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Revista Cubana de Estomatología

versión impresa ISSN 0034-7507

Rev Cubana Estomatol vol.49 no.3 Ciudad de La Habana jul.-set. 2012

 

PEDAGOGÍA E HISTORIA DE LA ESTOMATOLOGÍA

 

Presencia en la Literatura Universal de charlatanes, sacamuelas y barberos

 

Presence of quacks, tooth-pullers and barbers in the world literature

 

 

Lic. Bernardo Manuel Núñez Pérez, Lic. Hilda Aleida Peguero Morejón

Facultad de Estomatología "Raúl González Sánchez". La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

La Literatura Universal, fuente de información y conocimiento, medio para enriquecer el acervo cognoscitivo y cultural de los profesionales de la estomatología; recoge en sus páginas las raíces de esta profesión, manifestada en la labor que realizaron los charlatanes, sacamuelas y barberos, así como el papel que jugaron en su construcción y desarrollo. El objetivo de este trabajo es identificar la presencia, en estas creaciones, de la actividad desarrollada por ellos. Se realizó la búsqueda bibliográfica en libros impresos y automatizados en Internet, Google Académico, para lo cual se usaron los descriptores charlatanes, sacamuelas, barberos, dientes, boca. Se consultaron quince obras y seleccionaron ocho en cuyas páginas se recogen referencias al tema que nos ocupó. La información se organizó sobre la base del orden cronológico de los autores. El estudio de las obras de la Literatura Universal consultadas nos permitió reconocer excelentes descripciones de la actividad de los charlatanes, sacamuelas y barberos, los cuales constituyen raíces históricas de la labor de los profesionales de la estomatología.

Palabras clave: charlatanes, sacamuelas, barberos, dientes, boca.


ABSTRACT

The world literature is a source of information and knowledge and a means of enhancing the cognitive and cultural stock of the dental professionals. Its pages collect the roots of this profession expressed in the work of quacks, tooth-pullers and barbers and their role in the creation and development of this discipline. The objective of this paper was to identify the presence of the activities carried out by them in these creations. Literature search was made in printed and computerized books and in the academic google on Internet, for which we used subject headings as quacks, tooth-pullers, barbers, teeth, mouth. Fifteen works were consulted; eight of them were selected for this paper since they made reference to this topic. The gathered information was organized by the chronological order of the authors. The study of these documents from the world literature allowed us to be aware of the excellent descriptions of the activities performed by quacks, tooth-pullers and barbers as part of the historical roots of the work of dental professionals.

Key words: quacks, tooth-pullers, barbers, teeth, mouth.






INTRODUCCIÓN

La lectura es importante como una actividad eminentemente social y fundamental para conocer, comprender, consolidar, analizar, sintetizar, aplicar, criticar, construir y reconstruir los nuevos saberes de la humanidad y una forma de aprendizaje que enriquece al ser humano. En tal sentido, la Unesco en su informe sobre la educación en el mundo (año 2000), ha señalado que los libros y el acto de leer constituyen los pilares de la educación y la difusión del conocimiento, la democratización de la cultura y la superación individual y colectiva de los seres humanos.1

La Literatura Universal, fuente de información y conocimiento, medio para enriquecer el acervo cognoscitivo y cultural de los profesionales de la estomatología; recoge en sus páginas las raíces de esta profesión, manifestada en la labor que realizaron los charlatanes, sacamuelas y barberos, así como el papel que jugaron en su construcción y desarrollo.

El charlatanismo existió desde tiempos muy antiguos, pero no hay duda de que fue en la Edad Media donde alcanzó su máximo desarrollo.

La mayoría de los charlatanes y sacamuelas actuaban habitualmente como vendedores ambulantes, que ofrecían inicialmente su habilidad manual para extraer piezas dentales. Entre ellos era habitual el espíritu de buhonero con el que intentaban vender, gracias a su abundante oratoria, cualquier cosa de las muchas que solían llevar en sus carros y cestas, siempre y cuando supusieran que podía existir el mínimo interés en el incauto comprador.2

Iban de feria en feria y de pueblo en pueblo, y era normal que tuvieran que escapar rápidamente o darse a la fuga antes de que los engañados se volvieran contra ellos. Abrían sus barracas y atraían al público con burdos reclamos, falsos diplomas y groseras payasadas. La clásica tarjeta de presentación se caracterizaba normalmente por un hermoso pregón en el que decoraban, adornaban y engrandecían los supuestos beneficios de los que disfrutaría el poseedor de tan preciada mercadería y si esto no era posible, por no existir beneficio alguno en ella, no dudaban en inventárselos.

Todo tipo de drogas, bebedizos, pócimas, ungüentos, a cada cual más fantástico, tuvieron su salida a elevado precio de sus manos. Es indudable que el charlatanismo en su mayor pureza ha tenido su mejor apoyo en la falta de sentido crítico del público que lo escucha.3

Iniciar el estudio de este interesante tema exige que nos detengamos en la comprensión y profundización del vocablo charlatanes-sacamuelas, para eso hemos retomado lo planteado por Dr. Julio González Iglesias, el que en El gran Tomás: el rey de los sacamuelas del "Pont Neuf" de París4 nos dice que el nombre proviene del italiano ciarlatano, que se deriva a la vez de ciarlare, charlar, parlotear, chinchorrear también se le llamaban saltaembanchi (saltaembancos o montaembancos), porque en las plazas se suben encima de una mesa. Acompañado de alguna atracción sorprendente solicitaban vender los productos más dispares. Los sacamuelas, también de venerable antigüedad, tomaron de los charlatanes el estilo desenvuelto, la palabrería, los trucos y los recursos para atraer y embrollar el auditorio.

Tanto se asemejaron a ellos que llegó el momento en que hasta el propio nombre asimilaron y se les llamó charlatanes-sacamuelas.

Cuando los caminos de Europa se hicieron más seguros en la baja Edad Media y en el Renacimiento, proliferaron estos caballeros de la ruta, pues no hay que olvidar que entre sus características estaba la de ser nómadas y errantes.

Visitaban las periferias y los mercados, las puertas de las murallas, las encrucijadas concurridas y todo lugar que propiciara la reunión de gente dispuesta a dejarse engatusar por sus argucias.

Conocer a estas figuras es penetrar en ellos, y muy especialmente en sus andanzas, que nos llevan por el camino de la historia de la estomatología, por lo que vemos que ya para el siglo XV su trabajo abunda por doquier, puesto que no hay nadie que se preocupe de estudiar científicamente las afecciones bucales. Cuando los saberes y los remedios estaban poco desarrollados, quienes manejaban los asuntos dentales eran gente iletradas de escasa formación y de procedimiento nulo.5 No todo en ellos era charlatanería para que las gentes sencillas creyeran en el conjuro mágico de sus brebajes y oraciones, sino que además poseían una gran habilidad manual para extraer dientes y muelas, fuese cual fuese su estado de conservación.6

A finales del siglo XV había llegado a tal extremo la charlatanería y el abuso de estos vividores de la profesión, que los gobernantes comenzaron a preocuparse un poco por esta situación y se vieron obligados a tomar medidas contra estos y otros muchos desmanes, además de preocuparse por la salud de la población y porque toda práctica, sobre todo la de estos sacamuelas, fuera controlada en alguna forma.

A causa de esta situación, los reyes católicos, el 9 de abril de 1500, dictaron una ley en la cual se exigía a los barberos una capacitación y un examen para poder ejercer legalmente el arte de sacar dientes y muelas, y que fue conocida como la "Pragmática de Segovia."7

Para el siglo XVI, considerado el Siglo de Oro de la Odontología, por el progreso alcanzado en la práctica del arte dental, lo ejercieron casi exclusivamente los dentistas ambulantes, mientras que a principios del siglo XVII, la cirugía dental ya señalaba un marcado progreso hacia la evolución conservadora tan menospreciada por los dentistas callejeros del anterior siglo.

Hacia finales del XVIII, el arte dental, que hasta entonces había sido casi del exclusivo dominio de charlatanes y sacamuelas callejeros, llegó a ennoblecer en ciertos medios.6

Ya en el XIX, la Odontología moderna estaba naciendo, se elevaban los conocimientos, aparecieron libros dedicados al arte dentario, nuevas técnicas, perfeccionamiento de los instrumentos, entre otras novedades.

El nivel intelectual y moral alcanzado por los dentistas con su preparación, a través de sus estudios, en facultades y escuelas especiales, la profusión de obras dedicadas al arte dentario, la aplicación de nuevas técnicas, el perfeccionamiento de los instrumentos, la necesidad de luchar contra la charlatanería y preparar un personal para estos fines, hasta llegar al lugar cimero que ocupa la estomatología, en el mundo de las ciencias médicas 5, hizo que obtuviera, a fines de este siglo, un progreso científico y práctico verdaderamente notable, razón por la cual la ciencia malhería a finales del siglo XIX al sacamuelas callejero y lo entregaba al siglo XX maltrecho.6

Es importante para los futuros estomatólogos conocer el camino recorrido por su profesión, así serán más conscientes del papel de ella en la historia de la humanidad.7

Por todo lo anterior, el objetivo de este trabajo es identificar la presencia, en estas creaciones, de la actividad desarrollada por sacamuelas, charlatanes, barberos como parte de la historia de la profesión.

Para la realización de este trabajo, se efectuó una búsqueda bibliográfica manual en libros impresos en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional "José Martí" y automatizados en Internet con el buscador Google Académico, para lo cual se usaron los descriptores charlatanes, sacamuelas, barberos, dientes, boca. No hubo restricciones en la selección de los materiales ya fuera por fecha, autores o estilos. Se utilizaron aquellos textos, que una vez leídos, en sus páginas se recogieran alusiones a los indicadores que se buscaban.

 

ANÁLISIS E INTEGRACIÓN DE LA INFORMACIÓN

En la obra de Noan Gordon, El Médico,8 encontramos un pasaje ilustrativo de la actividad de estos individuos cuando Robert Jeremy Cole, protagonista de la obra, se topa con un hombre que se le presenta así:

— Soy cirujano barbero y busco un aprendiz. Joven Cole, ¿sabes lo que hace un cirujano barbero?

¿Eres una especie de médico?

El hombre grueso sonrió.

De momento, es una definición bastante precisa. Bukerel me habló de tus circunstancias. ¿Te atrae mi oficio?"

De lo leído se comprende que el trabajo de los charlatanes no pasa de ser un oficio, que depende de la maestría para realizarlo, lo que sin dudas le garantiza sus ingresos. Más adelante en la obra aparece una descripción minuciosa del transporte que utilizaban para moverse de feria en feria y realizar las actividades propias de su oficio: "A cada lado del asiento delantero se alzaba un poste blanco rodeado de una gruesa tira semejante a una serpiente carmesí. Era un carromato cubierto, pintarrajeado de rojo brillante y adornado con dibujos color amarillo sol: un carnero, un león, una balanza, una cabra, peces, un arquero, un cangrejo..."

La descripción del trabajo en las ferias es de por sí minuciosa y refleja sin dudas la manera en que se practicaba el oficio, se destacan las características de la medicina que venden como salvadora y que no pasa de un engaño: "Buen día y mejor mañana dijo. Me alegro de estar en Farnham.

Y empezó a hacer juegos malabares. Sus dedos gordos lanzaban las pelotas al aire trazando un círculo constante, despacio al principio y, gradualmente, a una velocidad vertiginosa. Contó chistes y entonó canciones ligeras.

Barber esperó a que el barullo cesara y levantó un frasco de su medicina embotellada.

— ¡Señores, señoras y doncellas! Solo mi Panacea Universal prolonga el tiempo que os ha sido asignado y regenera los gastados tejidos del cuerpo. Vuelve elásticas las articulaciones rígidas y rígidas las articulaciones flácidas. Da una chispa pícara a los ojos agotados. Transmuta la enfermedad en salud, impide la caída del pelo y logra que vuelvan a brotar las coronillas brillantes. Aclara la visión nublada y agudiza los intelectos embotados. Se trata de un excelente cordial, más estimulante que el mejor tónico, un purgante más suave que una lavativa de crema. La Panacea Universal combate la hinchazón y el flujo sanguíneo lento, alivia los rigores del sobreparto y el sufrimiento de la maldición femenina, y extirpa los trastornos escorbúticos traídos a la costa por la gente marinera. Es buena para bestias o humanos, la perdición de la sordera, ojos doloridos, toses, consunciones, dolores de estómago, ictericia, fiebre y escalofríos. ¡Cura cualquier enfermedad!

Barber vendió una buena cantidad de frascos que tenía en la tarima. A continuación, Rob y él montaron un biombo, detrás del cual el cirujano examinó a los pacientes. Los enfermos y los achacosos hicieron una larga cola dispuestos a pagar uno o dos peniques por su tratamiento.

El cirujano barbero les contaba que la Panacea Universal era una medicina oriental que se preparaba haciendo una infusión de las flores secas y molidas de una planta llamada vitalia, que solo se hallaba en los desiertos de la remota Asiria. Sin embargo, cuando la Panacea empezó a escasear, Rob ayudó a Barber a preparar un nuevo lote y vio que la medicina se componía, básicamente, de licor corriente.

No necesitaban preguntar más de seis veces para encontrar a un campesino encantado de vender un barril de hidromiel. Aunque cualquier variedad habría servido, Barber siempre insistía en conseguir cierta mezcla de miel fermentada y agua conocida como metheglin.

Vitalia, la hierba de la vida de la remota Asiria, resultó ser una pizca de salitre que Rob mezclaba minuciosamente en un galón de hidromiel. Daba al alcohol fuerte un fondo medicinal, suavizado por la dulzura de la miel fermentada que constituía su base. Los frascos eran pequeños.

Compras el barril barato y vendes caro el frasco -solía decir Barber. Nosotros formamos parte de las clases inferiores y de los pobres. Por encima de nosotros están los cirujanos que cobran honorarios más abultados y a veces nos arrojan un trabajo desagradable con el que no quieren ensuciarse las manos, como si echaran un trozo de carne podrida a un chucho.

Por encima de este grupo de desdichados, están los condenados médicos, seres infatuados y que atienden a la gente bien nacida por afán de lucro.

¿Alguna vez te has preguntado por qué motivo este barbero no recorta barbas ni cabelleras?
Lisa y llanamente, porque puedo darme el lujo de elegir mis faenas. Aprendiz, de todo esto podrás extraer provecho si aprendes bien la lección: preparando el medicamento adecuado y vendiéndolo con diligencia, el cirujano barbero puede ganar tanto como un médico. Si todo lo demás fracasa, bastará con que hayas aprendido lo que te digo.

En la obra, el autor recoge la manera en que Barber le enseña a su recogido Rob las artes que bien sabía: "transmitió a Rob el toque seguro y la mano experta. En Buckingham, Barber le enseñó a arrancar dientes, ya que tuvieron la buena fortuna de toparse con un boyero aquejado de una infección en la boca. El paciente era tan grueso como Barber; una quejita de ojos saltones que no hacía más que despotricar contra las mujeres."

En Sueño de la muerte9 del singular crítico Francisco de Quevedo y Villegas quien calificó con su prosa especial a los sacamuelas de su época y sus intempestivas intervenciones al hacer anunciar con pasacalles que hacían mucho ruido "en tanto, vinieron unos demonios con unas cadenas de muelas y dientes, haciendo bragueros, y en esto conocí que eran sacamuelas, el oficio más maldito del mundo, pues no sirven sino de despoblar bocas y adelantar la vejez. Estos, con las muelas ajenas, y no ver diente que no quieran ver antes en su collar que en las quijadas, desconfían a las gentes de Santa Polonia, levantan testimonios a las encías y desempiedran las bocas. No he tenido peor rato que tuve en ver sus gatillos andar tras los dientes ajenos, como si fueran ratones, y pedir dineros por sacar una muela, como si la pusiera."

¿Quién vendrá acompañado de esta maldita canalla? -decía yo; y me parecía que aún el diablo era poca cosa para tan maldita gente, cuando veo venir gran ruido de guitarras. Alégreme un poco. Tocaban todos pasacalles y vacas.

¡Que me maten si no son barberos esos que entran!

No fue mucha habilidad el acertar, que esta gente tiene pasacalles infusos y guitarra gratisdata.

Fantina, importante personaje de la novela Los Miserables,10 de Víctor Hugo, se maravilla ante el pase de estos personajes que intentan comprarle sus incisivos: Al pasar por la plaza vio mucha gente que rodeaba un coche de forma caprichosa sobre el cual peroraba un hombre vestido de rojo. Era un charlatán dentista en ejercicio, que ofrecía al público dentaduras completas, opiatas, polvos y elixires.

Fantina se unió al grupo y se echó a reír como los demás, con aquella arenga en que había germanía para la canalla y jerga para la gente fina. El sacamuelas vio aquella hermosa joven que reía y exclamó de pronto:

¡Hermosos dientes tenéis, joven risueña! Si queréis venderme los incisivos, os daré por cada uno un napoleón de oro.

¿Y cuáles son los incisivos?- preguntó Fantina.

Incisivos - repuso el profesor dentista - son los dientes de delante los dos de arriba.

Resulta interesante que leamos el pasaje de la novela donde el brillante novelista refiere la manera en que nuestros protagonistas montan su tinglado para realizar su función: "La navidad del año 1823 fue muy brillante en Montfermeil… Los charlatanes y feriantes que habían llegado de París obtuvieron del señor alcalde el permiso para colocar sus tiendas en la calle ancha de la aldea y una banda de mercaderes ambulantes situó sus puestos con el mismo permiso en la plaza de la iglesia… toda aquella gente llenaba las posadas y tabernas y daban al país, tranquilo de suyo, una vida alegre y ruidosa. Hasta debemos decir, para ser fieles historiadores, que entre las curiosidades expuestas en la plaza había una especie de barraca en la que unos horribles saltimbanquis vestidos de harapos y procedentes no se sabe de donde enseñaban a los aldeanos de Montfermeil unos de esos horribles buitres de Brasil… los charlatanes presentaban la escarapela tricolor como un fenómeno único y formado expresamente por Dios para su colección de animales raros."

La actividad de los charlatanes - sacamuelas se hallaba muy ligada a la vida de los pueblos donde hubiese feria, carnaval; ahí era seguro que serían hallados; así como su manera peculiar de hacer su trabajo utilizando el ingenio popular para hacer su intervención menos dolorosa, por eso no es de extrañar que lo hallemos en la obra de Eduardo Galeano, Espejos una historia casi universal, en el capítulo titulado Fundación de La Anestesia11 asociados a este fenómeno "El carnaval de Venecia duraba cuatro meses, cuando duraba poco. De todas partes venían saltimbanquis, músicos, teatreros, titiriteros, putas, magos, adivinos y mercaderes que ofrecían el filtro del amor, la pócima de la fortuna y el elixir de la larga vida.

Y de todas partes venían los sacamuelas y los sufrientes de la boca que santa Apolonia no había podido curar. Ellos llegaban en un grito hasta los portales de San Marcos, donde los sacamuelas esperaban, tenaza en mano, acompañados por sus anestesistas. Los anestesistas no dormían a los pacientes, los divertían. No les daban adormidera, ni mandrágora, ni opio, les daban chistes y piruetas .Y tan milagrosas eran sus gracias, que el dolor se olvidaba de doler. Los anestesistas eran monos y enanos, vestidos de carnaval"

Estudiar la obra de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés,12 resulta siempre atrayente por lo que en ella reconocemos de La Habana del siglo XIX, pues nos ofrece desde su perspectiva la vida cotidiana del criollo de la época y sus costumbres. No está exenta la obra de recoger lo significativo que resulta la llegada del famoso sacamuelas Fiayo, capaz de llenar la sala de pacientes aquejados de diversas dolencias. Describe el autor la manera en que procedía el sacamuelas, podemos también conocer las características del sillón estomatológico que en la época era aún una rústica silla de madera.

Por aquellos días llegó a La Habana, desde el campo, el mágico dentista Fiayo, y como de costumbre, se hospedó en la casa del doctor Montes de Oca. No bien llegó a oídos de doña Rosa la noticia, cuando dispuso la engancharan el quitrín, y sola, con la hija doliente, se dirigió a la calle de la Merced. Llena estaba la sala de pacientes, unos en solicitud de los consejos o remedios del médico, otros de los servicios del famoso sacamuelas. Este ocupaba el segundo cuarto, cuya puerta y ventana daban al patio, y era por eso el más claro y a propósito para las operaciones de la boca.

Allí tenía una silla común de madera, en que hacía sentar al paciente con la cara al este, y en un dos por tres ponía al aire las raíces de la muela o el diente que le indicaba el interesado. Sucedía a veces que encontraba mayor resistencia de la que podía vencer con la fuerza del pulgar y del índice de la mano derecha; en cuyo caso, disimuladamente metía esta en la faltriquera del chaleco, cual si pretendiera enjugársela, se armaba de una llavecita de hierro, convertía el paletón en gatillo, el tronco en palanca, y el éxito era instantáneo y seguro.

Alejo Carpentier, en El reino de este mundo,13 recrea …Aquellas cabezas parecían tan reales aunque tan muertas, por la fijeza de los ojos como la cabeza parlante que un charlatán de paso había traído al Cabo, de años atrás, para ayudarlo a vender un elixir contra el dolor de muelas y el reumatismo.

Villaverde y Carpentier, trabajaron con la horma de la escala humana. Se valieron de las palabras para expresar estéticamente una visión del devenir terrenal y nos legaron un testimonio coherente y válido del propio ser y de sus circunstancias.14

Es pertinente citar aquí dos ideas , una de Focion Febres Corderos, en prólogo Enseñanza Odontológica y Subdesarrollo Venezuela (1853-1940): "En efecto, las vicisitudes de la Odontología comenzaron durante la Baja Edad Media cuando se acentuó la separación y luego la ruptura de la Medicina de la Cirugía, agravando así un conflicto absurdo que no solo repercutió en el concepto de la Cirugía, considerada por los médicos como simple oficio de artesano, sino también en quienes la ejercían, rebajados en su categoría científica y en aprecio público, por ello no es de extrañar que la profesión se degrade y anarquice dando lugar a una nueva clase laboral, la de los barberos cirujanos y que dentro de ellas se mezclaran, al lado de verdaderos e ilustrados cirujanos, sangradores, algebristas, masajista, trashumantes, charlatanes, sacamuelas, dentista, etc., los cuales al igual que trataban hemorroides y fracturas, sacaban muelas y callos y aplican lavativas y ventosas. La repugnancia por verse equiparados con sacamuelas y charlatanes, hizo que los médicos, primeros, y los cirujanos después, cayera en manos de personas cada vez menos calificada, la práctica odontológica, por ello el odontólogo como profesional casi dejó de considerarse como tal. Sin la unidad y diferenciación laboral que le es característica, la odontología desaparece como profesión y como ciencia, para convertirse en una simple actividad auxiliar o complementaria de quien quisiera desempeñarla, bien fuese médico, cirujano, barbero o vulgar charlatán."15

Ya Luis C. García Gutiérrez, conocido como Fisín, en su obra En torno al sillón, nos expresa:"Nuestra profesión nace como tal al menos, en Cuba, a partir del sacamuelas. Sacamuelas fue, al inicio, el barbero; a él acudía la persona que necesitaba extraerse una pieza dentaria, insomne todavía después de haber soportado una noche horrible de dolor incompatible con la vida misma. Tal vez, por esta razón el oficio de barbero está asociado con el acto quirúrgico de la extracción dentaria, la colocación de sanguijuelas, vale decir, con el manejo de la sangre. No es por casualidad que en todas partes del mundo, en el exterior de cada barbería, la insignia que identifica el lugar es un emblema o letrero, fijo o giratorio, con distintas bandas en colores, una de las cuales es roja como la sangre. No hay duda de que desde épocas remotas en que el hombre se adiestraba en esa práctica, la de ayudar a su semejantes aprendiendo a sacar muelas y dientes, lo hacía como si tratara de sacar clavos de un duro madero, tirando de estos, aferrándolos a sus dedos hasta removerlos y extraerlos. Era tanta la fuerza y la habilidad que desarrollaban algunos, que a él acudían muchos, confiados en sus hábiles y poderosas manos. Tuvieron que pasar muchos años para que llegara el día en que aquel oficio adquiriera nuevas destrezas en las manos del barbero sacamuelas. Y no fue de un salto que pasamos de las manos del barbero a las del odontólogo profesional, con los conocimientos médicos quirúrgicos indispensables para el tratamiento de las afecciones dentarias. Este fue un proceso que, aunque no lento, sí ha sido necesario vencer etapas ascendentes de superación constante."16

Ambas consideraciones, destacan el papel que jugaron en el desarrollo de la profesión estos individuos, quienes contaban con el nivel científico necesario para desempeñarla, pero que sí habían adquirido las habilidades para trabajarla.

Toda historia para ser contada requiere de un estudio de los factores que la rodean, y sin duda alguna, ella encuentra su expresión en la cultura, especialmente en la Literatura como expresión de los valores culturales de su época y de los rasgos que la tipifican, de ahí que la historia de los charlatanes, barberos y sacamuelas, recogida en las obras de los autores, nos revela la historia de la profesión y nos acerca a esos textos, así se aprende de una forma amena lo que de ella se ha recogido.

El estudio de las obras de la Literatura Universal consultadas nos permitió identificar excelentes descripciones de la actividad de los charlatanes, sacamuelas y barberos, los cuales constituyen raíces históricas de la labor de los profesionales de la estomatología.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. UNESCO. Informe sobre la educación en el mundo 2000. Madrid: UNESCO: Santillana; 2000. p. 183.

2. Estultolitos. Las Piedras de la Locura (II de VII). Disponible en: http://idd0073h.eresmas.net/public/artic10/artic10_2.html

3. Estultolitos. Las Piedras de la Locura (III de VII). Disponible en: http://idd0073h.eresmas.net/public/artic10/artic10_3.html

4. González Iglesia J. El gran Tomás: el rey de los sacamuelas del "Pont Neuf" de París. Gaceta Dental 113, diciembre del 2000.

5. Companioni Landín FA. Contribución a la Historia de la Estomatología Cubana. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2000. p. 39 - 40.

6. Arques Miarnau R. Historia anecdótica de la odontología a través del arte y de la literatura. Barcelona-Buenos Aires: Salvat Editores, S. A.; 1945. p. 105, 130, 145, 225, 274.

7. Álvarez Valls L. Por los senderos de la docencia estomatológica en Cuba. La Habana, Cuba: Editorial Científico-Técnica; 1988. p 33.

8. Gordon N. El Médico. Barcelona, España: Ediciones B, S.A; 1992. Bailen 84. p. 68, 119.

9. De Quevedo Villegas F. Sueño de la muerte. Disponible: http://www.biblioteca.org.ar/libros/260.pdf

10. Hugo V. Los Miserables. Disponible en: http://www.biblioteca.org.ar/autort.asp?texto=h&tipo=1&tipos=3&tiposs=4&offset=150

11. Galeano E. Fundación de la Anestesia. En: Espejos una historia casi universal. Buenos Aires, Argentina: Editora Siglo Veintiuno; 2008. p. 131.

12. Villaverde C. Cecilia Valdés. t 1. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas;1980. p. 366.

13. Carpentier A. El reino de este mundo. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas; 1982. p. 36.

14. Otero L. Avisos de ocasión. La Habana, Cuba: Ediciones Unión; 2006. p. 23.

15. Saturno Canelón J. Enseñanza Odontológica y Subdesarrollo Venezuela, 1853-1940. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Odontología. Caraca, Venezuela: Imprenta Universitaria; 1975. p. 17.

16. García Gutiérrez LC. En torno al sillón: Apuntes de vida y batalla. La Habana, Cuba: Colección Memorias; 2010. p. 193.

 

 

Recibido: 18 de junio de 2012.
Aprobado: 30 de junio de 2012.

 

 

Lic. Bernardo Manuel Núñez Pérez. Facultad de Estomatología "Raúl González Sánchez". La Habana, Cuba. Correo electrónico: bernardomanuel@infomed.sld.cu