Introducción
La interculturalidad ha sido definida en la literatura por varios autores y considerada como una tendencia educativa de gran importancia a nivel global [1]. Unos la consideran como la relación armónica entre culturas diferentes a través de las lenguas [2]. Otros, focalizan en el prefijo inter de la palabra intercultural para especificar la manera cómo vemos al “Otro” y la manera cómo nos vemos, percepción que no depende de las características del otro o de las mías, sino de las relaciones mantenidas entre el “Yo” y el “Otro” [3]. En ambos casos existen puntos en común: que lo propio y lo ajeno entran en contacto a través de la lengua que, en interacción con la cultura, forman un binomio inseparable; son procesos sociales que se basan en la interacción entre personas de diferentes culturas que se encuentran inmersas en un contexto dado.
La lengua y todas las prácticas sociales y culturales están producidas por agentes sociales que se encuentran inmersos en contextos relacionales [4]. Es por esa razón que en la actualidad se rechazan los enfoques tradicionales donde en la mayoría de los casos, las actividades de lengua se presentaban descontextualizadas, sin considerar que la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera no puede llevarse a cabo fuera del contexto social y cultural en el que se desenvuelven los individuos y donde llevan a cabo los actos de comunicación.
Del contexto dependen determinados factores que intervienen en la comunicación como son: el tipo de texto, las situaciones comunicativas, las tareas para el desarrollo de habilidades y valores, las relaciones interpersonales que se establecen para dar solución a los problemas que se presentan, entre otros. Si el estudiante es capaz de dominar las características del contexto, se favorece su actuación, y se promueve su desarrollo desde el punto de vista comunicativo y cultural.
En las tareas interactivas que se presentan, además de considerar el contexto de comunicación, se tuvo en cuenta el texto como eje central en una actividad de lengua. Si el contexto es determinante para la estructura del texto, este último es el elemento de interacción entre el contexto y la realidad.
El objetivo de este artículo es mostrar los resultados de una experiencia acerca del uso de las tareas interactivas para favorecer el desarrollo de la competencia intercultural de los estudiantes no hispanohablantes en la Cujae.
Se abordarán dos cuestiones fundamentales. Por una parte, el desarrollo del concepto competencia comunicativa y por otra, el procedimiento llevado a cabo con estudiantes no hispanohablantes para el tratamiento de la interculturalidad. Ambos puntos se nutren de los estudios realizados en el campo de la Psicología, y especialmente, de la escuela histórico-cultural, que focalizan en el papel del lenguaje como mediador en los procesos de comunicación y apropiación de la cultura.
En el campo de la Didáctica, los estudios relacionados con la enseñanza-aprendizaje de lenguas extranjeras, en particular, los que focalizan en el uso social de la lengua y la interrelación contenido-habilidades-valores en el diseño de tareas interactivas y su importancia para la formación y desarrollo del estudiante. Por último, se tuvieron en cuenta los aportes de la Lingüística, especialmente, los referidos al análisis del texto y su vínculo con el contexto de actuación.
Se utilizaron métodos participativos que propiciaron el intercambio y la interacción, entre ellos el debate, la discusión en plenaria, el seminario y el trabajo en equipos. Todos ellos contribuyeron al desarrollo de la competencia comunicativa del lenguaje visto este en un contexto intercultural.
Desarrollo
Las competencias en el tratamiento de la interculturalidad
Según se ha podido constatar en la literatura, el término competencia comunicativa ha sido siempre un término polémico, cuya evolución ha estado en dependencia de las concepciones teóricas y epistemológicas de las diferentes ciencias que han ocupado su estudio y de las prácticas educativas enmarcadas en diversos contextos de comunicación.
Aquel concepto de competencia comunicativa en el que se le daba prioridad a los aspectos del lenguaje vistos estrictamente desde la Gramática y el vocabulario, ha quedado atrás con la incorporación de otros componentes tan importantes como son: las condiciones socioculturales del uso de la lengua, el grado de familiarización con el contexto de actuación para adecuar los enunciados, la relación entre el conocimiento, la comunicación y la actuación (saber-saber hacer-saber ser) en situaciones sociales comunicativas. Esto último puede interpretarse como competencia comunicativa, interactiva y sociocultural a través de la cual el estudiante aprende a conocer la estructura del sistema de la lengua y su uso, a interactuar socialmente, utilizando la lengua con el fin de resolver necesidades comunicativas y de aprendizaje [5].
Precisamente en el saber ser se centra este punto de análisis, porque según el Marco de referencia europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de las lenguas (MREL), a este proceder se le llama competencia existencial. La competencia existencial «saber ser», se puede considerar como la suma de las características individuales, los rasgos y las actitudes de personalidad que tienen que ver, por ejemplo, con la autoimagen y la visión que se tiene de los demás y con la voluntad de entablar una interacción social con otras personas. Este tipo de competencia no se contempla solo como resultado de características inmutables de la personalidad, pues incluye factores que son el producto de varios tipos de aculturación y que pueden ser modificados. Las competencias existenciales se relacionan con la cultura y son, por lo tanto, áreas sensibles para las percepciones y las relaciones interculturales: la forma en que un miembro de una cultura específica expresa su amistad e interés puede que sea percibida como agresiva u ofensiva por alguien perteneciente a otra cultura [6].
En otras palabras, el saber ser es la capacidad que tiene el individuo para establecer y mantener una relación armónica y respetuosa entre la propia cultura y la cultura extranjera. En esta interacción se fortalece el vínculo entre comunicación y cultura como procesos sociales.
Cuando la comunicación se realiza entre estudiantes de diferentes culturas, implica el conocimiento intercultural de los usos y las costumbres que rigen en los diferentes países, así como las pautas de conducta que están relacionadas con las culturas de otras sociedades. De ahí, que se reafirme el presupuesto de que la comunicación no puede separarse de la cultura, porque forman parte de un mismo fenómeno y el proceso comunicativo se produce dentro y dependiente de la cultura.
Según la autora [7], la interculturalidad señala el carácter existencial de los lazos sociales, pero la competencia intercultural no puede reducirse a meras “recetas” de comportamiento adecuado al contexto intercultural, sino que debe ser concebida como un hábito que debe ser adquirido, ejercitado y desarrollado por maestros y otros mediadores interculturales.
Esta reflexión lleva a enfatizar en la idea de crear en los estudiantes una conciencia intercultural definida por el (MREL), como el conocimiento, la percepción y la comprensión de la relación entre el «mundo de origen» y el «mundo de la comunidad objeto de estudio»(similitudes y diferencias distintivas) originan una conciencia intercultural, que abarca, la conciencia de la diversidad regional y social en ambos mundos, que se enriquece con la conciencia de culturas más amplias de la que conlleva la lengua materna y la segunda lengua, lo cual tributa a situar ambas lenguas en su contexto.
Esto hace que el estudiante de una lengua y de su correspondiente cultura, ya sea lengua segunda o lengua extranjera, no deja de ser competente en su lengua y cultura maternas; así como tampoco esta nueva competencia se mantiene separada totalmente de la antigua. El estudiante no adquiere dos formas de actuar y de comunicarse distintas y que no se relacionan, no renuncia a una para ponerse en contacto con otra, sino que se convierte en plurilingüe y desarrolla la interculturalidad.
Es en este punto donde se desarrolla la competencia intercultural, porque el estudiante adquiere una personalidad más rica y compleja y una mayor interpretación del mundo abierta a la explicación de nuevas y enriquecedoras experiencias culturales.
Es por eso que el enfoque que se sigue para trabajar la interculturalidad con estudiantes no hispanohablantes es un enfoque intercultural encaminado a la enseñanza de la lengua en su sentido amplio e integral, donde juega un papel preponderante la cultura.
Procedimiento para trabajar la interculturalidad con estudiantes no hispanohablantes
Para trabajar la interculturalidad con estudiantes no hispanohablantes se consideraron varios aspectos que fueron adaptados de los que propone la autora [8], y que a su juicio y con el cual se concuerda constituyen factores que pueden medir la interculturalidad.
El papel formativo del profesor
Se considera oportuno destacar, primeramente, el papel que debe jugar el profesor en el desarrollo de la competencia intercultural y en la formación de una conciencia intercultural. En este sentido, se comparte el criterio de esta autora [9] cuando afirma que “…el papel del profesor no es el de mero transmisor de la cultura extranjera, sino que debe convertirse en un aprendiz intercultural capaz de promover el trabajo autónomo del estudiante y adquirir las mismas destrezas y actitudes que pretende desarrollar… el papel del docente es el de mediador entre el estudiante y la cultura extranjera…”.
Lo anterior significa que para garantizar la eficacia de la competencia comunicativa intercultural en los estudiantes, la formación y capacitación del profesor es esencial, ya que la interacción y el intercambio no se establecen solamente entre los estudiantes, sino entre ellos y el profesor.
Caracterización del grupo de estudiantes
Como ya se había referido en el resumen de este artículo, los estudiantes que reciben el idioma español son estudiantes continuantes egresados de preparatoria, por tanto, han desarrollado ciertas habilidades para analizar, comprender y construir textos de variada tipología. Conforman un grupo heterogéneo no solo porque proceden de varios continentes fundamentalmente, África, Asia, América del Sur y en menor medida, Europa, sino porque además, no poseen los mismos intereses de aprendizaje, ya que cursan estudios en carreras de ciencias técnicas diferentes. Estas dos cuestiones son consideradas a la hora de diseñar las tareas interactivas de aprendizaje para que se realicen con éxito. De ahí, que la modalidad que predomine para que se establezca la interacción sea el trabajo en equipos por países o por especialidad de estudio. En esta última (la especialidad de estudio), el profesor sigue muy de cerca el nivel de idiomas que poseen los estudiantes, debido a que en la realización de estas tareas se integran estudiantes cuya lengua materna es el portugués (como es el caso de los angolanos) que tienen más facilidad para manejar la lengua española y otros que son vietnamitas o proceden de países árabes, en los cuales el aprendizaje de la lengua extranjera es más lento. Esto hace que la atención a las diferencias individuales sea una prioridad para el profesor.
La tarea interactiva
Las tareas son acciones que se forman en la actividad y la comunicación que los individuos establecen en el medio sociocultural donde se desenvuelven. En este escenario es donde se pone de manifiesto el valor social y comunicativo del lenguaje y su intervención decisiva en los procesos de construcción del pensamiento y en los de socialización del individuo.
En la enseñanza de lenguas se ha constatado que los estudiantes aprenden la lengua extranjera usándola y la enseñanza y el aprendizaje se dan a partir de la realidad del aula y del contexto que promueve una tarea determinada.
El “contexto de inmersión”, como lo llama la autora [10], es fundamental para enseñar la cultura en el “diario vivir”, que ayude a comprender las costumbres, procesos y dinámicas de la sociedad meta.
De ahí, que una de las tareas interactivas que se propone para trabajar la competencia intercultural con los estudiantes no hispanohablantes se titule ¿Cómo son?
Objetivo: Conocer a través del intercambio y la interacción aspectos socioculturales que caracterizan a cada cultura, para crear un espacio común y favorable de convivencia basado en el respeto mutuo y la solidaridad.
Procedimiento
Los estudiantes leyeron y analizaron el texto ¿Cómo son? (Anexo 1), y otros materiales complementarios [11] para garantizar el éxito de esta tarea interactiva, para la cual se distribuyeron por equipos de acuerdo con sus nacionalidades. El texto ¿Cómo son? es auténtico y fue adaptado en correspondencia con el objetivo de la tarea (Anexo 2), a fin de que contribuyera, no solo a la adquisición del conocimiento, sino también al desarrollo de la comunicación y el intercambio cultural.
Se promovió el debate a través de la discusión de las respuestas a las preguntas que aparecen en una guía que se les entregó previamente, encaminada al análisis del texto teniendo en cuenta tres elementos importantes: lo que se dice, cómo se dice, y con qué intención se dice, de forma tal que se establezca la relación entre el contenido, la forma de expresión (medios léxicos y gramaticales utilizados) y las relaciones socioculturales determinadas por el contexto.
Una vez que los estudiantes profundizan en los rasgos de la cultura de Cuba, el profesor orienta que se reúnan en equipos y por países, para que cada país presente al resto las características culturales de su país. Esta tarea, siguiendo la línea de la autora [12], estimula la reflexión mediante el contraste (de la cultura meta y de la propia), es decir, se acerca al enfoque intercultural y a la formación de una conciencia intercultural.
Se utilizan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) con el fin de motivar a los estudiantes en su interacción, ya que permiten el acceso rápido a la información, así como materiales audiovisuales que sirven de apoyo a la comunicación.
Mediante el uso de las TIC, los estudiantes preparan sus presentaciones para hacer referencia a aspectos socioculturales de cada país tales como: la rutina de vida, la vida política, la religión, los hábitos de cortesía, las costumbres, entre otros.
De esta forma, se propicia un ambiente favorable en el intercambio y se promueve el respeto a la identidad nacional y a las características culturales propias de cada país, al mismo tiempo que los estudiantes pueden constatar que una cultura tiene el mismo valor que otra sin jerarquizar ninguna. Además, esta tarea les permite expresarse acerca de su propia cultura y establecer puntos de contacto con otras o con la cultura meta. Finalmente, se crea una relación de empatía, donde se comparten emociones, criterios y puntos de vistas bajo los preceptos del respeto mutuo y la solidaridad.
De ahí, que una de las tareas interactivas que se propone para trabajar la competencia intercultural con los estudiantes no hispanohablantes se titule ¿Cómo son?
Conclusiones
Lengua y cultura constituyen el núcleo de la enseñanza de un idioma; son elementos inseparables en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El conocimiento de otras culturas en este proceso y la interacción con ellas, favorece el aprendizaje de la lengua extranjera de forma integral.
El concepto de competencia comunicativa no se restringe solamente al conocimiento lingüístico, sino que incluye los aspectos culturales para propiciar situaciones comunicativas auténticas en el idioma objeto de estudio.
El diseño de tareas interactivas que acerquen a los estudiantes a su realidad, posibilita que no solo se apropien de la cultura meta, sino que amplíen su conocimiento acerca de otras culturas.
Los resultados de la experiencia aplicada fueron satisfactorios ya que se pudo comprobar que los estudiantes no hispanohablantes egresados del curso preparatorio de la Cujae mostraron una adecuada interacción en el grupo multicultural. Este intercambio no solo permitió conocer y valorar la cultura foránea, sino también les dio la oportunidad de buscar puntos en común con otras culturas.