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versión On-line ISSN 2306-9155

Rev retos vol.9 no.1 Camagüey ene.-jun. 2015

 

Medición del capital intelectual en empresas mexicanas

ARTÍCULO

 

Medición del capital intelectual en empresas mexicanas

 

Measuring of Intellectual Resources in Mexican Companies

 

 

Dr. C. Roberto Joya Arreola1, Dr. C. Luís Carlos Gámez Adame1, Dra. C. María Luz Ortiz Paniagua1 y MSc. Anisabel Gálvez Fernández2

1 Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara, México. rjoya@cucsur.udg.mx
2 Departamento de Contabilidad, Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas, Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Cuba

 

 


RESUMEN

La finalidad de este trabajo es reflexionar sobre la medición del capital intelectual como factor productivo, en empresas mexicanas, a partir del estudio del estado del arte. Su importancia radica en haberse hecho las valoraciones en ese contexto, teniendo en cuenta que el capital intelectual constituye un activo generador de riqueza para las organizaciones, además de la necesidad de estos estudios. Los fundamentales métodos de investigación fueron el análisis-síntesis, la inducción-deducción, el histórico-lógico y la entrevista.

Palabras clave: capital intelectual, gestión, medición y registro


ABSTRACT

The objective of this research is to reflect the measurement of intellectual resources as production factor in Mexican companies, starting from the study of the state of the art. Its importance lays on the context assessments, taking into account that intellectual resources constitute an asset that generates riches in organizations, apart from the arising need for these studies. The main research methods employed were the analysis-synthesis, induction-deduction, historical-logical and the interview. The importance of intellectual resources as production factor in companies and its measurement, assessing Mexico's case, involves a theoretical-reflective-practical scope.

Key words: intellectual resources, management, measurement and record


 

 

 

INTRODUCCIÓN

Durante las dos últimas décadas la humanidad ha estado al borde de una transición histórica: la vieja sociedad que generó riqueza en forma de bienes de capital y productos manufacturados está dando paso a una nueva sociedad valorada en activos menos tangibles, tales como el conocimiento y la información. En el siglo XIX se produjo un cambio frenético en las capacidades productivas de la humanidad, que marcó el comienzo de la era moderna.

El conocimiento se convierte hoy en una de las principales fuentes de ventajas competitivas; los activos más importantes de las empresas ya no son los tangibles, sino los intangibles, que tienen su origen en los conocimientos, habilidades, valores y actitudes de los miembros de la organización, así como la lealtad de los clientes, las relaciones con proveedores y otros participantes de su cadena de valor, además del uso de la tecnología informática y las alianzas estratégicas, entre otros.

La contabilidad tradicional no informa sobre estos intangibles, difíciles de cuantificar, que en su conjunto se han denominado capital intelectual y sobre los cuales han reflexionado prestigiosos autores (Sveiby, 1997; Bueno, 1999; Edvinsson y Malone, 1997; Viloria y Nevado, 2008). Son estos intangibles los que aportan hoy el mayor porcentaje de los beneficios de muchas organizaciones, principalmente en aquellas intensivas en conocimientos y del sector de los servicios. No obstante, se considera que aún no se ha consolidado un cuerpo teórico que aporte resultados concluyentes y de aceptación general sobre la identificación, medición, registro e información acerca del capital intelectual. Lo planteado conlleva a que estos importantes activos no sean reconocidos como elementos que influyen en el valor contable real que posee una organización, por lo cual no son reflejados en los estados financieros contables y en los informes de gestión que constituyen la base del proceso de toma de decisiones.

Las empresas mexicanas no tienen cultura de gestionar su capital intelectual y aun menos en su identificación y medición, por lo cual el objetivo del presente trabajo va dirigido a reflexionar sobre el capital intelectual como factor productivo de las empresas y su medición, en las empresas mexicanas.

 

DESARROLLO

La globalización de la economía, con sus respectivos impactos en todas las esferas de la vida social de un país, el desarrollo acelerado de las tecnologías de la información y las comunicaciones, la microelectrónica, la difusión masiva de la informática, la telemática, entre otros han convertido al conocimiento en fuente importante generadora de valor para las organizaciones, donde se destaca la elaboración del conocimiento funcional a partir de la información disponible, conllevando a la necesidad de una formación continua para poder afrontar los constantes cambios, por lo cual las gerencias empresariales que no sean capaces de gestionar el talento, las habilidades, las actitudes y valores de sus empleados como patrimonio organizacional que conlleve a la creación de riquezas y valorización de la empresa estarán cada vez más en desventaja ante sus competidores.

La revisión de la literatura sobre el tema ha permitido reconocer la existencia de antecedentes sobre la valorización de los intangibles y del capital humano dentro del ámbito contable y de la gestión empresarial; donde se desarrollaron corrientes investigativas con estos propósitos, tales como: la administración (década del 30) y la contabilidad (década del 60) de los recursos humanos y el tratamiento contable del goodwill (fondo de comercio, crédito mercantil o plusvalía, década del 80), que constituyeron el punto de partida de la investigación del grupo sueco Konrad (década del 90) y que evolucionó hasta socializar el término de capital intelectual.

Según Stewart, (1998), el management del capital intelectual es como un océano apenas descubierto, aún inexplorado; pocos directivos conocen sus dimensiones o saben cómo navegar en él. Algunos saben algo sobre los bienes intelectuales codificados, como las patentes y los derechos de autor. Tal vez tengan una cierta idea del valor de otros, como el valor de la marca, algunos intuyen que la capacitación y experiencia adquiridas durante el período de aprendizaje forman parte de sus bienes. Pero el talento también es capital intelectual (Stewart, 1998, p. 100).

Mientras que Rich Karlgaard director de Forbes citado por Malone considera que, como índice, el valor en libros está totalmente muerto. Es un instrumento de la era industrial, vivimos en la era de la informática, desde luego, aun cuando es notable que muy pocas personas hayan podido ponerse a tono con esta realidad. La prueba es el hecho que no se comprende la importancia decreciente del valor en libros y de los activos materiales que forman el numerador de la proporción. La inteligencia humana y los recursos intelectuales son hoy los más valiosos de cualquier compañía (Edvinsson y Malone, 1997, pág 16).

Bjorn Wolrath, quien fuera presidente de Skandia, mencionó que "La medición del capital intelectual y un informe bien equilibrado representan un hito importante en el paso de la era industrial a la economía del conocimiento ya que se tiene como resultado una descripción más sistemática de la capacidad y potencial de la compañía para transformar el capital intelectual en capital financiero" (Edvinsson y Malone, 1998, p. 26).

Son numerosas las definiciones de capital intelectual. El estudio de importantes autores como Viedma, (2001), Sveiby (1997), Stewart (1998), Edvinsson y Malone (1997), Rivero, Vega y Balagué, 2004, Link y Ruhm (2009), entre otros, ha permitido la siguiente sistematización:

1) Capital intelectual como conocimiento

2) Capital intelectual como intangibles

3) Capital intelectual concerniente a factores humanos, estructurales y relacionales

4) Capital intelectual como contribuidor a la generación de valor

Por lo cual, se considera que cualquier definición de capital intelectual debe reflejar las cuatro características anteriormente mencionadas, pero ante la presencia de un nuevo paradigma global que incluye la responsabilidad social de las organizaciones, varios autores coinciden en la incorporación de una nueva regularidad: la integración, compromiso e impacto en el territorio y en la sociedad en general. Se asume la definición de este autor, por su nivel de integralidad, de las diferentes facetas del capital intelectual, que plantea que es la "combinación holística de activos intangibles basados en el conocimiento, creado por los recursos humanos y aplicado a las estructuras, procesos, relaciones e influencia social de la organización, con capacidad de desarrollar ventajas competitivas sostenibles y generar valor".

Por lo tanto se reconocen como sus componentes:

Capital humano: conocimiento de las personas y colectivos en términos de valores, actitudes, competencias y habilidades que tributan al beneficio de la organización.

Capital estructural: cultural organizacional, infraestructura, procesos e innovación que tributan al desarrollo sostenible de ventajas competitivas.

Capital relacional: relaciones estables con los agentes externos, vinculados a la actividad de la organización, para el intercambio de productos, servicios e información y que generan ventajas competitivas.

Capital social: integración, compromiso e impacto en el territorio y en la sociedad en general.

La contabilidad financiera expresa el valor tangible de la empresa desde una óptica corriente o pasada, donde el factor estratégico o de crecimiento futuro no está reflejado, sin embargo muchos estudiosos de la ciencia contable reconocen que es cada vez mayor la brecha existente entre el valor en libros y el valor de mercado de una empresa, lo que indica que se está en presencia de un intangible no valorado en la contabilidad tradicional y que no obstante constituye fuente generadora de valor y por ende de ventajas competitivas; y esos activos son los conocimientos, las destrezas profesionales, la experiencia aplicada, la tecnología organizacional, las relaciones con clientes y otros participantes de la cadena de valor y la posesión de una imagen socialmente responsable.

Los cambios a nivel del conocimiento son avanzados; hoy se le reconoce como de alto valor agregado para las organizaciones en la medida en que genera riqueza, siendo un "activo" que debe gestionarse y valorarse como los demás.

A partir del análisis de la bibliografía consultada se puede plantear que la gestión del capital intelectual es un concepto más amplio que la gestión de la propiedad intelectual, ya que la primera implica la administración eficiente de cada uno de los componentes con un enfoque sistémico e interrelacionado, de cuyo resultado la empresa se beneficia con un crecimiento de su valor de mercado.

Si se lleva a cabo eficientemente la gestión del capital intelectual se obtienen los siguientes beneficios:

1.- Una curva de aprendizaje más pendiente.

2.- Tiempo más corto de gestación para aplicaciones.

3.- Economía de costos e inversión en capital estructural y capital organizacional.

4.- Mayor valor agregado, en virtud de interacciones mejoradas.

5.- Creación de nuevo valor por novedosas conexiones y combinaciones.

Es importante seguir los siguientes seis pasos o fases para aumentar el capital intelectual en las organizaciones de acuerdo con Malone y Edvinsson (1998, p. 76-77):

1.- Misionera: Esta primera fase comprende las primeras percepciones que tiene la organización cuando reconoce la necesidad de sacar a la superficie su capital intelectual. Comienza con unos pocos individuos pioneros, que identifican el problema de fondo y se convence al resto de la organización de la necesidad de una nueva perspectiva.

2.- Medición: Atiende al desarrollo de métricas de equilibrio, la taxonomía para este nuevo modelo. Se incluye también la función del contralor del capital intelectual y el trabajo inicial de concertar la medida de dicho capital con el sistema contable corriente de la compañía.

3.- Liderazgo: Lo que se requiere es pasar de la administración del pasado a navegación en el futuro en términos de renovación y desarrollo.

4.- Informática: Aquí se recalca el desarrollo de la tecnología para aumentar la transparencia que tiene que ver con la facilidad de ver y el empaque del conocimiento, lo mismo que los sistemas de comunicación necesarios para compartir ese conocimiento.

5.- Capitalización: Capitalización: Capta el uso de tecnología organizacional empacada (sistemas para administrar bases de datos, instrumentos de automatización, entre otros) y de la propiedad intelectual para la creación de capital intelectual. La capitalización es básica para el reciclaje del conocimiento y la inversión en capital estructural de la empresa.

6.- Futurización: Es el cultivo sistemático de la innovación como competencia central de la organización, para mantener continua renovación y desarrollo, y situarse a la delantera.

En el ámbito de la nueva economía, el capital intelectual proporciona un margen competitivo, sin embargo estos "recursos" no son medidos de manera adecuada; por lo cual los autores de este trabajo consideran que capital intelectual (intangible) al igual que los recursos físicos, necesita ser valorado como parte de la gestión organizacional, por generar ventajas competitivas.

Si asumimos que el proceso de formación del "capital intelectual" debe considerarse como inversión económica del mismo orden que la formación del capital material (actualmente la tendencia es a la inversión primaria, fundamentalmente en capital humano) es necesario que la contabilidad refleje este tipo de activos.

Los nuevos sistemas de registro contable deben medir el impulso de las compañías en términos de posición de mercados, lealtad de la clientela, calidad, capital intelectual, entre otros, ya que la no valoración de estas dinámicas empresariales provoca valoraciones que crean una brecha entre los valores que las empresas declaran en sus balances y las estimaciones de los inversionistas. Estas diferencias resultan más evidentes en las empresas que hacen uso intensivo del conocimiento, hechos que se corroboran en transacciones donde los precios de adquisición superan significativamente el valor en libros, con el agravante que las compañías no cuentan con las herramientas suficientes para la administración de este tipo de activos, dado que los sistemas contables tradicionales ya no son pertinentes para la economía por cuanto no captan la realidad de las compañías.

En el ámbito práctico, el primer resultado efectivo se obtuvo con la aplicación en 1995 del modelo "Navigator de Skandia" en la importante compañía escandinava de seguros y servicios financieros Skandia, donde como notas a sus estados financieros se publicó el primer informe sobre Capital intelectual, basándose en la idea de que el rendimiento financiero de una empresa está realmente determinada por la capacidad de la misma de crear valor sostenible a partir de una visión estratégica de cinco factores claves de éxito: Finanzas, clientes, procesos, capital humano e innovación y desarrollo.

Edvinsson y Malone proponen una ecuación para calcular el capital intelectual de la empresa, de modo que se puedan realizar comparaciones entre empresas:

capital intelectual organizativo = i C, i= (n/x)

Donde:

C: es el valor del capital intelectual en unidades monetarias.

i es el coeficiente de eficiencia con que la organización está utilizando dicho capital.

n es igual a la suma de los valores decimales de los nueve índices de eficiencia propuestos por estos autores.

x es el número de esos índices.

Los elementos de esta ecuación se obtienen a partir de indicadores desarrollados para cada uno de los cinco enfoques o factores propuestos por el Navegador de Skandia.

Posteriormente se desarrollaron otros modelos para la medición del capital intelectual, organizados en dos grandes grupos por Luthy (1998):

Medidas de nivel organizacional: este tipo de medidas persigue encontrar un valor único, global y en términos financieros del capital intelectual, el cual debe captar el efecto sinérgico de los elementos del capital intelectual a nivel organizacional, proporcionando una medida rápida y global de progreso y valor. Dentro de este grupo se destacan los modelos diferencia entre el valor de mercado y el valor contable y la Q de Tobin, que tienen sus mayores limitaciones en que tienden a ignorar los factores exógenos que pueden influenciar el valor de mercado. Otro modelo lo constituye el Cálculo del Valor Intangible (VCI), siendo reconocida su mayor limitación que su efectividad solo resultaría entre empresas de igual sector, tamaño, y bienes tangibles similares.

Medidas de nivel operacional o de componente por componente: dentro de este grupo se incluyen aquellas propuestas basadas en la identificación de elementos o componentes de capital intelectual y de indicadores específicos para cada uno, lo que permite ubicar cada medida en los diferentes niveles operacionales, teniendo en cuenta que cada uno tiene diferente relevancia y utilidad en los diferentes niveles de la organización, así como en el proceso de toma de decisiones. Este tipo de medida ha tenido una mayor aceptación por su concepción de identificar los elementos del Capital Intelectual en función de los objetivos y estrategias de cada organización, por lo que en la práctica empresarial han tenido mayores aplicaciones y desarrollo. Los modelos más representativos según los estudios de Rivera, tutoreada por Vega Falcón y Frías Jiménez, (2009) han sido:

El modelo Balanced Scorecard.

•Technology Broker

• Intellectual Assets Monitor.

• Modelo de dirección estratégica por competencias.

• Modelo Nova

• The Value Explorer

• ICBS

• Nevado - Lopez

• Modelo Intellectus

Estos modelos se consideran pioneros dentro de esta temática y constituyen referencias para aplicaciones en empresas e investigaciones con el objetivo de indagar el estado de la práctica. Existen aplicaciones posteriores como Expósito (2005), Infante (2005), Nitz de Carvalho (2007), entre otros.

Como se puede observar existe gran diversidad de modelos de capital intelectual pero no se encuentra la misma situación en cuanto a procedimientos y metodologías, donde se destacan:

• Gestión de intangibles (1998-2002)

• Metodología del proceso de medición del capital intelectual en Israel (1999)

• Metodología para medir y gestionar C.I en ciudades. CICBS (2002)

• Metodología para la medición del capital en organizaciones de ciencia y técnica (2004)

• Fases para la medición del capital intelectual (2007)

• Procedimiento para valorar el capital intelectual (2008)

Del análisis de los procedimientos expuestos se observa que contienen una lógica similar:

1) Generalmente se parte de un modelo desarrollado por el propio autor.

2) Se identifican elementos e indicadores a partir de factores o variables planteadas en el modelo.

3) Se plantea su utilización para la gestión.

Los aspectos no coincidentes en las metodologías y procedimientos mencionados se relacionan con la valoración monetaria y las particularidades de las aplicaciones a los diferentes contextos. Además, se consideran como limitaciones que estos establecen qué hacer sin embargo hay ausencia de las propuestas de cómo hacerlo, no se diseña el instrumental o técnicas necesarias para la recopilación y procesamiento de la información.

Según Hernández (2002) las investigaciones en torno a los intangibles o capital intelectual se han enfocado fundamentalmente en dos sentidos:

Enfoque financiero-contable, que se basa en los principios y normas que rigen estos procesos en las empresas, en busca de la armonización y comparabilidad de la información financiera (Hernández, 2002). Centra su interés en la búsqueda de normas y principios que se adapten a las características de los intangibles y que permitan su presentación en los estados financieros. No ha tenido gran aceptación, ni desarrollo por la tendencia a medir lo nuevo con reglas viejas. Por ello los autores de este trabajo entienden que la aplicación de este enfoque debe conducir a la definición de nuevas formas de medir y presentar los componentes del capital intelectual.

Enfoque gerencial, se basa en los conceptos más actuales de la gestión del conocimiento y el capital intelectual. Reconoce el valor agregado que aporta la gestión del conocimiento y la identificación del capital intelectual al valor total de la empresa (Hernández, 2002). Plantea la elaboración de instrumentos que permitan medir y gestionar los elementos que conforman el capital intelectual y la presentación de esta información en notas complementarias a los estados financieros.

Como se aprecia el enfoque contable puro no se ha desarrollado por la complejidad y heterogeneidad de los elementos que integran el capital intelectual, a pesar del reconocimiento de la necesidad e importancia de ello.

México no está exento de las limitaciones que se manifiestan a nivel universal con la medición y exposición en los registros contables de su capital intelectual. A criterio de los autores el tener una economía con gran preponderancia de la micro, pequeña y mediana empresa, donde las unidades económicas totalizan a nivel nacional 5 144 056 unidades, de las cuales 99,8 % emplea a menos de 250 trabajadores, lo que significa que existen alrededor de 5 041 175 micro, pequeñas y medianas empresas (González, 2011), dificulta más la introducción de la gestión del capital intelectual y en consecuencia la medición y exposición de este, lo cual no significa que en el ámbito académico se hayan realizado algunas investigaciones sobre el tema, sobre todo en el plano teórico conceptual, pero es loable reconocer que no es un tema frecuentemente tratado.

Aunque en el contexto mexicano se ha planteado por algunos estudiosos del tema el desarrollo de un modelo universal, este colectivo de autores no está totalmente de acuerdo con este enfoque, ya que al definir o utilizar cualquier modelo o procedimiento del capital intelectual en México hay que tener presente la estructura por tipo de empresas en el país, ya que no son las mismas características la de las grandes empresas, que las de las pequeñas y medianas, así como la estructura sectorial.

Al analizar la situación mexicana se observa en el estudio realizado en el municipio de Autlán de Navarro del estado de Jalisco, donde se efectuaron entrevistas con un diseño estructurado a partir de la experiencia de los investigadores, se aplicó muestreo aleatorio simple a una muestra de 81 empresas (19,7 %) de las que fracasaron en los últimos cinco años, se detecta que los fundamentales problemas sobre el capital intelectual y sus componentes, a partir del procesamiento de las respuestas obtenidas mediante la moda a través del programa SPSS versión 15,01 son:

• No potencian la creación de conocimientos, porque no valoran que le den ventajas competitivas

• No se conoce que es el capital intelectual y sus componentes

• Sienten como una amenaza la apertura de empresas norteamericanas, pues no saben cómo generar ventajas competitivas ante estas.

• No se estimula moralmente a los empleados con buenos resultados en el trabajo

• En muchas ocasiones la calificación laboral no se corresponde con la labor que desempeña el empleado, por ser fundamentalmente negocios familiares y primar el multioficio.

• En general existe estabilidad en el puesto de trabajo de sus empleados, pero si los califica emigran a puestos de trabajo mejor pagados.

• No valoran la capacidad de los empleados de adaptarse a las innovaciones tecnológicas y organizativas, siendo los dueños inflexibles muchas veces a realizar cambios

• No existe una cultura de trabajo en equipo

• No se potencia la creatividad en los empleados

• No se utilizan indicadores que midan la capacitación del personal, la satisfacción de empleados y la participación en decisiones e innovaciones empresariales

• No existencia de sistemas de calidad

• Utilizan poco las tecnologías de la información y las comunicaciones como técnicas gerenciales

• No utilizan indicadores sistemáticos para evaluar los nuevos procesos desarrollados en el año y los nuevos productos creados o mejorados en el año.

• Generalmente no tienen indicadores: de satisfacción del cliente con los productos y servicios que se brindan, de lealtad de los clientes, de las relaciones duraderas con proveedores y clientes y de la satisfacción de sus proveedores con la organización.

• Pocas veces realizan campañas de promoción de productos y servicios.

• Generalmente no llevan carteras de clientes, por lo tanto no realizan valoraciones sobre resultados y satisfacciones de sus relaciones con estos.

• Sólo realizan reciclajes de los desechos, cuando reciben alguna retribución, generalmente dada por agencias gubernamentales

• No invierten en I + D, ni en el desarrollo de tecnologías limpias, por ser altamente costosas

• Se sienten comprometidos con el desarrollo de la localidad al crear empleos, participar en la vida ciudadana y brindar bienes y servicios.

• La contabilidad que generalmente llevan es con fines fiscales.

Como se observa, en la práctica empresarial mexicana no se gestiona, ni mide, ni se expone en los estados financieros el capital intelectual, dado fundamentalmente por la estructura de ese sector empresarial y el poco interés y preparación del micro, pequeño y mediano empresario.

 

CONCLUSIONES

El entorno competitivo que la mayoría de las empresas afrontan en la actualidad, donde el conocimiento alcanza mayor relevancia como factor productivo, demanda una revisión minuciosa de lo que existe internamente y externamente en la organización, con la evaluación del capital intelectual con sus componentes, siendo una premisa indispensable la medición y exposición de este en la información contable de las organizaciones, para que brinde la información oportuna y fiable para la toma de decisiones gerenciales.

Aunque existen modelos y metodologías sobre el capital intelectual, desarrolladas en la teoría y la práctica, constituye una necesidad su contextualización a las características nacionales, sectoriales y de las organizaciones para que se integren armónicamente al sistema de gestión organizacional.

México presenta serias limitaciones en la gestión de su capital intelectual. Constituye una necesidad que se desarrollen políticas y estrategias a los diferentes niveles gubernamentales que estimule a los académicos y empresarios mexicanos en el diseño e implementación de metodologías y procedimientos adecuados a sus realidades.

 

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Recibido: 03/11/2014
Aprobado: 15/05/2015

 

 

Roberto Joya Arreola Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara, México. rjoya@cucsur.udg.mx

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