INTRODUCCIÓN
El debate y la literatura que se ha generado respecto a la gestión de proyectos, desde lo más general; y en específico, de aquellos relacionados con la creación de microempresas, ha sido y es muy amplio. Envuelto, eminentemente, en un carácter especializado que, en ocasiones, contribuye a hacer de la problemática un espacio limitadamente cerrado y específico de especialistas vinculados a la economía y a servicios específicos y tangibles.
Al partir de esa apreciación, la propuesta de considerar tal tipo de gestión como una competencia, hace que la temática trascienda límites más allá del tratamiento específico, interpretativo y pragmático de instrumentación que generalmente ha recibido desde la literatura; y, por tanto, ello se convierta en una responsabilidad universitaria para formar profesionales que pueden llegar a constituirse en baluartes y apoyo de los propios intereses del Estado ecuatoriano, o de instituciones públicas o privadas, que consoliden su estructura de desarrollo presente y futuro.
Otro tanto sucede cuando se enfocan los denominados procesos de gestión de negocios, empresariales, productivos, directivos, sociales; que, en su tratamiento desconocen el accionar y la necesidad de las competencias profesionales; y cuando ello pasa; o bien solo se menciona, pero no se aborda su estudio como una necesidad plataforma para que esos procesos puedan dirimirse de manera óptima; o bien, en los más diversos documentos se conceptualizan desde términos que limitan su alcance. A pesar de ello, la gestión de proyectos microempresariales posee una complejidad tal que amerita ser tratada dentro de un ámbito que traspase cualquier intención de estrechar su importancia e influencia.
Además, hoy en día las formas de organización del trabajo demandan que el proceso de enseñanza-aprendizaje (PEA) universitario esté en consonancia con los cambios que se producen en lo social, cultural, económico, laboral y tecnológico; sobre todo en momentos en el que los ciclos de innovación se suceden en espacios cada vez más breves de tiempo. Como respuesta, la universidad se ve obligada a una mayor versatilidad y flexibilidad para adaptarse a las nuevas formas de organización laboral del mundo del trabajo y en sociedades específicas.
Los métodos de investigación esenciales utilizados para llegar a cumplimentar el objetivo estuvieron, en el orden teórico, en aquellos que propician la modelación, el de análisis-síntesis e inducción-deducción, los cuales permitieron, desde el proceso investigativo, estructurar sistémicamente el aporte que se presenta.
Así, el objetivo de este trabajo consistió en fundamentar una estrategia didáctica para el desarrollo de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales, mediante el aprendizaje por proyectos.
DESARROLLO
Hoy en día no es fácil acotar el concepto de competencia, cuando una somera revisión de la literatura sobre ese campo, además de evidenciar los continuos esfuerzos dedicados a dicha tarea; y los diferentes vaivenes habidos en su concreción desde lo psicológico, pedagógico, laboral, social, indican que ese término no es unívoco (Machado y Montes de Oca, 2020a, b; Marcillo, 2018; Tobón, 2014, 2015).
Por otra parte, también es significativo destacar que, en cada definición existen supuestos previos o niveles de abstracción distintos con los que cada autor opera. Esa heterogeneidad, que implica diferentes parámetros de referencia, provoca que el resultado conceptual, obviamente, sea distinto; incluso, lo que para unos autores es competencia, para otros no lo es; pero aún más, cada día se observan más propuestas que desvirtúan la noción de lo que ella en realidad debe ser, en el más amplio de los términos que puedan utilizarse para una justa crítica; y, por tanto, cualquier proceso o cualidad es competencia.
Algo similar ocurre con las denominadas competencias profesionales (Abambari, 2015; Castro, 2015; Tejeda, 2011), que es un aspecto inmerso en este artículo, las cuales vienen marcando la orientación de las decisiones y procesos estratégicos de cambio que durante las últimas dos a tres décadas han estado poniendo en marcha diferentes naciones; todo ello en torno a cuatro ejes de actuación: la aproximación entre lo laboral y la educación/formación; la conciliación de los recursos humanos a las transformaciones más avanzadas en el ámbito de las tecnologías, así como en la estructura social de la producción-servicios; las metamorfosis que se suceden en las instituciones formativas y en las capacitaciones docentes para adaptarse a las nuevas coyunturas; y la nuevas vías para ofertar y ejecutar los procesos de titulación desde disímiles formas organizativas de la docencia y de reconocimiento de esos tipos de formación.
En lo particular de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales; ella en su generalidad no ha tenido un tratamiento en la literatura que la ubique dentro de la concepción de una competencia en ese campo específico; más bien los estudios que se observan abundan en la gestión de procesos en múltiples áreas de la economía, los negocios, el turismo, entre otros, destinados a diseñar, coordinar, implementar y evaluar diversos tipos de proyectos, los cuales tratan de articular eficientemente los recursos humanos y materiales para transformar y mejorar una determinada práctica.
La necesidad de una transformación de tal envergadura, de acuerdo con los nuevos tiempos, signados por las variabilidades y versatilidad de los mercados -organización laboral, tecnológica y ética- demanda de una formación plurivalente, multifuncional, reflexiva y flexible; por lo que se hace necesario que la actual división teoría-práctica, planificación-ejecución, pensamiento-actuación, sea desplazada por una formación que tienda a lo sistémico e integral. De hecho, la exigencia de una competencia como la de gestionar proyectos microempresariales, que posee un carácter interdisciplinario, social y orientado a la acción se encuentra en la línea de selección y utilización de métodos y procedimientos que demanden la actividad desde el PEA.
Por tanto, ante la brecha que se ha puesto de manifiesto, es de interés fundamentar una estrategia didáctica, basada en el aprendizaje por proyectos (AP) para ser utilizada en el PEA universitario de forma tal que pueda lograrse un desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales y de ese modo contribuir al desarrollo del país desde una mirada especializada y científicamente formada, sobre todo, con la participación de profesionales universitarios pertenecientes a carreras con perfil económico u otras afines donde también es posible desarrollar esta competencia.
En ese entorno conceptual y complejo, es también una tendencia para el logro de propósitos similares, que muchos autores defiendan el uso del AP, imbricado en el PEA para el desarrollo de competencias. Ese denominado método, después de haber sido recreado desde teorías psicológicas y pedagógicas de vanguardia, fomenta una actuación creativa y orientada activamente a los objetivos de aprendizaje en el sentido de que se transmiten, además de su concepción inter y transdisciplinaria, en un contexto.
Precisamente una de las tendencias que ha tenido gran influencia en el AP es el enfoque histórico cultural (cognición situada), entre cuyos autores de destaca Vigotsky (1979). Su concepción se opone de manera directa con la visión que han propagado diversas teorías representadas en la psicología cognitiva, lo que ha hecho que, en varios casos, se considere de manera explícita o implícita que el conocimiento puede abstraerse de los contextos y circunstancias en las que se aprende y se utiliza. Paradójicamente, los que defienden la “cognición situada” señalan, como condición, que el conocimiento es situado; esto es, que es parte y producto de la actividad, del contexto y de la cultura en que el conocimiento es aprehendido y puesto en práctica.
Tal visión ha convergido en una visión pedagógica que subraya la importancia de la actividad y del contexto para el proceso de aprendizaje, y reconoce que este es, sobre todo, un proceso de culturización en el cual los estudiantes se insertan de manera proactiva en su contexto; por lo que aprender y hacer son inseparables. Ello es hoy la clave de la eficacia y aceptación del AP, en su adecuación, para lograr el desarrollo de competencias.
La estrategia didáctica para el desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales
El aporte que se presenta tiene su sustento, como fue señalado, en el AP bajo una concepción basada en el enfoque histórico cultural.
Su objetivo: propiciar el aprendizaje de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales en estudiantes de carreras universitarias que son factibles a su desarrollo.
Para su materialización, se llevan a cabo un grupo de acciones con basamento didáctico que permiten la dirección del PEA en función del cumplimiento del objetivo. Entre ellas, las siguientes fases:
La preparación incluye diversas actividades por parte del docente, entre las que se encuentra el análisis del programa de la asignatura en función del proceso de desarrollo de la competencia objeto de atención, a partir de los temas y aspectos referentes a la gestión de proyectos (microempresariales).
En específico, en la malla de algunas carreras tales como Agroindustria, Administración de Empresas, Ingeniería Agrícola, Turismo u Hospitalidad, entre varias, se imparte la asignatura Emprendimiento -con algunas variaciones en su denominación-, en los ciclos o niveles finales; materia que tiene un vínculo directo con el objeto de la profesión; sin embargo, este es un aspecto al cual se le presta poca atención; y cuando ello se hace, el enfoque se dirige más bien a la empresa desde concepciones globales. En ese aspecto, entonces, todo ello supone que el docente delimite y adecue el contenido de aprendizaje de manera tal que este propósito se constituya en una opción para el trabajo en beneficio del contexto, desde los eslabones esenciales y particulares de desarrollo.
Por tanto, se determinan las acciones a ser desarrolladas por los estudiantes, a través de las cuales debe transcurrir la gestión de proyectos microempresariales; ello es de suma importancia pues el docente dirigirá su atención hacia aspectos esenciales y los tendrá en cuenta para la evaluación del trabajo y el autocontrol desde el PEA.
Son también delimitados y convenientemente derivados los objetivos donde se fundamentan los criterios de desempeño que surgen a raíz de las determinaciones gnoseológicas de la competencia, a través de los cuales se coadyuvará al desarrollo de la competencia profesional; y teniendo en cuenta además, la importancia que tiene esa labor como un proceso largo y complejo, que se realiza paulatinamente; sin apreciar, en los primeros momentos, avances sustanciales, por lo que se deben determinar los objetivos a largo, mediano y corto plazo, además de deslindar cómo evaluar o valorar el concepto de desarrollo en cada momento.
En lo referido al tema específico que se trate en el PEA, se expresarán los objetivos particulares que se subordinan a los generales, mientras que en las actividades docentes y en las tareas que se asignen desde el AP, se declaran los específicos que se subordinan a los particulares y se adecuan a las condiciones del grupo y de cada estudiante en lo singular. Los objetivos deben corresponderse con las aspiraciones terminales del egresado de cada carrera, a tono con las políticas emanadas en la República del Ecuador.
Sobre la tarea o tareas incluidas en el AP, y que forman el componente motivador inicial de la gestión del proyecto microempresarial, ellas deben poseer un nivel de exigencia tal de manera que constituyan un reto y a la vez sean posibles de solucionar, teniendo en cuenta el ciclo o nivel en que se encuentra el estudiante, que generalmente ya es avanzado, por lo que se encuentra en condiciones de gestionar algunos proyectos con un grado alto de complejidad.
Finalmente, en la etapa, tiene una notable importancia el diseño del diagnóstico con el propósito de conocer las necesidades, potencialidades y motivaciones de los estudiantes hacia la gestión de proyectos microempresariales. En ese sentido, en este debe velar por el estado inicial en que se encuentran en el plano de la ejecución de la competencia, y en caso de no observarse la correspondencia necesaria, se debe tomar como punto de partida, dicho estado, para adecuar todo el plan de manera que se logre propiciar su desarrollo.
La ejecución de la estrategia incluye la materialización de acciones por parte del docente y de los estudiantes desde la asignatura objeto de atención, en este caso, Emprendimiento, en sus variantes de instrumentalización en cada carrera, de modo que con ellas se cumplimenten los procesos encaminados al desarrollo de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales. Ese es un paso decisivo en el logro del objetivo.
Es la fase también donde el docente organiza y garantiza determinadas condiciones para la ejecución exitosa por parte de los estudiantes; en este caso, que alcancen los niveles deseados de desempeño. Es decir, es preciso diferenciar qué le corresponde hacer al docente en su papel director y mediador en la ejecución y qué a los estudiantes como los principales protagonistas del aprendizaje.
Teniendo en cuenta esa idea, la ejecución incluye diversos momentos que permiten la dirección adecuada del desarrollo de la competencia profesional objeto de atención a través del AP:
Motivación y orientación hacia la gestión del proyecto. La motivación es un factor esencial, sustrato transversal del proceso; por eso es importante lograr una disposición positiva para llevar a cabo el AP dirigido al desarrollo de la competencia. En sí, es de suma importancia hacerles ver el significado que dicha gestión posee como esencia del desarrollo personal y profesional en su contexto; que sean conscientes de cuáles son sus posibilidades para enfrentar la gestión del proyecto microempresarial, siempre desde la perspectiva de que, desde el inicio, el docente les muestre o los oriente hacia acciones que serán esenciales en su comportamiento individual o colectivo.
Para enfrentar el proyecto, el estudiante debe estar orientado, debe saber qué hacer y cómo hacerlo, debe conocer el por qué debe aprehender determinado sistema de conocimientos; en cuáles aspectos debe profundizar para llevar a cabo la actividad encomendada y cómo puede controlar por sí mismo la eficiencia del desempeño.
Por ejemplo, pueden ofrecerse ayudas, en diversos estadios de elaboración, mediante orientaciones, preguntas, guías, materiales, ofreciendo oportunidades para que los estudiantes las pongan en práctica a través del AP. En la estrategia, esto se puede materializar cuando el docente utiliza procedimientos didácticos que involucren la participación activa de los estudiantes mediante estímulos y ayudas tales como: ¿poseen alguna experiencia previa sobre este proyecto?, ¿se han concretado proyectos microempresariales de ese tipo en otras ocasiones?, ¿cómo y cuáles eran las condiciones o realidades?, ¿se modifican las circunstancias a partir de lo que se orienta?, ¿existe alguna relación entre los proyectos existentes y los que se prevé materializar?, ¿creen que pueden enfrentar un reto de este tipo y proyectar una nueva realidad desde un enfoque de género?, ¿qué?, ¿cómo?, entre otras.
En resumen, la motivación, como aspecto transversal persigue:
Movilizar afectiva, comprometida y volitivamente a los estudiantes para gestionar proyectos, en este caso microempresariales, y en cuya ejecución se verán involucrados.
Orientarlos sobre sus desempeños y formas de retroalimentar, controlar y autocontrolar los resultados que se van obteniendo.
Permite idealmente concretar los fundamentos gnoseológicos que propenden a la ejecución de acciones desde los diversos momentos de la estrategia (Machado, Zambrano y Moreira, 2021).
Trabajo previo en función del dominio del sistema de conocimientos de la asignatura y su relación con la gestión del proyecto microempresarial que será orientado como parte del AP. En ese momento predomina, aunque igual que en los demás, la comunicación, la cooperación, entre otros, relacionados con los procesos formativos de la competencia, desde lo conceptual, desde los procesos y desde las actuaciones éticas asociadas, tales como la responsabilidad y la disposición para el trabajo por equipo, por mencionar algunos ejemplos. Es el momento donde se orientan las fuentes y procedimientos para la gestión de la información; cómo ella debe ser procesada y socializada, la manera en que los resultados obtenidos serán valorados, entre múltiples procedimientos propios del PEA.
Orientación hacia la aprehensión metodológica del proceso; por ejemplo, cómo planificar y diseñar la secuencia del proyecto (vinculado a lo procedimental de la gestión del proyecto), donde se ponen de manifiesto estrategias cognitivas y metacognitivas (Machado et al., 2020).
Orientación hacia las particularidades del contexto microempresarial, el cual es una condición de esencia, siempre que el proyecto microempresarial solo cobrará significado cuando la vivencia de su elaboración se acerca a la vivencia de lo cercano, de lo familiar y comprometido.
Por tanto, en la fase de ejecución, desde esa perspectiva, se debe considerar lo siguiente, todo lo cual responde a los fundamentos teóricos ya reseñados:
Informar: la que se relaciona con la definición del proceso y el análisis situacional (Machado et al., 2020). Aquí, los estudiantes recopilan la información necesaria para la ejecución de la tarea planteada como parte del AP, atendiendo a esos dos aspectos. Para ello, utilizan las disímiles fuentes de información (vivenciales, libros técnicos, revistas especializadas, manuales con el uso de las tecnologías y vídeos). El planteamiento de los objetivos ha de remitirse a las experiencias de los estudiantes, debe desarrollarse conjuntamente con todos los participantes del proyecto con el fin de lograr un alto grado de identificación y de motivación de cara a su realización.
La labor del docente consiste sobre todo en familiarizarlos previamente con el AP y determinar de forma conjunta que los temas a abordar sean los más indicados. Por ello es muy importante que, en este momento, oriente y asesore a los estudiantes en el sentido de motivar, fomentar y desarrollar actitudes de respeto, comprensión y participación, ya que muchas veces no están habituados al trabajo en equipo.
Planificar: vinculado al desarrollo de procesos (Machado et al., 2020), se caracteriza por la elaboración del plan de acción, la estructuración del procedimiento metodológico, la planificación de los instrumentos y medios de trabajo, así como la determinación de las funciones de cada cual en el equipo. El procedimiento también estará dado en disponer siempre de un margen para poder realizar adaptaciones o cambios justificados por las circunstancias en el plan de acción.
Decidir: relativo a la identificación de mecanismos (Machado et al., 2020); para lo cual, antes de pasar a la realización del trabajo práctico, los estudiantes de cada equipo deben decidir conjuntamente cuál de las posibles variables o estrategias de gestión de proyectos deben seguir. Una vez que los participantes en el proyecto se han puesto de acuerdo sobre la estrategia, ésta se comenta y se discute con el docente. Es decir, que la decisión a seguir es conjunta entre ambos.
Durante la toma de decisiones el docente debe comentar, discutir y en caso necesario, corregir, las posibles estrategias de solución propuestas por los estudiantes. Es importante que ellos aprendan a valorar los problemas, riesgos y beneficios asociados con cada una de las alternativas por las que se opta. Otro aspecto está dado en la comunicación (negociación) que se establece en el grupo, en el que los participantes aprenden a tomar decisiones de manera conjunta.
Realización del proyecto: concerniente a la organización, planificación, ejecución y control de la gestión del proyecto (Machado et al., 2020), que es cuando la acción experimental e investigadora pasa a ocupar un lugar prioritario. Se ejercita y analiza la acción creativa, autónoma y responsable. Cada miembro del proyecto realiza su tarea según la planificación o división del trabajo acordado.
Se comparan los resultados parciales con el plan inicial y se llevan a cabo las correcciones necesarias, tanto a nivel de planificación como de realización. La retroalimentación sirve para examinar los resultados parciales y como instrumento de autocontrol individual y grupal.
En cada uno de los momentos de organización, planificación, ejecución y control, los estudiantes deben tratar de ejecutar sus tareas de la manera más autónoma posible, aunque eso no significa tener la sensación de estar solos en su trabajo, por lo que los sistemas de ayuda del docente o de estudiantes expertos son importantes, para permitir el logro de una mayor optimización de los resultados.
Un lugar especial posee el control, sobre todo lo específico del autocontrol, con el fin de aprender a evaluar mejor la calidad de su propio trabajo. En este sentido, el papel del docente es más bien el de asesor o medidor; sólo interviene en caso de desacuerdo sobre los procesos y resultados.
La evaluación (valoración, reflexión) de la gestión de proyectos, se lleva a cabo una vez finalizado este y se materializa a través de una discusión final de los resultados y los procesos seguidos, de las vivencias y experiencias, de propuestas de mejora en la que el docente y los estudiantes comentan y discuten conjuntamente los resultados alcanzados según sus desempeños. De especial interés resulta la utilización de las TIC.
Las observaciones anteriores pueden resumirse en la idea de que la planificación y la realización de proyectos deben llevarse a cabo con mecanismos flexibles y criterios abiertos.
Ejemplificación de la fase de ejecución de la estrategia didáctica de desarrollo de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales
A continuación, se ejemplifica esta, diseñada desde el AP en la asignatura Emprendimiento, lo cual denota la complejidad del procedimiento seguido.
Proyecto: Gestión de un proyecto de una microempresa procesadora de frutas.
Síntesis de la contextualización previa realizada por el docente para la realización del proyecto:
En dicha contextualización, el docente explicará de manera detallada, por ejemplo, qué es la Fundación Coordinadora Nacional Campesina, su nacimiento, proyectos que han impulsados, sobre todo los relacionados con organizaciones de mujeres, donde no se han realizado los estudios previos del impacto que esas actividades podrían significar para ellas y sus hogares. Por tal razón, continúa su exposición donde trata de argumentar la no existencia de proyectos con enfoque de género y la necesidad de concretarlos, sobre todo en el ámbito productivo.
A continuación, pasa a exponer lo necesario de introducir la Fundación en la línea de género y desarrollo a través de un proyecto que sea viable económica, social y organizativamente; por lo que orienta que, previamente, se haga un estudio de los factores de género ya que la viabilidad del proyecto no deberá ser medida únicamente en cuanto propendan al mejoramiento de las necesidades básicas de los hombres y mujeres campesinos, sino en cuánto contribuyen también a la satisfacción de sus necesidades estratégicas. También, orienta a los estudiantes la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo económico para dilucidar mecanismos que puedan mejorar la calidad de vida.
Finaliza señalando que la creación de una microempresa, que pertenezca a la Asociación, debe aprovechar los recursos que ella posee para procesar frutas y elaborar productos con un buen precio en el mercado. Por eso concluye pidiéndoles que proyecten, como parte del AP, procesamientos específicos diseñados en base a la realidad de la zona, para lo cual deben gestionar información, pero sin olvidar los criterios empresariales de eficiencia y calidad que exige el mercado actual. A continuación, les expone la metodología a seguir:
La elaboración del proyecto debe ser según el esquema de marco lógico con enfoque de género.
Se desarrollará en cinco fases: definición del proceso, análisis situacional, desarrollo de procesos, identificación de mecanismos y organización, planificación, ejecución y control, realizadas en torno a los ejes socio organizativos, de tecnología del procesamiento de frutas, y de empresa y mercado alrededor de dos ejes esenciales: equidad y sustentabilidad.
El concepto equidad es transversal en el proyecto; se referirá al análisis diferenciado del impacto que tendrá en diferentes grupos humanos de la Fundación, aplicado a lo generacional, género, clases y de etnia.
Enfocar la sostenibilidad desde las tecnologías, al desarrollo de la microempresa, al medio ambiente y a la organización que la gestionará.
Lograr la participación de los beneficiarios mediante técnicas afines para garantizar que se comprometan a futuro a su perdurabilidad, y que logren autogestionar la microempresa de manera independiente.
Se les sugiere utilizar la investigación bibliográfica, entrevistas, grupos focales, historias de vida, estudios de mercado y de contexto, calendarios, relatos de las 24 horas, entre otras, como vías para la gestión de información.
El proyecto se debe diseñar de acuerdo con el esquema de marco lógico estudiado en la asignatura, el que debe iniciar con una descripción de lo que se espera con el proyecto, los procesos y fases para alcanzar los resultados, descritos como indicadores verificables, e igualmente la manera en cómo se comprobará su realización.
Se puede añadir, como parte de las asignaciones, la incorporación de una tabla genérica para observar la secuencia de programación de los contenidos necesarios, que permita lograr la materialización de un proyecto microempresarial capaz de resolver un problema y su puesta al servicio en la comunidad, mediante las estrategias oportunas. Por ejemplo, que incluyan los conceptos económicos, ambientales, humanos y técnicos básicos, elaboración de pliegos de condiciones, anexos económicos de memoria del proyecto, información técnica particularizada para los diferentes grupos y según el problema a resolver, bloques de información técnicos y económicos necesarios para la fase de documentación, entre diversos componentes:
Tomar en cuenta los posibles supuestos, como potenciales sucesos que podrían afectar negativa o positivamente el proyecto.
En el proyecto debe analizarse prospectivamente el impacto de las relaciones de género en la ejecución del proyecto, concentrándose en tres niveles: lo humano, lo ambiental y lo tecnológico.
El diseño de evaluación del proyecto incluirá no solo los resultados sino además los procesos; sin olvidar que su gestión debe ser social, económica, tecnológica y ambientalmente rentable; y que el impacto que tenga en esos ámbitos sea importante; por esa razón, el estudio de factibilidad de esos factores serán ejes esenciales.
Se les orienta también sobre la inclusión en el diseño de actividades complejas relativas a la materialización de la gestión del proyecto microempresarial y su integración en ámbitos: social, tecnológico, de mercado y ambiental.
En toda la ejecución del AP es un propósito que se integre un estilo de trabajo dado por:
La aplicación del AP, desde que comienza el proceso de desarrollo de la competencia, hasta que el proyecto se ponga a práctica para definir mediante un proyecto técnico la planificación de los procesos destinados a la creación de la microempresa, todo lo cual debe satisfacer determinadas premisas impuestas por la necesidad detectada.
El conocimiento y estudio de los mercados necesarios para que la puesta en práctica de proyecto se haga de acuerdo con los requisitos legales, y constituya un posible éxito comercial, social, tecnológico y ambiental.
Ese hilo conductor, columna vertebral de la secuenciación del proyecto, debe aunar la puesta en práctica de:
Los conocimientos teóricos adquiridos a través de las materias involucradas tanto en el orden teórico como práctico y no solo la de Emprendimiento; así como los relativos al ámbito de la gestión empresarial propios de la comercialización de productos.
Uso de las TIC para la comunicación y socialización del proyecto, según se vayan cumplimentando los objetivos programados y se redacte la documentación correspondiente.
En resumen, el AP en esta estrategia didáctica pretende integrar los procesos asociados a los procedimientos de la gestión de proyectos microempresariales, a lo formativo de la competencia (Machado et al., 2020). Por ello:
Se hace evidente que para lograr elaborar el proyecto se deben seguir procesos propios especializados de ese ámbito.
Se manifiestan explícita e implícitamente procesos lógicos del pensamiento, así como la presencia de la actividad investigativa en cuya base se encuentra la gestión de la información.
La presencia de valores humanos que se asumen, por ejemplo, al analizar las diferencias de género, clases y etnia; lo cual está presente en la ejemplificación y forma parte del contexto microempresarial.
Se hace énfasis en un enfoque sostenible para la aplicación de las tecnologías y del desarrollo de la microempresa, a tono con los criterios de eficiencia y eficacia.
Se trata de hacer conscientes a los estudiantes de los posibles supuestos, como potenciales sucesos que pueden afectar negativa o positivamente un proyecto y que se deben de tomar en cuenta como parte de él.
Se expresa la manera en que se integra el PEA de la carrera, con los procesos y procedimientos de la gestión de proyectos microempresariales, para contribuir al desarrollo de la competencia en la carrera.
CONCLUSIONES
Es reconocida la prioridad y necesidad del gobierno ecuatoriano para incentivar la presentación de proyectos de microempresas, por lo que es un reto de las universidades la formación de sus estudiantes con dicho fin; ello trajo consigo la necesidad de fundamentar el carácter complejo del desarrollo de las competencias profesionales, lo cual sustenta y fundamenta la existencia de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales, que no ha recibido un tratamiento de acuerdo con su importancia, complejidad y universalidad en un grupo de carreras que ameritan incorporar esas ideas como parte de sus procesos de formación.
De ese argumento, fue presentada y argumentada la estrategia didáctica para el desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales a partir del llamado AP desde un sostén histórico cultural. Específicamente, en la fase de ejecución, donde se van develando criterios de desempeño que se esperan de los estudiantes universitarios en formación.