INTRODUCCIÓN
Las tentativas de suicidio en la adolescencia son un fenómeno creciente en la actualidad. Se conoce como intento suicida a la autolesión intencional y directa, con al menos alguna intención de quitarse la vida, es decir, un acto suicida detenido en su camino, que su resultado no es la muerte y que supone un fracaso material de la intencionalidad de la muerte.1
Es un tema controvertido que pese a su carácter individual es considerado como un grave problema de salud en casi todas las regiones del mundo.2
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el suicidio es la segunda causa de muerte en la población mundial de 10 a 29 años de edad, anualmente 100 000 adolescentes se suicidan y por cada suicidio se registran entre 10 y 20 intentos.3
En países de Latinoamérica la tasa de suicidio se ha incrementado un 60% en los últimos 45 años y actualmente se encuentra entre las principales causas de muerte en las personas de 15 a 44 años en ambos sexos.4
En Cuba, en 2019, las lesiones autoinfligidas intencionalmente y los suicidios ocuparon el duodécimo lugar entre las 35 principales causas de muerte con 1 454 y 1 492 defunciones respectivamente, con una tasa bruta de 13,3x100 000 habitantes; la tasa de mortalidad masculina es cuatro veces superior a la femenina.5 En la Provincia de Villa Clara hubo 450 intentos de suicidio y 150 defunciones por suicidio, con una tasa bruta 19,0 por cada 100 000 habitantes.6 Del Municipio de Camajuaní, con intento suicida, fueron un total de 31 adolescentes.
En el Centro comunitario de salud mental de Camajuaní no se cuenta con investigaciones precedentes relacionadas con esta situación. Esto, sumado a la experiencia de la autora en la Consulta de Psiquiatría infantil en ese centro, que como diagnóstico preliminar apunta hacia la familia como factor etiológico fundamental, fueron motivos para dirigir este estudio a dar solución a esta insuficiencia, con el objetivo de diagnosticar las necesidades psicoeducativas en padres de adolescentes con intento suicida en el período comprendido entre marzo de 2018 y diciembre de 2019.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal. La población de estudio estuvo constituida por 100 familias y la muestra por 31 padres seleccionados de forma no probabilística intencional por criterios de inclusión, exclusión y salida.
En el estudio se manejaron las variables sociodemográficas (edad, sexo y solvencia económica de la familia) y las necesidades psicoeducativas, referidas a las demandas de información y conocimiento que poseen los padres, que les permitan afrontar mejor una determinada situación con sus hijos, teniendo en cuenta los indicadores funcionamiento familiar y nivel de preparación familiar. Al finalizar se evaluó con una escala de adecuada e inadecuada.
Se empleó un cuestionario de 10 preguntas con el propósito de determinar las necesidades educativas en los padres de adolescentes con intentos suicidas para indagar sobre su preparación en temas relacionados con la educación de sus hijos y, específicamente, sus modos particulares de afrontar las conductas suicidas en ellos.
Se aplicó la prueba de percepción del funcionamiento familiar para determinar la dinámica relacional sistémica que se da entre los miembros de la familia (cohesión, armonía, comunicación, permeabilidad, afectividad, roles y adaptabilidad) mediante la percepción de uno de sus miembros.
La entrevista semiestructurada se realizó de forma individual. Se estableció anticipadamente una guía con una serie de temas que rigieron el proceso de plática para confrontar los datos obtenidos con anterioridad.
También se utilizó la observación directa para valorar aspectos de la esfera emocional, conductual, verbal y extraverbal y la disposición para la participación en la investigación.
De los métodos estadísticos se realizó el análisis descriptivo, acorde al nivel de medición de las variables. Se resumió la información en forma de tablas de frecuencia, expresada en números absolutos y por cientos. Se aplicó la prueba de Chi cuadrado bondad de ajuste para comparar proporciones o la prueba de Chi Cuadrado Pearson para comparar relaciones entre las variables según sea el caso, determinando el estadígrafo y su significación asociada, se tomó como criterio que:
RESULTADOS
En la Tabla 1 predominaron el sexo femenino (24, 77,42%) y el grupo de edad comprendido entre 15 y 19 años (54,84%).
Tabla 1 Distribución de los adolescentes con intento suicida según la edad y el sexo

Fuente: historia clínica
En el estudio sobre el funcionamiento familiar (Tabla 2) se encontró que la mayoría de las familias de los adolescentes con intento suicida eran severamente disfuncionales (18, 58,06%) y disfuncionales (11, 35,48%), lo que aporta un total en ambas categorías de 29 de los 31 casos, para un 93,54%, lo que es altamente significativo pα=0,002<0,01; X2=12,452.
Con respecto a la economía familiar de los adolescentes con intento suicida (Tabla 3) 22 familias (71%) plantearon que la solvencia económica era insuficiente, dato que se considera significativo pα=0,020<0,05; X2=5,452.
Tabla 3 Distribución de los adolescentes con intento suicida según la solvencia económica de la familia

Sobre el nivel de preparación de la familia de los adolescentes con intento suicida (Tabla 4) 21 de los 31 hogares abordados (67,74%) manifestaron sentirse no preparadas, 10 (32,26%) parcialmente preparados y ninguno preparado, resultado significativo pα=0,048<0,05; X2=3,903.
Tabla 4 Distribución de los adolescentes con intento suicida según nivel de preparación de la familia

Todo lo anterior permitió determinar las necesidades psicoeducativas en las que se manifestaron una inadecuada información y conocimiento en padres de adolescentes con intentos suicidas en el Municipio de Camajuaní, con un 88,4%; solo obtuvo una escala adecuada el 11,6% de los investigados.
DISCUSIÓN
Con respecto al sexo estos resultados fueron similares a otro estudio en el que prevaleció el sexo femenino (89,2%) y el mayor por ciento el grupo etario de 15 a 19 años.7
Resultados análogos al estudio realizado fueron obtenidos por Carrazco Gómez en relación al funcionamiento familiar: en 21 casos (39,1%) la familia fue disfuncional; de ellos el 52,2% severamente disfuncional, lo que significa que la mayoría de las familias presentan procesos interrelaciónales problemáticos y el ambiente cotidiano no se manifiesta con armonía, cohesión, afectividad, buena comunicación y buen desempeño de roles. Solo dos familias (8,7%) eran moderadamente funcionales.8
En una familia en que el funcionamiento familiar no es funcional, o sea, opera de forma desestructurada, hay cambio en sus estructuras de poder, en las relaciones de roles y reglas, la ausencia de control paterno y la disciplina poco efectiva, esto puede traer consecuencias negativas para el adolescente al tener diversos efectos en el bienestar físico y emocional de sus integrantes. Esta etapa del ciclo vital en la que existe un miembro adolescente es necesario que el sistema familiar reactualice sus roles y límites, por lo que tiene que adaptarse a las nuevas fuentes de estrés que implica tener un miembro en esta etapa.
Del buen funcionamiento familiar depende la estabilidad emocional de sus miembros. La familia es la célula fundamental de la sociedad y cuando se deteriora o pierde su adecuado funcionamiento se rompe el equilibrio psicosocial del individuo, lo que aumenta las tendencias a estas conductas y a otros problemas familiares de mayor o menor envergadura.
Según la solvencia económica familiar el ingreso económico de la familia es muy insuficiente en los momentos actuales de la sociedad cubana porque la mayoría (87%) de los hogares de los adolescentes con intento suicida se encuentra por debajo de los 230 pesos de entrada mensual.9
Los ingresos económicos bajos pueden ser un agravante para el estado psicológico de los adolescentes con intento suicida porque en esta etapa de la vida la jerarquía de necesidades no está bien conformada, por lo que entre sus prioridades está perseguir la moda, usar atributos propios de los jóvenes y estar al nivel del grupo, entre otras, que la mayor parte de las veces la familia no puede proveer. Un artículo sobre familia e intento suicida en el adolescente de educación media superior menciona que los jóvenes con entornos socioeconómicos bajos tienen 2,4 veces más posibilidades de intento suicida.10
El nivel de preparación de la familia de adolescentes con intentos suicidas es fundamental pues la familia es el primer espacio de socialización, de educación del individuo y de acogida donde comienza la vivencia de reconocimiento a través de los cuidados amorosos de las personas significativas, es la primera fuente de experiencias cognitivas y vivencias afectivas.
Una familia no preparada desempeña una función importante en la aparición de la conducta suicida pues los adolescentes y jóvenes se enfrentan a diversas situaciones en el marco familiar, las que al no ser bien comprendidas y analizadas llevan a un desequilibrio emocional que desencadena en la realización de actos suicidas.11
Diversos estudios han asociado la calidad de las relaciones familiares con las conductas suicidas, identifican que la falta de sentido y la desintegración familiar aumentan la probabilidad de suicidio en jóvenes e informan que el manejo inadecuado de los conflictos, la agresividad en la familia y la comunicación familiar deficiente son factores de riesgo. Las relaciones familiares son tan importantes para las poblaciones latinas que los conflictos familiares se correlacionan independiente y positivamente con los intentos de suicidio, aún en ausencia de trastornos mentales.12
En Cuba las familias no están amenazadas por los excesos de las sociedades de consumo y la extrema invasión de la tecnología, tampoco amenaza la pobreza, pero eso no quiere decir que no se tengan otros problemas de comunicación, convivencia obligada por falta de espacio, maltratos, incomprensiones que ponen de manifiesto una escasa cultura de convivencia y cotidianidad para los niveles culturales alcanzados.
CONCLUSIONES
La muestra en estudio se caracterizó por el predominio del sexo femenino, el grupo de edad comprendido entre 15 y 19 años, una insuficiente solvencia económica y una inadecuada necesidad psicoeducativa a partir de sus indicadores.
Todo esto reclama una pronta actuación del personal de salud en la facilitación de las herramientas indispensables en padres de adolescentes con intentos suicidas para afrontar esa situación.