INTRODUCCIÓN
La obesidad se define como la presencia de una cantidad excesiva de grasa corporal.1,2,3,4 Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 75% de la población femenina mayor de 30 años padece de sobrepeso u obesidad a nivel global.5 Los datos de Cuba sugieren que la prevalencia de sobrepeso y obesidad es más elevada que en algunos países europeos y latinoamericanos.6 Según un estudio del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología el 15,44% de la población femenina cubana era obesa y el 31,5% padecía sobrepeso.7 Los datos recogidos por la III Encuesta Nacional de factores de riesgo y actividades preventivas de enfermedades no transmisibles muestran que en el año 2010 el 18,4% de las féminas eran obesas y el 29,9% padecían sobrepeso.8
La obesidad afecta a sujetos de todas las edades y de todos los sexos y presenta una prevalencia de tendencia elevada. Su frecuencia aumenta con la edad hasta alrededor de los 60 años en ambos sexos y es constantemente mayor en mujeres de todas las edades, independientemente del nivel socioeconómico.1 Se asocia a una mayor frecuencia de aparición de enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, los cálculos vesiculares, la elevación del colesterol y de los triglicéridos en sangre, la cardiopatía coronaria, algunos tipos de cáncer y las enfermedades respiratorias, psiquiátricas y osteoarticulares, las que limitan las expectativas de vida, con un mayor costo de salud para la población, lo que representa un serio problema para la salud pública mundial.2
Se ha documentado que el índice de masa corporal (IMC) se incrementa con la edad9 y que la etapa de la vida en que las mujeres tienden a aumentar más de peso va de los 40 a los 50 años, que corresponde a la etapa peri menopáusica, en la que, debido a los cambios hormonales, retienen más agua, acumulan más grasa y se vuelven más sedentarias.10
La circunferencia de cintura se utiliza también como marcador de obesidad. Se considera que las mujeres con circunferencia de cintura mayor a 88 cm poseen riesgo metabólico substancialmente incrementado.5
Este estudio tiene el objetivo de caracterizar mujeres de edad mediana de 45 a 59 años según la evaluación nutricional y la presencia de factores de riesgo cardiometabólicos (RCM).
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, retrospectivo en el Municipio de Santa Clara, Provincia de Villa Clara, en el período comprendido entre enero de 2018 y diciembre de 2021.
La muestra quedó constituida por 180 mujeres pertenecientes al municipio y que asistieron a seguimiento en su área de salud en la Consulta de climaterio y menopausia. Estas mujeres están incluidas en un seguimiento desde hace diez años, cuando comenzaron un embarazo con riesgo de preeclampsia-eclampsia.
Se realizó un muestreo aleatorio simple.
Criterios de inclusión:
Edad comprendida entre 45 y 59 años y la voluntariedad a participar en el estudio
Estar incluida en el estudio realizado hace diez años cuando comenzaron un embarazo con factores de riesgo de preeclampsia-eclampsia.
Criterio de exclusión: Pacientes que no se encuentran en el área actualmente y en las que no fue posible realizar el estudio clínico y las valoraciones antropométricas y analíticas.
Las pacientes fueron interrogadas y examinadas. Los datos recogidos fueron plasmados en una planilla de recolección de datos.
El indicador de sobrepeso y el de obesidad se obtuvieron a partir del IMC y de las mediciones antropométricas, mediante la utilización de una pesa con tallímetro y cinta métrica. Se realizaron estudios de hemoquímica en los policlínicos correspondientes a las áreas de salud del municipio.
El análisis estadístico descriptivo e inferencial se realizó con el paquete estadístico SPSS 20.0 y se representaron en tablas de frecuencias. Se verificó, para cada variable registrada, que no existieran valores extremos, inconsistentes o perdidos.
Se respetó el principio de la confidencialidad de la información de la base de datos y de las historias clínicas que se revisaron. La investigación fue aprobada por el Consejo científico y el Comité de Ética de las investigaciones.
RESULTADOS
En la Tabla 1 se muestra la evaluación nutricional de las pacientes investigadas. El 43,89% tiene un índice de masa corporal correspondiente a la categoría sobrepeso y, al clasificar la obesidad, el 31,67% tiene una obesidad clase I, el 5% una obesidad clase II y el 1,67% una obesidad clase III mórbida.
Existe un predominio de mujeres de edad mediana con sobrepeso y obesidad (148, 82%) en relación a mujeres con peso normal y bajo peso (32, 18%).
La relación de los antecedentes patológicos personales y la evaluación nutricional se describen en la Tabla 2. La hipertensión, la diabetes y la dislipidemia tienen una mayor frecuencia en las mujeres con sobrepeso y obesidad clase I, las cardiopatías isquémicas tienen un comportamiento diferente, aunque la frecuencia es muy pequeña para arribar a alguna conclusión, con solo cuatro casos distribuidos en normopeso tres y uno bajo peso.
Tabla 2 Antecedentes patológicos personales en mujeres de edad mediana según la evaluación nutricional
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por ciento de fila en base al n de cada factor de riesgo
a x2=35,056 (px2)=0,0001
b x2=4,072 (px2)=0,539
c x2=1,861 (px2)=0,868
d x2=5,5293 (px2)=0,0001
e x2=18,626 (px2)=0,002
El resto de los antecedentes patológicos personales en las mujeres con obesidad y sobrepeso predominan según varía el estado nutricional. Esto repercute evidentemente en el riesgo cardiometabólico al asociarse varios factores de riesgo.
La obesidad abdominal es un verdadero problema de salud y el indicador calculado de circunferencia abdominal mayor de 88 cm como riesgo cardiometabólico en la mujer se relacionó con la evaluación nutricional en esta muestra. Las cinco mujeres de edad mediana que tienen una circunferencia abdominal menor de 88 cm, sin riesgo, están incluidas en la evaluación de normopeso cuatro y una es bajo peso; sin embargo, en las pacientes con sobrepeso y obesidad todas tienen una circunferencia abdominal mayor de 88 cm, marcador de obesidad abdominal y riesgo cardiometabólico. Todas las pacientes con sobrepeso y obesidad tienen una cintura abdominal mayor que 88 cm.
DISCUSIÓN
El IMC pregestacional tiene relación directa con la salud materna y fetal, independientemente de la ganancia de peso en el embarazo. Los valores medios de ambas variables en las pacientes estudiadas resultaron con cifras de riesgo cardiometabólico.11,12,13
Se reconoce la obesidad como uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo. La OMS estimó que, a nivel mundial, el 52% de los adultos y el 30% de los niños sufren exceso de peso.14,15 Esta enfermedad se caracteriza por la grasa corporal excesiva asociada al desarrollo de múltiples trastornos metabólicos y estos, a su vez, causan otros problemas de salud.16
La medición de la circunferencia abdominal, por si sola, no puede determinar si la relación con el riesgo está asociado al tejido adiposo intraabdominal, subcutáneo o a ambos. El mecanismo no está aún bien esclarecido, pero existen diversas hipótesis. Una de las más antiguas implica al tejido adiposo intraabdominal como factor de riesgo metabólico al estimular el eje sistema nervioso central-adrenal mediante activadores ambientales, lo que causa depósito preferencial del tejido adiposo en el tronco y las alteraciones metabólicas asociadas a esos depósitos. Más recientemente se postuló que la grasa subcutánea puede almacenar una cantidad limitada de energía y el exceso iría a depósitos ectópicos en el hígado y en el músculo esquelético. El exceso de esta acumulación ectópica sería la causante de trastornos metabólicos en esos órganos. El aumento de la grasa intrahepática está fuertemente asociado a dislipemia e insulinorresistencia hepática, y el incremento de la grasa intramiocelular se asocia con insulinorresistencia del músculo esquelético. Estas hipótesis no son mutuamente excluyentes y es posible que ambos caminos estén involucrados en la asociación entre grasa abdominal y la aparición de consecuencias metabólicas adversas. La circunferencia abdominal constituye un marcador específico de la distribución de grasa corporal que puede identificar pacientes con incremento del RCM relacionado con la obesidad, mejor que la determinación del IMC, que no proporciona información acerca de la distribución regional de la grasa. Este es un aspecto de relevancia porque se ha establecido que el lugar de depósito y la distribución de la grasa en el cuerpo representa un riesgo diferente porque corresponde al tejido adiposo abdominal -específicamente al perivisceral (mesenterio, omentos)- el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo 2 y cáncer, entre otras consecuencias. Durante mucho tiempo se consideró al tejido adiposo como un órgano más bien pasivo, con la única función de almacenar energía en forma de triacilglicéridos para ser entregada en tiempos de deuda energética; pero lejos de ser un conjunto de células inertes, es capaz de producir un número elevado de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y las llamadas adipocitoquinas. Las más importantes son: leptina, adiponectina, resistina, interleucinas y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), entre otros.17,18,19,20