INTRODUCCIÓN
A pesar de la gran diversidad de artículos que evidencian la importancia del ejercicio físico para la salud en general, y específicamente en la recuperación de diversas enfermedades, es polémica su utilización en personas con cáncer. El cáncer, por su parte, es una de las enfermedades que más está afectando a la población a nivel mundial sin importar su estrato socioeconómico, edad, entre otros elementos a tener en cuenta. Algunos tratamientos provocan efectos tóxicos a corto y a largo plazo, que pueden disminuir la calidad de vida y aumentar el riesgo de mortalidad de pacientes en edades maduras. (1
Desde hace mucho tiempo se conoce que el mecanismo generador de cáncer ocurre producto de las mutaciones que alteran los mecanismos de control de la multiplicación y reparación de una célula somática. 2 Esta enfermedad es considerada un gran inconveniente para la Salud Pública, por afectar a los ámbitos: físico, psíquico y social. 3 Durante las dos últimas décadas se ha avanzado en los estudios dentro del campo de los ejercicios en oncología, particularmente con el cáncer de mama.
El tratamiento del cáncer se asocia con cambios físicos y fisiológicos adversos que conducen a modificaciones metabólicas y funcionales y a padecimientos de los sistemas: cardíaco, pulmonar, neural, óseo y musculo-esquelético. 4
Cuando se realiza ejercicio físico por debajo de los niveles necesarios para lograr una salud óptima y para prevenir una muerte temprana, estamos hablando de inactividad física. 1 La inactividad física está considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cuarto factor de riesgo de mortalidad en todo el mundo y la principal causa, aproximadamente del 25 %, de los casos de cáncer de mama. 1
Según un estudio con una muestra de 111 sobrevivientes de cáncer de mama provenientes del National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), las sobrevivientes de cáncer de mama tenían un nivel muy por debajo de las recomendaciones, en cuanto a la realización de actividad física, según la Organización Mundial de la Salud, estimadas en ≥ 150 minutos/semana de intensidad de moderada a vigorosa. 4) Estos antecedentes sustentan el objetivo de este estudio: valorar criterios sobre la importancia del ejercicio físico en las mujeres mastectomizadas.
DESARROLLO
El cáncer de mama constituye una de las tipologías de cáncer más frecuentes en la mujer, consiste en la proliferación acelerada, desordenada y no controlada de células con genes mutados, los cuales actúan normalmente suprimiendo o estimulando la continuidad del ciclo celular perteneciente a distintos tejidos de una glándula mamaria. 5,6,7,8
Algunos estudios 7 referenciados en el Global Cancer Observatory (GCO), refieren que el 25 % de las mujeres, a nivel mundial, padecen de cáncer de mama y un 14 % muere por esta causa. En Cuba hasta el 2022 fue la segunda enfermedad de mayor incidencia en poblaciones femeninas mayores de 60 años, así como la segunda con una tasa de mortalidad más elevada. 8
Las investigaciones más recientes continúan apostando por los beneficios del ejercicio físico, y en las dos últimas décadas se ha avanzado en los estudios dentro del campo de los ejercicios en oncología, particularmente con el cáncer de mama 9, evidenciado en 2,8 millones de sobrevivientes de cáncer que necesitaron tratamiento para aliviar los síntomas adversos del tratamiento oncológico. 9 Estas evidencias también han demostrado que las personas que realizan ejercicio sistemáticamente disminuyen las posibilidades de padecer algún tipo de cáncer, entre ellos el de mama, que se encuentra entre los de mayor incidencia.
Diferentes estudios sustentan que no solamente juega un papel importante en la prevención, sino que ayuda a superar los tratamientos agresivos.
Entre sus beneficios se incluyen incrementos en la función cardiovascular, pulmonar y muscular (a raíz de un incremento en el consumo de oxígeno), volumen de eyección cardiaca, volumen minuto cardiaco, vascularización muscular, circulación linfática, ritmo metabólico, tono muscular, fuerza, coordinación y balance. 9
Son diversas las terapias para este tipo de cáncer recomendadas en la literatura científica y en la actualidad los tratamientos fisioterapéuticos poseen un carácter sistémico, ningún tratamiento por sí solo es el adecuado, pero todos en su conjunto brindan gran apoyo y cambios físicos positivos en el paciente.
Es importante que el especialista que trabaje con estos pacientes tenga un profundo dominio de la etiología de la enfermedad.
La rehabilitación física después de la operación, incide en la prevención y tratamiento de complicaciones como la linfedema, la disminución de la amplitud de movimiento de las articulaciones de los miembros superiores, al enmendar la postura, restaurar las alteraciones sensitivas para promover la recuperación funcional y propiciar una mejor calidad de vida. 10 Se considera que se debe comenzar entre las 24 y 48 horas después de la cirugía y puede tener una duración de hasta un año y continuar con una fase de mantenimiento durante la vida de la paciente.
Otros estudios 1 argumentan que la obesidad, la inactividad física y una baja función cardiorrespiratoria (triada tóxica del cáncer) (FCR) (por sus siglas en inglés) no solo aumentan el riesgo de padecer la enfermedad, sino que una vez que ha sido diagnosticado empeora el pronóstico.
Villamil DC en su investigación analizó varios estudios que evidenciaron la relación entre inactividad física y cáncer de mama y observó que las sobrevivientes de esta neoplasia tenían un nivel bajo de actividad física. 1
La American Cancer Society (ACS) recomienda realizar ejercicio físico durante el tratamiento y después del tratamiento, pero sin dejar de tener en cuenta la seguridad del paciente y la individualización de los programas; estos sugieren que deben basarse en actividades que les resulten atractivas para aumentar la adherencia. También se debe tener en cuenta el tipo de ejercicio que practicaban con anterioridad, así como las limitaciones derivadas de su estado físico. 1
Estas investigaciones destacan la importancia de tener en cuenta: el estadio de la enfermedad, el tipo de cáncer, la condición física, la posibilidad de reducir el volumen o la intensidad de ejercicio en el caso de que ya lo practique, de no ser así se deberá empezar de forma progresiva aumentando poco a poco la intensidad y la duración, es importante extremar las precauciones para prevenir las caídas en personas mayores, con metástasis óseas, artritis, osteoporosis y neuropatía periférica. 1
CONCLUSIONES
La actividad física ejercida de forma regular y con cierta intensidad reduce el riesgo de recidiva tumoral y la mortalidad por cáncer de mama, aumenta la calidad de vida, disminuye los efectos de los tratamientos y reduce los efectos de la triada tóxica, por lo tanto, mejora el pronóstico de la enfermedad. El tratamiento debe ser individualizado y sistemático en función de las características del paciente y su enfermedad.