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El crecimiento y desarrollo humano está determinado, desde la etapa embrionaria, por su genética y los factores ambientales con los que interactúa.
Los riesgos para la salud infantil y adulta pueden programarse durante las etapas fetal y neonatal y esta programación metabólica precoz puede afectar al desarrollo posterior de enfermedades no transmisibles (ENT). El período que comprende desde la concepción del embarazo hasta los dos años de edad, se caracteriza por una gran plasticidad que constituye la ventana de oportunidades para intervenir y prevenir el riesgo de estas enfermedades.
Los resultados de salud y enfermedad resumen una trayectoria dinámica en la cual se agregan factores protectores para una vida saludable o factores de riesgo de enfermedades del individuo y las comunidades.
El concepto de oígenes del desarrollo de la salud y las enfermedades (DoHaD) redimensiona el papel del equipo de salud materno infantil y debe guiar las políticas públicas dando prioridad a los primeros 1000 días de vida para lograr un desarrollo saludable del producto de la concepción.1
El concepto de una sola salud defiende que la salud de los humanos depende del estado de salud de los animales y del medio ambiente, ya que todos sus ecosistemas están inevitablemente interrelacionados, por lo que la colaboración interdisciplinaria entre profesionales es necesaria para proteger la salud global del planeta. Como todo concepto, su éxito depende de contar o no con un plan táctico aplicable, realista y transversal.
Debido a que aproximadamente dos tercios de las enfermedades infecciosas humanas conocidas se comparten con los animales y la mayoría de las enfermedades emergentes están asociadas con la vida silvestre, una sola salud se ha centrado en el nexo entre la salud humana y animal, incluidas las zoonosis y la resistencia a los antimicrobianos. Los tres componentes de Una sola salud (salud humana, animal y ambiental) no pueden separarse y los tres necesitan atención urgente.
Muchas zoonosis que se han convertido en pandemias se han relacionado con factores ambientales como la deforestación y se ven agravadas por el cambio climático.
No se logra asegurar la salud humana mientras no se tenga en consideración la salud ambiental.
Los enfoques de Una Salud pueden ayudar a abordar las inequidades ambientales y de salud de manera integral, promoviendo el acceso equitativo a los servicios disponibles y fomentando una gestión sólida de los recursos naturales y los ecosistemas.2
La formación de la microbiota es de vital importancia durante los 1000 primeros días de la vida y es responsable en gran medida del proceso salud enfermedad a partir de la interacción de la madre con el medio ambiente (epigenética) en el cual la nutrición, la vía del nacimiento (parto o cesárea), la lactancia materna (exclusiva o no), el uso inadecuado de antibióticos y la exposición del niño a un ambiente contaminado son puntos clave en su composición.
Las alteraciones en los patrones de colonización bacteriana a partir de una nutrición inadecuada en calidad, cantidad y la presencia de xenobióticos se asocian a una microbiota disbiótica con un mayor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, incluidas asma, obesidad, cardiopatías congénitas, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo I y tipo II, enfermedad inflamatoria intestinal, autismo y párkinson.3
La comunidad internacional se ha pronunciado para erradicar la pobreza del mundo a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Algunos de sus objetivos proponen la sostenibilidad de la agricultura, la disponibilidad, gestión y saneamiento del agua, evitar los efectos devastadores asociados al cambio climático, así como lo relacionado con la conservación de los océanos, bosques y desertificación.
En estos momentos es importante el concepto integrador de una sola salud como estrategia específica para lograr una población infantil saludable que se convierta en adultos sin factores de riesgo. El ejemplo más reciente de este desequilibrio en el siglo xxi es la pandemia de COVID-19 con un alto costo humano, económico y social.
En el contexto de la educación médica, tanto en el pregrado como en el posgrado, este tema reviste especial importancia dada la necesidad de contemplar en los planes de estudio, una visión integral de salud que incluya los componentes de la salud humana, animal y los ecosistemas que interactúan.
