INTRODUCCIÓN
El tema de las desigualdades sociales en Cuba emerge con fuerza en la investigación social durante la crisis y reforma económicas de los 90, y mantiene su actualidad en el contexto de las transformaciones socioeconómicas que tienen lugar en el presente. Entre las desigualdades sociales, las asociadas al color de la piel resultan relevantes por las profundas transformaciones sociales, económicas y políticas que han favorecieron la equidad e integración social de toda la población cubana en el marco del proceso revolucionario; en contraste con la persistencia de patrones de discriminación y racismo, articulados con la existencia y reproducción de desigualdades económicas y simbólicas.
La constitución a finales de 2019 del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, con el propósito fundamental de impulsar acciones para enfrentar prejuicios y actitudes discriminatorias a escala nacional y local, constituye una expresión fehaciente del valor que otorga el gobierno cubano al desarrollo humano, la justicia y equidad. Este esfuerzo, además, se articula con las acciones que a nivel internacional y de cada país se realizan como parte del Decenio Internacional de los Afrodescendientes proclamado por las Naciones Unidas con el tema “Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo”.
El trabajo tiene como propósito analizar los resultados de un conjunto de estudios recopilados sobre esta temática en Cuba, realizados entre 2008 y 2018, período durante el cual se inicia y desarrolla un proceso de transformaciones económicas y sociales en el país. Comienza con algunas precisiones conceptuales sobre raza y color de la piel, a continuación, se presenta una breve referencia al contexto cubano, algunos comentarios sobre la información analizada, las categorías y problemáticas identificadas; ello da paso al análisis de las brechas de equidad en diferentes ámbitos y al análisis interseccional de las desigualdades; a manera de conclusiones se valoran los resultados sistematizados a partir de sus metodologías y contenidos.
DESARROLLO
Algunos apuntes conceptuales
Si bien desde la antropología física, se ha definido raza como grupo biológico que posee en común cierto número de caracteres hereditarios que comparten con su descendencia y que permiten diferenciarlo de otros grupos, lo que pone de relieve la diversidad de la población humana (Martínez Fuentes, 2002), existen varios argumentos que cuestionan este concepto.
En primer lugar, la asignación al concepto raza de una connotación sociocultural, con su consiguiente carga discriminatoria. Al respecto, señala Jesús Guanche que la noción de racialidad «… lejos de valorar lo estrictamente biológico, posee una connotación sociocultural y clasista» (Guanche, 1996, p. 53). Tal connotación ha sustentado la producción y reproducción de desigualdades entre los seres humanos por su pertenencia a una categoría racial en contextos histórico-culturales específicos; sin embargo, al propio tiempo, permite problematizar y desnaturalizar tales diferencias.
En segundo lugar, el elevado nivel de mestizaje de la población cubana, constatado en estudios genéticos realizados en Cuba en los últimos años1 (Marcheco, 2012). Y, en tercer lugar, el carácter uniétnico y multirracial de la nación cubana2 (Guanche, 1996).
En general, se comparte una definición de raza concebida como construcción social y contextualizada:
Las razas son construcciones sociales que identifican o marcan a grupos humanos respecto a otros grupos, en dependencia de relaciones que sostienen entre sí; construc ciones elaboradas en un medio específico, históricamente determinable, en íntimos nexos con las relaciones sociales, las clases sociales y las acumulaciones culturales de la sociedad de que se trate. Eso son las razas, y no lo que parecen ser: clasificaciones de los grupos humanos y pretensiones de que sus miembros pueden ser valorados a partir de ciertos rasgos congénitos que portan, de manera que unos resulten rebajados o elevados frente a los otros, por causas “naturales” e irremediables. (Martínez Heredia, 2002, p. 1)
Es justamente ese carácter de construcción social e histórica del concep to raza, el que le otorga relevancia en la forma en que se relacionan las personas, en las desigualdades sociales y su reproducción:
Las razas, por su parte, serían construcciones históricas de fondo biologizante que dan carácter histórico a las jerarquías y las diferencias, mediante la naturalización de las desigualdades. (Pinho, 2008, p. 313)
En la reproducción de esas desigualdades desempeña un rol esencial el racismo, imbricado con otros sistemas globales de opresión, el cual aún pervive, aunque el sistema colonial y esclavista que fue su sustento haya desaparecido. El mismo ha sido definido:
[...] como un fenómeno netamente social, derivado de las relaciones interraciales, generador de prejuicios, y estructurado a partir de dos elementos consustanciales: uno constituido por un cuerpo de formulaciones teóricas (concepto de raza, función social de esta, naturaleza de las características psicológicas y culturales, etc.); el otro por la práctica social de tales postulados e identificado con el término de discrimina ción racial. (Pérez, 1996, p. 45)
Otra categoría vinculada a la temática es afrodescendencia,3 que ha cobrado fuerza a partir de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Relacionadas de Intolerancia, realizada en Durban en el año 2001, la cual reconoció que la esclavitud fue una causa directa de la pobreza y la marginalización extensiva de los afrodescendientes en la región latinoameri cana. Su utilización legitima las reivindicaciones históricas de las personas negras y mestizas, con presencia en los movimientos afrodescendientes y respaldados en el programa del Decenio internacional de los pueblos afrodescendientes (2014-2024), en el cual los temas de justicia y desarrollo se han hecho explícitos, con el objetivo de garantizar el disfrute de los derechos de las personas de ascendencia africana y su plena inclusión en la sociedad. Este esfuerzo emancipatorio articula la lucha contra diversas formas de opresión en diferentes ámbitos.
Las categorías y denominaciones utilizadas para la clasificación de los grupos humanos atendiendo a la dimensión racial es una cuestión relevante y con implicaciones de diverso orden. Los resultados del proyecto PERLA4 en cuatro países latinoamericanos -México, Perú, Brasil y Colombia- destacan: el carácter multidimensional de lo étnico-racial y consecuentemente la necesidad de su medición y clasificación en formas diversas; la caracterización de la desigualdad en la región como pigmentocracia, la que se sustenta, más que en las categorías etno-raciales tradicionales, en otras clasificaciones alternativas;5la relevancia del color de la piel -rasgo fenotípico visible y continuo- como dimensión de la desigualdad étnico-racial; y la presencia de discriminación étnico-racial asociada fundamentalmente al color de la piel (Telles, 2014).
En Cuba también resulta relevante el color de la piel en la identificación de los grupos humanos, y al respecto Beatriz Marcheco señala las complejidades inherentes a su percepción, entre ellas: las diferencias constatadas entre la auto-definición de las personas y los valores de su índice de melanina, las diferencias constatadas en un mismo individuo entre su índice de melanina medido en la cara interna del brazo y en el dorso de la mano, así como las existentes entre hombres y mujeres. A partir de ello afirma que «la distribución del color de la piel de los cubanos muestra un rango continuo de tonalidades cuyos límites son considerablemente imprecisos» (Marcheco, 2015, p. XVII).
En el presente estudio se asume el término color de la piel, que es la categoría presente en la casi totalidad de las investigaciones sistematizadas y que según Marcheco (2015) es la característica que «se considera más significativamente para asociar a individuos con “razas”», pero se respetan las denominaciones y clasificaciones consideradas en las investigaciones sistematizadas.
El contexto cubano
El análisis sobre las desigualdades sociales por color de la piel debe partir del reconocimiento de las profundas transformaciones sociales, económicas y políticas, que tuvieron lugar con la Revolución cubana y que favorecieron la equidad e integración social de toda la población. Entre ellas resultan relevantes: la eliminación del racismo institucionalizado, acelerados procesos de movilidad social ascendente en los que participaron las mayorías desposeídas -entre ellas las poblaciones negras y mulatas-, la participación de personas de diferentes razas y clases sociales en las transformaciones y programas sociales, la formación de valores y el desarrollo de una cultura e ideología en torno a la igualdad y dignidad; es así como toda la población cubana -incluyendo la negra y mulata- se benefició de los procesos de movilidad social ascendente, aunque no existiera una política diferenciada para ellas; la problemática racial se dio por resuelta en 1962.
Sin embargo, no todas las desventajas socioeconómicas de la población negra y mulata pudieron revertirse, los prejuicios y actitudes discriminatorias resistieron el embate de las transformaciones revolucionarias; el escenario de crisis y reforma económicas hizo visible su re-emergencia. Entre los factores que pueden explicar este fenómeno se encuentran los diferentes «puntos de partida de los grupos raciales» (Morales, 2002, p. 160) y los factores históricos -condiciones heredadas del colonialismo y el neocolonialismo-, coyunturales, de reproducción generacional y subjetivos (Zabala, 2008).
Martínez Heredia (2015) conecta las manifestaciones actuales del racismo con el crecimiento de desigualdades sociales y alerta que ese fenómeno -el racismo- puede ser reforzado por la agudización de aquellas; y coherentemente plantea la necesidad de una política dirigida a interrumpir la reproducción de desventajas y a la eliminación de las discriminaciones raciales, y con ello consolidar nuestro proyecto social (Martínez Heredia, 2015).
Cuba es un país multirracial, la estructura de la población por color de la piel es la siguiente: blanca (64.1 %), negra (9.3 %) y mulata (26.6 %) (CEPDE-ONEI, 2016).6 Esta estructura varía según se trate de territorios urbanos y rurales, siendo superior la proporción de población negra que reside en zonas urbanas (85.1 %) y menor en la población mulata (72.9 %). Se identifican algunos diferenciales significativos en la estructura por edades según el color de la piel, que se expresan en el grado de envejecimiento de la población: la blanca es la más envejecida (20 %) y la mulata la menos envejecida (13.7 %). La población negra es la de menor fecundidad, con una proporción de 11.8 %, mientras que en el otro extremo aparece la población mulata con 19.4 %.
En los documentos programáticos más recientes de Cuba se ratifican principios de equidad, inclusión, justicia social y no discriminación. Tanto la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista como el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 -en el Eje estratégico Desarrollo humano, equidad y justicia- establecen el enfrentamiento a toda forma de discriminación por color de la piel, género, identidad de género, orientación sexual, discapacidad, origen territorial7 y nacional, creencia religiosa, edad y cualquier otra distinción lesiva a la dignidad humana (Artículo 68, inciso h de la Conceptualización y 213, 9 del Plan). La Constitución de la República de Cuba aprobada en 20198 le confiere fundamento jurídico a lo anterior.
Se trata de un tema complejo, sensible y que ha sido utilizado para la crítica de la Revolución cubana. Durante el VI Congreso de la UNEAC en 1998, Fidel Castro señalaba la complejidad de la problemática de la discriminación racial; posteriormente, en sendas intervenciones en escenarios muy diferentes, reconocía los logros y desafíos en torno a este asunto. En un discurso pronunciado en Harlem, Nueva York en el año 2000 expresó que el establecimiento de la igualdad ante la ley y la intolerancia contra toda manifestación de discriminación racial no habían resultado suficientes para su erradicación total. Posteriormente, al dirigirse a educadores cubanos y extranjeros en 2003 expresó:
… la Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país, aun cuando en nume rosas áreas de gran trascendencia, entre ellas la educación y la salud, desempeñan un importante papel. (s.p.)
Sin lugar a dudas, dicha complejidad permite entender las limitaciones y vacíos en el estudio de este tema, así como las polémicas en torno al mismo.
Valoración sobre la información analizada
Para la identificación y análisis de las desigualdades se realizó la sistematización de 38 estudios (Anexo 1) sobre esta temática realizados entre 2008 y 2018,9 que incluyen resultados de investigación, tesis de diploma, maestría y doctorado, informes, artículos, libros y ensayos; asimismo tres sistematizaciones sobre este tema.10 Se asumen las características del proceso de sistematización definidas por Jara (2018) - referidas a prácticas y experiencias-, como un proceso de aprendizaje crítico que implica el análisis e interpretación, la participación y el intercambio colectivo. Como metodología para el análisis se utilizó un enfoque mixto, que permite combinar métodos cuantitativos y cualitativos para lograr la complementariedad de sus fortalezas y compensar sus deficiencias; en específico el diseño de triangulación que permite obtener datos complementarios acerca de un mismo problema de investigación mediante la comparación y contrastación de los datos originados por ambas metodologías en una sola etapa. Para el examen de las desigualdades presentes en grupos y ámbitos específicos se asume la perspectiva interseccional (Brah & Phoenix, 2004), la cual permite analizar los entrecruzamientos entre múltiples ejes de diferencia en contextos específicos, sus interacciones en diferentes niveles y los tipos de discriminaciones y desventajas que resultan de tal interacción.
En varios de los trabajos sistematizados, se reconoce y toma como importante referente la investigación “Relaciones raciales y etnicidad en Cuba”, realizada entre 1993 y 2003 por un colectivo de autores del Centro de Antropología -actualmente Instituto Cubano de Antropología- del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, que incluyó trabajos de campo en las ciudades de La Habana, Santiago de Cuba y Santa Clara.11
La antropóloga Niurka Núñez -una de las autoras de la investigación-, en referencia a este estudio y al contexto actual, señala que las desigualdades marcadas por el color de la piel se manifiestan en el panorama socioeconómico cubano actual, fundamentalmente en la estructura socio-laboral, en las formas alternativas de ingreso económico y en la ocupación del espacio urbano y la vivienda. En la estructura socio-laboral, en las desproporciones en la representación de los diferentes grupos raciales en los sectores emergente y no emergente de la economía nacional: mayoritaria presencia de negros y mestizos entre los obreros del sector no emergente y alta presencia entre los profesionales y técnicos del mismo sector, por un lado, y su escasa presencia en el sector emergente. En cuanto a las formas alternativas de ingreso económico, se destaca el menor acceso de negros y mestizos a remesas -a partir de la composición racial de las migraciones- y propinas en el sector emergente de la economía. Con relación a la ocupación del espacio urbano y la vivienda, resalta la mayor presencia de blancos en barrios residenciales y en viviendas con mejores condiciones habitacionales; mientras es mayor la presencia de negros y mestizos, por un lado, y de obreros, por otro, en los barrios populares y, además, en las viviendas de peores condiciones, fundamentalmente solares y ciudadelas. Subraya, además, la transmisión generacional de patrones culturales que contribuyen a la reproducción de esas desigualdades y de prejuicios y estereotipos raciales; asimismo el papel preponderante de la familia en la conformación y reproducción de estos prejuicios y estereotipos raciales y las conductas consecuentes (Núñez, 2015).
Al valorar los resultados de esta investigación, dos de sus autores concluyen que:
[...] la existencia de tales elementos de desigualdad tiene sus expresiones en el rango de la proporcionalidad, sin adquirir un carácter de exclusión, ni producir polarización de las riquezas sociales; sino que se manifiestan fundamentalmente en la esfera del consumo, dentro de un proyecto social que promueve la equidad. No se relacionan con la propiedad sobre los medios fundamentales de producción y el poder econó mico. (Espina & Rodríguez, 2003, p. 12)
Como referentes disciplinarios destacan la Sociología y la Demografía, las aproximaciones multi o interdisciplinares, a continuación, aparecen Ciencias de la Educación, Antropología, Estudios Socioculturales, Psicología y Ciencias de la Salud.
Los temas abordados en los estudios han sido clasificados en las siguientes categorías:
Fuente: Elaborado por la autora.
Nota: En algunos trabajos se identifican varias categorías, por lo cual la suma de la tabla excede al total de estudios analizados.12
Estas categorías reflejan ámbitos diversos para el análisis de las desigualdades -educación, salud, empleo, relaciones raciales- procesos productores de tales desigualdades - racismo, discriminación, exclusión social- y su impacto en la subjetividad.
El 52.7 % (19/32) de los estudios tienen un alcance nacional, pero de ellos solo 10 han sido realizados a partir de información censal, muestras representativas o bases de datos, el resto son análisis realizados a partir de estudios precedentes. Del total de investigaciones realizadas a nivel sub-nacional (16), sólo tres se desarrollaron fuera de la capital del país -en la región oriental, Campechuela (provincia Granma) y Sancti Spíritus-; el resto fue realizada en la provincia La Habana o en diferentes barrios de la capital, en total 16 espacios diferentes.
Respecto a las metodologías utilizadas, se destaca la presencia de investigaciones realizadas con enfoques mixtos (14 resultados) y 12 investigaciones con metodología cuantitativa a partir de información censal, encuestas, bases de datos y en algunos casos entrevistas estructuradas;13 además se identifican seis investigaciones cualitativas, cinco ensayos elaborados a partir de informaciones diversas; y una sistematización. De tal forma, se constata cierto balance entre las muestras intencionales o tipológicas y aquellas que son representativas o abarcan en su totalidad el universo o población de que se trate.
Las técnicas de investigación más utilizadas son: entrevistas, análisis de documentos -estadísticas oficiales, bases de datos, estudios precedentes-, cuestionarios, grupos focales y observación; en menor medida: escalas, encuestas y otras técnicas cualitativas como dibujos, historias de vida y composiciones. Se destaca la aplicación simultánea de técnicas diversas y su triangulación.
Brechas de equidad
En este apartado se presenta un análisis de los resultados de las investigaciones sistematizadas, de conjunto con la información pública más actualizada sobre el color de la piel en Cuba, contenida en el estudio de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el cual tiene su base en datos del Censo de Población y Viviendas 2012. El referido estudio, a partir del análisis de indicadores de educación, características económicas, vivienda y equipamiento, concluye que no existen marcadas diferencias entre los distintos grupos según el color de su piel y en algunos indicadores las personas con color de piel negra presentan situaciones más favorables; sin embargo, la población mulata presenta, de manera general, situaciones menos favorables que la blanca y la negra (CEPDE-ONEI (2016).
Equidad y movilidad social
La sistematización de estudios realizados entre el año 2000 y 2010 sobre desigualdad, equidad y política social, efectuada por un colectivo de autoras del CIPS, identifica entre los problemas que afectan la equidad la persistencia de brechas de equidad asociadas al color de la piel, que se expresan en:
Aumento de la proporción de dirigentes blancos en la medida que se asciende en la jerarquía de dirección.
Sobrerrepresentación de negros y mestizos en la franja de pobreza, en los grupos de menores ingresos y en las peores condiciones habitacionales.
Subrepresentación de negros y mestizos en la culminación de estudios superiores.
Reproducción de prejuicios raciales.
Enseñanza de la historia sin la suficiente presencia de los aportes del elemento negro de la identidad nacional.
Reflejo de la sociedad en los medios que no se atiene a la composición por color de la piel, cuantitativa y cualitativa, de nuestra sociedad. (Espina et al, 2010, p. 15)
La sistematización realizada a partir de las tesis del programa de maestría Desarrollo Social (Fundora et al, 2015) identificó entre las brechas de equidad las de color de la piel, y como ámbitos donde se han analizado tales inequidades la pobreza y la identidad cultural. Otra sistematización de estudios sociales en el período 2008-2013 señala la «reproducción y acentuación de brechas de equidad preexistente, según color de la piel, sexo y lugar de residencia» y la educación superior como espacio donde ellas se concretan; entre las propuestas señalan la transversalización del enfoque de equidad de género, etaria, de color de la piel, de clase o estrato social y espacial (Pañellas, Echevarría & Lara, 2015).
El estudio sobre la influencia de los cambios del proceso de actualización en mujeres negras y mestizas identifica, desde sus valoraciones, ventajas relativas a su inclusión social en los espacios culturales y educativos, así como desventajas en cuanto al acceso a cargos de dirección y empleos de mejores ingresos (Fundora, 2016).
Las identidades sociales se caracterizan por prototipos grupales bien definidos vinculados con atributos físicos, entre ellos el color de la piel: entre los dirigentes el ejemplar típico de la categoría es blanco; los «ganadores» se iconizan como masculinos, adultos medios y blancos, mientras que en el grupo de obreros -«perdedores»- se incluyen sujetos negros. En cuanto a las percepciones del sistema social cubano, son los sujetos negros los que reconocen mayormente la presencia de derechos sociales (Pañellas, 2012). Al interior del grupo de cuentapropistas también se constata una heterogeneidad polarizada, en la que las ventajas se relacionan con el tipo de actividad, el rol desempeñado y características como color de la piel, edad y sexo; las posiciones ventajosas se identifican en sujetos blancos, adultos medios y hombres (Pañellas, 2015).
Educación
Según los datos del Censo de Población y Viviendas 2012 no se aprecian diferenciales significativos en el nivel de escolaridad entre las personas según el color de la piel (CEPDE-ONEI, 2016). Este estudio refiere que del total de personas de seis años y más el 11.2% tiene nivel universitario terminado. Entre los blancos esta proporción alcanza el 11.5 %, entre los negros el 12.1 % - el valor más alto- y en los mulatos el 10.0 %. Los autores afirman que si se realiza esta comparación entre dos grupos: negros - mulatos y blancos, la proporción de no blancos con nivel superior terminado alcanzaría el 10.5 %, marcando una diferencia entre blancos y no blancos de 0.7 %, cifra que consideran poco significativa como indicativo de inequidad o discriminación en el acceso a la educación superior.14 Se señala la discreta desventaja de las personas mulatas, especialmente los hombres.
En la educación postgraduada tampoco se aprecian diferenciales de interés, pero los mulatos son los que aparecen con menor preparación (29.9 %, contra un 31.9 % para el total de la población). En las maestrías los negros presentan mayor proporción (13.0 % del total), siguiendo a continuación los blancos (12.1 %) y los mulatos (11.7 %). En los doctorados los blancos presentan mayor proporción (2.7 %), a continuación, aparecen los negros (2.1 %) y los mulatos (1.9 %) (CEPDE-ONEI, 2016).
En resumen, la comparación de la estructura por nivel superior terminado al interior de cada grupo pone de manifiesto la desventaja de los mulatos, que representando el 26.6 % del total de la población, alcanzan solo 23.6 % del total de universitarios. Entre los blancos esa diferencia es de dos puntos porcentuales y entre los negros de un punto porcentual por encima de su valor en la estructura de la población (CEPDE-ONEI, 2016).
El estudio analiza también la evolución de un conjunto de indicadores para establecer los avances obtenidos en la eliminación de las desigualdades por color de la piel. Se destaca el alcance de niveles educacionales más elevados para toda la población cubana, que ha sido mayor en la población negra, la cual disminuyó la proporción de personas sin ningún nivel de enseñanza terminado de un 23.3 % en 1981 a 4.6 % en 2012, siendo este el valor más reducido entre todos los grupos.
No obstante, el análisis de la estructura de la población de 10 a 49 años por niveles de educación terminado permite identificar algunas diferencias por niveles: una proporción más elevada de mulatos y negros con Educación media general terminada, una mayor proporción de estudiantes blancos en la educación superior, y ligera sobre-representación de negros y mulatos en la Enseñanza Técnica y Profesional - Pedagogía nivel medio (CEPDE-ONEI, 2016).
Sobre el acceso a la educación superior, el análisis de los resultados correspondientes al ingreso en los cursos 2013-2014 y 2014-2015 revela: el incremento progresivo de la proporción de estudiantes blancos; acceso de estudiantes blancos, negros y mulatos en una proporción superior, similar e inferior, respectivamente, a la que representan en la población cubana comprendida entre 18 y 24 años; ingreso de mayor porcentaje de mujeres, por encima de su proporción censal; mayor presencia de hijos de universitarios profesionales o dirigentes (Tejuca et al, 2015, 2017).
Salud y bienestar
Las estadísticas oficiales señalan que la población blanca es más envejecida que el resto con un 20.0 % de su población total con 60 años y más, le siguen los negros (19.3 %), y los mulatos solo alcanzan un 13.7 % (CEPDE-ONEI, 2016).
Varios estudios realizados por Albizu-Campos analizan el rol del color de la piel como diferencial de mortalidad. Con datos correspondientes al período 2003-2005 este autor analiza la desventaja en términos de mortalidad de la población no blanca en todas las edades y sexos, la cual crece con la edad -con excepción de los menores de 1 año cuya desventaja es notablemente importante-: mayores tasas de mortalidad infantil -y mayor incidencia de bajo peso al nacer- en niños no blancos, con excepción de la muerte materna tardía se constata sobremortalidad de la población no blanca en las restantes 40 causas de muerte, disminución general de la esperanza de vida al nacer, pero más para los no blancos. A partir del entrecruzamiento de variables identifica como desventaja la combinación de sexo femenino y color de la piel no blanco y la combinación de mujer-rural-no blanca (Albizu-Campos, 2008, 2018).
A partir de los datos de la II Encuesta Nacional de Factores de Riesgo para la salud 2001, se constata que la población no blanca presenta mayores porcentajes de conductas de riesgo con relación a la población no blanca, entre ellas: beber, fumar y violencia, con diferenciales que oscilan entre los tres y nueve puntos porcentuales, la única excepción es el sedentarismo, donde la población blanca presenta porcentajes superiores (Alfonso, 2016).
Otras expresiones de desigualdad en salud han sido asociadas a la morbilidad, mortalidad y al acceso a los servicios de salud de pacientes con Tuberculosis Pulmonar, en los cuales el color de piel negro o mulato, género masculino, condiciones de vida desfavorables o regulares, estado civil separado y baja escolaridad incrementan el riesgo de enfermedad y muerte (León, 2018). Asimismo, a la fecundidad temprana, situación de mayor incidencia en las provincias orientales del país, en adolescentes con vínculo conyugal, de piel no blanca, residentes en zona rural y grado escolaridad de 0 a 6 grados; el exceso de esta fecundidad en adolescentes no blancas se estimó en aproximadamente un 13 % superior a las blancas (Molina, 2018).
Empleo
La Tasa de Actividad Económica es más baja en los blancos (50.9 %) y más alta en los negros (57.9 %), mientras que la desocupación es ligeramente superior en la población mulata (4.1 %), particularmente entre las mujeres (CEPDE-ONEI, 2016).
El referido estudio señala que, con la excepción de la categoría de Agricultores y Trabajadores Calificados Agropecuarios y Pesqueros, donde aparece sub-representada la población no blanca, en particular la negra, no existen diferenciales significativos en las ocupaciones de Dirigentes y de Profesionales, Científicos e Intelectuales. En el sector «emergente» de la economía no señala diferencias de interés y en el trabajo por cuenta propia se verificó cierta concentración en el grupo de personas cuyo color de piel es blanco.
Sin embargo, el análisis de la información estadística contenida en el estudio del CEPDE-ONEI (2016), considerando la estructura de la población por color de la piel y otros elementos revela algunas desproporciones:
En la categoría Dirigente la existencia de pequeños diferenciales: en una situación más favorable los blancos, pues representan el 62.3 % de los ocupados y tienen un 64.9 % como dirigentes, en cambio, el 10.9 % de los ocupados son negros y tienen un 10.3 % de dirigentes, los mulatos son el 24.8 % de los ocupados y tienen el 26.8 % como dirigentes. El análisis considerando la estructura de la población por color de la piel muestra ligeras desproporciones: los blancos están sobre-representados y los negros y mulatos sub-representados.15
En la categoría de Profesionales, Científicos e Intelectuales blancos y negros aparecen con valores idénticos (15.6 %) y ligeramente por encima del promedio nacional, mientras los mulatos están por debajo (14.8 %); considerando la estructura de la población por color de la piel se muestran ligeras desproporciones: blancos y negros sobre-representados mientras que los mulatos están sub-representados.
En la categoría ocupacional de Agricultores y Trabajadores Calificados Agropecuarios y Pesqueros se observan los mayores contrastes, los blancos alcanzan la mayor proporción en esta categoría (11.4 %) y al interior de ella están sobrerrepresentados (68,2 %) según su peso en la población total.
En las Ocupaciones Elementales No Calificadas aparecen en mayor proporción los mulatos (19 %) y en menor proporción los blancos (16.2 %).
En el sector estatal de la economía la mayor proporción se halla en los negros (83.5 %), le siguen los mulatos (78.3 %) y la menor en los blancos (76.4 %).
En asociaciones mixtas y firmas extranjeras los blancos están sobre-representados con diferencias de 8.3 y 7.1 puntos porcentuales por encima de su proporción en la población; las personas mulatas están sub-representadas con diferencias de 8.7 % en las asociaciones mixtas y 7.5 puntos porcentuales por encima en las firmas extranjeras; la sub-representación en las personas negras es mínima: apenas 0.4 puntos porcentuales.
En el trabajo por cuenta propia, la proporción de blancos empleados es la más alta (8.4 %) y la más baja la de negros (6.4 %); de igual manera el análisis revela que los blancos están sobre-representados en este sector (68.1 %) mientras que negros y mulatos están sub-representados (9.0 % y 22.9 %, respectivamente).16
Las actividades agrícolas muestran una baja presencia de negros, con la excepción de las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC), y ligera sobre-representación de blancos en las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS). Los mulatos alcanzan una buena presencia como usufructuarios, integrantes de UBPC y contratados.
En el trabajo informal, no registrado en las estadísticas oficiales, algunos estudios cualitativos señalan el predominio personas negras y mestizas, fundamentalmente mujeres.
Desventaja socioeconómica
El estudio de CEPDE/ONEI (2016) incluye información relativa a empleo -analizada en el apartado anterior-, vivienda y equipamiento, no así ingresos, información que no fue captada en el Censo de Población y Viviendas 2012; no obstante, algunos elementos ya analizados pueden complementar la profundización sobre esta cuestión. La mayor representación de la población blanca como pequeños agricultores, cooperativistas, en la actividad pesquera, el trabajo por cuenta propia, las asociaciones mixtas y las firmas extranjeras supone una ventaja económica, por tener estas actividades mayores ingresos económicos y mejores condiciones de trabajo. Por otro lado, expertos en el tema migratorio han destacado que la mayor proporción de los emigrantes cubanos son blancos (Morales, 2002) y que la población blanca es la que recibe más remesas desde el exterior (Aja, 2001).
En lo que concierne específicamente a seguridad social, el estudio basado en el censo 2012 revela que, aunque los porcentajes de jubilados y pensionados crecieron para toda la población, en el caso de los mulatos se mantienen por debajo de otros grupos, lo que muestra nuevamente su situación menos ventajosa respecto a aquellos (CEPDE-ONEI, 2016).
El análisis de los hogares de acuerdo al color de piel del jefe del hogar17 revela algunas características diferenciales de estos hogares, con posible incidencia en los ingresos percibidos: la proporción de hogares unipersonales es más elevada en los hogares cuyo jefe es negro (alcanza 20.6 %, siendo para Cuba de 18.6 %), a medida que aumenta el tamaño de los hogares las proporciones de los mismos con jefatura negra son más elevadas, la presencia de niños es mayor entre los hogares encabezados por mulatos (39.2 %), la presencia de adultos mayores es más elevada en los hogares con jefes blancos y negros (CEPDE-ONEI, 2016).
Respecto a las viviendas, los resultados constatan:
Pocas diferencias en cuanto a hacinamiento.
Algunos diferenciales según el tipo de vivienda y el color de la piel del jefe del hogar: el 81.9 % de los jefes de hogar blancos residen en casas, mientras que en los negros la cifra es de 73.3 %; en el caso de los apartamentos y habitaciones en cuarterías la mayor proporción se encuentra entre los negros (23.5 % y 1.29 %, respectivamente); y en los bohíos entre los mulatos (3.23 %). En general, se constata la sobre-representación de personas negras y mestizas en viviendas improvisadas y en cuarterías.
Con relación a los materiales predominantes de las viviendas de tipo Casas y Apartamentos se destacan también algunas diferencias: en cuanto a los techos de placa o losa de hormigón, los mulatos poseen en menor proporción (20.8 %) este tipo de cubierta; en relación a los techos de madera y guano, los blancos aparecen en desventaja, al concentrar el 69.0 % del total de este tipo; la proporción de pisos de losa cerámica o mosaico en las viviendas con jefe de hogar blanco alcanza el 67.3 %, un 10.6 % donde el jefe de hogar es negro y un 22.2 % donde el jefe de hogar es mulato; en el piso de tierra las proporciones son: 49.4 %, 10.6 % y 40.0 % respectivamente. En general, excepto en los techos de madera y guano, los mulatos están desfavorecidos.
En adición a lo anterior, en varios indicadores se constatan situaciones de desventaja para los mulatos: mayor proporción de otras formas de suministro de agua menos propicias o satisfactorias, menor proporción de disponibilidad de baño y algún sistema de desagüe, elevada concentración del uso de otras fuentes (keroseno u otras) para el alumbrado.
Todo lo anterior es consistente con los resultados de estudios de caso en familias en situación de pobreza -entre las cuales la población negra y mulata es mayoritaria-, que han constatado la precariedad de la vivienda y las afectaciones a sus servicios básicos como una característica inherente a esta condición (Zabala, 2009, 2010).
Con relación al equipamiento, en general los hogares blancos tienen mayor o igual número de equipos que los negros y mulatos, con la excepción de los radios y los equipos reproductores de audio, en los que los mulatos se encuentran en una posición igual o más favorecida.
Varios de los elementos analizados previamente son consistentes con el análisis de los impactos del reajuste estructural en la equidad y movilidad social realizado por el CIPS, el que pone de relieve la reproducción de desventajas socioeconómicas entre grupos por color de la piel:
… persistencia y ampliación de desigualdades raciales de soporte estructural (desigualdades económicas racializadas) y simbólico (pervivencia de estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias) que afectan a los grupos no blancos y en una acentuación de la articulación clase-raza. (Espina et al, 2008, p. 2)
Otros elementos que configuran situaciones de vulnerabilidad social están relacionados con la condición de género femenino y color de la piel negra, ellos son: jefas de hogares monoparentales, sin vínculo laboral, dependientes de asistencia social, con hijos (as) menores de edad o que estudian; jefas de hogares con bajos niveles de escolaridad y calificación profesional, residentes en territorios de desventaja social y comunidades de tránsito, pertenecientes a familias extensas con alto grado de dependencia; adultas mayores en hogares unipersonales que no cuentan con apoyo familiar; sancionadas o ex/sancionadas penalmente a privación de libertad, con hijos (as) menores de edad, con bajo nivel de escolaridad y calificación profesional; mujeres con discapacidad o a cargo de parientes que la poseen; trabajadoras en el sector estatal sin otras fuentes de ingreso, con hijos (as) menores de edad, con bajo nivel de escolaridad y calificación profesional; mujeres en situación de violencia agravada; mujeres en familias extensas con riesgo constructivo y ambiental, deambulantes, miembros de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (LGBTI), sin vínculo laboral y en situación de violencia; madres adolescentes jefas de hogar (Campoalegre, 2018).
Como un caso particular de vulnerabilidad social pueden considerarse las situaciones que pueden conducir a los infantes a vivir en hogares de niños sin amparo familiar; varios estudios constatan que sus características son coincidentes con el perfil de pobreza en Cuba, pues entre ellos predominan infantes de color de la piel negra (Boudet, 2009; Hidalgo, 2010; Albuerne, 2018).
La condición de vulnerabilidad de las personas no blancas se analiza además en su vínculo con la dimensión territorio, al constatarse que en cuatro barrios insalubres de la capital (Fanguito, Corea, Güinera, Palenque) existe sobrerrepresentación de personas no blancas18 (Campoalegre, 2016).
Tales desigualdades configuran de manera peculiar las percepciones y representaciones de la población sobre las desigualdades por color de la piel y el logro de equidad en esta dimensión. Un estudio sobre identidades sociales en la sociedad cubana constató que para los sujetos estudiados el ejemplar típico de bajos ingresos económicos que se identifica es un hombre, adulto medio, de color de la piel negra, delgado y descuidado (Palay, 2016).
El análisis de los factores que favorecen o frenan el desarrollo de la población negra en la sociedad cubana constató una representación social mixta y contradictoria sobre estos factores y diferencias por sexo, edad y generación. Como factores que favorecen el desarrollo de la población negra en la sociedad cubana se identifican: igualdad de derechos, gratuidad de la enseñanza, no existencia de racismo institucional, integración social, se resalta la importancia de las políticas de empleo y educación. Y como factores que frenan su desarrollo: patrones hegemónicos de belleza, prácticas racistas en diferentes espacios de la vida cotidiana, estereotipos racistas y de género, autolimitación y comportamiento de las propias personas negras. Algunas valoraciones minimizan el carácter nocivo de las expresiones racistas que persisten, aunque las valoraciones coinciden en que el desarrollo de la población negra respecto a otros grupos raciales ha sido desigual, el 33 % considera que su desarrollo ha sido bueno, favorable y progresivo, la mayor parte de este por ciento estuvo representada por las personas de la década del 70 y 90 (Almeida, 2010).
Integración, racismo y discriminación
En los estudios sobre estos temas aparecen dos líneas de análisis: la primera relacionada con situaciones de marginación que afectan a grupos sociales específicos, como las personas transexuales (Castro, 2014) y los jóvenes (Morales, 2011), en las que el color de la piel interviene para reforzar tales procesos; la segunda es el análisis de la práctica y reproducción del racismo y la discriminación (Rodríguez, 2008; Romay, 2012, 2015; Arandia, 2016), articulado con el examen de las desigualdades sociales y las políticas sociales en Cuba.
Respecto a la primera línea, se constata que en la exclusión social de las personas transexuales una de las dimensiones que interviene es el racismo (Castro, 2014). Con relación a la marginación en los jóvenes, se señala que esta es adjudicada en primer lugar a las diferencias de opinión, así como a la situación económica, la edad y el color de la piel; en los jóvenes perceptores de marginación prevalece el color de la piel negro y mulato y ello ha conducido a construcciones subjetivas en las que se asume la condición de desventaja con respecto a otros grupos (Morales Chuco, 2011).
Aunque estudios realizados constatan el predominio en la juventud cubana de una postura desprejuiciada e inclusiva para el establecimiento de relaciones interpersonales con compañeros de estudio o trabajo, jefes, vecinos, amigos, familia y pareja, esta postura es menor con relación a la familia y la pareja, relaciones que suponen mayor intimidad, consanguinidad y permanencia. Los prejuicios se presentan más en los jóvenes blancos y por territorios el occidente y centro del país presentan menor proporción de jóvenes desprejuiciados al seleccionar posibles integrantes de su familia y su pareja. Según Morales Chuco (2012), los procesos en que se sustentan estos prejuicios involucran la subjetividad individual y colectiva, así como factores socioeconómicos, históricos y culturales.
Con relación a la segunda línea -el análisis de la práctica y reproducción del racismo y la discriminación-, los estudios convergen en destacar el efecto de las medidas de ajuste implementadas durante los 90 en la configuración de espacios de desigualdad, algunos de los cuales evidencian el atravesamiento por el color de la piel; como ejemplos de ello Rodríguez (2008) señala la movilidad laboral hacia sectores emergentes, el acceso a remesas y la actividad por cuenta propia de alta rentabilidad, en los cuales se constata mayor presencia de personas blancas. También en el proyecto Gestión innovadora se diagnosticaron manifestaciones de prejuicios raciales y discriminación sociocultural en espacios con y sin concentración de población negra y mulata (Fundora & Zabala, 2019).
Zuleica Romay somete a examen para el caso de Cuba las paradojas de la racialidad, que define como: «redes de relaciones sociales en las que el color de la piel influye o condiciona actitudes, percepciones y comportamientos» (Romay, 2012, p. 29). Para ello identifica tres planos de las prácticas sociales excluyentes del racismo: ámbito externo (estructural, institucional), ámbito interno (dimensión cultural, estereotipos y prejuicios) y socio-psicológico. Su análisis apunta a: la reproducción del racismo a partir de las diferencias de ingreso y en las condiciones de vida, el incremento de prejuicios y discriminación racial con mayor visibilidad en espacios públicos, una solapada discriminación racial que se manifiesta en la poca presencia de negros en altos cargos de dirección, en sectores emergentes de la economía y en medios de difusión, y existencia de micro-estrategias para incrementar ingresos que resultan más precarias en los no blancos. Su análisis está dirigido básicamente a los aspectos culturales, simbólicos y de la subjetividad, en particular las representaciones sociales, los procesos de construcción de identidades sociales, y el ámbito relacional en las relaciones raciales. A partir de ello discute en torno a procesos que involucran dichas relaciones: movilidad social, reproducción socio-laboral e incipiente segregación socio-espacial (Romay, 2015).
Se ha señalado que el examen crítico de estos procesos requiere analizar aquellas desigualdades asociadas a la racialidad o racializadas y desplegar acciones para actuar sobre los mecanismos ideológicos y dimensiones culturales que las sustentan (Arandia, 2016).
Análisis interseccional
En cinco de los estudios realizados se declara la asunción del enfoque interseccional, en ellos se analizan las siguientes problemáticas: oportunidades de acceso a la educación superior cubana (Almeida, 2017), situación de vulnerabilidad social de familias en barrios insalubres (Campoalegre et al, 2016), procesos de reproducción de la pobreza (Voghon, 2015), integración social de las personas transexuales en el contexto actual (Castro, 2014) y la influencia de los cambios del proceso de actualización del modelo cubano en las condiciones de vida de mujeres negras y mestizas (Fundora, 2019). Los procesos y entrecruzamientos que se identifican y analizan son los siguientes:
Diferencias en el acceso a la educación superior según la articulación de varias dimensiones: sexo, color de la piel, edad, territorio, nivel de escolaridad y ocupación de la madre y el padre. Feminización y racialización de la educación superior: las principales distancias se identifican entre mujeres blancas y varones negros (Almeida, 2017).
Intersecciones de género, raza, generación y territorio en las situaciones de vulnerabilidad social (Campoalegre et al, 2016).
Mediaciones genéricas, raciales y territoriales en los procesos de reproducción de la pobreza (Voghon, 2015).
Interrelación de diferentes dimensiones de exclusión social en los procesos que afectan la integración social de las personas transexuales: raza, sexo, clase, generación, filiación religiosa, etc. (Castro, 2014).
Interconexiones género-color de la piel en cuanto a oportunidades de mujeres negras cubanas en el nuevo contexto, articuladas con el lugar de residencia, vivienda, condiciones laborales y nivel socioeconómico (Fundora, 2019).
Aunque no se haya declarado explícitamente por la mayor parte de los autores la asunción del enfoque interseccional, el análisis de sus resultados permite identificar otros entrecruzamientos entre las categorías estudiadas:
Sinergias entre género y color de la piel que refuerzan condiciones de pobreza, vulnerabilidad y marginación en mujeres jefas de hogar (Zabala, 2009), procesos de trasmisión intergeneracional de la pobreza (Voghon, 2014, 2009), y desventajas en cuanto a equidad y movilidad social (Espina et al, 2008, 2010).
Articulaciones entre género, color de la piel, edad, territorio y clase que inciden en la situación de salud (Fleitas, 2013).
Percepciones sociales de marginación en jóvenes articuladas con la condición de género, color de la piel, edad, territorio y clase (Morales Chuco, 2011).
Intersecciones entre género y espacio que resaltan la condición de ruralidad como reforzadora de la pobreza femenina (Pupo, 2017).
Entrecruzamientos entre género, color de la piel, edad, territorio y clase, articulados con la situación de la vivienda y el hábitat (Peña, 2017).
Además de los entrecruzamientos señalados, otras intersecciones que se revelan en varios de estos estudios articulan características de la estructura familiar, situación conyugal, situación laboral, educación, capital social y capital económico.
Una valoración general, considerando todos los estudios sistematizados, constata que el 60.52 % (23/38) entrecruza el color de la piel con otra(s) categoría(s), en el resto sólo se analiza el color de la piel. Las interconexiones identificadas son las siguientes:
Fuente: Elaborado por la autora.
*Origen socioeconómico, ocupación de los padres, ingreso económico familiar, capital cultural familiar, condiciones de vida, situación familiar, escolaridad, estado civil, discapacidad, orientación sexual, generación, filiación religiosa, ocupación.
Como puede apreciarse, después de la categoría color de la piel, es el género -en ocasiones los autores utilizan sexo- la categoría de mayor presencia (19), a continuación, aparece territorio (6). Los entrelazamientos más frecuentes son color de la piel-género (4) y color de la piel-género-territorio (4).
El entrecruzamiento género-color de la piel refuerza las desventajas de mujeres negras y mulatas en el acceso a la educación superior y la supervivencia, así como su relación con la fecundidad adolescente, el trabajo informal y situaciones de pobreza y vulnerabilidad social; en el caso de los varones negros y mulatos, su menor acceso a la educación superior, mayor probabilidad de mortalidad por tuberculosis pulmonar y -en el caso de los jóvenes- mayor probabilidad de ser perceptores de marginación.
El entrelazamiento color de la piel-género-territorio añade a lo señalado previamente la desventaja en el acceso a la educación superior de residentes en municipios periféricos y barrios marginales, territorios con menor acceso a la educación superior y entornos con bajo capital cultural y económico; en cuanto a la salud, mayor mortalidad de las mujeres no blancas residentes en zonas rurales, y mayor fecundidad adolescente de mujeres residentes en la región oriental y en zonas rurales; mayor presencia en el trabajo informal de mujeres negras y mulatas oriundas de región oriental; y vulnerabilidad social de mujeres negras y mulatas residentes en territorios de desventaja social.
La inclusión de otras categorías, como edad y clase de las personas, características familiares tales como origen socioeconómico, ocupación de los padres, ingreso económico familiar, capital cultural familiar, condiciones de vida y situación familiar, y otras individuales como escolaridad, estado civil, discapacidad, orientación sexual, generación, filiación religiosa y ocupación, permiten comprender el reforzamiento de formas diversas de desigualdades y desventajas.
CONCLUSIONES
Los resultados presentados permiten fundamentar la relevancia del tema desigualdades raciales, lo cual contrasta con los limitados estudios realizados, al respecto es importante señalar: la existencia de escasos resultados basados en datos empíricos colectados para la investigación o que tuviesen como objetivo esencial el análisis de problemáticas raciales, más bien se observa que al investigar otros fenómenos sociales e incluir entre otras variables el color de la piel son constatadas desigualdades sociales; tales situaciones evidencian la ausencia durante el decenio considerado de un estudio abarcador enfocado en este tema. Se destaca asimismo el aporte de disciplinas como la Demografía, Sociología y Antropología. Las temáticas trabajadas y las instituciones que lideran dichas investigaciones no presentan un comportamiento homogéneo, tampoco se han concretado aproximaciones interdisciplinares ni colaboraciones inter-institucionales para promover estos estudios. Se observan dos tendencias importantes en el período analizado: el estudio de las desigualdades por color de la piel en ámbitos como educación, salud, pobreza y vulnerabilidad, así como el análisis crítico del racismo y la discriminación como procesos articulados a esas desigualdades.
Respecto a lo metodológico, una dificultad presente en los estudios es la utilización de diferentes categorías y formas de identificación; al respecto se constata el predominio de la categoría color de la piel por auto-identificación o identificación del investigador, en varios estudios se opta por agrupar en una única categoría de análisis a las personas negras y mulatas, en ocasiones bajo la denominación de no blancos; la categoría afrodescendiente aparece fundamentalmente asociada a movimientos y redes sociales; en general no se presenta una discusión relacionada con las implicaciones del uso de unas u otras categorías y formas de identificación. Las aproximaciones metodológicas se caracterizan por la combinación de metodologías cuantitativas y cualitativas, y triangulación de fuentes, técnicas y resultados; ello resulta de importancia cardinal para comprender las contradicciones existentes entre datos fácticos, supuestamente objetivos, y la perspectiva de los actores sociales involucrados donde se implica la subjetividad individual y social, así como dimensiones culturales y simbólicas.
Como importante limitación se constata la no inclusión de la variable color de la piel en muchos de los instrumentos y registros sobre información socioeconómica, la insuficiente información sobre el comportamiento de esta dimensión, las formas en que se construyen, analizan y presentan los datos estadísticos -que en algunos casos invisibilizan problemáticas y fenómenos-, y el limitado acceso a las informaciones existentes y a fuentes estadísticas actualizadas. Tales razones pueden explicar el desarrollo de estudios cualitativos y la producción de otros tipos de evidencia, incluyendo aquellas que producen actores sociales diversos en sus prácticas sociales. Por último, se destaca el escaso incentivo mediante programas científico-técnicos y proyectos para realizar investigaciones sobre este tema.
La comparación entre los resultados constatados en la sistematización anterior (Espina et al, 2010) y la presente apunta a que se mantienen brechas de equidad asociadas al color de la piel, que se expresan en varios ámbitos. En la educación superior, la tendencia a la diferenciación en el acceso por color de la piel - aumento en proporción de estudiantes blancos que accede y disminución de estudiantes no blancos-, aunque a nivel de la población total del país la escolaridad entre las personas según el color de la piel no muestra diferencias significativas. Con relación a la presencia entre los dirigentes a todos los niveles, aunque los datos del censo 2012 no muestran disparidades significativas en esta categoría, se constatan pequeños diferenciales que colocan en una situación más favorable a los blancos y muestra ligeras desproporciones: los blancos están sobre-representados y negros y mulatos sub-representados. La desventaja para la población negra y mulata constatada en la sistematización precedente se confirma en cuanto a su sub-representación en ocupaciones de mayores ingresos como agricultores, pesqueros y trabajo por cuenta propia, así como en el sector «emergente» de la economía, específicamente Asociaciones Mixtas y Firmas Extranjeras, donde los mulatos están sub-representados; asimismo, en cuanto a su sobre-representación en viviendas improvisadas y en habitaciones en cuarterías, con peores materiales predominantes y servicios básicos, así como en la población en situación de pobreza. También persisten o se incrementan prejuicios y discriminación racial, en cuya reproducción influyen de manera recursiva las diferencias en ingresos y condiciones de vida. La presente sistematización revela varios elementos no presentes en la anterior, relativos a desigualdades por color de la piel en el ámbito de la salud.