Introducción
Las prácticas comunicativas son expresión de las prácticas sociales es una aseveración que se reitera en la literatura que circula en el campo académico de la comunicación social hace poco más de cincuenta años. Al respecto nos hacemos acompañar de los comunicólogos mexicanos Fuentes Navarro y Luna Cortés, quienes hace tres décadas afirmaban
La comunicación puede considerarse como una práctica social, es decir la movilización de un conjunto de energías humanas (trabajo) en función de un proyecto determinado (significación), con el fin de transformar una materia prima históricamente dada (significados y sentidos) con instrumentos así mismo determinados (medios). De ahí que la comunicación como práctica de significación opere en dos niveles interdependientes entre sí: uno al interior de la práctica, entre los sujetos que la llevan a cabo (representable en modelos de proceso), y otro en relación con el contexto social en el que se realiza, y ante el cual significa. (Fuentes Navarro y Luna Cortés, 1984. p. 103).
Ello pudiera apuntar a un nivel de desarrollo teórico capaz de exhibir una amplia gama de conocimientos organizados sobre esta actividad, máxime si desde los años noventa se propone como Disciplina Práctica. Sin embargo, resulta asignatura pendiente en el campo académico de la comunicación social, el cual adolece de estudios epistemológicos que, entre otros muchos aspectos, realice taxonomías de sus investigaciones por temáticas/ categorías fundamentales/ clases de conceptos clasificables. Tarea altamente compleja en un ser/hecho real que constantemente se manifiesta (procesos y prácticas comunicativas) de las más diversas maneras, y así se enuncian, etiquetan, registran y recuperan en lo que la teoría del conocimiento denomina “categorías naturales de nivel básico” (Umpiérrez,2020, p. 7). Bienvenida sea la polisemia.
Así, no abundan las explicaciones ontológicas, en términos filosóficos, ni comunicológicos que expongan la condición de existencia de este concepto por las regularidades que lo hacen aparecer en tal clasificación teórica, más de uso en el lenguaje común que con sello científico, a la vez que hacer notar su singularidad en fuerte nexo con su universalidad.
De ahí que se asista constantemente a lecturas en lenguaje natural que, bien las sitúan al mismo nivel taxonómico, bien subsumen el concepto de prácticas comunicativas en el de prácticas sociales, pero sin explicación alguna sobre tales niveles de dependencia e interdependencia. Se reitera la ausencia de reflexiones desde la teoría del conocimiento en detrimento del nivel teórico que necesariamente acompaña a la práctica.
Razón epistémica para que primen usos similares e indistintos con otros conceptos que definen el complejo proceso de la comunicación social, -como bien señala Fuentes Navarro (1991)-, central en la vida social actual, cargado de mucha diversidad y multiplicidad, conducente a confusión, nada útil cuando de toma de decisiones científicas y aplicadas se trata, en detrimento de su accionar más consciente, humano, por tanto menos instrumental y manipulador de lo que hace mucho tiempo viene siendo en nuestras sociedades.
Esta problemática de orden conceptual resulta significativa dentro de los estudios teóricos de la comunicación social, toda vez que los mismos son cada vez más escasos ante la avalancha de la investigación aplicada, que a su vez necesita precisión y claridad en sus nociones, dimensiones y rutas metodológicas en pos de su ejecución científica, asertiva y útil.
Es por ello que la investigación que se trae a estas páginas se planteó como pregunta de investigación la siguiente: ¿Dónde radica la singularidad ontológica de la definición de prácticas comunicativas respecto a la definición de prácticas sociales?
Como objetivo general se concibió: Realizar una aproximación conceptual a lo que puede ser la singularidad ontológica de la definición conceptual y operacional de las prácticas comunicativas respecto a la definición de prácticas sociales a partir de la relación singularidad- universalidad que, como condición de existencia, poseen los conceptos como elaboraciones abstractas de una realidad concreta.
En función de ello se trazaron como objetivos específicos: establecer las relaciones entre los conceptos proceso y prácticas comunicativas a partir de la literatura al uso en el campo académico de la comunicación social y definir un concepto de prácticas comunicativas y sus dimensiones contrastado con el concepto de prácticas sociales en su relación singularidad- universalidad.
La premisa de investigación que guio los pasos de la indagación refería la condición de posibilidad de existencia que tiene la relación de universalidad- singularidad entre los conceptos de proceso (devenir en tiempo y espacio) y prácticas comunicativas (instantaneidad en tiempo y espacio). Igualmente, la revelación de la singularidad del concepto de prácticas comunicativas sociales en la manera que expresa el modo específico de combinar sus dimensiones, propiedades y rasgos, que son inherentes a otras combinaciones y, en otro grado al concepto más universal, para el caso, el de práctica social.
Proceso y prácticas comunicativas: ¿Iguales o diferentes?
irán enumeradas manualmente Hablar de prácticas comunicativas no puede eludir la mención inicial al proceso comunicativo de carácter complejo que le subyace con sus componentes y mediaciones en los diferentes ámbitos de la sociedad donde tiene lugar. El cual para Uranga resulta
(…) un proceso social de producción, intercambio y negociación de formas simbólicas, fase constitutiva del ser práctico del hombre y del conocimiento que de allí se deriva. De esta manera podemos decir que “la comunicación se define por la acción” porque es “a través de nuestras acciones (que) vamos configurando modos de comunicación”. Pero, al mismo tiempo, “la comunicación que hacemos de nuestra acción, el lenguaje que utilizamos, constituye el sentido y el contenido de nuestra acción”. (Uranga, 2006. p.40)
Interesante posición dialéctico/ materialista que sitúa el accionar, el hacer, el practicar en una lógica con el decir, expresar, enunciar, comunicar, en el que ambos procesos se hacen interdependientes, pero preservan sus niveles de independencia relativa. Es muy importante no confundir accionar con comunicar, pero si resaltar como hace el autor citado que, las acciones alinean las formas de expresión y diálogo, a la vez que estas les dan sentido, significado e impulso al actuar. Ideal comportamiento ontológico y axiológico cuando esta relación dialéctica se manifiesta de manera consciente, reflexiva; se práctica con esencia transformadora de los saberes, los conocimientos, las experiencias y los haceres colectivos y sociales, y ello se devuelve en nuevas y revolucionarias formas de actuar y pensar.
Es común en la literatura al uso encontrar múltiples denominaciones y modelos para definir a la comunicación, tanto humana como grupal, organizacional/ institucional y social- mediática (analógicos y digitales). Igualmente sucede con los objetivos, contenidos, lenguajes, instrumentos, tecnologías, formas que adopta, carácter, espacios donde tiene lugar, técnicas de hacer- producir- distribuir- compartir- apropiar; pues todo ello hace muy variopinta su definición y difícil comprensión.
A los efectos de la presente investigación la comunicación será definida como
interacción social consistente en compartir informaciones y significados, que, en cuanto proceso, refuerzan la construcción del común. En este sentido, la comunicación, entendida como derecho y bien común, se convierte en un instrumento clave para facilitar el proceso de desarrollo de las capacidades de las personas y los grupos humanos, especialmente para amplificar al conjunto de la sociedad, la participación y la toma de decisiones (Martínez y Sierra, 2012. p. 316)
Esta enunciación responde a un modelo teórico con carácter histórico y dialéctico que fuera fundamentado por el catedrático español Manuel Martín Serrano (1991, 2007) en el cual concibe a la comunicación como proceso que actúa como sistemai, con dialogicidadii, recursividadiii y hologramacióniv; y cuyos componentes identifica como actores (con roles intercambiables: alter/ego); instrumentos (biológicos/mediáticos/tecnológicos); expresiones (datos, informaciones, sentidos formas simbólicas, significados) y representaciones (percepciones, imágenes, opiniones, valoraciones, referentes, modelos para la cognición, la intención y la acción) que interactúan de manera recursiva, no lineal articulados o no por mediaciones que resultan “operadores lógico que otorgan coherencia a la práctica social y como un controlador social que históricamente va asumiendo modelos hegemónicos e ideológicos de mediación social” (Martin Serrano, 2008. p.178); que tienen en el contexto sociohistórico su principal modulador. (Ver Anexo No.1)
El proceso comunicativo logra su objetivación cuando sus componentes actúan de manera concurrente y los actores participantes logran hablar del mismo objeto de referencia (contenidos) con similares o diferentes perspectivas, pero con capacidad de diálogo, reflexión que, implique o no la concertación entre los actuantes. La concepción de proceso comunicativo resulta complementada con otra recurrente en la literatura al uso que, muchas veces, suele identificarse como semejante cuando en realidad es complementaria: prácticas comunicativas.
Es importante señalar que las prácticas comunicativas resultan actividades elocutivasv que forman parte del proceso comunicativo que se convierten en tal “por la interacción expresiva que supone un esfuerzo de los actores implicados (Ego/Alter) orientado a controlar, mediante la información, el intercambio energético en el sistema, para el caso sociocultural, donde tienen lugar”. (Martín- Serrano, 1990. p. 224).
Son acciones o actos para llevar a cabo la comunicación con un propósito determinado que la práctica rutiniza en un modo particular de objetivación de las relaciones humanas y sociales, bien actitudinales, bien conductuales, “co- activas” en términos de Martín Serrano (2007). Asimismo, los desempeños, las situaciones objetivas y subjetivas. Las mismas adoptan distintas formas enunciativas en función de intenciones y fines que las animan, las cuales le otorgan significado a ellas, su secuencia de materialización, relación e interdependencia en la consecución del proceso comunicativo entre partes, en espacios vividos y la situación en la que se desarrollan.
Según Rayza Portal
Se pueden encontrar puntos de coincidencia en los planteamientos de Gramsci (1971) cuando se refiere a la construcción de la hegemonía y la subversión del “sentido común” como condición imprescindible para ello. El “sentido común” entendido como conciencia cotidiana, constituye un elemento a superar en el trabajo transformador por cuanto reproduce prácticas sociales, y entre ellas las comunicativas que dificultan e impiden en muchos casos la reforma cultural a que nos convoca el comunista italiano, como premisa para lograr nuevas formas de pensar y actuar en correspondencia con la nueva sociedad basada en una hegemonía liberadora (2003. p.66)
Se agregaría por nuestra parte “hegemonía liberadora de colonialismos y neocolonialismos cognitivos, culturales, en síntesis, ideológicos”.
El concepto de prácticas comunicativas se define a partir de los aportes conceptuales de un grupo de disciplinas, subdisciplinas, teorías y categorías. (Ver Anexo No. 2)
Al igual que el proceso comunicativo tiene múltiples acepciones, pero se hacen visibles, -como ocurre con las prácticas sociales de donde proviene su concepto-, dos grandes dimensiones: las prácticas comunicativas como un hacer sistemático que se emplea para facilitar la comunicación existente entre las personas y sociedades; y las prácticas comunicativas estratégicamente empleadas para transformar la manera en que las personas se comunican, dan sentido a sus vidas y relaciones sociales, a la vez que manejan su entorno ecosocial.
En este punto se hace necesario precisar la subsistencia de otra acepción de carácter histórico asociada al momento en que la evolución social exigió la “correspondiente especialización en funciones comunicativas diferenciadas de algunos de los cauces de interacción comunicativa que existían en el seno de la sociedad que requería un nuevo excedente social (tiempo y bienes) destinado a proveer sus propios equipamientos tecnológicos y humanos”. (Martín Serrano, 2011. p. 89).
Así, “los sistemas de comunicación se hicieron posible cuando el grupo humano se reificó, es decir, cuando pudo ser representado como sujeto de necesidades y de derechos, entidad a la vez diferenciada de sus miembros y de los otros grupos” (Martín Serrano, 2011. p. 88). En síntesis, cuando necesitó de estas prácticas para la convivencia en los espacios públicos, pero a través de mediadores oficiosos, primero y profesionales después.
Con el devenir histórico- social- tecnológico surgieron las denominadas “macroformas autónomas de la comunicación” que permiten el establecimiento de “pactos” diferenciados de comunicación entre los actores involucrados, a partir de “elecciones diferenciadas de relación con la realidad y la verdad: la literatura, el periodismo, la publicidad, las relaciones públicas” (Schmidt, 2002. p. 115).
Al respecto en los años noventa del siglo XX se afirmaba “El reto de una formación de comunicadores más relevante socialmente no radica en la intención de hacerlo (solamente), sino en la metodología para traducir adecuadamente las prácticas profesionales de comunicación y en general las prácticas sociales de comunicación en campos educativos. (Orozco, 1990)
A la vez se ampliaba el sentido y preocupación por esta formación con una mirada crítica al reflexionar
Creemos que, así como la universidad, el conocimiento y el trabajo académico tienden a ser instrumentalizados según los intereses divergentes de distintos agentes sociales, la comunicación también tiende a ser reducida en algunas de sus aplicaciones funcionales a lo que esos agentes buscan: el lucro, el poder, la reproducción del sistema, el control social. Los usos concretos de la comunicación y sus recursos para la expresión o la autorrepresentación, para conseguir fines particulares, o para generar consenso en torno a la propia posición con respecto a cualquier referente, son precisamente los que convierten a las prácticas socioculturales de comunicación en objetos de estudio y de atención estratégica, porque a través de sus redes y sistemas se teje cada vez más la dinámica que conforma el entorno en que vivimos y nuestra propia identidad. (Fuentes Navarro, 1991. p. 3)
Nótese la tridimensionalidad que alcanza la categoría, prácticas comunicativas con estas visiones, más instrumentales o más críticas, concretas por sus espacios y fines de materialización. Ello habla de la necesidad de formular una mirada situada a la hora de su estudio. (Ver Anexo No. 3)
Diseño de Investigación:
El estudio empleó como método de investigación el análisis y la síntesis. Específicamente siguió una estrategia de análisis de categorías, para el caso, fundamentalesvi, naturalesviiy básicasviii, interconectadas: los conceptos proceso de comunicación social, prácticas sociales y prácticas comunicativas. Estos fueron concebidos como un sistema de pensamiento particular conforme a una materia sujeto, que a los efectos de la investigación resultó prácticas de comunicación social.
Su elección estuvo determinada por la necesidad de trascender la revisión y sistematización conceptual que se realizó para la construcción del marco teórico de una investigación de carácter empírico- propositiva en busca de un estado del conocimiento construido sobre la categoría fundamental universal: práctica social y la categoría natural básica singular: prácticas comunicativas.
Por tanto, la recogida de información primaria se sustentó en la investigación bibliográfica de alrededor de 260 documentos (Ver Anexo No. 4)
Posteriormente se procedió a un análisis de contenido de las matrices disciplinares del concepto prácticas sociales que recorrió literatura de disciplinas como la Sociología, la Psicología, la Filosofía del Lenguaje, la Lingüística, la Semiótica y la Filosofía Marxista- Leninista en pos de conocer las propiedades que nutren la definición de esta categoría fundamental básica. Esta indagación se llevó a cabo con pleno conocimiento de que
las categorías son constructos mentales…Son límites intelectuales que ponemos sobre el mundo y la realidad, de acuerdo a permitirnos aprehenderla y vivir en una determinada manera…La naturaleza no tiene categorías si las personas. Estas categorías conforman clasificaciones detalladas de un número de ítems de acuerdo a las cualidades percibidas para estar en ellas. Así, los nombres de las categorías conforman un conjunto que ciertos miembros comparten sobre esas características que ven como similares o diferentes. (Urra, Muñoz y Peña, 2013. p.54)
A continuación, se procedió a realizar un análisis de contenido de las definiciones que, desde el campo académico de la comunicación social, han enunciado las prácticas comunicativas y su relación explicita e implícita con la definición del proceso comunicativo con el cual guarda una relación de interdependencia subsumida.
Por último, se procedió al análisis de las categorías objetos de interés y las propiedades de los diferentes enunciados que las conceptualizan, bien de manera explícita como implícita y por contrastación entre ellas en busca de las regularidades y particularidades que expresan sobre el objeto en cuestión: proceso de comunicación social y su nexo con las prácticas sociales. Ello permitió organizar y situar el conocimiento disponible de manera que se pudiera ofrecer una definición que explicitara mejor las dimensiones constitutivas de las practicas comunicativas como singularidad de las que definen a las practicas sociales como universales.
Resultados
En la mira del campo académico de la comunicación social
Si para bien de la categoría y su estudio se hace casi siempre alusión a tres macrocategorías sociológicas que le resultan matricialesix: construcción social de la realidad, Peter Berger y Thomas Luckmann (1968), habitus, de Pierre Boudieu (1971), de y prácticas de en la vida cotidiana, de Michel de Certau (1996), se debe hacer notar que desde hace décadas se han ofrecido definiciones dentro de lo que se ha dado en llamar “campo académico de la comunicación”, terreno de hibridaciones y mixturas, que además de su carácter ritualizado, signado por la cultura sedimentada y aquella que se construye en la cotidianidad, le ofrece marcos de especificidad como acto de intercambio expresivo o no, enunciativo o no, de un saber social.
Cierto que como se ha apuntado, estas categorías le resultan referentes explicativos de gran valía. Según las consultas realizadas en la bibliografía al uso, en el campo académico de la comunicación social se pudo constatar que las prácticas comunicativas han sido estudiadas desde los primeros trabajos de los teóricos clásicos de la comunicación en la década de 1940. Sin embargo, fue en la década de 1970 cuando los estudios de la Comunicación Social comenzaron a centrarse en ellas como objeto de investigación en sí mismas.
En este período, las prácticas comunicativas fueron definidas como formas de comunicación social que involucran la producción y el consumo de mensajes, y mensajes mediados socialmente, incluyendo la comunicación verbal, no verbal y simbólica. Estos estudios se orientaron hacia la investigación de la comunicación de masas y su impacto en las relaciones sociales y culturales, y condujeron a diferentes teorías y modelos de análisis de las prácticas comunicativasx.
Desde entonces, la definición conceptual de prácticas comunicativas ha ido evolucionando a medida que han surgido nuevos enfoques, disciplinas y subdisciplinas que incluyen la sociolingüística, la pragmática, la comunicación organizacional, la comunicación digital, entre otras; las cuales ofrecen nuevos horizontes de comprensión. (Ver Anexo No. 5)
En la actualidad, se entiende a las prácticas comunicativas como prácticas sociales que involucran procesos de producción, distribución y consumo de mensajes mediante herramientas y formatos variados, y que tienen un impacto en la construcción de la identidad personal y colectiva, las relaciones interpersonales, los procesos políticos, los procesos culturales y la regulación social, entre otros.
El empleo de esta categoría también responde a los rasgos de “las vertientes teóricas y las prácticas que atraviesan los estudios de comunicación, particularmente en América Latina (…) que son identificadas como funcionalistaxi, críticaxii, culturalistaxiiiy alternativistaxiv”. (Gabriel Kaplún, 2013, p. 68)
Igualmente se afirma que la constitución del campo de la comunicación se ha ido formalizando a partir de ciertas categorizaciones conceptuales que implican determinadas prácticas comunicativas. De manera que
según estas perspectivas de la comunicación se pueden comprender cuáles son las prácticas comunicativas en juego: la perspectiva unidireccionalxv, la perspectiva críticaxvi, la perspectiva de construcción de sentidoxvii, y la perspectiva participativa y transformativaxviii de la comunicación. En este sentido, las prácticas comunicativas son los “objetos de estudio” y son los procesos o ejercicios que se promueven, se enseñan y/o se aplican. (Rocha, 2019. p. 3)
En Cuba también se han estudiado las prácticas comunicativas en el ámbito comunitario- barrial, comunitario- virtual; institucional de la salud y la educación superior; y mediático radial. (Ver Anexo No. 6). Nótese la diversidad de espacios estudiados, todos en ámbitos grupales de intercambio comunicativo en diferentes esferas de la vida social capitalina cubana. La investigadora cubana Rayza Portal ha señalado que
La definición de prácticas comunicativas alude a las prácticas sociales que siguen funciones comunicativas diferenciadas de acuerdo a las circunstancias en que se desarrollan y que generalmente reproducen las regularidades de sus condiciones de existencia. Intervienen en ellas mediaciones culturales, territoriales o históricas que pueden definir el carácter y el sentido de estas prácticas. Dicha definición facilita el análisis de “lo comunicativo” en el espacio comunitario y la urgencia de atender estas formas de relación dentro de la actividad transformadora. (2003, p.132)
Una definición
A partir de los análisis teóricos realizados hasta aquí, se considera oportuno ofrecer una aproximación conceptual a lo que puede ser la singularidad ontológica de la definición conceptual y operacional de las prácticas comunicativas respecto al concepto de prácticas sociales; en el entendido de buscar esa propiedad de las prácticas comunicativas que no se agota “porque esa singularidad se basa en la experiencia vivida y los sentidos que a ella se da por los sujetos individuales y sociales en una suerte de enriquecimiento perenne” (González, 2022, p. 414).
A continuación, una construcción conceptual de las prácticas comunicativas elaborada por las autoras, que toma como referente el concepto de prácticas sociales en el entendido de que estas “son formas de hacer y/o decir que surgen de la interrelación espacio temporal de tres elementos: competencias, sentidos y materialidades”. (Shatzky, Shove et al. 2012)xix. Consideradas estas últimas como dimensiones que coexisten activamente.
En el caso de las prácticas comunicativas se debe tener presente que las mismas se objetivan como parte de un proceso con componentes que le dan forma a dichas prácticas. Igualmente es importante considerar que dicho proceso comunicativo tiene lugar en diferentes niveles, espacios/ámbitos de concreción (contextos) y temporalidad; lo cual hace de estas prácticas algo singular dentro de los marcos de la universalidad que posee en su esencia de hacer/transformar.
Gráficamente se expresaría del modo siguiente:
Realizada esta conexión necesaria entre proceso- prácticas comunicativas para situar la categoría y sus dimensiones, se puede observar cuanto más preciso puede ser el hacer comunicativo demarcado así por subcategorías compuestas que a simple vista puede ser complejo, pero tal cual acontece en la realidad comunicativa, la mayor parte de las veces caricaturizada, esquematizada y simplificada, con muy poco margen a la necesaria efectivad del proceso al que le dan alcance y significación por omisión.
Todo ello en el sentido de que poner en común y/o construir objetos de referencia, agendas, valoraciones e interpretaciones diversas, o sea comunicar, tiene un condicionamiento histórico- biológico- piscosocial- tecnológico- cultural que, en el devenir del constante hacer e intercambiar ha resultado accionar articulado del pensamiento y el lenguaje. Dicha articulación ha estado en favor del actuar sistemático que produce y re- produce las relaciones humanas y sociales sujeto a fines del proceso per se, donde cambiar, transformar sus propias condiciones de existencia constituye la esencia de una práctica cualitativamente superior, no siempre lograda como regla, pero importante tener como propósito consciente.
Prácticas comunicativas serán consideradas aquellas actividades de enunciación/expresión y/o silencios que llevan implícitamente una concepción del mundo y objetivan el complejo proceso comunicativo entre actores sociales con funciones comunicativas diferenciadas de acuerdo a las circunstancias en que se desarrollen, a la vez que agentes en tanto poseen competencias que les permiten otorgar sentidos intencionales o no las actividades enunciativas, las cuales generalmente reproducen las regularidades de sus condiciones de existencia en el marco de relaciones culturales y sociales. Se van construyendo sistemáticamente, a través de acciones con propósitos comunicativos definidos y diferenciados por niveles de complejidad en espiral: difusivos, interactivos, interpretativos, cooperativos- transformadores; mediante competencias comunicativas (lingüísticas, psicolingüísticas, sociolingüísticas y pragmáticas), sentidos y materialidades que propician, como regla, la activación y/o transformación de conocimientos (información), encuentros (relación), comprensiones (apropiaciones) y disposiciones para la acción (actuación- participación).
Gráficamente podría mostrarse de la siguiente manera:
En esta definición encuentran cabida tanto aquellas prácticas que son de carácter humano y social, como las de naturaleza técnico- profesional institucionalizadas. Igualmente se puede y debe operacionalizar aún más, en el entendido metodológico de que su enunciación no quede en una gnoseología abstracta para nada asociada a su complejidad como accionar ontológico en activo, ni en un control voluntarista y esquemático de todos los fluidos posibles que le otorgan su condición fractal.
Las prácticas comunicativas son diversas, responden a la esencia misma del ser humano como sujeto libre, de condición humana compleja y esencialmente social. Tales prácticas se recrean por los hábitos propios de la cultura, que van generando nuevas ritualidades, por el desarrollo de técnicas y tecnologías de comunicación, y por el entrelazamiento y la interacción de ambos campos en el ámbito de la vida cotidiana de las personas. (Uranga, 2001)
Por ello la definición no puede, ni pretende ser cerrada, sino ajustada al momento y objeto que le servirá de referente. Tampoco establece distinción entre la comunicación directa y aquella que tiene lugar mediante el empleo de tecnologías y/o técnicas profesionalizadas, ni entre las que tienen por escenario la vida cotidiana de sus actores individuales, grupales y sociales.
A la vez es inclusiva de todos los modos de hacer la comunicación desde la información, la interacción, la interpretación y la expresión transformadora, en el entendido que en todas se despliegan: a) competencias comunicativas (lingüísticas, psicolingüísticas, sociolingüísticas y pragmáticas (Pilleux, 2001. p.145))xx; b) sentidos, o sea, “motivos e intenciones que constituyen una representación que causa la acción comunicativa mediante la intención. En tanto representación, el acto mental, así como la acción de él derivada, son signos, esto es, sustitutos significantes de los objetos a los que representan (Díez, 2012. p.64); y c) materialidades que garantizan el aseguramiento de la práctica, tanto organizacional, estructural y funcional. Todo ello según cada nivel del accionar que, si bien marcan un flujo en espiral de lo más simple a lo más complejo, no excluye las necesarias recursividades entre ellas, a la vez que sus simultaneidades.
Importante hacer notar la dialéctica que existe entre las competencias y sentidos que además de desplegarse, se generan con cada práctica comunicativa particular que, en última instancia, en su conjunto acentúan su condición de singularidad respecto a las prácticas sociales.
Gráficamente podría mostrarse de la siguiente manera:
La definición, su dimensionalización y operacionalización resultan muestra de lo que acontece en la realidad de la comunicación social que sirve de sustento y enlace a las relaciones humanas y sociales. Heterogénea, compleja y caprichosa a veces, la comunicación social está, hoy más que nunca, urgida de miradas y pensamientos sobre sus maneras de hacer que resulten conscientes, integradas, situadas, prospectivas y estratégicas, si se quiere expresar, transformar y enriquecer ese universo humano y social en el que actúan.
Conclusiones
Las prácticas comunicativas
- son consideradas como prácticas sociales que en la coexistencia activa de competencias, sentidos y materialidades permiten la ejecución de un conjunto de actividades humanas y sociales elocutivas que forman parte del proceso comunicativo que se convierten en tal “por la interacción expresiva que supone un esfuerzo de los actores implicados (Ego/Alter, Emisor/Receptor) orientado a fines de activación y/o transformación de la información, el intercambio, la apropiación y la cooperación entre ellos en un contexto determinado, donde tienen lugar estas.
- sus fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos se encuentran en diversas fuentes disciplinares que le dan sustento a su definición, dimensiones y propiedades. Entre ellas la Sociología, la Psicología, la Lingüística, la Filosofía Marxista Leninista y la Comunicología. También le ofrecen marcos de referencia la Teoría de los Sistemas y de la Acción Social.
- forman parte del complejo proceso comunicativo como modos de objetivación del mismo en diferentes dimensiones que le demarcan los fines a este, y que pueden ser únicos y/o múltiples según los contextos, propósitos e implicaciones socioculturales que les sirven de marco mediador, le ofrecen condiciones de existencia, a la vez que le exigen niveles de efectivad y calidad.
- han sido definidas desde el denominado campo académico de la comunicación social en más de medio siglo de existencia con una visión aplicada como hacer individual, grupal, organizacional y social para el establecimiento y consolidación de las relaciones socioculturales en la vida cotidiana y en los espacios institucionalizados asistidos por un nivel de profesionalización de las mismas cada vez más creciente. Todo ello no siempre trascendiendo el puro hacer bien para llegar a transformar para mejor.
- en general implican un ejercicio de enunciación/expresión/ externalización de representaciones internalizadas por actores- agentes individuales y/o colectivos que interactúan según roles intercambiables (emisor- productor/ consumidor simbólico) directa e indirectamente, mediados por múltiples condiciones, entre ellas la cultura y la tecnología, en espacios situados en contextos socioculturales, políticos y económicos determinados, donde se habita y trabaja cotidianamente, lo que en buena medida prescribe un actuar con arreglo a fines que no siempre resulta transformador en el literal sentido de la concepción filosófico- política de la praxis transformadora.
- pueden ser dimensionalizadas como difusivas, interactivas, interpretativas, cooperativas- transformadoras; con competencias comunicativas lingüísticas, psicolingüísticas, sociolingüísticas y pragmáticas, contentivas de conocimientos sobre el proceso comunicativo y sus normas y los objetos/agendas problemas de referencia, habilidades y actitudes favorables hacia el proceso y su materialización; sentidos que revelan los motivos e intenciones de la acción comunicativa; y materialidades que propician, como regla, la activación y/o transformación de conocimientos (información), encuentros (relación), comprensiones (apropiaciones) y disposiciones para la acción (acción- participación).
- exigen de miradas integradoras y estratégicas que solo pueden lograrse a través de la gestión oportuna mediante diagnóstico, organización, planeación, ejecución y evaluación como parte del proceso comunicativo en general y alineados a este, sobre todo cuando tiene encomiendas loables y claras en pos del desarrollo humano y sociocultural ecológico y sostenible.
- Luego del análisis de los resultados expuestos y las conclusiones referidas se considera que la premisa de investigación que guio los pasos de la indagación permitió una primera aproximación a la condición de posibilidad de existencia que tiene la relación de universalidad- singularidad en la conexión existente entre los conceptos de proceso (devenir en tiempo y espacio) y prácticas comunicativas (instantaneidad en tiempo y espacio). Igualmente, la revelación de la singularidad del concepto de prácticas comunicativas en la manera que expresa el modo específico de combinar sus dimensiones, propiedades y rasgos, que son inherentes a otras combinaciones y, en otro grado al concepto más universal, para el caso, el de práctica social. Sin embargo, se considera necesario continuar realizando estudios empíricos y teóricos que permitan ahondar en esta demostración.