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Una crítica de la economía política neocolonial: aproximaciones a la obra de Manuel Maldonado-Denis

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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.11 no.1 La Habana ene.-abr. 2023  Epub 01-Mar-2023

 

Artículo original

Una crítica de la economía política neocolonial: aproximaciones a la obra de Manuel Maldonado-Denis

A Critique of Neocolonial Political Economy: An Approach to the Work of Manuel Maldonado-Denis

0000-0002-8582-1216Jaime Ortega1  * 

1Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México

RESUMEN:

Manuel Madonado-Denis fue un prolífico historiador puertorriqueño. Su obra, enmarcada en el proceso de radicalización tras la Revolución cubana, expresa las tensiones de la intelectualidad marxista de la región: por un lado, la búsqueda de comprender en términos históricos la debilidad de las posiciones radicales e independentistas; por el otro, un intento de captar los procesos de la coyuntura. En este trabajo se abordan las tensiones, los problemas y los límites de una reflexión que intentó comprender la especificidad de la situación puertorriqueña y caribeña, sin renunciar a una explicación totalizante. Se analizan tres aspectos: la historia y crítica del colonialismo, el énfasis en la coyuntura de finales de la década de 1960, y la específica construcción de una genealogía del pensamiento antillano revolucionario.

Palabras-clave: Caribe; totalidad; coyuntura; colonialismo; independentismo

ABSTRACT:

Manuel Madonado-Denis was a prolific Puerto Rican historian. His work, framed in the process of radicalization after the Cuban revolution, expresses the tensions of the Marxist intelligentsia in the region. On the one hand, the search to understand in historical terms the weakness of the radical and independence positions; on the other, an attempt to capture the processes of the conjuncture. This paper explores the tensions, problems and limits of a reflection that tried to understand the specificity of the Puerto Rican and Caribbean situation, without renouncing a totalizing explanation. Three aspects are analyzed: the history and critique of colonialism, the emphasis on the conjuncture of the late sixteens and the specific construction of a genealogy of revolutionary Antillean thought.

Key words: Caribbean; totality; conjuncture; colonialism; independence

INTRODUCCIÓN

Pocos han sido los trabajos en los que se realizan aproximaciones a la obra del puertorriqueño Manuel Maldonado-Denis (1933-1992). Intelectual imposible de clasificar en los estantes de las disciplinas tradicionales, pues su obra abreva de una perspectiva histórica, al tiempo que desarrolla una crítica de la economía y la política colonial, sin eludir referencias de la denominada «historia intelectual». Todas ellas conforman una genealogía del pensamiento radical, acompañado por intentos de análisis e intervención en determinadas coyunturas. Cruzando múltiples disciplinas, Maldonado-Denis bien podría definirse como un marxista, pero es también un pensador fanoniano y martiano. Su perspectiva ideológica resulta inseparable de su trabajo intelectual, lo que expresa el posicionamiento de un socialista antillano, convencido de la necesidad de la política intransigentemente antiimperialista. Composiciones todas que remiten al cruce entre historia y coyuntura en el área caribeña durante la segunda mitad del siglo xx.

En las páginas siguientes se explicitarán los principales aportes de la obra de Maldonado-Denis, centrando el ejercicio en la explicación de su lugar dentro del marxismo latinoamericano. Ello equivale a considerar su escritura en un entramado de categorías y conceptos específicos, así como en el diálogo con algunas trayectorias del pensamiento marxista. Por ello resulta conveniente convocar uno de los escasos trabajos que se ha ocupado de su obra y personalidad. El reconocido historiador argentino Pablo Pozzi escribió breves páginas donde destacó un elemento importante: «La combinación de no estar atado a las ortodoxias, tener objetivos claros y plantearse preguntas difíciles, hace que la obra de Manuel Maldonado Denis tenga una frescura (recordemos que escribió hace ya cuarenta años( y fuera de lo más sugerente» (Pozzi, 2018, p. 93). El recuento de Pozzi es muy significativo, pues, más allá de la expresión de un afecto de admiración, devela el núcleo de la problemática que nos convoca: preguntarse qué tipo de marxismo era el que practicaba el puertorriqueño.

Esta pregunta no es baladí, ni un adorno. Expresa una preocupación que circula desde hace un tiempo frente al uso fácil de la expresión «marxismo latinoamericano» como algo dado entre los estudiosos. Trabajos recientes de Cortés (2015) y Acha (2010) cuestionan su uso y apelan a la necesidad de repensar la categoría y reconfigurarla. En el caso que aquí se presenta, interesa más contribuir a reconstruir el archivo de esa tradición política e intelectual antes que el ejercicio de definición de un uso único de la noción: hay que mirar qué encierra aquella categoría, antes que definirla a priori. Es claro que, en el caso de los dos estudiosos aludidos, el archivo es privilegiadamente el horizonte que se abre con José Carlos Mariátegui y después con determinados referentes que piensan determinados problemas en escala regional, centrando la cuestión nacional en relación con el destino de las clases subalternas.

Sin embargo, lo que en un principio era una línea más o menos clara de referentes dentro del campo marxista, hacia la década de 1970 se expande y pluraliza, pues todos los campos del saber, de alguna u otra forma, se ven interpelados por esta corriente. Ello lleva a cuestionar la unidad que compone la categoría «marxismo latinoamericano» o, incluso, su pluralización como «marxismos latinoamericanos». La sobre-determinación que adquiere la producción caribeña con respecto al marxismo resulta mucho más fuerte que en otros espacios: se trata de un constante cuestionamiento de la situación colonial o neocolonial. Ello lleva a centrar el discurso marxista más allá del comentario, o glosa a Karl Marx o algún otro autor clásico, y coloca en diálogo a cierta tradición antillana con determinadas condiciones, que, como todas, son particulares, pero cuya especificidad recae en una condensación de contradicciones ya desaparecidas en el resto de América Latina: la crítica del neocolonialismo en tanto orden de Gobierno. En el resto de la región la constitución de Estados nacionales abría posibilidades de pensar cruces que en el Caribe estaban marcadas por la presencia de Estados Unidos.

Dado que la producción de Maldonado-Denis se localizó en el momento previo a la «crisis del marxismo» (entendida esta como momento en que surgieron preguntas y cuestionamiento de certezas teóricas(, es notable la existencia aún de la unidad entre lo que Elías Palti llamó las verdades y los saberes del marxismo (Palti, 2005). Las verdades son aquellas enunciaciones que pueden denominarse certezas políticas e ideológicas; en el caso específico de Maldonado-Denis se trata de la lucha contra el colonialismo. Los saberes remiten al conjunto de conocimientos con pretensión de cientificidad que se producen alrededor de esos saberes. Tras la «crisis del marxismo» la unidad imperante en las tradiciones del siglo xix y de principios del siglo xx se erosionó, por lo que se localizaron las verdades separadas de los saberes. Estos últimos continúan desarrollándose, pero al margen de los combates políticos o ideológicos, y de fuerzas sociales, partidos o movimientos.

La trama que se anuda en torno a la obra de Maldonado-Denis se desarrollará sobre la base de las premisas antes dichas, lo que permitirá una consideración metodológica ampliada. Primero, la aproximación del autor como individuo, al recoger algunos de los datos significativos de su trayectoria, que sirvan como brújula para quien se interese en él, así como para clarificar su ubicación en la conflictividad histórica del siglo xx. La segunda, su aporte a la historia intelectual, entendida como el despliegue de las categorías que permiten integrarlo como parte del archivo de los «marxismos» (ante todo, una consideración global de la obra(. La tercera remite a la trayectoria histórica que Maldonado desarrolló en su vínculo con el movimiento independentista, donde se juega, tanto la certeza ideológica a la que se adscribe como la necesidad de trazar una senda que le dé sentido a las aspiraciones de los militantes puertorriqueños, a partir de un conjunto de temáticas denominadas «de coyuntura». Finalmente, su aporte a la genealogía del pensamiento radical antillano, que teje de una forma particular, y encuentra momentos significativos en el siglo xix y, con no pocas tensiones, en las derivas independentista del xx.

La consideración de la categoría del «marxismo latinoamericano» previamente lanzada permite problematizar los múltiples sentidos que aguarda la obra de Maldonado-Denis, pues conecta trayectorias de investigación, militancia política y, por supuesto, formatos de apreciación de su obra, tanto en un sentido global como en la especificidad de su evaluación del área caribeña. Para decirlo con mayor claridad, en esta consideración Maldonado-Denis opera siempre en una tensión entre historia y coyuntura; es decir, entre los grandes trayectos explicativos y su ánimo de participar de un proceso de radicalización que moviliza a segmentos diversos de la sociedad. Esta quizás resulte una de las señas de identidad de su marxismo, que ancla una perspectiva universal de crítica de la economía y la política coloniales, pero, al tiempo, expresa una situación específica de la consolidación o el debilitamiento de determinadas fuerzas políticas.

DESARROLLO

Apuntes para una biografía intelectual

Julio César López (s. a.) señala en una breve nota titulada “Manuel Maldonado-Denis o las huellas de un hostosiano” que se trata del ensayista puertorriqueño más leído durante el siglo xx. Él da algunas razones que pueden ser válidas para categorizarlo de esa forma. A continuación, puede profundizarse en algunos datos que ubican las coordenadas intelectuales en las que se desplegó su obra. Maldonado-Denis nació en Puerto Rico en 1933, donde realizó sus estudios universitarios. Sin embargo, cursó su doctorado en la Universidad de Chicago; esta etapa formativa concluyó en 1959. Posteriormente, se integró como profesor de Ciencia Política en la sede de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, donde dirigió la revista de ciencias sociales.

La mayor parte de sus escritos entre 1959 y 1969 fueron textos breves o reseñas de temas muy diversos. Por ejemplo, en 1959 reseñó Up prom Puerto Rico, de Helena Padilla; Dilemmas of Politics, de Morgenthau; y Doctor Zhivago, de Pasternack. Un año después, con un texto a raíz de la muerte del ruso, inició una colaboración con Cuadernos Americanos. Si en ciencias sociales se publicó la mayor parte de sus reseñas, además de las mencionadas, dedicó otras a Hebert Marcuse, José Ortega y Gasset, Sideny Mintz, Antonio Gómez Robledo, etcétera. En Cuadernos Americanos encontró una de las ventanas por los cuales sus textos tuvieron una recepción más amplia fuera de la Isla. La revista comandada por Jesús Silva Herzog era el espacio de reunión de una intelectualidad crítica, atenta a los fenómenos de la cultura y la política.

En Cuadernos Americanos su participación fue constante en la década de 1960 y de 1970. En ella aparecieron textos sobre Albert Camus (Maldonado-Denis, 1962), la situación política de Puerto Rico a principios de la década de 1960 (Maldonado-Denis, 1964), la importancia de la Isla para el conjunto de América Latina, Albizu Campos (Maldonado-Denis, 1966a y 1970), los intelectuales en la región (Maldonado-Denis, 1968a), su reflexión sobre la Revolución cubana, la importancia de Martí para Puerto Rico (Maldonado-Denis, 1967), sus reflexiones sobre Camilo Torres y el Che Guevara (Maldonado-Denis, 1968b), solo por mencionar algunos de los textos más paradigmáticos de su producción.

Además, Maldonado-Denis apareció en Pensamiento Crítico, la mejor revista de la década de 1960 con respecto al marxismo en la región y cuyo lugar de elaboración se encontró en La Habana, aún fresca por el encanto revolucionario. También lo hizo en Cuadernos de Marcha en Uruguay. En México, Cuadernos Políticos (Maldonado-Denis, 1975) le abrió un espacio de entrada a la década de 1970. Su nombre apareció repetidamente en la Revista Mexicana de Sociología (Maldonado-Denis, 1964b; Maldonado-Denis, 1976a; Maldonado-Denis, 1968c), que en ese entonces tenía un importante componente caribeñista, a partir de figuras intelectuales provenientes de Haití. Otras revistas académicas en inglés lo publicaron: American Academy of Political and Social Science (Maldonado-Denis, 1968a), Latin American Perspective (Maldonado-Denis, 1976b, pp. 36-45), Social Research (Maldonado-Denis, 1966b) de la universidad John Hopkins, Cahiers du monde hispanique (Maldonado-Denis, 1972), The Massachusetts Review (Maldonado-Denis, 1972), The Western Political Quarterly (Maldonado-Denis, 1961) y Contemporary Marxism (Maldonado-Denis, 1982); en tanto que en Caribbean Studies (Maldonado-Denis, 1968d) apareció su pequeño relato de viaje a la Cuba revolucionaria. No puede dejarse de mencionar su presencia en una revista tan importante como Casa de las Américas (Maldonado-Denis, 1980). En su extenso catálogo, Maldonado-Denis fue una de sus plumas, especialmente cuando se reflexionaba con centralidad sobre Puerto Rico. Ni duda cabe que aquella revista resultaba crucial para entender el caribeñismo y el latinoamericanismo de la Revolución cubana en su sector intelectual.

Sin embargo, fueron las publicaciones en Siglo xxi una: «empresa cultural iberoamericana» (Sorá, 2017, p. 169) y en Península las que visibilizaron con mayor fuerza su trabajo, al estar ubicadas en focos de irradiación política y cultural. En 1969 apareció la primera edición de Puerto Rico: una interpretación histórico-social, que continuó teniendo reediciones en las décadas siguientes. En 1969 Puerto Rico: mito y realidad se editó en Barcelona bajo el sello de Península, una compilación de algunos de sus trabajos sobre literatura, política y teoría. En 1972 apareció su compilación de los trabajos de Pedro Albizu Campos, con su correspondiente estudio introductorio. En 1976, Siglo xxi publicó Puerto Rico y Estados Unidos: emigración y colonialismo, que le mereció el premio Casa de las Américas. Un año después un pequeño ensayo titulado La violencia en la obra de Gabriel García Márquez se editó por Sudamericana en Bogotá.

A partir de ese momento los libros serán compilaciones de trabajos, la mayor parte editados en Puerto Rico y con una circulación más restringida: en 1973, Semblanza de 4 revolucionarios: Albizu, Martí, Che Guevara y Camilo Torres, por Ediciones Puerto; en 1977, Hacia una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico y otros ensayos, por editorial Antillana, que ha tenido una reedición en Argentina gracias al esfuerzo de Pablo Pozzi; en 1978, Betances: revolucionario Antillano; en 1987, Ensayos sobre Martí, ambos por la ya mencionada editorial Antillana; y en 1983, en República Dominicana, una compilación titulada Bolívar: vigencia de su pensamiento.

En varias ocasiones compartió espacio con destacados intelectuales del área caribeña. Dos ejemplos son ilustrativos. En el verano de 1971 participó en el curso “Problemas dominico-haitianos y del Caribe”, que organizó Susy Castor y Gerard Pierre-Charles, por entonces investigadores del Instituto de Investigaciones Sociales en México. En dicho curso presentó el trabajo, que después se publicó en un libro del mismo nombre, titulado “Puerto Rico: sociedad colonial en el Caribe”, y compartió espacio con Jean Casimir, Hugo Tolentino, Pedro Mir y Franklin Franco; además de los organizadores haitianos. En abril de 1977 Maldonado-Denis participó en el encuentro en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de México con la ponencia “Aproximación crítica al fenómeno nacionalista de Puerto Rico”, que fue comentada por Pablo González Casanova y que suscitó un intercambio con el escritor José Luis González en torno al carácter del nacionalismo que representaba Albizu (Maldonado-Denis, 1978a). Otro dato sugerente es que ocupó la Presidencia de la Asociación Latinoamericana de Sociología entre 1981 y 1983. Murió en 1992 en Puerto Rico.

Los límites y las tensiones de la historia

En 1965 escribió Louis Althusser (2001): «Como no existe lectura inocente, digamos de cuál lectura somos culpables» (p. 19). Se trata entonces de comprender qué culpabilidad ejercemos en la lectura de la obra histórica de Maldonado-Denis. Es ubicarlo en el trayecto de una concepción más amplia, donde el ejercicio profesional del relato del pasado queda subordinado a la perspectiva denominada aquí como «la crítica de la economía política del colonialismo».

Queda, pues, asentado el lugar específico desde donde se asedia el conjunto de la obra histórica. En Puerto Rico: una interpretación histórico-social desarrolló, en unas pocas páginas, el tema de la dominación colonial de la península ibérica. Su fin, por supuesto, no es el de describir a detalle todo lo que sucedió en tres siglos, sino establecer que, bajo la idea de un «puerto rico», en realidad se tramó un «puerto pobre». El objetivo de Maldonado-Denis resultó justamente mostrar las vicisitudes del desarrollo económico que implicó la presencia colonial en la época del dominio español. Esta última situación se asentó sobre la base de un territorio despoblado, lugar de tránsito hacia tierras continentales y cuyo eje productivo descansó en la producción del azúcar, el tabaco y el café. Las breves páginas de Maldonado-Denis sobre este período son solo el terreno para discutir lo que a él más le interesa: entender cómo el ejercicio colonial no se desmoronó como en el resto del continente.

El núcleo de su intervención radicó, entonces, en entender las condiciones de posibilidad para que el dominio colonial se reprodujera y no se conformaran ni un sentido común ni una ideología independentista firme. Esto lo destacó desde el inicio de uno de sus capítulos, cuando dijo: «El siglo xix marca el período decisivo en nuestra formación como pueblo, como nacionalidad» (Maldonado-Denis, 1971, p. 23). El siglo xix es para Maldonado-Denis el de la reforma o la revolución, por tanto, el lugar donde se traman las opciones socio-políticas que se construyen a partir del independentismo en su versión reformista y en su versión revolucionaria; pero, sobre todo, el de las alternativas existentes en el marco de las clases dominantes locales: el autonomismo y quién optan por el «asimilacionismo». El primero es el contingente que busca una independencia dentro del marco del dominio de la corona española; el segundo, el que disuelve cualquier posibilidad de construcción nacional e identitaria, y se entrega al dominio colonial en cuerpo, mente y alma. La insurrección de Lares en 1868 resultó fracasada y ella misma no expresó la radicalidad necesaria para plantear una opción frente al orden colonial.

En Puerto Rico: una interpretación…, Maldonado-Denis construye un tránsito, sobre todo, ideológico. Su esfuerzo por trazar las líneas de demarcación entorno a la insuficiente fuerza de una ideología -el independentismo revolucionario- frente a otras se mueve en un plano limitado. Así escribe que una de las razones por las cuales Lares falló fue la ausencia de «destreza de guerra» (Maldonado-Denis, 1971, p. 45). Lo anterior repercutió en que el independentismo no persistiera como espíritu ni como ideología; el sofocamiento veloz por parte de las fuerzas coloniales impide que trascienda como motivo de movilización.

Todo esto le lleva a considerar que, durante la guerra hispano-norteamericana, Puerto Rico se consideró como un «botín de guerra». A diferencia de Cuba, aquí no hay una tercera fuerza significativa que quede en medio de la potencia en retirada y la emergente. Simplemente, el estatuto de nación en busca de soberanía queda anulado. Así, el dominio norteamericano se ejerce con «menores fricciones» (Maldonado-Denis, 1971, p. 58) ante el estatuto de colonización novedoso. Aquí, colonización y colonialismo se utilizan en el sentido de Fanon: la anulación de cualquier perspectiva de construcción de una subjetividad alrededor de la nación.

La explicación económica no aparece sino hasta el establecimiento en 1898 del nuevo escenario. Maldonado-Denis traza con claridad los distintos horizontes movilizados por Estados Unidos: la marcha hacia el oeste en lo interno, el dominio Atlántico en la sustitución de la hegemonía de la inglesa y el papel geopolítico del Caribe. Todo como parte de una estrategia deliberada, planeada y ejecutada por arriba de las aparentes divisiones y fricciones políticas de los norteamericanos. No hay «imperialismo bobo»; es decir, un ejercicio descuidado o contingente de la fuerza. Puerto Rico no resulta un accidente, sino una construcción planeada de esa expansión. El período 1898-1940:

marca un proceso mediante el cual nuestro país va cayendo palmo a palmo en manos del capital industrial y financiero estadounidense. Se dan aquí todos los elementos constitutivos de la explotación de una colonia: el mercado cautivo; la plusvalía creada como consecuencia de una abundante fuerza obrera y del pago de salarios al nivel de subsistencia; la explotación de los recursos naturales del país por un puñado de inversionista extranjeros. (Maldonado-Denis, 1971, p. 69)

El núcleo de su intervención histórica, en aquel primer texto, adquiere la consistencia esperada finalmente cuando analizó la etapa alrededor de la década de 1940. Tanto por sus efectos, como por las líneas de demarcación trazadas alrededor de esta fecha, el período expresa la condensación de todas las contradicciones y el reordenamiento de las fuerzas políticas. Maldonado-Denis (19719 lee la década de 1930 como la del «resquebrajamiento del sistema colonial» (p. 78) y el ascenso de las fuerzas independentistas, marcada por el crecimiento del Partido Nacionalista, la presencia de Albizu Campos en la política nacional y la «masacre de Río Piedras». Sin embargo, de nuevo la explicación recae en el papel personal: en este caso de Luis Muñoz Marín y su Partido Popular Democrático, quien ganó las elecciones y traicionó el programa independentista, lo que le aseguró el favor norteamericano y, con ello, sentó las bases para una hegemonía política que perduraría hasta 1968.

¿Qué tipo de construcción ha realizado Maldonado-Denis de la historia? Ante todo, un relato lineal, marcado a sangre y fuego por la dominación española y después norteamericana, centrado principalmente en los aspectos ideológicos, las fuerzas políticas, y los grandes proyectos y las personalidades. Su explicación recae, ante todo, en la actitud de personajes o elementos contingentes, y no en una explicación «estructural». Su marxismo no es el de las fuerzas productivas, sino de las «superestructuras» ideológicas, por usar un lenguaje clásico. Ello contrastará con su siguiente exploración, aunque menos sistemática y que marca un período más limitado, quizá también con elementos ausentes.

Así, Hacia una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico, presenta un panorama teórico y personal distinto. No por nada comienza confesando que el autor pasó «desde una posición nacionalista radical hasta una posición marxista» (Maldonado-Denis, 1977, p. 9), lo que marcó distancia con Puerto rico: una interpretación…, en la que reconoce haber utilizado concepciones de Marx, Lenin y Fanon, pero que tiene también ausencias significativas. La apertura comienza a resultar clara: el intento de respuesta en términos de la historia se mueve de los individuos y las grandes tradiciones ideológicas hacia otro lado:

El hecho sociohistórico de que Puerto Rico no haya alcanzado aún su independencia no es el resultado de presuntas “fallas” en nuestro “carácter nacional”, sino el producto de la debilidad e incapacidad de la burguesía nacional como clase, la cual ha agotado ya sus posibilidades históricas como agente de cambio social en nuestra sociedad. (Maldonado-Denis, 1977, p. 26)

Ello lo lleva a equiparar el trayecto histórico de una sociedad a la que no puede dejar de referir: Cuba. Y es que, para Maldonado-Denis, la gran diferencia entre ambas islas de las Antillas radica en que en Cuba sí se desarrolló una burguesía criolla, capaz de sostener intereses específicos frente a los poderes coloniales, tanto de España como de Estados Unidos.

El veredicto del intelectual es categórico:

La burguesía nacionalista puertorriqueña ya hace tiempo que agotó sus posibilidades históricas como agente del cambio social en Puerto Rico. La única alternativa que se abre ante ella en este momento histórico es, por consiguiente, la de negarse a sí misma como clase e incorporarse a la lucha de las masas populares a favor de la independencia y el socialismo. (Maldonado-Denis, 1977, p. 34)

Aquí, este entramado conceptual ya considera a las clases sociales y a los partidos como expresión de ellas a principios de siglo. El Partido Unión, en su consideración, expresa a la burguesía criolla; en tanto el Partido Socialista, a la clase trabajadora de las plantaciones y de las ciudades.

En este tramo de su narración, Maldonado-Denis otorga algún espacio -aledaño, minoritario- para las contradicciones al seno del movimiento obrero y popular, así como del independentismo. Ello lo lleva a señalar, tanto la importancia del Partido Socialista como de los obreros del azúcar; de igual forma, resulta clave para el trazado que realiza la impronta «populista y pseudorradical» de Muñoz Marín y su partido, que desde 1940 buscó mediatizar por completo a las centrales sindicales. Asimismo, la aparición del «Partido Comunista, en 1934, [con el cual] la clase obrera encuentra un portavoz de sus intereses como clase, pero en 1940 y 1944 este partido, siguiendo la política de los frentes populares, apoyará en las elecciones coloniales al PPD» (Maldonado-Denis, 1977, p. 53).

La focalización en el papel de las clases denota un intento por considerar el problema nacional no en una dimensión exclusivamente identitaria. El problema nacional asume ya un formato de discusión con relación a la clase, específicamente en lo que refiere a la burguesía, la cual califica como «intermediaria, débil y dependiente» (Maldonado-Denis, 1977, p. 74). Dado que no puede recaer en ella la «misión histórica» de construir el Estado-nación soberano y, por tanto, conseguir la ansiada independencia; otros sectores parecen ser los encargados de ello. En el relato de Maldonado-Denis se trama un encuentro entre historia y coyuntura, donde la primera provee de los insumos necesarios para entender una situación presente: la debilidad del movimiento independentista, a partir de la derrota política de la burguesía, pero también, del desencuentro entre el movimiento que busca la ruptura del lazo colonial con las clases populares. De manera deficiente quedó establecida la marca histórica de este desencuentro y no hay, de hecho, explicación, sino constatación del dato: obreros, campesinos y movimiento independentista han caminado separados. Los independentistas en el período del dominio norteamericano han sido, ante todo, integrantes de la pequeña burguesía, y los sectores medios e ilustrados, todos ellos divorciados de las aspiraciones del proletariado.

¿Por qué se opera este salto entre una historia contada en nombre de las grandes tendencias políticas a un intento somero, pero importante, de incluir a las clases sociales? Resulta evidente que en el segundo texto Maldonado-Denis pretende acompañar a Fanon de Marx, no solo por el número de referencias o citas, sino, sobre todo, por la concepción sobre la cual construye su narración. El problema de la constitución nacional, atravesado por los dilemas de la colonización -eco fanoniano- debe comprenderse también desde el punto de vista clasista; es decir, de las relaciones sociales y las fuerzas productivas. Sin embargo, la inclusión de este problema se centra, tendencialmente, en la clase dominante, invariablemente correa de trasmisión de los intereses norteamericanos.

Existen dos factores que deben calibrarse en la narrativa de Maldonado-Denis. La primera es la crítica que recibió por parte de Gervasio García en un texto titulado “Apuntes sobre una interpretación de la realidad puertorriqueña” (García, 1970), publicado en La Escalera en 1970. Ahí, claramente los jóvenes independentistas que han surgido después de los sucesos de 1968 están en la búsqueda de una posición radical, marxista y caribeñista. El discurso histórico de Maldonado-Denis parece quedar corto para sus aspiraciones. El tono del texto resulta más que una reseña; se trata de una crítica del planteamiento en su conjunto. Aunque celebra su aparición, lo cierto es que indica las principales falencias: falta de trabajo con archivos y documentación inédita, y un ejercicio centrado en individuos y personalidades. Además de la exclusión de una historia de los obreros y, en general, de los grupos subalternos, el punto nodal de la crítica se encuentra en los efectos del colonialismo. Para García, el texto de Maldonado-Denis coloca demasiado énfasis en el problema de la asimilación cultural y muy poco en la irradiación económica, núcleo del colonialismo. Ello, dice el reseñista y crítico, lleva a una consideración práctica, donde la única esperanza es obtener una «república mediatizada», lo que trae a relucir una categoría que se colocó como central después de la Revolución cubana de 1959 para comprender el trayecto histórico previo. Cierra el texto escribiendo:

Creemos que Maldonado-Denis ha publicado un buen libro de difusión que servirá para popularizar la historia política y económica del colonialismo en Puerto Rico. Desgraciadamente, en vista del precario estado de nuestra historiografía, la meta ambiciosa del autor de reinterpretar cuatro siglos de historia tenía que tropezar con sus lagunas y reflejar sus imprecisiones. En consecuencia, deseamos que su próxima publicación sea un trabajo de erudición en el que sus juicios políticos se apoyen en una investigación original sólida. Esa será su mejor contribución a la historiografía puertorriqueña y la lucha por la independencia de Puerto Rico. (García, 1970, p. 31)

El ensayo que abre Hacia una interpretación…, ni duda cabe, constituye un intento de responder a la crítica que le ha realizado García. Se nota, no solo en ese libro, sino en varios ensayos de la época, una consideración cada vez más amplia de la producción que problematiza la relación entre clase y nación. Maldonado-Denis no escribirá ya sobre ese tema de manera profunda, pero es notoria la incorporación reiterada de referencias a una joven generación que comenzó a renovar el campo de la interpretación histórica y sociológica.

Este último segmento, especie de corrección de su concepción previa, se muestra en la incorporación de trabajos como los de Ángel Quintero Rivera. El hoy reconocido especialista del impacto político y social de la salsa tuvo su inicial carrera en la interpretación marxista del problema nacional puertorriqueño. Quintero, como otros, abrevó más de una concepción en la historia social y económica, y ofreció convincentes explicaciones del porqué los hacendados no pudieron convertirse en una clase independentista en Conflictos de clase y política en Puerto Rico (Quintero, 1977); explicaciones económicas sobre el papel del monopolio azucarero como en Economía y política en Puerto Rico (Quintero, 1982) textos sobre la relación entre conciencia nacional y estructura de clase, particularmente en la incorporación subordinada al mercado norteamericano. Analizar los «conflictos de clase» (Quintero, 2015) ha implicado siempre referirse al origen y la subjetividad de los subalternos, en gran medida, como respuesta a José Luis González y su idea del país de los «cuatro pisos» (Quintero, 1983), razón por la cual se entiende que Quintero fuera uno de los primeros en destacar las genealogías de las clases, como en su recién recuperado texto “Socialista y tabaquero. La proletarización de los artesanos” (Quintero, 2020), que hace parte de una estela de reflexión sobre el movimiento obrero de la Isla (Quintero, 1972; García y Quintero, 1982).

No pocos de estos trabajos fueron recuperados e incorporados por Maldonado-Denis, como ejemplo de la capacidad de autocrítica y del reconocimiento de la ausencia de un trabajo en torno a las clases subalternas. La capacidad de ejercer autocrítica es notable, aun cuando sus trabajos eran exitosos fuera de la Isla y representaban la puerta de entrada para la intelectualidad latinoamericana hacia el estudio de la situación puertorriqueña. El relevo generacional y la crítica que hacían los entonces más jóvenes intelectuales no representaron para Maldonado-Denis sino una oportunidad de renovar su perspectiva, al reconocer sus aportes. La historia, como campo de batalla, era reconocida en su dinámica de crítica del colonialismo; sin embargo, ello no implicaba que no se generaran tensiones y dilemas, asociados a la situación de los grupos subalternos.

Pensar la coyuntura

Los trabajos más importantes de Maldonado-Denis no pueden leerse solo como emplazamientos de una comprensión a largo plazo de la situación histórica. El intento de sentar las bases de una crítica de la economía política del colonialismo tenía serias deficiencias, que el propio autor intentó corregir, al incluir aquellas referencias de la investigación sobre las clases subalternas y las dominantes. No solo al recurrir a los mencionados trabajos, que brindaban luz sobre los puntos ciegos de su trabajo, sino también en la rectificación, especie de autocrítica implícita, incluida en Hacia una interpretación marxista

Sin embargo, la obra de Maldonado-Denis debe localizarse también en una arena distinta, que, por momentos, gana preminencia interpretativa, aunque ello no se vea reflejado necesariamente en el espacio que ocupa: la reflexión en torno a la coyuntura. Por «coyuntura» debe entenderse un período particular donde resulta posible la intervención intelectual con el ánimo de participar en la relación de fuerzas entre distintos actores, sujetos y organizaciones. Sobre esta base, es pertinente pensar los trabajos no solo en el tono de la reseña crítica de Gervasio García, sino, ante todo, como un ejercicio de intervención intelectual en una arena muy definida: la del independentismo puertorriqueño de las décadas de 1960 y 1970.

Quiere decir esto, que sus producciones, aunque buscan asentar el devenir de una trayectoria histórica, operan de manera definitiva en los que eran sus problemas del presente. Así, pueden ubicarse cuatro problemáticas que contribuyen a pensar la política, sus senderos y las preocupaciones de Maldonado-Denis. En primer lugar, la industrialización del país, su incompletud y las consecuencias de ello; la segunda, el traslado de la fuerza de trabajo y el estatuto colonial de ellas, más allá de las formas legales; la tercera, el desencuentro entre las tentativas ilustradas y los movimientos independentistas; y, finalmente, la irrupción estudiantil.

El estatuto colonial de la Isla impidió un desarrollo industrial autónomo. Este se encontraba subordinado de manera plena a los designios económicos de la potencia colonial. La posibilidad de una industrialización, situación que se abrió tras el inicio de la Guerra europea, coincidió con la subordinación del movimiento político más importante al poder de Washington. Por tanto, no solo no se dio la ansiada industrialización, ante la imposibilidad de que la burguesía boricua desarrollaba una estrategia económica independiente, sino que se configuró la economía de manera más férrea al mercado norteamericano. Esta explicación de Maldonado-Denis tuvo consecuencia en la focalización de un problema: la aparición de la migración a Estados Unidos como un problema económico y la generación de una ideología «neomalthusiana».

Con ello crecieron la creencia de que los puertorriqueños no podían gobernarse a sí mismos o que eran «culturalmente» indispuestos para la independencia, y la necesidad del control de la población. Tanto en su libro de autocorrección, Hacia una interpretación marxista…, como en su premiado Puerto Rico y Estados Unidos: emigración y colonialismo, se muestra el emplazamiento del marxista para comprender e intervenir en una situación sociopolítica. Con habilidad política, aquella necesaria para el análisis de coyuntura, Maldonado-Denis logró identificar una problemática crucial de la segunda mitad del siglo xx: la permanencia de grandes contingentes de isleños en Estados Unidos.

De nuevo, aunque con una pretensión histórica, resulta claro que el autor busca desmontar la ideología «neomalthusiana» que se desarrolla como práctica social. Su estudio estima que entre 1898 y 1944 emigraron 90 mil personas, en tanto que 650 lo hicieron entre las décadas de 1940 y 1950. Se trató de una migración forzada, ante los desequilibrios sociales producidos por el abandono del campo en favor de la industria y, a su vez, en el carácter subordinado. Para él, el discurso oficial hablaba de la «inevitabilidad de la emigración» (Maldonado-Denis, 1977, p. 94). De ahí se desprende el carácter de sometimiento de la ideología que impulsó este flujo:

La corriente migratoria de la Isla al Continente evitó el brutal crecimiento del desempleo en Puerto Rico. El trabajador puertorriqueño en Estados Unidos, no solo se ayudaba a sí mismo y a su familia en la Isla, sino que además adquirió una mejor educación y destreza con las cuales obtener mejores salarios. (Maldonado-Denis, 1977, p. 97)

La crítica acerca de este panorama se realiza sobre una política que no contempla el regreso de la migración a la Isla, en una agresiva política de control de la natalidad a partir de la esterilización «masiva de las mujeres proletarias y campesinas puertorriqueñas» (Maldonado-Denis, 1976c). En resumidas cuentas, según Maldonado-Denis, la emigración se usa como una falsa solución a los problemas de la Isla. Pues el desempleo es una realidad, aunque se mediatice, y el no-retorno o la imposibilidad de absorber la fuerza de trabajo que desea regresar demerita la idea nacional.

Puede evaluarse su intervención en este nivel: el creciente número de puertorriqueños en Estados Unidos, principalmente en Nueva York, así como la posibilidad de que este contingente ocupe un lugar especial en las luchas por la independencia. Su Puerto Rico y Estados Unidos… debe leerse menos como un tratado especializado sobre los movimientos poblaciones y más como un libro que buscar politizar distintas dinámicas del fenómeno de la migración. No solo porque en su composición no existe el caudal de datos o trabajo empírico que muestra un conjunto de situaciones particulares, pues su visión se construye sobre generalizaciones; sino, ante todo, porque el conjunto del argumento refuerza la idea de cierto carácter revolucionario que la migración puertorriqueña podría tener. Tampoco resulta casual que, cuando habla del control poblacional, escriba:

Vista en su justa dimensión la verdadera planificación familiar debe concebirse como parte de una planificación social a nivel global. Desde ese punto de vista, esta no solo no es incompatible con el socialismo, sino que solo puede darse auténticamente dentro del marco de una sociedad socialista. (Maldonado-Denis, 1976c, p. 67)

O que «los puertorriqueños residentes en Nueva york tienen el potencial y la capacidad para llevar la lucha revolucionaria al seno mismo de la sociedad opresora» (Maldonado-Denis, 1976c p. 104). Esto mismo lo lleva a criticar a quienes dividen a las «razas» oprimidas dentro del imperio: «La cuestión de la raza, a su vez, va dirigida a obnubilar el problema de la clase, que constituye el más importante denominador que tenemos en común con todos los grupos étnico de origen no europeo» (Maldonado-Denis, 1976c, p. 129).

Otros temas pueden servir para pensar la forma en la que Maldonado-Denis piensa la coyuntura, algunas veces sobre el trabajo que hace en el terreno histórico. Es el caso del desencuentro entre el movimiento independentista y la clase trabajadora. Este tema ya había aparecido con anterioridad. Sus primeros trabajos, efectivamente, no toman en cuenta de manera central a los trabajadores del campo o la ciudad. En sus reflexiones en torno a Albizu Campos y la experiencia que él supuso, este tema se engarza. Nuevamente, con el pretexto de la historia se rastrea una temática de la coyuntura: la ideología independentista ha avanzado por un sendero en el que no se ha encontrado con las masas populares; es decir, con los sectores de trabajadores del campo y de la ciudad. Ciertamente, Maldonado-Denis no da una explicación de este hecho, sino que lo señala como lo que explica la debilidad del independentismo. Sin embargo, el desencuentro aparece como una temática recurrente en el marxismo cultivado de este lado del mundo, pues reconoce que las clases trabajadores no son inmediatamente proclives a tal o cual ideología. En el caso puertorriqueño la clase trabajadora no resulta inmediatamente independentista y el independentismo como ideología ha anidado más en los sectores medios de la población. En estos sectores prevale una concepción «apolítica, moralizante, de la revolución» (Maldonado-Denis, 1977, p. 145). El punto medular del desencuentro radica en que la «cuestión nacional se divorcia de la cuestión social» (Maldonado-Denis, 1977, p. 149). Maldonado-Denis, esperanzado, espera que dicho hiato se supere por la vía del Movimiento Pro-Independencia de Puerto Rico, organización que nace, dice, como impacto directo de la Revolución cubana y que evolucionó hacia el Partido Socialista Puertorriqueño.

Esta situación se tensa hacia finales de la década de 1960 cuando estallan fuertes protestas en la universidad. Ante el desencuentro entre el independentismo clásico -representado por De Diego y Campos- y las clases populares, emerge la presencia activa de los estudiantes. Se trata de una operación similar a la que sucedió en otros contextos, donde se hablaba del agotamiento del potencial revolucionario de la clase obrera industrial. Aquí, sin existir tal dimensión, el movimiento estudiantil opera como el gran mediador entre tendencias revolucionarias. El avance sustancial que se da de la ideología anexionista parece ser el caldo de cultivo para el levantamiento estudiantil. «El 5 de noviembre de 1968 los puertorriqueños despertamos ante una nueva realidad: había terminado la era de Muñoz Marín y del Partido Popular Democrático. El anexionismo se hallaba en el poder» (Maldonado-Denis, 1971, p. 276). La agitación estudiantil se intensifica a partir del fortalecimiento de organizaciones como la Juventud Universitaria Independiente, el Consejo General de Estudiantes o la presencia de universitarios en organizaciones como el Movimiento Pro-Independencia. Signos todos de una nueva generación que daría un relevo de sentido a la lucha independentista, sobre la base de las consignas conocidas: lucha contra el Servicio Militar Obligatorio. El centenario del grito de Lares, reflexionaba Maldonado-Denis en el epílogo de 1970 a Puerto Rico: una interpretación…, abría un nuevo ciclo marcado por la represión, la clandestinidad y la radicalización.

Si bien Maldonado-Denis acompañó este proceso, no profundizó mucho en él. La mayor parte de sus escritos sistemáticos abordan temas de otra naturaleza. Sin embargo, el impacto de esta coyuntura que se abrió hacia finales de la década de 1960 y que se compartirá en toda la región, se dejó sentir en su obra. Además, la emergencia de grupos como los Young Lord en Estados Unidos o el retorno de la emigración a la Isla, fueron señalados como temas candentes y urgentes de atender por parte de los radicales. Maldonado-Denis, con ello, mostraba su vocación por atender la coyuntura y participar de los debates más candentes, lo que ofreció a las y los lectores de la región un conjunto de directrices interpretativas.

La revolución antillana y latinoamericana

Maldonado-Denis formó parte de una generación que acompañó los movimientos de liberación nacional desatados tras la Revolución cubana, pero también de quienes buscaron realizar una relectura de la genealogía revolucionaria en la región. Era claro que el marxismo no bastaba, ni como elemento interpretativo al que solía acompañar de la obra de Fanon, ni como ideología política. Las Antillas, al igual que la América Latina toda, merecían elaborar su propia genealogía revolucionaria por fuera de los cánones europeos. Ella encontraba tanto en los hechos del pasado -el grito de Lares- como en figuras icónicas la fuente principal de la cual se nutría.

El pensamiento revolucionario y anticolonial aparecía entonces como un árbol de raíz diversa. Una de ellas correspondía a quienes buscaron la constitución de la nación puertorriqueña en el siglo xix y principios del xx: Eugenio María de Hostos, Emeterio Betances, José de Diego y Pedro Albizu Campos como los principales referentes. Sin embargo, los primeros compartían un espacio más amplio en el antillanismo, donde Maldonado-Denis encontró a José Martí como su gran referente, el hombre «de palabra precisa y fulgurante y acento ético» (Maldonado-Denis, 1987, p. 5). Ni Hostos ni Betances pueden entenderse en un nivel o clave exclusivamente local, sino privilegiadamente antillano. Todo esto se completa con la perspectiva bolivariana que sostiene como eje de articulación de la perspectiva de liberación nacional.

El trabajo que realiza Maldonado-Denis sobre estos autores, aunque con un afán de tender puentes y generar diálogos, es también de diferenciación. Con Martí avanza en un desarrollo más completo, al señalar que existe la intención de criticar no solo el estatuto colonial, sino, ante todo, el sistema colonial; es decir, que el combate no se hace en contra de una nación, sino de una totalidad de relaciones económicas y políticas. Si con Martí abriga un concepto de «revolución» que ve emparentado con el de Hostos, señala la diferencia fundamental de que el segundo se dejó tentar por el autonomismo, aunque también los emparenta en su crítica al caudillismo. Maldonado-Denis realiza intercambios de Martí con Hostos, Bolívar y Fanon. Descubre en Martí la clave para pensar la emancipación de Puerto Rico en la medida en que su destino está anclado al resto de las Antillas y en la noción amplia del colonialismo no como un recurso legal, sino como la producción de un horizonte de sentido que abarca la totalidad.

Su acercamiento a Bolívar resulta mucho menos productivo en lo conceptual que en Martí, pero más cargado del énfasis práctico, tanto por su capacidad de detectar los signos que anunciaban ya el peligro que significaba Estados Unidos como por su proclive noción de internacionalismo. Bolívar (Maldonado-Denis, 1983), a quien Maldonado-Denis considera mal juzgado por Marx, avanza en una línea de pensamiento y práctica revolucionaria que irrumpirá en el horizonte, rompiendo los diques coloniales, y que continúa en Martí. Para él, Martí es el más bolivariano de los luchadores del siglo xix, al tejer hilos de continuidad.

El siglo xix también se ve afectado por la presencia de las figuras de Hostos y Betances. Del segundo dice: «Betances y Martí son, en ese sentido, los adelantados y precursores en el inicio de esa época revolucionaria que sacudiría y aún sacude a todos los pueblos del Caribe» (Maldonado-Denis, 1978b, p. 16). De él destacará su profunda creencia abolicionista, donde la lucha por la esclavitud es la premisa para los derechos universales, guiado en gran medida por su «admiración […] por la Revolución Haitiana» (Maldonado-Denis, 1978b, p. 27). A su juicio, inspirando al Antillano están Graco Babeuf y Augusto Blanqui, figuras clave del pensamiento radical francés.

Esta estela encuentra, tanto de Diego como de Albizu Campos, un segundo gran momento. Al primero lo considera «el más prominente pensador independentista durante las primeras dos décadas de este siglo» (Maldonado-Denis, 1969, p. 12). Al segundo, a diferencia de José Luis González -escritor puertorriqueño radicado en México-no solo lo ve como un nacionalista congruente, sino como una figura movilizadora y militante. Si con de Diego observa una tensión irresuelta, pues lo valora como el paradigma del independentismo antiobrero e hispanófilo, donde la independencia a veces va acompañada de la noción de protectorado (Maldonado-Denis, 1969), con Albizu hay una entrega más clara de simpatía.

Con Albizu, de quien prologa sus escritos, señala la ambigüedad de ser el más consciente y decidido revolucionario, sobre todo a partir de 1932, donde le queda claro que «el único camino hacia la liberación de Puerto Rico es el de la vía revolucionaria» (Maldonado-Denis, 1974, p. 24), al tiempo que también reconoce sus límites ideológicos. Se trata de la incapacidad de «vincularse a las masas puertorriqueñas» por el rechazo a la vía política y el privilegio a una moral. Sin embargo, prevalece una valoración positiva, en la medida en que Albizu sufre la persecución y la cárcel, mientras Muñoz Marín capituló ante la potencia colonial.

Esta genealogía quedará más delimitada cuando compile el libro Semblanza de 4 revolucionarios: Albizu, Martí, Che Guevara y Camilo Torres. De Martí a Albizu hay una veta interpretativa clara: ambos son hombres de acción y pensamiento, y profundos antillanos; sus obras rebasan los límites locales y hacen parte de la estela de los intelectuales antiimperialistas. La segunda mitad del siglo xx, sin embargo, ofrecerá los últimos dos puntales de su genealogía del pensamiento revolucionario, que logra anudar la revolución antillana del siglo xix con la etapa abierta en todo el continente por la Revolución cubana.

En ambos casos, los de Torres y Guevara, más que una inspiración teórica, el puertorriqueño ofrece una semblanza de personajes eminentemente prácticos, al alejarse de la comodidad de su vida, y tomar la decisión de dejarlo todo y embarcarse en la senda de la revolución. Del colombiano destaca su concepción del antiimperialismo y su firme convencimiento de que es el socialismo la única salida para Colombia, al tiempo que muestra que, aunque su lenguaje se encuentra distante de la terminología marxista «su ideario, llevado hasta sus consecuencias últimas, se funde en forma perceptible con el socialismo» (Maldonado-Denis, 1973, p. 100). Ambos representan, además, la «más acabada expresión de la solidaridad combatiente de nuestros pueblos» (Maldonado-Denis, 1973, p. 126). Reconocimiento emotivo en torno a la convicción más que una concepción teórica o política, encuentra en ambos, el cierre de la estela de pensadores y personajes prácticos que Las Antillas y América Latina han ofrendado.

CONCLUSIONES: UN MARXISMO EN SITUACIÓN

El entramado que hemos reconstruido aquí involucra distintos niveles. Se trata de un marxismo muy específico, no aquel que se relaciona con el comentario de las obras de Marx, ni de las disputas del momento (por ejemplo, sobre la «juventud» o «madurez»(, sino de otro marxismo, preocupado más por la compresión de las situaciones del momento. En el caso de Maldonado-Denis, resulta claro que el objetivo es nutrir la crítica del colonialismo y el neocolonialismo que sufría el Caribe, acompañando a Marx de Fanon, Martí y otros tantos. Esta concepción tuvo como resultado un doble sendero.

Por un lado, una vereda en la que el autor se aventuró en una comprensión histórica de larga duración, al colocar un fuerte énfasis en la imposibilidad de la conquista de la independencia en el siglo xix y, posteriormente, en los distintos formatos que asumió la lucha independentista en el siglo xx. Encontró su fortaleza en trazar el largo camino de un pueblo y su relación con la metrópoli, pero su límite en que no definió a ese pueblo, hablando de él abstractamente o solo enfocándose en figuras e individuos a los que adjudicó responsabilidades inmensas para el conjunto del proceso histórico. En cambio, la segunda vereda, denominada «coyuntura», colocó en un ejercicio más meditado, para responder a un conjunto de interrogantes actuales, sobre ejercicios sociológicos, pero también históricos. En ambos casos destaca, a principios de la década de 1970, un intento de explicación en términos del ejercicio de la politicidad de las clases sociales y no solo de sus individuos. Que hoy día esa solución puede parecer limitada, es más o menos evidente; pero no deja de ser una explicación más plausible frente a la pura voluntad de unos cuantos personajes, por más centrales que estos hayan sido.

Al final del día, la obra de Maldonado-Denis aparece menos comprometida con las certezas de la época, dispuesta como un ejercicio de comprensión autocrítico. Cuestión esta que coincide con la valoración de Pablo Pozzi, hasta ahora autor del único comentario académico-conmemorativo sobre el puertorriqueño. Sin embargo, en medio de las dos grandes tendencias denominadas «historia» y «coyuntura», se tramó también una genealogía de comprensión, donde, de nuevo, la certeza marxista aparecía encarnada en las formas de la práctica política de la realidad antillana. Dicha genealogía se construyó sobre el ejercicio de revisión de la historia de la región caribeña como un todo, articulado a partir de las nociones de independencia, entendida como revolución y de la presencia del colonialismo. Efecto directo de la Revolución cubana, aquella perspectiva fue visualizada por Maldonado-Denis, no sin problemas y contradicciones, como lo atestiguaron sus polémicas con José Luis Martínez a propósito de Albizu Campos. Sin embargo, más allá de ese caso específico, el puertorriqueño realizó un ejercicio de revisión crítica de las personalidades que expresaban fuerzas políticas

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Recibido: 16 de Septiembre de 2021; Aprobado: 18 de Septiembre de 2022

*Autor para correspondencia jortega@correo.xoc.uam.mx

El autor declara que no existe conflicto de intereses.

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