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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

Print version ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  no.97 Ciudad de la Habana Jan.-June 2005

 

Hospitales, asilos, hospicios, etc.

Al empezar el siglo XIX existían en la Capital los siguientes hospitales: San Ambrosio, militar; San Felipe y Santiago o San Juan de Dios, de caridad; San Francisco de Paula, de mujeres; Convalecencia de Belén, para militares especialmente; hospital de la Marina, inmediato a San Isidro y el hospital del Pilar. Existían también algunas Casas de Aislamientos, Enfermerías Particulares y el hospital de leprosos de San Lázaro. Todos los pueblos de alguna importancia en el interior tenían sus Hospitales o Casas Enfermerías así como algunos Ingenios bien acondicionados.

Hospital de San Ambrosio

Este hermoso hospital se vio amenazado en 1802 por el devastador incendio que consumió gran parte del próximo barrio de Jesús María.--- En 1804 se inició la vacunación en su recinto.--- Dos años después ingresaron en el establecimiento 2 328 enfermos, curaron la mayor parte y a final de año quedaban en cama 256 pacientes . En este año 1806 fueron trasladados al Arsenal los enfermos del Hospital de Marina que estaba contiguo al de San Isidro.--- En 1807 se asistieron numerosos casos de gripe y de fiebre amarilla.---Figuraba como su médico principal en 1811 el Doctor Nicolás del Valle, con su segundo José Julián de Ayala; Lcdo. Francisco Baralt, practicante mayor; Dr. Miguel Suárez, cirujano mayor; Lcdo. Joaquín Muñoz Pescador, 2º; Lcdo. Ignacio Fuentes, practicante mayor; Rafael Saavedra, inspector médico y el Bachiller José de Jesús Suárez, sustituto de la Cátedra de Anatomía. Contenía 203 camas y entraron en el año 1432 enfermos; se asistieron en el año muchos enfermos de gripe benigna y se hicieron pruebas en sus salas con el específico de Ugarte que se empleaba en la fiebre amarilla.

En el año 1812 se introdujeron mejoras en el edificio, se agregó al personal facultativo un médico y un cirujano de la Armada y se hicieron gestiones para edificar los altos.--- Hubo luminarias y comidas extraordinarias en septiembre de 1814 por los festejos que se celebraron con motivo del regreso del rey Fernando VII a España; se asistieron numerosos enfermos con garrotillo y escarlatina por la epidemia que reinó dicho año en La Habana; entraron 4 352 enfermos de los que murieron 164, curaron 4 208 y quedaron para tratarse en sus salas, en 31 de diciembre, 208.

El hospital tenía, como el de San Juan de Dios y el de S. Lázaro, su cementerio particular, próximo al edificio. El 16 de junio de 1815 el Ilustre Ayuntamiento dispuso el arreglo de la cañería del hospital al hombre encargado de la fuente, por existir escasez de agua en San Ambrosio. En sus salas dominaban las calenturas continuas e intermitentes, las biliosas, distintos cólicos, diarreas, disenterías y casos de fiebre amarilla.--- Las dificultades en el abasto de agua continuaban en 1816 debido a las obras que se realizaban en el Husillo; el médico italiano Doctor Eusebio Vallí visitó con Romay enfermos de "vómito" y tuvo la mala suerte de contraer la enfermedad y de morir muy pronto.

En 1818 continuaba el Doctor Nicolás del Valle como médico 1º, era además, primer protomédico y facultativo de Real Cámara; abundaron los casos de fiebre amarilla.

Según el "Diario de La Habana", el día 8 de enero, se establecieron en el Hospital -por gestiones de Alejandro Ramírez- las Cátedras de Anatomía, Fisiología y de Química; quedó bajo la dirección del italiano Tasso, discípulo de Bichat, pues el francés Saint André, que llegó para servir la de química murió de fiebre amarilla a los pocos días de su llegada a Cuba. El cirujano Tasso daba clases diarias de anatomía desde las once de la mañana. También Tasso abrió en una de sus salas, el 20 de febrero, la cátedra de Química siendo su ayudante D. Jacinto Bucelo; pronto el italiano regresó a su patria y quedó al frente de la cátedra de Anatomía y Fisiología, el Doctor Antonio Castro, cirujano mayor del hospital.

En los días 12 y 13 de mayo de 1820 se efectuaron en el establecimiento los exámenes de anatomía y fisiología; los presidió en un acto brillante el Intendente General del Ejército, con asistencia de los Bachilleres Fernando González del Valle, Nicolás J. Gutiérrez, Miguel Gabriel de Morales, Marcos Rencaleri, Juan Jiménez y D. Joaquín Vázquez. Todos los que se examinaron contestaron bien y se entregaron premios a González del Valle y a Vázquez, con ofrecimiento de la Sociedad Económica de enviarlos a estudiar a Madrid; regalaron bolsas de cirugía a Nicolás J. Gutiérrez y a Miguel Gabriel de Morales; libros de medicina a M. Rencaleri y a Juan Jiménez, todos fueron felicitados por el profesor Dr. José T. Tasso ("Diario de La Habana").--- En el número del 6 de julio del mismo Diario se dice: " Por renuncia de José Tasso se dispone se fije un edicto para proponer la cátedra de Anatomía y Fisiología a oposiciones". En el del 21 de octubre se expresa: "Se saca a oposición la cátedra de Química vacante en San Ambrosio, si no se presenta en quince días un profesor capaz se pedirá a España". El Dr. Antonio Eduardo Castro obtuvo la primera de dichas cátedras y el día 17 de noviembre, viernes, a las cuatro de la tarde, empezó sus lecciones de anatomía y fisiología en San Ambrosio. (El Diario).

El 1º de septiembre de 1821 se inició el curso de Anatomía Práctica en San Ambrosio con el catedrático interino Doctor Francisco Alonso Fernández, médico de la Armada recién llegado de España (El Diario) . En todo el año ingresaron en las salas hospitalarias 4 829 enfermos, curaron 4 623, murieron 225 y el día último de año quedaban en cama 313 individuos.---

En 1822 era director del establecimiento el Doctor Juan Pérez Carrillo, primer médico cirujano de la Armada; su segundo el Doctor Luis Genebriera; también médico de la Armada, estando la sala de marinos a cargo de D. Pascual Morales. El Doctor Francisco Alonso Fernández continuaba al frente de la cátedra de Anatomía Práctica. D. Tomás Montes de Oca efectuó en una de sus salas la primera intervención quirúrgica, con éxito, en un caso de hernia estrangulada. El Doctor Próspero Amador García, inspector de los hospitales militares, luchaba por la mejoría de los mismos y por el progreso de la medicina.

En octubre de 1823 inició el Doctor Francisco Alonso Fernández, que continuaba al frente del curso de Anatomía Descriptiva y Grandes Operaciones de Cirugía en el Real Museo del Real Hospital de San Ambrosio, cuyos gastos cubría la Sociedad Patriótica, un Curso de Partos, acompañando a las demostraciones "de fantomas maniquíes, láminas, instrumentos, pelvis naturales según el método seguido en el Real Colegio de Médicos de España" (El Diario).--- La misma situación en 1824.--- Dice el Diario del 16 de abril de 1825: "Da principio este día el curso del Arte de Partear por el Doctor Francisco Alonso Fernández en el Real Museo de Anatomía, situado en una sala del hospital de San Ambrosio bajo los auspicios de la Real Sociedad Patriótica y se pide que los que se inscriban presenten sus certificados, títulos y demás documentos necesarios; texto de Juan de Navas y costo de la matrícula cuatro pesos".--- Durante el mes de diciembre de 1825 entraron en San Ambrosio 840 enfermos y murieron 20, pocos de fiebre amarilla, era su contralor D. Bernabé Velarde.---En este mes publicó Romay un extenso artículo en relación con el Hospital y su experiencia sobre la fiebre amarilla y del que hacemos un extracto:" Han muerto pocos de fiebre amarilla en San Ambrosio en los últimos años. Cuando la epidemia que se presentó entre los marinos de la escuadra de Aristizabal el tratamiento seguido consistía en sangrías, laxantes, quina, estimulantes, y hoy pensamos que estaban bien tratados. Después se aceptó que la afección era una inflamación hepática según los trabajos de Thomason, pero al fin los de Broussais aclararon el problema. En 1819 atendí a muchos enfermos en los barracones, cuando llegaban barcos de Málaga y Cataluña. Hice disecciones y estudié la fiebre amarilla y acepté que es una inflamación del estómago y de los intestinos que se propaga al hígado. He curado a algunos solo con cocimiento blanco o de cebada, tisanas aciduladas, sinapismos, cataplasmas y caldo de gallina. A otros he sangrado y les he dado, agua helada, maná, tamarindo y luego tisana acuosa de quina.

Ahora la enfermedad causa de nuevo daños en La Habana y en mi trabajo he sido auxiliado por los facultativos Pedro Andreu y Luis Genebriera. Solo acepto la sangría al principio. Estimo que el contagio se debe a una causa que existe en la costa del mar pues he observado que si los sanos se alejan una legua del mismo se reservan del mal. Algunos naturales de la Isla también padecen la fiebre amarilla cuando en el verano se establecen junto al mar". El artículo es muy extenso y está firmado por Tomás Romay el 30 de noviembre de 1825.

Hospital de San Felipe y Santiago (San Juan de Dios)

A principios del siglo XIX su situación económica era difícil.- En 1804 se inauguró la vacunación de sus enfermos. Los enterramientos de sus muertos se hacían en su propio cementerio.- En 1806 entraron en todo el año 1 138 enfermos, curaron 820, murieron 250 y quedaron en cama el día 31 de diciembre 84.- En el siguiente año alojó numerosos enfermos de gripe y algunos de viruela por las epidemias reinantes.- En 1810 se vacunaba con diligencia, entraron en sus salas en el año 857 enfermos, curaron 605, murieron 245 y quedaron en cama a final de año 194. Su servicio de agua era deficiente y tenían que emplear la de sus aljibes.

Existen noticias de que en una de sus salas se estableció en 1811 la enseñanza de la Clínica Médica y nada de particular tiene que esto sea cierto toda vez que desde el año 1795 se había establecido dicha enseñanza en Madrid por Mariano Martínez de Galinsoga, casi antes que se iniciara en París por Laennec. En 1º de octubre de ese año existían en el hospital 138 enfermos. Entraron en septiembre 247, curaron 71, fallecieron 39 y quedaron 143. Señaló el Prior fray Domingo Gavilán que la alta mortalidad se debía a que muchos enfermos ingresaban en estado preagónico.

En 1812 el Capitán General Someruelos visitó el establecimiento, de improviso, y encontró algunas irregularidades y dispuso que fuesen corregidas por el Administrador fray Domingo Gavilán.--- En 1813 por quejarse los enfermos de maltrato dispuso el Ilustre Ayuntamiento que fuese visitado diariamente por los Comisarios Municipales. Estos, apellidados Bulnes y Benítez, informaron que los alimentos y las medicinas eran de buena calidad pero que no eran suficientes para el número elevado de enfermos.--- Con motivo del regreso del rey D. Fernando VII a España, en 1814, se obsequió a los internados con suculentas comidas, a una de ellas asistió en pleno el Ilustre Ayuntamiento y los regidores dieron limosnas a los enfermos. Se asistieron muchos casos de garrotillo y de pulmonías. Se inició una suscripción para realizar obras en la sala de San Rafael y para comprar "camas de fierro". En el año ingresaron 1 484 enfermos, curaron 1 224, murieron 283 y quedaron el 31 de diciembre 136. Los difuntos aún se enterraban en el cementerio del hospital.

En 1º de abril de 1815 recibió fray Rafael Alcaraz "ciento veinte y cinco camas de fierro con bastidores y lonas". Actuaba como practicante el enfermero mayor Domingo Gavilán. Se asistían 11 enfermos de la cárcel.--- El 16 visitó el establecimiento el Profesor Vallí acompañado por el Doctor Machado con objeto de visitar y estudiar casos de fiebre amarilla, pero tuvo la desgracia de contagiarse y morir rápidamente.--- El 18 de junio de 1817 "el padre Prior del Hospital Real de San Felipe y Santiago, pidió al Ilustre Ayuntamiento fondos para derribar parte del costado de la Iglesia que mira a la plazuela y levantarla de nuevo por la ruina que amenaza". Además solicitó que se dieran funciones por los empresarios del Coliseo y de la Plaza de Toros y que se abriera una suscripción voluntaria entre el vecindario "por ser constante el servicio que hace la hospitalidad de curar gratuitamente a todos los pobres que se remiten de la cárcel y magistrados, cuyo número en el año pasado ascendió a doscientos treinta y cuatro".

En 1818 continuaba atendido por los mismos religiosos de San Juan de Dios. En todo el año entraron 1 702 enfermos, curaron 1 197, murieron 537 y quedaron en cama el 31 de diciembre 125. En esta fecha ya había sido clausurado el cementerio del hospital y los enterramientos se hacían en el cementerio general de Espada.--- El siguiente año instaló en una de sus salas el Dr. Fernando González del Valle una Academia de Cirugía Práctica, sirviéndola gratuitamente. Se asistieron en el año muchos enfermos de fiebre amarilla.

En 1821, a virtud de lo dispuesto por la Superioridad, el hospital dejó de ser "juanino" y pasó al Ilustre Ayuntamiento en cumplimiento de una Real Orden de 9 de noviembre de 1820 (Acta del Ayuntamiento del 16 de febrero.) - En los primeros días de marzo el Comandante de la guardia del hospital dio cuenta al Capitán General del estado de abandono en que se encontraba el establecimiento y "que había muerto el preso Manuel Vera por falta de alimento y por poco no recibe los santos óleos". El Gobierno Superior se dirigió al Ilustre Ayuntamiento para que se hiciera cargo del hospital toda vez que se había ordenado la disolución de la comunidad de San Juan de Dios. Cumplida la disposición la Corporación dispuso que fuera visitado con frecuencia por los respectivos regidores de barrios. En el año entraron 2 847 enfermos curaron 1 948, murieron 743 y quedaron en cama el 31 de diciembre 156.

En 1822 su cuerpo facultativo estaba constituido por: Doctor José Pérez Bohórquez, médico principal; Doctor Francisco Sandoval, auxiliar; Doctor Luis del Castillo, practicante mayor.

El establecimiento estaba congestionado por enfermos y presos por lo que con relativa frecuencia se daban funciones benéficas en el teatro y plaza de toros para su auxilio.

Renunció el Administrador Tomás Agustín Cervantes y le sucedió Francisco de la Torre y Cárdenas y D. Ignacio Dedin continuaba con la contrata de medicina. Se dispuso el estricto cumplimiento del Reglamento del 27 de diciembre de 1821 en virtud del cual los militares no podían residir sanos en el local del establecimiento.

Lastimoso en extremo era el estado del hospital en el año de 1823. He aquí como se encontraba según el informe que emitieron ese año los Doctores Manuel Echevarria y Andrés Terriles del que hacemos un extracto: "Cuadro lastimoso de miseria. La localidad está en gran parte ruinosa. En mal estado patios y claustros. Faltan las canales que conducen el agua de lluvia a los aljibes. Goteras sobre la sala de San Damián. El lugar común da filtraciones que llevan a la calle aguas putríferas y pestilentes. Horroroso el calabozo. El edificio es refugio de militares y de otras personas que pueden costear fuera su alojamiento. El cotidiano alimento en un día para 125 enfermos se redujo a 2@ de carne, 8 gallinas, 2 patas de vaca, 2 de cerdo y media libra de jamón para sustancia. Se sustentan además a veinte presos que de ordinario ocupan un lugar tenebroso y oscuro. Entran marineros como enfermos pensionistas y salen sin pagar como si fueran pobres. Todos estos males no son culpas del Administrador interino D. Francisco de la Torre y Cárdenas, que cuida bien de los libros y del archivo. No hay sirviente dedicado al oficio del culto y a veces no hay individuo apto para que el sacerdote administre los Sacramentos. El templo tiene limpieza relativa. Cuenta el hospital con bienes por valor de 248.190 pesos. He aquí la nómina: Manuel Morales, mayordomo, con $450.00 al año.; Francisco de Rojas Vinajeras, enfermero, $400.00; Manuel Martínez, despensero, con $240.00; Dr. José Pérez Bohórquez, , médico principal, $300.00; Doctor .Francisco. Sandoval, médico auxiliar, $120.00; Lcdo. Pacheco, cirujano mayor, $300.00; Doctor Luis del Castillo, cirujano auxiliar, $120.00; Br. Fernando González del Valle, practicante mayor $250.00; pbro. José C. del Castillo, capellán, $264.00; pbro. Manuel Navarro, $264.00. Además, nueve empleados (cabos de sala, practicantes, potero, etc.) que ganan de 16 a 20 pesos mensuales cada uno. Se paga al farmacéutico D. Ignacio Dedin, contratista de medicinas, $212.00 mensuales. Existen también 7 esclavos de cocineros (uno llamado José de Jesús), ayudante (Rafael), etc. ("Diario de La Habana").

En 1824 el Dr. Tomás Romay estableció una clase privada de Clínica Médica y en una sala próxima daba la de Clínica Quirúrgica D. Fernando González del Valle y esta pasó a la Universidad por acuerdo de la Sociedad Patriótica (Diario del 26 de abril). Continuaban las visitas de los diputados del Ilustre Ayuntamiento. En el hospital se asistieron numerosos casos de exantema epidémico. Este año se habilitó una sala en los altos para asistir a extranjeros y estaba a su frente el Doctor Carlos Belot, con título de París y miembro de la Sociedad de Cirugía de Filadelfia.

En octubre de 1825 el Doctor Belot continuaba al frente de la sala de extranjeros y dio a conocer en "El Diario" el resultado de su experiencia en el tratamiento de la fiebre amarilla. Asistió a 16 españoles, 85 franceses, 50 alemanes, 15 holandeses, 11 suecos, 12 ingleses y 8 norteamericanos, en total 197 enfermos de los que solo murieron 20, que llegaron casi todos en estado moribundo. Que el método fisiológico fue el que le dio mejor resultado.

Hospital de San Francisco de Paula

Al iniciarse el siglo XIX el edificio de este hospital de mujeres, enclavado en la porción sureste de La Habana antigua, próximo al litoral, se encontraba en buenas condiciones.--- En 1804 se inició la vacunación de sus enfermas y mejoró el buen aspecto del lugar con el buen arregló que se hizo a la Alameda de Paula.--- En 1806 el movimiento de enfermos fue el siguiente: mujeres entradas, 310, muertas 135, promedio en cama 55.--- Numerosos casos de gripe en la pandemia de 1807.---En el año 1808 el promedio de enfermas fue de 57 al mes.--- En 1810 entraron 316, curaron 165 y fallecieron 153 quedando un promedio de 56 en cama. En enero de 1812 el Capellán de la institución dio conocimiento al Ilustre Ayuntamiento de la existencia de una loca que perturbaba la calma de la misma, por cuyo motivo el ayuntamiento dispuso que la demente llamada María Fernández fuese recluida en el hospital de San Lázaro donde se encontraban asiladas otras locas.- Se trataron casos de neumonía y garrotillo en 1813.- Suculentas comidas el siguiente año con motivo de los grandes festejos llevados a cabo por el regreso del rey Fernando VII desde Francia a España. En todo ese año de 1814 ingresaron 401 enfermas, curaron 263, murieron 153 y quedaron 32 a final de diciembre.

El 5 de octubre de 1820 el padre Capellán dio las gracias al Ilustre Ayuntamiento "por la abundante, costosa y delicada comida dada a las enfermas los días 24, 25 y 26 de septiembre. En que se efectuaron los festejos por la Constitución.--- En el año 1821 entraron 416 enfermas, curaron 252, murieron 161, y quedaron en cama 52 mujeres el 31 de diciembre.--- En el verano del año 1824 fue nombrado director interino D. Antonio Calderiño. Los delegados del Ilustre Ayuntamiento visitaban e inspeccionaban periódicamente el hospital para que la asistencia de las asiladas fuese mejor.

Hospital de San Lázaro

Situado al noroeste de la ciudad, con su frente mirando a la Caleta de San Lázaro y a sus espaldas el Cementerio de Espada , se encontraba el hospital de leprosos o de lazarinos de La Habana, en el camino del Vedado. Tenía capacidad para más de 90 enfermos y alojaba algunas locas en uno de sus departamentos. Por su situación sufrió mucho con los ciclones y "nortes" que azotaban con frecuencia lugar tan solitario entonces.-- -En 1804 dispuso el Ilustre Ayuntamiento que ocho locas que se encontraban en la Casa de Recogidas pasaran al hospital de San Lázaro.--- En 1810 entraron 12 enfermos, murieron 12 y quedaron 106 al finalizar el año.--- Dos años después se alojaban hombres dementes en otra sala especial. Participaron también sus enfermos de las grandes comidas con que les obsequiaba el Ilustre Ayuntamiento en ciertos días del año y en las grandes fiestas nacionales.

En 31 de diciembre de 1814 quedaban 99 asilados, entraron en el año 21 y murieron 19. El hospital tenía también su cementerio especial para sus difuntos hasta que se edificó a sus espaldas el de Espada.--- En 1816 se iniciaron nuevas obras que tardaron varios años en concluirse y a cuyo beneficio se hicieron distintas fiestas benéficas.--- En 1818 se anotaron 17 ingresos en el año con 21 fallecidos y quedaron 77 el 31 de diciembre.--- En 1820 el "Mampostorio" de la casa solicitó permiso del Ilustre Ayuntamiento para que el Doctor Carlos Belot hiciera "ciertas curas a enfermos del hospital" y fue autorizado siempre que le acompañase un facultativo de la Junta de Sanidad. El promedio de enfermos era de unos 57 por mes.

En 1823 era dirigida la casa por D. José Rodríguez y Castro.

Entonces quedó a cargo del Ilustre Ayuntamiento y recibía frecuentes visitas de sus diputados. En este año prohibieron esos inspectores, de acuerdo con el Cabildo "la visita de negros vendedores de carnes para que no la manoseen los asilados".

A final de este período se encontraba la casa en buen estado y empezó a recibir enfermos del interior, aún de Camagüey y Santiago, que tenían sus hospitales de leprosos

Hospital de Belemitas

La convalecencia de Belén continuaba su vida habitual a principios del siglo XIX y el número de sus convalecientes aumentaba o disminuía según el número de soldados españoles que llegaban a La Habana. En 1818 entraron 1 188 hombres convalecientes de tropa y marinos y unos 643 paisanos, en total 1 832 individuos, sólo murió un soldado.--- En 1820 se dispuso que su administración pasara a manos del Ilustre Ayuntamiento pero a final de año no había sido cumplida la disposición toda vez que en noviembre el Prefecto del hospital comunicó al Cabildo "que no les correspondía la visita dispuesta".

En 1821 estaba ya regido por el Ilustre Ayuntamiento que dispuso que el médico Hernández y el Doctor Gordillo atendiesen a la hospitalidad y a la escuela que le era anexa.--- En 1822 esos mismos señores continuaban prestando servicios en la casa siendo entonces enfermero mayor Simón Chávez. Pidieron al Ayuntamiento sábanas y solicitaron "que la cantina y el calabozo del batallón de Cataluña se trasladaran a otro lugar".--- En 1823 D. Bernardo del Riesgo "médico del antiguo hospital de convalecientes de Belén pide se le aumente el sueldo".--- En la misma situación los años 1824 y 1825.

Hospital Real del Pilar

Fundado poco después de mediados del siglo XVIII. En 1791 lo dirigía el Doctor Julián de Ayala, médico, y le auxiliaba en sus tareas el cirujano D. Miguel Suárez. Años después se unió al Hospital Militar de San Ambrosio. Atendió a paisanos y presidiarios.

Hospital del Arsenal

Situado próximo a San Isidro atendía a marinos enfermos.

En 1791 su nómina la componían el Licenciado Antonio Romero, médico; D. Antonio Candaro, ayudante, y D. Pedro Puig, primer cirujano de la armada. Se clausuró en 1806 y sus enfermos se trasladaron al hospital de San Ambrosio.

Hospicio de San Isidro

Ocupado por los frailes franciscanos en 1799 hizo una vida lánguida hasta 1855 en que el edificio fue ocupado por la Escuela de Artes y Oficios.

Enfermerías

Desde el origen de La Habana se solían utilizar casas para alojar enfermos por escasez o falta de hospitales y especialmente en tiempos de epidemia. El primer hospital que se fundó en 1544 era una sencilla casa-enfermería. En 1643 los religiosos de San Francisco solicitaron permiso para fundar una enfermería donde asistir a sus religiosos.

Durante el siglo XVIII se aislaron los "pestosos" en distintos lugares y casas diversas.

Al empezar el siglo XIX (1805) se aislaron 18 variolosos llegados en la fragata "Ramona" en un departamento del hospital situado entonces en el Arsenal. Tres años después existía una ermita de campo y una casa al final de la Calzada de San Luis Gonzaga (Reina), que pagaba cinco pesos mensuales de alquiler, para aislar a los variolosos. En el año 1815 existía una casa con el mismo objeto frente al hospital de San Lázaro y cerca del mar. En 1819 funcionaban cuatro enfermerías particulares donde se asistían pacientes, especialmente extranjeros. En 1821 poseía el médico Belot una buena enfermería en Regla la que desapareció dos años después.

En 1824 las Autoridades Superiores combatían el establecimiento de enfermerías particulares por motivos más o menos justos. Este año figuraba de nuevo la Casa de Belot para extranjeros y estaba situada como se dijo en un departamento alto del hospital de San Juan de Dios.

Este señor continuaba con su enfermería en 1825, vivía en Cuba No. 125 y recibía avisos en la botica situada frente a la portería de Santo Domingo, es decir en la casa que ocupaba la Universidad.

Casas de Baños

Instaladas por el Ilustre Ayuntamiento en el año 1773 a fin de que los pobres pudieran asearse gratuitamente. En 1802 fueron fabricadas de nuevo por José Mendoza. En el año 1804 se le agregaron cuatro nuevas habitaciones dedicándose una a pobres de solemnidad, se le instalaron diez tanques y se alquilaron algunos departamentos. En 1812 continuaban alquilando habitaciones y se informó al Ilustre Ayuntamiento que aunque estaban en mal estado se podían alojar en una de las casas las locas que estaban en San Lázaro. En 1813 alojaban dementes y recogidas. En 1817 estaban ruinosas y se construyó una nueva cerca del Matadero. En 1819 continuaban arruinadas sin dar utilidad al ayuntamiento.

Casas de Mujeres Recogidas de San Juan Nepomuceno

A principios del siglo XIX se encontraba esta Casa ubicada en lo que había sido huerta del antiguo Convento de San Isidro situado al suroeste de la Ciudad.--- En 1804 se realizaron obras en el edificio quedando la casa con una extensión de 125 varas y unas 25 de anchura, con dos patios y departamentos para blancas y de color, con una capilla y capellán. Las ocho locas que se alojaban en la casa mientras se reedificaba fueron trasladadas al Hospital de San Lázaro y las recogidas a la Casa de Baños. Estas regresaron a su antigua casa pero en el año 1811 volvieron a la Casa de Baños por hacerse obras en su hermoso edificio.--- En 1807 la encargada de la Casa de Recogidas se llamaba Dominga Rodríguez y ganaba quince pesos mensuales.

Parece que las locas que se encontraban en San Lázaro no habían regresado al edifico de San Isidro toda vez que en 1812 el capellán de la casa D. Miguel Bonilla se oponía al regreso de las mismas. A pesar de esta oposición en el año 1815 se encontraban alojadas en la Casa de las Recogidas diez locas que molestaban a las mujeres recogidas y al vecindario por lo que hicieron gestiones con el Capitán General para el traslado de las dementes para el Hospital de Paula.

En 1817 y en un informe del Regidor Francisco Ponce de León al Ilustre Ayuntamiento se hace constar "que solo hay en la casa tres recogidas llegando a diez y seis las locas; que el local está en mal estado, que se alimentan mal y la capilla es indecente".--- Dos años después (1819) el número de las dementes llegó a 23 y continuaban perturbando al vecindario con sus gritos y blasfemias y por este motivo se pensó de nuevo en trasladarlas a sitio más apropiado.--- En 1823 trató el Ayuntamiento de suprimir la Casa pero no se llegó a ello. D. Pablo García sucedió en la dirección del la casa al pbro. Joaquín Plumas.--- El siguiente año (1824), siendo de nuevo director el tal Plumas pidió la ampliación de la Casa hacia la inmediata de los Baños ya que estas últimas estaban inservibles y por lo tanto no prestaban utilidad.--- En 1825 continuaba la Casa de Recogidas en las mismas condiciones, prestaba pocos servicios, alojaba 18 mujeres y se encontraba administrada por el pbro. Manuel González, sucesor de su colega Plumas.

Casa de Expósitos (Maternidad)

A principios de siglo estaba en un caserón en las calles de Oficios y Muralla y alojaba cien expósitos que asistían a la escuela de Belén. En 1804 en su botiquín había "jalea de cuerno de ciervo, para usar con la leche, jarabes contra la diarrea, etc." Estaba poco atendida en 1825.

Casa de Beneficencia

El edificio se empezó a edificar en 1792, frente a la Caleta de San Lázaro, y se inauguró el 8 de diciembre de 1704. En 1804 tenía 61 educandas, 111 indigentes, 18 dependientes y 57 esclavos, en total 239 personas.--- Después su situación económica se hizo precaria por lo que recibía auxilios del Ilustre Ayuntamiento, de muchos de sus regidores, en particular y de personas distinguidas de la sociedad y también limosnas por misas y cadáveres que se tendían en su capilla-.---- En 1814 alojaba 51 educandas, 55 individuos indigentes, 15 dependientes, 43 esclavos, total 162 personas.

En 1815, educandas 12, indigentes 62, correccionarias 1, dependientes 13 y esclavos 53, total 141 personas.

En 1820 atendía 66 educandas, 78 indigentes, 11 dependientes y 44 esclavos, en total 119 individuos. Estaba administrado por D. Francisco Castro.--- En 1821 alojaba 189 personas.--- En 1823 vivían en su interior 146 seres humanos. Fueron sus Diputados este año: Juan Pizarro, José Ibarra, Manuel Echevarría, José Mariano de Cárdenas, coronel; Andrés Álvarez Calderón, oidor; el Conde de la Fernandina, Rafael O'Farrill Arredondo, Francisco de Cárdenas y Chacón, Gonzalo Herrera, sucesor de Bernabé Martínez de Pinillos.--- En 1824 Francisco Larrañaga, Joaquín G. Arrieta, Nicolás de Cárdenas, José Antonio Vidal, pbro. Ignacio O`Farrill, Francisco Filomeno, El Conde de O`Reilly, Rafael O`Farrill.--- En 1825 eran sus Diputados: el Conde de Santovenia, Jacinto González Larrinaga, Joaquín de Arrieta, José Antonio Vidal y Pascual, Rafael Ignacio O`Farrill, Martín de Aróstegui Heneas, el Marqués de Casa Tirry, Andrés de Jáuregui, el Conde de O`Reilly, Joaquín Gómez, siendo su presbítero este año D. Manuel de Echevarría.

Boticas

Las más conocidas de este período fueron: La de Cid, situada en la calle de Aguiar. Una ubicada en la calle de Alcantarilla. La de Guillén, en la calle de Acosta. La de José María Hernández del Soto en la Calzada de San Luis Gonzaga.

De Francisco Valiente, Calzada de Guadalupe esquina a Peñalver. La de Juan Pisa Nodal, calle Apodaca, hacía análisis químicos. La de O`Reilly frente a la portería de Sto. Domingo. De Pedro San Feliú en la calle Mercaderes. De Juan de Dios Cabañas, en el camino real de Jesús del Monte hacia el puente de Maboa. Del Dr. Mendoza, O`Reilly y Aguiar, La de San Isidro y Compostela, etc. Algunas vendían libros de medicina e instrumentos y exponían fetos monstruosos en pomos especiales.

Dentistas

Los más anunciados en la prensa de la época fueron: José Orsi, graduado en Madrid, Sol No. 14. Bernardo Frexe, en Lamparilla y Amargura "ofrece sus talentos para las enfermedades de la boca, limpia dientes, emploma muelas, las rellena de oro, etc. " y " tiene en venta caxas de instrumentos de cirugía, algalias y plata y forceps para parteros (primera vez que se anuncia la venta de este instrumento en Cuba) y algunos libros de medicina, de cirugía y química, en francés " (Diario del 6 de octubre de 1815). El dentista Levy en la calle de Amargura 91. En el Diario del 13 de enero de 1823 se anuncia LA DENTISTA Señora Delane llegada de Estados Unidos "cura el escorbuto, pone dientes artificiales y vende polvos dentríficos" (La primera dentista que se anuncia en Cuba).

Operaciones quirúrgicas

Por esta fecha las prácticas de la cirugía se encontraban limitada a ciertas operaciones de urgencia y a pequeñas operaciones corrientes: hernias estranguladas, cesáreas post-mortem, amputaciones de miembros, tallas, litotomías, torsiones y ligaduras arteriales, tenotomías, cataratas, y otras del ojo, de partos, amputaciones de la mama, etc. Se desconocía la anestesia general y se ignoraba la antisepsia y la asepsia. Antes de ser operado el paciente era embriagado o narcotizado habiendo siempre a su lado un hombre musculoso para que lo sostuviera en sus reacciones. Las arterias se ligaban con los filetes nerviosos y sus cabos se reunían en un paquete. El torniquete que se usaba para evitar la hemorragia se dejaba en ocasiones tanto tiempo aplicado que causaba gangrena en los tejidos comprimidos. No existían verdaderas salas de operaciones, ni en los hospitales (estos eran peligrosos, por la gangrena nosocomial o de hospitales, tan común entonces,) por lo que se hacían más a menudo en las casas particulares, aprovechando y apropiando una habitación de la misma. Las curaciones de las heridas se hacían con hilas, vendajes de sábanas viejas, se utilizaban cordones, emplastos, ungüentos (amarillo, rojo, etc.) y el público acudía a la "tela de araña" que tomaban en las caballerizas y otros sitios y rincones de las casas. Ceratos, esponjas y otros menjurjes (Aún, a finales del siglo vimos usar estos procedimientos; el ejército español recogía hilas en las casas de familia, que no desinfectaban, para curar a sus soldados). Con tales procederes casi todas las heridas supuraban. Los más adelantados acudían al agua fenicada y al yodoformo al finalizar el siglo. Por tanto, la podredumbre de hospital, el tétanos y otras infecciones, limitaban las peligrosas intervenciones de entonces.

En 1819 el Doctor Tasso hizo la primera operación de la hernia estrangulada, con asa intestinal gangrenada, a Diego Remigio de Heredia, que murió al poco de operado. En febrero de 1822 Don Tomás Monte de Oca, canario y practicante mayor de San Ambrosio, realizó la primera operación de hernia estrangulada en Cuba, con éxito. Tres años después Antonio Miyaya, realizó la tercera operación de esta clase, también con éxito. Los nombres de Tasso, Montes de Oca y de Miyaya deben ser siempre recordados en los fastos de la cirugía cubana. El 11 de octubre de 1825 murió de fiebre amarilla la señora Casta Cire, esposa del Capitán General D. Francisco Vives, y en el momento de fallecer se le practicó la cesárea y se le extrajo un feto de siete meses que nació vivo, se le administró "el agua de socorro" (costumbre religiosa) pero murió al poco. Esta operación se efectuó en la Quinta de Carraguao, donde la generala pasaba una temporada, casa entonces del padre D. Manuel Echevarría, Calzada de la Infanta, próxima a la esquina de Tejas, al norte de ella y sobre una lometa. En 1900 existía en dicho lugar una hermosa casa colonial con portal y columnas donde estaba la Clínica "Cuba" de los Doctores R. Menocal y José Ferrán; después fue ocupada por gente pobre hasta 1950 en que se demolió para edificar casas modernas. (Detalles en el libro de José Ma. de la Torre sobre La Habana antigua).

Librerías y libros de medicina

Las librerías más conocidas que vendían libros de medicina, casi todos franceses, eran: la situada en el Boquete de Ramos (Plazuela de la Catedral y calle Mercaderes). La de Empedrado. La de Petit en la calle de Obrapía. La de Elías Ran en la Cruz Verde, calle de Mercaderes, etc.

Los médicos vulgares leían especialmente las obras en español pero los más ilustrados preferían las francesas y unos pocos las inglesas o norteamericanas. También existían pequeños libros editados en Cuba. Ocupaban sitio preferente las obras de Heister (Anatomía); Lacava y Bonells (Anatomía); Caldani y Tourtelle (Higiene); Cavanilles, (Botánica); Orfila, (Química); Dumas y Carrasco, (Fisiología); Tessart (Materia Médica); Caldrini (Terapéutica); Aforismos Hipocráticos y de Boherhabe; Obras de Cullen y de Broussais, de Sallisbury; Debeze, (Fiebre amarilla); Bayle (Tuberculosis); Rostan, (Cerebro); Sprengel (Historia de la Medicina); Magendie, (Fisiología); Bichat (Anatomía); Rochoux, (Fiebre amarilla); Cloquet (Anatomía); Bell, (Sistema nervioso); Civiales, Cooper, Syme, Dupuytren, Gendrin y Velpeau (Cirugía), Chomel y Andral (Clínica Médica) etc.

Epidemiología

Las principales epidemias que reinaron en el primer cuarto del siglo fueron las siguientes. Desde 1801 a 1808 varias de viruela en toda la isla. En el 1807, pandemia gripal. Fiebre amarilla en 1810. El siguiente año llegaron muchos barcos negreros con "peste". En 1813 ocurrieron numerosos casos de rabia. Dice uno de los números del Diario de Diciembre de 1814: "Que las enfermedades conocidas por escarlata o colorado, sarampión y garrotillo hicieron estragos en toda persona, que la consternación fue general y las víctimas de la malignidad de estas tres enfermedades infundían el mismo terror que una peste desoladora". En 1815 continuó azotando el garrotillo (difteria) con calenturas intermitentes, perniciosas y pasmo. En 1816 viruela en La Habana que se extendió al interior especialmente a Puerto Príncipe; fiebre amarilla y anginas graves. En 1817 se recrudeció la fiebre amarilla y la viruela. Continuó azotando esta última al extremo que en 1819 funcionaban, además de los hospitales generales, cuatro enfermerías particulares para tratar a los extranjeros; afectó mucho a los soldados españoles que iban a la Florida y continuó haciendo daño hasta 1825. En 1824 y 1825 nuevos brotes de escarlatina en La Habana importada de Estados Unidos. En 1819 mucha fiebre amarilla.

Cementerio de Espada

Se construyó por el obispo Juan José Díaz de Espada y Landa, en terreno de la antigua huerta del Dr. Tenessa, al sureste del hospital de San Lázaro y fue inaugurado en 1805. Ha sido el primer cementerio de importancia construido en la Capital pues antes se hacían los enterramientos en las iglesias y en las proximidades de los hospitales. En este cementerio de Espada se enterraron en 1806 un total de 1 962 cadáveres. En 1809, 2 208 y en 1814, 3 136 (adultos 1 547, párvulos 1 243 y expósitos, 356). Existía por esta fecha un cementerio para extranjeros no católicos. En octubre de 1815 se sepultaron 288 (103 párvulos). En 1818, 4 825.- El cementerio de los Protestantes, que cuidaban ciertos comerciantes, continuaba prestando servicios en 1825. (Para detalles vea la curiosa obra de Rosain titulada Necrópolis de La Habana, 1875).

Médicos destacados

Entre los facultativos médicos más destacados de este período citaremos a: Tomás Romay, vacunador, higienista, clínico, benefactor, etc. Caro, gran clínico. Francisco de Córdova, profesor. Guarro, catalán, partero y paidópata. José Joaquín Navarro, catedrático de anatomía. Antonio Viera, profesor de fisiología. Nicolás del Valle y Roque Oyarbide, protomédicos. Pedro Andreu, catedrático. José Julián de Ayala, catedrático. Marcos Sánchez Rubio, de gran imaginación, catedrático, publicista, etc. Lorenzo Hernández, protomédico y profesor. Juan Pérez Delgado, protomédico y excelente clínico. Juan Pérez Carrillo, médico cirujano de la armada. Pablo Marín, catedrático. Francisco Sandoval, partero y médico del hospital de San Juan de Dios. Tomás Monte de Oca, hábil cirujano, hizo la primera operación por hernia estrangulada con éxito. Domingo Rosain, profesor, partero, iniciador de la primera Academia de Partos. José Fernández Madrid, suramericano, de talento, tomó parte en la revolución de Bolivia y llegó a ser Pdte. de la República de Nueva Granada, cayó prisionero de los realistas y enviado a España, después se le dio autorización para residir en Cuba donde se dedicó a la medicina y a la literatura con la protección del obispo Espada y llegó a ser médico del Capitán General Mahi. José Pérez Bohórquez, médico del hospital de San Juan de Dios y Alcalde 2º en 1823. Luis Genebriera, buen clínico y médico de la armada. Andrés Terriles, descendiente de una prestigiosa familia hidalga. Simón Vicente de Hevia, de gran cultura, protomédico. Antonio Machado, catedrático. Eduardo Castro, catedrático de anatomía práctica y fisiología en San Ambrosio en 1820. Francisco Alonso Fernández, gaditano de la armada, de gran prestigio, fue sucesor de Eduardo Castro en la cátedra de San Ambrosio. Vicente Antonio Castro, Jacinto Bucelo y Antonio Miyaya, cirujanos destacados. José Antonio Bernal, protomédico. Pablo Terriles, clínico. Jacinto Bucelo. Luis de Hevia. Pedro Morales. Ángel J. Cowley, benemérito profesor, inteligente y muy señalado (fue padre de D. Luis y D. Rafael Cowley y Valdés Machado que figuraron a fines de siglo). Gaspar Ceferino de los Reyes. Agustín Encinoso de Abreu, notable catedrático. Bernardo del Riesgo, médico de la convalecencia de Belén. Fernando González del Valle y José Nicolás Gutiérrez, destacadísimas figuras de la medicina cubana, catedráticos y grandes cirujanos. Hacia el año de 1825 ejercían en la Ciudad y Extramuros unos 300 facultativos de todas clases.

Facultativos de semana

Se crearon con el objeto de que prestaran atención médica por semanas, a servicios urgentes de medicina y cirugía, facilitando así la rápida atención a heridos, intoxicados etc. Además servían a la administración de justicia, etc. Se empezaron a relacionar diariamente desde el mes de marzo de 1825 en el "Diario del Gobierno de La Habana". Los primeros que prestaron esos servicios en dicho mes fueron: Doctor Agustín Encinoso de Abreu, médico y Bachiller Hermenegildo Rodríguez, cirujano, 14 de marzo. Doctor Francisco Alonso Fernández, médico y Bachiller. Andrés Alegre, cirujano, 31 de marzo. En abril, Doctor Carlos Belot, médico y el Lcdo. Domingo Arregui, cirujano, 3 de abril y doctor Fernando González del Valle, médico y L. Genebriera, cirujano, 11 de abril y del mismo modo continuaron los otros meses con distintos facultativos como veremos más adelante.

Bibliografía médica

He aquí una relación de los principales trabajos médicos publicados en La Habana en el primer cuarto del siglo: 1802, Origen y descubrimiento de la vacuna. Francisco Ramírez, Análisis de las aguas de la fuente de Madruga.--- 1803, Carlos Villard, libro sobre vacuna.--- 1804, T. Romay, varios trabajos sobre vacuna. Pachón, escrito relativo a la misma. 1805. Obispo Espada, Memoria recomendando enterrar los muertos fuera de los poblados, y sobre la vacuna obligatoria. Varios trabajos de Romay, vacuna.---1806, Tomás Romay, Discurso sobre sepulturas fuera de los pueblos. Descripción del cementerio general de La Habana. Informes sobre vacuna.---1807, T. Romay , varios trabajos en Papel Periódico.--- 1808, T. Romay, sobre vacuna.--- José de Gálvez, disertación sobre viruela, 1809. T. Romay, sobre vacuna. -1810, Trabajos de T. Romay sobre vacuna y viruela en el "Diario de La Habana". Francisco Herrera, Disertación sobre viruela.--- 1811, T. Romay, varios trabajos sobre vacuna en el "Diario de La Habana".--- 1812, T. Romay, algunos trabajos sobre vacuna en el "Diario de La Habana".--- 1813, T. Romay, sobre casos de hermafrodismo y en relación con la vacuna, Diario del Gobierno de La Habana.--.- 1814, T. Romay, sobre viruela y vacuna, Diario del Gobierno de La Habana. Marcos Sánchez Rubio, relativo a una epidemia de escarlata y libro sobre fiebre amarilla. J. A. Bernal, "Compendio de enfermedades del hígado".--- 1815, T. Romay, vacuna, en el Diario. M. Sánchez Rubio, "Discurso sobre el pasmo y su más corta y cierta curación".

Nicolás Montero, Descripción de la epidemia de fiebre amarilla de Truxillo, México. Manuel Sánchez Rubio, "Observaciones Médicas- Meteorológicas y Enfermedades".--- 1816. T. Romay, sobre vacuna, viruela y "Elogio del Dr. Eusebio Valli", leído en la Sociedad Económica. Manuel Sánchez Rubio, sobre un caso de negro bozal hermafrodita.--- 1817, T. Roma, "Expulsión de tres fetos"; sobre un gabinete anatómico y en relación con la vacuna, El Diario, etc. José Fernández Madrid, Mercurio en disentería. J. A. Bernal, Descripción de un monstruo. Manuel Sánchez Rubio, sobre vacuna.---1818, Memoria sobre el agua de Cayajabos, Sociedad Económica y cátedra de Clínica . Oficio a Alejandro Ramírez, aceptando y aplaudiendo el proyecto de establecer una clase de Clínica y acompaña un plan para el establecimiento de una Escuela de Medicina Clínica en San Ambrosio.--- 1819, T. Romay, trabajos sobre vacuna y población blanca, Diario y Memorias de la Sociedad Económica.

1820, Trabajos de T. Romay sobre vacuna y población blanca. "Obras Escogidas". M. Sánchez Rubio, numerosos escritos en la revista "Argos" y "Ensayo analítico sobre la naturaleza, causa y curación de la calentura thermo adinámica y thermo atáxica". 1823, T, Romay, vacuna. "Dictamen sobre las Cátedras de Anatomía Descriptiva y de Cirugía Fisiológica" en las Actas de la Sociedad Económica.-1824, T. Romay, sobre Vacuna y Estado de los enfermos en el hospital de San Ambrosio, Diario y Memoria de la Sociedad Económica. Rosain, "Cartilla para parteras". Manuel Sánchez Rubio, Libro sobre vacuna. J. Fernández Madrid, "Influjo del clima en el hombre", trabajo premiado por la Real Sociedad Patriótica.--- 1825, Tomás Romay, "Memoria sobre la epidemia de fiebre exantemática que se experimenta en La Habana desde el año pasado" en Memorias de la Sociedad Económica.

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