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Revista Cubana de Farmacia

versión impresa ISSN 0034-7515versión On-line ISSN 1561-2988

Rev Cubana Farm v.43 n.1 Ciudad de la Habana ene.-abr. 2009

 

EDITORIAL

 

Responsabilidades bioéticas en la atención farmacéutica

 

Bioethical responsibilities in the pharmacy care

 

 

Dra. C. Ruth D. Henriques Rodríguez1; Dra. C. Edita Fernández ManzanoII

ICentro de Estudio de Salud y Bienestar Humano, Universidad de La Habana
II Instituto de Farmacia y Alimentos, Universidad de La Habana

 


 

 

Ha sido creciente el desarrollo de nuevos y potentes fármacos en las últimas décadas del pasado siglo, lo que ha incrementado el arsenal terapéutico y ha condicionado la aparición de reacciones adversas no conocidas.

Ante ello al profesional farmacéutico le corresponde asumir nuevas responsabilidades ante la sociedad y la práctica sanitaria, donde el paciente, en su condición de ser humano será el principal beneficiario.

El desarrollo que en las últimas décadas del pasado siglo alcanzó la profesión farmacéutica en lo que a farmacoterapia del paciente se refiere, exige ahora como objetivo fundamental mejorar tanto la salud, como la calidad de vida de este, sobre la base de una profunda fundamentación ética.

Cuando Hepler y Strand de las universidades de Florida y Minnesota, en 1990, se pronunciaron hacia nuevos deberes y responsabilidades de la farmacoterapia del paciente señalaban que: el profesional farmacéutico deberá asumir nuevas responsabilidades que le permitan lograr resultados concretos en mejorar el estado de salud y la calidad de vida de la población tributaria de sus servicios, surgiendo así la filosofía de la Atención Farmacéutica (AF).1

La AF como nueva orientación de la profesión ha permitido tener como objetivo fundamental y centro de atención profesional al paciente, elevando notablemente el función del farmacéutico como personal de salud, al responsabilizarse con los resultados en lo que a decisiones y acciones se produzcan mediante el cuidadoso uso de los medicamentos.2

Esta nueva dirección científica debe organizar y aplicar una respuesta eficiente a los problemas que resultan del crecimiento de la esperanza de vida y del cambio del perfil epidemiológico con la creciente prevalencia de las enfermedades crónico-degenerativas en los países desarrollados. Para llevarla adelante, es necesario establecer una relación diferente entre el farmacéutico y el paciente, así como entre el farmacéutico y el médico, lo
cual requiere desarrollar un trabajo en común que permita identificar, prevenir y resolver los problemas que surgen del tratamiento farmacológico.3

La bioética (del griego "bio" vida y "ethos" ética) comprende el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto se examina esta conducta a la luz de los valores y los principios morales.

Las diferentes respuestas individuales a los medicamentos complican el problema planteado y exigen una formación bioética que permita enfrentar los dilemas de la práctica terapéutica y sus conflictos, donde el perjudicado habitualmente es el paciente.

Los cambios producidos en la profesión farmacéutica a nivel mundial en los últimos años pueden observarse fundamentalmente en las oficinas de farmacia, lo que implica más protagonismo de este profesional. Esto conlleva aspectos tan relevantes como prevenir riesgos iatrogénicos evitables y aquellos problemas que tienen que ver con el uso racional de medicamentos (URM) debido a una automedicación creciente que es de tanta importancia y preocupación de países y gobiernos.

El desarrollo de la AF, o sea, la atención individual de un paciente en el establecimiento de farmacia, no obstante en la actualidad es todavía incipiente, y es por ello que es preciso trabajar para que en un futuro no lejano pueda ser implementado en la mayoría de los países.

Esta nueva gestión permitirá al farmacéutico incorporar una serie de funciones de forma integrada con la labor de otros profesionales de la salud, lo cual implica una reflexión ética, junto a las funciones profesionales reconocidas, teniendo entre sus deberes el servicio a la sociedad.4

Se observa un gran avance en la medicina moderna, pero no debe desconocerse el olvido de la dignidad y respeto al enfermo en que se puede incurrir en la búsqueda de la tecnología médica más sofisticada

Por ello se necesita el rearme ético de los profesionales de la salud que permitirá el ejercicio pleno en las acciones de curar, cuidar, aliviar o simplemente apoyar cuando no sea posible otro tipo de acción.

Se deberá hacer un esfuerzo para hermanar las ciencias farmacéuticas con las ciencias sociales, como una necesidad en la formación de los profesionales que demanda la socie dad del siglo XXI, haciendo del ser humano el eje fundamental de todo proceso científico, tecnológico y del ejercicio profesional.

La necesidad de una proyección bioética, exige de las universidades, en la formación de sus estudiantes, prioridad y atención. Promover la interdisciplinaridad mediante la inclusión de áreas diferentes del conocimiento especialmente las humanistas es muy importante, pues es en definitiva el ser humano el centro de interés de esta profesión.

En el caso de los profesionales de la salud, requieren en su formación sólidos conocimientos y valores que le permitan tener una elevada dimensión ética, permitiéndole fomentar, preservar y recuperar la salud.

No se refiere la bioética a nuevos principios éticos, sino a la aplicación de aquellos principios generales a los nuevos problemas que se ofrecen a consideración de la acción humana en el reino de la vida.

En un trabajo anterior ¨Bioética en la formación del profesional farmacéutico" se fundamentaron las razones de la incorporación de la bioética en la formación de los estudiantes.5

Todo profesional de salud está en la obligación de no utilizar sus conocimientos en relación con el enfermo para hacerle daño. El principio de no maleficencia establece la obligación de no causar daño o perjuicio (Primium non nocere).

El desarrollo científico y las nuevas tecnologías que permiten posibilidades no conocidas anteriormente, suscitan nuevos problemas no previstos por la ética tradicional, de ahí la importancia que tiene para el profesional farmacéutico en su formación.

Es preciso recordar que en el Informe Belmont, la bioética opera a la luz de 4 principios fundamentales: el ya citado principio de no maleficencia, la beneficencia, la autonomía y la justicia.

El principio de beneficencia, en su sentido etimológico "hacer bien", no es una caridad ineficaz paternalista. Se refiere a una acción realizada en beneficio de otro; exige que se realicen actos positivos para promover el bien y la realización de los demás.6

El principio de autonomía, relacionado con la persona objeto de análisis, sus convicciones, opiniones o elecciones, la cual debe estar protegida especialmente por estar enferma o tener algún problema de salud. Por lo que puede afirmarse que el consentimiento informado, es la primera concreción del respeto a la autonomía, es lo fundamental en la responsa bilidad de decisión de toda persona capaz.

El principio de justicia establece la igualdad en dignidad de toda persona, religiosa e ideológica.

Organismos internacionales vinculados al cuidado de la salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han manifestado su preocupación por la escasez del personal farmacéutico con la formación bioética.7 También resulta muy significativo que la poderosa industria farmacéutica aún no se proponga dedicar dentro de sus cuantiosas ganancias, recursos para el desarrollo de programas que permitan la formación y desarrollo bioético.

El ejercicio de la AF iniciado por Hepler y Strand promueve nuevas responsabilidades de los profesionales farmacéuticos en la farmacoterapia, de forma tal que su utilización permitirá obtener resultados concretos en la mejora de la calidad de vida de los pacientes, y para el logro pleno de sus objetivos, es imprescindible la incorporación de los clásicos temas de la ética o moral médica, dado que su ejercicio, no se refiere solo a aquellos problemas que surgen en el ámbito sanitario, sino que incluyen una preocupación generalizada por toda la vida.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Hepler CD, Strand LM. Opportunities and responsabilities in pharmaceutical care. Am J Pharm. 1990;47:533-43.

2. Alfonso T, Pigi A. Presente y futuro de la ética y deontología farmacéutica. El Farmacéutico. 1996;172:81-4.

3. Amor Pan JR. Introducción a la bioética. Madrid: Promoción Popular Cristiana 2005.

4. Voltero LD. The code of ethics for pharmacist. Am J Health-Sys Pharm. 1995; 52:2096.

5. Henriques RD. Bioética en la formación del profesional farmacéutico. Rev Cubana Farm. 2006;40(3). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-75152006000300010&lng=es&nrm=iso

6. Gafo J. Ética y legislación en enfermería. Editorial Universitas SA, Madrid, 1994.

7. OMS. Uso racional de medicamentos: progresos realizados en la aplicación de la estrategia farmacéutica de la OMS. Documento EB 118/6. Ginebra: OMS; 2006.

 

 

Recibido: 5 de octubre de 2008.
Aprobado:6 de noviembre de 2008.

 

 

Dr. C. Ruth D. Henriques Rodríguez. Centro de Estudio de Salud y Bienestar Humano. Universidad de La Habana. San Lázaro y l, El Vedado, municipio Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. Correo electrónico: cesbh@matcom.uh.cu

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