INTRODUCCIÓN
“El tiempo en la historia es múltiple, y el espacio adquiere diversos significados para los hombres en las diferentes épocas históricas, variando los ritmos de evolución de una sociedad o un continente en cada fase de su desarrollo. La relación anterior revela la necesaria interconexión del sujeto, inmerso en una temporalidad y espacialidad propias, con otros sujetos que están a su alrededor, entre los que se encuentran sus coetáneos, los familiares, los miembros de la comunidad y otros actores sociales”. (López, 2013, p. 38).
El dominio eficiente del espacio convencional que posee un hombre instruido es el resultado de un proceso paulatino de aprendizaje a lo largo de varios años y no solo debido a las facultades innatas que posee el ser humano al nacer.
Este artículo tiene como objetivo explorar diversas aproximaciones conceptuales sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje de la construcción de textos escritos, cuando se exige un determinado espacio, a las que se llega por una sistematización de los estudios de otras especialidades.
La sistematización de la experiencia de las autoras en el estudio de los contenidos relacionados con el ajuste de la información a un espacio en la construcción de textos escritos, se basa en una constante reflexión teórica para alcanzar la necesaria integralidad en la introducción de los contenidos y determinar aquellos elementos que pueden incorporarse a la contribución a la teoría para elaborar un nuevo conocimiento o ampliar el existente.
En los estudios de la didáctica de la construcción de textos se han conceptualizado y utilizado recursos metodológicos para que el alumno se ajuste al tema, sea suficiente sin límite de espacio, organice la información interna y externa teniendo en cuenta la relación coherencia-cohesión, mejore la ortografía y la presentación, de acuerdo con funciones específicas de los textos; sin embargo, se requiere como imperativo de la práctica educativa un redimensionamiento de los recursos didácticos empleados para enseñar a construir textos en un espacio determinado. En la actualidad está tomando forma una nueva organización del espacio producto del desarrollo de las tecnologías de la información y el conocimiento.
MÉTODOS
La utilización de los métodos histórico-lógicos, analítico-sintéticos, inductivo-deductivos, ascenso de lo abstracto a lo concreto, sistémico-estructurales, modelación, sistematización, posibilitó analizar y procesar la teoría acerca de los fundamentos de la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje de la construcción de textos escritos con enfoque profesional y la enseñanza de la noción de espacio en este proceso.
RESULTADOS
El tema de la espacialidad ha sido abordado por diferentes disciplinas de la ciencia, no solo como medio de localización, sino también como recurso de investigación y explicación, por lo que sus estudios tienen una visión multidisciplinaria; entender el espacio ha significado comprender la relación bilateral hombre-entorno.
Los planteamientos filosóficos en torno al concepto de espacio varían desde los propios del idealismo en el que es considerado como una pura vivencia subjetiva, hasta los estudios de la dialéctica que considera el espacio como una forma de existencia de la materia y no otra realidad distinta en donde puedan inscribirse objetos y procesos. “El espacio nos remite a los lugares donde se desarrollan las actividades humanas” (Pérez, 2010, p. 68).
Lenin (1986) precisa el carácter objetivo del tiempo y el espacio, cuando destaca: “(…) en el universo no hay más que materia en movimiento, y la materia en movimiento no puede moverse de otro modo que en el espacio y en el tiempo. Las representaciones humanas sobre el espacio y el tiempo son relativas, pero la suma de estas representaciones relativas de la verdad absoluta, esas representaciones relativas van en su desarrollo hacia la verdad absoluta y a ella se acercan” (p.166).
Para los estudios de Física son muy importantes las aportaciones a partir de Einstein y su teoría de la relatividad general, según la cual el tiempo y el espacio no son magnitudes absolutas sino relativas, que varían en función de quién y bajo qué circunstancias se midan. No es tan solo que la percepción subjetiva que se tenga de la duración de un acontecimiento sea variable, sino que como magnitud física el tiempo es variable, está también en función del sujeto que la experimenta.
Al establecerse la necesaria interrelación entre hombre-espacio, el primero va transformando el medio físico que lo rodea, adaptándolo para satisfacer cada vez mejor sus múltiples y complejas necesidades. Desde el punto de vista sicológico se estudia la vivencia subjetiva del espacio, llegando a diferenciar tres etapas básicas en la evolución de dicha vivencia: la del espacio percibido, limitado a lo concreto (entre 0 y 8 años); la del espacio imaginado ( entre 8 y 12 años), que permite la formación de espacios abstractos a partir de lo concreto, y la del espacio concebido, a partir de los 12 años, edad en la que puede concebirse el espacio abstracto sin ninguna vinculación a lo concreto (Sánchez, 2003, p. 577). De igual forma, Sánchez se refiere a la distinción que estable Piaget del período de las operaciones formales en la culminación del desarrollo intelectual entre los 12 y 15 años, en que el sujeto es capaz de desprenderse de lo real y de razonar correctamente sobre proposiciones hipotéticas para, además de orientarse, estructurar su espacio (p. 579). Este proceso de adaptación va generando ciertas configuraciones espaciales que son el reflejo de la forma en que el proceso ha adoptado, de acuerdo con las condiciones en que se desarrolla, las motivaciones e intereses de los individuos que lo llevan a cabo.
La noción de espacio en las ciencias geográficas se apoya sobre tres sistemas referenciales (Feria y Mantilla, 2007, p. 32): 1) espacio de localización: conjunto de coordenadas terrestres donde la posición de cada punto está dada por su latitud, longitud y altitud (según un sistema de proyección dado); 2) espacio tal como es percibido, vivido o representado en la escala de los individuos: presenta, más allá de las fuertes variaciones psicológicas, políticas, históricas y culturales, una organización bastante sistemática; 3) socialización de espacios individuales: la composición de sus interacciones reiteradas en la duración produce un criterio diverso, pero con múltiples puntos en común acerca del espacio.
En este sentido, Pumain (2008, p. 11) considera que la espacialidad reúne al conjunto de condiciones y prácticas de la vida individual y social que están ligadas a la posición relativa de los individuos y los grupos, unos con otros. Cada sociedad organiza su territorio según una espacialidad que le es propia y que depende de sus valores y normas, así como también de la elección de sus actividades y su dominio técnico.
Para la profesora Véliz (2010), la importancia de la consideración del lugar del tiempo y el espacio en una demostración de competencias acerca de la preparación para expresar solidez en el conocimiento de la historia es asunto de larga data. Sin embargo, hasta hoy se pudiera plantear, en términos generales, que el dominio de ambas categorías de manera fluida es un propósito aún no alcanzado.
Álvarez (2006), refiere que el hombre es producto de su tiempo, pero también de su espacio. EI espacio con sus características formales condiciona y configura los hechos, es la escenografía de los acontecimientos... O sea, la acción específica de un solo individuo, o de un grupo, o un conglomerado humano; ya sea del pasado, del presente, o de lo que se proyecta para el futuro, siempre se desempeñará en un lugar determinado. (p.177).
Estas referencias demuestran la utilidad de las categorías de espacio-tiempo para estudios históricos, que, aunque son prolíferos en siglos anteriores, en el XX se extienden hacia diversas aristas, logrando en orden creciente una explicación de las múltiples interacciones del medio natural y el tiempo con la historia. Así lo destacan en el ámbito extranjero Diamond (2005), Franco y Levín (2007), Rendueles (2011), Riera (2012), mientras que en Cuba sobresalen Pérez (2004), Rodríguez (2005 y 2012), Balboa y Piqueras (2006) y Funes (2010).
Los estudiosos de la enseñanza de historia como materia docente han abordado la temporalidad y la espacialidad históricas. La literatura internacional ha analizado profusamente estas cuestiones, en investigaciones de García y Jiménez (2006), Carretero y Montanero (2008), Pumain (2008) y Blanco (2008). Tomando como base estos y otros estudios, valiosos profesores cubanos, entre los que se encuentran Álvarez (2006), Álvarez y Díaz (1978), Venegas (2001), Lolo y Rodríguez (2010), Romero, M. (2002), Quintero (2007), Véliz (2010), López (2013) han reconocido y explicado la importancia del abordaje de estos componentes de contenido de Historia. Han definido aspectos básicos para su explicación y establecido procedimientos para profesores y estudiantes, dejando aristas abiertas para futuras investigaciones.
En el proceso de enseñanza-aprendizaje de la construcción de textos escritos, cuando se exige un determinado espacio, concebido por las autoras como la extensión física que cubre la información de acuerdo con una orden, se deben utilizar los recursos didácticos para la espacialidad textual, es decir, técnicas, procedimientos y materiales didácticos creados por el profesor y puestos a disposición de las actividades docentes para diversificar el aprendizaje y potenciar los métodos de enseñanza para la distribución del espacio en dicho proceso.
Para enseñar a construir textos escritos teniendo en cuenta el espacio se debe tomar en consideración que, la espacialidad en los individuos es herencia cultural, “el empleo del espacio varía de acuerdo con las diferentes culturas, las edades, el rango social, y, particularmente la situación comunicativa concreta de que se trate” (Fernández, 2010, p. 209); por tanto, se requiere tomarla en consideración a la hora de decidir las estrategias en la conducción del aprendizaje, pues los contenidos a desarrollar desplegando los conocimientos adquiridos por el que escribe, evolucionan e interactúan en dependencia del espacio a partir de una relación de cambio-permanencia.
Estos cambios se producen de diversas maneras, a diferentes ritmos en dependencia del espacio destinado para el producto final del proceso; de ahí que un mismo tópico pueda tener, de forma simultánea, elementos conceptuales y formales que se mantienen inalterables en textos que obedecen a varios espacios; y otros que, necesariamente se desechan para mantener la esencia: como por ejemplo, argumentos inobjetables de una tesis, adjetivos identitarios en una descripción, la relación causa-efecto de una explicación, la fecha y los acuerdos del acta de una reunión.
El espacio mantiene una articulación dialéctica con el cambio, está asociado con la mayor o menor amplitud relativa de los contenidos a desplegar sobre un tópico en el espacio exigido para la construcción textual. Un manejo inadecuado de las características del espacio para el desarrollo de la construcción de un texto puede ser propiciador o retardador de su progreso, de acuerdo con la intención del autor. “La estructura del texto no es fortuita, es el resultado de un plan organizativo, de la secuencia lógica de las microestructuras textuales que lo integran y de la relación contextual apropiada” (Calles, 2001, p. 69).
La relación texto-espacio es diversa y puede estar condicionada por exigencias externas, en las ocasiones en que se determina por agentes ajenos al que escribe, un espacio determinado: 1 oración, cinco renglones, 80 palabras, 3 párrafos, 150 páginas, 2 cuartillas. Deben ser atendidos y analizados interdisciplinariamente los procesos que se encuentran en el origen de esas estructuras, a través de conceptos como los de distancia, interacción espacial, alcance espacial, centralidad, estrategia o elección espacial, aportados por la historia y la geografía como asignaturas docentes, pues el valor semántico del texto no se deduce exclusivamente de su contenido verbal, también influye la forma en la que está distribuido a lo largo de la página. Los textos suelen ser multimodales, cuando confluyen distintos modos semióticos de representación, por lo que los espacios en los que se desarrollan son disímiles y presentan, según su clasificación, una serie de características que son comunes y otras que varían durante el desarrollo del procesamiento de la información, momento en que se decantan unidades ajenas de acuerdo con nociones semánticas, sintácticas y pragmáticas en los que se desarrollan.
La espacialidad en la construcción de textos escritos ejerce influencia sobre las habilidades del pensamiento lógico durante el proceso de su enseñanza-aprendizaje, al brindar un ordenamiento de transición entre lo que se puede escribir y lo que se va a escribir de acuerdo con la situación de comunicación, entre el contenido que se conoce y el desconocido. Este ordenamiento de transición posibilita la interacción con los datos de una manera secuencial, trazando rutas de apoyo procedimental del análisis-síntesis y de la inducción-deducción.
Según Vigotsky “la instrucción del estudiante induce un tipo de percepción generalizante, de tal modo que tienen un papel decisivo los conceptos científicos, con su sistema jerárquico de interrelaciones, pueden ser el medio por el cual la conciencia y la dirección se desarrollarán primero, para transferirse más tarde a otros conceptos y áreas de pensamiento” (1984, p. 117).
Para Calles (2001), quien hace un valioso estudio sobre la relación del texto escrito con el espacio tipográfico como procedimiento técnico influyente en la expresión gráfica escrita como resultado de las técnicas de ejecución de la página impresa, “todo acto de escritura presupone una serie de elecciones que van desde la estructura del pensamiento enunciado, hasta los aspectos propios de la disposición material del texto. El conjunto de estas opciones se traduce en una unidad gráfica significativa” (p. 67).
La constitución del espacio presentado en una obra literaria es estudiada por el profesor polaco Slawinski (1989), quien asegura que transcurre en tres planos de unidades morfológicas de la obra, por lo que establece tres procesos simultáneos de montaje como manifestaciones diferentes de un mismo proceso semántico: el plano de la descripción, el del escenario y el de los sentidos añadidos (p. 278).
De esta manera, la determinación del espacio en la construcción de textos escritos se convierte en una espiral de gestión cognitiva, al incorporar contenidos y formas demandantes, metas cognoscitivas por alcanzar ante la necesidad que plantea la búsqueda de una comprensión integral de procesar una información, para construir en una demarcación del espacio.
En el desarrollo de las habilidades de la comunicación, según Reyes (2015), actúa sobre la espacialidad, como elemento expresivo de su diversidad, la relación singularidad-universalidad y su carácter dialéctico. La espacialidad actúa sobre las habilidades de la comunicación al desplegar fuentes representadas (abstracción) y que se comunican expresadas a través del lenguaje durante el proceso y en el producto de su construcción textual. Estas habilidades, según el autor, “responden a las condicionantes siguientes: tipos de conocimientos fácticos o lógicos, características personales del estudiante, su desarrollo previo, tipo de fuentes de conocimientos de que se dispone y exigencias socio-culturales y curriculares” (p. 23).
A partir de la experiencia profesional, teniendo en cuenta el resultado de la sistematización de contenidos de didáctica de Historia y Geografía las autoras han podido enjuiciar que existe un vacío científico de la didáctica de la construcción de textos escritos (y orales también, pero no es el objetivo de esta investigación) para enseñar a ajustar la información a un espacio determinado en la construcción de textos escritos, por lo que se requiere de un redimensionamiento de los recursos didácticos empleados.
Como se trata de enseñar a enseñar fue necesario ajustar un proceder didáctico que parte, en su concepción, de los estudios de espacialidad aportados por otras ciencias y asignaturas del propio currículo de los alumnos, de manera que se verificara el carácter multidisciplinario de la construcción de textos escritos. Las autoras se basan en la lógica a seguir que han puesto en práctica empírica en los más de 20 años de experiencia docente. En este proceder se ponen en acción procesos internos de la construcción de textos escritos que han tenido resultados en empeños investigativos anteriores como los referidos al subproceso de textualización, la reconstrucción del texto y su evaluación.
El proceder didáctico para ajustar la información cuando se exige el indicador espacio en la construcción de textos escritos es el siguiente:
10) Distinción de la consigna (enunciado u orden) y asociarla al contenido que expresa.
20) Observación apriorística del espacio determinado en la consigna (renglones, cuartillas, número de párrafos, etc.)
30) Valoración de la habilidad intelectual o del tipo de texto exigidos, según la consigna.
40) Determinación del significado de símbolos, leyendas, escalas, etc. para escoger el repertorio léxico en función del ajuste de la información al espacio determinado, según la habilidad intelectual o el tipo de texto exigidos.
50) Procesamiento de la información y arribo a conclusiones determinando comportamiento y significación de hechos, fenómenos, personajes, procesos de acuerdo con la dinámica y envergadura del texto a construir.
60) Comparación de las dimensiones del espacio y la información procesada.
70) Textualización. Organización de las ideas con orden lógico y cuidado de la selección del vocabulario y los medios lingüísticos para enlazar las ideas, de forma que quede manifiesta la coherencia del pensamiento. (Domínguez, 2006: 280).
80) Completamiento o rechazo de información para ampliación o reducción, de acuerdo con la dinámica y envergadura del texto a construir.
90) Reconstrucción. Reescritura de los textos, a partir de las soluciones creativas encontradas durante el proceso de completamiento o rechazo de información.
100) Valoración de las dimensiones del espacio y el ajuste de la información definitiva.
110) Autorrevisión.
Para la autorrevisión se proponen tener en cuenta los elementos para precisar la calidad del texto construido por Fernández (2010) que define: Ortografía, ajuste al tema (unidad semántica y avance de tópicos), empleo adecuado de las microestructuras (cohesión), evidencia de marcas ostensivas acordes con la intención del emisor, gradualidad y pertinencia, estructuración lógica y jerarquización de las ideas (coherencia), revisión para evitar impropiedades idiomáticas (locuciones viciosas). (p. 204)
CONCLUSIONES
La espacialidad en la construcción de textos escritos ejerce influencia sobre las habilidades del pensamiento lógico durante el proceso de su enseñanza-aprendizaje, al brindar un ordenamiento de transición entre lo que se puede escribir y lo que se va a escribir de acuerdo con la situación de comunicación, entre el contenido que se conoce y el desconocido. Este ordenamiento de transición posibilita la interacción con los datos de una manera secuencial, trazando rutas de apoyo procedimental del análisis-síntesis y de la inducción-deducción