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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

Print version ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  no.94 Ciudad de la Habana July-Dec. 2003

 

Médicos en el internacionalismo Congo Leopoldville, 1965

Por el
Dr. Héctor I. Vera Acosta*

Introducción

Los alumnos del curso que se inició en la antigua Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana en marzo de 1956 concluyeron sus estudios en septiembre de 1964, de ese grupo, uno fue ubicado para cumplir su servicio social rural en la Sierra Maestra, meses después fue llamado al Ministerio de Salud Pública en La Habana, su nombre, Rafael Zerquera Palacios. Tenía unos 30 años de edad, era de piel negra. Se entrevistó con el Ministro, en aquel entonces Comandante José Ramón Machado Ventura, quien le propuso salir al extranjero en una misión especial. Zerquera aceptó inmediatamente el cumplimiento de dicha misión y después de los trámites de rigor en unión de un grupo de combatientes, y por diferentes vías, llegaron a Dar es Salaam, capital de Tanzania. A cada integrante del grupo se le asignó un nombre en Swahili, Zerquera se llamaría a partir de aquel momento "Kumi". Días después entrarían en territorio del Congo Leopoldville (24 de abril de 1965).
En el mes de marzo de 1965 fue llamado al Ministerio otro egresado del Curso 1956-1964, Diego Lagomasinos Comezaña, a quien se le encomendó la tarea de hacer una lista de compañeros que estuvieran en disposición de cumplir una misión en el extranjero, sin precisar el país. Esa relación la integraban: Rodrigo Álvarez Cambras, Manuel Jacas Tornés, Julián Álvarez Blanco, Gregorio Herrera Guerra, Raúl Candebat Candebat, Héctor I. Vera Acosta y por supuesto, Diego Lagomasinos Comezaña.

El grupo completo se reunió en La Habana a fines de abril de 1965 y sin aún conocer exactamente el destino, se comenzó una preparación de tipo quirúrgica con el doctor Digno Albert del Portal, quien nos recordó procederes de traqueotomía entre otras técnicas. Otra actividad que cumplimentamos fue la de vacunación con lo pedido para los viajes internacionales.

Un grupo lo integramos Raúl Candebat Candebat, quien había sido interno- vertical de ortopedia; Gregorio Herrera Guerra, cuyo internado había sido en ginecoobstetricia; el tercero, Héctor I. Vera Acosta, que fue interno rotatorio.

Otro grupo lo constituirían Rodrigo Álvarez Cambras, Manuel Jacas Tornés y Julián Álvarez Blanco. Sus internados habían sido en ortopedia, cirugía y rotatorio respectivamente. Fuera del grupo quedaba Diego Lagomasinos Comezaña, ex interno rotatorio, quien posteriormente se integraría con Octavio de la Concepción y de la Pedraja (Tabito) y Adrián Zanzeric, haitiano que había culminado sus estudios de medicina en Cuba, en un tercer grupo.

El primero y tercer grupos, en unión de Rafael Zerquera Palacios cumplirían misión en el entonces conocido Congo Leopoldville, haciendo el viaje por diferentes vías hasta llegar a Dar es Salaam, mientras el segundo grupo iría al Congo Brazzaville en espera de ingresar al Congo Leopoldville.

¿Fueron Rafael Zerquera Palacios, Raúl Candebat Candebat, Gregorio Herrera Guerra, Héctor I. Vera Acosta, Diego Lagomasinos Comezaña, Octavio de la Concepción y de la Pedraja y Adrián Zanzeric, los únicos médicos que estuvieron en el Congo Leopoldville? La respuesta es no.

Fig. 2. Cmdte. Dr. Ernesto "Che" Guevara de la Serna.

Dos médicos más participaron en esta misión aunque con tareas diferentes: Ernesto Guevara de la Serna, más conocido por Ernesto "Che" Guevara, jefe del grupo de combatientes cubanos y Oscar Fernández Mell, Jefe del Estado Mayor del grupo de cubanos, este último dedicado a la ortopedia antes de su incorporación al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. El "Che", que entró en el Congo Leopoldville en el inicio de la campaña se puso el nombre de "Tatu". El significado de "Kumi" era diez y "Tatu" tres. Los médicos del segundo grupo adoptaron los nombres que aparecían en un diccionario cuando abrían este: Candebat "Chumi", Gregorio "Fara", Vera "Hindi". El tercer grupo adoptó nombres geográficos: Tabito "Morogoro", Lagomasinos "Fizi" y Zanzeric "Kazulu", a Fernández Mell el nombre se lo asignó el "Che", "Siki" (vinagre) en honor a su carácter. Con el tercer grupo viajó un enfermero anestesista, Domingo Oliva, a quien nombraron "Kimbi".

La entrada al Congo Leopoldville

El primer grupo integrado por Raúl Candebat "Chumi", Gregorio Herrera "Fara", y Héctor I. Vera "Hindi", salió de Cuba en el mes de mayo de 1965 en un TU 114 hacia Moscow y después de una corta estancia salieron por El Cairo y al día siguiente llegaron a Dar es Salaam, hospedándonos en un hotel hasta que se completó el grupo de combatientes y salimos hacia Kigoma en camiones.

Al llegar a Kigoma los médicos y el personal de Jefatura nos hospedamos en la casa del Gobernador hasta que nos reunimos nuevamente con los combatientes a la orilla del Lago Tanganyika.

Antes de embarcar nos entregaron a cada médico una pistola P-38 (sería el 23 ó 24 de junio). Habían dispuestas tres embarcaciones, en dos de ellas embarcaron los combatientes y un médico en cada una, en la tercera solamente viajaba un cubano y uno de los médicos, "Hindi", la embarcación iba llena de mercancías, el capitán, un congeles con su ayudante.

Esta tercera embarcación fue la última en llegar pues el motor se paró algunas horas después de la partida y se arregló tras varios intentos. El haber ubicado un médico en cada embarcación era por si ocurría un percance, siempre llegara algún médico al otro lado del lago.

Llegamos poco antes del amanecer, cuando fui a coger mi mochila que yo no había subido a la embarcación, me pude percatar que su peso era excesivo pues a duras penas la podía levantar, el cubano que viajaba conmigo cogió su fusil y mi mochila saltando de la embarcación y acto seguido yo lo imité.

Subimos una pequeña cuesta y oímos voces, eran nuestros compañeros de viaje que descansaban tendidos en la yerba. Ya apuntaban los primeros destellos del día y pudimos ver una choza rectangular de la cual salía Zerquera "Kumi", hecho todo un médico guerrillero, nos dimos un fuerte abrazo y comenzamos a conversar acerca de las actividades en Kibamba, que era el nombre del punto de desembarco, cuando interrumpimos la conversación para desayunar e iniciar los preparativos con vistas al traslado de los combatientes al campamento de Lulabourg, conocido por la Base de Lulabourg, lugar donde se encontraba el Jefe del Grupo y cuyo nombre no se había mencionado.

Dejé la mochila grande con "Kumi" y me entregaron una pequeña de fácil manejo, nos integramos a la columna que iniciaba la marcha.

El ascenso de la loma y el encuentro con el "Che"

La columna se formó sobre la marcha, los combatientes cargaban sus mochilas, fusiles y alimentos. Los tres médicos nos integramos y también cargamos algunas latas, apenas habíamos caminado unos 500 metros los que íbamos en la retaguardia, cuando se dio la voz de ...¡Avión! y rápidamente, sin pensar en las serpientes nos tiramos fuera del camino. La yerba nos cubría prácticamente. La vanguardia y el centro de la Columna ya había penetrado en zona poblada de árboles.

Eran dos aviones que volaban cerca de la orilla, paralelo a la costa y que siguieron su rumbo sin molestarnos. Rápidamente nos levantamos y cubrimos los pocos metros que nos separaban del monte por donde ya había pasado el resto de la columna. Según transcurría el tiempo la columna se alargaba pues no todos tenía en ese momento igual preparación física.

De los médicos, Candebat era el primero, Gregorio el segundo y yo el tercero.

Ya en horas de la tarde me encontraba bastante agotado y lo que hacía era seguir el sendero donde se podían observar las huellas del calzado de los compañeros. Cada vez los descansos eran más y más prolongados que el tiempo de marcha, aquella pequeña mochila con las pocas latas pesaba extraordinariamente, la pistola me molestaba y no divisaba el campamento.

Cerca de las cuatro de la tarde, llevando unas 7 u 8 horas de marcha vi avanzar en dirección contraria un niño mal vestido, sin zapatos, el se me acercó y por señas me pidió la mochila y que me apoyara en él para seguir la marcha. Media hora después llegaba al campamento y me dejé caer al lado de un árbol, mirando todo a mi alrededor.

Unos minutos después, de una choza que estaba a unos 50 metros salía un hombre alto con boina y avanzaba hacia mí, era el "Che". Antes de que llegara me puse de pie como si un resorte me hubiera empujado. Sonriente me preguntó si era artillero pues tenía cara de matemático, le contesté que no, que era médico y me dijo que descansara.

Después vimos a "Chumi", que era militante del Partido, y nos refirió que había conversado con el "Che" quien le había comunicado que "Kumi" era el Jefe de los Servicios Médicos, con lo cual nosotros estábamos totalmente de acuerdo, así mismo se ratificó el nombre de cada uno, pero dejando un solo nombre pues nosotros habíamos tomado dos nombres en Swahili.
Esa tarde, comimos con el resto de los compañeros y nos retiramos temprano a una choza para dormir, había frío pero teníamos buenos abrigos. Se dormía con toda la ropa puesta, así como el abrigo.

A la mañana siguiente, después del desayuno iniciamos el descenso, iban algunos combatientes y los tres médicos. Teníamos instrucciones de presentarnos a "Kumi" e iniciar nuestra labor de médicos.

Ejerciendo la medicina a la orilla del lago

El descenso fue menos tormentoso que lo que habíamos pensado, llegamos a la hora del almuerzo.
Esa tarde "Kumi" comenzó las primeras clases de francés con el objetivo de poder atender a un paciente mediante un traductor, así mismo nos comunicaba que no había acciones bélicas, y nos precisaba algunas características de los dirigentes de la Revolución Congolesa. El cuadro que nos dibujaba no se correspondía con las expectativas nuestras. Esa noche amarramos las hamacas en la parte de la choza que era la habitación de dormir, las cuatro hamacas quedaban holgadas. Había frío y se dormía con ropa y el abrigo. A la luz del candil se veían los ratones pasando por los horcones del techo, pero no pasaban a las hamacas.

La otra parte de la casa servía de almacén, y el cocinero así como otros compañeros dormían en ella. La cocina estaba frente a la casa y eran piedras que sostenían las ollas. Se cocinaba con leña y al aire libre. Al fondo de la casa había una especie de letrina.

Con los primeros rayos del sol nos levantamos y después del desayuno, descendimos unos metros y nos encontramos con una pequeña explanada de unos 40 ms2, en uno de cuyos extremos había una choza de una sola habitación de unos 16 ms2 que era el consultorio. Uno de los lados de la explanada era un farallón que tenía una cueva, la que servía de refugio en caso de ataque aéreo. El otro lado de la explanada era una ribera de un arroyo de aguas cristalinas el que se deslizaba desde las montañas que rodeaban lo que sería lugar de residencia y de trabajo durante varios meses.
"Kumi" nos contó que a los pocos días de haber llegado y después de organizarse, comenzó a brindar asistencia médica en unión del "Che" a la población así como a los combatientes. Algunos cubanos fueron víctimas del paludismo, para ello tenían medicamentos. En el mes de mayo tuvo que atender al "Che" que enfermó con fiebre muy elevada y vómitos. Se empleó cloranfenicol y cloroquina y al cuarto día comenzó a bajar la fiebre.

Los primeros días estábamos al lado de "Kumi" escuchando y viendo lo que él hacía, al terminar la consulta subíamos para almorzar y continuar estudiando francés. Después de la comida nos tendíamos en la tierra conversando y mirando al lago hasta el oscurecer que nos acostábamos. Cuando dominamos las primeras frases pudimos dar la consulta viendo directamente a los pacientes.

Todo era sintomático:

  • Dolor en el pecho.
  • Dolor en las piernas.
  • Debilidad.
  • Diarrea.
  • Tos.
  • Fiebre.

El examen físico era sentado o de pie pues no había donde acostar al paciente.

La salida hacia el Campamento Rwandés de un médico

El 20 de junio aproximadamente había salido de la Base, "Moja" con un grupo de combatientes hacia el Campamento Rwandés. Nosotros habíamos llegado el 23 ó 24 de ese mes y entre el 25 y 26 del mismo mes salió un grupo de combatientes cubanos de la orilla del lago donde teníamos el dispensario, pues no se podía hablar de hospital ya que no tenía camas de ingreso. En ese grupo como médico marchaba Gregorio Herrera "Fara", que tenía conocimientos de cirugía.

Pasarían algunos meses para que Gregorio regresara a la Base de Kibamba, mientras tanto se desempeñaría como médico en el Campamento de los Rwandeses donde había un grupo de cubanos.
El día 29 de junio es atacado por fuerzas combinadas rwandesas y cubanas Front de Force. Días después sin poder precisar fecha recibimos un cubano herido de bala en una mano.
"Chumi" examinó al herido y dijo que no había condiciones de operar, por lo que debía ser evacuado, lo que se efectuó días después.

Continuamos en Kibamba

Después del combate de Front de Force, "Tatu" compartía su tiempo entre Kibamba y la Base de Lulabourg pues no le permitían ir a los frentes y como era lógico, en este último lugar se desempeñaba también como médico pues los tres que quedábamos permanecíamos en Kibamba.

Los días pasaban y todo era monotonía, desayuno, consulta, almuerzo, estudiar francés, comida, mirar al lago y acostarse.
Ante esta situación "Chumi" y yo decidimos hablar con el "Che" con el fin de irnos todos para otro lugar, la República Socialista de Vietnam, por ejemplo, donde pudiéramos ser mas útiles. Antes se lo contamos a "Kumi" quien nos dijo que dejáramos las cosas así.

Al hablar con el "Che", este se irritó y no dio respuesta concreta. Seguimos nuestra vida cotidiana y yo añadí a los estudios de la tarde la lectura de un libro de medicina que había llevado: el Von Domarus de Patología y Clínica Médica.

Un día recibimos a un campesino que había sido embestido por un toro, tenía una herida a nivel de la región inguinal derecha que respetaba el paquete vásculo-nervioso pero que penetraba en el abdomen. El "Che" estaba ese día en Kibamba y valoramos la posibilidad de operarlo con anestesia local, pero tomamos la decisión de enviarlo a Kigoma. No supimos que ocurrió con este hombre.
Nuestro escaso francés, la ausencia de un técnico de laboratorio, la imposibilidad del seguimiento de los pacientes, el no tener local de ingreso en nuestro campamento, las limitaciones de medicamentos, reducía las posibilidades de la atención médica que brindábamos. No obstante, hacíamos lo mejor que podíamos.

Las tardes se escogieron también para dar clases a los combatientes y a mi me asignaron a "Tuma", quien al enterarse me dijo: "médico no hagas caso a eso, yo no voy a aprender más" y efectivamente no avanzaba. Una tarde jugaba ajedrez con un compañero y le gané, el "Che" me dijo que jugara con él y por supuesto perdí, después el quiso jugar estando de espaldas al tablero, lo que yo no acepté, diplomáticamente.

Un día el "Che" nos invitó a "Chumi" y a mí para hacer unas visitas a las instalaciones de las ametralladoras antiaéreas que defendían nuestra base de Kibamba y salimos, el camino era accidentado y había que subir varias cuestas, como es lógico la vida sedentaria se hizo sentir con un gran agotamiento, entonces el "Che" nos dijo que teníamos (nosotros y él) que hacer un entrenamiento para ponernos en forma y así lo hicimos: cursillos, estudios y marchas hacía que los días pasaran rápidamente.

Una tarde se dio la voz de ¡avión! y "Ali" (Terry) cogió su fusil y comenzó a tirarle, otros lo imitaron. El "Che", que llegaba en ese instante de Lulabourg le echó tremenda descarga.

Mientras permanecí en Kibamba, el baño se hacía cada 15 días, en el río que teníamos a un lado de nuestro campamento. Ese día lavábamos la ropa, la cual se secaba rápidamente.

Abandono Kibamba

Transcurre el mes de agosto, ya nos habíamos ejercitado bastante y podíamos dar la consulta con nuestro ayudante.

El "Che", "Tatu", estaba en Kibamba y me mandó a llamar, me comunicó que el Comandante Rwandés Mudandi había venido del campamento de Front de Force, pues decía no sentirse bien. Era necesario que yo lo viera, interrogara y examinara, recomendándole al final de la entrevista y examen médico su salida a Kigoma para hacerse algunos exámenes de laboratorio, descansar unos días y reponerse. El Comandante Mudandi aceptó la proposición y partió hacia Kigoma. Era el momento esperado por "Tatu" para marchar a los campamentos e iniciar su actividad guerrillera plenamente.

Esto ocurre a mediados de agosto, días después y antes de finalizar el mes, recibo una nota de "Tatu" en la cual me dice que salga de kibamba hacia Lulabourg y que de allí con un grupo de combatientes partiera, que mi misión principal sería la atención de la población.

A primeras horas de la mañana, después del desayuno salí con un combatiente hacia Lulabourg, a diferencia del primer viaje, este lo realicé sin descanso y antes de la hora del almuerzo había llegado al campamento. Se hicieron los preparativos y al día siguiente salimos de Lulabourg un grupo de combatientes y yo, se hizo un alto en la tarde, se compró una cabra y se cocinó la comida. Al día siguiente continuamos la marcha hasta llegar donde estaba "Tatu", después del saludo de rigor me entregó un maletín médico, algunos medicamentos en una caja y me asignó un ayudante que hablaba francés. Ya "Tatu" había ejercido la medicina entre los pobladores, además de organizar las fuerzas en el aspecto militar. Al día siguiente salí para el poblado más próximo donde ofrecería mi primera consulta solo, aún no había concluido el mes de agosto.

Nuevo llamado de "Tatu"

Durante unos días, con mi ayudante Partusi, quien cargaba la caja de medicamentos y el maletín fui visitando varios caseríos. Llegábamos habitualmente sobre las 15:00 horas. Se reunía a la población, el Presidente del poblado me saludaba, Partusi explicaba sobre la consulta, la cual sería a la mañana siguiente. Ese día me alojaban en una casa la cual no era habitada esa noche por los congoleses, me daban algunos útiles de cocina, leña y los alimentos que pudieran poseer ellos: un pedazo de pierna de carnero, pierna de mono, pollo, frijoles, alguna vianda, en ocasiones algunos vegetales. Con estos alimentos comenzaba a cocinarme la única comida del día. Después de comer me acostaba a dormir, Partusi no comía conmigo ni dormía en mi casa, temprano en la mañana llegaba a la casa, ya mis pacientes esperaban por mí. Si había quedado algo de la noche anterior lo ingería rápidamente.

Yo me dirigía a Partusi, éste hablaba en Swahili con el paciente y me traducía en francés, habitualmente eran síntomas referidos por el paciente: dolor de cabeza, en el pecho, tórax, abdomen, en las piernas; otro era astenia lo referido, algunos fiebre, debilidad, tos, etc., ya mi vocabulario había aumentado y era mas rápido. Aquí acostaba al paciente para el examen físico, si era necesario.

De la caja de medicamentos entregaba lo necesario para dos o tres días con un método oral. Siempre entre los pacientes estaba el Presidente y su familia. Al terminar la consulta salíamos hacia otro poblado.

Estando en estas actividades recibo una nota del "Che" con fecha 1º de septiembre, en la que me ordena regresar a su lado pues están en vísperas de combate y puede que mi presencia sea necesaria. Salgo inmediatamente con mi ayudante que sería mi guía. Horas después descendemos una suave pendiente al final de la cual se encontraba Israel Reyes Zayas ("Azi"), quien después moriría en Vado del Yeso, Bolivia. Comí algo con él, conversamos un poco y después seguí mi ruta, aquí el terreno era llano y se veían unos túmulos de tierra del alto de un hombre y de mas de un metro de diámetro, según Partusi eran hormigueros. Escuchamos algunos disparos y entonces apresuramos el paso y antes de media hora llegué al campamento. El "Che" hablaba en voz baja y yo le pregunté que si estaba afónico, él me dijo que no, que era la costumbre de hablar en voz baja en las emboscadas. Pasé allí aproximadamente un par de días y volví a salir para continuar brindando mi consulta en los poblados, siempre acompañado de mi fiel Partusi.

Actividades en el mes de septiembre

Después de salir del campamento del "Che" en lo que para mi era el "llano", subí nuevamente a la meseta que existía entre la base de Lulabourg y este llamado llano, lugar donde había brindado mis primeras consultas.

No obstante no tener prácticamente con quien establecer comunicación oral, ya que solo lo podía hacer en francés, estas consultas con constante movimiento era entretenido y los días pasaban sin darse cuenta uno. No se descansaba ni sábado ni domingo pues para mi eran iguales a otros días.

Cada día que pasaba ganaba en habilidad para cocinarme los alimentos, un día de fiesta para mí lo constituyó la col que me preparé, así como el ají que le eché al potaje, estas pequeñas cosas constituían un gran placer.

Por esos días llegue a un poblado y pedí me facilitaran los medios para lavar mi ropa y bañarme, pues ya hacía un mes que no hacía ni una cosa ni otra. Una joven llegó a la casa que me servía de vivienda con los útiles necesarios para el baño y me pidió que le entregara mi ropa para lavarla. Pasé al exterior de la vivienda, que daba a una explanada deshabitada y me desprendí de mis prendas personales, se las entregué a la joven y comencé mi baño de agua tibia.

Horas después, ya vestido de limpio y bañado, comencé mi consulta. Mis pacientes como de costumbre eran los habitantes de la aldea, todos sin excepción, con los mismos síntomas, algunas mujeres con palidez de las mucosas, niños que se escondían detrás de sus madres y hombres que se quejaban de debilidad pero sin alteración al examen físico. Nos llamaba la atención que no veíamos ancianos.

En este deambular de aldea en aldea se me ocurrió un día ir a visitar el Campamento de los Rwandeses pues me habían ofrecido, los cubanos que estaban allí, una comida que consistía en arroz con carne de mono. Al amanecer salí con mi ayudante en dirección al campamento, llegué como de costumbre al medio día y salude a los combatientes cubanos, esa tarde pasaron unos aviones pero no tiraron, de todos modos corrimos a los refugios. Esa tarde comí mi arroz con carne de mono, me quedé a dormir con los cubanos para al día siguiente continuar mi labor de médico.

El avión y el león

Después de salir del Campamento Rwandés con mi ayudante Partusi nos dirigimos a campo traviesa al poblado que éste había escogido para la consulta del próximo día. La marcha era lenta pues Partusi decía tener información de que un león merodeaba por aquellos lugares y había matado a algunos nativos.

Como acostumbraba antes de salir, precisaba la dirección de la marcha pues si ocurría alguna eventualidad sabría a donde dirigirme. Aproximadamente a las dos horas de camino, oímos un ruido el cual poco después identificamos como el de un avión, no había terminado de decir la palabra avión cuando me dirigí hacia un árbol, al llegar al lugar le hice una pregunta a mi ayudante pero no obtuve respuesta, Partusi había desaparecido y no respondía a mis gritos. Me había dejado solo y por supuesto sin mi maletín de médico.

El avión se alejó rumbo al Campamento Rwandés y mi siguiente pensamiento fue para el león, que no habíamos visto ni escuchado su rugir. Rápidamente saqué mi pistola P-38, la monté y sin poner seguro y con ella en mi mano, reanude la marcha a paso más rápido en dirección al caserío, que según Partusi estaba cerca.

Efectivamente al cabo de una hora aproximadamente ya podía ver las chozas. Cuando llegué el Presidente y su familia me esperaban, después de los saludos de rigor me condujeron a la choza en la cual descansaría ese día para dar la consulta a la mañana siguiente. No había transcurrido ni media hora cuando apareció Partusi, el maletín en una mano y en la otra un pollo para la comida.

Empleando mis escasos conocimientos del francés y las pocas palabras del Swahili lo amonesté fuertemente por haber huido al escuchar el ruido de los motores del avión, dejándome solo y ante la posibilidad de un ataque del león. Se echó a reír y me pidió permiso para ir a otra choza. En el resto del día y en la mañana siguiente, no oí hablar mas del león.

Continúa septiembre

En el libro El sueño africano de Che.¿ Qué sucedió en la guerrilla congolesa? ( Ed. Cultura Popular. La Habana. 1997 ) del General William Gálvez Rodríguez aparece en una nota que envía el "Che" a "Moja" el 23 de septiembre de 1965: "El médico tiene que hacer un tiempito para reconocer los poblados por donde pasó "Siki (Dr. Fernández Mell)". Por esta nota deduzco que "Siki" entre sus actividades guerrilleras desarrollaba también sus conocimientos médicos en atención a la población. En los pacientes que veían en esos poblados no encontré ningún descontento por la atención de "Siki" ni algo que hubiera que mejorar en la terapéutica empleada que por demás era bastante magra. A fines de este mes me fui a visitar a "Azi" (Israel Reyes Zayas) que estaba al cuidado de las mochilas al pie de la loma.

Estando allí llegaron un grupo de combatientes y entre ellos los médicos Lagomasinos "Fizi", Octavio de la Concepción y de la Pedraja ("Tabito") ("Morogoro"), Adrián Zanzeric, haitiano ("Kazulo") y Domingo Oliva, enfermero anestesista ("Kimbi"), saludaron y siguieron de largo en busca del "Che".

Siguiendo lo escrito en el libro de William Gálvez, aparece que el 2 de octubre, el "Che" recibe a José Ramón Machado Ventura, Ministro de Salud Pública en esa fecha, y lo acompañaba el Ministro de Salud Pública del Gobierno Revolucionario del Congo. Si es así ellos pasaron por el campamento de "Azi". Yo solo recuerdo haber visto al congolés. Me fue presentado como Ministre de la Santé Publique, con quien hablé algunas cuestiones de la atención médica. No recuerdo en el grupo, en esa oportunidad, a Machado, a quien si vi días después cuando regresaba a Cuba.

Tan pronto pasaron los compañeros me despedí de "Azi" y volví a subir la loma para continuar mis consultas de poblado en poblado, siempre permanecíamos un día en cada lugar aunque dormíamos el día de la llegada y cocinaba lo que era la única comida del día, pues al siguiente día si quedaba algo me lo comía. Las consultas eran siempre de igual corte y los medicamentos (tabletas) dadas en dosis para uno o dos días, y así entré en el mes de octubre.

Llegué a un poblado y me pusieron a dormir en una pequeña choza que estaba en un extremo del mismo. La choza era un cuadrado de apenas dos metros y en un extremo tenía unos maderos dispuestos a manera de cama. Ya en la noche, podía observar a los ratones caminar por el techo, me quedé dormido tarde y me levanté más temprano que nunca, abandoné la choza rápidamente para dar mi consulta y marcharme.

Más consultas y mi encuentro con Machadito

Ya era todo un experto en la atención médica a la población, siempre ayudado por Partusi, quien además de traductor se encargaba de acopiar lo necesario para la comida, así como la casa para la consulta y dormir. Tan pronto resolvía eso, desaparecía hasta el día siguiente. Mal de tete, doleur a la poitrine, de la fievre, y todas las cosas habituales. Entregaba los medicamentos y el método oral "Troi foi pars your" era el más corriente.

Estando una tarde en el poblado vi avanzar por el camino a dos o tres hombres y para sorpresa mía uno de ellos era nuestro Ministro de Salud Pública, doctor José Ramón Machado Ventura "Machadito", nos saludamos y los invité a él y sus compañeros a tomar café, como no tenía colador cuando hirvió cogí un tizón y se lo puse al café pues me habían dicho los cubanos que así se hacía el café en Oriente (en los campos).

Tomamos café, conversamos un rato, les brindé mi casa, pero no podían quedarse pues tenían prisa en llegar al lago. Continuaron su marcha y yo orgulloso de haberles brindado café al grupo. Al día siguiente me marché y llegué en la tarde a otro poblado donde se repitieron las escenas ya relatadas. Nunca vi ningún congolés con paludismo, no vi paciente hipertensos, no encontré manifestaciones de insuficiencia cardíaca, sí me llamó la atención en un poblado la presencia de varias mujeres con bocio eutiroideo, lo que no se repitió en otros parajes. Al concluir la consulta en ese poblado el Presidente nos brindó unos pequeños peces, así como bucali (la yuca que comían). Mi ayudante Partusi comió aquello y se me presentaba una situación embarazosa: No comer aquellos alimentos y hacer un desaire o cerrar los ojos y en uno o dos bocados ingerir algo de esos alimentos, con espíritu diplomático, opte por lo segundo.

Horas después, al llegar al campamento cubano, apenas pude saludar, rápidamente fui "a la zona de las letrinas" y se me presentó un despeñadero diarreico que me obligó a permanecer un rato en una posición incómoda. Pagué, muy caro ese día, mi osadía de comer aquellos alimentos que a los estómagos habituados era un gran manjar.

Al día siguiente reanudé mis recorridos, como siempre en compañía de Partusi. Esa tarde, después de comer lo que había cocinado yo, me puse a descansar en la casa. Oscurecía cuando oí a lo lejos unos cantos y salí fuera de la casa. En el firme de una elevación, quizás a mil metros de distancia, se veía una columna de luces que avanzaban, pregunté si era algún enfermo que traían y me dijeron que no, era una boda.
Indagué si llegarían al poblado y me informaron que no sabían. Las voces y las luces se fueron apagando y me acosté.

Al día siguiente al levantarme descubrí que mi ayudante Partusi no aparecía. Pregunté y me dijeron que no había dormido en el poblado. Lo más rápido que pude di mi consulta, esta vez auxiliado por el Presidente del pueblo que me sirvió de interprete. Al concluir mi labor me designaron un guía y partí al siguiente poblado, estando en ese lugar me informaron que había un hospital con médicos cerca. Hice mi labor habitual: cocinar, dormir y la consulta, con un nuevo guía salí temprano rumbo al "Hospital". Al llegar me encontré con "Tabito" ("Morogoro") y con "Fizi" (Lagomasinos), eran unas chozas pequeñas con una o dos camas rústicas de madera, estas chozas se ubicaban en forma de herradura, tenían algunos pacientes, me dijeron que tenían que abandonar el lugar para reunirse con "Tatu" ("Che"), nos separamos y con mi guía seguí a otro poblado.

En horas de la tarde estando cocinando recibí una nota de Partusi, que me pedía que le enviara 12 tabletas para curar su enfermedad: blenorragia. Extraje del maletín unas tabletas de penicilina y se las envié con el portador del mensaje.

Al día siguiente cuando estaba ofreciendo mi consulta recibí un mensajero del "Che" con una nota, la cual tenía fecha 19 de octubre. Sería la última nota pues a partir de ese día estaría siempre junto a los combatientes. Cumplí las órdenes respecto a la caja de medicamentos la que quedó en custodia del Presidente del poblado.

Reencuentro y retirada

Llegué en horas de la tarde al campamento. Me presenté al "Che", me preguntó sobre los poblados visitados, como me habían tratado, posibilidad de ayuda a la población. Respondí a sus preguntas y me confirmó lo expresado en la nota que los viajes a los poblados alternarían con el otro clínico Lagomasino "Fizi", quien había salido a visitar unos poblados. Me entregó un libro en francés que trataba del colonialismo en África para que me instruyera.

Cogí mi maletín, la mochila y el libro y fui a la choza donde descansaba "Tabito" ("Morogoro"), que sufría de sacrolumbalgia y estaba febril pero no era paludismo. Conversamos hasta la hora de cenar y antes que se hiciera de noche puse mi hamaca.

Al día siguiente, y se precisa en el libro escrito por William Gálvez "El sueño africano de Che" la fecha 24 de octubre, comencé a leer el libro prestado, no recuerdo que hora sería pero era cerca del mediodía cuando oí un ruido como de un morterazo seguido de disparos, me tiré de mi hamaca, todos corrían en una u otra dirección, a mi izquierda en una pequeña pendiente el "Che" impartía órdenes, me acerqué y le dije: "Tatu", éste es su libo, ¿dónde se lo pongo?. Me respondió: "guárdalo y después me lo devuelves", ve con "Morogoro" y retírense por esa cañada para subir por la loma hasta el primer caserío, con ustedes irá otro combatiente. Me acerqué a la choza y le informé a "Tabito", rápidamente comenzamos nuestra retirada y vimos un avión, nos ocultamos en la espesura y después seguimos nuestra marcha, la cual era algo lenta por el estado de "Tabito". Llegamos al poblado y nos dispusimos a esperar al resto de la tropa.

Horas después llegaban los compañeros con un herido, Bahasa. Una calibre 50 le había atravesado el húmero pero no había afectado el paquete vásculo- nervioso. Había pulso radial y sensibilidad. "Tabito" le hizo la cura y continuamos la marcha ascendiendo por una loma bastante inclinada, que hacía la marcha muy difícil. Pasamos otro poblado y se nos unió "Fizi" y el anestesista. En esta retirada continuamos toda la pequeña tropa unida.

En una madrugada que, según el libro citado fue el día 26 de octubre, dormía en mi hamaca cuando "Kimbi" me despertó bruscamente diciéndome que fuera rápido a la hamaca de Bahasa que "Tabito" me esperaba pues el herido tenía un estado de alteración psico-motriz, quitándose los vendajes. Al llegar ya Bahasa estaba muerto. Discrepo del diagnóstico que aparece en el libro antes citado (hemotórax agudo) y pienso que este final fue un tromboembolismo graso con manifestaciones encefálicas y quizás, no podemos asegurar, cardiorrespiratorias. Ese día enterramos a Bahasa y continuamos nuestra marcha.

La enfermedad de "Uta" y la explosión de una granada

Continuando la marcha llegamos a un pequeño caserío, donde había algunas viviendas abandonadas. Era un lugar por donde pasaba un camino y en un extremo existían dos elevaciones a manera de ABRA. En este lugar estaríamos algunos días. Margolles ("Uta") comenzó a presentar fiebre con escalofríos y cefalea y al desaparecer esta una gran astenia que no le permitía prácticamente ni caminar. El diagnóstico en aquellos parajes no era difícil: paludismo. Se comenzó el tratamiento a base de cloroquina en tabletas y la fiebre desapareció rápidamente no así el estado de postración que continuó durante varios días.

Una tarde se recibió la noticia de que una granada había explotado y que habían heridos. Ya de noche recibimos un herido en el abdomen por fragmentos de metralla. En una habitación de la casa donde estaba la Jefatura se puso una mesa común y se acostó al herido, sin paños de campo ni otros elementos.

Mediante Trylene por careta se comenzó la intervención quirúrgica, del cirujano "Tabito" ("Morogoro") y de ayudante Lagomasinos ("Fizi"), el anestesista Domingo Oliva ("Kimbi"). La iluminación del campo operatorio la hacía el "Che" ("Tatu") directamente con una linterna, yo observaba. Terminado el acto quirúrgico nos fuimos a dormir.

En horas de la mañana recibimos a otro herido también en el abdomen. En esta oportunidad la operación fue realizada en la misma mesa pero al aire libre. El cirujano, ayudante y anestesista fueron los mismos compañeros que en el primer herido. El post operatorio inmediato transcurrió satisfactoriamente.

La mujer en el post parto

Estando en el poblado antes referido una mañana "Fizi" y yo fuimos llamados para atender a una campesina, la traían en una parihuela, se trataba de una mujer joven sumamente delgada, pálida, polipneica. Mi asistente Partusi nos había abandonado hacía días por lo que era necesario un traductor cubano, estos entendían algo de Swahili y uno de ellos sirvió de traductor para hacer la anamnesis, la que se pudo completar con mi francés, pues un acompañante lo hablaba.

Pudimos precisar que la paciente había tenido un parto aproximadamente hacía dos meses y que expulsaba por la vagina unas cosas "parecidas a uvas". Durante el parto sangró con abundancia. Ante este cuadro planteamos que nuestra paciente tenía una mola hidatiforme la que había evolucionado hacia un coriocarcinoma con metástasis, en aquel instante.

En esta paciente se imponía una evacuación de la zona de las acciones combativas y si era posible hacia Kigoma, pues nosotros no contábamos con medicamentos para su tratamiento y un proceder quirúrgico; dada las condiciones operativas no era posible. La familia planteó que no estaba en condiciones de llevarla a Kigoma.

Ante esta situación solo le indicamos que mejoraran su alimentación, lo cual en aquel momento de retirada, tanto de nosotros como de la población civil era realmente imposible.

Agradecidos de nuestra atención e interés en la paciente, se marcharon. Nunca mas volvimos a ver a esta paciente. Llegaba a su fin el mes de octubre.

Se prepara una defensa

Del poblado donde permanecimos varios días, salimos para encontrarnos en un cruce de caminos en el cual se había establecido una defensa, los flancos y el centro. Los médicos estábamos en el centro junto al Estado Mayor. Nos encontrábamos "Tabito", Lagomasinos y yo, nuestra actividad era atender a los combatientes pues no formábamos parte de la defensa preparada. Uno de los compañeros comenzó con fiebre alta, fue atendido por nosotros.

Una mañana al levantarnos nos enteramos que los congoleses que estaban en los flancos habían huido dejando a los cubanos solos, fui llamado a la Jefatura y se me dio la misión de llevar al enfermo a la base de Lulabourg. Recogí mi pequeña mochila y salimos no sin antes despedirnos de los compañeros.

Durante la marcha nos sorprendió un aguacero torrencial, como no había donde guarecerse continuamos la marcha, cruzamos un arroyuelo y para hacerlo nos quitamos las botas. No obstante estar el combatiente con fiebre y asténico, hicimos el camino en poco tiempo. Llegamos a la base al mediodía. Saludamos a todos los compañeros y nos presentamos a la Jefatura. Allí permanecería varios días.

Mi estancia en la base de Lulabourg

Mi estancia en la base era simple, atender a algún enfermo y hacer la guardia nocturna cuando me tocaba. Durante el día leía los periódicos y revistas.

Un día, al leer el periódico, me enteré de la constitución del Comité Central y de la carta de despedida del "Che". Más tarde felicité a "Tembo" (Emilio Aragonés) por su inclusión en el Comité Central y después conversé con "Tatu" acerca de su carta de despedida.

En esos días ocurrían hechos extraordinarios en los cuales participaba la parte cubana, yo me mantenía al margen de las mismas en mis actividades cotidianas. Con algún compañero que bajó a Kibamba envié saludos a los que se encontraban en esa: "Chumi"," Kumi"," Fara", el 24 (cocinero) y otros más.

Lo más difícil en la base para mí era el turno de guardia nocturna, el que se hacía en el extremo del campamento, pudiera decirse un segundo escalón. Siempre había una densa niebla que no permitía ver mas allá de varios metros y existía la preocupación de alguna infiltración del enemigo. Durante varios días permanecí en la base con las tareas antes mencionadas.

El 18 de noviembre pedí permiso para bajar a Kibamba, pues quería saludar a los compañeros que permanecían en ese lugar. Se me autorizó, recogí mi pequeña mochila e inicié el descenso de la loma.

Antes del almuerzo ya había llegado a Kibamba, después de almorzar estuvimos toda la tarde contando anécdotas, por parte de ellos continuaron sus consultas diarias, además de otras actividades militares.

De Kibamba a Sele

Conversábamos con los compañeros, cuando notamos entrada y salida de compañeros de la única vivienda que había en Kibamba y en la que se encontraba "Tatu". "Ali" estaba en Kibamba y participaba en estas conversaciones.

Comimos como de costumbre en horas de la tarde, pero en esta ocasión no nos sentamos a mirar el lago tendidos en la tierra, se comentaba que abandonaríamos Kibamba.

Ya de noche, "Tatu" mandó a abrir unas latas de galletas y todos comíamos, después repartió entre la pequeña tropa diversas latas con la orden de no abrirlas, ya que eran de reserva. A mí me entregó una lata de mantequilla, aproximadamente de medio kilogramo. "Ali" fue llamado por "Tatu" a la choza, cuando salió entramos los médicos que nos encontrábamos en Kibamba en ese momento: "Kumi", "Chumi", "Fara" y yo, "Hindi". "Tatu" nos comunicó que nos retirábamos de esa posición. "Ali" iría con nosotros y sería responsable de la suerte nuestra. Deberíamos marchar rápido pues estaba prevista que se minara una parte del camino. Nos entregaron a cada uno un fusil con su correspondiente parque, además de la pistola P-38 que ya poseíamos. "Ali" nos reunió y leyó una "cartilla": "No disparen hasta que yo lo ordene", "Caminen rápido", "El que no resista la marcha se queda solo".

Iniciamos la marcha, al frente "Ali", después "Chumi", "Fara"," Kumi" y yo. Los dos primeros se mantenían en forma y yo estaba acostumbrado a caminar. "Kumi", sin estar en sobrepeso no tenía la agilidad adecuada para una marcha nocturna y rápida. Habíamos caminado un par de horas cuando se escuchó una ráfaga de ametralladora con trazadoras y todo, nos tendimos rápidamente y "Ali" nos dijo, en su forma habitual, que no tiráramos. Allí permanecimos un rato. "Ali" nos dijo que eran los congoleses que tiraban por gusto, nos incorporamos y continuamos la marcha. Al amanecer llegamos a Sele, ya algunos cubanos habían llegado y se preparaba la defensa del lugar, durante ese día (19 de noviembre) y el siguiente, continuaron llegando el resto de los cubanos. En la madrugada del día 21 de noviembre, subimos a las embarcaciones y se inició la salida.

Llegada a Kigoma y salida para Dar es Salaam

El trayecto fue sin contratiempo, en las primeras horas de la mañana llegamos a las costa de Tanzania. "Tatu" nos dirigió la palabra a forma de despedida, después abordó una lancha pequeña y no lo vimos más. Luego de irse esta lancha los dos barcos se dirigieron a un pequeño muelle y comenzaba el desembarco dejando las armas a un lado. La P-38 la mantuve conmigo escondida.

Del grupo de cubanos había algunos que tenían conocimientos de barbero, estos comenzaron la labor de pelar y afeitar a la tropa. Nos bañamos y dejamos los uniformes tirados en el lugar que habíamos ocupado, nos vestimos de civil. Salimos de Kigoma en ómnibus (al menos yo estaba en un grupo que viajábamos así).

El viaje se efectuó sin contratiempo. Llegamos a Dar es Salaam y nos alojaron en la "Feria", era un lugar muy amplio y todos cabíamos perfectamente bien. En este lugar nos alimentábamos, aseábamos y dormíamos.

El día 3 de diciembre el político del grupo y Dreke ("Moya") hablaron por el "Día de la Medicina Latinoamericana" y nos regalaron un juego de pluma y lapicero "Parker" con nuestros nombres grabados.

Los días seguían su curso habitual, el 7 de diciembre tuvimos un acto político por la caída de Maceo. Habló el político. Días después comenzamos a repartir los trajes, yo participaba en esta tarea. Al casi concluir, quedaba un traje para mí, pero había necesidad de hacerle un arreglo. Otro compañero, que había salvado del fuego mi libro de medicina, se quedó sin traje, ambos salimos a la ciudad con compañeros de la embajada, yo por el arreglo del traje y "Kahama" (Alberto Man Sullivan) para comprarse uno. Ya estábamos próximos a viajar y mi ropa no estaba aún.

Una mañana nos dijeron que saldría al día siguiente un grupo, yo estaba en ese grupo pero no tenía en mi poder mi traje. Se tomó la decisión de que "Kahama" me diera el suyo pues él se quedaba para regresar al Congo y buscar a los que se habían extraviado.

Salimos de Dar es Salaam y llegamos a La Habana

En horas tempranas de la tarde salimos el primer grupo en un avión soviético. Hacemos una escala técnica en Sinferopol, nos bajamos del avión y comimos, horas después salimos hacia Moscow.

Era invierno y había nevado, nos alojamos en una escuela militar y nos sirvieron una merienda con distintas bebidas: cognag, vodka.

En este lugar permanecimos varios días, nos llevaron a la Plaza Roja y otros lugares. "Kumi", que viajaba con nosotros, fue a un hospital para conocer la situación de un compañero que presentó una reacción disociativa aguda durante el viaje.
Sin precisar la fecha salimos un día de Moscow rumbo a La Habana. Llegamos a Rancho Boyeros de día y nos trasladamos a una casa en la cual nos hicieron una desinfección y nos orientaron que teníamos que tomar primaquina para evitar el paludismo.

Esa tarde recibimos la visita de Fidel, quien conversó con todo el grupo, indagó sobre las enfermedades que habíamos tratado durante nuestra estancia en el Congo, como habíamos llegado a su diagnóstico y qué teníamos para su tratamiento. Se despidió de nosotros y nos pidió que no divulgáramos sobre nuestras actividades.

Esa noche salimos todos para nuestras casas, no sin antes despedirnos y anotar nombres y direcciones de los compañeros. Algunos compañeros nos volvimos a ver, de otros tuvimos noticias.

Al cumplirse 20 años de aquella gesta nos reunimos un grupo numeroso de compañeros durante varios días y al concluir esa actividad nos fue entregada la Medalla de Combatiente Internacionalista de Primera Clase. Cuando se cumplieron 25 años, hubo un acto de recordación, el cual también fue muy emotivo.

Sobre estas actividades ya se ha escrito y se han publicado listas de los participantes. Liberado de nuestro compromiso, escribimos estas notas.

* Profesor Consultante del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas.

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