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Introducción
Los docentes de la enseñanza inicial tienen ante sí una gran responsabilidad, además de la atención paciente y amorosa hacia sus alumnos, necesitan buscar estrategias metodológicas apropiadas que permitan despertar su interés, para así contribuir a garantizar el éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje, convirtiéndolo en experiencias enriquecedoras, divertidas y altamente productivas. En tal sentido se han desarrollado múltiples estudios, entre ellos aquellos dirigidos a determinar las potencialidades de la música en el desarrollo integral del individuo.
Es un hecho probado su influencia en la formación intelectual y psicológica de las niñas y niños, así lo demuestran las aportaciones de investigadores como Gardner (2005); Arguedas (2015); Fonseca, Avila & Gallego (2015); Gómez (2015); Mardones (2015); Valenzuela, et al. (2015); Aimeretti (2016); Capistrán (2016); De La Rosa, Toro & Espinoza (2017); Peñalba (2017); Valencia, et al. (2018); Toro, et al. (2019), quienes desde diferentes perspectivas y metodologías confluyen en considerar que la música es un elemento de singular importancia en la estimulación de la inteligencia y las facultades del ser humano como la capacidad creadora, de memorizar y recordar, la motivación cognitiva y el desarrollo de habilidades matemáticas, lectoras, de escritura y del lenguaje verbal; también contribuye al enriquecimiento del espíritu, todo lo que repercute positivamente en la formación integral de la personalidad del sujeto.
Estos estudiosos consideran la música como necesidad primaria de la vida, razón por la cual debe formar parte de la realidad del escolar y ser implementada como una herramienta pedagógica desde edades tempranas en el logro de las capacidades cognitivas, perceptivas y expresivas del niño, en particular las relativas a la lengua materna, donde la lectura ocupa un rol fundamental como vía de apropiación de conocimientos. Asimismo, enfatizan en el acierto al articular la pedagogía musical con actividades lúdicas con el fin de motivar la participación espontánea de los infantes, que atraídos por ella se integran con mayor facilidad al grupo y se predisponen positivamente al aprendizaje.
Sin embargo, estas potencialidades pedagógicas de la música aún no son aprovechadas suficientemente en beneficio de la educación de los niños y niñas; contexto en el cual se inscribe este estudio con el objetivo de analizar la importancia de la Pedagogía Musical como estrategia metodológica para desarrollar la motivación y potenciar las habilidades cognitivas y socioemocionales en los escolares del nivel inicial.
Metodología
En la consecución de este propósito y siguiendo la línea de investigación de la Universidad Técnica de Machala (UTMach) en Ecuador, “Educación, justicia y ciudadanía”. Según Espinoza (2020), el empleo de la metodología adecuada al momento de realizar la estrategia metodológica que regirá una investigación, evita sesgos y viabiliza todo el proceso, de ahí la importancia de destinar el tiempo necesario para efectuar la planificación que nos conduzca de manera exitosa hasta el final, por lo tanto, y siguiendo las orientaciones mencionadas, se desarrolló un estudio descriptivo de tipo revisión bibliográfica, sistematizado a través de los métodos de la investigación científica, histórico-lógico, hermenéutico, análisis de contenido y analítico-sintético.
El método histórico-lógico, permitió el estudio de la evolución en el tiempo de la música como herramienta pedagógica. La hermenéutica, el análisis de contendido y el análisis y síntesis facilitaron el examen, interpretación y cotejo de los textos extraídos de los diferentes materiales bibliográficos consultados versados en el tema, libros, tesis de grado y artículos científicos, localizados en repositorios situados en el ciberespacio y bibliotecas digitales de prestigiosas universidades de todo el orbe con el auxilio de las herramientas de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
A través del programa EndNote se creó una base de datos con 342 fichas bibliográficas derivadas del análisis y resumen de los textos recuperados y seleccionados por su actualidad y carácter científico, las que sirvieron para fundamentar el marco teórico y de referencias para la elaboración del ensayo. Estas fichas fueron catalogadas atendiendo a las categorías: pedagogía musical, motivación, formación docente y proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desarrollo
La Pedagogía musical comprende la aplicación de la música a los procesos de enseñanza e instrucción a través de la experimentación auditiva, vocal e instrumental, así como su comprensión e interpretación; en consecuencia, ésta requiere de una didáctica sistemática y reflexiva que puede ser puesta en práctica como especialidad o articulada a las demás disciplinas, especialmente en el nivel inicial, haciendo que los aprendizajes sean más fáciles y divertidos (Gómez, 2015).
Para Capistrán (2016), la Pedagogía musical constituye un proceso de formación teórico-práctico, por su forma de enseñanza instruccional y su aplicación, reflexionando acerca del significado de la música y el efecto que tiene en los escuchas e intérpretes, llevada a cabo no solamente en contextos independientes, sino también en el escolar, centrando las tareas al conocimiento, la comprensión, experimentación y la capacidad interpretativa de los estudiantes; ésta potencia el desarrollo de las capacidades cognitivas y el fomento de valores en los alumnos, lo que definirán su carácter desde temprana edad. Criterio compartido por Gómez (2015); y Valencia, et al., (2018), quienes enfatizan en que la aproximación a la música desde temprana edad siembra en el infante bases importantes para una vida equilibrada con firmes propósitos y un buen carácter, necesarios para un adecuado desenvolvimiento social.
Esta propuesta de enseñanza y aprendizaje está fundamentada teóricamente por pedagogos con un amplio conocimiento en el tema como Willems, Kodály, Dalcroze, Suzuki, Martenot, entre otros, quienes reconocen a la Pedagogía musical como un método activo por sus principios fundamentales de formación integral, inclusión, progreso, libertad y creatividad, así como por su carácter lúdico, interdisciplinario y variado (Valencia, et al., 2018).
El reconocimiento de la Pedagogía Musical como un método activo, como todo método de enseñanza musical, se fundamenta en tres pilares: ritmo, melodía y armonía. El ritmo significa orden y proporción en la música; la melodía constituye una combinación de sonidos que expresa una idea musical y la armonía representa la estructura musical que sustenta el ritmo y la melodía.
Se ha demostrado que estos aspectos están estrechamente vinculados con la vida del ser humano. El ritmo se relaciona a la dimensión fisiológica, lo que se hace evidente en la reacción del cuerpo ante los estímulos musicales y en la generación de secuencias de imágenes integrada a la percepción auditiva. La melodía está vinculada con la esfera emocional, lo que se hace tangible mediante la expresión de sentimientos a través de la creación e interpretación de la música, así como en la aceptación y valoración de obra musical. La armonía se corresponde con la dimensión intelectual, influye en el desarrollo de habilidades lectoras, de escritura y lenguaje, en la memoria e imaginación, en la escucha y en el aprendizaje (Toro, et al., 2019).
Según Aimeretti (2016), desde el principio de la humanidad, la música fue utilizada como medio para comunicarse, cultivarse, motivarse y expresarse en la mayoría de las civilizaciones; considerando estos aspectos, filósofos y pedagogos griegos como Pitágoras, Platón y Aristóteles vieron la importancia y necesidad de que los niños se aproximaran a ella para escucharla e interpretarla con voz e instrumentos, por sus beneficios al espíritu y al aprendizaje de otras ciencias como la matemática. Al igual que los griegos los romanos la utilizaban en el aprendizaje de disciplinas como la Aritmética, Astronomía y Geometría, así como medio mítico para acercarse a Dios.
A partir de la edad media, escuelas y universidades exaltaron la importancia de la educación musical entre las ciencias, ampliando su alcance y dando lugar al surgimiento de solistas, coros y orquestas, que interpretaban obras en espectáculos callejeros, festivales teatrales; es decir se extendió fuera de la iglesia, revelando la creatividad de personajes cultos que lograron combinar su poesía romántica musicalmente e interpretarla de manera sublime, capaz de impresionar tanto en las cortes como en los pueblos. Ya en el siglo XX, la Pedagogía musical, se convierte en disciplina académica, comprendiendo las reflexiones en cuestiones estéticas de la música como arte, su diversidad de formas y estilos, y los efectos que produce en las personas y en la sociedad (Méndez & Pallasá, 2018).
La evolución en el tiempo de la música como herramienta didáctica ha determinado novedosos enfoques de la enseñanza-aprendizaje, dando paso a ingeniosos métodos de enseñanza en armonía con los ya tradicionales; entre estos métodos se encuentran el método Kodály, nombrado así en honor a su creador, Zoltan Kodály (1882-1967) musicólogo, pedagogo y folklorista húngaro, quien demostró la importancia de la música para el desarrollo de la inteligencia y la personalidad, y estimular la lectura en niños y niñas; también determinó que la música forma parte de la función fisiológica, y que el canto es el mejor camino para enseñar y aprender no solo música. Otro de los métodos también muy reconocido es el Suzuki, que estimula el aprendizaje de los niños desde muy temprana edad (Toro, et al., 2019).
Por su parte Gómez (2015), es del criterio que con el avance de la ciencia y tecnología a nivel mundial, se han ido modificando las estrategias didácticas y metodológicas que incluyen el uso de la música en las aulas, utilizando las TIC en programas como el FINALE, que permite la familiarización con el lenguaje musical y la introducción al ambiente sonoro; es decir, que éstos recursos tecnológicos contribuyen a que los más pequeños puedan hacer música de una manera vivencial, de una forma pasiva al escuchar fragmentos cortos de obras clásicas y o de manera activa, jugando con el sonido que producen las grafías ubicadas por él en el pentagrama y modificándola a su gusto y con libertad. Este entrenamiento desarrolla la discriminación auditiva de una manera lúdica como en los videojuegos, obteniendo un mejor provecho.
Sin embargo, en la actualidad se evidencia una crisis mundial en lo que se refiere a la educación musical, dejándola en segundo plano en relación a las otras disciplinas académicas, descartando su aporte neuronal, lo que ha impulsado su defensa por parte de expertos en la rama, como lo expresa Aróstegui (2016), citado por Peñalba (2017), quien sostiene que las actividades musicales como la percepción y el procesamiento tienen una tendencia al auge en los últimos años, debido a que la Neurociencia ha demostrado las modificaciones y activación cerebral producidas por la música, aumentando de tamaño zonas específicas y la sustancia gris a causa de su plasticidad; en definitiva, es inmensa su contribución al desarrollo cognitivo, personal y social por su valor formativo e intrínseco, necesarios en la educación inclusiva que pregonan los sistemas educativos.
Llegados a este punto, es importante enfatizar en los múltiples beneficios del entrenamiento musical, evidenciados en un mejor aprovechamiento académico y desenvolvimiento social, así lo señalan Mendoza (2001); y Gardner (2005), los que reconocen que la inteligencia musical comienza a desarrollarse en la primera infancia, incluso desde el vientre y la cuna, y por la influencia de los medios de comunicación social, reforzándose en la escuela en el nivel inicial, donde se fomenta la apreciación musical, fundamental en su desarrollo cognitivo, psicomotriz, emocional y social; pero es necesario recalcar que es diferente en cada niño, ya que su cerebro sólo puede procesar el timbre, intensidad, ritmo, altura, percepción, y producción de canciones a medida que las vivencie y se relacione con ella, por lo que el progreso es individual.
Así también, Fonseca, et al. (2015), relacionan la música con el lenguaje hablado, indicando que facilita la adquisición de una lengua extranjera a la par de la materna, en la repetición de palabras, expansión del vocabulario y exageración melódica en el habla de los progenitores, así como en los instrumentos y canciones que escuchan, influyendo significativamente en el aprendizaje simultáneo por su similitud en las destrezas auditivas y los procesos cognitivos que las decodifican; dicho de otra forma, si más temprano se desarrolla las habilidades musicales expuestas en otro idioma mejor se procesarán los estímulos verbales facilitando la comprensión de estructuras lingüísticas debido a la plasticidad cerebral, pero solo se alcanza con una motivación a largo plazo presente en el entrenamiento musical.
En cuanto al aspecto emocional, Arguedas (2015), manifiesta que la educación musical genera bienestar, pronosticando el éxito a futuro, porque ésta tiene la cualidad de despertar emociones positivas, que producen felicidad; por tal razón, frecuentemente se utiliza la música con fines terapéuticos procurando mejorar la salud psíquica y física de las personas, especialmente en los niños, en los que su efecto es inmediato, adaptándose a su naturaleza, perpetuando y reviviendo momentos especiales, haciendo que los problemas desaparezcan casi mágicamente.
Arguedas (2015), manifiesta que mediante la educación musical práctica es posible vivenciar e interiorizar sonidos, melodías, armonías y ritmos, siendo capaces de diferenciarlos y expresar con libertad todas sus posibilidades con la voz, el cuerpo, o utilizando algún instrumento; en consecuencia, su importancia radica en que estimula la audición, la apreciación musical, la lectoescritura y la rítmica, de una manera progresiva respetando el desarrollo del niño, en el aspecto psicológico y fisiológico.
Además, se debe agregar que mediante la educación musical se estimula al niño a expresarse libremente, exponiendo al público sus capacidades, lo que le permite autoevaluarse y superarse día a día; lo dicho supone que las instituciones educativas como principal centro de influencia comunitaria, tienen la obligación de organizar eventos en los que se transmita la cultura social, brindando a los infantes la oportunidad de demostrar sus aptitudes en un clima de confianza que les permita cultivarse emocional y espiritualmente, elevando su autoestima.
Sin embargo, para que resulte efectiva la aplicación de la Pedagogía Musical en el nivel inicial, los alumnos tienen que estar motivados para participar en las actividades programadas y ejecutar las tareas encomendadas; es decir, que deben sentir el impulso de querer realizar ciertas acciones en pro de alcanzar los objetivos propuestos. Esta motivación puede ser intrínseca o extrínseca, dependiendo de la situación, aunque el éxito está asegurado mayormente cuando esta es interna. Por consiguiente, si los docentes utilizan recursos apropiados y la didáctica musical como estrategia metodológica sus clases se tornan lúdicas, motivando la participación activa de los infantes (Valenzuela, et al., 2015).
Antes de avanzar en el ejercicio reflexivo que nos convoca en el análisis de la música como herramienta pedagógica, es menester una aproximación a la categoría motivación.
La motivación es una categoría psicológica que guarda estrecha relación con la pedagogía; es un complejo sistema de procesos y mecanismos psicológicos que determinan que impulsa y orienta la actividad del hombre en su medio.
Existen diversas definiciones de la motivación algunos estudiosos la identifican con los motivos y otros con el interés del escolar por el aprendizaje; entre estas podemos mencionar las siguientes:
“La motivación es el reflejo de una acción externa en el individuo, quien crea motivos que satisfacen una necesidad y que conducen a una actuación profesional, dirigida al cumplimiento de determinados objetivos, pues la motivación constituye un estímulo que mueve al estudiante hacia la búsqueda y adquisición de conocimientos”. (Mendoza, 2001)
“La motivación en el ámbito educativo es un proceso psicológico que se basa en la esfera afectiva de la personalidad y permite la orientación dinámica de la actividad hacia un objetivo determinado, condicionada esta por las necesidades y motivos de aprendizaje, movilizando y manteniendo su actitud ante el estudio”. (Rodríguez, Sanz & Berenguer, 2012)
“La motivación es el interés que tiene el alumno por su propio aprendizaje o por las actividades que le conducen a él”. (Sánchez, 2017)
Estos enunciados conducen a la reflexión de que independientemente que la motivación sea considerada, en el ámbito pedagógico, un reflejo de una acción externa, un proceso psicológico o un interés por el aprendizaje, con el propósito de alcanzar un objetivo, es oportuno el estudio de la música como fuente generadora de motivación por el conocimiento en el aprendiz. Muchos investigadores consideran que despierta en los alumnos emociones y condiciona la dinámica del aprendizaje; ahora bien, para lograr esta motivación en el alumnado el docente debe tener conocimientos musicales que le permitan despertar, orientar y mantener el interés del aprendiz por la materia de estudio durante toda la clase (Sánchez, 2017).
Como se ha señalado anteriormente la motivación puede manifestarse de forma extrínseca e intrínseca. El primer caso responde a las estrategias utilizadas por el docente para el crecimiento, desarrollo y maduración del alumnado, cuya máxima expresión es la formación de su personalidad y su autorrealización como estudiante. El segundo caso atañe a las necesidades del discente para su supervivencia, con el fin de cubrir sus necesidades básicas: confianza, afecto, cariño, cuidado, seguridad, identidad, autoestima y autonomía, entre otras. Según las teorías de aprendizaje, para que se alcance un proceso de aprendizaje satisfactorio e integral, es de vital importancia, tanto la motivación extrínseca como la intrínseca, debido a que ambas se complementan y resultan relevantes en la obtención de resultados educativos óptimos (Sánchez, 2017).
Según Herrera & Zamora (2014), la motivación intrínseca nace del interior, impulsando al ser humano a realizar acciones por gusto y placer, sin esperar recompensa, lo que determina su comportamiento entusiasta y decidido en el desarrollo de actividades dirigidas a alcanzar sus fines propuestos; por otra parte, la extrínseca es motivada por factores externos, pudiendo ser éstos, recompensas o castigos, los cuales ayudan a reforzar su conducta momentáneamente, aunque no son significativos; esto indica que aunque sean diferentes, se usan ambas contribuyen a la formación personal, influyendo en la modificación comportamental, y creación de hábitos positivos para moldear un buen carácter.
No obstante, ambas están direccionadas de dos formas: positiva, en el caso de la intrínseca, cuando es impulsada por el placer que siente al realizar la acción o al participar en alguna actividad, y en la extrínseca interesado en la recompensa, ya sea económica o reconocimiento público, en los ámbitos educativo, laboral y organizacional; por otra parte, la motivación negativa surge para evitar consecuencias del mismo tipo, naciendo desde el interior de la persona el autocontrol, la moralidad, la ética y la auto obligación para alcanzar el éxito, y desde el exterior, el temor al fracaso, vergüenza, castigo, represalias y sanciones temporales o definitivas (De la Rosa, et al., 2017).
Además, vale la pena recalcar que la motivación básica o cotidiana, requiere de un compromiso profundo para obtener resultados gratificantes a mediano o largo plazo; por lo tanto, el papel del docente es muy importante para desarrollarla en sus estudiantes, como lo dan a conocer, Peñalba (2017), quienes relacionan significativamente su inteligencia emocional con las motivaciones escolares, determinando su influencia en el proceso educativo y los resultados del mismo; en otras palabras, los maestros son los encargados de planificar seleccionado las estrategias más adecuadas para motivar en los discentes el deseo intrínseco de participar, experimentar, descubrir nuevos conocimientos, perfeccionando sus habilidades.
Como ya hemos apuntado anteriormente y por el análisis hasta aquí realizado es evidente la necesaria formación musical del docente para poder motivar al alumnado, aspecto que se aborda a continuación.
En este sentido, Mardones (2015), sostiene la postura de que es muy importante la formación musical del docente en todos los niveles de educación, sobre todo en inicial, porque es él quien aproxima a los discentes a percibir la belleza y pureza de la música, de una manera espontánea, despertando el gusto por ella sin presionarlo para que no llegue a frustrarse; es decir, que mediante el juego simbólico, el escucha continua de composiciones clásicas, el establecimiento de rutinas para cantar y tocar instrumentos sencillos, fomentan el disfrute, habituándose a la disciplina y orden con placer.
Alternativa didáctico-metodológica que puede ser asumida por muchos docentes ante la realidad de que los métodos de enseñanza “tradicionales” no alcanzan el 100% de los objetivos planteados; como lo expresa, Bolongo & Mérida (2016), al admitir que se puede observar en los niños diferentes comportamientos y ritmos de aprendizaje relacionados con los intereses que tengan. La música es relevante en la vida de los infantes, la que adecuadamente empleada puede motivarlos a alcanzar las metas significativas con una actitud positiva, determinación, persistencia y autonomía.
Cabe añadir que en el nivel de educación inicial, se acrecienta la responsabilidad del maestro, teniendo que ser en este espacio más creativo y dedicado que en los otros niveles, lo que implica un esfuerzo mayor al momento de escoger la metodología y recursos apropiados para mantener la concentración e interés, motivando a sus alumnos intrínsecamente y también de manera extrínseca, para predisponerlos a aprender y lograr mejores resultados; incluso se ha demostrado que los niños (as) con necesidades especiales de enseñanza, aprenden más y mucho mejor si el educador desarrolla estrategias musicales lúdicas, a la vez que disfrutan del proceso.
Lo que ratificado por Posligua, Chenche & Vallejo (2017), quienes consideran que el factor lúdico es un recurso primordial en el nivel inicial, ofreciendo un sinnúmero de ventajas en el desarrollo de destrezas, pues consigue motivar a los niños, relajándolos y despertando en ellos el interés espontáneo por jugar, lo que los conduce a la observación, manipulación, descripción, comparación, relación, generalización, clasificación y valoración del objeto de estudio, permitiéndoles comunicarse deshinibidamente dentro y fuera del aula; además, a través del juego los infantes se animan a participar activamente, comunicándose con sus pares y expresando sus sentimientos y emociones naturalmente.
Estos mismos autores manifiestan que es importante la preparación del docente para poder diseñar o escoger las estrategias oportunas para desarrollar la motivación infantil, que los impulse a involucrarse voluntariamente en las actividades programadas; el docente debe tener la capacidad necesaria para la preparación anticipada, elaborando u obteniendo los materiales físicos y digitales relacionados con la experiencia de aprendizaje, a fin de que ésta sea interesante, dinámica, divertida, acorde con la edad del niño; esto evitará la improvisación que lleva a la distracción inminente y por ende al desorden.
Al respecto, Herrera & Zamora (2014), consideran que el docente tiene la obligación de investigar y autoprepararse sobre las estrategias que involucran los componentes musicales y lúdicos y también todo lo relativo a las actividades y recursos a utilizar en el nivel inicial dependiendo de la destreza a desarrollar en cada momento. Estas estrategias, además de la música incluyen elementos como títeres, textos ilustrados y audiovisuales para dar a conocer la literatura infantil; las nociones lógico-matemáticas, con material del entorno, cuentas, legos u otros objetos; las relaciones con el medio natural y social, a través de la interacción con la naturaleza y comunidad, haciendo de la dramatización su herramienta principal; fortalecer la motricidad fina, aplicando las técnicas grafoplásticas en orden lógico.
Por otra parte, Méndez & Pallasá (2018), manifiestan que la labor docente continúa durante los momentos de receso, por lo tanto, en este tiempo también tienen que planificar estrategias que promuevan el desarrollo de la motivación intrínseca en los niños, donde la presencia de la música puede interrelacionarse con juegos inclusivos, y actividades dirigidas en el patio o áreas verdes, como la ejecución de rondas; como consecuencia de ello, disminuirán las peleas y el problema de inasistencia, se generará el deseo inmenso de completar las tareas encomendadas para salir a jugar y al finalizar ordenar su aula a fin de que esté limpia y lista para continuar el siguiente día.
Finalmente se deduce que una herramienta fundamental para desarrollar la motivación en el nivel inicial es la Pedagogía musical, combinada con las metodologías activas y lúdicas; esto permite que los niños aprendan jugando, cantando, bailando y creando canciones y melodías casi sin darse cuenta, e interiorizando normas de comportamiento y aprendiendo de manera significativa.
Sin embargo, a pesar de haberse demostrado la valiosa contribución de la música a la educación, aún no ha sido suficientemente valorada, restándole importancia para el desarrollo de las inteligencias múltiples señaladas por Gardner (2005); lo que favorece el aspecto cognitivo, lingüístico y matemático de los niños, e influye positivamente en sus emociones, permitiéndoles expresar sus sentimientos y socializar con facilidad, haciendo de la musicoterapia un tratamiento efectivo para múltiples trastornos, ayudando a mejorar su comportamiento y a elevar su nivel académico (Arguedas, 2015).
Conclusiones
La Pedagogía Musical en el nivel inicial es una herramienta fundamental para desarrollar la motivación intrínseca en los infantes, que los impulsa a desear fervientemente ser partícipes del proceso de aprendizaje, incursionando al entorno de la música con acciones espontáneas que produzcan sonidos rítmicos y melodías agradables.
El entrenamiento musical a temprana edad desarrolla potencialmente las capacidades intelectuales, lingüísticas, emocionales, sociales y psicomotoras, a causa de la plasticidad cerebral de los niños en la primera infancia, por lo que les resulta mucho más fácil la percepción y procesamiento de la música.
La motivación intrínseca y extrínseca lograda a través de estrategias que involucran elementos lúdicos y musicales animan a los niños (as) a integrarse y participar activamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje, atraído por las actividades y materiales concretos relacionados con los contenidos a desarrollar.
La formación y capacitación musical de los docentes del nivel de educación inicial es fundamental para poder implementar la Pedagogía Musical en aras de cimentar en los preescolares la motivación intrínseca que los impulse a aprender y desarrollarse integralmente, garantizando el éxito académico y en su vida como futuro ciudadano.
