INTRODUCCIÓN
En muchas zonas de los trópicos, la producción ganadera se ve seriamente limitada por la escasez y la mala calidad de forraje. El bajo contenido de proteína cruda es la limitación más común de la producción ganadera de los pastos nativos y algunos sistemas se han desarrollado para complementar o mejorar la ingesta de proteína cruda de los animales que pastorean en pastos nativos mediante el acceso, ya sea por temporadas o todo el año, para ello se establecen áreas sembradas de especies arbóreas tropicales de valor forrajero (Lok, 2016).
Camagüey, es una provincia altamente ganadera, de cuya producción una buena parte se sustenta sobre suelos Fersialíticos que ocupan en la provincia más del 7 % del territorio provincial, lo que impone serias limitaciones a la actividad ganadera sobre todo por los bajos niveles de N, P y K y los altos niveles de Mg y por consiguiente bajos niveles de calidad del pasto (Loyola, 2012).
La introducción de tecnologías silvopastoriles en los sistemas ganaderos tropicales, al tiempo que mejora la calidad nutricional de la dieta, contribuye a disminuir la emisión de metano de los bovinos. También ayuda a recuperar áreas degradadas, al permitir en ellas el mejoramiento de la fertilidad del suelo a través del aporte de nitrógeno atmosférico y el reciclaje de nutrientes, mejora la captura de carbono, la protección de la biodiversidad y de las fuentes de agua (Loyola et al., 2015; Montagnini, 2015; Murgueitio et al., 2015; Schindler et al., 2016 y Martínez-Pastur et al., 2017).
En Cuba, como en otras áreas de América, la reincorporación de árboles y arbustos en áreas de pastizales (sistemas silvopastoriles) es una alternativa de gran interés para recuperar la fertilidad de los suelos (Bacab et al., 2013; Jacobo et al., 2016; Kieck et al., 2016; Jiménez et al., 2019).
Particular importancia se les concede actualmente a las cercas vivas, ya que proporcionan una gran variedad de productos; entre estos sobresalen la producción de postes para nuevos cercados, forraje para los animales, leña, frutas y mieles para la apicultura, lo que las convierte en un indicador de sostenibilidad en los sistemas (De La Ossa-Lacayo, 2013; Muchanea et al., 2020).
La producción de hojarasca y su descomposición son esenciales para la transferencia de energía y nutrientes hacia el suelo, lo que constituye un flujo que suple una importante fracción de nutrientes rápidamente mineralizables en bosques deciduos (Doll et al., 2018).
Velasquez y Lavelle (2019) y Hernández-Chávez et al. (2020) resaltan las ventajas de la utilización de las comunidades de macroinvertebrados como indicadores de la calidad del suelo, por su simplicidad y bajo costo, así como por su alta sensibilidad a las condiciones del suelo.
Gliricidia sepium (Jacq) Kunth ex Walp, Bursera simaruba (L) Sargent y Moringa oleifera Lam son especies ampliamente cultivadas en Cuba, su empleo como cerca viva ocupa un lugar destacado, ya que implica bajos costos de establecimiento y altos ingresos en relación con otros tipos de cerca (Loyola et al., 2014), además de posibilitar la adquisición de leña, postes vivos y forraje así como los beneficios ambientales que brindan.
Objetivo General:
Caracterizar el rendimiento de follaje, hojarasca y la fauna edáfica asociada a tres especies forestales en cercas vivas en ecosistemas ganaderos sobre serpentina de Camagüey.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio se desarrolló durante dos años (desde septiembre de 2018 hasta septiembre de 2020), en áreas de la UBPC Finca Habana perteneciente a la Empresa Pecuaria Minas, municipio del mismo nombre en la provincia de Camagüey, Cuba. Situada a los 21º28’50” - 21º29’15” de latitud norte y los 77º39’50” - 77º40’20” de longitud Oeste a una altitud de 85 msnm, en el mismo se utilizaron árboles de Piñón (Gliricidia sepium (Jacq) Kunth ex Walp), Almácigo (Bursera simaruba (L) Sargent) y Moringa (Moringa oleifera Lam) ya establecidos en cercas colindantes plantados a una distancia de 1,0 m y una edad de seis años.
El trabajo experimental se llevó a cabo en un suelo Fersialítico Rojo Pardusco Ferromagnesial, de acuerdo con las hojas cartográficas del sitio y corroborado con Hernández et al. (2015), los pastos predominantes sonDichanthium annulatum (Forsk.) Stapf. (Pitilla) y Dichanthium caricosum (L.) A. Camus (Jiribilla).
El clima de la zona es tropical con una alta evaporación, la temperatura del aire es elevada, con valores medios de 25,2 °C, Humedad relativa del 79 % y las precipitaciones promedio anuales de 1 400 mm (CITMA, 2018).
Rendimiento de follaje
Siguiendo un diseño totalmente aleatorizado se tomó muestra del follaje a 20 árboles de cada especie, a los 90 días de rebrote después de un corte de establecimiento que comprendió la eliminación de todo el follaje del árbol.
El rendimiento de Materia Seca se determinó a partir de los porcientos de MS obtenidos por Loyola et al. (2013) en condiciones similares de suelo y clima, quienes determinaron que B. simaruba, G. sepium y M. oleifera poseen un 32; 36,2 y 41 % MS, respectivamente.
Deposición de hojarasca
En cada una de las cercas estudiadas se realizaron 20 parcelas por especie de 0,50 x 0,50 m las cuales se ubicaron aleatoriamente debajo de los árboles, se limpiaron de malezas y todo tipo de material orgánico y cada 15 días a partir de septiembre de 2018 hasta septiembre de 2020 se recolectó y pesó todo el material depositado a partir de la defoliación natural de los árboles (Fuentes et al., 2018).
Macrofauna edáfica
A partir de la valoración del posible impacto positivo de las diferentes especies de árboles en relación con la fauna del suelo, se realizaron de forma aleatoria en áreas debajo de los árboles que conforman las cercas vivas en estudio y en áreas de pastos sin árboles, 20 parcelas de muestreo de 0,5 x 0,5 m para cada variante, respectivamente, en cada parcela se limpió la vegetación y se excavó hasta 10 cm de profundidad, allí se contaron todos los individuos de las diferentes especies de fauna existentes (Barreto-García et al., 2018). Los muestreos de la macrofauna se realizaron entre las 7:00 y 9:00 a.m.
En el caso de las parcelas debajo de los árboles, estas se realizaron a una distancia que osciló entre 0,5 y 1,5 m de estos.
Análisis estadísticos
Se determinaron los estadísticos descriptivos (Media y ES) y se realizó un ANOVA simple para cada una de las variables estudiadas. Las medias se compararon a través de la prueba de rangos múltiples de Tukey HSD, para un nivel de significación de p< 0,05. Previo a estos análisis se comprobó la distribución normal de los datos y la homogeneidad de la varianza. La primera a través del sesgo estandarizado y la curtosis estandarizada y la segunda a través de la Prueba-F para comparar las Desviaciones Estándar y las varianzas de las muestras. Los análisis se desarrollaron con el paquete estadístico StatGraphics Centurion XV Versión 15.2.06 (2007).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Rendimiento de follaje
La Tabla 1 refleja los resultados productivos de G. sepium, B. simaruba y M. oleifera en cuanto a la cantidad de material verde producido y materia seca.
Especie | kg MV/a/corte | kg MS/a/corte |
---|---|---|
3,21 a | 1,02 a | |
3,75 b | 1,35 b | |
6,19 c | 2,54 c | |
± |
0,1423 | 0,0699 |
a, b, c: Letras distintas en una misma columna indican diferencias significativas entre las medias según HSD Tukey (p < 0,05).
Como se puede apreciar al aplicar cortes a los 90 días existe una producción de follaje verde que oscila entre 3,21 y 6,19 kg/a/corte y la MS obtenida por árbol fue 1,02; 1,35 y 2,54 kg MS/a/corte para B. simaruba, G. sepium y M. oleifera, respectivamente, con diferencias significativas (p < 0,05) entre cada una de las especies estudiadas.
Los mayores niveles de producción lo muestran M. oleifera, seguido de G. sepium y finalmente B. simaruba. Esto está relacionado con la alta capacidad de rebrote de la primera, independientemente del tamaño de sus foliolos por lo que acumula en los 90 días una mayor cantidad de follaje.
Estos resultados a nivel de finca como bancos de proteína pudieran significar valores en el orden de las 10,2; 13,5 y 25,4 t MS/ha/corte para B. simaruba, G. sepium y M. oleifera, respectivamente, si se consideran marcos de plantación de 1 x 1m. Estos valores anualmente se cuadruplicarían, por lo que es posible obtener cifras aproximadas de 40 t MS/ha/año en el caso de B. simaruba, 54 t MS/ha/año en G. sepium y hasta 100 t MS/ha/año para M. oleifera si se considera la variante de bancos de proteína y en cercas vivas anualmente pudieran esperarse producciones entre 4 y 10 t MS/km/año también si se tiene en cuenta cuatro cortes. Estos resultados muestran la promisoriedad de M. oleifera como cercas vivas en estos agroecosistemas.
Para el caso de M. oleifera, estos resultados son superiores a los obtenidos por Loyola et al. (2013) y Loyola et al. (2014) para condiciones edafoclimáticas del municipio Santa Cruz del Sur de la provincia de Camagüey con árboles de más de 15 años de edad plantados a partir de estacas. En el estudio antes señalado los autores obtuvieron 4,88 kg/a/corte de MV; 1,97 kg MS/a/corte y 1,31 t MS/km/corte, todos estos valores son para todas las variables casi un 25 % superior en este estudio, lo cual puede estar dado por la edad de las plantas estudiadas en este caso, que solo tienen un año de edad y quizás biológicamente tengan más vigor; por otra parte, estas plantas fueron sembradas a partir de posturas obtenidas por vía sexual (semillas) por lo que tienen un sistema radical más profundo y vigoroso que le permite extraer a mayor profundidad los nutrientes necesarios.
Estos resultados están próximos a los obtenidos por Gómez (1994) para G. sepium, quién informó producciones de forraje verde anuales entre 55,5 y 80,6 t ha-1 y para un corte entre 12,5 y 20 t MS ha-1. Los resultados alcanzados en este escenario son superiores a los logrados por Pedraza y Gálvez (2000) en G. sepium para Camagüey, donde estos autores indicaron la posibilidad de que un árbol de G. sepium produzca en cuatro cortes cada 90 días aproximadamente 2,5 kg MV/ árbol/ corte y 10 kg/ año de MV.
En esta especie se han alcanzado producciones de biomasa comestible que pueden aportar 4,4 kg de MS/árbol, a los 120 días del rebrote, después de efectuada una poda estratégica, y con una digestibilidad de la materia seca del 58 al 69 % (Pedraza et al., 2003). Esta disponibilidad alcanzaría casi para alimentar a tres animales/árbol/día como forraje cortado y ofertado en naves o potrero. El empleo del follaje de estas cercas vivas puede traer aparejados efectos beneficiosos al ecosistema y a la economía de la finca.
Pedraza (2005) destaca que 1 km de cercas vivas de G. sepium con una distancia entre árboles de 1,5 m, puede aportar nutrientes, de forma rentable, durante todo el año para que 20 vacas, con 240 días de lactancia, que consuman un pasto de regular calidad y suplementadas con minerales, produjeran alrededor de 1 kg /día más de leche, siempre que la disponibilidad de pastos y agua no fueran limitantes.
Estudios desarrollados por Cordoví et al. (2013) en Mozambique comprobaron que G. sepium y M. oleifera alcanzaron 9,56 y 8,68 t de MS/ha-1, respectivamente. De acuerdo con Vennila et al. (2016) G. sepium en cortes a los dos, cuatro y seis meses mostro rendimientos de 17,5 t ha-1año -1; 16,26 t ha-1año-1y 15,02 t ha-1año-1, respectivamente. Argüello-Rangel et al. (2019) comprobaron que G. sepium puede aportar en el periodo poco lluvioso 8,57 t ha-1 año -1 MS.
Deposición de hojarasca
La Tabla 2 muestra la cantidad de hojarasca depositada por los árboles evaluados, en este caso existe diferencias estadísticamente significativas en la deposición de hojarasca por cada especie en las cercas vivas.
Especie | g/m2 | kgha-1 |
---|---|---|
35,31c | 353,16 c | |
33,03b | 330,40 b | |
27,66a | 276,66 a | |
± |
0,3838 | 3,8387 |
a, b, c: Letras distintas en una misma columna indican diferencias significativas entre las medias según HSD Tukey (p < 0,05).
En este caso la mayor deposición la realiza G. sepium seguida por B. simaruba, esto está en concordancia con el tipo de hojas de estas especies, que además de ser compuestas, los foliolos son de limbo mucho mayor que los de M. oleifera, por otra parte G. sepium cada hoja posee de 7-17 foliolos y para el caso de B. simaruba cada hoja posee de 5-7 foliolos (Loyola et al., 2019).
En este estudio la deposición de hojarasca va desde 276,5 hasta 353 kg ha-1que equivale aproximadamente en el año a 3,31; 3,96 y 4,23 t ha-1para M. oleifera, B. simaruba y G. sepium, respectivamente.
Estos resultados superan los obtenidos por Triana et al. (2013) y Triana et al. (2014) quienes encontraron deposiciones mensuales de hojarasca también en cercas vivas sobre suelos fersialíticos de 332,0 ± 0,05 kg ha-1. De igual forma son superiores a los obtenidos por Fuentes et al. (2018) quienes obtuvieron niveles anuales de 0,47 t ha-1para el periodo poco lluvioso y 0,10 t ha-1año para el periodo lluvioso en bosques naturales.
Estos resultados son inferiores a los obtenidos por Hernández y Simón (1995) al determinar la deposición de hojarasca de Albizia lebbeck (L.) Benth. en el suelo, quienes obtuvieron valores de 10 y 13,6 t ha-1 en el PLL y PPLL, respectivamente. En este caso particular se trata de una especie de mayor diámetro y altura de copa por lo que en consecuencia su producción de follaje y hojarasca es mayor. Hernández y Hernández (2005) encontraron que con G. sepium es posible obtener 2,6 t MSha-1/año de hojarasca y 51 kg de Nha-1/año.
La hojarasca, por su acción de esponja, mantiene las condiciones de humedad que permiten la acción de los microorganismos de manera regulada. Así se produce un equilibrio entre el dosel, la hojarasca, los descomponedores y los nutrientes, y quizás este es el equilibrio básico para que los ecosistemas de bosques tropicales permanezcan en el tiempo (Hernández y Hernández, 2005).
En el proceso de defoliación, la hojarasca de los árboles cae gradualmente sobre el suelo, funciona en un inicio como cobertura y más tarde incorpora nutrientes a este a través de la descomposición de las hojas, lo que aumenta la calidad de los pastos (Moreno et al., 2018).
La producción y descomposición de la hojarasca son procesos claves para la conservación y/o recuperación de las formaciones vegetales, debido a que promueven procesos de circulación de los nutrientes y mantenimiento de las comunidades, por lo que resulta necesario conocerlos aportes de materia orgánica que realizan las especies vegetales para garantizar el retorno de los nutrientes (Gaspar et al., 2015).
El dosel por medio de la hojarasca no solo suministra MO, sino también regula la temperatura del suelo, por lo que la descomposición de la MO y el suministro de nutrientes ocurre de forma continua y paulatina, que contrarresta a su vez factores como la erosión del suelo, degradación de la tierra y desertificación, que hacen que la salud del suelo dé como resultado una disminución de la capacidad del ecosistema para producir bienes o prestar servicios para sus beneficiarios (FAO, 2017).
De acuerdo con Hernández y Hernández (2005) la contribución de los árboles al reciclaje de los nutrientes también está relacionada con el hecho de que estos, según la especie y las condiciones edáficas, son capaces de llegar a los horizontes más profundos del suelo, absorber los nutrientes y retornarlos a la superficie con la caída natural del follaje, las ramas y los frutos, o mediante la poda; reciclándose por esta vía nutrientes como Ca, K, Mg y S.
Macrofauna edáfica
La Tabla 3 refleja el comportamiento de la fauna edáfica en el sistema en estudio. Los sistemas con árboles (silvopastoril) mostraron mayor abundancia de la macrofauna, lo que coincide con lo informado por Cabrera-Dávila et al. (2017) y debe estar dado por la mayor cobertura del suelo, que ofrece condiciones óptimas de temperatura y humedad para el desarrollo de la fauna edáfica.
Especie fauna | Almácigo | Piñón | Moringa | Sin árboles | ± ES |
---|---|---|---|---|---|
Milpiés (diplópodos) | 16,95b | 21,95c | 21,95c | 16,0a | 0,3293 |
Anélidos | 178,0b | 197,8c | 198,8c | 86,95a | 5,1881 |
Coleópteros (larvas) | 207,0c | 226,65d | 98,0b | 46,0a | 8,4429 |
Ciempiés (quilópodos) | 38,0c | 41,85d | 22,0b | 9,0a | 1,4810 |
Total (individuos /m2) | 440,0c | 488,7d | 340,75b | 157,95a | 14,2508 |
a, b, c, d: Letras distintas en una misma fila indican diferencias significativas entre las medias según HSD Tukey (p < 0,05).
Los coleópteros y los anélidos fueron los principales grupos hallados en el ecosistema estudiado, similar a lo observado por Rodríguez et al. (2003) y Rodríguez et al. (2008) en diferentes sistemas de pastizales en monocultivos y asociaciones.
Es importante destacar la cantidad de coleópteros en los sistemas con árboles, los cuales mostraron diferencias significativas en todos los casos estudiados, es superior su presencia en asocio con G. sepium seguido de B. simaruba. Comportamiento muy similar en relación con las especies arbóreas lo mostraron los quilópodos (Ciempiés) aunque no así respecto a su número que fue muy inferior.
Para el caso de los anélidos y los diplópodos (Milpiés) el comportamiento fue ligeramente diferente pues su mayor número están asociados a M. oleifera, para estas dos especies de la macrofauna existió diferencias significativas entre las diferentes especies arbóreas no así entre G. sepium y M. oleifera. En todos los casos se encontraron en número superior de individuos de la fauna edáfica en los sistemas con árboles.
Como se puede apreciar en la tabla anterior, el promedio de individuos/m2 observados en el periodo de estudio también mostró diferencias estadísticamente significativas entre cada una de las variantes estudiadas, comportándose con menor número de individuos/m2 el sistema que no tiene árboles y los mayores números (440,0 y 488,7) para los sistemas con B. simaruba y G. sepium, respectivamente, lo cual coincide con que estas dos especies son de hojas anchas, aspecto este que permite una mayor cobertura del suelo y por tanto mayor sombra y humedad del mismo.
Todo lo antes planteado evidencia lo beneficioso de la inclusión de estas especies como cercas vivas, pues aportan importantes volúmenes de hojarasca y es un regulador de la temperatura del suelo por el sombreo que provoca, lo que favorece el buen desarrollo de la fauna edáfica y con esta, la mejora del suelo ya que estos organismos ayudan a la descomposición de la materia orgánica, de la propia hojarasca así como lo que pueden aportar en materia de estiércol y coprolitos (Crespo, 2008).
Esto igualmente está en concordancia con estudios recientes desarrollados por Wu y Wang (2019), quienes comprobaron la hipótesis de que la macrofauna depende de las condiciones específicas de micro hábitats del suelo creadas por la vegetación.
Resultados obtenidos por Escobar et al. (2020) muestran abundancia de la macrofauna del suelo bajo sistemas de silvopastoreo, lo que indica la salud del suelo en el sistema, siempre con mayor número de individuos en las áreas bajo los árboles. Estos mismos autores encontraron que los escarabajos (Scarabaeidae) estuvieron presentes en mayor número en el suelo bajo los árboles, mientras que la lombriz de tierra (Lumbricidae), fue la especie con mayor número de individuos en todos los ecosistemas.
Camero y Rodríguez (2015), encontraron mayor abundancia de lombrices en sistemas silvopastoriles que en monocultivos de gramíneas, por el contrario, Murillo et al. (2019), no encontraron diferencias entre sistemas silvopastoriles y vegetación nativa. Leyva et al. (2018) también indican mayores valores de riqueza de órdenes y abundancia en sistemas silvopastoriles.
De acuerdo con Rodríguez et al. (2008) algunos de estos organismos, en especial los coprófagos como los coleópteros son agentes fundamentales en la limpieza de las praderas, pueden incorporar las heces fecales de vacunos y otros animales del sistema al suelo en un lapso de 24 horas. Esta acción enterradora que ejercen los coleópteros disminuye sustancialmente la contaminación que provoca la acumulación del excremento en el pastizal y conduce, por lo tanto, a un mejor aprovechamiento de la cantidad de pasto disponible, lo que evita que el pasto sea rechazado por el ganado, y favorece además la retención de agua en el suelo y la remoción de los horizontes del suelo (Cárdenas-Castro y Páez-Martínez, 2017).
El incremento de la fauna edáfica y del número de coprolitos en el suelo debe mejorar si se tiene en cuenta el incremento de la vegetación y del aporte de hojarasca, lo cual es muy favorable para el bienestar de estos agroecosistemas ganaderos. Rodríguez et al. (2003) reportan aumentos apreciables en los componentes bióticos del suelo cuando se incrementa el arbolado en áreas de pastoreo, debido a los efectos beneficiosos de los árboles en el microclima del suelo y a la deposición de hojarasca.
En sentido general se puede asegurar que dentro de las técnicas agroforestales el empleo de estas especies como cerca viva ocupa un lugar destacado, ya que implica bajos costos de establecimiento y altos ingresos en relación con otros tipos de cerca.
Donde existen las cercas vivas se observó mayor riqueza en la fauna del suelo, debido a que los árboles presentes hacen mayor aporte de hojarasca y mejoran las propiedades físicas de los suelos, al aumentarla cantidad de microporos encargados del drenaje y la aireación del suelo (Hernández et al., 2020). En estos sistemas la MO del suelo se mantiene en niveles satisfactorios para su fertilidad; el reciclaje de las bases en los residuos de los árboles puede reducir o frenar el proceso de acidificación, además de controlar la erosión y las pérdidas de MO (Benavides et al., 2005).
CONCLUSIONES
Las especies evaluadas producen altos niveles de forraje y hojarasca al suelo, con los mayores aportes M. oleifera y G. sepium, respectivamente.
La variabilidad de especies y número de individuos de la edafofauna es abundante en el ecosistema en estudio, superior en los sistemas de cercas vivas respecto a las áreas sin árboles