Introducción
En la actualidad abundan las investigaciones realizadas a nivel mundial sobre la imagen de la mujer en la literatura. Singular impulso le han dado la aparición y el cultivo asiduo del que hoy día gozan los estudios de género. En Latinoamérica y el Caribe, los estudios sobre la imagen de la mujer no solo se interesan por aquellas imágenes que subvierten el canon patriarcal sino que prestan singular atención a las que ponen en crisis el patrón femenino eurocéntrico: “el concepto mujer defendido muchas veces es estereotipado y marginador puesto que se habla de mujer blanca, europea, heterosexual”. (Larrea, 2013)
Es por eso que una no eventual porción de los estudios de género, y de la imagen de la mujer, se han volcado hacia la representación de la mujer negra en la literatura, como pedestal para denunciar la discriminación que une a la cuestión de género, la cuestión racial.
Las obras literarias que expresan una imagen de la mujer negra, la mayor parte de las veces escritas por autoras afrodescendientes, tienen la denuncia y el rescate como motivación (Rivera, 2012).
En nuestros días, huelgan los ejemplos de textos de denuncia de la situación social de la mujer negra que han sido escritos por afrodescendientes, tanto en el ámbito internacional como nacional. El color púrpura de la afronorteamericana Alice Walker resulta un clásico referente de esta cuestión; mientras otras voces reconocidas se suman: Maya Angelou con Memorias, Toni Morrison con Sula, La canción de Salomón o Beloved, Jamaica Kincaid con Autobiografía de mi madre, y Marysé Condé con su obra Yo Tituba, la bruja negra de Salem, donde se presenta a la mujer negra como sujeto subalterno en la historia y la literatura.
En Cuba, también escritoras afrodescendientes han dedicado su obra literaria a reflexionar y a denunciar la situación de la mujer negra, pero se destaca en ellas la contextualización del fenómeno en nuestra historia. En primer lugar, se encuentra Marta Rojas con El columpio del rey Spencer (1993), Santa lujuria o papeles de blanco (1998) y El harén de Oviedo (2004) e Inglesa por un año (2006). Además, es posible citar a Nancy Morejón con Lengua de pájaro (1971), Teresa Cárdenas con sus novelas Tatanene cimarrón (1998) y Cartas al cielo (1997), Inés María Martiatu Terry, con Sobre las olas y otros cuentos (1990), y Excilia Saldaña con su libro de patakíes Kele kele (1987) o Suave, suave.
En este ámbito aparece la obra investigativa y creativa de Daisy Rubiera Castillo. La autora ha sido una de esas escritoras afrodescendientes cubanas que se ha destacado por su labor a favor de la mujer negra desde el activismo social y la creación artística, pues, según expresó: “Desde hace muchos años, al darme cuenta de que en la invisibilidad de las mujeres, la de las negras era total y atravesaba casi todas las áreas de las Ciencias Sociales y la cultura, me tracé un proyecto muy personal de visualización de ellas…” (Álvarez, 2010).
Así surgen de su mano artículos y ensayos, entre los que se ubican: “La mujer negra en Cuba (Mediados del siglo xvi- mediados del xix)” (1996), “Perfil de la mujer negra en Cuba” (2003), “El discurso de la mujer negra: ayer, hoy” (2011), “Mujer negra y violencia: Diferentes formas de discriminación” (2011) y “La masacre de 1912: memoria del olvido” (2012).
A lo anterior se suma su participación activa en la creación de proyectos y sobre todo su labor como compiladora y editora en la publicación de libros. Entre estos se pueden señalar: Golpeando la memoria. Testimonio de una poeta afrodescendiente (2005), Desafío al silencio (2010), Aires de la memoria (2011), Afrocubanas: Historia, pensamiento y prácticas culturales. Selección de textos (2011), Resurgiendo del silencio: mujeres negras en la historia de Cuba. Selección de textos (2016) y Reyita, sencillamente. Testimonio de una negra cubana nonagenaria (1997), “un texto que registra la historia y la vida de los afrocubanos” (Rivera, 2012), y a cuyo análisis este estudio se orienta.
El tema forma parte del vasto campo de los estudios de género, dentro de estos, aquellos dedicados a estudiar obras literarias escritas por mujeres -en especial por afrodescendientes-, que tienen como centro a una mujer, en la mayoría de los casos, negra. De manera similar, se inserta en el panorama de los estudios de imagen de la mujer negra, que demuestran la trascendencia y el interés que ha abierto el tema de la raza dentro de los estudios de género y en esencia, la crítica literaria feminista.
Debido a que “la crítica, bastante poca en Cuba, no se ha manifestado, con la excepción del trabajo que hizo Zaida Capote” (D. Rubiera Castillo, comunicación personal, 15 de mayo de 2018), en cuanto al texto y al tema, en relación con otros tópicos o asuntos bajo la égida de los estudios de género, se hace sustancial y pertinente este estudio. No solo por la importancia que le es reconocida al texto, ya que “en la edición de 1996 del Premio Casa de la Américas resultó finalista en la categoría de Testimonio” (Capote, 2008); sino porque se parte de un texto representativo de su tipo en Cuba, tanto por las características de su personaje principal femenino -que transita por más de noventa años de la historia de nuestro país, la no contada en los registros oficiales-, como por la representación de un grupo social: la mujer afrocubana.
Con este análisis se contribuye también a engrosar la serie de acercamientos a la imagen de la mujer negra en la prosa, aun en la actualidad superada por los estudios similares realizados en la poesía.
Materiales y métodos
Con respecto a los materiales y métodos para la recolección y análisis de datos, se emplea una perspectiva cualitativa, que es una “modalidad epistemológica particularmente útil para la investigación de las artes” (Álvarez Álvarez & Barreto Argilagos, 2010). Cierto es que “el giro hacia el enfoque cualitativo posibilita que los fenómenos sociales sean investigados a partir de metalenguajes propios de las ciencias humanísticas, en este caso, la literatura”. (Álvarez Álvarez & Barreto Argilagos, 2010)
De esta perspectiva, se maneja el método de análisis de textos, ceñido al análisis de contenido, del cual se escoge, a partir de las características del texto objeto de estudio, el criterio de cantidad/calidad. A partir de esta última selección, se profundiza en el campo intratextual, es decir, en la especificidad del texto para esclarecer la imagen de la mujer negra en Cuba en los siglos xix y xx.
El análisis textual se desarrolla de forma intensiva, puesto que en esta vertiente “se aspira a analizar una amplia cantidad de elementos del texto, entre los que se considera las relaciones sistemático-estructurales de esos elementos entre sí y con el todo textual” (Álvarez Álvarez & Barreto Argilagos, 2010). Así solo se toman como centro en la investigación, aquellos fragmentos textuales de la obra objeto de estudio donde se visibilizan las imágenes de la mujer negra según las tipologías mencionadas. Además, se auxilia de los derroteros del enfoque de género para los estudios de la cultura, el arte y la literatura.
Esta investigación se interesa, de forma exclusiva, por un libro que constituye su universo: Reyita, sencillamente. Testimonio de una negra cubana nonagenaria de Daisy Rubiera Castillo. De este, se toman como muestra los momentos dedicados a presentar la imagen de la mujer negra.
Resultados y discusión
Para analizar la imagen de la mujer negra en la obra Reyita, sencillamente… fue necesario revisar las fuentes teórico-metodológicas con el fin de precisar las conceptualizaciones de imagen de la mujer negra y de testimonio, en tanto categorías fundamentales.
De acuerdo con las conceptualizaciones de imagen de mujer e imagen de mujer negra revisados, la presente investigación puede arribar a un concepto de imagen de la mujer negra, para ser utilizado en la literatura en prosa, por el cual se entiende:
La representación artística de la realidad socio-histórica del constructo social mujer negra, así como aspectos, tópicos y temáticas sobre la condición femenina y la racialidad, que trasmite un autor a partir de ideas, intenciones y elementos artísticos, para crear en el lector un juicio sobre la condición y la situación de la mujer negra en la sociedad (Egües, 2018).
A partir de un examen de la literatura latinoamericana y cubana, la crítica ha podido ofrecer diversas imágenes de mujer negra. Dichas tipologías constituyen los escaños en los que se escinde para su análisis la variable de investigación imagen de la mujer negra. Aun cuando no sea posible encontrar todas estas tipologías en la obra objeto de análisis, cada una de ellas forma el referente de búsqueda de la imagen de la mujer negra en Reyita, sencillamente.
Los estudios críticos revisados advierten sobre la existencia de diversas posibilidades de imagen de la mujer negra, las cuales se tienen en cuenta para el análisis. Estas son: la esclava (Jabardo, 2008; Rivera, 2012), la madre (Jabardo, 2008), la atrevida, la angustiada (Duke, 2012), la empoderada, la mujer negra como figura tradicional, la negación de su ser (Gallego, 1991), la imagen del cuerpo de la mujer negra (Hooks, 2010; Rivera, 2012; Trindades, 2015), la imagen de la mujer negra como ser para otros, la marginal, la autoimagen de la mujer negra y la cocinera.
Se suman a esta lista, otra serie de imágenes que fueron develadas durante la lectura del texto, y aunque no están consignadas tal cuales en los textos críticos, su similitud con otras ya estudiadas, permitió validarlas para esta investigación. Estas son: la pobre, la discriminada, que se divide en la social, la familiar y la de otros, la emigrante, la esposa, la revolucionaria, la feliz, la instruida y la mambisa (Egües, 2018).
En cuanto al testimonio, tanto como género literario que como historiográfico, se sitúa por la bibliografía revisada una dinámica que a su vez lo define: el testimoniante, que hace las veces de narrador y protagonista de la historia, es el que relata los eventos de forma oral a través de su propia experiencia en su condición de representante de una memoria e identidad colectiva; y el testimonialista, con su función de editor o escritor, es el encargado de escribir y producir el testimonio a través de la transcripción y edición de dicho relato, sin perder de vista la verosimilitud y con la intención de denunciar situaciones de opresión y de ofrecer una visión alternativa a la historia oficial y hegemónica.
Estas ideas se ven reflejadas en Reyita, sencillamente. Testimonio de una negra cubana nonagenaria, obra que parte de la realidad de una testimoniante, Reyita, y que se recrea con la escritura fiel de Daisy Rubiera; hasta crear, en cumplimiento de lo sostenido por la bibliografía revisada, una cadena de mediación entre lo que pasó, lo que contó el narrador y lo que escribe el editor.
En este sentido, se puede sintetizar que el testimonio literario es considerado de importancia para las mujeres, en especial, para las afrodescendientes por las características y las amplias posibilidades de expresión que le brinda este género. Por otro lado, la producción literaria afrofemenina, y dentro de ella, el testimonio literario, todavía se encuentran en un estado incipiente. De acuerdo con la crítica, la mayor representante dentro del contexto cubano, luego del triunfo de la Revolución es nuestra autora en estudio, Daisy Rubiera Castillo. Sus textos son narrativas que cuestionan las vidas de las mujeres negras y las hacen triunfadoras de los obstáculos históricos y sociales.
Luego, se procedió al análisis de imágenes de mujer en el personaje Reyita dada su condición de narradora protagonista.
La primera, y una de las más sustanciales por su extensión en la obra, es la imagen de la mujer negra pobre. Los elementos que la denotan son la clase social, la situación económica, las condiciones de vida y las relaciones sociales. Aunque la imagen está configurada para representar un problema en la sociedad, la pobreza; el interés fundamental es evaluar el enfrentamiento a dicho problema desde todas las etapas de la vida de la protagonista y resaltar cómo las limitaciones no evitan su desarrollo como ser social.
En cambio, la imagen de la mujer negra discriminada, no pudo ser abordada de forma independiente sino vinculada a otras, que al igual que ella son consensuadas por medio del análisis textual: la imagen social, la imagen familiar y la imagen de otros sobre la mujer negra. Este despliegue desentrañó que la imagen de la mujer negra discriminada está conformada en Reyita, a partir de la influencia de tres ámbitos diferentes: el social, el familiar y el no familiar y, además, por determinados elementos discriminatorios como son: los estereotipos sociales, los prejuicios raciales y las actitudes discriminatorias como el racismo, el endorracismo y la enculturación familiar.
Consecuentemente, esta imagen fue establecida con el objetivo de evidenciar cómo era la situación racial de la mujer negra y cómo Reyita se imponía a la misma. En la protagonista no existe ni pasividad, ni aceptación ante la discriminación, por el contrario, hay un enfrentamiento psicológico-social, que se constata a través del proceso de blanqueamiento y luego por medio de la maduración del pensamiento, para poder satisfacer las necesidades de desarrollo en el ambiente social y familiar.
La imagen de la mujer negra esposa, tampoco se examina dentro de las tipologías ofrecidas por la crítica. Configurada de forma compleja, evidencia las diferentes etapas de la construcción y la evolución del personaje protagónico con respecto al vínculo conyugal. Al mismo tiempo, presenta elementos como: la problemática de la discriminación de género, el rol de esposa (en su progreso individual), el espacio físico donde se desarrolla la mujer negra, además de tópicos como las relaciones sexuales, el amor y el querer. En la imagen se denuncia la degradación de la mujer negra como esposa a través de la sumisión, el sufrimiento, la dependencia, el enclaustramiento; y, por otro lado, se alude a la separación matrimonial, no física sino sentimental.
Mientras que la imagen de la mujer negra madre, que también está conformada de manera compleja, debe ser abordada por medio de cuatro clasificaciones. En general, dicha imagen dispuesta desde la individualidad de la protagonista posee una configuración externa e interna. Externa a partir de las etapas por la que transita Reyita y el rol de madre que desempeña, es decir, en cuanto a la materialización de su actitud ante situaciones de la vida como madre. Interna a partir del sentimiento materno y de sus concepciones como madre, incluye las interioridades de su pensamiento y su sensibilidad materna.
En otra dirección, se ubica la imagen de la mujer negra empoderada. La misma está orientada como una evolución progresiva por la que va transitando Reyita con el objetivo de arribar a su emancipación y así, lograr la ascensión del matriarcado. Concerniente a su configuración es posible determinar tres tipos de empoderamientos: el intelectual, el económico y el familiar, que revelan no solo logros materiales y espirituales, sino también la satisfacción personal que conlleva a la felicidad y a la plenitud de la protagonista.
En el texto se advierte la necesidad de manejar la imagen de la mujer negra revolucionaria, aunque no posee referentes críticos en los estudios que nos sirven de apoyo. Puesto que ha sido delineada para demostrar las dificultades por las que han atravesado las mujeres negras cubanas y el papel que han desempeñado antes y después del triunfo revolucionario. Su esencia es dar a conocer su capacidad y su disposición para servir a la patria y al fortalecimiento de la Revolución. La imagen representa, por tanto, las acciones de la mujer negra que le permiten ser un individuo reconocido e integrado a la sociedad, antes excluido de procesos políticos, económicos y sociales del país. Ese reconocimiento como ser social, libera a la mujer negra de las cadenas invisibles a las cuales aún estaba atada y contribuye a que su pensamiento, su voz y su acción ya no estén vedados tanto por ser mujer como por ser negra.
Se observa, bien definida la imagen de la mujer negra como figura tradicional. Ella está construida en Reyita de forma positiva, debido a las actitudes que asume en pos de la prosperidad de otros personajes. En esta imagen hay presencia de tradiciones religiosas que han sido heredadas, que conviven en nuestra sociedad, el espiritismo, el catolicismo, las religiones afrocubanas, la curandería, las cuales profesa la protagonista al unísono.
Resulta también de interés, la autoimagen de la mujer negra que está configurada desde los elementos textuales a través de los que ocurre la autocaracterización de Reyita desde el punto de vista moral, físico, psicológico, social y familiar. Integran esta construcción sus gustos y sus miedos. Por ende, la autoimagen es una autorreflexión de todo lo que caracteriza a la protagonista.
Existen al mismo tiempo dos imágenes que se contraponen entre sí. Una de ellas es la imagen de la mujer negra angustiada que está construida en la protagonista a partir de las causas fundamentales que conducen a este estado emocional: la discriminación, la pobreza y la familia. En ella no solo se evidencia el sufrimiento de la protagonista sino la capacidad de superarlo.
La imagen contrapuesta, es la imagen la mujer negra feliz. La misma está construida para demostrar que la felicidad en la protagonista está dada por varios motivos, a partir de una construcción personal o familiar que impulsan a la protagonista en el trayecto de su vida a la felicidad, sin importar las circunstancias ni su magnitud. Está ligada a otros sentimientos como son la satisfacción y el orgullo.
En otro sentido, se devela la configuración de la imagen de la mujer negra cocinera a través de dos aspectos: en cuanto a la significación personal de la cocina para la protagonista y en cuanto al espacio físico que se contrapone en reclusión y liberación. En esta imagen se conforma a la mujer negra, como la proveedora del desarrollo y el bienestar de su familia a través del alimento y también se construye desde una relación intrínseca entre la cocina y la religión como resultado de las creencias de la protagonista, por medio de la comida ritual.
En el examen de la imagen de la mujer negra como ser para otros, se deben considerar tres puntos de vista fundamentales el laboral, el familiar y el social. De ellos, se advierte que la mujer negra como ser para otros se evidencia desde tres perspectivas diferentes como: forma de subsistencia, responsabilidad familiar y forma de expresión de la solidaridad humana, sin ningún tipo de distinción.
En otro ángulo, se percibe, la imagen de la mujer negra instruida como una contraposición a la imagen de la mujer negra bruta. En el personaje Reyita, la imagen está configurada para demostrar la disposición personal de la protagonista de vencer las dificultades tanto sociales como familiares, que conducen a la desvalorización de la mujer negra a través de estereotipos sociales como son la ignorancia y la brutalidad. Asimismo, se realza la lucha por cambiar el destino al que siempre había estado sujeta la mujer negra. Por lo que la imagen se convierte en una respuesta contundente ante la capacidad cognitiva de la mujer negra.
Uno de los muchos aciertos en la interpretación del texto, es la imagen de la mujer negra relacionada con la marginalidad. Su propósito es demostrar que la influencia de aspectos externos en la protagonista no determina su condición de mujer negra marginal. Por el contrario, Reyita se erige como un ser de buenas costumbres, de gran sensibilidad y de integridad moral y se convierte en la antítesis de la configuración típica que ha sufrido la mujer negra.
De acuerdo a lo apreciado en el testimonio, la imagen del cuerpo de la mujer negra está configurada en la protagonista de forma sencilla y a la vez polémica. Los únicos elementos que aluden al cuerpo de la mujer negra son: la piel, los labios, los dientes y el cabello, lo que demuestra en primera instancia la devaluación y desdén hacia el mismo. Por ende, la imagen del cuerpo de la mujer negra en el personaje protagónico evidencia por un lado cuáles son los elementos que determinan la fealdad o el rechazo de la mujer negra (la piel y los labios) y cuales la belleza y la aceptación, (cabello arreglado y dentadura) ambos según los cánones eurocéntricos establecidos que constriñen al cuerpo de la mujer negra.
Por último, se sitúa la imagen de la mujer negra atrevida, que se conforma en tres etapas de la vida del personaje Reyita: niñez, adolescencia, y juventud. Está configurada para demostrar que el ser atrevida permite a la protagonista el aprendizaje a través de la exploración de lo correcto y lo incorrecto y la diferencia de lo ideal y lo real, sin rompimiento de los códigos éticos establecidos por la sociedad cubana de la época, sino como parte de su inocencia.
Conclusiones
De las tipologías de imagen de la mujer negra descritas por la crítica afín, las siguientes fueron encontradas en la configuración de la mujer negra en la obra Reyita, sencillamente: la esclava, la madre, la atrevida, la angustiada, la empoderada, la mujer negra como figura tradicional, la negación de su ser, la imagen del cuerpo de la mujer negra, la imagen de la mujer negra como ser para otros, la marginal, la autoimagen de la mujer negra, y la cocinera.
Otras imágenes de mujer negra propuestas por la crítica encontraron una realización dentro del texto en estudio a través de una modificación de su concepción. Ellas son: la marginal por la relacionada con la marginalidad y la negación de su ser por la negación / aceptación de su ser.
Además, la presente investigación develó a partir de su análisis del texto las siguientes imágenes de mujer negra sin que hayan sido prestablecidas por la crítica: la pobre, la discriminada, que se divide en la social, la familiar y la de otros; la emigrante, la esposa, la revolucionaria, la feliz, la instruida y la mambisa.
La imagen de la mujer negra en el testimonio literario Reyita, sencillamente, presente en el personaje protagónico Reyita, está descrita a partir del tratamiento de temáticas asociadas a la discriminación por género y raza, así como desde la pluralidad de las tipologías de imágenes que la configuran. Entre ellas están: la discriminada que se divide en la social, la familiar y la de otros; la emigrante y la esposa.
Por otro lado, el personaje de Reyita muestra una visión de la mujer negra que supera el estereotipo de la marginación, a través de las imágenes de la empoderada, la revolucionaria y la instruida.
El análisis realizado demostró que la imagen de la mujer negra en el personaje de Reyita es en su conjunto la representación de la mujer afrocubana, así como de los procesos históricos, sociales, culturales y religiosos por los que ha transitado nuestro territorio y por los que ha atravesado la mujer negra.