Introducción
El huerto es una práctica agrícola que acompaña al ser humano desde hace diez milenios y su existencia siempre ha estado relacionada con la producción de alimentos para su consumo, el intercambio y la comercialización. En la actualidad, existen diferentes tipos de huertos entre los que se encuentran: huerto escolar, vertical, ecológico, urbano y familiar.
Según Cano (2015), el huerto familiar es el agroecosistema con raíces tradicionales donde habita y produce la familia campesina, está integrado por árboles, además de otros cultivos y animales que ocupan espacios, a menudo reducidos, que están ubicados en las cercanías de las viviendas.
Los huertos familiares son considerados sistemas de producción muy comunes y están constituidos por una pequeña superficie de terreno, anexa a la vivienda donde las familias obtienen un importante complemento alimenticio y, en muchos casos, logran también una fuente de ingreso (Gutiérrez Cedillo et al., 2015). Otros autores definen los huertos familiares como espacios sociales que existen cerca del hogar y son administrados por varios miembros de la familia que contribuyen no solo a la subsistencia y la producción comercial, sino también a la continuidad de la identidad cultural (Bellenda et al., 2018).
Son innumerables los beneficios de los huertos familiares: estos contribuyen a la seguridad alimentaria, conllevan a un ahorro del gasto familiar, conservan la biodiversidad agrícola, favorecen la autonomía, fortalecen las relaciones familiares y sociales, mejoran los hábitos alimenticios y la calidad de vida, entre otros. Además, los huertos familiares promueven el trabajo en equipo de todos los miembros de la familia, en particular, los jóvenes, los adultos y los adultos mayores. La inclusión de toda la familia en los huertos familiares asegura la transmisión de los conocimientos entre generaciones.
La participación de los adultos mayores en los huertos familiares se convierte en una alternativa viable que puede modificar sus patrones de alimentación a partir de la producción de frutas y hortalizas para su consumo. Se entiende por adulto mayor a toda persona de 65 años o más, la cual se encuentra en una etapa caracterizada por deficiencias funcionales, como resultado de cambios biológicos, psicológicos y sociales, condicionados por aspectos genéticos, estilos de vida y factores ambientales.
En Ecuador, los huertos familiares pueden contribuir a erradicar la desnutrición y promover hábitos y prácticas saludables que mejoren la calidad de vida de las personas.
Durante el período mayo 2017-febrero 2019, la Universidad Metropolitana del Ecuador desarrolló el proyecto de vinculación con la sociedad, titulado: "El huerto como recurso de enseñanza-aprendizaje sobre cultura alimentaria" donde participaron estudiantes de la carrera Ingeniería en Administración Agrícola y Comercialización de Productos Primarios y adultos mayores atendidos por el Patronato de Amparo Social del Gobierno Autónomo Descentralizado del cantón El Guabo, provincia El Oro. En el proyecto, los adultos mayores aprendieron a construir un huerto, sembrar y plantar hortalizas, frutales y plantas medicinales, aplicar labores culturales (abonado, riego y desyerbe), elaborar repelentes naturales y cosechar todas las plantas cultivadas. Además, los adultos mayores recibieron diferentes charlas sobre cultura alimentaria (Pineda Encalada & Estrada Martínez, 2019).
El presente trabajo tiene como objetivo evaluar los resultados del proyecto de vinculación con la sociedad "El huerto como recurso de enseñanza-aprendizaje sobre cultura alimentaria".
Materiales y métodos
Se realizó una investigación descriptiva que tuvo en cuenta la construcción y mantenimiento de huertos familiares por los adultos mayores, producto de la aplicación práctica de los conocimientos adquiridos en el proyecto de vinculación con la sociedad "El huerto como recurso de enseñanza-aprendizaje sobre cultura alimentaria". Los autores del presente trabajo diseñaron una encuesta con preguntas cerradas que fue aplicada a 139 adultos mayores con edades comprendidas entre 65 y 75 años. Se realizaron observaciones directas en los huertos construidos por los adultos mayores en sus hogares.
Encuesta aplicada a adultos mayores
1. Género:
M ____
F ____
2. Edad:
Entre 50 y 60 _____
Entre 60 y 65 _____
Entre 65 y 70 _____
3. Ocupación:
Jubilado _____
Ama de casa ______
4. Espacio disponible en su hogar para construir un huerto:
Patio _____
Jardín _____
Pasillo _____
Otro _____
5. Razones para cultivar hortalizas, frutales y plantas medicinales:
Razones económicas _____
Se siente útil _____
Emplea su tiempo en una actividad útil _____
Tiene acceso a alimentos sanos _____
6. Personas que intervienen en el trabajo del huerto:
Toda la familia _____
Algún miembro de la familia _____
Trabaja solo _____
7. Frecuencia de consumo de hortalizas, cultivadas en el huerto:
Diariamente _____
Tres veces a la semana _____
Una vez a la semana _____
8. Considera importante para la salud, el consumo de hortalizas, frutas y plantas medicinales:
Sí _____
No _____
Resultados y discusión
En la tabla 1, se muestran los resultados de la encuesta sobre el género y la situación personal de los adultos mayores que construyeron huertos en sus hogares. Como se aprecia, el 83,45 % correspondió a mujeres amas de casa, mientras que el 16,55 % a hombres jubilados. Estos resultados evidencian el papel de la mujer en los huertos familiares. Para Cruz (2016), las mujeres son las encargadas primarias de proporcionar alimentos a su familia, tienden a participar más que los hombres en la economía doméstica y son las que mejor conocen las modalidades y usos de la biodiversidad local.
Género | Situación personal | Cantidad de adultos mayores | Porcentaje |
---|---|---|---|
Masculino | Jubilado | 23 | 16,55 % |
Femenino | Ama de casa | 116 | 83,45 % |
Fuente: Elaborada por las autoras, a partir de las respuestas de los adultos mayores a la encuesta aplicada
Las mujeres de la Comunidad Mapuche Gramajo de Argentina desarrollan huertos e invernaderos con una gran variedad de hortalizas, plantas aromáticas y frutales, además son las mujeres las que deciden introducir el cultivo de especies exóticas y nativas en los huertos (Bünzli, 2016).
En estudio realizado por Krishnamurthy, Krishnamurthy, Rajagopal y Peralta (2017) en Yucatán, México, los huertos son manejados principalmente por mujeres quienes están a cargo de su cuidado y mantenimiento.
En los últimos tiempos, la producción agrícola de carácter familiar subsiste en numerosos casos, sin mano de obra de terceros y son las mujeres las productoras directas de las cosechas (Martínez Montenegro & Baeza Leiva, 2017).
Resulta importante que los adultos mayores dispongan de espacios en sus hogares para lograr construir un huerto familiar y, de esta forma, poder cultivar plantas para su alimentación y la de su familia.
En el gráfico 1, se aprecian los porcentajes de los espacios disponibles en los hogares de los adultos mayores para construir un huerto. Como se observa, los mayores valores corresponden a patio (32,37 %) y jardín (28,06 %), lugares donde la mayoría de los adultos mayores convirtieron en huerto familiar para la producción de hortalizas, frutales y plantas medicinales.
Sobre la disponibilidad de agua potable, el 99,28 % de los adultos mayores respondió tener acceso a este vital elemento, mientras que una persona que representa al 0,72 % indicó que no tiene agua potable en su domicilio. Para la construcción y mantenimiento de un huerto, es importante tener en cuenta la disponibilidad de agua para regar las plantas con la frecuencia establecida para cada cultivo, de acuerdo al tipo de suelo y de las condiciones climáticas imperantes.
Cuando se visitaron los hogares de los adultos mayores, se pudo apreciar la diversidad de plantas sembradas por este grupo de personas. La mayoría de los adultos mayores tenían huertos familiares sembrados con hortalizas, como: cebolla, nabo, pimiento, acelga, fréjol y rábano y frutales como papaya así como las plantas medicinales: albahaca, sábila, hierbaluisa y moringa (Fig. 1).
La diversidad de especies de plantas de los huertos familiares, atendidos por los adultos mayores, responde a las necesidades alimenticias y a los conocimientos adquiridos durante su participación en el proyecto de vinculación con la sociedad. Estos resultados demuestran que los adultos mayores fueron capaces de construir y mantener huertos familiares en sus hogares con una amplia diversidad de plantas.
La alta diversidad de plantas es importante para satisfacer las necesidades de subsistencia de los hogares, especialmente en lo referente a la producción de alimentos y atención primaria de salud (Ruiz Solsol et al., 2014).
Según Montenegro, Lagos y Vélez (2017), los huertos familiares conservan diversas especies agrícolas que responden a las preferencias y necesidades de las familias.
Reyes y Álvarez (2017) demostraron que la agrobiodiversidad y el manejo de los huertos familiares contribuyen a la seguridad alimentaria de la comunidad Bandera de Juárez, México. Los resultados obtenidos por estos autores evidenciaron el papel de los huertos familiares en la producción de alimentos para la alimentación cotidiana de las familias y el impacto de la nutrición adecuada en la salud.
Sobre la utilización de los productos cosechados, todos los adultos mayores manifestaron que eran para su consumo propio. Contar con un huerto familiar resulta muy importante para este grupo de personas porque les permite acceder a alimentos frescos y nutritivos que pueden mejorar su calidad de vida. De esta forma, los huertos familiares contribuyen a la soberanía alimentaria de los adultos mayores porque logran producir alimentos de manera sostenible para su beneficio y el de su familia.
Como se muestra en el gráfico 2, para los adultos mayores es importante cultivar hortalizas, frutales y plantas medicinales porque se sienten útiles (73,34 %); es una forma de emplear su tiempo en una actividad útil (13,33 %), por razones económicas (10 %) y posibilita el acceso a alimentos sanos (3,33 %). La mayoría de los adultos mayores se sintieron útiles con el trabajo realizado en los huertos familiares y esta respuesta se relaciona con la calidad de vida de este grupo de personas.
El envejecimiento es en sí mismo un proceso cuya calidad está directamente relacionada con la forma en que la persona satisface sus necesidades a través de todo su ciclo vital (Rubio Olivares et al., 2015). En este sentido, Martínez, González, Castellón y González (2018) señalaron la importancia del envejecimiento activo para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
Sobre la significación de los huertos familiares, el 100 % de los adultos mayores consideró que el desarrollo del huerto es una actividad que los mantiene activos y que, a su vez, les provee alimentos para su consumo.
Según García, Sánchez y Román (2019), los entornos naturales tienen efectos tangibles sobre el envejecimiento, pues, al estimular las actividades de la vida cotidiana, elevan los sentimientos positivos, favorecen la autonomía y el mantenimiento del estado de salud así como las relaciones sociales y el apego al lugar. Además, los huertos impulsan la alimentación sana, consciente y soberana, contribuyen a la autonomía comunitaria, favorecen el trabajo colectivo y la autogestión (Merçon et al., 2018).
En cuanto a las personas que participaron en el proceso productivo de los huertos familiares, el 50 % de los adultos mayores planteó haber trabajado solo, el 30 % contó con la ayuda de un familiar, mientras que el 20 % afirmó la participación de toda la familia en la construcción y mantenimiento del huerto (Gráf. 3). Estos resultados justifican la importancia de concienciar a los familiares para que se involucren en las actividades productivas del huerto, para de esta forma incrementar la unión familiar y desarrollar valores como la solidaridad y la responsabilidad. En los huertos familiares, deben participar todos los miembros de la familia porque todas las frutas, hortalizas y plantas medicinales que se cosechen en el huerto serán de beneficio familiar, ya sea para su consumo o para su comercialización. Como su nombre lo indica, el huerto familiar tiene especial importancia porque contribuye a asegurar la alimentación y nutrición de toda la familia, por ende, todo el grupo familiar debe participar en las actividades productivas.
Para Gutiérrez y otros (2015), la unidad familiar hace uso del agroecosistema de huerto familiar como área para la vida social, en la que se establecen relaciones familiares con los vecinos y demás miembros de la comunidad.
Recientemente se demostró que los huertos familiares promueven el trabajo en equipo, estimulan la confianza, el diálogo, la autoestima y mejoran las relaciones interpersonales (Díaz, 2018).
En la tabla 2, se observan los porcentajes de la frecuencia de consumo de hortalizas por los adultos mayores donde solo el 16,55 % consume hortalizas diariamente, el 74,82 % dos o tres veces por semana, mientras que el 8,63 % las consume solamente una vez a la semana. Los adultos mayores afirmaron que estos resultados pueden cambiar, a partir del desarrollo de los huertos familiares en sus hogares, porque les permiten el acceso a alimentos que mejoren su nutrición de acuerdo con su avanzada edad.
Frecuencia | Cantidad de adultos mayores | Porcentaje |
---|---|---|
Diariamente | 23 | 16,55 % |
Tres veces a la semana | 104 | 74,82 % |
Una vez a la semana | 12 | 8,63 % |
Fuente: Elaborada por las autoras, a partir de las respuestas de los adultos mayores a la encuesta aplicada
Teniendo en cuenta que la alimentación humana es un acto biológico que está condicionado social, cultural y económicamente (Restrepo et al., 2006), los huertos familiares pueden potenciar el desarrollo de actitudes y valores conducentes a comportamientos más implicados con la alimentación saludable de los adultos mayores, de las familias y, a largo plazo, de la comunidad. La ingesta de alimentos con adecuado contenido de fibras, vitaminas, minerales y líquidos contribuye a la alimentación y nutrición saludable de los adultos mayores. En este grupo de personas, es imprescindible mantener un estado nutricional adecuado para aumentar la longevidad y mejorar la calidad de vida (Amador Muñoz & Esteban Ibáñez, 2015).
Sobre el conocimiento de la importancia para la salud del consumo de hortalizas, frutas y plantas medicinales cultivadas en el huerto familiar, el 100 % de los adultos mayores encuestados, respondió conocer que estos productos agrícolas mejoran la salud por su contenido en vitaminas, minerales y agua. Además, los adultos mayores añadieron que ninguna las plantas de sus huertos familiares fueron tratadas con plaguicidas químicos, que pudieran afectar su salud.
Según del Puerto Rodríguez, Suárez y Palacio (2014), los plaguicidas químicos entran en contacto con el hombre por las vías respiratoria, digestiva y dérmica, pues estos productos pueden encontrarse, en función de sus características, en el aire inhalado, en el agua y en los alimentos. Además, estos autores señalaron que los plaguicidas químicos tienen efectos agudos como intoxicaciones vinculadas a una exposición a corto tiempo y tienen efectos crónicos como manifestaciones o patologías relacionadas a exposiciones a bajas dosis por largo tiempo.
En las charlas recibidas por los adultos mayores participantes en el proyecto de vinculación con la sociedad "El huerto como recurso de enseñanza-aprendizaje sobre cultura alimentaria" (Pineda Encalada & Estrada Martínez, 2019), estas personas conocieron los efectos negativos de los plaguicidas químicos en la salud humana.
Afortunadamente, en los huertos familiares de los adultos mayores no se aplican productos químicos que pudieran dañar su salud y la de su familia.
Los resultados de esta investigación demostraron que los adultos mayores fueron capaces de desarrollar huertos familiares en sus hogares, donde prevaleció la participación de las mujeres amas de casa que sembraron y plantaron una amplia diversidad de especies vegetales. Los conocimientos adquiridos por los adultos mayores en el proyecto de vinculación con la sociedad "El huerto como recurso de enseñanza-aprendizaje sobre cultura alimentaria", permitieron la producción de hortalizas, frutas y plantas medicinales que pueden contribuir a la seguridad alimentaria, así como mejorar la calidad de vida de este grupo etario.