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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.11 no.3 Cienfuegos jul.-set. 2019  Epub 01-Sep-2019

 

Artículo Original

BÉISBOL Y SOCIEDAD EN CIENFUEGOS EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XIX

BASEBALL AND SOCIETY IN CIENFUEGOS IN THE LAST DECADES OF THE NINETEENTH CENTURY

0000-0003-3816-3932Lesby José Domínguez Fonseca1 

1Universidad de Cienfuegos. Cuba, E-mail: ldominguez@ucf.edu.cu

RESUMEN

El presente trabajo investigativo Identidad y béisbol en la sociedad decimonónica cienfueguera (1882-1887) analiza cómo el béisbol procedente de los Estados Unidos de América, descuella en nuestra sociedad desde el pasado siglo XIX. El béisbol advino en un momento en el cual se debatía frente a lo español la formación de nuestra identidad y nacionalidad. Su práctica incluyó conceptos modernos, higienistas, saludables que transformaron cánones socio-culturales de la época. Para los españoles e integristas criollos constituía un símbolo anticolonial, al rivalizar con las peleas de gallos, carreras de caballos y corridas de toros, competiciones representativas de la cultura hispánica.

Palabras-clave: Béisbol; identidad; nacionalidad; sociedad; Cienfuegos

ABSTRACT

This paper Identity and baseball in Cienfuegos nineteenth-century society (1882-1887) analyzes how baseball brought from the United States of America has stood out in our society since the last century. Baseball came at the time of the formation of our identity and nationality. Baseball practice included modern, hygienist and healthy concepts that transformed the socio-cultural canons of the time. For the Spaniards and creole fundamentally, baseball constituted an anticolonial symbol, by competing with cockfights, horse races and bullfights, representative competitions of the Hispanic culture.

Key words: Baseball; identity; nationality; society; Cienfuegos

INTRODUCCIÓN

El béisbol procedente de los Estados Unidos de América, descuella en nuestra sociedad desde el pasado siglo XIX. Desembarcó en la Mayor de la Antillas como parte del equipaje que traerían los jóvenes ilustrados cubanos al concluir sus estudios en la nación norteña.1 Advino en un momento en el cual se debatía frente a lo español la formación de nuestra identidad y nacionalidad. El juego de béisbol modificó algunas prácticas en la vida cotidiana de los cubanos de diversas procedencias sociales, incluso en los negros liberados de la esclavitud; incluyó conceptos modernos, higienistas y saludables que transformaron los cánones socio-culturales existentes en la época. Para los españoles e integristas criollos constituía un símbolo anticolonial. Su concepción rivalizó con las peleas de gallos, carreras de caballos y corridas de toros competiciones representativas de la cultura hispánica.

La identidad nacional cubana se forjó en un proceso de construcciones y representaciones. Fruto de un constante movimiento socio-cultural evolutivo. Proceso histórico en el cual preceptos de la cultura estadounidense -entre ellos el béisbol- aportaron a su conformación. Al respecto el historiador Louis A. Pérez Jr. Académico de la Universidad de Carolina del Norte considera:

Centro de esta discusión es la proposición de la identidad nacional no como una construcción inmutable y fija, sino como un producto cultural, con representaciones discutidas -y rivales-, muchas veces llenas de contradicciones e incoherencias, pero casi siempre en movimiento. Esta identidad nacional se ajusta constantemente y reconcilia las percepciones de la realidad, con sus necesidades cambiantes con su propia historia particular, como un medio para experimentar el significado de la inclusión de variados públicos que interiorizan la noción de la nacionalidad. El proceso de la identidad se desarrolló como un resultado histórico, como la expresión nacional y la construcción individual, que se manifestaba de múltiples formas, a veces simultáneamente y otras de manera sucesiva; siempre en constante evolución, como un proceso y no un producto. En este sentido, la cultura existe como un sistema de representación con las prácticas e instituciones de las cuales la nacionalidad se deriva y sobre las cuales actúa (Pérez, 2006).

La llegada del béisbol acentuó la expresión del sentimiento antiespañol, pero en el escenario deportivo. Las autoridades llegaron a prohibir su práctica.2 Caló dentro del proceso de gestación de la identidad nacional. Asimiló variantes de juegos muy cubanas que diferían en su totalidad con las de su lugar de origen.3 A su vez, cada jugada o situación que ocurría en el juego pasaba poco a poco a nuestro argot cotidiano.4 Momentos de nuestra historia donde el béisbol se fue enraizando. Atrás quedaban las corridas de toros, carreras de caballos y peleas de gallos, prácticas coloniales obsoletas, poco vigorosas, inhumanas y de insuficiente esfuerzo intelectual. La arena estaba lista para la lid en el campo deportivo. A partir de la segunda mitad del siglo XIX cubano, el béisbol sería aliado de una Cuba independiente, desarrollada y moderna. Además, sus conceptos propiciaron que en el último tercio del siglo XIX, la élite lo considerara una actividad civilizada, culta, higiénica, de buen gusto y saludable.

Dentro de los jugadores de los primeros desafíos se encontraban miembros de las tertulias literarias que se protagonizaban en la Acera del Louvre, gacetilleros, dramaturgos, poetas y escritores. Característico sería el gusto que por el béisbol sintiera la intelectualidad de la época,5 en particular la habanera. Su apego al juego aperturó publicaciones,6 que reflejarían inquietudes, porfías, criterios, narraciones y estadísticas de los encuentros. El quehacer de la intelectualidad decimonónica cubana aportó a la consolidación del béisbol como ente identitario de nuestra cultural.

Controversial resulta aún colocar con certeza en la historia el primer partido oficial de béisbol. El historiador y museólogo Carlos Emilio Reig Romero considera, que aquel partido efectuado en Palmar de Junco entre habaneros y matanceros en 1874 no debe considerarse oficial, por no corresponder a ningún campeonato. El historiador, profesor e investigador Félix Julio Alfonso López, considera que tampoco fue el primer partido oficial de béisbol jugado en la Isla. Análisis que desde la historia social del béisbol devela en sus investigaciones. Se debe recordar que en 1874, hasta donde se ha investigado, no existía ningún campeonato oficial de béisbol organizado en Cuba. Hacia 1874 el arraigo beisbolero estaba en marcha. La no existencia de un campeonato oficial organizado pudo responder, al propio proceso evolutivo identitario de la sociedad cubana de aquellos años. A partir de 1878-1879 se logró organizar, consolidar y oficializar campeonatos. Auspiciados por Liga General de Base Ball de la Isla de Cuba, creada en el lapso antes referido.

Baile y béisbol se entretejieron. Binomio socio-cultural trabajado por el académico de la Universidad de Yale Roberto González Echevarría y Félix Julio Alfonso López. Al culminar los partidos de domingo se festejaba al compás de un danzón. Según avanzó el siglo XIX los juegos culminaron en celebraciones donde el danzón alternaba con otros ritmos. La presencia femenina no se hizo esperar. Se volcó a la creación de comités para organizar partidos. Las mujeres se convirtieron en las más cercanas aficionadas, colaboradoras y anfitrionas de las recepciones que en el siglo XIX el club invitado recibía de los de casa. La pasión beisbolera desbordó el escenario deportivo para ocupar todos los que la sociedad decimonónica proporcionaba, desde la prensa periódica, la literatura, la música, el baile, el teatro e incluso la política.

Década intensa en función beisbolera fue la de los años ochenta del pasado siglo XIX. Hasta 1887 el béisbol fue una práctica deportiva exclusiva para blancos. En el verano de aquel año aperturaron los negros su primer torneo. No bien visto dadas las concepciones raciales de la época. Las otras ligas no aceptaron jugadores negros en sus filas. La aparición del profesionalismo posibilitó jugar por dinero, oportunidad que no despreciaron los peloteros negros y de otros estratos sociales marginados para mejorar su estatus de vida.

DESARROLLO

Cienfuegos fue fundada el 22 de abril de 1819 por Don Luis D´Clouet, natural de Nueva Orleans, coronel de los Reales Ejércitos agregado del Estado Mayor de la Habana, al frente de cuarenta familias procedentes de Burdeos y de Guárico en Santo Domingo, junto a unos pocos naturales de otras localidades de la Isla. La prosperidad económica de la colonia se hizo evidente en fecha tan temprana como 1824. Según el historiador Enrique Edo y Llop:

Dada el aumento de la población de la colonia el Fundador, el 31 de agosto de 1824 Andrés Jáuregui, vocal de la Junta de Información, fue comisionado por esta y por el Gobernador y Capitán General Francisco Rodríguez Vives, para que con intervención del Ministro de Hacienda de la Colonia formase un padrón de ella, de cuyo padrón resultó que entre otras construcciones y posesiones de los habitantes existían palomares, caballerizas y boyadas (Edo, 1943).

En el año 1846 se estableció un gimnasio en el territorio. Era sostenido por la asistencia de solventes personalidades de la localidad. Llegaban a Cienfuegos concepciones europeas y norteñas relacionadas con el beneficio de practicar ejercicios físicos. Se inició así la ejercitación física, la cual pasó a ser baluarte cultural, higienista, moderno y de buen gusto. Atributos que al ser lucidos por sus practicantes eran de agrado social para las féminas. Según los historiadores Pablo Rousseau y Pablo Díaz de Villegas:

Por iniciativa del Lcdo. D. Gabriel Montiel y el oficial militar D. Enrique Pardo Pimentel, se estableció en la primera quincena de noviembre, un salón de gimnasia en la solar propiedad de D. Francisco Vila, situado en la calle de San Carlos esquina a San Luis; cobrándose para los indispensables gastos de máquinas y demás efectos y para pago del alquiler del solar, cuatro pesos de entrada y dos pesos suscripción mensual (Rousseau & Díaz de Villegas, 1920).

Los lazos matrimoniales entre la reina Isabel y Francisco de Asís -Duque de Cádiz-, unido a las nupcias de la infanta Luisa Fernanda con el Duque Montpesier, fueron el pretexto de la élite sureña para disponer festejos los días 10, 11 y 12 de febrero de 1847. Constituyó atractivos de los mismos la organización de competencias de habilidades físicas como el juego de cucaña. Unido a ello se anunciaron corridas de toros en pleno centro de la colonia, lo cual obligó a las autoridades a tomar medidas de seguridad a favor de los concurrentes.

En 1850 se construyó la primera plaza de toros en la calle Santa Elena. Seis años marcaron su existencia antes de haber sido devorada por un incendio en 1856. La metrópoli unida a sus seguidores sabía cuánto necesitaba sostener sus hábitos, costumbres, tradiciones y cultura como mecanismos de dominación y control. Motivo para que en la misma calle se erigiera otra plaza taurina en sustitución de aquella. Pero aquel baluarte de la identidad hispana duró solo un año. En 1857 volvía a ser sepultada por las llamas.

En 1858 se aprobó aumentar las contribuciones a varias actividades, dentro de las cuales las lides de gallos fueron contempladas. Lo anterior permite dilucidar la aceptación y proliferación de la citada práctica hispana en el territorio, pues de lo contario no tendría razón alguna aumentarles sus contribuciones. Para 1861 existían dos vallas de gallos, otra plaza de toros y siete billares. Mientras que en 1865 se proyectaba la construcción de un hipódromo para carreras de caballos.

En la Guerra Grande Cienfuegos fue un enclave económico sitiado como bastión hispano. No obstante, en 1868 se construyó otra nueva plaza de toros en la Calzada de Dolores. Las autoridades temerosas trataban que los espacios públicos no estuviesen abiertos por mucho tiempo. Los billares y juegos de bolos los días laborales aperturarían a partir de las cinco de la tarde y hasta las diez de la noche. Los días festivos podían prestar servicio desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche. En ese propio año fueron recogidas todas las licencias concedidas para billares o boliches portátiles.

En Cienfuegos la guerra duró corto tiempo. Concluyó en 1972 con la declaración de territorio pacificado. El acontecimiento se festejó los días 25, 26 y 27 de mayo, con la celebración de juegos públicos y carreras de caballos. La puesta en vigor de la Constitución de 1876, estableció el derecho de todo español a asociarse. A partir de 1878, se promulgó y puso en vigor la Ley de Asociaciones en Cuba. Aparecieron en Cienfuegos como en todo el país sociedades de diversos intereses y fines. En 1878 se otorgaron licencias para la construcción de vallas de gallos. Se jugó cucaña y se pelaron gallos en honor al matrimonio del rey con su prima la infanta Mercedes. A ello se unió otra festividad por el fin de la guerra y la presencia de Arsenio Martínez Campos en Cienfuegos. Celebraciones en las que se hicieron presentes nuevamente el juego de cucaña y las carreras de caballos.

Aficionados al deporte de los tarros y las banderillas pretendieron ofrecer una corrida en su plaza de toros de Marsillan. Pero el fantasma de las llamas colmó sus pesadillas al ver arder por tercera ocasión otro de sus ruedos taurinos. Al respecto Edo y Llop permite dilucidar a juicio propio, que ya era hora de pasar de lo “accidental” a lo intencional cuando refirió:

El 24 de abril de 1880 en vísperas de celebrarse una corrida por aficionados a benéfico de la Asociación de Naturales de Asturias, se quemó por completo incendiada ex profeso, al parecer, la plaza de toros levantada dos años antes en el punto conocido como Marsillan (Edo, 1943).

La apertura asociativa posibilitó que en 1880 se configurara un club de regatas. Las regatas se hicieron muy populares en Cienfuegos, junto a otras modalidades de los deportes náuticos. Durante casi todo el decenio de los ochentas del siglo XIX se realizaron regatas. La comunidad costera del Castillo de Jagua y la bahía fueron espacios habituales para echar al agua los botes. Sobre este particular Rousseau y Díaz de Villegas apuntaron:

Durante la tarde del día 12 de septiembre se efectuó una regata, en las inmediaciones del Castillo del Jagua, por varias señoritas de esta sociedad que tripulaban los botes en los cuales lucían la insignia rosada y escocesa, triunfando el que llevaba la insignia rosada. Entre los concurrentes a esta fiesta se hallaba el cónsul del imperio chino Chun Shen Yin (Rousseau & Díaz de Villegas).

En 1882 se estableció en la entonces villa un círculo gimnástico y juego de pelota. El cotejo de las fuentes permite aseverar -hasta el momento- que la citada sociedad fue la primera corporación beisbolera que se estableció en Jagua. Ya para el año 1882 existía un salón de patinaje. De igual manera, era muy practicada la pelota vasca. Las ganancias de las peleas de gallos dieron considerables dividendos. Durante los años 1882-1883, las autoridades recaudaron 1.105 pesos por lid de gallo celebrada. Para 1886 los seguidores del arte taurino inauguraron una nueva plaza de toros en los terrenos del barrio Marsillan. Espacio donde convergería el terreno de pelota que se acondicionaría en el segundo semestre de 1887. Polémica que a continuación será objeto de análisis.

La llegada del béisbol a tierras sureñas es aún una incógnita. Los historiadores Florentino Morales y Atilio Ramón Caballero Castillo consideran que lo trajeron los Lombard cuando concluyeron sus estudios en los Estados Unidos en 1880. Teoría que también sostienen los investigadores Reina Dinora Iznaga Ravelo y Miguel Rojas. Lo anterior cobra fundamento y gana lógica en la actualidad, si se tiene cuenta que los Lombard llegaron en 1880 y la primera asociación beisbolera se creó en 1882. No obstante, en uno de sus escritos Florentino Morales no descartó la posibilidad de que el abogado cienfueguero Leopoldo de Sola e Iradi, lo trajese en una de sus visitas familiares a Cienfuegos o a su ingenio Cieneguita cercano a Abreus. Por su parte Félix Julio Alfonso López, considera que el béisbol entró por La Habana y de ahí se expandió hacia Matanzas, Cárdenas, Sagua la Grande Santa Clara, Remedios y Cienfuegos.

Ninguna de las tesis antes expuestas se descarta. Sin embargo, se considera que a Cienfuegos el béisbol pudo haber entrado de manera directa desde los Estados Unidos. Lo anterior puede fundamentarse en los datos ofrecidos por Enrique Edo y Llop sobre la entrada y salida de buques del puerto de Jagua en fecha tan temprana como 1845:

Por el puerto habían entrado durante aquel año 111 buques: 10 españoles, 51 americanos, 39 ingleses, 4 franceses, 6 bremeses y 1 danés, habiendo traído 49 pasajeros procedentes: 2 de España, 2 de Francia y 45 de estados Unidos (Edo, 1943).

Como se puede apreciar el flujo marítimo directo entre la Perla del Sur y los Estados Unidos fue intenso. Las relaciones comerciales unidas a un trasiego marítimo de toda índole prosiguieron durante el siglo XIX. La anterior valoración debe analizarse. Se debe tener en cuenta la localización geográfica al sur de la Isla del puerto de Jagua. Menos favorecida que los puertos de La Habana, Matanzas, Cárdenas y Sagua la Grande situados al norte.

El diario Liberal-Autonomista cienfueguero El Siglo, se hizo eco durante julio-diciembre de 1887 del enfrentamiento entre corridas y béisbol. Por esos años en la sociedad cubana se daría el fenómeno de que las corridas de toros, traídas desde España, comenzaron a ceder terreno ante el béisbol, proveniente de Estados Unidos. El Siglo lo ilustró contraponiendo ambas actividades desde un pensamiento moderno, culto e higienista: “la corrida de toros -“un triste espectáculo”-, la pelota -“un juego lleno de emociones”. (El Siglo, 1887).

Los números del segundo semestre de 1887 permiten apreciar, la gestación e inicio de un proceso en el cual el béisbol iría ganando espacios y adeptos en la sociedad cienfueguera. La nota originaria la da el diario cuando dio a conocer la próxima celebración de un juego entre los clubes de pelota El Bélico de Santa Clara y El Jabacoa de Cienfuegos, en respuesta a un reto de los primeros para jugar en Santa Clara. La confianza o la esperanza en una buena actuación del club local se evidenciaban: “esperamos que la victoria coronará las sienes de los jugadores de pelota damujinos”. (El Siglo, 1887)

De la nota se desprende que el béisbol no era un deporte desconocido para los cienfuegueros. Prueba que desde una fecha anterior -por determinar aún-, ya se celebraban en la ciudad juegos de pelota, en primer lugar, el hecho de que, para el momento en que se publicó el mencionado reto en El Siglo, ya se había conformado un equipo de pelota cienfueguero, con la suficiente experiencia y calidad como para ser retado por un club de una ciudad de la importancia de Santa Clara. En segundo lugar, dicha nota carece de aclaraciones que hagan inferir al historiador que ante el anuncio de un partido de béisbol los lectores del diario precisaran de explicaciones acerca de la naturaleza del juego, las reglas y reglamentos básicos a aplicar, la forma y características del campo donde se jugaría, el número de participantes, la conformación de los equipos y los implementos a emplear por los jugadores.

Sobre la celebración de aquel choque se publicó una nota en el periódico santaclareño El Liceo, en octubre de 1887. De dicho diario se conservan algunos ejemplares, en muy mal estado, en la Biblioteca José Martí de esa ciudad. En un número previo al desafío éste anunciaba textualmente:

Hoy ha recibido el Presidente del B.B. Club Bélico la contestación del Club Jabacoa de Cienfuegos. En el tren de la mañana del domingo próximo, llegarán á esta ciudad los jugadores del Jabacoa, cuyos nombres como los del Bélico daremos á conocer mañana. Reina gran entusiasmo para el gran match que se dará el domingo (El Liceo, 1887).

En otro de sus números, dio a conocer un contratiempo:

Ayer con motivo del mal estado del tiempo, no pudo llevarse á efecto el anunciado desafío entre El Bélico y el Jabacoa, por lo cual se le pasó anticipado aviso á este último para que transfiriese el viaje para el próximo domingo 30. Sigue en crescendo el entusiasmo (El Liceo, 1887).

Aunque los de casa perdieron ese encuentro, continuaron preparándose. El desafío jugado en Santa Clara fue el inicio de una confrontación amistosa entre ambos clubes. Cienfuegos sería el próximo escenario. Para ello se comenzó en la ciudad a recaudar fondos y corresponder a los miembros de El Bélico y a las atenciones recibidas por los cienfuegueros en la vecina capital provincial. Rápidamente, se comenzó a trabajar en la ciudad para construir un terreno de pelota. Se seleccionó un lugar cerca de los baños de Marsillan para que allí se midieran, en su próximo desafío, ambos clubes.

En la edificación del terreno participaron Antonio Ros, dueño del Jabacoa, junto a dos de los atletas del club: Vicente y Orfilio Lombard -cátcher y pítcher. El terreno fue preparado por los deportistas pese a las, manifiestas por el diario, inclemencias del tiempo.

Se proyectó, ofrecerles a los visitantes un baile en El Liceo, un paseo por la bahía y un almuerzo. El Siglo, consideró que el béisbol era una vía para que la juventud se defendiese de los criterios que la atacaban de ser apática e indiferente, ofreció apoyo total a un proyecto deportivo que hallaba muy a tono con el afán modernizador de la época y con lo que sucedía en materia deportiva en la Isla. Reflexionaba que el juego era útil y recreativo e instaba a los jóvenes locales a imitar el ejemplo de otros clubes del país. Resaltaba cómo la práctica de este deporte robustecía el cuerpo de los jóvenes, les aumentaba y desarrollaba las capacidades intelectuales y físicas, adquiriendo vigor a través del ejercicio. Proclamaba:

¡ántes raquitismo y debilidad hoy, robustez y energía! (El Siglo, 1887)

La bandera del club Jabacoa fue donada por F. Arredondo, integrante del mismo. La insignia fue bordada por un grupo de señoritas cienfuegueras lideradas por Adelaida Colomines de Armada. Por su trabajo y buen gusto recibieron el agradecimiento público en nombre de los atletas. El Siglo reportó las elecciones celebradas para nombrar la directiva del club, al sostener que en ellas reinó un ambiente cordial. Su presidente, Mariano Guas, consideró que el béisbol tenía amplias perspectivas de desarrollo futuro en Cienfuegos. El diario apoyó sus palabras y demandó el triunfo de El Jabacoa.

Las páginas de El Siglo permiten afirmar que fue el domingo 27 de noviembre de 1887, la fecha en que, por primera vez, se jugó béisbol en Cienfuegos de manera oficial. Se enfrentaron los miembros de la nómina del Jabacoa a un equipo conformado también por jugadores locales. Aquel primer desafío, motivó a El Siglo a publicar una crónica deportiva que resultaría, también, la primera -hasta hoy- de un encuentro de pelota desarrollado en Cienfuegos. En ella daba a conocer las habilidades adquiridas por los jugadores en el campo de juego. Describió lo sucedido y el desempeño de cada jugador de El Jabacoa. La presencia personal del cronista, como espectador del juego, se confirma al observar que éste escribió en primera persona:

Mucho sentí no haber visto ayer en el terreno, al apreciable amigo y notable jugador Orfilio, quien, sin duda alguna, hubiera contribuido al realce del desafío (El Siglo, 1887).

En su crónica catalogó de acertada la dirección de Antonio Ros. Daba a conocer que el terreno estaba casi listo para el desafío con El Bélico. Incluso refirió la fecha probable del encuentro: el día 11 de diciembre, según notificación de Nicolás Aurelio Carbó, secretario de El Jabacoa. Los jóvenes no hablaban de otra cosa en Cienfuegos, esperanzados en que su club lucharía por la victoria ante los campeones santaclareños.

Por su parte, en el periódico El Universo de Santa Clara, se anunciaba que los jugadores de El Bélico, confirmaban su aceptación del desafío de los cienfuegueros, anunciaban su llegada en tren el día 10 de diciembre. Quedaba pactado, de manera oficial, el encuentro para el domingo 11. Los invitados fueron recibidos con música en la estación de trenes local. Fueron hospedados en el hotel América. El programa previsto se cumplió. Corrobora el impacto del béisbol en la ciudad el hecho de que toda la estancia y actividades del club vecino fueron cubiertas por El Siglo.

Uno de los bailes más exitosos fue el ofrecido en honor a los integrantes del club de béisbol, El Bélico, de Santa Clara, el cual se celebró por cortesía de su similar cienfueguero: El Jabacoa. La asistencia fue calificada de impresionante, hallándose entre la concurrencia gran número de mujeres, se desbordaron los salones, pasillos y patios de la institución. El salón según El Siglo, lo amenizó la Orquesta de Marino.

Los cienfuegueros ganaron el partido con un resultado de 27 carreras por 7. El diario registró la estadística del encuentro y el rendimiento individual de los jugadores. Los jugadores de El Bélico sufrieron la acusación del diario La Verdad de Santa Clara, de perder el juego por haberse embriagado. Ello generaría una polémica solucionada, sin que se viera afectado el prestigio de los jugadores ni se demeritase el resultado del juego. En la aclaración de tal denuncia jugaron un papel importante el pueblo de Cienfuegos y los miembros de El Jabacoa, quienes mostraron en su defensa del club vecino alta ética, educación y cultura deportiva.

Tan pronto como comenzó a hablarse en la ciudad del béisbol y sus partidarios los españoles hicieron uso de la práctica “deportiva” por excelencia en ese siglo en Cuba: las corridas de toros. La ciudad no estaría exenta de actos que manifestaban la voluntad española de la época de hacer perdurar todo lo referente a la madre patria.

La élite de la ciudad, radicada en su mayoría en El Casino Español y El Liceo, influyó para que, en fecha próxima o coincidente con los encuentros de béisbol, se celebrasen corridas de toros. Muestra de la trascendencia del proceso ascendente de entronización de la cultura cubana.

Cienfuegos no fue excepción del enfrentamiento en el escenario deportivo, entre la presencia y permanencia de lo español en nuestra cultura y el fenómeno cultural de lo cubano que se gestaba e imponía. No resultó tampoco fortuito que convergieran en Marsillan la localización de la plaza de toros y el terreno de pelota. La concurrencia en un mismo espacio físico de la localidad de ambas actividades es un elemento para el análisis de los intereses que se movían detrás de cada evento.

La primera noticia en el periódico que apuntaba a la rivalidad declarada entre los toros al béisbol, lo fue el anuncio, tras meses sin celebrarse alguna corrida en Cienfuegos, de unas próximas lidias en el circo de Marsillan. En la cuadrilla prevista para realizarlas, destacaba un torero cienfueguero de seudónimo Cachito. Se notificó la primera corrida para el domingo 13 de noviembre. Coincidentemente, ya se había anunciado el próximo encuentro de béisbol en Cienfuegos para apenas catorce días después. Se vendían las entradas, divididas en áreas de sombra y sol, en el café El Niágara. En la primera corrida se llenó la plaza y el diario la consideró un buen espectáculo.

El domingo 20 de noviembre se señaló como fecha para el segundo espectáculo en la plaza Marsillan. El empresario L. Villalba, prometió traer:

Toros adultos y calientes para deleitar al público y a la cuadrilla (El Siglo, 1887).

La plaza abriría sus puertas a las dos de la tarde y se comenzaría a las tres. Las cualidades y los nombres de cada toro se publicaron para que el público pudiera conocerlas.

Una tercera corrida tuvo lugar el domingo 27 de noviembre, fecha en la cual como ya se apuntó tuvo lugar el primer desafío oficial de pelota en la ciudad. Se seleccionaron toros de empuje, entre tres ganaderías que presentaron sus más bravos ejemplares. A pesar de ello la corrida no fue buena:

El ganado, a excepción del primer toro, no mostró espectáculo (El Siglo, 1887).

El público fue escaso. La tarde ocasionó pérdidas. El Siglo sugirió pagar toros más caros, aunque los gastos por función ascendieran a 100 ó 200 pesos y aconsejó a Villalba, no sin cierta dosis de ironía, más sentido práctico.

Por último, la cuarta corrida se anunció para el domingo 28 de diciembre. Esta vez no se publicaron previamente las características de los toros, sino que se exhibieron al público en la mañana de la corrida. La variante aplicada, confirmaba la duda de los promotores de que la población asistiera a la corrida. Comoquiera, tampoco acudieron muchos.

CONCLUSIONES

A modo de conclusión durante aquellas últimas décadas del siglo XIX, el béisbol advino en un momento en el cual se debatía frente a lo español la formación de nuestra identidad y nacionalidad. Su concepción rivalizó con la de las corridas de toros, máxima competición representativa de la cultura hispánica en La Isla. Las corridas de toros comenzaban a perder interés en la ciudad. La tradición comenzaría a romperse y con ello la legitimidad y el control social del gusto por ese deporte empezarían a disiparse. La disminución de la vitalidad y buena salud de la práctica del toreo se hallaba a tono con el afán de modernidad del cienfueguero y, por qué no, con el alejamiento en la población del gusto por lo español y del afianzamiento de otro en plena formación: el cubano. Los círculos de poder, defensores de las tradiciones españolas en el ámbito deportivo-cultural, advertían que el béisbol, aunque también foráneo, se aproximaba, poco a poco, al cienfueguero.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Rousseau, P., & Díaz de Villegas, P. (1920). Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos y la fiesta del primer centenario de la fundación de esta ciudad. 1818 - 1919. La Habana: Establecimiento Tipográfico El Siglo XX. [ Links ]

Notas aclaratorias

1 Entre los pioneros que trajeron el béisbol de Estados Unidos y lo practicaron se encontraban: Nemesio Guilló Romaguera, Esteban “Steve” Bellán, Carlos de Zaldo, entre otros. En el caso cienfueguero se encuentran Leopoldo de Sola e Iradi, Orfilio Lombard y Vicente Lombard.

2 El 4 de marzo de 1889 el alcalde de Cienfuegos prohibió jugar pelota en la vía pública. Fuente. Origen del Base Ball en Cienfuegos. De la autoría de los historiadores Florentino Morales Hernández y Atilio Ramón Caballero Castillo. Papelería del archivo personal de Atilio Ramón Caballero Castillo.

3 En Cuba se juegan de manera popular variantes del béisbol como son: el taco, las cuatro esquinas, a la mano y el popular juego de la pelota a la suave o podrida donde puede incluirse o no la posición de cátcher.

4 Algunos ejemplos de expresiones beisboleras son: “estás en 3 y 2”, “estoy más atrás que el umpire”, “no me des esa mala bola” “la cosa viene dura y por el centro”, entre otras.

5Julián del Casal, Enrique José Varona, Fray Candil, Justo de Lara, Bonifacio Byrne, Raimundo Cabrera, Ignacio Sarachaga y Wenceslao Gálvez.

6El Artista, El Triunfo, Base Ball, El Pitcher, El Catcher, El Habanista, El Pelotero, El Sportman Habanero, El Score, El Sport, El Fígaro.

Recibido: 01 de Enero de 2019; Aprobado: 01 de Marzo de 2019

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