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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

versión impresa ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  n.101 Ciudad de la Habana ene.-jun. 2007

 

Introducción

Desde los primeros años de la década de 1960 se realizaba en Cuba un notable esfuerzo por elevar la proporción de los nacimientos institucionales como solución al grave riesgo de los partos realizados en el hogar por personal no calificado. Con ese propósito se ampliaron en forma notable las consultas prenatales y el número de camas de los servicios de obstetricia. Sin embargo, para las embarazadas que vivían en lugares apartados, con grandes dificultades para trasladarse en el momento del parto, debía buscarse una solución. Esta solución la constituyeron los hogares maternos. Dichas unidades comenzaron a establecerse en el año 1962. En ocasiones, las mayores limitaciones, además de las vías de comunicación, podían ser los medios de transporte aunque lo más común es que fueran ambos.

Posteriormente, se utilizaron estos hogares para embarazadas que requerían un encamamiento precoz con atención médica mínima, para lo que no había suficientes camas en las maternidades, como es el caso del embarazo con posibilidad de parto prematuro. También se han utilizado para el ingreso de gestantes con serios problemas sociales de convivencia durante su embarazo. Otro uso importante de estas unidades es el de albergar embarazadas con déficit alimentario.

Los hogares maternos se crean oportunamente en una etapa de grandes transformaciones sociales en el país. Es el momento en el que se producen cambios con la toma del poder por la Revolución en 1959. La motivación real de su creación está fundamentada en la necesidad de mejorar rápidamente las condiciones de la atención del embarazo, el parto y el recién nacido, de la población que habitaba en condiciones de aislamiento geográfico. Esto podía haberse resuelto con mayores estadías de hospitalización, pero las limitaciones de camas en los hospitales excluían tal posibilidad. Al mismo tiempo, era una etapa en la que simultáneamente se producía en el país una “explosión demográfica”.

Aun sin la limitante señalada, la función del hogar se proyectó mas allá de las soluciones que pudiera brindar el hospital obstétrico con ese fin, Buena parte de las mujeres que utilizan el hogar materno, proceden de un medio en el que están sometidas a una intensa carga de trabajo y responsabilidades en su hogar junto con su embarazo. La institución, atendida por personal técnico y dotado de características sanatoriales, las sitúa desde su ingreso en un ambiente que, concurrentemente con muchos aspectos favorables, debe contribuir, además, a la reducción de su estrés.

Los hogares maternos se ubicaron generalmente en locales construidos para otra finalidad, usualmente eran edificaciones de mediano tamaño, la mayor parte de las veces, casas de viviendas medianas o grandes. El requisito esencial era su proximidad al hospital materno o servicio hospitalario ginecoobstétrico, cuestión fundamental para la pronta asistencia al momento del parto. El presupuesto del hogar cubría solamente una pequeña plantilla para personal de administración y servicios así como financiamiento para gastos menores. Estas características de una etapa, que podemos calificar de “improvisación”, correspondieron a los momentos de la creación de los primeros hogares, pero se prolongó a medida que la misma situación se fue reproduciendo en forma continuada a través de las diferentes regiones y provincias. Posteriormente a su apertura, a cada hogar materno se le fue dotando de un presupuesto controlado por las direcciones municipales de salud. No obstante, aún hoy, quedan algunas unidades con rasgos de las características originales. Se comprende que frente a la alta priorización que se le dio al programa maternoinfantil, unida a la facilidad de instalación y bajo costo de operación de estas instituciones, se fueron diseminando por el territorio nacional con gran rapidez.

En 1994, Cuba contaba ya con 182 hogares maternos distribuidos en la totalidad de las provincias. Aunque evidentemente se les han atribuido resultados positivos, esta institución no ha sido debidamente evaluada, a pesar de que han transcurrido más de 30 años desde que fueron creadas. Por otra parte, no puede negarse su contribución al elevado número de partos institucionales en Cuba, que logró alcanzar una proporción de más de 98 % del total de los nacimientos a partir del año 1975.

El estudio de los hogares maternos de Cuba fue estimulado por el llamado de acción del programa “Iniciativas para una maternidad sin riesgo” de la Organización Mundial de la Salud, la que se originó mediante el concurso de varios organismos internacionales, a partir de una reunión celebrada en Nairobi en el mes de febrero de 1987. En ella se hizo un llamamiento sobre las pésimas condiciones de salud y vida de las mujeres del Tercer Mundo, que se reflejaba con mayor dramatismo en las elevadas cifras de mortalidad materna en los países subdesarrollados comparadas con las muy bajas que presentaban los países desarrollados. Para este fin se creó un extenso programa orientado a cambiar la situación de la mujer, especialmente en los países en desarrollo.

En el presente trabajo, para una mayor comprensión, se describe el marco donde se desenvuelven los hogares maternos, y con ese fin se incluyó en la obra un capítulo con la información indispensable sobre el entorno del país, donde se refieren, en forma resumida, los aspectos más esenciales de la geografía, la historia, la economía y la evolución de la salud pública cubanas.

El estudio puede contribuir, en alguna medida, a demostrar la utilidad de este tipo de establecimiento y la factibilidad de ser aplicado en otros países con dificultades de atención a las embarazadas.

Los autores de la presente investigación, que han trabajado largamente en la salud pública cubana y en la creación de los hogares maternos de Cuba, han tenido en proyecto la realización de este estudio, desde hace varios años, el que finalmente ha podido materializarse con el estímulo y la colaboración de la “Iniciativa para una maternidad sin riesgo” de la Organización Mundial de la Salud y mediante una importante colaboración del Ministerio de Salud Pública de Cuba.

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