INTRODUCCIÓN
Para la Medicina moderna el accidente cerebrovascular (ACV) o la enfermedad cerebrovascular (ECV) representa un reto. Actualmente ha sido nombrada así, indistintamente, en la literatura científica porque produce limitaciones y discapacidades en los pacientes que sobreviven y constituye una de las primeras causas de muerte a nivel mundial.
En estudios realizados en Europa, Rusia, Australia y Estados Unidos se ha detectado que la incidencia mundial de los ACV aumenta significativamente su incidencia por encima de los 35 años y se triplica en los individuos mayores de 85 años.1,2,3,4
Se informan tasas de mortalidad de 61,5/100 000 habitantes en países desarrollados como los Estados Unidos de América, Francia, Alemania e Italia en los que se plantea que cada 53 segundos ocurre un evento de ACV y una muerte cada 3,3 minutos.1,3,4
Cada año en Cuba se diagnostican 20 000 casos nuevos de ACV, con una tasa de mortalidad bruta entre el 84,2 y 88,1x105 habitantes en los años 2016 y 2017, respectivamente, y con 4,0 años de vida potencialmente perdidos (AVPP).5,6
Es la causa de discapacidad neurológica más habitual en el adulto y más probable en las personas mayores de 65 años; esta situación afecta tanto a países de altos ingresos económicos como a los que están en vías de desarrollo.7
En Cuba las enfermedades cerebrovasculares constituyen la tercera causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares y los tumores malignos.5,8
La historia de la enfermedad cerebrovascular es muy antigua. Hipócrates, considerado el Padre de la Medicina, reconoció y escribió, para orgullo de los Especialistas en Neurología, sobre el derrame cerebral hace más de 2 400 años. Eran tiempos en los que los médicos apenas tenían conocimientos sobre la anatomía y el funcionamiento del sistema nervioso, las causas de la enfermedad a la que se enfrentaban y, mucho menos, se conocía cómo tratarla.
Se entiende por accidente cerebrovascular todas las situaciones neuroanatomoclínicas provocadas por la reducción a niveles críticos del riego sanguíneo en una región vascular determinada (AVE isquémico) o por la rotura de algún vaso encefálico con la consiguiente hemorragia.9,10,11
Muchos son los factores de riesgo (FR) identificados para la enfermedad cerebrovascular: los factores de riesgo bien documentados o confirmados modificables (hipertensión arterial, infarto de miocardio reciente, tabaquismo, anemia de células falciformes, ataques transitorios de isquemia previos, estenosis carotídea asintomática, hipercolesterolemia, consumo de alcohol, inactividad física, obesidad, factores dietéticos, hiperinsulinemia y resistencia a la insulina), los potencialmente modificables (diabetes mellitus, hemocistinemia, estados de hipercoagulabilidad, hipertrofia ventricular izquierda, infecciones, migraña y procesos subclínicos), los no modificables (edad, sexo, factores hereditarios, etnia, localización geográfica y nivel sociocultural), factores de riesgo menos documentados y potencialmente modificables (algunas cardiopatías, uso de anticonceptivos orales y consumo de drogas) y los no modificables (estación y clima).1,12
Entre las complicaciones se encuentran las neurológicas (convulsiones, edema cerebral, hidrocefalia, coma y transformación hemorrágica del infarto isquémico) y las sistémicas (tromboembolismo pulmonar, bronconeumonía bacteriana, insuficiencia respiratoria aguda, edema pulmonar neurogénico, escaras de decúbito, desequilibrio hidroelectrolítico y ácido base, infección del tracto urinario, falla múltiple de órganos, sangramiento digestivo alto, sepsis intravascular, complicaciones asociadas a la ventilación artificial mecánica y trastornos de la nutrición).1
En el Policlínico “Marta Abreu”, en el año 2019, se diagnosticaron 112 casos nuevos respecto a años anteriores y se mostró un alza en incidencia. A pesar de disímiles estudios realizados en la provincia sobre esta afección como un problema de salud no existen investigaciones previas que caractericen los conocimientos de los ACV y sus factores de riesgo. Esta investigación pretende abordar esta problemática y propone describir los conocimientos sobre el accidente cerebrovascular y sus factores de riesgo en los adultos mayores del Reparto “Brisas del Oeste”.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo transversal en el Policlínico Docente “Marta Abreu” de la Ciudad de Santa Clara, Provincia de Villa Clara, en el período de enero a diciembre del 2019. La población objeto de estudio estuvo integrada por el total de adultos mayores (120) pertenecientes a los Consultorios de Médico de la familia del Reparto “Brisas del Oeste” que estaban dispensarizados como grupo riesgo por tener algún riesgo de enfermedad cerebrovascular; todos constituyeron la muestra estudio.
Inicialmente se realizó una revisión exhaustiva de la bibliografía relacionada con el tema, posteriormente se seleccionó la muestra (se les solicitó el consentimiento informado y se cumplieron los principios éticos y bioéticos establecidos para este tipo de investigación científica) y se aplicó el cuestionario sobre el conocimiento de los factores de riesgo de los accidentes cerebrovascular que incluyó preguntas relacionadas con los tipos, las complicaciones y los factores de riesgo modificables y no modificables relacionadas con la enfermedad. La calificación del cuestionario se realizó teniendo en cuenta una clave, las preguntas IV, V y VI se correspondieron con la enfermedad cerebrovascular y sus factores de riesgos y la suma del total fue de 100 puntos, si obtiene de 62 a 100 posee conocimientos adecuados y menos de 62 puntos posee conocimientos inadecuados.
Los datos recogidos fueron introducidos en una base de datos y luego tabulados y ofrecieron como resultados los sujetos con conocimientos y sin conocimientos.
La variable independiente son los ACV y sus factores de riesgo y la variable dependiente el nivel de conocimientos.
Los resultados obtenidos en esta investigación fueron procesados en una base de datos de SPSS/PC 21.0. Se crearon distribuciones de frecuencias absolutas y relativas y tablas de contingencias para determinar relaciones entre dos variables, se utilizó el estadístico Chi cuadrado para conocer la significación o no de la relación. Se utilizó como nivel de significación 0,05 para relaciones significativas y 0,001 para relaciones altamente significativas.
RESULTADOS
El análisis de la edad y el sexo de los adultos mayores participantes en el estudio (Tabla 1) mostró mayor frecuencia de los individuos entre los 60 y 69 años de edad y del sexo femenino (36, 30%). Estadísticamente existió relación significativa entre ambas variables analizadas (x2=12,114; p=0,002).
La distribución según el conocimiento de los tipos de accidente cerebrovascular en los pacientes estudiados mostró, en mayor frecuencia, que la totalidad de los participantes (120, 100%) expresaron conocer el infarto cerebral, mientras que los eventos de tipo hemorrágicos -hemorragia intraparenquimatosa (78, 65%) y subaracnoidea (72, 60%)- fueron los menos conocidos (Tabla 2).
Entre las complicaciones de los accidentes cerebrovasculares el mayor número de adultos mayores (96, 80%) refirieron conocer entre las complicaciones a la deficiencia motora, no ocurrió así con la deficiencia sensitiva que fue la complicación menos conocida (84, 70%) -Tabla 3-.
La distribución según el conocimiento de los factores de riesgo bien documentados modificables de los accidentes cerebrovasculares de los pacientes estudiados (Tabla 4) reflejó el predominio de la hipertensión arterial entre los factores de riesgo conocidos (114, 95%), seguida del tabaquismo (84, 70%), las isquemias previas (78, 65%) y la obesidad (78, 65%). No resultaron conocidos el consumo de la terapia hormonal (108, 90%), la hipercolesterolemia, la sicklemia y los factores dietéticos (102, 85%).
Entre los factores de riesgo bien documentados potencialmente modificables de la enfermedad cerebrovascular predominaron los que conocían la diabetes mellitus (54, 45%), mientras que las infecciones resultaron el factor de riesgo menos conocido (90, 75%) -Tabla 5-.
La Tabla 6 muestra que entre los factores de riesgo bien documentados no modificables de la enfermedad cerebrovascular el predominio fue de los que conocían la edad como factor de riesgo (54, 45%) y que le siguieron los que refirieron no conocer el sexo, la localización geográfica y el nivel sociocultural como factores de riesgo bien documentados no modificables con igual comportamiento (96, 80%).
DISCUSIÓN
Un estudio sobre el conocimiento que la población estudiada tenía sobre los accidentes cerebrovasculares mostró que la gran mayoría de la muestra (63,3%) expresaron tener pocos conocimientos sobre esta enfermedad. Dentro de los factores de riesgo los más conocidos fueron la enfermedad cardíaca (48,3%) y el colesterol elevado (38,1%) y dejaron un por ciento muy bajo para la obesidad (5%), lo que demuestra que las personas no conocen del todo los factores de riesgo e ignoran, en su gran mayoría, un factor tan común y en aumento como lo es la obesidad, lo que acentúa la necesidad de recibir información. Sobre el conocimiento de las complicaciones que trae el accidente cerebrovascular luego de ocurrido se tiene información sobre la discapacidad (53,3%) y la parálisis total o parcial (49,2%) en mayor medida, o sea, que la población conoce las consecuencias más graves que generalmente se pueden generar.13
Los resultados del presente estudio son similares al antes descrito, solo difiere en cuanto al factor de riesgo más frecuente conocido.
En relación a la modificación de conocimientos y estilos de vida en adultos mayores con enfermedad cerebrovascular se encontró que el nivel de conocimientos sobre los factores de riesgo modificables de la ECV fue inadecuado en el 65,4% de los adultos mayores.14 Los resultados obtenidos por el autor son similares a los antes descritos.
En un estudio de intervención para prevenir enfermedades cerebrovasculares en adultos mayores vinculados a una casa de abuelos los resultados demostraron que el 76% poseían pocos conocimientos en relación a las enfermedades cerebrovasculares, el 68% poseían bajo nivel de conocimiento sobre los aspectos que pueden constituir factores de riesgo modificables para la prevención de las enfermedades cerebrovasculares y el 72% no identificó algunas de las posibles complicaciones.15
En investigación relacionada con el tema se percibió que casi la totalidad del grupo con conocimiento tenía edad entre 20 y 22 años (98,4%), con edad promedio de 22,3 (±1,40) años; más de la mitad eran mujeres (57,5%) y la gran mayoría se refirió como no perteneciente a la raza blanca -negro, mulato o mestizo- (87,5%).16
Díaz Cabezas y colaboradores entrevistaron a 218 sujetos con edades entre 17 y 89 años (X 50,9±15 años). El 68,8% de la muestra eran mujeres y el 45,4% no conocía ningún factor de riesgo de ACV. La hipertensión arterial fue el más citado, seguido de la dislipidemia y el tabaquismo, mientras que la diabetes mellitus fue el menos recordado.12
El autor difiere en cuanto a los resultados obtenidos en los dos estudios antes mencionados, solamente en los aspectos relacionados con la edad.
Para determinar el nivel de conocimientos que poseen los pacientes con factores de riesgo modificables para la enfermedad cerebrovascular se desarrolló una investigación en el Consultorio médico de la familia 22-2, del Municipio de Cifuentes, en el año 2015; participaron 102 pacientes. Los datos mostraron el deficiente conocimiento de la población estudiada acerca del término ictus, de los síntomas y de los signos de alarma, de los factores de riesgo y de la actitud a seguir ante un accidente cerebrovascular.17
En investigación realizada en el año 2015 se encontró que el grupo de 60 a 69 años de edad mostró los peores resultados, con un 58,5% de conocimiento “malo” con respecto al nivel educativo, el conocimiento “malo” de FR mostró diferencias porcentuales en el nivel de primaria. De los sujetos que mencionaron algún FR, la HTA fue el más citado en un 65% de los casos, seguido de la dislipidemia y el tabaquismo, mientras que la diabetes mellitus fue el menos recordado, con un 20% de los casos.12
Suárez González y colaboradores,18 en un estudio relacionado con el nivel de conocimiento, analizaron los resultados según los grupos de edades y encontraron un predominio de los grupos de edades de 65 y más años (18, 45%) y de 60 a 64 años (10, 25%) y del sexo femenino (60%); en relación al conocimiento de los factores de riesgo los más conocidos resultaron ser el hábito de fumar (57,5%), la hipercolesterolemia (40,4%) y la obesidad (27,5%).18 Resultados similares a los del presente estudio, solo se difiere a los factores de riesgo que predominaron y a los descritos anteriormente.
En estudio sobre conocimiento de la enfermedad vascular cerebral en la población de Zaragoza, España, un 63,5% de los encuestados desconoce los síntomas del ictus y un 48% los factores de riesgo vascular. Solo un 9% reconoce al menos dos síntomas y dos factores de riesgo. Los factores que implican un mejor conocimiento son la edad joven y el nivel cultural alto.19
Sobre conocimiento de síntomas y factores de riesgo de enfermedad cerebrovascular en convivientes de personas un trabajo mostró que un 70,7% no conocía ningún síntoma de alarma y un 45,4% ningún FR de ACV. La HTA fue el FR más citado, seguido de dislipidemia y tabaquismo, mientras que la DM fue el menos recordado.12 Los resultados del presente estudio coinciden con lo antes descrito.
La edad de la mayoría de los participantes en la investigación, la escasa divulgación y lo novedoso que resulta el tema abordado son, según los autores, causas que se derivan de los conocimientos insuficientes encontrados sobre el tema en el estudio que tiene, como limitaciones, el desconocimiento de términos y aspectos relacionados con los accidentes cerebrovasculares, por lo que se hace inminente la aplicación de una intervención educativa en este grupo etario.