Introducción
A la universidad, como institución, se le atribuye un valor intrínseco como formadora de profesionales, generadora de conocimiento, y palanca del desarrollo económico, social y tecnológico. En el caso de Cuba, el rol de la universidad es cada vez más protagónico en el perfeccionamiento de la calidad en la formación de los profesionales, así como en la solución de los problemas que demanda la sociedad, a decir de (Alarcón, 2017), La complejidad de los problemas que en la actualidad la sociedad enfrenta demanda de la Universidad transformaciones radicales que pasan por una ineludible integración hacia adentro y con su entorno económico y social, para lo que se requiere de un modelo de universidad integrada e implicada en los sistemas de innovación a nivel nacional, sectorial y territorial partiendo de consideraciones estratégicas sobre una universidad innovadora para un desarrollo sostenible inclusivo
Por otro lado, en tiempos de la globalización excluyente, a nivel internacional se alejan a las universidades de su misión académica orientada a la justicia social, los valores éticos y el desarrollo sustentable (Unesco, 2005). Sin embargo, raras veces se cuestiona la raíz epistemológica sobre la que se funda y desarrolla la institución universitaria, segmentando el conocimiento en disciplinas y sobrevalorando una sola forma de producirlo.
Sin embargo, se sostiene que la universidad constituye un espacio privilegiado para generar una transformación civilizadora porque podría incorporar elementos que el sistema social dominante no puede integrar satisfactoriamente y que son fundamentales, el trabajo, la ética y los valores, las relaciones de género, el medio ambiente, la diversidad cultural y la nueva generación” (Gorostiaga, 2009).
Se reconoce que la universidad es el eje impulsor de una civilización sustentable que recupere la vida, el planeta y fomente nuevas formas de producir y consumir, mediante la formación de jóvenes responsables y el desarrollo de investigaciones pertinentes.
El nuevo concepto de responsabilidad social universitaria, sostiene que debe convertirse en una organización flexible donde aprendan todos los sectores, se trata de “abrir la universidad a la sociedad y la sociedad a la universidad convirtiéndola en una organización social dinámica y flexible…” (Torres & Trapaga, 2010)
Estos planteamientos pueden fácilmente conectarse con el auge e interés por integrar y difundir los diferentes saberes, que conforman hoy el aprendizaje, donde un lugar privilegiado le corresponde a la investigación educativa.
La sociedad del siglo XXI se estructura bajo un nuevo paradigma, donde el conocimiento y la información se convierten en los principales motores del desarrollo, sobre la base de los extraordinarios adelantos tecnológicos que se alcanzaron con velocidad en las últimas décadas del siglo pasado y que continúan vertiginosamente influyendo en todos los aspectos de la vida material y espiritual de la sociedad. (Díaz Canel, 2012).
En consecuencia, con estas realidades el sistema educativo está en el deber de dotar a las personas con las capacidades intelectuales que les permitan vencer los desafíos de la sociedad en que viven y alcanzar un desarrollo sustentable, lo cual solo es posible con un sólido sistema de universidades con elevada cultura y compromiso social sustentada en la investigación científica como lógica en los procesos de instrucción y educación en los profesionales que requiere la sociedad.
Los países que tienen como esencia la educación de sus ciudadanos debe buscar formas sustentables para que sus universidades busquen alianzas institucionales y redes para lograr estos propósitos, que les permita cumplir el objetivo de extender el conocimiento a niveles más complejos, lo que exige la utilización de la investigación educativa como lógica científica para resolver las contradicciones inherentes a cada contexto. Con las potencialidades de la información y las comunicaciones, se hace necesario encontrar el valor significativo de la investigación en el desarrollo de diferentes ramas del saber, y sustentar la necesidad de la lógica científica en la formación de las instituciones educativas universitarias, lo que demanda nuevos retos a la formación continua de los docentes, de acuerdo a las exigencias del progreso científico contemporáneo con la utilización de métodos, que posibiliten dotarlo de las herramientas necesarias para transformar de manera permanente sus prácticas docentes teniendo en cuenta las complejidades del aprendizaje en el siglo XXI.
En tal sentido, si los docentes y los estudiantes en el proceso instructivo, educativo y de desarrollo profesional logran el diálogo y debate colectivo, reflexivo, abierto y colaborativo en la comunidad educativa, ello permite lograr sustentabilidad en la transformación de las prácticas docente, lo que posibilita la mejora permanente en la formación de profesionales en cada uno de los años académicos como un proceso de análisis crítico y comprometido con su profesión y su sociedad, ello contribuye al reconocimiento de los saberes y significados que sobre ella tienen los colectivos de docentes y estudiantes que participan en el análisis de su experiencia docente.
Desarrollo
La formación continua de los docentes conlleva el criterio de que la formación necesita que el docente se forme en la investigación educativa para que solucione los problemas de sus prácticas mediante ella y la incorpore a sus modos de actuación docente, ya que la actualidad se caracteriza por un enfoque más general, multidisciplinario y complejo, lo que posibilita construir todo el andamiaje propio de la profesión en este caso docente. (Díaz Canel, 2012; Alarcón, 2014).
Es una tendencia actual, que en las universidades a nivel mundial se reflejen en las alternativas de formación continua del docente alternativas formativas en investigación, aunque aún se encuentran insuficientes referencias de estudios relacionados con la articulación que debe de existir entre la formación continua, y la investigación como lógica de la formación, y el rol que le corresponde a la formación investigativa formativa, en la formación científica, lo que contribuye a la transformación del desempeño docente. En criterio de (Hernández, 2009), el docente que investiga, enseña desde su propia experiencia de conocer, tiene la práctica originaria y secuencial del desarrollo del saber y orienta la formación del espíritu científico e innovador de sus discípulos. Es un intelectual crítico y reflexivo empeñado en transformar su propia realidad. (Baute et al.,2020).
En la bibliografía consultada existen varias definiciones de investigación educativa, aunque la mayoría de los autores la conciben como la ciencia que estudia todos los fenómenos que ocurren en las instituciones educativas referidos al proceso de enseñanza aprendizaje y que deben ser resueltos mediante la utilización de métodos del nivel científico, un esquema teórico que refleja el quehacer de una institución educativa en el cual se describe no sólo cómo debe aprender el estudiante, sino además explicita qué debe aprender, cómo se concibe y conduce el aprendizaje, cómo y qué se evalúa, qué tipo de relación existe entre el profesor y el alumno pero sobre todo la relación congruente de todos esos elementos con la pretensión de la acción educativa.
Para (Muñoz & Garay, 2015) el proceso investigativo en educación, se convierte en un proceso cada vez más indispensable que permite la renovación y transformación de los ambientes escolares, en función de responder a las necesidades de los estudiantes en sus contextos. La mayoría de los autores consultados abordan la investigación educativa como la ciencia que posibilita la aplicación de los métodos científicos en las Ciencias de la Educación y dota a los investigadores de las herramientas necesarias del orden científico para poder resolver con independencia y creatividad, los problemas más generales y frecuentes que se presentan en su objeto de investigación, con la particularidad de que la relación que se establece entre el investigador y su objeto es muy peculiar, y puede existir una subjetividad marcada en la interpretación de los fenómenos que requiere de la utilización de métodos científicos que le impriman objetividad a sus resultados, aspecto que constituye característica de las Ciencias Sociales, y a los que los investigadores en la actualidad tienen que dar respuesta científica, siendo más coherentes en la epistemología, metodología y los métodos científicos que sustenten sus investigaciones.
Las vías de formación continua, la investigación y de gestión educativa a las que responden hoy las exigencias al desempeño docente son muy dinámicas y cambiantes y están aprovechando las ventajas de las tecnologías de la información y las comunicaciones en la generación y apropiación de conocimientos necesarios para transformar todas las esferas de la sociedad, ya que el potencial de oportunidades que se les ofrece a los profesionales para la conservación del medio ambiente, sus recursos renovables y no renovables para dar respuestas profesionales y sociales sustentables y comprometidas con la conservación y desarrollo de la especie humana y el planeta en general son inmensas y complejas y ello transita por la transformación de los aprendizajes que se logren durante el proceso formativo, donde el desempeño docente es protagónico.
En la preparación científica de los profesores está presente el interés por el entrenamiento mismo de los procesos de aprendizaje, para los que los docentes y estudiantes deben estar actualizados en materias que contribuyan al desarrollo como reto educativo contemporáneo. Ello destaca la importancia de utilizar la investigación científica como alternativa para transformar las prácticas docentes y aprender a enseñar mediante la investigación permanente del proceso de enseñanza aprendizaje y todos los fenómenos que en el ocurren e influye en la formación de profesionales pertinentes para su contexto social; se parte de la práctica docente, se va a la teoría científica y se aplican los métodos científicos.
La sistematización de la formación posgraduada posibilita la mejora continua del posgrado y la investigación educativa como vías de dar respuesta acertada a las necesidades formativas del contexto educativo y le imprime a su vez un carácter sustentable al proceso formativo en el cuarto nivel de enseñanza (posgrado) al garantizar su contacto directo con las demandas del entorno educativo, donde las prácticas docentes tienen un papel protagónico en la transformación de los aprendizajes que en la formación de profesionales requiere la sociedad de hoy. En criterio de (Hernández, 2009), en lo que respecta al docente universitario que vincula la función investigativa a su ejercicio profesional, este se encuentra en permanente creación, construyendo y reconstruyendo saberes en el desarrollo de la actividad académica, en prácticas de investigación y extensión a la comunidad. Más adelante señala esta propia autora, que todo docente universitario que realiza y orienta procesos investigativos con otros docentes y estudiantes, tiene la posibilidad inigualable de ser creador y constructor de conocimiento a través de la experiencia directa y sistematizada, que le ofrecen cada una de las etapas de la investigación y los resultados de la misma. Más que otro docente, es consciente de la transformación y el avance del conocimiento, en tanto, realiza nuevos hallazgos en su trabajo de investigación. Es el docente vinculado a procesos investigativos quien puede guiar con autoridad el proceso de aprendizaje de los estudiantes, ya que es él quien desarrolla su propio conocimiento. Solamente los docentes de este tipo, a través de los resultados de sus indagaciones, permiten la construcción y consolidación de la ciencia a lo largo del devenir histórico.
En tal sentido, se hace necesario desarrollar políticas docentes y científicas que contribuyan a la solución de problemas educativos fomentando la gestión del conocimiento y la innovación sustentable que estimulen el desarrollo del desempeño docente y la apropiación en sus modos de actuación de la investigación educativa, respondiendo así a las exigencias institucionales y sociales con ética humanista y profesional manifiestas en sus prácticas docentes en el complejo mundo contemporáneo.
Esta articulación de la formación continua, la investigación educativa y las prácticas docentes constituyen hoy un reto en las instituciones educativas, que garanticen la transformación permanente, que propicie la formación integral de los profesionales, lo que permite la producción de nuevas lecturas y sentidos sobre el quehacer profesional, formativo o de extensión universitaria y al ser producto de un proceso de reflexión y análisis crítico de su actuación profesional, es a su vez resultado de una mirada más profunda y transformadora en ocasiones de la experiencia común de los docentes y estudiantes que participan en el proceso de aprendizaje del cual puedan derivarse nuevos caminos para cambiar y potenciar el desarrollo sustentable como un reto educativo en la formación de las presentes generaciones.
La nueva universidad humanista y científica, abierta a toda la sociedad se distingue de la universidad clásica, básicamente porque trasciende sus muros tradicionales y desarrolla sus procesos en íntima relación con las comunidades, perfeccionándolos continuamente como parte de una interacción de la que todos participan.
Los investigadores y educadores de este nivel de enseñanza trabajan intensamente en el perfeccionamiento de los actuales planes y programas de estudio para lograr que respondan más integralmente a las exigencias del desarrollo económico y social; para fortalecer y ampliar el papel de las universidades en la investigación científica para lograr resultados de alto impacto para la sociedad y que se incrementen los estudios de posgrado en sus diferentes modalidades, con una articulación coherente según cada contexto con la investigación educativa y avances sostenidos en la transformación que requieren las prácticas docentes en la actualidad.
Las autoras del presente trabajo consideran que la investigación educativa y su lógica científica deben reflejarse en las prácticas docentes como condición para la transformación que ellas requieren en la actualidad, ya que es un proceso integral que exige a los distintos actores de la institución educativa (docentes-estudiantes-directivos o gestores académicos), compromisos y responsabilidades en la aplicación de la lógica de la investigación educativa a las prácticas docentes para su transformación sistemática, con el fin de que sean reflejo de las cuestiones y problemas relativos a la naturaleza, epistemología, metodología, fines u objetivos en el marco de la búsqueda de conocimientos en el ámbito educativo, mediante la aplicación del método científico al estudio de los problemas educativos al considerarlo como conjunto sistemático de conocimientos acerca de la metodología científica aplicada a la investigación educativa de carácter empírico. A su vez, se considera la actividad encaminada hacia la creación de un cuerpo organizado de conocimientos sobre todo aquello que resulte de interés para los educadores.
La investigación educativa propicia la indagación sistemática y mantenida, planificada y autocrítica, que se halla sometida a crítica pública y a las comprobaciones empíricas donde estas resulten adecuadas. A la vez, propicia una reflexión diagnóstica sobre la práctica docente, la complejidad de los fenómenos que aborda, la dificultad epistémica de ellos, así como su carácter paradigmático, metodológico y multidisciplinar en el enfoque de los contenidos que estudia y la relación peculiar que se verifica entre investigador y objeto.
Lo anterior demanda la necesidad del método científico en el campo de la educación que está marcada en cierta medida, por un alto grado de subjetividad dado que sus resultados en gran parte, dependen de la interpretación que de ellos realiza el investigador. Por lo que una forma de disminuir esa dificultad y lograr mayor objetividad en el análisis, descansa en una adecuada selección, empleo y combinación de métodos científicos. Lo anterior explica las complejidades de la investigación educativa en la actualidad, alrededor de las que también se encuentran algunos de los cuestionamientos que sobre sus resultados en ocasiones se realizan por algunos investigadores de otras ciencias, entre las que complejidades más abordadas se destacan:
¿Por qué es tan difícil lograr cambios efectivos en las prácticas docentes de los profesores?
¿Qué relación guarda ello con la investigación educativa?
¿Qué lugar le corresponde en el desarrollo de investigaciones educativas a la triada formación docente-práctica o desempeño profesional del docente- e investigación educativa para transformar sus propias prácticas y formar mejores profesionales?
¿Cómo encauzar todos los dilemas, demandas y problemas en un proceso tan complejo en la actualidad donde inciden en él, factores sociales, económicos, políticos, psicológicos y otros de gran complejidad?
¿Cómo articular las complejidades del desempeño docente con las posibilidades reales para investigar y transformar las prácticas docentes?, entre otras.
Por tanto, las autoras de esta investigación sostienen que la investigación para transformar las prácticas docentes supone un cambio estructural en la manera de pensar el desempeño docente y de la articulación efectiva que de manera consciente e intencionada se logre entre formación-investigación, en la medida en que impone límites a la investigación o la formación se limita la mejora del desempeño y por tanto la transformación de las prácticas docentes.
Lo anterior, justifica la existencia de retos que deben ser tenidos en cuenta para el desarrollo de investigaciones educativas en la actualidad.
Uno de ellos es referido a la prioridad intencionada que debe tener la formación docente continua, en todas sus dimensiones, con énfasis en las necesidades institucionales e individuales que garanticen un desempeño pertinente del docente para poder garantizar que en su docencia esté presente la lógica de la investigación.
Lo anterior condicionado porque el docente en la actualidad tiene que, de manera permanente, explorar su propia práctica, reflexionar sobre ella, identificar situaciones problemáticas, implementar estrategias de acción que deben ser evaluadas para producir mejoras en ellas, así como en su formación como docente, estos constituyen requisitos para el desarrollo de las investigaciones educativas que requiere la sociedad actual.
Uno de los retos mayores de la educación superior en su nueva etapa es lograr la permanencia de alternativas formativas para el docente que posibiliten la articulación de ella con la investigación y los cambios en las prácticas docentes. El presente trabajo pretende profundizar en el papel de los conocimientos, habilidades, valores y modos de actuación docente en la formación integral de los profesionales en las universidades para que cumplan con su encargo social.
Es interés de los autores aportar las reflexiones sobre la triada formación-investigación y prácticas docentes en la universidad actual y su reflejo en el desempeño docente, para la formación de profesionales responsables y pertinentes que aseguran la solución de problemas profesionales, económicos, sociales, ambientales y de conservación de los recursos renovables y no renovables necesarios para el desarrollo sustentable y la conservación y desarrollo de la especie humana en la contemporaneidad, como un reto educativo con las siguientes exigencias:
La jerarquización de la formación integral de los docentes es condición necesaria para el perfeccionamiento sistemático de las prácticas docentes, que garanticen la formación integral de profesionales de manera sostenida y ello repercute en la mejora del desempeño del profesor involucrado en la docencia, lo que influye en la calidad de los mismos en las actividades sustantivas de la institución educativa, dándole a ellas carácter sustentable.
La vía para ir obteniendo la caracterización sistemática del desempeño docente en la universidad actual es la sistematización de las prácticas docentes y su transformación permanente en respuesta a las exigencias de la sociedad a la universidad en lo referido a la formación pertinente de profesionales con valores humanos y elevada responsabilidad social
Las actividades sustantivas universitarias de manera permanente, lo que constituye una vía para establecer una comunicación eficaz entre docentes, directivos académicos y estudiantes que potencia la ayuda, orientación y seguimiento de su formación integral como profesionales acordes con su tiempo, ello permite personalizar el apoyo del directivo docente y/o los profesionales con más experiencia en los departamentos docentes y carreras dirigidas al perfeccionamiento de la formación integral de los profesionales de manera continua, lo que se expresa en el cumplimiento pertinente de su responsabilidad social con la profesión, la sociedad y el medio ambiente.
Es una alternativa para registrar los avances y dificultades en una temática determinada, así como para consultar los resultados del aprendizaje anterior, con vista a producir saltos cualitativos en la comprensión de los conocimientos, habilidades y modos de actuación que sustentan la formación profesional integral que requiere la sociedad para resolver los problemas más urgentes que propicien desarrollo y conservación del planeta.
Es un desafío en la actualidad, las reflexiones que se deriven de los aprendizajes y dificultades que como docentes universitarios obtuvimos en esta etapa de pandemia mundial, nacional y local, que le dieron giros importantes a los procesos de formación, investigación y extensión en condiciones no previstas de aislamiento social prolongado, que propiciaron la necesidad de continuar estos procesos de manera virtual, con retos sin precedentes para los procesos de aprendizajes y las formas de comunicación que garantizaran una aproximación a procesos de calidad nunca antes imaginados.
En esa dirección, la sistematización de la formación posgraduada constituye un instrumento que facilita ir incluyendo nuevas conclusiones y perfeccionarlas en un proceso acumulativo y progresivo de interacción entre directivos académicos, estudiantes y profesores participantes en el perfeccionamiento sistemático de las prácticas docentes, lo que permite valorar los resultados individuales y colectivos en la formación integral de profesionales, así como contextualizar los objetivos, contenidos, habilidades, valores, formas, medios y evaluación de las propuestas formativas luego de sometidas a la reflexión con los profesores y estudiantes que participan en la instrucción y educación de profesionales socialmente comprometidos.
Es la práctica docente en las universidades un espacio de reflexión que permite comprender mejor el proceso de aprendizaje, lo que constituye una herramienta para el auto-diagnóstico y la auto-dirección y la auto-superación continua que debe caracterizar la formación integral de profesionales desde la perspectiva individual y grupal. Ello contribuye a salvar la brecha existente entre los modos de actuación de los profesionales que han sido diagnosticados y conforma la base para la auto-superación dirigida y la alcanzada resultado del proceso de aprendizaje realizado individual y colectivamente sistematizado mediante ofertas de formación posgraduada que ofrecen las universidades a la comunidad, potenciando así el reconocimiento por el individuo y la sociedad del rol de las universidades en la formación continua como alternativa para que los profesionales se encuentren insertados de manera permanentes a ofertas formativas que contribuyan a su formación profesional integral acercándose cada vez más a formas de auto-aprendizaje dirigido a dar respuestas a su desempeño en pro de dar soluciones profesionales al desarrollo socioeconómico actual.
La sociedad demanda a la educación en el siglo XXI la formación de profesionales que contribuyan al desarrollo de una sociedad sustentable, lo que requiere de una educación encaminada al fortalecimiento de los conocimientos, habilidades y modos de actuación que posibiliten a todos la reflexión y toma de decisiones fundamentadas para actuar en su contexto como un ciudadano comprometido con el abordaje responsable de los problemas sociales, económicos, culturales y ambientales en un marco dialógico, participativo, inclusivo y responsable.
Conclusiones
Para el desarrollo de investigaciones educativas que transformen la realidad del proceso de aprendizaje, el docente debe tener formación investigativa que le posibilite lograr la asimilación de capacidades y valores de la actividad científica para actuar en la práctica y transformarla, a partir de la aplicación consecuente del método científico incorporado al modo de actuación profesional. Ello constituye un reto en la actualidad.
La sistematización de la formación continua y su articulación con la investigación educativa y su efecto en el desempeño docente constituye un requisito básico para la transformación permanente, eficaz y contextualizada de las prácticas docentes hoy, que den respuestas certeras y responsable a las exigencias en la formación de los profesionales que requiere la sociedad. Lo que a su vez permite profundizar en el compromiso del profesional por el análisis crítico de su realidad, por tanto, elemento clave para que se involucre en su transformación que contribuya a nuevos aprendizajes teórico práctico que enriquezcan sus modos de actuación con responsabilidad social.