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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

versão impressa ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  n.160 Ciudad de la Habana jul.-dez. 2009

 

CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA 106

 

Cátedras de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales

 

 

1. La cátedra y asignaturas de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales en los planes de estudio de 1900 y 1919. Las cátedras de Patología General en los planes de estudio de 1923, 1928, 1934, 1937, 1940 y 1959. Cambios de nombre de la asignatura de 1960 a 1962. 2. Locales en los que se impartieron. 3. Frecuencia y horarios de clases. 4. Profesores titulares. 5. Profesores auxiliares. 6. Ayudantes graduados y profesores agregados. 7. Alumnos ayudantes. 8. Instructores, adscriptos y asociados. 9. Cambios de profesores de 1959 a 1962. 10. Programas de las asignaturas. 11. Investigaciones realizadas en las cátedras. 12. Libros de texto y de consulta extranjeros recomendados durante el período estudiado. 13. Bibliografía docente producida por los profesores de las cátedras. 14. Consideraciones finales. Referencias bibliográficas y documentales.

1. Desde la reforma del plan de estudios de 1887, la asignatura de Patología General con su clínica, un curso, se independizó como cátedra y se impartió en el tercer año del período de la Licenciatura. Al ponerse en vigor el Plan Lanuza todo continuó de igual manera, pero al instaurarse el Plan Varona en 1900, dicha asignatura formó la cátedra No. 4 con las de Bacteriología, medio curso; Patología Experimental, medio curso y Anatomía e Histología Patológicas, medio curso.

La cátedra de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica, medio curso, que se había creado por Orden Militar de 30 de diciembre de 1899, pero que no se había impartido por no estar en Cuba su profesor, el doctor Juan Guiteras Gener, va a ser incluida en la cátedra No. 5.

Un año después, al reagruparse las asignaturas, formaron la cátedra No. 4 las de Patología General con su clínica, un curso, y Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica, medio curso. La primera impartida en el tercer año de la carrera y la segunda, en el cuarto.

En el plan de estudios de 1919, la cátedra No. 4 continuó igual, pero la asignatura de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica se dictó en el sexto año de la carrera.

En el plan de 1923 se suprimió esta última asignatura y la de Patología General con su clínica se dividió en 2, las que formaron las cátedras, No. 5 Patología General con su clínica 1er. curso y No. 6, Patología General con su clínica 2do. curso, impartidas respectivamente en tercer y cuarto años de la carrera y en esa forma se mantuvieron en el plan de estudios en 1928. Esto, desde luego, como en las cátedras de Anatomía Descriptiva y Fisiología era puramente con fines organizativos pues desde el punto de vista legal constituían una sola cátedra con 2 profesores titulares y 2 auxiliares.

En los planes de 1934 y 1937, a pesar de que siguió la división en 2 cátedras, la materia toda se impartió como una sola asignatura en el tercer año de la carrera.

Al ponerse en vigor el plan de estudios de 1941 volvió a ser explicada como 2 asignaturas en tercer y cuarto años, continuó la división en 2 cátedras e igualmente permanecieron así en el plan provisional de 25 de mayo de 1959.

Desde principios de 1960, las 2 cátedras quedaron unidas como una sola asignatura con el nombre de Semiología, impartida en el tercer año de la carrera y agrupada en el Departamento de Medicina Interna.

En septiembre de 1961, al ser designado el doctor Raimundo Llanio Navarro, por la Facultad de Medicina, para dirigir y reorganizar la Semiología, se le cambió el nombre a la asignatura por el de Propedéutica Clínica y en el nuevo plan de estudio puesto en vigor oficialmente por la Reforma Universitaria el 10 de enero de 1962, aparece como Subdepartamento de Propedéutica Clínica del Departamento de Medicina Interna y se explica como Propedéutica Clínica 1, en el primer semestre y Propedéutica Clínica 2, en el segundo semestre, del tercer año de la carrera.

2. La enseñanza teórica de Patología General con su clínica que se venía impartiendo en el Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes" desde la inauguración de su edificio, en 1886, situado en la manzana comprendida entre las calles 23, L, 25 y K en El Vedado, continuó impartiéndose en dicho hospital al implantarse el Plan Varona. El salón de clases se encontraba a la derecha, entrando por su puerta principal, frente a la farmacia y en este mismo lugar se comenzó a explicar la asignatura de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica.1

La enseñanza práctica de Patología General se realizaba en la sala de medicina y la de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica en la sala de enfermedades infecciosas del propio hospital y, esta última, también en el Hospital "Las Ánimas". Fueron estas instituciones las primeras en Cuba que dedicaron locales aparte para dichos estudios, para lo cual cerraron las salas con telas de alambre.2

A partir de 1917 cuando la enseñanza de la medicina comienza a trasladarse al Hospital "General Calixto García", se imparten las clases teóricas de ambas asignaturas en el Anfiteatro de dicho hospital y las prácticas, en la sala "Yarini"(1*), altos del pabellón "Félix Giralt"(2*), las de Patología General y en el pabellón "Lazear"(3*), para enfermos infecciosos, la de Patología de las Afecciones Intertropicales.

Al dividirse en 2 cátedras, la No. 5 contó para sus demostraciones prácticas, primero, con la sala "Yarini" y, años después, con los bajos del pabellón "Santos Fernández"(4*) y la No. 6, con la sala "Cabrera Saavedra"(5*), bajos del pabellón "Gutiérrez"(6*), conocido como "Clínica Bajos" y, años más tarde, se trasladó para los altos de dicho pabellón conocido como "Clínica Altos", con sus salas "Díaz Albertini"(7*) y "Guiteras". Las clases teóricas de ambas cátedras continuaron en el Anfiteatro del hospital.

En estos locales se mantuvo la docencia hasta principios de 1960 cuando las 2 cátedras se unieron para formar la asignatura de Semiología, la cual se inició con ese nombre en los mismos locales.

3. Desde 1900, las clases de Patología General con su clínica eran diarias, de 8:30 a 9:30 a.m. alternándose las teóricas y las prácticas. Las de Patología de las Afecciones Intertropicales eran 3 veces por semana (lunes, miércoles y viernes) de 9:30 a 10:30 a.m., e igualmente se alternaban las teóricas y prácticas.2

En esta forma continuaron hasta el plan de estudios de 1923 en el que se suprimió la de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica y la de Patología General con su clínica se dividió en 2. La de Patología General 1er curso se impartía en clases diarias de 10 a 11 a.m. y la de 2do curso de 8 a 9 a.m. Las conferencias se alternaban con las prácticas de clínica.3

En el plan de estudios de 1934, la enseñanza se brindaba en 12 horas de clases teóricas y prácticas semanales y en el de 1937 en 300 horas teóricas y prácticas en todo el curso.

A partir del plan de 1941, cada una de las asignaturas se impartía en clases teóricas diarias de una hora de duración y para realizar las prácticas los alumnos se dividían en 6 grupos denominados del 1 al 6, que trabajaban un día a la semana durante la mañana. Para facilitar la docencia cada grupo se subdividía en tantos subgrupos como instructores, adscriptos y asociados tuvieran las cátedras.

4. El doctor Domingo Fernández Cubas4 desempeñaba la enseñanza de Patología General con su clínica desde que fue nombrado catedrático supernumerario interino el 22 de julio de 1878 y tomó posesión 4 días después. Por Real Orden de 7 de diciembre de 1880 fue nombrado catedrático numerario propietario de entrada. Le fue concedida la categoría de numerario de ascenso por Real Orden de 10 de diciembre de 1884 y aunque no consta en su expediente administrativo en la Universidad de La Habana, por sus muchos años posteriores en la docencia, debió ascender también a numerario de término.

Finalizada la dominación colonial española en Cuba y puesto en vigor el Plan Lanuza, el doctor Fernández Cubas fue ratificado en su cátedra por Orden Militar No. 250 de 28 de diciembre de 1899. Medio año después, al ponerse en práctica el Plan Varona, por Orden Militar No. 280 de 12 de julio de 1900 fue dejado cesante.

Esta cesantía y la de otros 7 profesores de la Universidad de La Habana trató de ser subsanada en parte, 3 meses después, por la Orden Militar No. 423 de 11 de octubre de 1900, la que expresaba:

El Gobernador General de Cuba a propuesta de la Secretaría de Instrucción Pública, ha tenido a bien disponer la publicación de lo siguiente:

Teniendo en cuenta los leales y honrados servicios prestados a la Universidad de La Habana, durante más de 25 años por los ex catedráticos de dicha Universidad: Francisco Campos y Riverol, José María Carbonell Ruiz, Manuel J. Cañizares y Venegas, Domingo Fernández Cubas, Antonio de Gordon Acosta, Joaquín F. Lastres Juiz, Carlos Donoso Lardier y José J. Rovira y Barrero, se les concede, por la presente una pensión mensual de cien pesos, moneda de los Estados Unidos, que empezará desde el 1 de julio de 1900 y continuará durante la ocupación militar de la Isla. Los pagos se efectuaran todos los meses.4

A pesar de que el doctor Enrique José Varona y Pera, Secretario de Instrucción Pública, obtuvo esta pensión para tratar de aminorar los efectos económicos de las cesantías en los perjudicados, la medida fue duramente criticada por algunos sectores de opinión en su época y en particular la del doctor Fernández Cubas, hasta nuestros días. Por ello es necesario exponer las razones que suponemos hubo en la de éste último profesor.

Sin lugar a dudas fue el doctor Domingo Cubas, como todos le llamaban, uno de los más queridos y respetados catedráticos de la Facultad de Medicina desde los acontecimientos del 23 de noviembre de 1871, que culminaron en el fusilamiento de 8 estudiantes del primer año de medicina, 4 días después.

Este hecho luctuoso es de tal trascendencia en nuestra historia que dichos estudiantes son los mártires universitarios por antonomasia en Cuba y su muerte se conmemora anualmente en todos los centros de enseñanza superior del país.

Para conocer en detalles lo ocurrido en tal suceso remitimos al lector a la insuperable y erudita obra "A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes" Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1971, del fallecido historiador de la Universidad de La Habana, profesor Luis F. Le Roy y Gálvez.

Por la reforma de estudios decretada por el sanguinario Gobernador y Capitán General de la Isla, don Blas Villate de las Heras, conde de Valmaseda, el 10 de octubre de 1871, implantada con la mala intención de perjudicar la enseñanza superior en Cuba, ya que lo mejor de su pueblo se encontraba enfrascado, desde el 10 de octubre de 1868, en una sangrienta guerra contra la metrópoli española por su independencia, se suprimió el grado de doctor en todas las Facultades de la Universidad de La Habana y se reagruparon o subdividieron algunas cátedras. La de Anatomía Descriptiva 1er. y 2do. cursos se dividió en 2 y lo mismo la de Ejercicios de Disección 1er. y 2do. cursos y Ejercicios de Osteología.

La falta de docentes llegaba a tal extremo, que el único profesor numerario existente en todas estas cátedras, lo era el doctor Juan M. Sánchez de Bustamante y García del Barrio, a quien con la categoría de numerario de término se le nombró en propiedad para la de Anatomía Descriptiva 2do curso. Para el desempeño de las otras fueron nombrados, el propio 10 de octubre de 1871, el doctor Pablo Valencia García, catedrático supernumerario encargado de la Anatomía Descriptiva 1er curso y el doctor Domingo Fernández Cubas, también como catedrático supernumerario encargado de las de Disección 1er. y 2do. cursos y Ejercicios de Osteología. Este último tomó posesión 4 días después y los sucesos del 23 de noviembre siguiente van a ocurrir en el local de disección situado en el Cementerio "Espada".

La conducta viril y digna del doctor Sánchez de Bustamante salvó a los estudiantes de segundo año de Anatomía Descriptiva, pero la actitud cobarde y servil del doctor Valencia facilitó, aunque no era esa su intención, los últimos sucesos que llevaron a la muerte a los 8 alumnos del primer año de Anatomía Descriptiva. Veamos cuál fue la conducta del doctor Fernández Cubas.

El ilustre sanitario y patriota cubano doctor Enrique B. Barnet y Roque de Escobar en su "Elogio del Dr. Domingo Fernández Cubas" escribió:

El doctor Domingo Fernández Cubas, catedrático entonces de Disección y por consiguiente, profesor de aquellos estudiantes, fue uno de los personajes mas valientes de la tragedia (...) en aquellos momentos de terror, de angustia y de sangre, la figura gigantesca del doctor Cubas se levantó a inconmensurable altura. Otros profesores, cuyos nombres viven malditos en la Historia, se hicieron cómplices de la infamia acusadora: el doctor Cubas levantó su voz en defensa de los discípulos proclamando su inocencia. Fue preso también por aquel sublime acto de heroísmo. Con aquel arranque honrado, justo y enérgico, quedó escrito su nombre para la inmortalidad. Si Capdevila fue el eco de la conciencia de la España honrada, Cubas fue la voz de protesta de la Universidad consternada, ellos dos la recogieron en lo mas hondo del pecho de las madres horrorizadas".5

El doctor Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó, entonces alumno del primer año de medicina, que fue condenado a prisión por dichos actos y después Coronel del Ejército Libertador de Cuba en la Guerra Independentista de 1895-1898, escribió en su inmortal libro "27 de Noviembre de 1871", con el que reivindicó la memoria de sus compañeros muertos, lo siguiente:

Antes de volver, entre gritos y amenazas a la jaula, pudimos estrechar la mano de nuestro catedrático de Disección, doctor Domingo Fernández Cubas. Muy distinta fue su conducta de la de otro catedrático de Anatomía. El no acusó como éste, él estaba allí en la cárcel, detenido, porque nos defendía, porque conocía nuestra inocencia y así lo hizo constar en su declaración. Sobre sus hombros estará siempre honrada la toga del maestro.6

Otro de sus discípulos, el doctor Bernardo Escobar Laredo dejó escrito sobre su profesor en 1893:

Los cubanos que no lo quieran son unos canallas. Padre de cubanos, ha sabido ser digno, noble y generoso. En ocasión solemne —el 27 de noviembre de 1871— supo ser veraz, enérgico y justiciero. Su elevada conducta le ha hecho acreedor al eterno agradecimiento de todos los cubanos. Su popularidad es inmensa entre los estudiantes. Todos lo idolatran por su honradez, su bondad y su noble y franco carácter. Una frase del doctor Cubas hace más efecto que diez arengas rectorales.

Todo lo que es, todo lo que vale, se lo debe á la propia persona de D. Domingo Cubas. De cuna humilde, condición pobre ha llegado a médico de clientela, á catedrático de la Universidad, por esfuerzo titánico de su voluntad, por sacrificios sin cuento, por constante, perenne obra de redención y trabajo.

El día que muera, la juventud cubana estará de pésame. Su tumba será regada por el rocío de lágrimas de muchos cubanos.

Maldito sea el cubano que visite su sepultura y no se descubra respetuoso ante la memoria augusta y venerable del varón justo, digno y noble que hoy se llama Domingo Fernández Cubas.7

Pero el doctor Fernández Cubas, como español al fin (nació en San Sebastián de la Gomera, Islas Canarias, el 3 de agosto de 1831, hijo del gobernador del principal castillo de la Gomera)8 fue siempre un integrista y por lo tanto, contrario a la independencia de Cuba.

Capitán médico del segundo batallón de artillería del Cuerpo de Voluntarios de La Habana, por su actuación en esta odiosa institución para los cubanos, fue condecorado con la Cruz de Isabel la Católica, la Cruz Blanca de 1ra. Clase de Mérito Militar y el 7 de mayo de 1870 mereció la distinción "Bien de la Patria".

Diecisiete días antes del fusilamiento de los estudiantes había recibido, el 10 de noviembre de 1871, medalla creada para premiar servicios al Cuerpo de Voluntarios de la Isla de Cuba, lo que no lo detuvo para enfrentarse a ellos en defensa de los estudiantes cubanos y ser encarcelado, porque era un hombre justo y de un valor personal a toda prueba, pero continuó fiel a su ideario integrista al servicio del Cuerpo de Voluntarios.

Siete meses después de tan luctuoso hecho, el 28 de junio de 1872, recibió la investidura del grado de Doctor en Medicina, a pesar de estar suprimido dicho grado en nuestra Universidad, gracia ésta que se le otorgó a muy contados servidores de la metrópoli y el 3 de julio de 1876 recibió nuevamente la distinción "Bien de la Patria".

Algún tiempo después de terminada la Guerra de los Diez Años (1868-1878), el 18 de enero de 1881, mereció un voto de gracia para prestar de nuevo servicios en el Cuerpo de Voluntarios y en 1882 recibió medalla creada por Real Orden para premiar la constancia de los miembros de esa institución.

Los independentistas cubanos, al final de la guerra de 1895-1898, seguramente tuvieron en cuenta todos estos antecedentes del doctor Fernández Cubas a los que se unía una baja calidad en la enseñanza de su asignatura de Patología General con su clínica.

Sobre esto último nos ha dejado un valioso testimonio, importante por venir de discípulo suyo que mucho lo admiró y lo quiso, el doctor Bernardo Escobar Laredo, quien con elocuente humorismo describió esta faceta del doctor Fernández Cubas que nunca citan sus apologistas:

¿Quién no lo conoce?

Alto, delgado, amarilloso, de canas patillas, envuelto en su levitón; la burlona sonrisa retozando en el labio, pasea su escuálida figura con cierto aire de choteo, que encanta.

Explica Patología General.

Miento. Hace que explica. Guasa guasaseando pasan los días de curso, y llega Junio. Los alumnos no saben ni Anatomía Patológica ni Clínica de Patología General. Que la aprendan con el doctor Jacobsen o con el doctor Saladrigas, que han profesado cursos libres.

Pero como estos dignos y estudiosos jóvenes no los profesan, que se... esperen. O que se aprendan de memoria á Buchard, á Picot y á García Solá.

Jamás me he explicado esa sui géneris manera del doctor Cubas.

¿Será que fiará demasiado en la aplicación de la juventud cubana?

¿O su genio guasón le impulsará á tomar como cosa baladí el abecedario de la medicina?

Por lo demás es médico de ojo clínico, alcanzado tras largos años de práctica; doctor de numerosa clientela, y hombre de generales y merecidas simpatías.

Habla con mucha gracia, su voz dulce, su dejo isleño acriollado, la viveza de su imaginación, el caudal de anécdotas que atesora, le hacen ser un causeur agradabilísimo.

Hombre sagaz, hábil y listo, necesita estas condiciones para alcanzar y mantener, como alcanzó y mantiene, la confianza del gremio de tabaqueros. Médico de éstos, hace años, se ha contagiado con su fraseología. Emplea algunas frases sucias y, cuando lo tiene á bien, le dice una desvergüenza al lucero del alba. Sus cuentos de Boccacio han hecho universal la fama del doctor Cubas.9

A pesar de estas realidades en su contra, la salida del doctor Fernández Cubas de la cátedra de Patología General con su clínica fue muy dolorosa para el estudiantado cubano y todavía se levantan prestigiosas voces en su defensa. Murió el 11 de junio de 1906 en la ciudad de La Habana y su cadáver fue depositado en el Mausoleo de los Estudiantes en el Cementerio de Colón, erigido por suscripción popular en 1887, y allí reposa junto a los restos de los 8 estudiantes fusilados, de su valiente abogado defensor Capitán Federico Capdevila Miñano y de su heroico reivindicador doctor Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó.

Al entrar en vigor el Plan Lanuza se dispuso, por el Gobernador Militar de la Isla, la publicación de la siguiente Orden Militar de 30 de diciembre de 1899.

I. Se crea, por la presente una nueva cátedra en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana, que será conocida con el nombre de Patología Intertropical con su clínica, de lección diaria.

II. Se nombra, por la presente, a Juan Guiteras, catedrático de la Universidad de La Habana, que deberá surtir sus efectos tal nombramiento a partir del 1 de enero de 1900, y se le asigna la cátedra de Patología Intertropical con su clínica.10

A pesar de que en la Orden de su creación se le nombra a la cátedra Patología Intertropical con su clínica en todos los Anuarios Universitarios hasta la desaparición de la misma, en los programas de la asignatura y otros documentos oficiales siempre apareció con el nombre de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica.

Al producirse su nombramiento, el doctor Guiteras10 se encontraba en Londres, Gran Bretaña y ese mismo mes de enero de 1900 en que debía tomar posesión de su cátedra escribe carta al Rector de la Universidad de La Habana en la que pide se le conceda licencia de unos meses para realizar estudios en el London School of Tropical Medicine sobre métodos de enseñanza de su nueva asignatura, lo que le fue concedido.

Con fecha de 13 de junio de 1900 (Plan Varona) fue ratificado en su asignatura el doctor Guiteras y se le encargó la de Patología General con su clínica, las que formaron una sola cátedra.

El doctor Juan Guiteras Gener fue una de las figuras más eminentes de la medicina cubana de todos los tiempos. Proveniente de una familia de notables patriotas, pedagogos e historiadores matanceros, desde su juventud sufrió como toda su familia, el exilio político. En la Universidad de Pennsylvania, EE. UU. A., se graduó de Doctor en Medicina con tesis premiada sobre "Influencia de la actividad funcional en el desarrollo del esqueleto" (1873) y de Phylosophical Doctor (Ph.D.).

En 1889 completó su especialización en Anatomía Patológica en Frankford, Alemania, al lado del Maestro de las técnicas de coloraciones en tejidos, profesor Karl Weigert, y en 1891 regresó a Alemania, enviado por la Universidad de Pennsylvania, esta vez al Instituto de Higiene de Berlín, para estudiar con el genial profesor Robert Koch su recién descubierta tuberculina, presentada en el X Congreso Internacional de Medicina celebrado en la capital alemana en 1890. Tomó, además, un curso y trabajó con el también genial profesor Paul Erlich y conoció y laboró junto a figuras tan eminentes como los profesores Rudolf Virchow, Richard F. Pfeiffer, Johan F. Esmarch, Ludwig Brugert y Shibasaburo Kitasato, entre otros. Hablaba perfectamente el inglés, francés, alemán, portugués y latín.

Su brillante carrera docente comenzó en la Universidad de Pennsylvania como instructor de Semiología (1879), continuó como profesor de Patología y Clínica Médicas en la Universidad de Charleston (1885) y de nuevo en la Universidad de Pennsylvania como profesor de Patología General y Especial (1889). Fue durante 10 años una de las principales figuras del Servicio de Hospitales de la Marina de Guerra de los Estados Unidos.

Ferviente patriota, como toda su familia, si bien por breve tiempo sostuvo ideas anexionistas abjuró a ellas y su labor independentista fue altamente valorada por José Martí, su gran amigo. Al intervenir los Estados Unidos en la última de nuestras guerras por la independencia, contra España, participó en ella como comandante de la Sanidad Militar norteamericana, al final de la cual dejó sus altos cargos en los Estados Unidos, entre ellos su cátedra en la Universidad de Pennsylvania donde ganaba 6 000 dólares al año, para aceptar la cátedra de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica en la Universidad de La Habana con un sueldo de solo 3 120 pesos anuales.

Como desde 1900 era director de la Estación Experimental de Inoculaciones del Hospital de Infecciosos "Las Ánimas" y después director de la institución (1903), puso tan importante unidad hospitalaria al servicio de su asignatura de Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica.

El 23 de agosto de 1905 fue electo Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia. Tomó posesión el 7 de septiembre siguiente, pero continuó en el desempeño de su cátedra. Ocupó el Decanato hasta el 24 de agosto de 1908.

Por Decreto Presidencial No. 18 de 28 de enero de 1909 fue nombrado Director Nacional de Sanidad al crearse la Secretaría de Sanidad y Beneficencia y quedó en la cátedra en situación de licencia, definida ésta en el párrafo 3ro. del artículo 260 de la nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo. Tomó posesión el 1 de febrero siguiente y en esa fecha terminó en realidad su carrera docente.

Se mantuvo en esta situación de licencia hasta que por acuerdo de la Sala de Gobierno de la Audiencia de La Habana de 27 de abril de 1921 publicado en la Gaceta Oficial de la República del 3 de mayo siguiente, se le concedió la jubilación voluntaria como Director Nacional de Sanidad y catedrático titular de la Facultad de Medicina y Farmacia. Presentó la renuncia a este último cargo para acogerse a la jubilación concedida, el 26 de mayo de ese año, ante el Rector de la Universidad.

Seis días antes, el 20 de mayo de 1921, había sido coronada su brillante carrera de sanitarista con el nombramiento de Secretario de Sanidad y Beneficencia. De este alto cargo bajaría un año después cargado de gloria y como símbolo del patriotismo en la medicina cubana al ser cesanteado el 18 de junio de 1922, por presiones del Enviado Especial del Gobierno de los Estados Unidos general Enoch E. Crowder, al oponerse sistemáticamente el doctor Guiteras a la injerencia del diplomático extranjero en los asuntos internos de nuestra salud pública. Fue también académico de número de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y miembro titular de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana.11

Por Orden No. 233 de 16 de febrero de 1909 fue nombrado, para sustituir interinamente al doctor Guiteras, el doctor Gustavo Moreno de la Torre,12 profesor auxiliar de la cátedra. Nueve meses más tarde, el 18 de noviembre de ese año, por su delicado estado de salud presentó el doctor Moreno de la Torre licencia que le fue aceptada y por no tener la cátedra otro profesor, desde esa fecha fue sustituido por el doctor Federico Grande Rossi,13 profesor auxiliar de Bacteriología y Patología Experimental.

Casi un año después, el 1 de octubre de 1910, por continuar las licencias del doctor Moreno de la Torre, el doctor Grande Rossi fue nombrado interinamente en la plaza de auxiliar en funciones de titular. Muy quebrantada su salud, el doctor Moreno de la Torre presentó finalmente su renuncia irrevocable el 31 de marzo de 1911 y se le aceptó por Decreto Presidencial de 12 de abril de ese año.

Sacada a oposición la cátedra, el doctor Grande Rossi que sentía una profunda vocación por la enseñanza de la semiología aspiró a ella y brillantemente la obtuvo. Fue nombrado por Decreto Presidencial de 1 de agosto de 1911 y abandonó su plaza en propiedad de profesor auxiliar de Bacteriología y Patología Experimental.

Como profesor auxiliar en funciones de titular de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales se mantuvo hasta la jubilación del doctor Guiteras cuando nuevamente, en brillantes oposiciones, obtuvo la plaza de titular en propiedad. Fue nombrado por Decreto Presidencial de 2 de noviembre de 1921 y tomó posesión 3 días más tarde.

El doctor Grande Rossi fue uno de los mejores médicos internistas de Cuba de todos los tiempos. Se graduó de Licenciado en Medicina en 1889 y de Doctor 10 años más tarde (1899) en la Universidad de La Habana.14 Sus extraordinarias facultades docentes han dado a su memoria, como profesor, un halo de gloria muy pocas veces alcanzado en la enseñanza médica cubana.

Al ser dividida la cátedra de Patología General con su clínica número 4 en 2 nuevas cátedras, el doctor Grande Rossi fue nombrado profesor titular de la número 5, por opción y el doctor Domingo F. Ramos Delgado,15 por ascenso, profesor titular de la número 6.

El doctor Grande Rossi durante años impartió clases también a los alumnos de las Escuelas de Medicina Veterinaria y Odontología de la Universidad de La Habana. El 25 de mayo de 1942, en las postrimerías de su carrera docente, convertida ya la Escuela de Medicina Veterinaria en Facultad, su claustro profesoral por unanimidad, lo nombró Profesor Honoris Causa conjuntamente con el sabio naturalista y médico doctor Carlos de la Torre y Huerta, como homenaje a 2 de sus más eminentes Maestros.

Al pasar a ocupar el doctor Ramos Delgado altos cargos, primero en la salud pública estatal y después en el gobierno de la República, fue nombrado para sustituirlo interinamente en su cátedra número 6, por Resolución del Decano de 29 de marzo de 1937, el doctor José M. Bisbé Alberni.16 Esta interinatura va a durar 5 años, hasta reintegrarse a sus respectivos cargos en propiedad los doctores Ramos Delgado y Bisbé Alberni por Resolución del Decano de 23 de junio de 1942.

El 11 de julio de ese año fallece en La Habana el doctor Grande Rossi a causa de neoplasia de las vías urinarias con metástasis hepática y pancreática. El doctor Seiglie y Martínez,17 profesor auxiliar en propiedad y uno de sus discípulos predilectos, que venía sustituyéndolo durante su enfermedad, desde septiembre de 1941, fue nombrado interinamente profesor titular, al frente de la cátedra número 5, por Decreto del Decano de 4 de agosto de 1942.

En esa interinatura, sin celebrarse ejercicios de concurso-oposición para cubrir la plaza en propiedad, proseguirá el doctor Seiglie Martínez hasta su fallecimiento en La Habana, a causa de cirrosis hepática, el 7 de octubre de 1944. Por Resolución Rectoral de 11 de noviembre de ese año fue nombrado, por ascenso, profesor titular en propiedad de la cátedra número 5, el doctor Bisbé Alberni, ya que era el único profesor auxiliar de las 2 cátedras de Patología General con su clínica con derecho de ascenso.

5. A propuesta de la Facultad de Medicina, fue nombrado el 21 de febrero de 1900 por la Secretaría de Instrucción Pública, el doctor Gustavo Moreno de la Torre(8*) profesor auxiliar18 de dicha Facultad. Tomó posesión 5 días después y se le asignó a la cátedra No. 4 donde se desempeñó hasta el 5 de julio de 1900 en que cesó a consecuencia de lo dispuesto en la Orden Militar No. 266 de esa fecha.

Por Orden Militar No. 393 de 27 de septiembre de 1900 fue nombrado en el nuevo cargo de Interno Especial A de la Escuela de Medicina de cuya plaza tomó posesión 2 días después. Este cargo se transformó al siguiente año en el de Catedrático Auxiliar Jefe de Clínica de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales.

El doctor Moreno de la Torre se graduó de Licenciado en Medicina en 1887 y de Doctor en 1891 en la Universidad de La Habana, aunque se le expidió el último de estos títulos en 1899.19 Comenzó su carrera docente el 16 de junio de 1891 al ser nombrado por el Gobernador General ayudante facultativo de la Facultad de Medicina. Un año después, el 1 de marzo de 1892, dejó de cobrar su sueldo en virtud de la reforma introducida en el Presupuesto, pero continuó como ayudante honorario.

El 3 de abril de 1894, el Rector de la Universidad solicitó su cesantía por constarle que se había marchado al extranjero sin licencia, pedido que cumplimentó la autoridad superior de la Isla, el 30 de septiembre de ese año. En realidad, el motivo de su cesantía lo constituyeron sus actividades revolucionarias, pues su familia estaba muy comprometida en los preparativos de la próxima guerra independentista contra España, en la que su hermano Andrés alcanzaría el grado de Coronel y el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores de la República en Armas, durante el período presidencial del Mayor General Bartolomé Masó Márquez. Otro de sus hermanos, Manuel, llegó a ser un destacado médico que realizó, entre otros estudios, valiosas investigaciones sobre la etiología de la fiebre amarilla, interrumpidas por su muerte prematura en marzo de 1891.

El doctor Gustavo Moreno de la Torre concurrió a reñidas oposiciones, en marzo de 1892, para catedrático numerario de entrada de Obstetricia y Ginecología frente al eminente ginecólogo doctor Gabriel Casuso Roque y aunque no obtuvo la plaza, aprobó los ejercicios y su "Programa de la asignatura" causó muy buena impresión. Perteneció al igual que su hermano Manuel a la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana.

El doctor Moreno de la Torre, que como ya dejamos expuesto sustituyó interinamente al doctor Guiteras al ser nombrado este Director Nacional de Sanidad en 1909, quedó como único docente en la cátedra No. 4 por lo que el Consejo Universitario en acuerdo de 5 de febrero de 1909 nombró interinamente profesor auxiliar al doctor José F. de Pazos y Boada.20

El doctor Pazos, en las vacaciones de ese año, pidió permiso al Rector para viajar a Estados Unidos y al no reintegrarse en tiempo, por Decreto Rectoral de 16 de octubre de 1909 se declararon terminados sus servicios ya que su nombramiento era solamente de interino.

Al entrar en vigor la licencia por enfermedad del doctor Moreno de la Torre y estar alejado de sus funciones docentes el doctor Guiteras por sus altos cargos en la sanidad cubana, la cátedra No. 4 quedó sin profesores, por lo que tuvo que ocupar ambos puestos interinamente el doctor Grande Rossi y continuar en ellos en la forma en que lo dejamos expuesto en páginas anteriores.

Por acuerdo del Consejo Universitario de 6 de octubre de 1917, a propuesta de la Facultad de Medicina y Farmacia, fue nombrado el doctor Domingo F. Ramos Delgado, profesor auxiliar interino de dicha Facultad. Al tomar posesión del cargo el 9 de octubre siguiente se le asignó la plaza de Jefe de Clínica de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales por estar su propietario, el doctor Grande Rossi, en funciones de titular.

Al ascender el doctor Grande Rossi y quedar desierta la plaza de auxiliar en propiedad, esta fue sacada a concurso-oposición y la obtuvo el doctor Ramos Delgado, a quien por Decreto Presidencial de 10 de enero de 1922 se le nombró en el cargo y tomó posesión el 23 de enero siguiente.

El doctor Domingo F. Ramos Delgado, hijo del destacado médico y revolucionario, colaborador de José Martí y su amigo intimo, doctor Francisco Solano Ramos Delgado (padre), fue una figura importante de la medicina cubana de su época, aunque no se distinguió nunca como internista o semiólogo.

Se graduó de Doctor en Medicina en 1905 con el primer expediente de su promoción por lo que se le proclamó Alumno Eminente y se le otorgó el premio Beca de Viaje ese año. En 1906 se graduó de Doctor en Ciencias Naturales también como Alumno Eminente y con el premio Beca de Viaje, por lo que es uno de los contados graduados de la Universidad de La Habana que repitió tan alto honor y pudo realizar, por dicha vía, estudios de posgrado en Europa durante 4 años. Fue, por oposición, ayudante de la cátedra de Antropología y de los Museos de Antropología y Ciencias Naturales de nuestra Universidad (1900-1906).21 Discípulo predilecto del eminente obstetra y General de Brigada del Ejército Libertador de Cuba, profesor doctor Eusebio Hernández Pérez, publicó, en colaboración con su Maestro, el libro "Homicultura", La Habana, 1911, 205 páginas, culminación de sus estudios en tan importante rama de la medicina, de la que son considerados iniciadores en Cuba. Su monografía "Mortalidad infantil en Cuba, sus causas, distribución geográfica y medidas profilácticas", La Habana, 1915, fue premiada por la Secretaría de Sanidad y Beneficencia. Ocupó los puestos de Jefe del Negociado de Homicultura de dicha Secretaría, director y profesor de Homicultura y Eugenesia del Instituto "Finlay" de La Habana, miembro de la delegación de Cuba ante la Asamblea General de la Liga de las Naciones, como consultor sanitario, delegado ante la Organización de Higiene de la Liga de las Naciones, Secretario de Defensa (1938-1940), Ministro de Defensa (1940-1942), Ministro de Salubridad y Asistencia Social (1942), Académico de número de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y miembro titular de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, entre otros muchos cargos.

Al dividirse en 2 la antigua cátedra No. 4 y ascender a titular el doctor Ramos Delgado, quedaron vacantes las 2 nuevas plazas de profesores auxiliares. Por Decreto Presidencial de 31 de diciembre de 1923 fue nombrado profesor auxiliar interino de la cátedra No. 5 el doctor Héctor Seiglie Martínez quien tomó posesión el 18 de enero de 1924. Para cubrir la plaza de profesor auxiliar de la No. 6 fue nombrado, también interinamente, por Decreto Presidencial de 20 de marzo de 1924, el doctor José M. Bisbé Alberni y tomó posesión 2 días más tarde.

Sacadas a concurso-oposición las 2 cátedras las obtuvieron los mismos profesores interinos que las desempeñaban y fueron nombrados en propiedad por Decreto Presidencial de 5 de septiembre de 1924, para la No. 5 el doctor Seiglie y para la No. 6, el doctor Bisbé.

El doctor José M. Bisbé Alberni fue de los mejores internistas de Cuba en el pasado siglo. Hijo de un distinguido médico de Santiago de Cuba, doctor José Bisbé Pérez, se graduó de Doctor en Medicina en la Universidad de La Habana en 1922 con el segundo expediente de su curso.22 Ocupó, por méritos académicos, los cargos de alumno y médico interno del Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes". Hombre de rectos principios y carácter enérgico fue muy querido por el gremio médico en toda la nación y ocupó primero, la Secretaría de la Federación Médica de Cuba, cargo en el que su actuación fue calificada de modelo y después, presidente de su Comité Ejecutivo (1935-1937), en momentos muy difíciles de la historia de las agrupaciones médicas gremiales en Cuba, en los que su conducta brilló a gran altura, mereciéndole un homenaje nacional de los médicos cubanos en 1939.23

Al ser nombrado el doctor Bisbé Alberni profesor titular interino por licencia del doctor Ramos Delgado, asumió las funciones de auxiliar interino el doctor Guillermo García López,24 en esos momentos profesor agregado, por Resolución del Decano de 25 de noviembre de 1937, quien se mantuvo en el cargo hasta el 23 de junio de 1942.

Al fallecer el doctor Grande Rossi y ocupar interinamente su plaza el doctor Seiglie Martínez, el cargo de profesor auxiliar fue desempeñado interinamente por el doctor José D. Freyre Rodríguez,25 profesor agregado, pero al fallecer el doctor Seiglie fue nombrado en lugar del doctor Freyre, el doctor Guillermo García López, por Decreto del Decano de 6 de enero de 1945.

Al ascender a titular el doctor Bisbé Alberni las dos plazas de auxiliares quedaron vacantes, por lo que fueron sacadas a ejercicios de concurso-oposición y concurrieron a ellos los doctores García López y Fernando Milanés Álvarez,26 ambos profesores agregados.

El doctor Milanés obtuvo como resultado final 84,04 puntos y el doctor García López 77,78, por lo que fueron nombrados profesores auxiliares en propiedad por Decreto Rectoral de 24 de mayo de 1945 y tomaron posesión ese mismo día, para la cátedra No. 5 el doctor García López y para la No. 6, el doctor Milanés Álvarez.

Aquejado de varias dolencias orgánicas y bajo una profunda depresión psíquica el doctor García López puso fin a su vida de un disparo de revólver, en su casa de Playa Hermosa, Campo Florido, La Habana, el 7 de agosto de 1956. Su plaza tenía que ser sacada a concurso-oposición si todos los profesores agregados con derecho de ascenso en las cátedras No. 5 y 6 aspiraban a ella. Sin embargo, los doctores José D. Freyre Rodríguez, Federico Grande Armas27 y Carlos M. Díaz Tellechea28 renunciaron, por esta vez, a ese derecho y fue nombrado Eusebio Lorenzo López, por Decreto Rectoral de 5 de septiembre de 1956, profesor auxiliar en propiedad de la cátedra No. 5.

6. Por Resolución Rectoral de 16 de abril de 1921 fue nombrado el doctor Héctor B. Seiglie y Martínez ayudante facultativo de la cátedra de Patología General y Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica. Hasta ese momento no había contado con ninguno. Cesó el 14 de julio de 1922, pero continuó en el cargo extraoficialmente.

Al dividirse la cátedra en 2, fueron creadas 4 plazas de ayudantes graduados. Para la No. 5 se nombraron: por Resolución Rectoral de 29 de enero de 1924, por oposición, al doctor Jesús Govantes y Fuertes29 y por Resolución Rectoral de 31 de enero siguiente, por oposición, los doctores Eusebio Lorenzo López30 y José D. Freyre Rodríguez. Para la No. 6, por la última de dichas resoluciones, fue nombrado, por oposición, el doctor Ortelio Martínez-Fortún y Foyo,31 todos para los cursos de 1923-1924 y 1924-1925. Tomaron posesión el 1 de febrero de 1924.

El doctor Govantes y Fuertes repitió los ejercicios de oposición en 2 oportunidades, por los primeros tomó posesión del cargo el 30 de septiembre de 1925 y por los segundos fue nombrado por Resolución Rectoral de 13 de febrero de 1928. Cesó al tomar posesión de la plaza de profesor auxiliar interino de Patología Médica el 27 de julio de 1929.

El doctor Martínez-Fortún realizó también otras 2 oposiciones para los cursos comprendidos entre 1925 y 1929, por lo que fue nombrado por resoluciones rectorales de 1 de octubre de 1925 y 13 de febrero de 1928.

El doctor Freyre Rodríguez retuvo su cargo por oposición y fue nombrado por Decreto Rectoral de 1 de octubre de 1925, pero cesó en 1927 en el que lo obtuvo, por oposición, el doctor Francisco Menéndez y Hernández.32 El doctor Menéndez cesó en la plaza el 30 de septiembre de 1929 por cumplírsele el tiempo reglamentario y ganar las oposiciones nuevamente el doctor Freyre Rodríguez, quien fue nombrado por Resolución Rectoral de 1 de octubre de 1929.

El doctor Lorenzo López mantuvo su plaza al ganar las oposiciones del 2 de julio de 1925, tomó posesión el siguiente 30 de septiembre y cesó en 1927 al obtenerla, por oposición, el doctor Moisés Chediak y Ahuayda.33

El doctor Chediak fue nombrado por Resolución Rectoral de 1 de octubre de 1927 y cesó al ser designado profesor auxiliar interino de la cátedra de Microscopía y Química Clínica, por Resolución Rectoral de 17 de agosto de 1929.

El doctor Federico Grande Armas, hijo del profesor Grande Rossi, que ocupaba el cargo de ayudante graduado honorario desde 1925, ya que había plétora de alumnos por los cursos extraordinarios que se desarrollaban, fue nombrado interinamente por Resolución Rectoral de 3 de julio de 1928, hasta que ganó las oposiciones del 1 de julio de 1929 y tomó posesión el siguiente 1 de octubre como ayudante graduado en propiedad de la cátedra No. 5.

El doctor Grande Armas, a pesar de que se graduó de Doctor en Medicina en 1924 como Alumno Eminente, de obtener el premio Beca de Viaje34 y haber trabajado desde estudiante junto a su padre, no se destacó nunca como internista ni como profesor.

Una de las 3 plazas de ayudantes graduados de la cátedra No. 5 se pasó a la No. 6 y conjuntamente con la que ésta poseía fueron sacadas a oposición y las obtuvieron los doctores Guillermo García López y Fernando Milanés Álvarez, los que fueron nombrados por Resolución Rectoral de 1 de octubre de 1929 y tomaron posesión ese día.

Al entrar en vigor la Ley Docente de 8 de enero de 1937, publicada en la Gaceta Oficial de 27 de febrero de ese año se les consideró como profesores agregados interinos, para la cátedra No. 5 a los doctores Grande Armas y Freyre Rodríguez y para la cátedra No. 6, a los doctores García López y Milanés Álvarez.

Por Resolución Rectoral de 2 de julio de 1940 fueron ratificados en propiedad los doctores Freyre Rodríguez y Grande Armas y por acuerdo del Consejo Universitario de 8 de diciembre de 1944 se les consideró a ambos con derecho de ascenso.

Por Resolución Rectoral de 29 de octubre de 1940 fueron también ratificados en propiedad los doctores García López y Milanés Álvarez y a ambos se les consideró con derecho de ascenso por acuerdo del Consejo Universitario de 8 de diciembre de 1944.

A pesar de que ya oficialmente no existían los cargos de ayudantes graduados, el doctor Eusebio Lorenzo López fue nombrado el 24 de noviembre de 1937 ayudante graduado interino. Por Resolución Rectoral de esa misma fecha fue designado profesor agregado en sustitución del doctor García López, que había pasado a desempeñar el cargo de auxiliar interinamente. Un año después, por Resolución Rectoral de 31 de octubre de 1938, quedó sin efecto su nombramiento de ayudante graduado al designársele instructor de la cátedra No. 6 y continuó como profesor agregado hasta terminar la interinatura el 23 de junio de 1942, en que regresó a su plaza de instructor.

Al tomar posesión de sus cargos de profesores auxiliares, por oposición, los doctores García López y Milanés Álvarez, el 24 de mayo de 1945, sus plazas de profesores agregados fueron sacadas a concurso-oposición. Concurrieron a estos ejercicios los doctores Eusebio Lorenzo López, Carlos M. Díaz Tellechea, Luis E. Pascual Gispert y Perfecto A. Sainz González. La puntuación final fue la siguiente: doctores Lorenzo López: 73,82 puntos; Díaz Tellechea: 69,34; Pascual Gispert: 66,91 y Sainz González: 54,61. Según esos resultados fueron nombrados los 2 primeros por Resolución Rectoral de 23 de octubre de 1945 y tomaron posesión ese día.

7. Como consecuencia de la reforma universitaria de 1923 se crearon 2 plazas de alumnos ayudantes para las cátedras de Patología General con su clínica. Por Decreto Rectoral de 31 de enero de 1924 fueron nombrados, por oposición, en dichos cargos, los estudiantes Francisco J. Menéndez Hernández para la No. 5 y Moisés Chediak Ahuayda para la No. 6. Tomaron posesión el 1 de febrero.

El señor Chediak Ahuayda cesó en su plaza al ser nombrado por Decreto Rectoral de 15 de julio de 1926, por concurso, alumno ayudante de la cátedra de Microscopía y Química Clínica. Tomó posesión el 24 de junio. El señor Menéndez Hernández cesó en la suya al graduarse de Doctor en Medicina el 17 de julio de 1926.

Para ocupar estas plazas fueron nombrados, en virtud de oposición, por Decreto Rectoral de 11 de noviembre de 1926, los estudiantes Guillermo García López para la número 5 y Constantino E. Zayas y Tristá para la No. 6. Tomaron posesión 2 días después.

Al año siguiente cesó el señor Zayas y Tristá y fue nombrado, por oposición, el señor Julio F. Shutte Visiedo. Al cesar este último, fue nombrado mediante oposición, por Decreto Rectoral de 2 de junio de 1928, en la cátedra No. 6, el señor García López, quien dejó vacante la que desempeñaba en la No. 5. El señor García López abandonó la plaza por su graduación de Doctor en Medicina el 3 de agosto de 1928.35

Al quedar vacantes las 2 plazas fueron sacadas a oposición el 11 de octubre de 1928 y las obtuvieron: la de la No. 5 el señor Rodolfo R. Seiglie Peña y la de la No. 6, el señor Luis O. Viamonte Cuervo.36 El primero cesó el 5 de abril de 1934 y el segundo, el 28 de marzo del mismo año al graduarse ambos de Doctores en Medicina. A partir de entonces dichas plazas fueron suprimidas.

8. Al reabrirse la Universidad de La Habana, a principios de 1934, fue nombrado instructor de la cátedra No. 6 el doctor Eusebio Lorenzo López y el 22 de diciembre de ese año, a propuesta del profesor Bisbé, en igual cargo en la No. 5, el doctor Luis O. Viamonte Cuervo.

El 5 de octubre de 1938, la Junta de Gobierno de la Universidad acordó reconocer el trabajo total de los instructores Lorenzo López y Viamonte Cuervo. Pero unos días más tarde, por Resolución Rectoral de 31 de octubre de ese año, se nombró nuevamente al doctor Lorenzo López como instructor, pues dicho docente ocupaba en esos momentos interinamente una plaza de profesor agregado, como dejamos escrito en páginas anteriores.

Por Decreto Rectoral de 28 de enero de 1939 fue nombrado instructor de la cátedra No. 6 el doctor José Govantes y Fuertes, pues años antes había sido ayudante graduado. Por su parte, el doctor Viamonte Cuervo, que se había mantenido como instructor de la No. 5, pasó en 1939 a la cátedra de Enfermedades Nerviosas y Mentales con su clínica, previo informe favorable de los profesores de Patología General.

Al quedar establecida la carrera profesoral, el Claustro Pleno de la Facultad de Medicina en sesión de 17 de mayo de 1940,37 a propuesta de la Comisión Permanente de Adscripción, acordó el ingreso, en la categoría de adscriptos, de los doctores José Rubén Mignagaray Valdés, Antonio Fernández Menéndez, Aureliano J. Rodríguez Hernández y Adolfo Martínez Aparicio, todos en la cátedra No. 6.

En sesión del 22 de octubre de 194138 se acordó el nombramiento, en la cátedra No. 5, de los doctores Abelardo Buch López y Manuel Pérez Perlacia y en la No. 6, de los doctores Carlos M. Díaz Tellechea y Frank Canosa Lorenzo.

En sesión de 27 de abril de 1944,39 en la No. 5, los doctores Francisco de Arazoza Galletti y René Albacete Lima y en la No. 6, los doctores José D. Pérez Murias, Raúl Fernández de Castro Herrera, José A. Menéndez Massana, Tomas Aramburu Díez, Rubén López Toca y Pedro O. de Céspedes Company.

En sesión de 14 de agosto de 1946,40 se nombró en la No. 5, a los doctores Armando de Cárdenas Aranguren, Margarita O. del Campo Carmona y Alfredo Reboredo Newhall y en la No. 6, a los doctores Carlos F. Castellanos, Aníbal Causa Ramírez, Joaquín H. Piedras Corvisón y Guillermo Herrera Franchi-Alfaro.

En sesión de 25 de noviembre de 1948,41 se nombró, en la No. 5, a los doctores Mario G. Zayas Bazán y Aurelio A. Álvarez Echezarreta y en la No. 6, a los doctores Raimundo A.G. Llanio Navarro y Francisco Doblas Cañero.

En sesión de 3 de noviembre de 1950,42 en la No. 5, fueron nombrados los doctores Carlos D. Carbonell Aguilar, Pastor J. Rodríguez Prada y David L. Egozi Behar.

En sesión de 5 de febrero de 1953,43 para la No. 6, el doctor Miguel A. Chiong y Achón y en sesión de 20 de marzo de 1956,44 para la No. 5, el doctor Tomás Pérez Sánz.

Por acuerdo del claustro de la Facultad de Medicina de 14 de agosto de 194645 se declaró instructor indefinido, hasta que se determinara su cesación, en la cátedra No. 6, al doctor Jesús Govantes y Fuertes y en sesión de 6 de marzo de 1947,46 se acordó considerar cancelado el nombramiento de instructor del doctor Lorenzo López a partir de haber obtenido éste, por concurso-oposición, la plaza de profesor agregado.

En sesión ordinaria de 25 de noviembre de 1948,47 el propio claustro acordó otorgar certificado de aptitud a los instructores, doctores Abelardo Buch López de la cátedra No. 5 y Aureliano Rodríguez Hernández, Frank Canosa Lorenzo y Antonio Fernández Menéndez, de la No. 6; por acuerdo de 30 de mayo de 1949,48 al doctor Adolfo Martínez Aparicio también de la No. 6; por acuerdo de febrero 6 de 1950,49 a los doctores Francisco de Arazoza Galletti y René Albacete Lima, de la No. 5 y Rubén López Toca, de la No. 6 y por acuerdo de 31 de julio de 1952,50 a los doctores Margarita O. del Campo Carmona y Armando de Cárdenas Aranguren, de la No. 5.

Sin precisar fechas fueron instructores los doctores Dora Giro Giro, Emiliano Estrada Beatón, Raimundo Llanio Navarro y David L. Egozi Behar.

Fueron asociados a la cátedra No. 5, los doctores Luis Azán Cano, Agustín Castellanos Sánchez y Ricardo Ugarriza Sorevilla y a la No. 6, la doctora Adelfa Frau Pacheco. Debieron serlo también algunos de los que recibieron sus certificados de aptitud como instructores.

9. Al reiniciar sus actividades la Universidad de La Habana, después de suspendidas en los años finales de la dictadura de Batista, las cátedras de Patología General con su clínica estaban integradas por los siguientes profesores:

Cátedra No. 5: profesor titular doctor José Bisbé Alberni; profesor auxiliar doctor Eusebio Lorenzo López y profesores agregados doctores José D. Freyre Rodríguez y Federico Grande Armas.

Cátedra No. 6: profesor titular doctor Domingo F. Ramos Delgado; profesor auxiliar doctor Fernando Milanés Álvarez, profesor agregado doctor Carlos M. Díaz Tellechea y una plaza de profesor agregado vacante.

El doctor Bisbé, en desacuerdo con los hechos ocurridos en la Universidad de La Habana el 2 de febrero de 1959, conocidos como "el colinazo", renunció a su cátedra al siguiente día. Por considerarla de gran interés histórico transcribo a continuación su carta renuncia:

Febrero 3 de 1959

Sr. Rector de la Universidad de la Habana

Por el conducto reglamentario del Señor Decano de la Facultad de Medicina.

Ciudad

Distinguido señor Rector.

Reitero formalmente con este escrito, mi renuncia irrevocable al cargo de Profesor Titular de la Cátedra de Patología General con su Clínica que desempeño en la Facultad de Medicina, la que originalmente, presenté y expliqué verbalmente, ante el señor Decano y el Claustro Pleno de dicha Facultad en la noche de ayer.

Después de la ocupación por la fuerza del Edificio de la Escuela de Medicina por un reducido número de Profesores y estudiantes de esa Escuela, en la mañana de ayer —verdadero cuartelazo universitario— y de la draconiana e ilícita destitución de la Junta de Gobierno de la Facultad de Medicina, de la Junta de Gobierno del Hospital Universitario y de casi todo el Claustro de Medicina, no me siento en condiciones para seguir desempeñando la Cátedra que obtuve en oposiciones libres y limpias hace cerca de 35 años y que he servido durante todo ese tiempo con gran devoción y entusiasmo, consagrándole, a veces exclusivamente, los mejores años de mi vida.

Nadie, por alto que crea estar, ni por perfecto que se considere en sus capacidades y merecimientos, profesionales, profesorales, cívicos o revolucionarios, puede atribuirse a sí mismo el derecho a realizar actos tan reprobables e injustificados como los de ayer, que marcan el inicio de una etapa negativa en la que el Gobierno de nuestra Escuela y de nuestra Universidad van a quedar supeditados al imperio de la fuerza.

He cumplido siempre estrictamente todos los deberes profesionales que me señalan los estatutos universitarios, y solo una vez en tantos años—y para honra mía— fui sometido a expediente y expulsado de la Universidad por negarme a reconocer y acatar, con un pequeño grupo de profesores, la autoridad de un titulado Comisionado Universitario impuesto por Batista en su primera etapa dictatorial, en un vano esfuerzo por dominar y controlar nuestra Alma Mater.

Conozco a fondo mi asignatura, lo que no considero mérito alguno después de explicarla personalmente durante 35 años. Mi ejecutoria profesoral durante ese largo período de tiempo es bien conocida en todos sus aspectos: docentes, hospitalario o de investigación. Puedo por tanto, realizar fácilmente cualquier prueba de capacidad a que se me someta, y lo he hecho en otras ocasiones en que se me ha requerido para ello; pero considero vejaminoso y lesivo a mi dignidad de hombre y de Profesor someterme a tales pruebas cuando son reclamadas por la arbitrariedad y la violencia.

Sin tener el honor de ser político, ni revolucionario, cumplí sin vacilaciones mis deberes patrióticos y cívicos, y luché con todas mis energías dentro de mi Facultad contra la tiranía de Batista desde el propio 10 de marzo de 1952. Me siento satisfecho porque fui siempre respaldado unánimemente en esa actitud por el Claustro de mi Facultad y porque pudimos evitar algunas peligrosísimas desviaciones. Lo hice, sin aspirar a premios o recompensa o compensaciones o reconocimientos de ninguna clase, porque me sentía y me siento integralmente identificado con los sagrados ideales de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos proclamados por nuestra Universidad desde la época de nuestras guerras por la independencia y celosamente defendidos en todos los tiempos. Por eso, me opongo hoy, con todas mis fuerzas a los que quieren limitar la libertad individual e imponer por la fuerza pragmáticas que solo pueden y deben elaborarse por medios estrictamente democráticos, e incompatibles con toda atmósfera coactiva.

Finalmente Sr. Rector y Sr. Decano, deseo expresar a ustedes y a todas las autoridades Universitarias, a mis compañeros de Profesorado en mi Facultad y en la Universidad, a mis alumnos y a todos los estudiantes universitarios mi profundo respeto y afecto y mi gratitud imperecedera por las valiosas enseñanzas que recibí de nuestra Alma Mater y las inmerecidas distinciones y consideraciones que han tenido para mí, en mi larga carrera profesoral, todos los universitarios.

De usted respetuosamente.

Dr. José Bisbé51

El Consejo Universitario, en su reunión de 5 de febrero de 1959, acordó por unanimidad no aceptarle la renuncia "por considerar que sus altos merecimientos como profesor y su ejemplar conducta ciudadana son más que nunca necesarias en esta coyuntura de prueba que afronta la institución".51

El 8 de febrero siguiente, el doctor Bisbé agradeció al Consejo Universitario sus palabras, pero reiteró su renuncia "porque ya no tengo las energías necesarias para actuar eficazmente en esta dramática coyuntura de prueba que afronta nuestra Universidad y porque estoy convencido que mi modo de pensar, lejos de ser útil, es perjudicial a nuestra Alma Mater en estos momentos".51 Donó su sueldo correspondiente a enero ($ 334,56) y los días de febrero hasta su renuncia "para que se ingrese en el fondo creado tan noblemente por ese Consejo Universitario para ayudar a reconstruir las ciudades devastadas por la guerra civil que acaba de terminar". Los sueldos de meses anteriores los había donado al Servicio de Investigaciones de su cátedra. El 27 de febrero, el Consejo Universitario le aceptó finalmente la renuncia.

El doctor Ramos Delgado, por motivos de salud, presentó su renuncia el 2 de marzo siguiente. Se encontraba en un sillón de ruedas desde hacía meses y en su carta al Rector se lamentaba de no poder ayudar a la Reforma Universitaria. El Consejo Universitario se la aceptó el 4 de marzo.

El doctor Freyre Rodríguez, también por motivos de salud, presentó su renuncia para acogerse a jubilación, la que le fue aceptada por Resolución Rectoral de 5 de marzo.

Por Decreto Rectoral de 14 de mayo se nombra profesor titular, por ascenso, de la cátedra No. 6 al doctor Milanés Álvarez.

El doctor Lorenzo López fue acusado ante la Comisión Mixta de Depuración por los alumnos Esteban Regalado García y Omar Fernández Cañizares, por lo que el 18 de mayo fue designado el doctor Díaz Tellechea, provisionalmente, Jefe del Servicio de la cátedra No. 5, en sustitución del doctor Lorenzo López.

Al doctor Grande Armas también se le siguió expediente de depuración, pero este presentó su renuncia, alegando problemas de salud, con el fin de acogerse a jubilación. El Consejo Universitario se la aceptó el 1 de junio y se archivó su expediente de separación.

Por Decreto Rectoral de 8 de julio fue nombrado el doctor Díaz Tellechea profesor auxiliar, por ascenso, de la cátedra No. 6 y 6 días más tarde, la Comisión Mixta Depuradora sancionó a 3 meses de suspensión al doctor Lorenzo López.

El doctor Lorenzo presentó recurso contra dicha sanción por lo que la Comisión Mixta Depuradora revisó nuevamente su causa y lo absolvió el 10 de septiembre. Por Decreto Rectoral de 18 del propio mes fue nombrado profesor titular, por ascenso, de la cátedra No. 5.

El doctor Milanés Álvarez, en franco desacuerdo con la forma en que se llevaba a cabo la solución de los problemas universitarios, presentó su renuncia irrevocable el 28 de septiembre. Por creerla de gran interés, pues refleja otra manera de pensar del profesorado burgués en aquellos momentos de cambio, transcribo su carta renuncia.

Sr. Rector de la Universidad de la Habana

(Por conducto del Sr. Decano de la Fac. de Medicina)

Distinguido Sr. Rector.

Mediante esta comunicación tengo a bien, presentar a Ud. la renuncia irrevocable de mi cátedra de Titular de Patología General con su Clínica de la Facultad de Medicina.

Teniendo en cuenta la etapa borrascosa que atraviesa nuestra Universidad y nuestra Escuela de Medicina, me veo obligado a exponer brevemente las causas de mi renuncia para evitar una errónea interpretación.

A partir de la reapertura universitaria, coincidente con la terminación de la odiosa tiranía del Gobierno de Batista, nos propusimos, con relativa ilusión, cooperar con nuestro modesto esfuerzo desde nuestra Cátedra, a la superación de la Facultad, finalidad perseguida desde hace ya muchos años por todos los que hemos querido nuestra Escuela.

Sin entrar en analizar, que sería de gran dificultad y declarando de antemano, que es solamente nuestra opinión personal, no nos parece que se ha logrado nada útil hasta el momento, quizás, se nos ocurre, que nos hemos alejado momentáneamente, aún más de los verdaderos logros de una superación, a pesar de meritorios esfuerzos de prestigiosos profesores y alumnos.

Particularmente, en relación a la obligación sagrada de nuestra parte, de impartir la enseñanza desde nuestra Cátedra, con un mínimum de eficiencia docente, estamos convencidos de la imposibilidad de poderlo hacer así, por faltar los requisitos fundamentales relativos a la proporción aceptable del número de alumnos y profesores, así como la debida organización hospitalaria, material pedagógico, etc. para asegurar la enseñanza de la Medicina, según las normas presentes de la educación médica.

Por otra parte, analizando de conjunto el panorama de nuestra Facultad, no parece existir el clima adecuado de paz espiritual, sobriedad y disciplina en que debe desarrollarse una buena actividad docente y académica, como bien señaló el Consejo Universitario en su acertada alocución de fecha junio 23 del presente año.

Al no poder marchar contra mi propia convicción, prefiero dolorosamente, abandonar mi Cátedra, desempeñada durante casi treinta años a plenitud de conciencia y deber, así como también satisfecho de haberla adquirido y confirmado en mis ascensos, por repetidas pruebas de concurso-oposición.

Es fundamental, que diga finalmente, que para mi honda satisfacción, no he sido rozado con la más leve acusación ni observación alguna; ni por los estudiantes, ni por mis compañeros de Claustro. Tampoco tengo que lamentar incidente alguno en detrimento de mis alumnos, para los cuales quiero hacer presente mis mejores recuerdos.

Para Vd. Sr. Rector, para el Sr. Decano, así como para todos mis compañeros de Claustro, quiero hacer patente mi agradecimiento a través del tiempo, ya que han tenido para mí, solo delicadezas y atenciones inmerecidas.

Para el Alma Mater y mi querida Facultad de Medicina, mis mejores votos porque Dios ilumine a los que puedan obtener, lo que no dudo en un futuro próximo, la verdadera superación Universitaria, como logro más, el cual merece bien Cuba en sus nuevos derroteros.

De UD. atentamente.

Dr. Fernando Milanés.52

El 5 de octubre, el Consejo Universitario acordó aplazar el conocimiento de dicha renuncia y concederle licencia sin sueldo. El claustro de la Facultad de Medicina, 3 días más tarde, pide al Consejo Universitario que inste a los profesores Milanés Álvarez, Vicente Pardo Castelló y Roberto Varela-Zequeira Rodríguez, estos 2 últimos de la cátedra de Enfermedades de la Piel y Sífilis y Clínica Quirúrgica, respectivamente, para que continúen en sus cargos. Pero el doctor Milanés ratificó su renuncia el 25 de noviembre y el Consejo Universitario se la aceptó al siguiente día.

En el mes de enero de 1960, las 2 cátedras de Patología General con su clínica, con el nombre de Semiología, contaban solamente con 2 profesores, el doctor Lorenzo López, titular y el doctor Díaz Tellechea, auxiliar.

Para cubrir las 6 plazas vacantes de las antiguas cátedras fue convocado un concurso cuyo resultado se dio a conocer y aprobó el claustro de la Facultad de Medicina en su sesión de 22 de febrero de 1960.53 Los aspirantes y las puntuaciones fueron las siguientes: doctores Armando Ruiz Leiro: 7,04; Reinaldo Muñiz Cano: 5,13; Sergio Álvarez Mena: 4,34; Virgilio Beato Núñez: 4,30; Eliseo Pérez-Stable Carreño: 3,99; Rubén López Toca: 3,48; Luis Pascual Gispert: 2,86; Raimundo Llanio Navarro: 2,85; Raúl de Velasco Guzmán: 2,74; Luis Pérez Montes: 2,05; Ramón Barreras Cacicedo: 1,82; Armando de Cárdenas Aranguren: 1,70; Enrique Casares Escarrá: 1,30; Raúl Fernández de Castro Herrera: 1,15 y Tomás Pérez Sánz: 0,20.

Por Resolución del Decano, de 23 de febrero de 1960, fue nombrado el doctor Ruiz Leiro.54 El 25 de febrero pidió este profesor una licencia sin sueldo en la cátedra de Farmacología, en la que era profesor agregado, para desempeñar su nuevo cargo, con la advertencia de que sino se accedía, podía desempeñar ambas plazas.

El 1 de abril, el Secretario General de la Universidad, doctor René Hernández Vila, le comunicó que el Consejo Universitario reunido ese día acordó que debía acogerse a una de ellas. El 25 de abril interpuso recurso de reforma el doctor Ruiz Leiro, pero la Comisión de Asuntos Legales lo declaró sin lugar y lo aprobó así el Consejo Universitario, el 9 de mayo de 1960. No consta en su expediente administrativo cuál eligió finalmente, pero es posible que siguiera en Farmacología, pues su cargo en dicha cátedra era por oposición. De todas maneras presentó su renuncia el 1 de julio de 1960.

En las 5 plazas restantes fueron nombrados, por Decreto Rectoral de 15 de marzo de 1960, los doctores Reinaldo Muñiz Cano, Sergio Álvarez Mena, Virgilio Beato Núñez, Eliseo Pérez-Stable Carreño y Rubén López Toca, de los cuales el último había sido adscripto e instructor de la cátedra No. 6. Tomaron posesión ese día, incluso el doctor Ruiz Leiro.54

En la borrascosa reunión del claustro de 29 de julio de 1960, el doctor Virgilio Beato Núñez, uno de los 2 profesores de Semiología que estuvo presente, unió su voto al de los que se declararon en rebeldía. El doctor Lorenzo López se solidarizó con ellos en carta de 4 de agosto. El doctor Díaz Tellechea, que se abstuvo de votar en dicha sesión, presentó su renuncia el día 9 de agosto en carta que transcribo por lo interesante de la solución que plantea en ella al asunto del cogobierno.

Agosto 9 de 1960

Sr. Rector de la Universidad de La Habana

Por conducto reglamentario

Sr. Rector:

Tengo el honor de dirigirme a usted a fin de presentar ante usted, con carácter irrevocable, la renuncia del cargo de Profesor Auxiliar de la cátedra de Patología General (hoy Semiología) de la Escuela de Medicina de la Universidad de la Habana.

Como quiera que mi criterio sobre el proceder para lograr la Reforma Universitaria, expresado en el Voto Particular que transcribo en el párrafo siguiente, no parece ser compartido por los demás integrantes del claustro, tomo esta decisión convencido que es la única posible en mi caso.

Voto Particular para adicionarse al acta de la sesión del Claustro de Profesores de la Facultad de Medicina de julio 29 de 1960.

El Profesor que suscribe desea dejar constancia que se abstuvo de votar en la sesión del Claustro de la Facultad de Medicina celebrada en la noche del viernes 29 del actual, porque él deseaba presentar a la consideración de dicho Claustro una moción solicitando del Sr. Rector de la Universidad, que convocase a elecciones dentro de un plazo no mayor de una semana, a fin de elegir un número paritario de Profesores, electos por los Claustros, y alumnos, electos por los estudiantes de cada Facultad para integrar la Constituyente Universitaria, organismo Legislativo y Ejecutivo que inmediatamente se haría cargo del Gobierno de la Universidad, así como acometería la labor de la Reforma Universitaria ratificando o eliminando aquellos organismos actuales que estimase conveniente y ante cuya Constituyente presentarían su renuncia, todos los Profesores, Estudiantes y Empleados: Técnicos, Administrativos y Subalternos de la Universidad y de todos los organismos bajo su dependencia; a fin de facilitar dicha Reforma Universitaria, que tanto anhelamos. Dado que en la sesión del Claustro a que nos referimos solo se consideró una sola moción y solo se concedieran tres turnos para hablar a favor y tres turnos para hablar en contra, el Profesor que suscribe no pudo presentar esta moción, en dicha sesión, por lo que desea dejar pública constancia de su opinión, mediante este Voto Particular. Firmado Dr. Carlos Miguel Díaz y Tellechea.

Deseo aprovechar esta última oportunidad, para agradecer todas las muestras de cortesía tenidas, para el que suscribe por todos los miembros del Claustro y todo el personal Técnico, Administrativos y Subalternos de la Universidad y de sus dependencias durante los años en que he laborado junto a ellos.

Finalmente deseo agradecer a mis alumnos todo el afecto que me han demostrado a través del tiempo y el haber sido una continua inspiración a mi ansia de superación permanente en la enseñanza de las materias a mi cargo.

Con mis votos más fervientes por la superación de la actual crisis y el logro de la Reforma Universitaria, quedo, de Usted, Señor Rector.

Respetuosamente.

Dr. Carlos Miguel Díaz y Tellechea55

Se le aceptó la renuncia el 12 de agosto de 1960.

Los doctores Pérez-Stable, Álvarez Mena y López Toca presentaron también sus renuncias, que se les aceptaron el 16 de agosto y al doctor Muñiz Cano, un día antes.

A los doctores Lorenzo López y Beato Núñez, por acuerdo de la Junta de Gobierno de la Universidad, en sesión de 5 de agosto, se resolvió suspenderlos de empleo y sueldo y someterlos a expediente disciplinario. En sesión de 13 de enero de 1961 acordó la propia Junta separarlos de sus cargos.

Al quedar sin profesores la enseñanza de Semiología, la Junta Superior de Gobierno de la Universidad, el 12 de septiembre de 1960,56 acordó nombrar, por concurso, a los doctores Armando Pena Pereiro, Francisco Pérez Carballás, Raimundo Llanio Navarro, Pedro M. Baeza Vega y Rafael O. Pedraza Rodríguez. El doctor Llanio Navarro había sido instructor y adscripto de las antiguas cátedras de Patología General y los demás provenían con iguales categorías del sector de la medicina interna.

El 10 de enero de 1962,57 al quedar establecida la Reforma Universitaria, el Subdepartamento de Propedéutica Clínica, del Departamento de Medicina Interna, estaba integrado: como profesores (antiguos titulares), por los doctores Raimundo Llanio Navarro, Rodolfo Sotolongo Vila (provenía de la cátedra de Terapéutica con aplicación a la clínica, donde era profesor agregado desde 1937), Francisco Pérez Carballás y Pedro M. Baeza Vega, y como profesores auxiliares, por los doctores Rafael O. Pedraza Rodríguez, José E. Fernández Mirabal, Ramón Valiente Frases, Juan B. Ortega Pedroso, Armando Pena Pereiro, Manuel Lombas García y Francisco Arazoza Galletti.

10. El Programa de Patología General con su clínica a partir del plan de estudios de 1900 comprendía, como parte teórica: primero, nociones generales y el método de la autopsia; después se pasaba a la anatomía patológica general con la explicación de la patología celular, la degeneración y las necrosis; seguían los procesos mórbidos más complicados, el trombus, la embolia, las inflamaciones aguda y crónica, incluyendo los procesos inflamatorios específicos como la tuberculosis y la sífilis; la regeneración; los tumores; la etiología y patogenia; intoxicación; infección; disposición; inmunidad; para concluir el curso con estudios sobre fisiología patológica de la circulación, digestión, nutrición y fiebre.

La parte práctica consistía en el examen de los enfermos en la sala, se estudiaban sistemáticamente los síntomas, se impartía un curso completo de auscultación y percusión y se estudiaba la semiología y los métodos de exploración del sistema nervioso.58

El programa de Patología de las Afecciones Intertropicales comprendía un curso completo de enfermedades tropicales, el cual incluía un estudio especial de los mosquitos, principalmente de los géneros Stegomya y Anopheles, la distribución y ciclo biológico de estos insectos y se hacía la disección de ellos en el laboratorio del Hospital "Las Ánimas". Se enseñaba también la preparación de sangre fresca y seca para el estudio de los Plasmodium del paludismo.58

A partir de 1911, el doctor Grande Rossi obtiene por oposición la plaza de profesor auxiliar y queda en funciones de titular, abandona el anterior programa de Patología General con su clínica, que comprendía, como dejamos expuesto, materias de anatomía patológica, bacteriología y otras cuyo estudio era objeto de diferentes asignaturas dentro del plan de estudios de la carrera de medicina y orienta la cátedra hacia la enseñanza, fundamentalmente, de la semiología y el diagnóstico, lo cual se aceptó oficialmente a partir de la reforma universitaria de 1923.

Su programa de la asignatura, que no hemos podido consultar, fue adoptado por Facultades de Medicina de Italia y Francia y calurosamente celebrado por el famoso semiólogo argentino, profesor Gregorio Aráoz Alfaro, el cual lo tomó de modelo para redactar el de su cátedra.59

Al implantarse el plan de estudios de 1940, el programa de Patología General con su clínica 1er curso60 comprendía las siguientes materias: semiología general, semiología del aparato respiratorio, semiología del aparato circulatorio y semiología del aparato urinario.

La semiología general abarcaba: 1. Nomenclatura o lenguaje patológico; 2. Concepto de enfermedad, síntoma y signo; 3.Clasificación de los síntomas; 4.Diagnóstico. Procedimientos de diagnóstico; 5. La historia clínica: concepto, objeto y partes principales que la integran; 6. Inspección general del enfermo; 7. Examen de la piel; 8. Examen del tejido celular subcutáneo y 9. Alteraciones de la temperatura corporal.

La semiología del aparato respiratorio: 1. Importancia de los datos de identidad; 2. Anamnesis próxima y remota; 3. Dolores torácicos; 4. Disnea; 5. Tos; 6. Hemoptisis; 7. Vómica; 8. Inspección general en las afecciones respiratorias; 9. Inspección del tórax; 10. Palpación del tórax; 11. Percusión del tórax; 12. Auscultación del tórax; 13. Auscultación de la tos y de la voz y 14. Procedimientos de exploración combinados.

La semiología del aparato circulatorio: 1. Datos anamnésicos en semiología circulatoria; 2. Síntomas principales de las afecciones circulatorias; 3. Inspección general en las afecciones circulatorias; 4. Exploración y examen físico del corazón; 5. Inspección y palpación de las regiones precordial, epigástrica y cervical; 6. Auscultación del corazón; 7. Electrocardiografía; 8. Esfigmomanometría; 9. Pulso arterial; 10. Arritmias y 11. Insuficiencia cardiaca.

La semiología del aparato urinario: 1. Estudio general de la etiopatogenia de las enfermedades renales; 2. Métodos clínicos de exploración física del aparato urinario; 3. Alteraciones de la orina en las afecciones urinarias; 4. Alteraciones de la sangre en las nefropatías; 5. Métodos complementarios utilizados para el diagnóstico de las enfermedades urinarias y 6. Estudio de los principales síntomas de las afecciones del aparato urinario.

El programa de Patología General con su clínica 2do. curso61 comprendía las siguientes materias: semiología digestiva, semiología endocrina y neurovegetativa, semiología del metabolismo y de la nutrición y semiología del sistema nervioso. Con carácter optativo se dictaban conferencias sobre semiología génito-urinaria y biotipología psicosomática.

El doctor Domingo F. Ramos Delgado ofreció además, con carácter optativo, durante varios años un curso especial sobre temas de patología general propiamente dicha y un curso de posgrado sobre Antropología Integral. El profesor Ramos Delgado, en colaboración con el profesor Juan B. Kourí Esmeja, de la cátedra de Anatomía Topográfica, sostuvo por algún tiempo la Escuela Nueva Cubana para el Progreso de la Ciencia, institución de docencia libre, en la que impartió cursos de muy variadas materias.

11. Las 2 cátedras de Patología General con su clínica, en cooperación con otras instituciones cubanas y norteamericanas, mantuvieron un servicio de investigaciones que dejó una labor verdaderamente fructífera a pesar de los pocos recursos oficiales de que siempre pudieron disponer. Sus investigaciones comprendieron principalmente: endocrinología, nutrición propiamente dicha y gastroenterología.

Al entusiasmo del doctor Bisbé Alberni se debió la construcción de un local junto a su servicio de clínica en el pabellón "Santos Fernández (bajos)" que se nombró Pabellón Especial del Servicio de Investigaciones de la cátedra de Patología General con su clínica, el cual fue dirigido hasta su muerte por el doctor Guillermo García López.

El doctor García López fue un apasionado investigador de la medicina interna. Nació en Sancti Spiritus el 4 de septiembre de 1905, en el seno de una familia que le dio a Cuba figuras tan notables en el campo de la medicina y de las ciencias en general como el doctor Manuel J. Cañizares Venegas, catedrático numerario de física de la Universidad de La Habana en el pasado siglo; el doctor Santiago García Cañizares, Coronel médico del Ejército Libertador de Cuba y Secretario de Gobernación de la República en Armas, con consideraciones de Mayor General; el doctor Felipe García Cañizares, catedrático titular de Botánica y Profesor Eméritus de la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana; el doctor Rudesindo García Rijo, investigador médico de grandes cualidades; el doctor Manuel Mencía y García, catedrático titular de Botánica y Secretario de Sanidad y Beneficencia (1936) y el doctor Felipe Mencía García, catedrático titular de Ciencias Naturales del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Los 4 últimos, miembros de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, así como de otras instituciones científicas nacionales y extranjeras.

Entre las investigaciones más importantes del doctor García López, cuyos informes finales fueron publicados, están los estudios realizados en colaboración con el profesor Thomás D. Spies de Birmingham, Alabama, EE.UU., sobre ácido fólico de los que citaremos: "Acción hemopoyética de 5 Methil Uracil (Thimine) en sprue tropical"(1946); "Ácido fólico sintético. La efectividad de una forma conjugada en el tratamiento del sprue tropical" (1947); "Algunas observaciones sobre el efecto del ácido fólico sintético en el tracto digestivo de pacientes con sprue tropical" (1948); "Tratamiento de la anemia macrocítica nutricional con ácido fólico sintético" (1948); "La asociación de hipoproteinemia con sprue tropical severo" (1949) y "Respuesta a la hormona adrenocorticotrópica y cortisona en personas con carcinoma y linfosarcoma" (1950).

Del doctor García López diría el doctor Manuel M. Villaverde Álvarez (endocrinólogo cubano, discípulo del eminente profesor español don Gregorio Marañón y académico de número de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana)

(...) fue con el doctor Rodolfo Pérez de los Reyes [profesor agregado de Histología Normal y Embriología], de los primeros en ocuparse en Cuba de la diabetes infantil (1936); de los primeros en señalar las mejores asociaciones de las diferentes insulinas para el mejor logro del objetivo final del tratamiento del diabético (1939); con Spies y un magnífico grupo de colaboradores, de los primeros en estudiar la cortisona y el ACTH (1950-1951); el ácido fólico (1946) y la vitamina B12 (1950), a lo que dedicaron unos 25 importantísimos trabajos y fue de los primeros que usó las insulinas puras danesas y de los primeros en usar las sulfas antidiabéticas. Su última comunicación fue presentada en la Sociedad Cubana de Endocrinología, el miércoles 29 de febrero de 1956 y versó sobre "Los nuevos medicamentos antidiabéticos: insulinas "lentas" danesas y primeras experiencias con la N1-sulfanilil-N2-N- butil-carbamina (BZ55) por vía oral.62

Otro profesor que se distinguió por sus investigaciones sobre gastroenterología fue el doctor Fernando Milanés Álvarez, cuyos resultados expuso en más de 30 artículos y comunicaciones. De ellos citaremos: "Valor comparativo del drenaje biliar y colecistografía en diagnóstico de colecistitis calculosas" (1932); "Revisión de 207 gastroquimogramas" (1936); "Estudio patogénico de la llamada colitis crónica" (1937); "Revisión de 633 drenajes biliares" (1938); "Importancia y alcance de las enfermedades por déficit nutricional en Cuba" (1944) y "Valoración actual de las llamadas pruebas de función hepática en el diagnóstico de las hepatopatías" (1952), este último en colaboración con los doctores Raimundo Llanio Navarro y Juan Bencomo García.

La Junta de Gobierno del Hospital Universitario "General Calixto García", el 1 de junio de 1956,63 autorizó el nombramiento de los doctores Jorge García Rangel, Alfredo Reboredo Newhall y Rubén López Toca como médicos asociados del Servicio de Investigaciones de la cátedra. A la muerte del doctor García López ocupó la dirección de dicho servicio el doctor Eusebio Lorenzo López y a este lo sustituyó, unos años después, el doctor Carlos M. Díaz Tellechea.

El doctor Bisbé Alberni donó su sueldo de los meses anteriores a su renuncia al Servicio de Investigaciones, pero no logró mantenerse mucho tiempo después. Enfrascados en la lucha ideológica que se llevaba a cabo en la Facultad de Medicina, los profesores de la cátedra perdieron todo interés en los trabajos de investigación y en las demás actividades docentes. Así, el doctor Díaz Tellechea notificó al Decano de la Facultad de Medicina que a partir del 14 de diciembre de 1959 el Pabellón Especial del Servicio de Investigaciones de la cátedra de Patología General había dejado de funcionar.64

12. El doctor Juan Guiteras recomendaba como libros de texto para la asignatura de Patología General las obras: "Patología General" de Hallopeau y "Diagnóstico Médico" de Eichhorst y como de consulta, el "Tratado de Patología General" de Bouchard.

En la asignatura de Patología de las Afecciones Intertropicales recomendaba como libro de texto la importante obra "Enfermedades Tropicales" de sir Patrick Manson, genial descubridor del agente intermediario de la filaria Wuchereria bancrofti. De esta obra, que estuvo de texto durante todo el tiempo que se impartió la asignatura, se publicó la primera edición en 1898, con 2 reimpresiones ese año y otra en 1899. Una segunda edición en 1900, reimpresa en 1901, la tercera en 1903 y las siguientes en 1907, 1914, 1917 y 1921 con 9 reimpresiones las diferentes ediciones, hasta 1923 en que se dejó de explicar la asignatura.

Como libro de consulta, el doctor Guiteras recomendaba la no menos importante obra "Pathologie Exótique" (1905) del famoso tropicalista francés A. Le Dantec.

El doctor Grande Rossi, por los años de la década de 1920, recomendaba como libro de texto el "Tratado de Semiología y Clínica Propedéutica" del doctor Gregorio Aráoz Alfaro, fundador de la primera cátedra de Semiología en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, en colaboración con el doctor Carlos Bonorino Udaondo, profesor titular de una de las cátedras de Semiología y Clínica Propedéutica de dicha Facultad argentina. Esta obra en 2 tomos, con más de 1 600 páginas, que mereció 3 ediciones utilizadas en nuestro país, fue siempre muy bien acogida por estudiantes y médicos cubanos.

El profesor Aráoz Alfaro visitó La Habana en 1925 para conocer al profesor Grande Rossi de quien era un apasionado admirador. Una de sus obras, "Semblanzas y apologías de grandes médicos", primera serie, Buenos Aires, 1936, 284 páginas y segunda serie, Buenos Aires, 1952, 488 páginas, fue muy leída en Cuba.

Desde los años finales de la década de 1930 estuvieron como obras de texto y de consulta, los libros integrantes de la colección argentina "Biblioteca de Semiología", dirigida por los doctores Tiburcio Padilla, catedrático titular de Semiología y Clínica Propedéutica de la Facultad de Medicina de Buenos Aires y Director del Instituto de Semiología, Profesor Aráoz Alfaro (Hospital de Clínica) y Pedro Cossio, profesor adjunto de Semiología y encargado del Departamento de Cardiología del Instituto de Semiología.

Esta colección, muy popular entre los estudiantes y médicos cubanos, por más de 2 décadas, estaba integrada por 10 tomos:

"Semiología General" (336 páginas, 204 figuras y 5 ediciones) escrito por el doctor Tiburcio Padilla, con un capítulo especial sobre "Semiología de huesos, articulaciones y columna vertebral" por el doctor Julio Piñeiro Sorondo;

"Aparato Circulatorio" (416 páginas, 304 figuras y 5 ediciones), por el doctor Pedro Cossio;

"Semiología del Aparato Respiratorio" (338 páginas, 214 figuras y 4 ediciones), por los doctores Francisco Martínez e Isacc Bercousky;

"Aparato Digestivo" (448 páginas, 235 figuras y 5 ediciones), por los doctores Ernesto A. Lombardi, Arturo J. Vitale y Marcelo Roger;

"Hígado, Vías Biliares y Páncreas" (244 páginas, 98 figuras y 5 ediciones), por el doctor Marcelo Roger;

"Metabolismo" (206 páginas, 52 figuras y 3 ediciones), por el doctor Enrique J. Fongi;

"Secreciones Internas" (233 páginas y 127 figuras), por el doctor Enrique B. del Castillo y "Neurovegetativo" (67 páginas y 14 figuras), por el doctor Pedro C. Rospide, ambos en un mismo tomo (5 ediciones);

"Sistema Nervioso" (502 páginas, 237 figuras y 5 ediciones), por el doctor Rodolfo Dassen;

"Riñón, Bazo y Sangre" (317 páginas, 106 figuras y 5 ediciones), por el doctor Tiburcio Padilla y

"Laboratorio. Análisis Clínicos" (346 páginas, 105 figuras y 6 ediciones), por el doctor Alfredo Fisher.

13. El doctor Guiteras Gener, que como fruto de su enseñanza en la Universidad de Pennsylvania había dado a la imprenta su libro de texto "Notas sobre Patología General y Especial" (1895), el que solo conocemos de referencia,65 no escribió ningún texto para sus asignaturas en Cuba.

Era costumbre del doctor Guiteras hacer que los alumnos tomaran apuntes de sus clases lo que nos ha permitido conocer sus conferencias aun cuando no hubieran sido nunca publicadas. Un hecho casi fortuito me llevó a encontrar en la biblioteca del Centro de Estudios de Historia y Organización de la Ciencia "Carlos J. Finlay" de la Academia de Ciencias de Cuba, las libretas de notas de clases de uno de sus discípulos en los cursos de 1901-1902 y 1902-1903, el después brillante médico e historiador de la medicina cubana doctor José A. Martínez-Fortún y Foyo. Están recogidas en ella las exposiciones con tal fidelidad, que muestran al Guiteras profesor de cuerpo entero. Lo que parecía perdido a falta del texto no escrito, se salvó por la acuciosidad de un joven alumno que ya llevaba en sí el embrión de un gran historiador.

Las explicaciones se caracterizan por la meticulosidad de los datos que brindan, por su claridad, pero sobre todo por el extraordinario poder de síntesis con que están expuestas. En unas pocas libretas se hallan resumidos varios tratados de tales materias.

Las conferencias de Patología General y Diagnóstico Físico están contenidas en 4 libretas de 300 páginas manuscritas, correspondientes al curso de 1901-190266 y comprenden 130 conferencias teóricas y prácticas dictadas por el doctor Guiteras y 12, por su auxiliar doctor Gustavo Moreno de la Torre.

Las teóricas corresponden a Patología General y las comienza con un estudio de la hoja clínica y numerosas definiciones de poca importancia pero necesarias, según él. Las continúa con un bosquejo histológico y embriológico que le permite fácilmente exponer la clasificación de los tejidos, así como separar los que se derivan del ecto, meso y endodermo. Pasa entonces a la clasificación de las enfermedades, sus formas clínicas, sintomatología y curso, diversidad de métodos diagnósticos, pronósticos, termometría y causas y signos de la muerte. A partir de este momento inicia el estudio de la etiología de las enfermedades, habla de la herencia y de las entidades hereditarias, para entrar de lleno en sus agentes productores y así estudia enfermedades infecciosas bacterianas, micóticas y parasitarias en general, y someramente trata estos agentes.

Clasifica las enfermedades infecciosas y pasa a explicar la inmunidad, sus teorías, permanencia y predisposición. El patólogo de amplia experiencia en hospitales norteamericanos, especializado en Europa al lado de Erlich y Weigert, se plasma perfectamente en sus conferencias de cátedra al explicar los procesos morbosos, hipertrofia, atrofia, infiltraciones y degeneraciones. Se extiende luego en la necrosis y se detiene en las gangrenas seca y húmeda. Estudia las anemias y la fisiopatología de la trombosis, embolia, infarto, hemorragias e inflamaciones. Pero donde la minuciosidad no oscurece la claridad de la exposición ni entorpece la brevedad, es en su explicación de los tumores, en la cual detalla, por así decirlo, 44 tipos diferentes de entidades tumorales.

Las clases prácticas comprenden el programa de Diagnóstico Físico y Práctico. Enseña al lado del enfermo a realizar el interrogatorio y a llevar a cabo la inspección, palpación, percusión y auscultación siguiendo una admirable metodología recogida en estos apuntes de clase. Durante el curso hace la demostración diagnóstica de los siguientes casos: 2 de neumonía, 2 de edemas, 2 de tuberculosis incipiente, 2 de tumores abdominales y 1 de embolia cerebral, amigdalitis, enfermedad cardiaca, enfermedad mitral, estrechez e insuficiencia mitral, y otro de insuficiencia mitral. También realiza con sus ayudantes y en presencia de los alumnos, necropsias en fallecidos por aneurisma, anemia perniciosa, leucemia, neumonía y cirrosis hipertrófica.

Las conferencias de Patología de las Afecciones Intertropicales están recogidas en una libreta manuscrita de 400 páginas y corresponden al curso de 1902-1903.67 Las 43 primeras páginas están dedicadas al estudio de los mosquitos ya que por constituir la forma de transmisión del paludismo y la fiebre amarilla, y ser ellas las 2 primeras que debía explicar en el curso, el profesor lo cree indispensable. Pero centra su atención en la familia de los Culícidos y en ella, en los géneros Anopheles y Stegomya. Describe modos de vida, huevos, formas larvarias y de ninfa, mosquitos adultos, sus partes, maneras de diferenciar los géneros y realiza disecciones de ellos. Ciento veintiséis páginas ocupan sus explicaciones sobre paludismo. Asombra la minuciosidad y a la vez la brevedad de lo expuesto. Sin precipitación se dicen las diferencias entre los plasmodios de la malaria, su distribución geográfica, la investigación del parásito en sangre, las múltiples formas clínicas que se describían en la época, su anatomía patológica, diagnóstico de certeza y diferencial, profilaxis y tratamiento.

Pero lo que más admira, son sus explicaciones sobre fiebre amarilla, aquí no es el teórico, es el maestro, que habla por medio de sus propias experiencias. Ciento veintiuna páginas con letra apretada las contienen. Comienzan con su distribución geográfica; causa y transmisión por el mosquito —para el doctor Guiteras es esta la parte esencial de su patogenia—; condiciones que favorecen la transmisión de la fiebre amarilla y sintomatología. En este acápite de todas las formas clínicas describe casos suyos sucintamente expuestos: uno ligero de 3 días de duración en el cual, según su criterio, el diagnóstico es muy difícil y no se atrevería a hacerlo fuera de epidemias; otros de 7, 8 y 9 días de duración, muy grave este último que logró, no obstante, salvarse. Casos en los que se presenta la depresión entre los períodos de fiebre alta y hace el diagnóstico diferencial con el paludismo y otras entidades en que se presenta exagerada la división de los paroxismos. Estudia los síntomas cardíacos, pulmonares y mentales del atacado, sus complicaciones, recaídas y las formas abortiva, ambulatoria y fulminante. Detalla la sangre y la anatomía patológica de estos enfermos, así como el diagnóstico, pronóstico, profilaxis, tratamiento en uso y mortalidad de la fiebre amarilla.

El resto del curso lo ocupan explicaciones más breves sobre fiebres hemoglobinúrica, peste bubónica, dengue, fiebre de Malta, beri-beri, bubas-pian, frambesia, lepra y ciguatera. La libreta contiene 78 figuras copiadas del pizarrón de las dibujadas por el doctor Guiteras en sus explicaciones.

Las conferencias del doctor Grande Rossi en su primer curso impartido de 1909-1910 fueron recogidas por el alumno Ángel M. Clarence Ibern y publicadas mimeografiadas con el título de "Lecciones de Patología General", La Habana, 1910. Estas conferencias reeditadas en mimeógrafo y actualizadas sirvieron de verdadero texto a los alumnos de medicina por muchos años.

Es muy probable que sus lecciones de la asignatura de Patología de las Afecciones Intertropicales también circularan con similar impresión pues en la revista El Bisturí (1919-1920), publicación mensual de los estudiantes de medicina, aparecieron en 1920 algunas de ellas con el título de "Copias de Patología Intertropical". En 1918 publicó el doctor Grande Rossi en la revista Asclepios (1918-1923), su conferencia inicial del curso 1918-1919 con el nombre de "Patología General. Lección inaugural".

Como se puede apreciar, desde sus primeros años en la enseñanza de la Semiología fue intención del profesor Grande Rossi escribir un libro de texto en el que quedara desarrollado su celebrado Programa. En 1925, 2 de sus más constantes colaboradores, los doctores Héctor B. Seiglie Martínez y Federico Grande Armas, publicaron "Semiología pleuro-pulmonar", Ed. Texidor Company L. T. D., La Habana, 408 páginas y 131 figuras, con prólogo del profesor Grande Rossi, en cuya introducción dicen sus autores:

La imposibilidad en que se encontraba el profesor para acometer tal empresa por el momento a causa de sus ocupaciones diarias, nos obliga a emprender la obra que sometemos hoy a la consideración de médicos y estudiantes. En ella, hemos procurado desarrollar con entera fidelidad el programa de Semiología pleuro-pulmonar. Con este objeto hemos conservado los ejemplos y a veces, las mismas palabras que el profesor emplea habitualmente en clase, para la satisfacción de sus antiguos alumnos, que leyéndonos, podrán evocar los inolvidables días de su vida de estudiantes.

Este libro, que recoge 18 lecciones del programa de la asignatura pudiera ser considerado, por lo citado, como un anticipo del texto del profesor Grande Rossi, que en 1938 se anunciaba como obra en preparación, con el título de "Semiótica"68 y a la muerte del ilustre Maestro quedaba inédito con el nombre de "Semiología General Humana", 2 tomos, con la colaboración del doctor Grande Armas,69 del que hoy no se tiene noticia alguna.

Es una verdadera tragedia para la bibliografía médica docente cubana que esta obra no se hubiese publicado y que su manuscrito esté desaparecido. El doctor Grande Rossi, poseía todas las cualidades para poder escribir una obra clásica de la Semiología en lengua hispana. De profunda erudición sobre la materia, de habilidad práctica en la exploración clínica del enfermo que maravilló a sus contemporáneos, de metodología pedagógica llena de originalidad y maestría y escritor atildado que cultivó tanto la prosa como el verso.

El periodista Tomás Montero, su amigo y compañero en la edición dominical del periódico El Mundo, donde el Maestro publicaba artículos costumbristas, versos y cuentos, afirmaba que era opinión arraigada en él la incompatibilidad de la profesión de una cátedra médica con el ejercicio de tareas literarias y que por eso ocultó siempre su nombre bajo diferentes pseudónimos, entre ellos el de "Mendo Méndez", que fue muy popular en la época.

El doctor José A. Rodríguez García, erudito profesor, crítico literario y académico de la historia, expresó de su libro de versos "Epitafio", La Habana, 1929 (contiene 96 poemas, bajo el pseudónimo de Gabriel Fundora), que este debía ser colocado, por sus valores literarios, al lado de la novela "Cecilia Valdés", de Cirilo Villaverde, una de las cumbres de la literatura cubana. Sobre este poemario brindó el profesor de Anatomía Descriptiva José Varela Zequeira una conferencia en la sociedad cultural femenina "Lyceum", de La Habana, bajo el título de "Cubanidad", sin delatar el nombre del autor.

Unos de sus discípulos preferidos, el doctor Ortelio Martínez-Fortún, que le profesó cariño filial, tuvo la oportunidad de leer sus libros inéditos y relacionó los siguientes: "Sin rumbo", volumen de versos de temas libres dedicado a su amigo el profesor y Decano de la Facultad de Medicina Veterinaria doctor Ricardo Gómez Murillo; el poema "Indiana", compuesto por más de 2 000 versos, escrito contra la España integrista en época de la colonia; un libro de versos sobre cacería, deporte al que era muy aficionado y su bella composición "Capitán Negrero". Entre sus libros de cuentos cita el doctor Martínez-Fortún: "Al borde del camino", colección de más de 20 narraciones de la que dijera el doctor Seiglie Martínez, quien también la conoció, que "expone [en ella], con su brillante estilo, situaciones tiernas, angustiosas, dramáticas, ridículas o inesperadas y desenlaces de felicidad" y "Narraciones de la Caleta", que agrupa relatos de mar. Uno de sus cuentos "Carga Negra" fue premiado en 1902.70

El doctor Domingo F. Ramos Delgado, como dejamos expuesto en páginas anteriores, publicó varios libros de otras materias médicas, entre ellos "Cuba en la higiene internacional y finlaismo". Imp. La Propagandista. La Habana. 1924, 290 páginas con prólogo del profesor Juan Guiteras Gener, en el que recoge importantes informes y discursos suyos ante organismos internacionales de salud como representante de Cuba y en defensa de la gloria del sabio cubano doctor Carlos J. Finlay y Barrés. El doctor Ramos Delgado, de extensa cultura médica, no dejó ninguna obra de texto sobre su asignatura, la que regenteó durante 4 décadas, quizás por los muchos e importantes cargos que desempeñó y por la falta de una verdadera vocación por ella. Preocupado por las investigaciones en su cátedra dio a la imprenta el folleto "Organización que debe dársele a las investigaciones científicas en el campo de las disciplinas que no sean experimentales", La Habana, 1946.

Un profesor muy modesto, cumplidor cabal de sus obligaciones y de gran capacidad de trabajo lo fue el doctor Héctor B. Seiglie Martínez. Una de sus hermanas, Rosa, perteneció al primer curso de enfermeras graduadas en Cuba (Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes", 1903) y ocupó durante muchos años la jefatura del Negociado de Enfermería de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia.

Además del libro ya citado, el doctor Seiglie Martínez publicó para su cátedra 2 obras de gran utilidad: "Glosario Semiológico", La Habana, 1922, 87 páginas, en colaboración con el doctor José D. Freyre Rodríguez y "Glosario de Semiología", La Habana, 1934, 358 páginas.

El profesor Bisbé Alberni desarrolló casi todo el programa de su asignatura de Patología General con su clínica 1er curso en 2 volúmenes que tuvieron muy buena acogida en el estudiantado y los médicos de su época, por la claridad de sus explicaciones y la corrección del lenguaje.

El primero, con el título de "Patología General con su clínica", editado por Isidro Hernández, La Habana, s. f., 339 páginas, comprende 2 partes, semiología general y semiología del aparato respiratorio y el segundo, con el título de "Patología General. Aparato Circulatorio", impresor Isidro Hernández, La Habana, 1946, 378 páginas, abarca la semiología cardiovascular.

Para completar el programa el doctor García López publicó "Patología General. Aparato Renal", impresor Isidro Hernández, La Habana, 1946, 235 páginas.

Del desarrollo del programa de Patología General con su clínica 2do curso, en libros de texto, se encargaría el doctor Fernando Milanés Álvarez, que fue el profesor de la cátedra que mayor bibliografía docente produjo en el período estudiado.

Su primer libro lo fue "Semiología del Aparato Digestivo", edición mimeografiada, La Habana, 1938, que recoge sus conferencias de clase y que fue reimpreso en múltiples ocasiones. Completó el programa su libro en colaboración con el doctor Díaz Tellechea "Semiología del bazo, sangre y órganos hematopoyéticos", La Habana, 1947, reimpreso por Isidro Hernández, La Habana, s. f., 125 páginas.

El doctor Milanés Álvarez, que se graduó de Doctor en Medicina en la Universidad de La Habana en 1927 como Alumno Eminente y con el Premio Extraordinario Beca de Viaje, desarrolló a lo largo de 3 décadas una brillante carrera docente que coronó con la publicación de importantes libros que mucho ayudaron no solo a la enseñanza de pregrado sino a la formación de futuros docentes.

Estos libros son: "Sprue y otros síndromes gloso-entero-neuro-anémicos similares", Biblioteca Médica de Autores Cubanos, La Habana, 1941, 218 páginas, 39 grabados, 2 láminas y 21 cuadros, con prólogo del profesor titular de Microscopia y Química Clínica y académico doctor Alberto Recio Forns; "Diarreas por deficiencias de la nutrición", Ed. Selecta, La Habana, 1950; "Exploración funcional del hígado", editado por el autor, La Habana, 1953, 239 páginas, con prólogo del profesor titular de Clínica Médica y académico, doctor Pedro A. Castillo Martínez; y su obra mayor "Diagnóstico Gastroenterológico (Semiología del Aparato Digestivo)", Ed. Universitaria, La Habana, 1958, 940 páginas, 296 ilustraciones y prólogo del profesor Bisbé Alberni.

Su discípulo más brillante y sustituto al frente de la enseñanza de la Semiología, después Propedéutica Clínica, el profesor titular y Doctor en Ciencias Médicas Raimundo Llanio Navarro —hijo del doctor Enrique Llanio del Castillo, uno de los profesores fundadores de la cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales en la Universidad de La Habana— llegaría a ser, en las siguientes 3 décadas, la máxima figura de la enseñanza de estas materias y su principal tratadista en Cuba, pues su obra en colaboración con otros destacados docentes, abarca hasta el momento 7 libros de texto y 18 monografías entre los que debemos citar: "Propedéutica Clínica", 1ra. Ed., Emp. Cons. Artes Gráficas, La Habana, 1961; "Manual de Historia Clínica", La Habana, 1962; "Propedéutica Clínica", 2da. Ed., Emp. Cons. Artes Gráficas, 2 tomos, La Habana, 1963; "Laparoscopias en urgencias", Ed. Ciencia y Técnica, La Habana, 1977; "Propedéutica Clínica y Fisiopatología", Ed. Pueblo y Educación, 2 tomos, La Habana, 1982, con 3 reimpresiones en 1983, 1985 y 1989; "Manual de Procedimientos de Diagnóstico y Tratamientos en Medicina Interna", La Habana, 1984; "Normas de Medicina Interna", La Habana, varias ediciones e "Historia Clínica. La mejor arma del médico en el diagnóstico de las enfermedades", La Habana, 1987.

14. La asignatura Patología de las Afecciones Intertropicales con su clínica desde su creación vio limitada la efectividad de su docencia por la pequeñez de los servicios de enfermedades infecciosas de que pudo disponer, primero en el Hospital "Nuestra Señora de las Mercedes" y después, en el Hospital "General Calixto García", pues aunque oficialmente siempre dispuso del Hospital de Infecciosos "Las Ánimas", por estar este alejado de los 2 anteriores donde recibían los estudiantes el resto de su enseñanza, solamente podían utilizarlo en algunas demostraciones prácticas.

Los doctores Guiteras y Grande Rossi, que fueron quienes impartieron esta asignatura durante el tiempo que existió, a pesar de que en ambos coincidían cualidades excepcionales para brindarla de la más alta calidad, se vieron frustrados en sus empeños, en gran parte por lo que acabamos de anotar y en no menos, por tener que impartir conjuntamente la enseñanza de la Patología General con su clínica, la cual por su mayor importancia hacía que se relegara a un segundo plano a aquella y, además, que desde 1909 se contara con un solo profesor para la docencia teórica y práctica de tales materias.

Al ser sustituida en la reforma universitaria de 1923 por la nueva asignatura de Parasitología y Enfermedades Tropicales, independizada ésta como cátedra, comenzaría una etapa muy brillante para los estudios sobre protozoarios, helmintos y artrópodos, así como de las enfermedades producidas por ellos, que llegarían a ser, a partir de la década de los años 1940, los más completos ofrecidos en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana.

La materia objeto de estudio en las asignaturas de Patología General con su clínica varió grandemente durante las 6 décadas que comprende el período de nuestra investigación, desde un concepto muy amplio que incluía materias de anatomía patológica, bacteriología, micología, parasitología y toda la semiología, hasta uno más restringido dedicado a la propedéutica clínica exclusivamente donde se trataba de dar el basamento teórico y práctico que permitiera adentrar al alumno en el estudio clínico de la medicina interna, la cirugía y demás especialidades.

La escasez de locales y número de enfermos insuficientes para brindar una docencia adecuada a la cada vez mayor matrícula de alumnos llegó a extremos que hoy casi no podemos concebir. Después de mediados de la década de los años 1920, para 400 alumnos por curso solo se disponía de 2 salas para los de tercer año y 2, para los de cuarto. Por eso no es raro que muchos estudiantes pasaran por tan importantes asignaturas sin haber confeccionado nunca alguna historia clínica.

Lo más notable de ellas durante el período estudiado fue la alta calidad docente de no pocos de sus profesores que hicieron grandes esfuerzos por suplir con su maestría pedagógica los graves problemas que confrontaron. Por eso no quiero dejar de transcribir cómo vieron en clase, algunos de sus alumnos, a los profesores Guiteras Gener y Grande Rossi.

El historiador médico, doctor José A. Martínez-Fortún, ya citado en este capítulo y en otros anteriores, dice lo siguiente del primero de tales Maestros:

Guiteras es un verdadero profesor, que fue catedrático en Charleston y Filadelfia. Sus explicaciones son claras, demostrativas y prácticas pero carecen de la brillantez francesa. Las conferencias, que muchas veces dictaba, las daba en el salón especial que para ello tiene en el Mercedes. No tiene texto por lo que tomamos sus explicaciones y dictados. Poseo íntegras todas sus explicaciones. En su boca siempre están nombres alemanes como los de Virchow, Notnagel, Sthrumpell y otros grandes clínicos germanos mezclados con nombres ingleses y norteamericanos. Su venerable figura, sus ojillos pequeños y vivos, y su barba abierta y cuidada hacen más respetable su caballerosa figura. Lo que mas nos gustó del profesor fueron sus lecciones prácticas de diagnóstico físico a la cabecera del enfermo. En sus historias clínicas lo último que ponía era el diagnóstico pues temía mucho errar. Hacía la autopsia de sus enfermos en cuyo acto demostraba sus grandes conocimientos de anatomía patológica. En los exámenes es justiciero, más bien `duro' y lo que más me gusta es que no se doblega ante ningún `cacique'. Es una de las figuras mas distinguidas y respetables de la Escuela.71

El doctor Manuel Aurelio Serra Pérez, en su libro "Recuerdos de estudiante" nos dice:

Nosotros lo teníamos por un sabio y venía precedido como tal por ser profesor de una Universidad de Filadelfia. El ser muy cauteloso en el diagnóstico lo atribuíamos a sus profundos conocimientos. Se sentaba a la cabecera del enfermo y frente a él, a los pies, su auxiliar el doctor Moreno de la Torre, los alumnos rodeábamos la cama. Iba enumerando los síntomas que encontraba para después dilucidar el diagnóstico, meta para él lo más importante. (...) Pudiera tratarse señores, de un caso de asma esencial y en efecto encontramos... y señalaba los síntomas hasta dejarnos convencidos, pero una sonrisa picaresca se asomaba a su semblante para decirnos: (...) Sí, sí, pero no, No. Mas bien parece que estamos en presencia de un caso de bronquiectasia o simplemente de una bronquielectasia.... Aquí copiábamos la palabra, y volvía a convencernos, y una vez más la maliciosa sonrisa terminaba en eterno estribillo de (...) Sí, sí, pero no, no... Así pasaba revista a toda la patología enlazando afecciones tras afecciones, y cuando creíamos llegado el ansiado diagnóstico, nos dejaba suspensos en el interés por saber lo que el enfermo tenía, y si decidía era por estar muy seguro de no equivocarse. Ya graduado, ¡Cuántas veces me he acordado de él ante la exigencia del público en que hagamos el rápido diagnóstico! Si se nos obligara a un juicio certero tendríamos que tener como él igual cautela.72

El doctor Alberto Recio Forns, que fue también su discípulo, dijo ante su tumba, muchos años después de su muerte:

El gesto de venir a la guerra y su decisión de quedarse en su patria libre, fueron también motivos para hacer crecer nuestra admiración por el profesor. Sus lecciones eran dictadas en párrafos cortos y términos concisos, pues detestaba la oratoria inútil. Todavía conservamos aquellos cuadernos que contienen en sus páginas las ideas que usualmente en los libros necesitan capítulos. En la pléyade de lumbreras que honraban el claustro de la Facultad de Medicina, en aquellos primeros tiempos de nuestra independencia política, figuraba Guiteras, como estrella de primera magnitud.73

Los alumnos del doctor Grande Rossi pudieron admirar, junto a sus cualidades docentes, su profundo sentido humano en el trato con el enfermo. De ello y de lo que significaba un hospital en la época, nos ha dejado escrito el doctor Mario Dihigo Llanos lo siguiente:

La Patología General estaba a cargo del doctor Federico Grande Rossi. No pudimos haber emprendido la marcha con mejor mentor. Verdadero pedagogo, sabía hacer interesante su clase y, a veces, era una verdadera contrariedad el término de la misma.

Sus célebres cuentos, exagerados y gráficos, despertaban en nosotros la atención y podía jactarse el doctor Grande Rossi de cumplir aquel conocido lema del teatro: `Enseñar deleitando'.

En su lección inaugural nos previno que nos perdonaría y nos disculparía los errores más garrafales, pero que castigaría duramente cualquier indiscreción que cometiéremos ante el enfermo, que le hiciera saber lo sombrío de su pronóstico.

¿Como hemos de pagarle —decía— el servicio precioso que nos presta como material de estudio, quitándole de su alma toda esperanza de salvación, cuando somos impotentes para curarle? El enfermo, a más de nuestro agradecimiento, es acreedor de nuestro respeto y debemos tratarle con suma delicadeza. El que viene a morir a un hospital —continuó— es un vencido, es un fracasado y sería refinadamente cruel toda brusquedad y toda falta de consideración de nuestro trato. Cuando deseemos saber que síntomas le han decidido a ponerse en tratamiento no debemos preguntarle:

—¿Por qué ha venido usted al hospital?

Tomando en otro sentido esas palabras, podría respondernos:

—Porque no tengo otro lugar a donde ir.

Y sin querer, habíamos lastimado su sensibilidad.74

El doctor Ortelio Martínez-Fortún, hermano menor del historiador de iguales apellidos, que fue, como ya hemos expuesto antes su alumno y ayudante en la cátedra, nos ha dejado del Maestro un insuperable testimonio:

Grande Rossi fue, para el que habla, luz y guía. Su técnica pedagógica incisiva, cortante, que se grabara en nuestro cerebro como candente acero que dejara en el mismo imborrable huella, dejó para siempre en nosotros y en todos los que entusiasmados y embebidos escuchábamos sus explicaciones diarias, una simiente de entusiasmo, de afán de superación, de tendencia emulativa, que trazó derroteros definidos en nuestro futuro y en el de una pléyade de jóvenes que pretendían seguir —labor imposible ciertamente— los pasos ciclópeos del bien querido Maestro.

La clase de Grande Rossi, era esperada con impaciencia, comenzada y transcurrida con absorta atención y cuando finalmente el gran reloj del Anfiteatro del Hospital `Calixto García' marcaba inexorable la hora de su terminación, un ¡ah! salido de cientos de pechos juveniles, un ruego que a veces se manifestaba por un espontáneo `Prosiga Maestro', lo hacía sonreír satisfecho con aquella media sonrisa, huella de una antigua parálisis facial que le hacía simular que se mordisqueaba la comisura de ese lado o la guía del recio bigote que abandonara durante sus últimos años.

Grande Rossi daba sus clases, por lo general sentado sobre el estrado, en la silla central, tras la gran mesa y bajo las cortinas, que a manera de palio, adornaban el fondo del estrado. Para su explicación, usaba unos cuadernillos de tamaño standard cortados por la mitad, escritos a máquina, y cocidos después, cuyas hojas iba pasando con extraordinaria velocidad. Con gran frecuencia, traía a la clase, casos clínicos que, bien reconocidos por él con anterioridad, presentaran en forma ostensible o bien desarrollada la sintomatología que él quería explicar. Siempre al terminar la clase sacaba de su portamonedas un peso y lo entregaba al pobre enfermo, al que prodigaba todo género de atenciones y de afecto casi paternal. Los alumnos a veces, impresionados por el gesto del Maestro, ya concluida la clase pasaban un sombrero entre ellos mismos cuando veían que el caso era un niño, una pobre mujer o un enfermo desahuciado. Cuidaba mucho de que no se molestara demasiado al paciente y cuando esto ocurría, invocaba con palabras fuertemente impresionantes, el respeto, la consideración, la piedad inmensa que debíamos sentir por aquella triste carne de hospital.

Sus alumnos lo adoraban; su palabra era para nosotros, ley suprema. Y sin embargo; ¡que respeto y qué silencio se notaba en su derredor cuando lo rodeábamos a la salida de clases, para seguir apurando hasta lo último aquella fuente insecable de enseñanza! Bajito, de apariencia ruda y de trato áspero en los primeros instantes, se revelaba bien pronto su magnífica contextura moral e intelectual. Al séquito de sus Auxiliares y Ayudantes que lo seguíamos desde el Anfiteatro hasta el pequeño edificio de Radiología en que la Cátedra tenía su sede, se unía siempre un grupo inquieto y bullanguero de estudiantes, rodeado siempre de los cuales, parecía de lejos una oronda gallina con sus polluelos. No había que buscarlo, para encontrarlo pronto, bastaba con dirigir la vista en derredor y donde hubiere un conglomerado humano que pugnaba por estar mas cerca de él, allí en el centro estaba Grande Rossi, siempre enseñando, siempre sacando a relucir un cuento nuevo, pues sus reservas en este sentido resultaban inagotables.75

En las investigaciones realizadas en la cátedra no participaron nunca los alumnos que cursaban sus asignaturas, aunque bien es verdad que muchos de los adscriptos, instructores y asociados de la cátedra se formaron como investigadores en ellas.

 

Referencias bibliográficas y documentales

1. Martínez-Fortún Foyo JA. La enseñanza de la medicina en la Universidad de la Habana a final del siglo XIX y principios del XX. Edición mimeografiada. La Habana. 1949:22.

2. Universidad de La Habana. Memoria Anuario correspondiente al curso académico de 1902 a 1903. Imp. M. Ruiz y Cía. La Habana. 1904:118.

3. Universidad de La Habana. Memoria Anuario correspondiente al curso académico de 1924 a 1925. Imp. y Papelería de Rambla, Bouza y Cía. La Habana. 1926:304.

4. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 2959 (Dr. Domingo Fernández Cubas).

5. Barnet y Roque de Escobar EB. Elogio del Dr. Domingo Fernández Cubas. Anal. Acad. Cienc. Méd. Fís. Nat. Hab. La Habana. 1907;44:131-43.

6. Valdés Domínguez F. 27 de Noviembre de 1871. Imp. Rambla y Bouza. La Habana. 1909.

7. Escobar Laredo. B. Nuestros Médicos. Tipografía de "La Lucha". La Habana. 1893:40-41.

8. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. Ant. No. 4352 (Dr. Domingo Fernández Cuba).

9. Loc. cit. en (7) pp. 39-40.

10. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 103 (Dr. Juan Guiteras Gener).

11. Delgado García G. La obra científica y patriótica del doctor Juan Guiteras Gener. Imp. Academia de Ciencias de Cuba. La Habana. 1979.

12. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 255 (Dr. Gustavo Moreno de la Torre).

13. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 6014 (Dr. Federico Grande Rossi).

14. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. Ant. No. 6030 (Dr. Federico Grande Rossi).

15. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 8393 (Dr. Domingo F. Ramos Delgado).

16. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 9568 (Dr. José M. Bisbé Alberni).

17. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 6022 (Dr. Héctor Seiglie y Martínez).

18. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 255 (Dr. Gustavo Moreno de la Torre).

19. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. Ant. No. 5642 (Dr. Gustavo Moreno de la Torre).

20. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 375 (Dr. José F. de Pazos y Boada).

21. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. Ant. No. 11113 (Dr. Domingo F. Ramos Delgado).

22. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. No. 5294 (Dr. José M. Bisbé Alberni).

23. Fernández Conde A. Biografía de la Federación Médica de Cuba. Publicación del Colegio Médico de La Habana. La Habana. 1946.

24. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 7410 (Dr. Guillermo García López).

25. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 4919 y 9473 (Dr. José D. Freyre Rodríguez).

26. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 8431 (Dr. Fernando Milanés Álvarez).

27. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 9473 (Dr. Federico Grande Armas).

28. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 9571 (Dr. Carlos M. Díaz Tellechea).

29. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 4919 (Dr. Jesús Govantes y Fuertes).

30. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 9131 (Dr. Eusebio Lorenzo López).

31. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 4116 (Dr. Ortelio Martínez-Fortún y Foyo).

32. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 4115 (Dr. Francisco Menéndez y Hernández).

33. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 9113 (Dr. Moisés Chediak Ahuayda).

34. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. No. 6215 (Dr. Federico Grande Armas).

35. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Est. No. 10966 (Dr. Guillermo García López).

36. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 1377 (Dr. Luis O. Viamonte Cuervo).

37. Bol. Ofic. Univ. 7 (4). Junio 1 de 1940.

38. Bol. Ofic. Univ. 8 (16). Octubre 31 de 1941.

39. Bol. Ofic. Univ. 11 (7). Mayo 15 de 1944.

40. Bol. Ofic. Univ. 13 (19). Octubre 31 de 1946.

41. Bol. Ofic. Univ. 15 (20). Diciembre 31 de 1948.

42. Bol. Ofic. Univ. 17 (18). Diciembre 31 de 1950.

43. Bol. Ofic. Univ. 20 (4).Marzo 13 de 1953.

44. Bol. Ofic. Univ. 23 (7). Abril 16 de 1956.

45. Loc. cit. en (40).

46. Bol. Ofic. Univ. 19 (5). Abril 15 de 1947.

47. Loc. cit. en (41).

48. Bol. Ofic. Univ. 16 (9). Agosto 15 de 1948.

49. Bol. Ofic. Univ. 17 (3).Marzo 15 de 1950.

50. Bol. Ofic. Univ. 19 (15). Agosto 30 de 1952.

51. Loc. cit. en (16).

52. Loc. cit. en (26).

53. Bol. Ofic. Univ. 27 (6). Marzo 31 de 1960.

54. Universidad de La Habana. Archivo Histórico. Exped. Adm. No. 8481 (Dr. Armando Ruiz Leiro).

55. Loc. cit. en (28).

56. Periódico Revolución. Septiembre 14 de 1960.

57. Bol. Ofic. Univ. 29 (11). Junio 15 de 1962.

58. Loc. cit. en (2) pp.117-8.

59. Seiglie Martínez HB. y Grande Armas F. Introducción. En: "Semiología pleuro- pulmonar" por los doctores Héctor B. Seiglie Martínez y Federico Grande Armas. Ed. Texidor Company L. T. D. La Habana. 1925.

60. Universidad de La Habana. Escuela de Medicina. Programa de Patología General (Primer curso). La Habana. 1952.

61. Universidad de La Habana. Escuela de Medicina. Programa de Patología General (Segundo curso). La Habana. 1952.

62. Villaverde Álvarez MM. Guillermo García López. Vida Nueva. La Habana. 1957;72:117-38.

63. Bol. Ofic. Univ. 23 (12). Junio 30 de 1956.

64. Loc. cit. en (28).

65. Le Roy Cassá J. Bibliografía del Dr. Juan Guiteras. En: "Vidas Ejemplares de Médicos Cubanos. Dr. Juan Guiteras" por Cesar Rodríguez Expósito. Ed. Cubanacán. La Habana. 1947:292.

66. Guiteras Gener J. Conferencias de Patología General y Diagnóstico Físico. Tomadas en clase por el alumno José A. Martínez Fortún. Curso 1901-1902. La Habana. Cuatro libretas manuscritas de 300 páginas cada una.

67. Guiteras Gener J. Conferencias de Patología de las Afecciones Intertropicales. Tomadas en el Hospital "Reina Mercedes" por el alumno José A. Martínez Fortún: Curso 1902-1903. La Habana. Libreta manuscrita de 400 páginas.

68. Trelles Govín CM. Bibliografía de la Universidad de La Habana. Imp. Rambla, Bouza y Cía. La Habana. 1938:173.

69. Loc. cit. en (27).

70. Martínez-Fortún Foyo O. Federico Grande Rossi. Rev. Soc. Cubana Hist. Med. La Habana. 1961;4(3):3-26.

71. Loc. cit. en (1) p. 19.

72. Serra Pérez MA. Recuerdos de estudiante. Don Juan Guiteras. Profesor de Patología General e Intertropical con sus prácticas clínicas. Copia mecanografiada.

73. Recio Forns A. Guiteras. Discurso ante su tumba. Matanzas, 5 de diciembre de 1951. Copia mecanografiada.

74. Dihigo Llanos M. Recuerdos de una larga vida. Cuad. Hist. Sal. Púb. No. 60. Ed. Orbe. La Habana. 1974:37-8.

75. Loc. cit. en (70) pp. 11-12 y 14.

 

 

(1*) En honor del doctor José L. Yarini y Ponce de León (1843-1898), notable profesor de Anatomía Descriptiva y Disección de la Universidad de La Habana.
(2*) Dr. Félix Giralt Figarola (1826-1881), notable profesor de Clínica Médica de la Universidad de La Habana y fundador de la revista médica "La Hoja Clínica" (1865-1866).
(3*) Dr. Jesse W. Lazear (1866-1900), destacado entomólogo norteamericano, integrante de la Comisión Médica Americana para el Estudio de la Fiebre Amarilla que murió por inoculación voluntaria de dicha enfermedad.
(4*) Dr. Juan Santos Fernández y Hernández (1847-1922), eminente oftalmólogo cubano, de prestigio internacional.
(5*) Dr. Francisco Cabrera Saavedra (1850-1925), eminente internista cubano de origen canario.
(6*) Dr. Nicolás J. Gutiérrez Hernández (1800-1890), eminente cirujano cubano, fundador de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
(7*) Dr. Antonio Díaz Albertini padre (1830-1894), notable internista cubano.
(8*) Su verdadero nombre era Francisco Gustavo, pero siempre se le conoció por el segundo.

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