los 15 años, acercarse a los 18, etc., son factores que facilitan que el adolescente sienta un mayor control sobre su vida, sus decisiones, y por tanto, de lo que es bueno o no para su salud, así como la manera en que celebran sus triunfos.
Blázquez et al.,12) reportaron mayor porcentaje de consumo de ambas drogas en el grupo de edad de 14 a 16 años; y mencionaron que el consumo de alcohol es ligeramente mayor en las mujeres.
Casango13) en su estudio obtuvo que el 61,4 % de los participantes mencionaron haber consumido alcohol alguna vez en su vida; de estos, 31,5 % son hombres, y 29,9 % mujeres; la edad en que ingirieron por primera vez alguna bebida alcohólica ocurrió entre los 5 y los 14 años, con una media de 11,7 años, lo que difiere del presente resultado.
La Tabla 2 expresa la distribución de los adolescentes según frecuencia de consumo de alcohol: el 55,6 %, manifestaron ingerir bebidas alcohólicas una vez al mes, en el caso de las féminas. Sin embargo, los varones mostraron mayor frecuencia de consumo.
En cuanto a la frecuencia de la ingesta de alguna bebida alcohólica, Casango13) reportó el 40,2 % con un consumo de una o menos veces al mes; similar a los presentes resultados; es importante destacar el hecho de que 5 jóvenes (11,1 %) reportaron consumir dos o más veces por semana, lo que muestra el inicio de un consumo problemático.
Estudios realizados en jóvenes adolescentes indican que el consumo de bebidas alcohólicas ocurre a edades cada vez más tempranas. Castaño et al.,14) en un grupo de 538 adolescentes cubanos, reportaron que 82,3 % había consumido alcohol en algún momento de su vida. De los que consumieron, 66 %, no mostraba problemas por ello, 21,6 % evidenciaba un consumo perjudicial, y 12,5% presentaba dependencia.
A juicio de los autores, el desarrollo de la personalidad provoca en el adolescente la necesidad de independencia frente al núcleo familiar y la búsqueda de integración en grupos sociales. Por tanto, esta necesidad de pertenecer a un grupo puede llevar a los adolescentes a desarrollar comportamientos de riesgo, como el consumo de alcohol.
El 85,7 % de los adolescentes del estudio realizado por Rivera et al.,15) refirieron consumir bebidas alcohólicas con regularidad; con un porciento mayor al del presente hallazgo, y de otros estudios que muestran cifras diferentes tales como 62,7 %4 y 45 %.5
El criterio de los autores de este trabajo establece que para tener una vida saludable hay que evitar el consumo de alcohol y sus efectos nocivos en el cuerpo humano, aquí es donde juega un papel primordial conocer los patrones de consumo del alcohol.
Consideran los autores además, que el alcohol está presente con mucha frecuencia en la vida recreativa y las relaciones sociales de muchos de los adolescentes. Con mayor presencia durante los fines de semana y días festivos. Además, se constata una estrecha asociación entre los consumos de alcohol, tabaco y cannabis en muchos estudiantes que se inician en una de estas drogas. Porque suele ser habitual que el alcohol sirva como droga que abre paso a otras sustancias.
Las evidencias muestran que el consumo de alcohol representa uno de los problemas más importantes de salud entre la población adolescente; sin embargo, para que ocurra la ingestión, debe haber una serie de motivos que lleven a esa conducta.
La Tabla 3 evidencia el nivel de conocimiento de los participantes sobre diferentes dimensiones relacionadas con el alcoholismo antes y después de la intervención, se apreciaron niveles inadecuados (entre el 77,8 % y 86,7 %) antes de la intervención.
Al culminar la intervención el nivel de conocimientos se incrementó entre 93,3 % y 95,6 %. El análisis estadístico mostró diferencias muy significativas (p<0,001). El valor obtenido del estadígrafo Mc Nemar fue superior al valor teórico, en todas las dimensiones, por tanto, fue significativo.
El alcoholismo tiene una etiología multicausal, en tanto que en él parecen influir factores: la disfuncionalidad familiar, patrones educativos inadecuados, la presencia de conflictos psicológicos, limitaciones en el desarrollo personal, la falta de información sobre sus riesgos y consecuencias, así como la propia representación social que los jóvenes tienen sobre este problema de salud.16
En el presente estudio las principales causas que plantearon los adolescentes fueron esencialmente tres: el hecho de tener un fácil acceso a las bebidas alcohólicas, para olvidarse de los problemas, y para socializar. La primera de estas tres razones coincide con los estudios realizados por Macías et al.9) quienes plantean que el alcohol representa una droga "lícita" con la cual se inician los jóvenes en el vicio adictivo porque es barato, accesible y socialmente aceptado.
Son numerosos los efectos adversos que tiene el consumo abusivo de alcohol para la salud física, mental y social del individuo. No en vano, el alcohol afecta negativamente a todo el organismo, aunque su principal impacto recae en el sistema nervioso central y el funcionamiento cerebral.
Sin embargo, en el caso de los adolescentes sus estragos son aún mayores, si cabe. Ello se debe a que el proceso de maduración cerebral finaliza ya entrada la segunda década de la vida. Lo que significa que el organismo, sobre todo, el cerebro adolescente, es mucho más vulnerables a los problemas de salud que genera el alcohol.
En una investigación realizada por Rodríguez et al.,17) para adolescentes que inician el consumo abusivo de alcohol y otras drogas, los resultados mostraron que el porcentaje de conocimientos sobre este tema se modificó significativamente después de la intervención, similar a los aquí mostrados.
Cruz et al.,18 realizaron una investigación sobre la efectividad de la estrategia de prevención de consumo de sustancias psicoactivas (alcohol y tabaco) en adolescentes; en el pretest, en tres provincias de la región de Huancavelica, Perú, reportaron que el 52,5 % del grupo experimental y 50,6 % del grupo control respectivamente, tenían desconocimiento sobre el tema, lo cual se logró modificar positivamente después de la intervención.
Los autores del presente trabajo opinan que se trata de que los menores aprendan a desarrollar su propio criterio a partir del conocimiento impartido. Un conocimiento que les explique las consecuencias que tiene el consumo de alcohol para su salud y su bienestar. Así como los múltiples riesgos que conlleva el consumo excesivo de alcohol, tanto esporádico como frecuente, haciendo especial énfasis en la enfermedad del alcoholismo y qué hacer si se asume esta conducta. La mejor herramienta para prevenir el alcoholismo en la adolescencia está en promover una sólida educación en valores, y un estilo de vida saludable. Educación que se inicia en el hogar, pero se profundiza aún más en los centros educativos y de salud.
Martínez et al.,19 realizaron un estudio con el propósito de identificar las circunstancias de riesgo de consumo de alcohol y las estrategias para enfrentar exitosamente una recaída o el consumo abusivo en un grupo de adolescentes que terminaron un programa de intervención breve; en sus resultados mostraron que la mayoría de los participantes (24,7 %) presentaron conocimientos inadecuados, los cuales se modificaron después de la intervención, similar a los presentes hallazgos.
Por otra parte, Álvarez20) realizó un estudio para prevenir el consumo de alcohol en adolescentes a través de una intervención breve, halló un efecto significativo en el grupo intervención para la variable nivel de conocimiento, y por otra parte, concluyó que los adolescentes que recibieron la intervención redujeron en mayor medida el consumo de alcohol que los adolescentes que no la recibieron.
El médico y enfermera de la familia juegan un rol decisivo en la prevención del alcoholismo en los adolescentes. En efecto, una información rigurosa y visual de los problemas que acarrea el consumo abusivo de alcohol es el mejor método para evitar su inicio. Y más ahora, cuando existe más información e investigaciones científicas que nunca para realizar una intervención educativa precisa. Así, proporcionar desde el ámbito educativo una formación avalada en tantos datos disponibles, puede salvarles la vida o cuanto menos, la calidad de vida a más de un adolescente.
Aporte científico
La investigación aporta los resultados efectivos de una intervención educativa -centrada en la prevención del alcoholismo-, validada por expertos, con un plan temático bien diseñado y factible para ser utilizado en la atención primaria de salud, dirigida a la orientación de los adolescentes consumidores, y alertando sobre sus riesgos y daños a la salud.