INTRODUCCIÓN
Los avances médicos y tecnológicos han logrado que una revolución demográfica esté ocurriendo en todo el mundo, que la expectativa de vida hoy supere los 80 años y que sea más frecuente encontrar centenarios en la población.1
Según datos de Naciones Unidas en 1950 existían en el mundo 200 millones de personas mayores de 60 años (solo el 5,4% de la población); actualmente hay alrededor de 600 millones y esta cifra prácticamente se duplicará en 2025 (entonces el 12,8% de la población se encontrará en este grupo)2,3,4 y llegará a casi dos mil millones hacia el año 2050, la mayoría en países en vías de desarrollo.
Cuba tiene una de las sociedades de envejecimiento más acelerado en América Latina. La situación en las grandes ciudades cubanas es aún más compleja y Villa Clara es en la actualidad la provincia de Cuba más envejecida. El 24% de los villaclareños sobrepasa la sexta década de existencia y cuando se arribe a 2025 uno de cada cuatro será adulto mayor.5
Las neumonías, además de representar uno de los principales problemas de salud, se encuentran entre la cuarta y la sexta causa de muerte y en la primera por enfermedades infecciosas. Tanto la incidencia como la tasa de mortalidad se incrementan con la edad a causa de enfermedades crónicas que aumentan el riesgo de padecer neumonía.6,7
La incidencia global de neumonía puede alcanzar un 5% en la población joven, mientras que en los individuos de más de 75 años puede llegar a ser superior al 30%; dos a seis veces superior a la observada en el resto de la población adulta.1 Además, más del 90% de las muertes causadas por neumonía acontecen en ancianos (la mortalidad neta es de 25% o más en los que han sido hospitalizados por esta causa).8
Se ha demostrado en algunos estudios que la edad es un factor pronóstico independiente, no solo asociado a una mayor mortalidad en la neumonía, sino a una mayor estancia hospitalaria y a un mayor tiempo de recuperación.2,3,9
En Cuba, a pesar de los logros en el campo de la salud, las neumonías ocupan el cuarto lugar entre las causas de muerte y el primero entre las enfermedades infecciosas. Los cambios epidemiológicos ocurridos en la población cubana, en la que ha ocurrido un incremento significativo de la población de adultos mayores “en la tercera edad” con múltiples comorbilidades mal compensadas, mayor riesgo de contagio intrafamiliar (dada la convivencia de varias generaciones, entre ellas niños que asisten a círculos infantiles), malnutrición, alcoholismo, tabaquismo, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad cerebrovascular, demencia, compromiso de la conciencia, disfagia orofaríngea, broncoaspiración y, en el peor de los casos, el abandono familiar y la necesidad familiar de internar a los ancianos en asilos (pacientes institucionalizados), además de la poca eficacia de los esquemas de tratamiento ambulatorio, han incrementado el número de ingresos hospitalarios por neumonía, enfermedad que se encuentra entre las 10 primeras causas de hospitalización y tiene una letalidad de 20 a 50% en dependencia del agente causal y de otras posibles variables.1
El propósito de esta investigación ha sido estudiar las principales características de la neumonía en el anciano y principalmente los factores de riesgo aumentado de padecerla con el objetivo de ampliar el conocimiento científico sobre este problema de salud.
MÉTODOS
Se realizó una investigación cuantitativa-cualitativa de carácter prospectivo, de tipo descriptiva observacional, con muestreo no probabilístico intencional, en pacientes de 60 años o más, con diagnóstico de neumonía ingresados en el Hospital Clínico Quirúrgico Universitario “Arnaldo Milián Castro” de la Ciudad de Santa Clara, Provincia de Villa Clara, en el período comprendido desde enero de 2016 hasta diciembre de 2018, con el objetivo de estudiar las principales características de la neumonía en el anciano y principalmente los factores de riesgo aumentado de padecerla. El diagnóstico de neumonía adquirida en la comunidad (NAC) se realizó según los siguientes criterios: presencia de síntomas respiratorios y síndrome infeccioso asociado a un nuevo infiltrado en la radiografía de tórax en ausencia de otro diagnóstico alternativo. Se consideró la neumonía lobar cuando se afectó más de un segmento del mismo lóbulo y neumonía multilobar cuando se afectó más de un lóbulo pulmonar o ambos pulmones. Las variables estudiadas fueron la edad, el sexo, la procedencia, las comorbilidades como factores de riesgo, las manifestaciones clínicas, la evolución satisfactoria o no satisfactoria, las alteraciones radiológicas y la estadía hospitalaria. La muestra estuvo constituida por 950 pacientes con edad igual o mayor a 60 años. Fueron utilizadas las siguientes bases de datos: registro de ingresos, egresos y codificación por diagnóstico del Departamento de Estadísticas. Se utilizaron las historias clínicas de cada paciente. Se utilizó un muestreo no probabilístico, intencional y los criterios de inclusión considerados fueron: todos los pacientes adultos mayores con edad igual o mayor a 60 años, con diagnóstico principal al ingreso y al egreso de NAC (o ambos).
Fueron considerados criterios de exclusión: edad inferior a 60 años, pacientes transferidos para otros hospitales o salas, los que abandonaron el hospital contra el criterio médico, duración de la hospitalización inferior a un día, pacientes que desarrollaron neumonía o bronconeumonía después de 72 horas posteriores al ingreso, enfermos con diagnósticos de neumonitis obstructiva, neumonía aspirativa, absceso pulmonar, tuberculosis pulmonar, edema pulmonar, tromboembolismo pulmonar y los pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana.
Se emplearon los criterios de Esteves y Acevedo10 sobre el Modelo de investigación cuantitativa-cualitativo. Se trabajó con una investigación cuantitativa-cualitativa de carácter prospectivo, de tipo descriptiva observacional, con muestreo no probabilístico intencional.
Para desarrollar los objetivos definidos se utilizaron los métodos de investigación propuestos por Artiles y colaboradores.11
Método matemático-estadístico: Análisis porcentual para procesar cuantitativamente los resultados obtenidos en la aplicación de los instrumentos y la estadística descriptiva para analizar tablas y gráficos.
Se creó una Guía de Recolección documental. Se cumplió con los principios de la ética de la investigación científica. La investigación fue aprobada por el Consejo Científico de la institución.
RESULTADOS
El mayor número de pacientes se encontró en el grupo de 70 a 79 años (397, 41,78%), seguido del grupo de 60 a 69 (304, 32%), el 68% de los pacientes tenían 70 o más años. La edad promedio fue 63,43±18,57 años. En los pacientes del sexo masculino la edad media fue de 77,36 DS 16,67 años, que resultó significativamente mayor (p=0,041) que la edad media de los pacientes del sexo femenino, que fue de 69,45 DS 9,45 años (Tabla 1).
El 76,84% de los pacientes provenían de sus domicilios (730), mientras que 220 (23,15%) de alguna institución.
La insuficiencia cardíaca estuvo presente en 67 pacientes, la diabetes mellitus en 69, el asma bronquial en 73 y el tabaquismo en 187. Con diagnóstico de EPOC 162 pacientes, 68 habían utilizado antibióticos antes del ingreso, 24 pacientes provenían del hogar de ancianos. El tabaquismo, la EPOC, el asma, la diabetes, el alcoholismo, la enfermedad hepática crónica, la institucionalización, la enfermedad renal crónica, las neoplasias y el uso previo de antibióticos fueron las condiciones de morbilidad asociadas a la peor evolución y el mayor número de complicaciones, identificados todos como factores de riesgo (Tabla 2).
La tos y la fiebre se presentaron en más del 90% de los pacientes y la disnea en casi el 80%. La tos fue el síntoma que con mayor frecuencia motivó el ingreso (98,52%), seguida de la fiebre (90,94%) y falta de aire (79,36%) (Figura 1).
Los estertores crepitantes diseminados, la taquipnea y la taquicardia fueron los signos más constantes en el examen físico de los pacientes estudiados (Tabla 3).
La presentación bronconeumónica (neumonía a focos múltiples o lobulillar) resultó más frecuente (93,7%) que la neumonía lobar. La elevada frecuencia de derrame pleural estuvo en correspondencia con la alta incidencia de insuficiencia cardíaca (Tabla 4).
Del total de pacientes estudiados 602 (63,4%) estuvieron ingresados hasta siete días. Más de la tercera parte (348, 36,6%) tuvieron una estadía mayor de siete días, superior a lo esperado, que no debe ser mayor de seis días. De los 950 pacientes estudiados 165 (17,36%) reingresaron antes de los 30 días siguientes al egreso.
La letalidad fue menor que la informada en otros estudios en Cuba, se apreció un incremento en los dos últimos años (Tabla 5).
El 54% de los pacientes fue tratado con un solo antimicrobiano: ceftriaxone, cefuroxima, ceftazidima, trifamox o piperazan (más azitromicina). El 22,21% utilizaron dos antimicrobianos a consecuencia de la falla terapéutica: generalmente una cefalosporina o una penicilina semisintética asociada a un aminoglucósido más azitromicina ceftriaxone/azitromicina o cefuroxima/azitromicina, o ceftazidima/amikacina, o trifamox/azitromicina o ceftazidima/amikacina. El 16,31% de los pacientes necesitó tres regímenes de antimicrobianos en múltiples combinaciones. Con menos significación, el 7,47% fue tratado con una combinación de cuatro medicamentos. Habitualmente los regímenes anteriores fueron seguidos de monoterapia con meropenem. En 501 pacientes (52,73%) la evolución no fue satisfactoria a pesar de haberse empleado varias combinaciones de antimicrobianos (Figura 2).
DISCUSIÓN
El sistema de defensa de la vía aérea es muy efectivo porque existen barreras mecánicas y anatómicas, así como inmunidad celular y humoral, que intentan mantenerla estéril.12,13 El mecanismo fisiopatológico de la NAC comienza cuando el sistema de defensa pulmonar es sobrepasado por microorganismos patógenos que se depositan en la superficie alveolar.14 Factores genéticos, como deficiencias particulares del sistema de defensa, o medioambientales, como el tabaquismo y el alcoholismo, pueden deteriorar la funcionalidad del sistema y facilitar la aparición de neumonía.13,14
Aunque existe poca información sobre los efectos del envejecimiento y los mecanismos de defensa pulmonar, y en realidad resulta muchas veces difícil separar el primero de los producidos por las enfermedades de base, como el impacto producido por las comorbilidades, que generalmente existen en estas edades, se ha encontrado una relación directa entre la incidencia de neumonía en ancianos y la edad de los pacientes. El anciano sufre una serie de cambios en todos los sistemas orgánicos conocidos como cambios anatómicos y fisiológicos del envejecimiento.15 Los cambios que ocurren en el aparato respiratorio con la edad lo hacen más susceptible de padecer neumonía. La edad es, por si misma, un factor de riesgo independiente de neumonía, después de ajustarlo por otras variables de confusión.
La incidencia de NAC varía según los estudios y los diferentes países, pero en todos se informa que aumenta de forma notable con la edad y las comorbilidades,16 de modo que más del 80% de todos los casos ocurren en mayores de 60 años. Pocos estudios poblacionales evalúan su incidencia, pero se estima que puede oscilar entre 1,6 y 13,4 casos por 1 000 habitantes/año, en dependencia del área geográfica analizada, y con cifras más elevadas en varones y en grupos de edad en ambos extremos de la vida. En este estudio se ha encontrado alta prevalencia de ingresos por neumonía en el hospital, con cifras que corresponden a 45 casos por 1 000/año aproximadamente, si se tiene en cuenta la densidad poblacional en Villa Clara y el área que atiende el hospital. También se incrementa la tasa de hospitalización por cada década de edad, que fue de 18,2% en pacientes de entre 65 y 69 años y alcanza el 52,3% entre los mayores de 85 años; el 68% de los pacientes tenían 70 o más años. La mayor frecuencia de neumonía en el sexo masculino, con una relación aproximada de 2:1 como se encontró en este estudio, puede atribuirse a que los hombres están más expuestos a hábitos tóxicos como el tabaquismo y el consumo de bebidas alcohólicas durante la vida, con el efecto acumulativo de los daños provocados por estos tóxicos al llegar a adulto mayor, así como la exposición durante la vida laboral a enfermedades profesionales provocadas por gases y polvos irritantes, factores de riesgo ambos para enfermar de neumonía.17
La NAC constituye la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa en la tercera edad en países tanto desarrollados como subdesarrollados.1 La mortalidad alcanza hasta el 48% en mayores de 85 años y se asocia a comorbilidad y severidad6 y se incrementa entre 20% y 50% en pacientes que requieren cuidados intensivos.18
Muchos estudios se destinan al análisis de los factores de pronóstico de la neumonía y pocos a la identificación de los factores de riesgo que generan esta enfermedad; la mayor parte de estos estudios tienen una base empírica. Un estudio de Fein3 menciona la comorbilidad y la “disminución de las defensas del enfermo”, especialmente en la enfermedad cardíaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la disfagia orofaríngea con riesgo de aspiración como factores de riesgo independiente en el anciano.
También el nivel de influencia de la cantidad de diagnósticos adicionales se obtiene por los resultados presentados porque los pacientes que presentan más diagnósticos adicionales durante su período de hospitalización permanecerán internados por un período de tiempo más largo.
Los factores generales de riesgo para la NAC incluyen además de la edad y el sexo, el tabaquismo, la EPOC y su severidad y el tratamiento empleado, las condiciones de comorbilidad (diabetes, insuficiencia cardíaca, demencias, cáncer y otras),15 la debilidad y la institucionalización. Otros factores predisponentes frecuentes en el anciano son la disfagia, la broncoaspiración, la malnutrición, la confusión y el mal estado funcional, entre otros factores.6
En un estudio realizado en el Hospital General Docente “Enrique Cabrera” de la Ciudad de La Habana, Cuba, los factores de riesgo identificados en los pacientes fueron: en casi la mitad, la EPOC; el tabaquismo, la malnutrición, la demencia y las enfermedades cardiovasculares, muy similares a los encontrados en estos pacientes.1 La EPOC es considerada un factor de riesgo independiente para desarrollar NAC severa de pobre pronóstico, larga estadía, necesidad de cuidado intensivo, ventilación mecánica y mayor riesgo de mortalidad; los pacientes con EPOC son con mayor frecuencia hombres, de edad avanzada, con mayor número de comorbilidades y tratados con corticosteroides.18,19,20
Las enfermedades asociadas o comorbilidades como la diabetes, la enfermedad cerebrovascular, el asma bronquial, la enfermedad neoplásica, la enfermedad renal crónica y las hepatopatías crónicas estuvieron presentes en menos de la cuarta parte de los casos. Es importante señalar que casi la mitad de los pacientes no tenía factores de riesgo identificables por los datos obtenidos de la historia clínica (HC). En un estudio realizado en Colombia15 la edad promedio fue de 72 años, el sexo predominante el femenino y entre las comorbilidades estaban las enfermedades del corazón, la diabetes, las demencias, la EPOC, el cáncer y otras.
En el estudio de Arshad y colaboradores, llevado a cabo en los Estados Unidos, para valorar los síntomas de la neumonía en mayores de 50 años se observó que prácticamente todos los pacientes referían astenia (99%), tos (96,8%), mialgias (96,9%), debilidad (94,1%), disnea (89,1%), sibilancia (85,8%) y anorexia (78,5%). Existía mayor prevalencia de síntomas en el grupo más joven, que no requería hospitalización.13
En el presente estudio más de la tercera parte de los pacientes tenían, por lo menos, tres o más condiciones crónicas. Los síntomas al ingreso más frecuentemente encontrados fueron la tos húmeda (98,52%) pero pocas veces productiva; la fiebre (90,94%), a pesar de que se considera un signo no muy constante en el anciano con un proceso infeccioso (en el estudio realizado por Aleaga y colaboradores en el Hospital General Docente “Enrique Cabrera”1 estuvo presente en el 91,7%); la disnea (79,36%) -91,7% en el estudio de Aleaga-; la temperatura varió en un rango de 35ºC a 38ºC o más y se encontró en el 40% de los pacientes entre 37° y 38°C y el decaimiento o la astenia (52,1%). La disnea se halló en mayor por ciento y correspondió con el 50% de los estudiados.
Marrie y colaboradores,21 en un estudio prospectivo de cinco años, compararon 131 neumonías nosocomiales (NN) adquiridas en instituciones o residencias del sistema de salud en personas de la tercera edad con 588 NAC. En este estudio los ancianos (media de edad=76,9 años) presentaban mucho menos frecuentemente tos, anorexia, escalofrío, dolor torácico, cefalea, náuseas, odinofagia y artralgias. La fiebre tuvo una frecuencia baja en los dos grupos, a diferencia de lo encontrado en este estudio, en el que fueron más identificados roncos dispersos en la auscultación pulmonar y confusión, esta última, a pesar de encontrarse presente con frecuencia, no fue descrita en la HC de los casos estudiados. En otro estudio de Metlay y colaboradores22 síntomas respiratorios y no respiratorios fueron menos frecuentemente referidos por ancianos enfermos con neumonía después de eliminar variables como las comorbilidades y la gravedad de la enfermedad.
Las manifestaciones al examen físico más frecuentemente encontradas en este estudio fueron los crepitantes diseminados (81,1%), la tensión arterial elevada (78,6%) y la taquipnea (72,7%).
No hay combinación alguna de exploración física e historia clínica que pueda confirmar el diagnóstico de neumonía; los hallazgos clínicos individuales o combinados no predicen de forma adecuada si un paciente tiene o no neumonía, en la exploración física se puede encontrar fiebre (menos confiable en adultos mayores), taquipnea y taquicardia. Pacientes con sepsis o enfermedades comórbidas subyacentes (como enfermedad hepática terminal o desnutrición) se pueden presentar con hipotermia en lugar de fiebre. A la auscultación se puede encontrar egofonía o sonidos respiratorios bronquiales.23
Muchos otros estudios han sido efectuados para determinar una clínica “habitual” en los ancianos con neumonía, pero no se ha obtenido un criterio al respecto. De acuerdo a un estudio de cohorte prospectivo para comparar las características y desenlaces en 3 675 pacientes con NAC que fueron hospitalizados, los síntomas clínicos comunes de la NAC severa fueron tos (41%), fiebre (28%), disnea y dolor torácico pleural (5%) y producción de esputo (30%). La producción de esputo purulento fue más común en la neumonía bacteriana. También se pueden presentar cambios en el estado mental (32%) o síntomas gastrointestinales (náusea, vómito o diarrea).24
La radiografía de tórax, en combinación con la anamnesis y el examen físico, constituyen la clásica triada para el diagnóstico de NAC. El estudio radiológico del tórax permite apreciar la extensión de las lesiones inflamatorias y facilita el diagnóstico diferencial.25
La neumonía se caracteriza por un infiltrado pulmonar de nueva aparición en la radiografía de tórax. Un estudio de cohorte retrospectivo refiere que la evidencia radiográfica de neumonía se define como la presencia de consolidación (una opacidad densa o esponjosa con o sin broncograma aéreo), otros infiltrados (densidades intersticiales o alveolares lineales e incompletas) o efusión pleural.26
En un estudio de 12 países europeos el 3% de 1 885 pacientes con infección del tracto respiratorio inferior que no se pensaba que fueran casos de neumonía tuvieron evidencia de neumonía por radiografía de tórax en una revisión radiológica independiente.27
Un estudio de 30 pacientes para evaluar la precisión diagnóstica de la radiografía de tórax encontró que su sensibilidad fue de 93,1% (IC 95%, 75,8 a 98,8). La especificidad fue del 0,0% (IC 95%, 0,0 a 94,5).28
Se debe tomar en cuenta que la radiografía del tórax no permite establecer un diagnóstico etiológico porque no hay un patrón radiológico exclusivo para cada microorganismo. Se ha observado que los infiltrados homogéneos son más frecuentes en las NAC bacterianas, hay un mayor deterioro radiológico en la infección por Legionella y una resolución más tardía. En la neumonía por Staphylococcus aureus son más comunes la cavitación y el neumotórax.29
El tratamiento de la neumonía incluye uso de antibióticos, reposo con la cabeza elevada para evitar la broncoaspiración, adecuada nutrición, sedación y analgesia si fueran necesarios, prevención de la enfermedad tromboembólica venosa, rotación adecuada de los dispositivos intravenosos, protección gástrica, laxativos para evitar el crecimiento de la microbiota intestinal y la traslocación bacteriana, fluidos y el manejo de las complicaciones. El oxígeno suplementario es indispensable para mejorar la saturación de oxígeno en la sangre arterial. Los pacientes que tienen una saturación de oxígeno <94% deben ser considerados para oxígenoterapia, aún sin condiciones médicas preexistentes o comorbilidades.
Un ensayo clínico de 253 pacientes para evaluar el rol de la procalcitonina en la selección inicial del régimen de antibiótico para NAC de bajo riesgo mostró que de los 216 pacientes asignados al grupo de azitromicina de acuerdo a niveles de procalcitonina (<0,5ng/ml) ninguno desarrolló bacteriemia. Los por cientos de curación clínica fueron de 95,8% en el grupo de azitromicina, 94,6% en los de levofloxacino y de 94,4% en el grupo de control. No hubo decesos a los 30 días ni recurrencias.30
La tinción de Gram del esputo es un examen diagnóstico confiable para el diagnóstico etiológico temprano de NAC bacteriana que ayuda a seleccionar el tratamiento antibiótico inicial, pero no se realizó a los pacientes que se estudiaron con la justificación de que la mayoría no conseguían expectorar. Se informa que más del 40% de los pacientes son incapaces de producir esputo o de hacerlo de forma rutinaria; no obstante, un estudio observacional en 670 pacientes hospitalizados con NAC hizo notar que en los casos en que el agente patógeno fue identificado, el tratamiento fue idéntico al iniciado empíricamente.31,32
El régimen antimicrobiano inicial es seleccionado empíricamente porque resulta imposible obtener resultados microbiológicos inmediatamente después de hacer el diagnóstico de NAC. La elección de la terapia antimicrobiana debe tener en cuenta el patógeno más probable de acuerdo con la epidemiología del paciente, los factores de riesgo individuales, la presencia de comorbilidades y el factor costo-efectividad.26
Para analizar la eficacia en el tratamiento del anciano con neumonía el primer aspecto analizado fue la estadía hospitalaria. El mayor número de pacientes (602) tuvo una estadía de siete días, mientras que 348 pacientes los sobrepasaron. Este aspecto muestra que se encuentra una importante relación que, a pesar de no ser lineal, tiene una correspondencia negativa con el tratamiento aplicado porque si este es satisfactorio la estadía hospitalaria deberá disminuir.
El 76,84% de los pacientes provenían de su domicilio, mientras que el 23,15% de alguna institución. Muchos de los autores consultados refieren que el lugar de procedencia determina la incidencia, la severidad de la enfermedad y los riesgos de padecerla; no obstante, este resultado puede estar sesgado porque en Cuba la mayoría de los ancianos se encuentran bajo la protección de la familia.
En un estudio realizado por Rello,32 en 2016, con ancianos mayores de 65 años, residentes en la comunidad, la mortalidad por neumonía se acercó al 20% y pasó al 35% en el caso de los residentes en hogares de ancianos. Para los pacientes hospitalizados en las Salas de Medicina Interna en los que se diagnosticó neumonía grave y que necesitaron de cuidados intensivos en unidades dispuestas para ese fin, la tasa de mortalidad fue de 45%; el riesgo de muerte fue superior en los enfermos con infiltrados dispersos en la radiografía de tórax, choque, tratamiento previo con esteroides, inmunosupresión o score APACHE II superior a 22 puntos al ingreso.
En las Salas de Medicina Interna fueron ingresados 558 pacientes, mientras que 392 fueron ingresados en la Sala de Geriatría, lo que muestra que en las Salas de Medicina Interna del Hospital “Arnaldo Milián Castro”, de forma general, son atendidos más pacientes geriátricos con diagnóstico de NAC.
CONCLUSIONES
Las limitaciones de este estudio radican en que a pesar de tener un diseño prospectivo los datos se tomaron de HC muy mal confeccionadas con subregistro de diagnósticos.
El diagnóstico microbiológico solo fue posible en un número insignificante de pacientes por la dificultad para expectorar y obtener muestras de esputos, por lo que no se tuvo en cuenta.
La edad se comportó como un factor de riesgo aislado. La mayoría de los pacientes estudiados (68%) tenían 70 o más años, de ellos 630 (66,31) eran hombres, y no tenían buenas condiciones de salud. Más de la tercera parte de los pacientes tenían por lo menos tres o más condiciones crónicas. Los factores de riesgo más frecuentemente encontrados fueron: institucionalización, tabaquismo, alcoholismo, uso previo de antimicrobianos y comorbilidades como asma, EPOC, cáncer, diabetes mellitus, insuficiencia cardíaca, hepatopatía crónica y neoplasias. Con una prevalencia en general menor a la informada en estudios realizados en Cuba y en las estadísticas de salud de la Provincia de Villa Clara.
La tos, la fiebre y la disnea, junto con la hipertensión, la taquipnea y la confusión mental, asociados a crepitantes diseminados y lesiones inflamatorias en más de un lóbulo en la radiografía de tórax, fueron los hallazgos más frecuentemente constatados.
El 54% de los pacientes fue tratado con un solo antimicrobiano: ceftriaxone, cefuroxima o ceftazidima, el 22,21% con dos antimicrobianos, el 16,31% necesitó tres regímenes de antimicrobianos y, por último, con menos significación, el 7,47% fue tratado con una combinación de cuatro medicamentos; habitualmente los regímenes anteriores fueron seguidos de monoterapia con meropenem. No se dispuso de un rango amplio de posibilidades terapéuticas.
En 501 pacientes (52,73%) la evolución no fue satisfactoria si se tiene en cuenta la larga estadía en el 36,6%, la necesidad de múltiples antibióticos en el 46%, el reingreso precoz, antes de los 30 días siguientes al egreso, de 165 pacientes (17,36%) y el costo elevado de la atención médica. La letalidad fue menor que la informada en otros estudios en Cuba, se aprecia un incremento en los dos últimos años.