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Revista Cubana de Medicina

versión impresa ISSN 0034-7523versión On-line ISSN 1561-302X

Rev cubana med v.37 n.1 Ciudad de la Habana ene.-mar. 1998

 

Editorial

Editorial

Hospital Provincial Clínicoquirúrgico "Celia Sánchez Manduley"; Manzanillo, Granma Servicio de Medicina Interna.

Dr. Cesar Mustelier Fernández, Dr. Luís Alejandro Ramón Mariño y Dr. Arturo Luís Almunia Leyva

Descriptores DeCS: GENOMA HUMANO

Subject headings: GENOME, HUMAN

Un enigma amenaza al hombre: el enigma del gen. Inteligencia y dinero trabajan sin descanso en la entusiasmante idea de entregarnos en los primeros 10 años del próximo siglo, el accidentado relieve de nuestra cautivante geografía genética. Entonces, el hombre tendrá en sus manos el poder que nunca ha tenido. De la forma en que lo use, dependerá que pueda crear una paz como la que nunca le ha dado ninguna de sus guerras o, crear una guerra con la que nunca se alcanzará ninguna paz.

Todo comenzó en el silencio de un patio monasteriol, cuando un monje austríaco, sabio y bueno, pasaba sus horas haciendo cruzamientos de semillas de guisantes. Lejos estaba Gregor Mendel de imaginar que 150 años después, y como resultado de sus nobles experimentos, la humanidad se vería en la fatídica disyuntiva shakesperiana del ser o no ser, del estar o el no estar, 1 o de cómo se quiera interpretar el original en inglés.

Nada tengo que sea mío... sólo mis genes. Nada tengo para dejarle a mis hijos... sólo mis genes. Es éste, y no otro mi único patrimonio. Es éste, y no otro, el único patrimonio perdurable e indestructible que la naturaleza ha legado a los seres vivos con la única exigencia de que le permitan que sea ella quien seleccione, escoja y combine los caracteres genéticos que deben expresarse.

Esto último es un principio sagrado de la biología. A punto estamos de profanarlo. De eso se trata. Y es esto lo que preocupa, tanto a los que creen en Darwin como a los que creen en Pedro Apóstol.

Vivimos en un mundo heterogéneo: heterogeneidad de especies, de razas, de culturas, de gustos, de ideas y de ideologías. Eso es lo que nos ha identificado siempre y lo debemos de defender para que nos siga identificando. El equilibrio de esaheterogeneidad es el resultado de la labor ardua y sabia de la naturaleza.

Tenemos la naturaleza, pero también, los conocimientos para transformarla. Lo que no tenemos es patente para ultrajar la integridad física y psíquica de la más perfecta de sus obras: la persona. Apenas conocemos la verdad absoluta sobre el hombre, pero, como dijo alguien, "estamos muy cerca de transformar al hombre sin conocer todavía a ese hombre". Ojalá que nunca esta profecía se haga realidad. Nos vienen a la memoria los versos de Rubén Dario:

"No saber a dónde vamos ni de dónde venimos".2

Lo que Hitler no pudo hacer con las armas, lo hubiera podido lograr con el mapa genético. El peligro no ha desaparecido. Proliferan el racismo y las discrepancias entre ideologías sociales, también lo hacen entre sí las diferentes formas de la creencia religiosa. Parafrénicos existen y dinero hay mucho, ¿cómo sería un mundo unirracial, de personas blancas y pelo acaramelado y con inteligencia de genios? ¿cómo sería un mundo de negros o judios?, ¿ Cómo sería el futuro de una persona si ya antes de ser concebida se sabrá si va a ser varón o hembra, gordo, flaco, calvo, homosexual o sabio? paralelo a esto está el controvertido aspecto del patentado. Aparece en NATURE el siguiente dato: entre 1981 y 1995 se inscribieron 1 175 patentes sobre el material genético humano. Hace apenas escasos meses se vendió en 70 000 000 de dólares la patente de un gen asociado a la obesidad.

La humanidad se alegra con cada nuevo logro de la ciencia. ¡Cómo no ha de ser así! Pero también cada nuevo invento despierta ciertas reservas. O, acaso no recordamos que la prometedora era nuclear fue inaugurada con una artefacto que causó y aún causala muerte de miles de personas. ¿Pensarían alguna vez Rütherford, Niels Bohr, Max Plank, Maxwell o Albert Einstein que sus pacíficos experimentos tendrían tan desacertada utilización? ¿Imaginaron John Hunter o Setptoe y Eduard, creadores de la inseminación artificial y de la fecundación in vitro, que detrás de su sano propósito de aliviar el dolor y la soledad a la pareja infértil se movería tan mezquino y sustancioso mercado?

La vida ha demostrado que para la ciencia no hay límites. La labor científica es desenfrenada y sin coto. Lo que sí tiene límites es la moral.3 Esta idea la resume con certeza el teólogo español Javier Gafo al decir que se debe "discernir entre lo científicamente posible y lo moralmente aceptable".4 Pensamos que es esa la misión principal de la ética: poner riendas a los científicos.

En este sentido, lo que la ciencia promete es realmente tentador. Se necesita que los hombres de ciencia tengan suficiente claridad y coraje para resistir tal tentación. George Wald, nóbel de medicina, reclama que la comunidad científica declare inviolable el patrimonio genético humano.5 Juan Pablo II, pide que las manipulaciones genéticas sean practicadas solamente según una finalidad estrictamente terapéutica. Y añade: una intervención que se fije como objetivo la curación de algunas enfermedades cromosómicas (como el síndrome de Down), o genéticas (como la anemia de células falciformes) será considerada como deseable, teniendo en cuenta que tiende a la promoción del bienestar personal del hombre sin atentar contra su integridad o deteriorar sus condiciones de vida.6, 7 [Discurso de la Academia Pontificia de Ciencias, (23 de octubre de 1982)]. En otras declaraciones, el máximo representante de la iglesia se ha manifestado en contra de la posibilidad de creación de nuevas formas de marginación. La compañía británica de medicamentos SMITHKLINE BEECHMAN PLC, concedió 1 000 000 de dólares a la Universidad Stanford para comenzar un nuevo programa de ética genética. Recientemente, la Organización de la Industria Biotecnológica, la mayor compañía estadounidense de ese sector, creó un comité que se ocupará principalmente de asesorar sobre qué tipo de investigaciones deben o no emprenderse.

En Europa se aprobó el Código de Ética para Investigación en el Genoma, que entre otros aspectos, plantea:

Se prohíbe cualquier test genético que no esté directamente encaminado a fines de salud, sujeto a consejo genético y se veta cualquier discriminación derivada de la herencia genética.

Se prohibe la intervención en la línea germinal, mientras que en la somática sólo se podrá realizar con fines terapéuticos.

La elección del sexo sólo se permitirá a aquellos casos donde se persiga evitar una enfermedad hereditaria.8

Estos códigos no son leyes. No pueden ser impuestos a nadie. Debemos recordar que también existen códigos para el uso pacífico de la energía nuclear y en contra de la comercialización de órganos humanos.

No defendemos principios biologicistas, naturalistas, ni religiosos. Sólo anteponemos el valor de la dignidad humana a los demás valores: al valor de la ciencia, de la política y del dinero. Es ese el objetivo de este trabajo.

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