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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.14 no.4 Cienfuegos jul.-ago. 2022  Epub 30-Ago-2022

 

Artículo original

Habilidades socioemocionales y su incidencia en las relaciones interpersonales entre estudiantes

Socio-emotional skills and its impact on interpersonal relationships between students

0000-0002-5353-2794Walter Adrián Cedeño Sandoya1  *  , 0000-0003-4048-9958Lourdes María Ibarra Mustelier2  , 0000-0002-5246-2587Francisco Agustín Galarza Bravo1  , 0000-0001-9672-6612Janett Del Rocío Verdesoto Galeas1  , 0000-0003-0504-9420Daniel Alejandro Gómez Villalba1 

1 Universidad Técnica de Babahoyo. Ecuador.

2 Universidad de la Habana Cuba.

RESUMEN

Las habilidades sociales son la expresión de determinados comportamientos que las personas utilizan en su vivencia diaria, y que implican enfrentar diferentes situaciones de su vida, así como, el establecimiento de relaciones interpersonales de calidad, a través de la práctica de la inteligencia emocional. Partiendo del hecho de que todos los seres humanos van adquiriendo la competencia de convivir armónicamente con los demás, en cualquier espacio social, resulta clave que se adquiera y desarrolle la habilidad de tener buenas relaciones con los otros. En el contexto escolar esta habilidad adquiere mayor trascendencia pues permite que haya un clima de empatía, comunicación, comprensión y asertividad entre pares, considerando que la ausencia de esta habilidad es la que produce entornos cargados de irrespeto, animosidad y violencia. En ese sentido, este trabajo plantea como objetivo general Revisar críticamente la relación que existe entre las habilidades sociales y las relaciones interpersonales que se dan en el contexto escolar. Para lograrlo, se examina cómo este constructo ha sido configurado epistemológicamente a partir de categorías como conducta, aprendizaje, actitudes, lenguaje, etc. Se aplicó un enfoque cualitativo de investigación con métodos tales como, el histórico lógico y el analítico.

Palabras-clave: Habilidades sociales; Relaciones interpersonales; Convivencia armónica; inteligencia emocional

ABSTRACT

Social skills are the expression of certain behaviors that people use in their daily lives, and that involve facing different situations in their lives, as well as the establishment of quality interpersonal relationships, through the practice of emotional intelligence. Starting from the fact that all human beings acquire the ability to live harmoniously with others, in any social space, it is essential that they acquire and develop the ability to have good relationships with others. In the school context, this skill acquires greater importance because it allows for a climate of empathy, communication, understanding and assertiveness among peers, considering that the absence of this skill is what produces environments full of disrespect, animosity and violence. In this sense, this work raises as a general objective Critically reviewing the relationship that exists between social skills and interpersonal relationships that occur in the school context. To achieve this, it is examined how this construct has been epistemologically configured from categories such as behavior, learning, attitudes, language, etc. A qualitative research approach was applied with methods such as historical, logical and analytical.

Key words: Social skills; Interpersonal relationships; Harmonious coexistence; Emotional intelligence

Introducción

Las relaciones interpersonales entre estudiantes, como cualquier otro tipo de relaciones, suelen ser afectadas, esto ocurre debido a que, por una parte, mantenerlas de modo saludable reviste cierta complejidad. El caso del estudiantado en Ecuador no es la excepción, y se puede inferir que una de las causas determinantes es la inhabilidad social para sostener relaciones interpersonales funcionales.

Hablar de habilidades socio-emocionales, es hablar de habilidades no-cognitivas que repercuten decididamente en los esfuerzos que se realizan para la materialización de metas, así como, para el ejercicio de relaciones sociales saludables y por supuesto, para la toma inteligente de decisiones.

Estas habilidades son, esencialmente, habilidades para la vida, pues en la práctica son comportamientos que se desarrollan a través de experiencias, que funcionan como una herramienta para relacionarse adecuadamente con el resto de personas. Es decir, son capacidades que se adquieren y potencian para lograr la adaptación a la sociedad.

La puesta en escena de las habilidades sociales reviste mucha importancia, habida cuenta que son el cimiento que logra afianzar las relaciones interpersonales de los estudiantes, “los estudios con niños han puesto de manifiesto que la carencia de habilidades sociales asertivas favorece la aparición de comportamientos disfuncionales en el ámbito familiar y escolar” (Ana Lacunza, Norma Contini, 2011).

Actualmente, y con mucha fuerza, se discute si estas habilidades son única y exclusivamente producto de una herencia familiar, y, por ende, son ya, parte constitutiva de cada uno de los individuos. Sin embargo, por medio de investigaciones recientes logra saberse que estas, pueden incorporarse a la vida de cada cual, con la agencia de la intervención familiar, la intervención educativa y la intervención social.

Conceptualmente se afirmaba que el éxito social mayormente dependía del cociente intelectual, pero, sobre todo a raíz de los estudios del psicólogo estadounidense Howard Gardner, es plausible referir que el éxito social tiene otro factor determinante en aquello que él denominara “inteligencia interpersonal”, constructo, por cierto, que luego ha sido re dimensionado por Daniel Goleman con su postulado sobre “inteligencia emocional”.

Son muchos los ámbitos en los que se requiere evidenciar las habilidades socioemocionales: el entorno social, el entorno laboral, el entorno familiar, el entorno escolar, constituyéndose en factores clave para el desarrollo de relaciones positivas, y así crear un sentido de responsabilidad, con lo que se fortalezca la capacidad de comunicar nuestras actitudes y opiniones asertivamente.

En ese sentido, la Escuela es el espacio vital en que niños y niñas necesitan aprender a convivir, lo que supone el desarrollo de habilidades sociales, es en este espacio donde ellos deben mantener relaciones sociales positivas, lo cual es fundamental en el desarrollo del niño. Este aprendizaje, focalizado en desarrollar habilidades sociales influye en la posterior adaptación emocional, académica y social del individuo. Por ello, es la escuela el lugar donde se produce de manera simultánea el desarrollo cognitivo y el desarrollo social.

Metodología

En la elaboración de este artículo científico de carácter cualitativo, se logra el trabajo a través de los métodos teóricos de análisis‐síntesis e histórico-lógico, que son los que facilitan tener el soporte teórico-conceptual del objeto de estudio abordado, de ese modo es posible establecer y valorar las relaciones existentes entre las habilidades socioemocionales y las relaciones interpersonales.

Desarrollo

¿Qué son las habilidades sociales?

Manifiesta Betina, (2011) que:

Delimitar el concepto de habilidad social resulta complejo por su naturaleza multidimensional y su relación con otros conceptos afines. Es frecuente encontrar en la literatura especializada una proximidad del término con la denominada competencia social e interpersonal, la inteligencia social y las habilidades adaptativas, entre otros.

De hecho, las habilidades sociales o socioemocionales, son aquellas competencias que los seres humanos adquieren en los contextos en los que se desarrollan: social, familiar, laboral, escolar, y los capacitan para mantener relaciones cordiales, armoniosas, colaborativas, asertivas, sinérgicas, con todas aquellas personas con las que les toca lidiar y convivir cotidianamente.

Para Nahum Montagud (2021), se pueden definir “las habilidades socioemocionales como aquellas conductas aprendidas que llevamos a cabo cuando interactuamos con otras personas y que nos son útiles para expresar nuestros sentimientos, actitudes, opiniones y defender nuestros derechos” (Montagud, 2021).

En efecto, “las habilidades sociales no son un rasgo de la personalidad, sino un conjunto de comportamientos aprendidos y adquiridos” (Varios autores, 2016). Entre esas se encuentran las de interacción social, las de forjar amistades, las conversacionales, las interpersonales, las de resolución de conflictos.

En esta investigación se enfatiza en la habilidad socioemocional vinculada con las relaciones interpersonales, dentro del marco de una Unidad Educativa al interior de la provincia del Guayas, Ecuador. Esto, en razón de enseñar a los estudiantes cuál es el mejor camino que los conduce a la convivencia, en tanto instrumento de diálogo, fraternidad, tolerancia y paz.

En las instituciones educativas, investigaciones internacionales señalan que los factores “calidad del profesor” y “liderazgo directivo” son las variables que mayor peso tienen sobre los resultados de aprendizaje de los estudiantes (Barber & Moursehd, 2008; Leithwood, 2009; Pedraja-Rejas, Rodríguez-Ponce & Rodríguez-Mardones, 2016) y bien puede decirse en este trabajo que constituyen un factor determinante en las relaciones sociales y socioemocionales de los estudiantes.

En el ámbito educativo, además, es determinante la formación y calidad de los docentes de hecho es opinión de autores como (Díaz-Fouz, 2014; Montes-Ayala & Torres-González, 2015), que:

De esta manera, los nuevos docentes podrán influir positivamente en el desarrollo social y emocional de sus estudiantes A su vez, el desarrollo de habilidades o competencias socioemocionales favorecerá la comprensión que cada estudiante puede hacer sobre sí mismo y los otros para crear relaciones interpersonales respetuosas, satisfactorias y efectivas.

Habilidades socioemocionales e infancia

Nunca es tarde para aprender y cultivar habilidades socioemocionales, pero innegablemente es en la infancia cuando mejor provecho se obtiene de su aprendizaje. En edad infantil los niños son más dúctiles y resulta más beneficioso iniciar en ellos el ejercicio del convivir en armonía.

Esta práctica de la sana interrelación personal, se logra con el concurso de educadores sanos emocionalmente, que son líderes resonantes, que diseñan clases cerebralmente amigables, y en las que en los entornos constantemente se enseña y aprende a gestionar las emociones.

Todo esto es posible cuando la comunidad educativa en pleno, cae en la cuenta de la necesidad que tiene de trascender el dogmatismo curricular imperante, en el que tiene preeminencia lo cognitivo-instrumental, en desmedro de lo emocional, pues entiende que los estudiantes en esencia son seres humanos integrales, que si bien es cierto requieren aprender teorías y conceptos, también requieren aprender cómo ser ciudadanos del mundo, con finalidad es erigirse en factores de transformación social, porque como alguna vez Graham Green dijera: “ser humano es un deber” (Savater, 1997).

Tipos de habilidades socioemocionales

De habilidades emocionales puede decirse que hay muchas, pero las fundamentales son las descritas a continuación (Montagud, 2021).

  1. Resiliencia

  2. Autoconocimiento

  3. Tenacidad

  4. Conciencia social

  5. Colaboración

  6. Empatía

  7. Autogestión

  8. Toma de decisiones responsable

  9. Comunicación asertiva

  10. Relaciones personales

Desde el enfoque de nuestro abordaje investigativo, nos centramos en las relaciones interpersonales que, “forman parte de las relaciones sociales, y son la interacción que se establece entre dos o más personas de forma recíproca” (Calle, 2020).

Este mismo autor plantea que:

Detrás de toda relación interpersonal, se encuentre el componente de la comunicación, sin este sería imposible sostener ningún tipo de relación sana. “La comunicación en estricto sentido, se caracteriza por ser un proceso por el cual la conducta de un ser humano, actúa como estímulo de la conducta de otro ser humano" (Calle, 2020).

La infancia, tanto como la adolescencia, puede mostrar rasgos violentos y agresivos de la personalidad dado que, son edades donde la personalidad no está definida, pero, está definiéndose, entonces, este proceso de formación y configuración es determinante en el resultado del ser adulto que, deberá conocer los mecanismos para controlar su temperamento y sus emociones.

Según un informe realizado por el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, las conductas disociales y disruptivas en la infancia y la adolescencia suponen una de las demandas más importantes de los centros de salud mental (Matalí, 2016). Por otra parte, un número pequeño pero significativo de niños y niñas que empiezan pronto a mostrar comportamientos agresivos se convertirán en delincuentes persistentes a lo largo de su vida (Herrenkohl, Kosterman, Mason, & Hawkins, 2007), del mismo modo que la victimización violenta en los niños es un factor de riesgo de conductas delincuentes a lo largo de toda la vida (Weir & Kaukinen, 2015).

La literatura científica actual distingue entre agresividad proactiva y reactiva, ya que estos constructos son diferentes tanto en la infancia como en la edad adulta. Mientras que la agresividad proactiva (o también instrumental, o no impulsiva) persigue un propósito o un hito (está asociada con recompensas), y es, por lo tanto, premeditada y faltada de provocación; la agresividad reactiva (o impulsiva) se refiere a comportamientos no planificados y espontáneos, que son a menudo respuestas a amenazas (reales o percibidas) o frustraciones (Blair, 2003; Rieffe et al., 2016). Además, estos tipos de agresividad se han relacionado con distintos perfiles comportamentales y neurocognitivos (Carroll, McCarthy, Houghton, Sanders O’Connor, & Zadow, 2018).

Una revisión reciente de Tapia, (2017) sobre el impacto de 82 programas de aprendizaje socioemocional en niños (desde educación infantil hasta la educación secundaria), muestra que el efecto de los programas revisados en siete categorías de resultados (habilidades socioemocionales, actitudes, comportamiento social positivo, resultados académicos, problemas de comportamiento, malestar emocional y uso de drogas) todavía era significativamente positivo (medidas del efecto medias entre 0.13 y 0.33) entre las 56 y las 195 semanas, en promedio (dependiendo del tipo de categoría evaluada), posteriores a la intervención.

Estudio que revela ampliamente la influencia de la educación en el comportamiento socioemocional de los niños a la hora de actuar ya en edad de adultos.

Gardner y las inteligencias múltiples

Al psicólogo estadounidense Howard Gardner, se le atribuye la teorización acerca de las inteligencias múltiples, que resultaron en un avance teórico-conceptual muy significativo y propositivo respecto del concepto tradicional del cociente intelectual.

“La inteligencia, por muchas décadas, era definida como la capacidad de obtener mayores aciertos en un cuestionario, asociando sus resultados con determinado nivel de coeficiente intelectual” (Sánchez, 2020).

Lo de Gardner ha constituido la superación de un concepto estático y clasificador, reemplazado por un concepto diverso y heterogéneo.

“El aporte de Gardner consistió en superar la concepción tradicionalista y academicista del factor ¨g¨ y abrir un abanico de posibilidades para las personas, más allá de su vinculación a los estudios y su nivel cultural” (Sánchez, 2020).

Gardner plantea la existencia de ocho inteligencias, a saber: inteligencia lógico-matemática, inteligencia lingüística, inteligencia espacial, inteligencia musical, inteligencia corporal-cinestésica, inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal e inteligencia naturalista.

Además, Gardner, define el término de inteligencia como “la capacidad de resolver problemas o crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales” (Gardner, 2016).

Por los límites de esta investigación nos enfocaremos en lo que es el constructo “inteligencia interpersonal”. “Este tipo de inteligencia nos da la capacidad para ver más allá, para percibir lo que otras personas no ven porque pasa inadvertido” (Valencia, 2017).

Quienes usan de inteligencia interpersonal pueden comunicarse efectivamente tanto a nivel verbal como a nivel para-verbal, cultivan la habilidad de comprender a las personas a pesar de sus diferencias, y han logrado la competencia de ser empáticos con los demás, y es parir de estas virtudes que se adaptan fácilmente al entorno, por lo que tienden a relacionarse con mayor facilidad.

Para Gardner, “la inteligencia personal es aquella que les permite a los individuos gestionar con éxito sus relaciones con los demás” (Gardner, 2016). En síntesis, implica entender rápidamente sus intenciones, conectar con sus deseos, elaborar distinciones y cualquier otro tipo de aproximaciones al contacto social con otras personas.

Goleman y la inteligencia emocional

Sin equivocación es posible afirmar que lo que Gardner llamó “inteligencia interpersonal”, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman lo profundizó con su constructo “inteligencia emocional”; es decir, si hablamos de inteligencia interpersonal necesariamente debemos ponerla en el marco de la “inteligencia emocional, de modo que afirmamos que, una persona es capaz de sostener eficaces relaciones interpersonales porque posee inteligencia emocional.

Goleman define inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones” (Goleman, 1995). Hay que aceptar que la inteligencia académica no ofrece la menor preparación para la multitud de dificultades -o de oportunidades- a la que deberemos enfrentarnos a lo largo de nuestra vida.

Este mismo autor, en el despliegue de lo que él concibe como inteligencia emocional, plantea 5 componentes:

  • Conciencia de sí mismo: que es identificar qué es lo que uno siente, para calibrar cuánto impacta en otros mis estados emocionales.

  • Autorregulación: constituye la gestión eficiente de las propias emociones; de modo que se pueda anticipar las consecuencias antes de actuar por impulso

  • Motivación: utilizar factores emocionales para lograr metas, disfrutar del proceso de aprendizaje y perseverar frente a los obstáculos.

  • Empatía: sentir las emociones de los demás

  • Habilidades sociales: gestionar las relaciones, ser inspiración e influencia positiva para otros que están en la búsqueda de respuestas adecuadas.

Educación emocional

Entonces, un aspecto determinante es la educación emocional, que no solo depende de las instituciones educativas con independencia a que es allí, donde los niños y adolescentes pasan la mayor parte de esta etapa, sino que, es más determinante aun, la familia. Este es el seno que influye determinantemente sin lugar a duda, en la creación de la inteligencia emocional a través de la educación emocional.

“La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias” (Bisquerra, Rafael; Pérez, Nuria, 2007).

Por su parte en el Sitio Web UNIR, se explica: “es el proceso pedagógico a través del cual se desarrollan y entrenan las competencias que engloba la inteligencia emocional” (Quirós, 2021).

Su estructura pedagógico-didáctica se caracteriza por:

  • Su sistematización, adaptando los objetivos educativos a cada edad.

  • Su vivencialidad, de modo que se generen emociones, introspección y aprendizaje.

  • Su perdurabilidad, para que se logre el objetivo de generar hábitos en el día a día escolar.

¿Qué son las emociones?

Una emoción es equivalente a un sentimiento humano capaz de activarse ante diferentes situaciones tales como el peligro, las amenazas, los riesgos, y provocado por ello, el ser humano reacciona emocionalmente. Siendo entonces, mecanismos humanos de reacción ante determinadas circunstancias, cuya reacción es o no, controlable por el ser humano.

Cada emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta; por ejemplo, el miedo provoca un aumento del latido cardiaco que hace que llegue más sangre a los músculos favoreciendo la respuesta de huida.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define emoción como: “una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática” (Quirós, 2019).

Para el connotado neurocientífico español Francisco Mora, “la emoción es ese motor que todos llevamos dentro. Una energía codificada en ciertos circuitos neuronales localizados en zonas profundas de nuestro cerebro (en el sistema límbico) que nos mueve y nos empuja “a vivir” (Bisquerra, R; Pérez, N., 2012).

Es, en suma, aquello que impele a querer estar vivos en interacción constante con el mundo y consigo mismo. En el cerebro humano actúan en sinergia, circuitos que, mientras se está despierto, se encuentran siempre activos, en alerta, y ayudan a distinguir estímulos importantes para la supervivencia.

Competencias emocionales

Las competencias emocionales tratan un concepto realmente complejo dada su relación con varios tipos de competencias personales, precisamente sobre el concepto de competencia, Alberici y Serreri (2005) plantean:

(…) el debate sobre el concepto de competencia, en el ámbito de la educación y la formación (o mejor dicho desde el punto de vista pedagógico), ha puesto en seguida en evidencia la necesidad de una lectura del mismo que trascienda su dimensión puramente funcionalista, ampliando su horizonte de estudio y de investigación más allá de los límites de la formación profesional y del aprendizaje de un trabajo para considerarlo un aspecto constitutivo del aprender a pensar, de aprender no sólo un trabajo específico sino a trabajar, de aprender a vivir, a ser, en el sentido de confluencia entre saberes, comportamientos, habilidades, entre conocer y hacer, que se realiza en la vida de los individuos, en el sentido de saber actuar en los distintos contextos de forma reflexiva y con sentido (2005, 26).

“Entendemos que las competencias emocionales son un aspecto importante de la ciudadanía efectiva y responsable” (Bisquerra, Rafael; Pérez, Nuria, 2007), esto de hecho potencia una mejor adaptación al contexto; y favorece un afrontamiento a las circunstancias de la vida con mayores probabilidades de éxito.

Las competencias emocionales son realmente competencias básicas para la vida, imprescindibles y esenciales para el desarrollo integral de la personalidad. Son en la práctica, un complemento insustituible del desarrollo cognitivo, que ha sido el foco de los procesos educativos a lo largo del siglo XX.

La educación emocional pretende la optimización cabal del desarrollo humano; que implica el avance integral de la persona, ya sea en el desarrollo físico, intelectual, moral, social, emocional, etc.

Entre las competencias emocionales a destacar están:

  • Conciencia emocional,

  • Regulación emocional,

  • Autogestión,

  • Inteligencia interpersonal,

  • Habilidades de vida y bienestar.

¿Qué se entiende por Convivencia escolar?

El hecho de convivir significa compartir la vivencia, compartir el medioambiente, el entorno, ya sea este social o ambiental. Significa coexistir:

La convivencia escolar representa una condición y un resultado de la construcción social de un ambiente en el que los miembros de la comunidad educativa fortalecen mediante el aprendizaje sus capacidades de relación, reconocen sus diferencias y alcanzan acuerdos para sostener formas, procedimientos y regulaciones, para poder aprender y compartir diariamente (Ministerio de Educación , 2021).

Con una sana convivencia escolar, el desarrollo integral de los niños y jóvenes es plausible, y les permite integrarse sin mayores complicaciones en la vida social, a la vez que se convierten en actores protagónicos en la construcción de su ciudadanía.

La UNESCO se ha preocupado por la educación, sus formas y sus fines, así como, también se ha preocupado por sus medios, y esto, a nivel mundial. Uno de los cuatro pilares propuestos por la Comisión Internacional de la UNESCO, comúnmente conocidos como Informe Delors, de cara a la educación del siglo XXI, consiste en “aprender a vivir juntos”.

También puede encontrarse que, dentro de los temas importantes de la educación de los países occidentales está la tolerancia y la convivencia entre diferentes culturas, etnias, ideologías, ...etc. En el Modelo Europeo de gestión de calidad aplicado a la Educación, uno de los indicadores hace referencia explícitamente a la convivencia escolar, al hablarnos de clima de centro y de clima de aula. La convivencia en los centros es, por lo tanto, según este modelo, un indicador de calidad educativa tanto a nivel de centro como a nivel de las evaluaciones de los sistemas educativos de la Unión Europea.

En sí, la convivencia escolar está constituida por el conjunto de relaciones humanas que establecen todos los actores de la Comunidad educativa, en la que son parte integral y vital: (estudiantes, docentes, directores, padres, entre otros), dentro de un marco de igualdad y de respeto, en que se afirman los derechos y se validan las diferencias.

Para promover una sana convivencia se deben poner en práctica diversos valores, entre los cuales Fernández (2006) puntualiza:

  • La solidaridad, la cual implica “comprometerse en idea u acción con el bienestar de los otros: en la familia, la escuela, los colec tivos laborales, la nación y hacia otros países. Es estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea”.

  • La responsabilidad, comprendida como “el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo, la familia, el colectivo y la sociedad, es otro de los valores necesarios y fundamentales para ser incorpora dos en el trabajo con la formación en valores”. Dicho valor actúa de forma positiva en la resolución de conflictos a nivel personal y social.

  • La honestidad, la cual se manifiesta “al actuar de manera sin cera, sencilla y veraz. Permite expresar un juicio crítico y ser capaz de reconocer sus errores en tiempo, lugar y for ma adecuada, para contribuir al bien propio, y de los de más”. Es proporcionar correspondencia entre el pensamiento, el discurso y la acción.

La escuela o mejor dicho las instituciones educativas son un entorno para convivir entre personas de edades diferentes y roles diferentes también, a decir, estudiantes, maestros, personal administrativos entre otros.

Política Nacional de Convivencia Escolar

Es de tal importancia la convivencia escolar y es tan determinante en la formación de la personalidad que el Estado ecuatoriano la ha adoptado como un tema importante y parte de sus políticas públicas.

Esta es la razón por la cual, el Ministerio de Educación del Ecuador en 2021, elaboró La Política Nacional de Convivencia Escolar, y “tiene como finalidad fortalecer los mecanismos de protección integral y convivencia armónica en el espacio escolar, mediante procesos educativos estructurados y participativos” (Ministerio de Educación , 2021).

Este esfuerzo educacional se encamina hacia el buen trato, a la resolución pacífica de conflictos y la implementación de prácticas ciudadanas y respetuosas, en las relaciones interpersonales.

Lo fundamental de la Política propuesta, es que todos los actores del sistema educativo: directivos, docentes, padres de familia, estudiantes, sean conscientes de la necesidad de transformar las aulas, en espacios donde se enseñe y practique la sana convivencia, de esto pareciera que existe más conciencia en los estudiantes cuando afirman: “La educación comienza en casa, lo que vemos en los adultos lo aprendemos. Así, si no vemos que los conflictos se resuelven, aprendemos a que eso no es posible y nos hacemos violentos, para lograr lo que queremos. Y esto, en las escuelas, a convivir no nos enseñan” (Política Nacional de Convivencia Escolar, 2021).

La implementación de esta Política al interior de los sistemas educativos, requiere de un Modelo de Gestión, que garantice la ejecución de un sólido y sostenido proceso colectivo de educación, que cuente con una participación decidida y activa de las autoridades institucionales y con una creciente participación de las y los estudiantes, contando con la claridad suficiente de cuál es la trayectoria a seguir, para que se determine en el corto y mediano plazos los hitos que quieren lograr todos los actores de la comunidad educativa.

Para lograr esto, es menester considerar las principales dimensiones de aplicación de los objetivos de la Política de Convivencia Escolar.

  • La Dimensión Formativa que permite organizar procesos y actividades atinentes a los aprendizajes de aquellos principios y valores de la convivencia que el Sistema escolar determine, con la finalidad que se construyan relaciones humanas y sociales sanas, a partir de la práctica de competencias y habilidades aprendidas y con relevancia y sentido personal y social.

  • La Dimensión Preventiva cuyo enfoque es el desarrollar capacidades, habilidades, procedimientos y procesos que permitan llegar con anticipación al aparecimiento de conflictos y en el caso que estos aparezcan, contar con aprendizajes y mecanismos para gestionar su resolución.

  • La Dimensión Cultural Democrática tiene la pretensión que los Objetivos planteados de la Política de Convivencia Escolar produzca en las y los estudiantes y demás miembros de la comunidad educativa la “costumbre de vivir en paz” como un bien colectivo, lo cual solo es posible en la medida que exista la participación responsable de todas y todos en el logro de niveles de bienestar, armonía y comunidad. (Ministerio de Educación , 2021).

De hecho, los Objetivos propuestos de la Política de Convivencia Escolar se entrelazan en estas Dimensiones, a partir de lo cual se aplican en la institución educativa siguiendo una organización y planificación estratégica mediante componentes.

Resultados

Las Unidades educativas de la Provincia del Guayas, están empeñadas en la tarea de formar personas con sólidos conocimientos desde lo cognitivo-instrumental, esta tarea también incluye el que los estudiantes aprendan y luego cultiven, habilidades socio-emocionales que sean de valor para el fomento de armónicas relaciones interpersonales.

En esto, es determinante la influencia del sistema educativo, pero pese a los esfuerzos, inclusive del Estado ecuatoriano, aun no es posible lograr índices que denoten el control emocional y el empleo de una inteligencia emocional avanzada para el control de las emociones personales, ni si quiera, en las instituciones educativas.

Para lograrlo, estas Instituciones requieren vincular a los aprendizajes conceptuales con los aprendizajes emocionales, teniendo en cuenta que, los estudiantes del siglo XXI deben aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a vivir juntos.

Conclusiones

Las habilidades socio-emocionales en los contextos escolares, no necesariamente se enseñan y tampoco se practican, teniendo como razón de fondo el que el mayor esfuerzo que se realiza a nivel de aula descansa en lo cognitivo, dejando poco espacio para procesos de educación emocional.

En tal virtud, al no existir procesos educativos que intencionalmente incorporen en el hecho áulico, los postulados de la educación emocional, no son evidentes las competencias emocionales básicas, con las cuales los estudiantes serían capaces de construir relaciones interpersonales sanas y efectivas.

El hecho de que existan relaciones interpersonales donde prime la tolerancia, la inclusión, el compañerismo, el respeto, la igualdad, la paz, y en consecuencia no se evidencie el acoso, la violencia, resulta en los entornos educativos una quimera, una especie de utopía irrealizable.

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Recibido: 02 de Julio de 2022; Aprobado: 11 de Agosto de 2022

*Autor para correspondencia: E-mail: wcedeno@utb.edu.ec

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

Los autores participaron en el diseño y redacción del trabajo, y análisis de los documentos.

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