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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina
versión On-line ISSN 2308-0132
Estudios del Desarrollo Social vol.5 no.2 La Habana mayo.-ago. 2017
Influencia del Movimiento de Curas Obreros en América Latina
Influence of the Movement of Workers' Cures in Latin America
MSc. Irma María Bernal Collazo
Centro "Óscar Arnulfo Romero" (OAR), Cuba
RESUMEN: El artículo analiza la influencia que para América Latina ha tenido el Movimiento de Curas Obreros surgido en Francia en 1944. Analiza la importancia que tuvo sobre otros movimientos surgidos en el continente americano como por ejemplo: el Movimiento de Sacerdotes para el III Mundo en Argentina, Equipo Misionero en Chile, Golconda en Colombia, entre otros. Se puede apreciar la pertinencia de su estudio ya que este movimiento implicó no solo la transformación de los obreros que trabajaron junto a estos curas, sino la transformación en sí de los propios curas, su relectura del Evangelio, su opción definitiva por y junto a los oprimidos, que tuvo en alguna medida influencia en el Concilio Vaticano II.
PALABRAS CLAVE: Movimiento de Curas Obreros, Teología de la Liberación.
ABSTRACT: The article analyzes the influence that the Movement of Workers' Cures has had in Latin America in 1944. It analyzes the importance it had of other movements in the American continent such as the Movement of Priests for the Third World in Argentina, Missionary Team in Chile, Golconda in Colombia, among others. The pertinence of his study can be appreciated, since this movement implied not only the transformation of the workers who worked with these priests but also the transformation of the priests themselves, their re-reading of the Gospel, their final choice for and with the oppressed, who had to some extent influence in the Second Vatican Council.
KEYWORDS: Movement of Workers' Cures, Liberation Theology.
Los curas obreros surgieron en Francia en 1944, con el propósito de revertir en cierta medida el proceso de descristianización en que se hallaba inmersa Europa.
El Movimiento de Curas Obreros ha sido calificado por Jaume Botey como "fruto de una vivencia espiritual honda del evangelio por parte de aquellos que escogieron este camino" (2011, p. 4). En Europa durante el siglo XIX se produjo la revolución industrial y el crecimiento de las ciudades y de la clase obrera aparejado con grandes desigualdades sociales y económicas. La relación trabajo-capital fue sinónimo de opresión a los obreros. La posición de la Iglesia católica sufrió un debilitamiento considerable, debido a una serie de factores relacionados con cambios políticos, económicos, culturales y socio-religiosos. Influyeron además las posiciones de los movimientos reformadores.
Desde su surgimiento la Doctrina Social de la Iglesia(1) expuso entre sus principios fundamentales: el respeto a la dignidad de los seres humanos, criaturas creadas por Dios, exponiendo que un irrespeto a su dignidad, a sus derechos elementales sería sobre todo un irrespeto a Dios, la necesidad del bienestar para todas las personas sin distinción ni exclusión y la participación masiva en la construcción de un mundo justo según el designio divino.
A pesar del intento de mantener su hegemonía, su preponderancia frente a la secularización y difusión de ideas y tendencias de pensamiento no religiosas, dicha Iglesia continuó disminuyendo su predominio, aumentando la distancia entre ella y el pueblo de Dios y sufrió un indetenible proceso de secularización e incluso de descristianización de la clase obrera europea, que no creía en la veracidad de los principios antes enunciados de la Doctrina Social de la Iglesia.
Un aspecto presente y de gran importancia en el escenario en que se gestó el Movimiento de Curas Obreros fue el desarrollo desde finales del siglo XIX y primera mitad de XX de variadas forma de interpretación e incluso de manipulación de las ideas marxistas fundacionales, que iban desde una libre interpretación del sentido de frases sacadas de su contexto y generalizadas sin fundamento hasta obviar o simplemente no tomar como referente válido las propuestas del marxista italiano Antonio Gramsci (1891-1937) que desde un marxismo revolucionario, comprendió las complejidades de la subjetividad humana y por ello en sus reflexiones y proposiciones teórico-prácticas no recurría a posiciones ateas que pudiesen dividir a los revolucionarios en su actuación política.
Las agresivas posturas estalinistas(2) que desde finales de la década del 20, recreaban una posición de absoluta intolerancia religiosa, además de influir en el ateísmo en Europa, contribuyeron a exacerbar los odios y el antagonismo entre la Iglesia y la doctrina comunista.
Respecto a las máximas autoridades eclesiásticas de mayor significación para esta etapa deben destacarse tanto a Pío XI como a Pío XII (1876-1958), quienes adoptaron una posición contraria al comunismo que proclamaba la Unión Soviética y sus aliados y adoptaron posiciones neutrales y muy controversiales con respecto a los nazis.
Los nazis hicieron de los industriales sus aliados más fuertes, bajo las promesas de un florecimiento económico y sobre todo de una lucha implacable contra los comunistas. Fue evidente que los fascistas tocaban puntos neurálgicos para granjearse el apoyo de la burguesía. El fascismo se convirtió en sinónimo de represión, de tortura, hambre y vejámenes de todo tipo a cuantos se opusieran a sus métodos sangrientos.
Paralelamente debe señalarse que durante la confrontación, militantes católicos, creyentes y no creyentes, en sentido general, desarrollaron una intensa labor como parte del movimiento antifascista de resistencia en los países ocupados. Muchos curas fueron hechos prisioneros y deportados a campos de concentración donde compartieron la misma suerte que el resto de los prisioneros, tortura y muerte.
En los últimos tiempos alrededor de 1944 antes de finalizar la II Guerra Mundial en 1945, se agudizó en Europa todo el proceso de descristianización convirtiéndose en una situación muy difícil de revertir. Se hacía necesaria una cristianización verdadera. El proceso de una nueva evangelización debía romper esquemas, ya que entre los horrores de la guerra y la explotación extrema, además del poco compromiso de muchos miembros de la Iglesia, la clase obrera continuaba ignorando a un Dios que no se les hacía presente ante tanta barbarie. Producto de este proceso, se hizo necesario analizar al interior de la Iglesia, como institución y al sacerdote como intérprete o mediador entre Dios y los hombres.
Nace y se desarrolla un movimiento con una propuesta diferente
Era inaplazable la necesidad de repensar los mecanismos existentes para llevar a cabo una evangelización efectiva e incluyente. En 1944 el Cardenal Emmanuel Célestin Suhard, arzobispo de París, asumió la responsabilidad de enviar varios sacerdotes a prestar servicio como un trabajador más en las fábricas. Este hecho se conoció como "La Misión de París", que fuera inspirada por la influencia de un libro publicado en 1943 bajo el título de "Francia, país de Misión?" escrito por Henri Godin e Yvan Daniel. La "Misión de París", lugar donde con una formación sacerdotal adecuada se planteó la posibilidad de revertir en alguna medida el proceso de descristianización la clase obrera.
El Movimiento de Curas Obreros surgió en Francia (1944), producto de una iniciativa del episcopado francés según comenta Jaume Botey:
el cardenal Suhard funda un centro de formación sacerdotal "La Misión de París El movimiento pronto se extendió a otros países como Italia y Holanda por la conciencia de que Europa entera, no solamente Francia o Bélgica, era ya tierra de Misión (2011, p. 4)
Es el mismo Cardenal quien define este hecho como: "Ser apóstol significa estar al lado de la persona humana y de su mundo y mirar, de penetrar de valores cristianos todo aquello que hoy está tan lejos del Evangelio" (Jaume Botey, 2011, p. 5).
La intención inicial fue enfrentar el influjo de la doctrina comunista en la clase obrera, a la vez que se intentaba revertir el desarrollo del proceso de descristianización que cobraba cada vez más fuerza en la clase obrera.
Para ello se determinó darle un sentido nuevo, re-significar el concepto "evangelización". Era necesario obviar la forma tradicional de la Iglesia con sus puertas abiertas en espera de los obreros, se imponía llevar la Iglesia a las fábricas. No quedaba otra alternativa que analizar profundamente si las prácticas pastorales y la teología que las sustentaban estaban o no erradas.
Fueron seleccionados por el Episcopado sacerdotes jóvenes, para trabajar como humildes obreros, suceso que a la vez que rescataba un poco el respeto por los representantes de la Iglesia, entre los sectores
trabajadores, echaba por tierra la convicción de la supuesta disposición del clero para defender al capital. Paulatinamente solicitaron integrarse al movimiento curas sin haber sido seleccionados.
La experiencia de vida superó todo pronóstico, el llevar la Iglesia a la fábrica compartiendo su día a día, escuchando a los sin voces, les estimuló a establecer un compromiso más fuerte que las ataduras institucionales eclesiásticas.
Es una propuesta novedosa de vivir el Evangelio desde el silencio y el testimonio. Al leer sus reflexiones, al conocer sus experiencias de vida, al ver su conducta, puede afirmarse que, en sentido general, los llamados curas obreros experimentaron paulatinamente un cambio espiritual a favor de un compromiso revolucionario más profundo, que rebasaba los marcos tradicionales establecidos por la jerarquía católica.
Era una forma nueva de servicio, de amor a Dios desde un compromiso más profundo, sintiéndose parte de esa sociedad, padeciendo en carne propia los sinsabores del obrero, al trabajar a su lado en las fábricas.
Estos curas obreros recibían un salario, pero su motivación no era económica, su motivación era sentirse cerca de los obreros, "no aceptaban la definición de curas en el trabajo, sino que preferían la de curas obreros porque abarcaba un sentido más amplio" (Botey, 2011, p. 5).
La jerarquía eclesial se sentía preocupada por el "compromiso temporal" y el significado de la "encarnación" que para unos era vivenciar la pobreza y para otros no solo tener la experiencia de vida del obrero y sentir sus estrecheces, era tomar parte en los reclamos sindicales. "
deudores de una doble fidelidad: al mundo obrero y al Evangelio
" (Los curas obreros denuncian la involución de la Iglesia, El País, 15-6-1982).
Características esenciales del Movimiento de Curas Obreros
- Anonimato
- La entrega al mundo obrero, compartiendo sus penurias y trasmitiéndole la fe en un mundo más justo y el amor a Jesús para convertirlos en mejores seres humanos.
- Oposición rotunda a las injusticias.
- Tenían como meta llevar el Evangelio al nivel laboral.
- Enaltecieron la labor de los curas al convertirse en defensores de los derechos humanos.
- Gran humanismo
- Llevaron a cabo la evangelización de la clase obrera.
La labor desplegada por los curas obreros tuvo un impacto de orden teológico, ya que la reflexión teológica partía de una novedosa relectura contextualizada de los textos bíblicos
El movimiento como tal fue incomprendido, cuestionado, pero su ejemplo ha llegado más allá del continente europeo en el que se gestó.
Los Curas Obreros y su impronta en la Teología de la Liberación
Las principales características del Movimiento de Curas Obreros, surgido en Francia en 1944, en alguna medida influenciaron en la Teología de la Liberación. Para comprender en qué medida se replican dichas características, se hace necesario un breve análisis de algunos de los factores que sirvieron de acicate a esta necesaria teología liberadora latinoamericana.
Una de las causas del subdesarrollo de los países de América Latina, ha sido su total
subordinación, su dependencia tanto política como económica, casi absoluta, de los países desarrollados, entre los que ocupa un lugar cimero Estados Unidos. En el inicio de la década del 70 del pasado siglo, el aparente "florecimiento" en cualquier esfera de los países de América Latina solo era el producto de deudas, que tras un aparente desarrollo ocultaban formas muy sutiles de acrecentar la dependencia en todos los ámbitos sociales.
Desde el punto de vista religioso, se produjeron acercamientos cautelosos a ciertos análisis con un enfoque marxista y un acercamiento además a las ciencias sociales.
Desde la estructura jerárquica debe destacarse el aire renovador no solo del Concilio Vaticano II (1962-1965) sino también de la Conferencia de Medellín (1968)(3), donde se asume como primera opción la preocupación y el acompañamiento de los más desfavorecidos, comienza a desarrollarse la Teología de la Liberación, la que se destaca en primer lugar por colocar a los pobres en el centro de la misión pastoral. Dicha teología toma como principio la necesidad impostergable de la eliminación total de la explotación en cualquiera de sus manifestaciones. En sentido general puede afirmarse que basándose en el Evangelio abogan por combatir la pobreza como el verdadero pecado, se reflexiona sobre el papel de los cristianos en América Latina, presentando dos cuestiones fundamentales:
- La actitud del cristiano en el contexto latinoamericano explotado y sojuzgado por siglos.
- El hecho de vivir una fe liberadora y no alienante.
Este movimiento teológico iniciado en Latinoamérica presentó sus antecedentes más importantes en Brasil, donde a partir de 1957 comenzó en la Iglesia católica un movimiento de Comunidades de Base que para 1964(4) había alcanzado un cierto desarrollo.
Entre los factores que influyeron en el desarrollo de esta nueva Teología se encuentran la labor realizada por el Movimiento de Curas Obreros que sirvió de inspiración a esta teoría liberadora, el compromiso de los militantes de la Acción Católica, la "teología política"(5) de Johannes B. Metz, elaborada desde y para Europa desde finales de la década del 60, las influencias de teólogos brasileños como Rubén Alves, graduado de Dr. en Filosofía con la tesis "Una teología de la esperanza humana".
La formación de algunos teólogos fundadores de esta novedosa propuesta de teología latinoamericana estaba permeada de los estudios realizados en Europa con toda una gama de influencias renovadoras, ejemplo de la anterior afirmación lo constituyen los teólogos Leonardo Boff(6) y Gustavo Gutiérrez(7).
Los obispos latinoamericanos impulsados por los aires renovadores del Concilio Vaticano II firmaron el 15 de agosto de 1967 un documento conocido como el "Manifiesto de los 18 obispos", Dicho documento es una adhesión a la Encíclica Populorum Progressio(8). Los reunidos fueron liderados por Monseñor Hélder Cámara, Arzobispo de Glenda y Rufe (Brasil). Representa, más que la continuación, la reafirmación de Vaticano II, de Gaudium et Spes y sobre todo de la Encíclica Populorum Progressio.
A partir de la Conferencia de Medellín de 1968 apareció un nuevo modelo eclesial verdaderamente conformado, las llamadas Comunidades Eclesiales de Base, que constituyeron una manifestación de la opción de la Iglesia renovada, contextualizada, comprometida con la causa de la justicia social, un punto de apoyo por y para la liberación, representando la verdadera comunión con Dios.
Las Comunidades Eclesiales de Base apostaron desde su inicio por la transformación de una realidad de opresión por una realidad de amor y verdadera hermandad.
Sin lugar a dudas los aires renovadores del Concilio Vaticano II llegaron a América, muchos curas obreros, españoles y franceses llegan y deciden compartir su suerte con los oprimidos latinoamericanos, en cada país surgen y se desarrollan movimientos de carácter religioso con un gran compromiso social. Existe sobre todo en la década del 70 del pasado siglo XX una intencionalidad a revertir la actuación del sacerdote, que no sea solo de consolar, sino que sea propositiva con un verdadero compromiso contextualizado, tomando como modelo al Jesús de los oprimidos que no puede pasar de largo sin voltearse a socorrer a las víctimas de las injusticias. Existen ejemplos tales como el de los argentinos.
Argentina, El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, puntos de contacto con el Movimiento de los Curas Obreros
"
nosotros os exhortamos a permanecer firmes e intrépidos, como fermento evangélico en el mundo del trabajo
" (Colectivo de autores, 1965, p. 40).
El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo surge en Argentina en 1967 y se extiende hasta mediados de 1976. Los sacerdotes que conformaron este movimiento se propusieron realizar todo
un proceso de concientización del pueblo de ese país, para que este comprendiera el grado de injusticia y explotación en que se encontraban. Los miembros del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo al igual que los curas obreros fueron duramente criticados por la Iglesia, por pretender ejercer un sacerdocio no tradicional en su esfuerzo por la evangelización. Estos sacerdotes intentaron vincular la nueva Iglesia renovada que proponía el Concilio Vaticano II con la participación política en la sociedad argentina, con la intención de erradicar sus injusticias. Se destacan dentro de este movimiento de sacerdotes, aquellos que desarrollaron su ministerio en los barrios obreros, junto a los excluidos, a los más necesitados en las llamadas villas miserias.
Las directrices de este movimiento están recogidas en un documento, son conocidas como "Coincidencias del Movimiento", donde se plantea la necesidad de un cambio del andamiaje socio-político y económico, así como la certeza de que los cambios los realizan los mismos pueblos que son oprimidos.
Entre los aspectos en común con el Movimiento de Curas Obreros, se destacan su opinión de los excluidos y su sentimiento de un verdadero compromiso con los desposeídos. Es de destacar que los sacerdotes de este movimiento inspirados en el ejemplo de los curas obreros participaron como miembros activos de la comunidad, con un gran sentido de la solidaridad humana, asumida como propia. Estos sacerdotes con su misión pastoral, con su fe robustecida enriquecieron su compromiso social con la comunidad.
El verdadero compromiso con los pobres lo materializaron en su andar diario. El caminar de estos sacerdotes junto con los desposeídos los fue llevando a un análisis político de la realidad de marginación y pobreza extrema. El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo al igual que el Movimiento de Curas Obreros tomó conciencia al vivenciar la realidad que dejaba de ser ajena.
Como movimiento latinoamericano realizaron, en las llamadas zonas marginales, un arduo trabajo social, de apoyo a los reclamos de justicia de la clase obrera, lo que produjo cierta identificación con el movimiento peronista. Como movimiento aspiraron a la socialización del poder económico, político y cultural, y la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción.
Colombia, ¿Tiene Golconda reflejos en su actuación de los Curas Obreros?
A raíz de la celebración de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín 1968, se produjo un movimiento general en pos de los desposeídos por parte de sacerdotes y laicos que inspirados en el ejemplo de Camilo Torres(9), deciden desarrollar una relectura del Evangelio por la opción de los pobres. Esta reunión se llevó a cabo en Cundinamarca, en una finca llamada Golconda, fue liderado por Monseñor Gerardo Valencia Cano, Obispo de Buenaventura y puso de manifiesto un cristianismo comprometido en transformar el sacerdocio inseparable de los pobres. El grupo tenía como faro las propuestas de Camilo Torres, la fe comprometida con los oprimidos, con la necesidad y aspiración de la humanidad toda.
Tarea fundamental del Grupo Golconda:
- Análisis de la problemática social.
- Apoyo a los sectores que luchaban por cambios radicales en la sociedad colombiana.
- Denunciar las injusticias sociales.
El Grupo Golconda realizó conferencias, debates, talleres, entrelazaban experiencias y expectativas. En el encuentro celebrado del 9 al 13 de diciembre de 1968 analizaron a profundidad la encíclica Popolorum Progressio.
Al igual que el Movimiento de Curas Obreros el Grupo Golconda no contó con la simpatía de la jerarquía eclesiástica y fueron perseguidos. En 1971 se desintegró Golgonda; pero lo importante fue que propició la toma de conciencia que hacia el interior de la Iglesia habían desarrollado los sacerdotes.
Chile: Equipo Misionero Obrero
En Chile existió también la experiencia de los curas obreros viviendo con los pobres, acompañándolos y defendiéndolos ante la opresión de la dictadura, apoyándolos en la lucha por los derechos humanos más elementales.
A pesar de que los primeros curas obreros chilenos tenían un origen familiar burgués y conservador, algunos habían completado sus estudios en Europa, muchos renunciaron a recibir cualquier financiamiento por parte de la Iglesia, viviendo entre los obreros y trabajando con ellos, para ganarse el pan a la vez que llevaban a cabo su servicio pastoral.
A raíz del golpe de Estado fascista perpetrado en Chile en 1973 por el General Augusto Pinochet (1915-2006), general chileno que encabezó el golpe militar al gobierno del presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, el Cardenal Raúl Silva Enríquez toma una postura encomiable, muy digna ante el caos de muerte y torturas implantadas por la sangrienta dictadura impuesta a partir del derrocamiento al Presidente elegido legítima y constitucionalmente Salvador Allende (1908-1973) , político socialista, considerado el primer presidente marxista que en forma democrática asumió la presidencia de su país.
Se produce la pérdida de las garantías constitucionales, no hay un respeto desde el punto de vista social y político, los asesinatos se producen por doquier, se profanan capillas, se torturan y asesinan sacerdotes.
Los curas obreros chilenos crearon el "Equipo Misionero Obrero" (EMO) en 1983. Esta organización va a cohesionar el trabajo a realizar en defensa de los oprimidos y va a incorporar tanto a laicos como religiosos ansiosos de aportar a la consecución de la justicia social. Los perseguidos por la dictadura encontraron refugio seguro en los conventos, donde pudieron esconderse con un mínimo de seguridad y también desde allí gestionar pasaportes o algún tipo de salvoconductos para garantizar la vida de los perseguidos, bien saliendo del país o asilándose en alguna Embajada.
La labor desplegada por los curas obreros chilenos demostró realmente el acompañamiento solidario y decisivo que requieren los seres humanos en peligro, perseguidos y privados de los derechos humanos más elementales. Estos curas, como los franceses en 1944, demostraron una doble fidelidad: a Jesús y al mundo obrero.
Participaron en huelgas de hambre promovidas por familiares de desaparecidos, con su pensar y su hacer llegaron a liderar, en ocasiones, la resistencia moral del pueblo chileno. Visitaron los cementerios, peregrinando a las tumbas de los asesinados por la sangrienta dictadura y su presencia se hizo familiar en los actos que reclamaban el cese de tan cruenta dictadura.
Llevaron a cabo la proclamación de la buena nueva de un Dios amoroso y esperanzador, proclamaban la urgencia del respeto entre los seres humanos. Desarrollaron en las comunidades de base y en el mundo pastoral en general actividades de acompañamiento, tanto a los desplazados por la nueva condición económica que se imponía en el país, como a los que sufrían en carne propia las ignominias de la dictadura. Ante semejante contexto político-social y económico, se imponía una Iglesia de nuevo tipo, un ministerio sacerdotal no alejado de la problemática social.
En muchas capillas se gestaron movimientos que aglutinaron a cristianos y no creyentes, unidos para derrocar la dictadura.
Los curas obreros chilenos fundaron el Movimiento para denunciar la tortura "Sebastián Acevedo"(10) integrado por religiosas y sacerdotes. Derroche de valentía de los integrantes de este movimiento que en forma pacífica denunciaban las horribles torturas a que fueron sometidos los chilenos durante la dictadura. Muy impresionante resultaron sus marchas portando sus reclamos de los desaparecidos, los torturados y la represión oficial que los atacaba cobardemente con mangueras de agua, gases lacrimógenos y garrotes, mientras estas religiosas y religiosos resistían sujetos unos con otros y en caso de llevarse a alguno todos corrían a seguirlo, a presentarse en el lugar en que lo tuvieran retenido.
En Chile circuló una revista clandestina-mente primero bajo el nombre "No podemos callar" y más tarde con el nombre de "Policarpo"(11) que fue fundada por el padre José Aldunate León(12) en la cual se hacían comentarios sobre lo que acontecía en ese momento en el país y la necesidad imperiosa de continuar, promover y fortalecer la resistencia cristiana. Después de finalizada la dictadura esta revista siguió circulando, abordando el tema de la reconciliación nacional.
Chile: Cristianos por el socialismo
Cristianos por el socialismo nace 1972 en Chile, es la decisión de los cristianos de apoyar el gobierno de la Unidad Popular, pero se extiende a otras partes de América Latina hermanada con la Teología de la Liberación. En Europa también se desarrollaron movimientos de cristianos por el socialismo junto a la Teología Política
Estos cristianos tienen, al igual que los Curas Obreros de 1944, una doble fidelidad a Jesús y a los pobres. Se trata de una forma diferente de entender el Evangelio, de apostar por un rol protagónico para los pobres.
Resulta una forma novedosa de profesión de la fe desde una posición socialista, así como el análisis de la victoria mediante las categorías marxistas. Este movimiento se centra en la unión, en la eliminación de las diferencias, el objetivo no era centrarse en posiciones filosóficas, sino unirse y encontrar los puntos comunes en la consecución de un mundo mejor y la universalidad de la fe cristiana en pos de la justicia social.
CONCLUSIONES
Como se evidencia en el desarrollo del presente trabajo a pesar de lo poco difundida que ha sido la experiencia de los Curas Obreros, esta resulta muy interesante no solo para Europa donde nace y se desarrolla, sino también para América Latina donde su ejemplo impulsó a muchos sacerdotes a adoptar un nuevo tipo de evangelización, a re-leer la Biblia como documento que pauta el quehacer cristiano, encontrando un sentido más puro a la verdadera militancia religiosa con un compromiso verdaderamente coherente con el ejemplo de Jesús.
Ante la interrogante, ¿en qué medida la experiencia de los curas obreros surgidos en Francia en 1944, puede servir de ejemplo para la formación de las nuevas generaciones de sacerdotes a favor de un mundo más equitativo? puede responderse que hoy, en pleno siglo XXI, la ética de los Curas Obreros puede constituir una fuente de inspiración para los sacerdotes y en general para los creyentes y con ellos todos los hombres y mujeres que apuestan por una sociedad más justa.
Hoy puede afirmarse que su reflexionar teológico, aún tiene significado y vigencia, además puede ser de interés y referencia para todos aquellos que buscan el desarrollo de una teología liberacionista o de la liberación, tan necesaria en la actualidad donde prima el mundo globalizado al estilo neoliberal.
Este Movimiento de Curas Obreros deconstruyó esquemas, rompió barreras. Salió de los estrechos marcos parroquiales para ubicarse allí junto al necesitado. Si el obrero, por su propia decisión o por la imposibilidad de tiempo, no iba a la iglesia, allí estaba junto a él, en su puesto de trabajo el sacerdote-amigo y solidario, para juntos trabajar y juntos meditar sobre el mensaje de Jesús. No sólo se deconstruyeron formas de pensar y hacer desde la cosmovisión cristiana oficializada sino que también se construyeron nuevos caminos a partir de nuevas propuestas reflexivas y prácticas.
No se puede desconocer que tanto el ejemplo colectivo como las historias de vida pueden servir de acicate y paradigma a las nuevas generaciones de sacerdotes.
La investigación realizada puede incentivar búsquedas más profundas, sobre el Movimiento de Curas Obreros y su repercusión en sentido general, de modo tal que contribuya a socializar la historia de la iglesia, en sus luces y en sus sombras, teniendo en cuenta que este fue un momento de luz, que aún perdura en todos aquellos sacerdotes que caminan junto aquel pueblo de Dios que sufre y que sueña con la construcción del Reino de Dios en la Tierra.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Botey, J. (2011). Curas obreros. Compromiso de la Iglesia con el mundo obrero. Barcelona: Ediciones Rondas S.l.
Colectivo de autores. (1965). Crónica de los sacerdotes obreros. Barcelona: Editorial Estela.
El País. (1982, 15 de junio). Los curas obreros denuncian la involución de la Iglesia.
RECIBIDO: 25/01/2017
APROBADO: 12/03/2017
MSc. Irma María Bernal Collazo. Centro "Óscar Arnulfo Romero" (OAR), Cuba. Correo electrónico: irma.bc@oar.co.cu
NOTAS ACLARATORIAS
1. En 1891 la institución católica expuso y difundió la Doctrina Social de la Iglesia, que constituyó una serie de normas y de principios referentes tanto a la realidad socio política como a la realidad económica de la humanidad, teniendo como apoyatura fundamental el Magisterio de la Iglesia Católica y el Evangelio.
2. Iosif Vissarionovich Dugaschvili, conocido como Stalin (acero), Su gobierno se caracterizó por ser intransigente con los opositores. Desarrolló una postura antirreligiosa, cerró y destruyó un gran número de iglesias, creó movimientos de obreros ateos, periódicos y propagandas al respecto.
3. Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín en 1968. Dieciocho obispos latinoamericanos, de Asia y África redactaron un documento donde se responsabiliza de la miseria de los países del Tercer Mundo a los más desarrollados y se evidencia el compromiso de la Iglesia para mejorar las condiciones de vida de los pueblos oprimidos. Estos obispos fueron liderados por el Obispo brasileño Hélder Cámara. En la Conferencia de Medellín se valoró la situación tan injusta en que vivían los pueblos del Tercer Mundo, su estado de marginación y se puso de manifiesto la urgente necesidad de una pastoral en correspondencia directa con la realidad que se vivía día a día. En esta reunión el episcopado latinoamericano, los laicos, los sacerdotes y religiosos debaten ampliamente sobre el papel de la Iglesia en el contexto de pobreza en los diferentes pueblos latinoamericanos y el papel que desarrollan las Comunidades Eclesiales de Base y los Movimientos de Acción Católica En la conferencia de Medellín por vez primera en una reunión del episcopado latinoamericano participaron once observadores no católicos.
4. Se señala en el "Primer Plan Pastoral Nacional" (1965-1970) de Brasil, país donde desde principios de los años 60, la Juventud Universitaria Cristiana brasileña (JUC) ya se nutría no solo de la herencia teológica revolucionaria que precedieron su pensar y su hacer en América Latina, sino también de modo directo y/o indirecto de pensadores foráneos.
5. Teología Política. En el siglo XX ha fluido y propagado esta nueva corriente teológica. En ella se realiza un análisis de la ruptura que conlleva el cristianismo en el ámbito socio político y parte de la dificultad de mediar la fe en la historia. La teología política constituye un análisis crítico del sistema social actual. Dos de sus representantes más destacados son los teólogos: J.B. Metz y J. Moltmann.
6. Argentino, quien se especializó en teología dogmática, en Munich de Baviera, bajo la guía de K. Rahner
7. Estudió filosofía en Lovaina (Bélgica, 1951- 1955) y cursó teología en Fourviére (Lyon, 1955- 1959)
8. Popolorum Progresso publicada por Pablo VI lllamó a la reflexión sobre el papel de la iglesia en la sociedad y sobre todo a diferencia de las anteriores, en esta encíclica se hace un profundo y exhaustivo análisis del sistema capitalista, profundiza más en sus nefastas consecuencias para la sociedad que en la crítica al socialismo.
9. Camilo Torres Restrepo, colombiano, murió el 15 de febrero de 1966 en la guerrilla del E.L.N. Capellán de la Unión Nacional, profesor y co-fundador de la Facultad de Sociología. Propuso el concepto de "amor eficaz"
10. Sebastián Acevedo minero que se quitó la vida frente a la catedral de Concepción como protesta por la desaparición de sus dos hijos.
11. El nombre hace alusión al obispo que vivió en el Siglo II, que fue muy perseguido y murió despedazado por las fieras del circo romano.
12. José Aldunate León, un cura obrero chileno que procedía de familia burguesa y tradicional, que renunció a todas las garantías de un mundo sacerdotal tradicional y vino a trabajar junto y en pos de los desposeídos. Fue detenido numerosas veces. En 1988 recibió el premio Nobel alternativo de la Paz