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Revista Cubana de Medicina Militar

versión impresa ISSN 0138-6557versión On-line ISSN 1561-3046

Rev Cub Med Mil v.33 n.2 Ciudad de la Habana abr.-jun. 2004

 

Hospital Militar Central "Dr. Luis Díaz Soto"

Repercusión negativa del tabaquismo en la evolución clínica de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica

Cap. José Miguel Rodríguez Perón,1 My. Salvador R. Mora,2 Cap. Erick Acosta Cabrera3 y Tte. Cor. José R. Menéndez López4

Resumen

Se realizó un estudio observacional analítico de casos y controles para establecer la influencia del gradiente de riesgo del tabaquismo en el control clínico de la hipertensión arterial , como asociación potencialmente aterogénica determinante en la evolución clínica de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Como criterio de inclusión se seleccionó la población con diagnóstico inequívoco de hipertensión arterial esencial y fumadora dispensarizada durante el año 2002 en el nivel de atención primaria de salud, con edades entre 15 y 60 años y cualquier sexo y color de la piel. Se excluyeron de la investigación los hipertensos con otros factores de riesgo coronario concomitantes, inasistencias a consultas de dispensarización y negatividad a participar en el estudio. Se clasificó el gradiente de tabaquismo según el consumo diario de cigarrillos, considerando los fumadores como: ligeros (1-9 cigarros/día), moderados (10-15 cigarros/día) y severos (>15 cigarros/día). Se estudiaron un total de 89 pacientes, de los cuales 28 (31,4 %) son fumadores ligeros, 37 (41,6 %) moderados y 24 (27 %) severos; 78 (87,6 %) correspondieron al sexo masculino y 11 (12,4 %) al femenino. El 60,6 % (54 casos) fueron blancos y el 39,4 % (35 casos) negros. La prevalencia del control clínico de la hipertensión arterial fue del 100 % en los fumadores ligeros y muy baja en los moderados (2,7/100) y severos (0/100) donde predominó el descontrol a un nivel altamente significativo. Un aumento significativo en la presión arterial acompaña a la inhalación de cada cigarrillo y aquellos que continúan fumando no podrán recibir la totalidad de la protección contra la enfermedad cardiovascular aterosclerótica de la terapia antihipertensiva, por lo que es esencial evitar el tabaco en cualquiera de sus formas y en todos los grupos de edad.

Palabras clave: hipertensión; tabaquismo; aterosclerosis.

La hipertensión arterial está ampliamente distribuida en todas las regiones del mundo según múltiples factores de índole económico, social, cultural, ambiental y étnico. La prevalencia está en aumento asociada con patrones alimentarios inadecuados, disminución de la actividad física y otros aspectos conductuales relacionados con los hábitos tóxicos, en particular, el hábito de fumar. De los numerosos estudios, el realizado en la ciudad de Framinghan demostró categóricamente la asociación de la hipertensión arterial con otras afecciones como la obesidad, diabetes mellitus, ingestión de alcohol y tabaquismo, así como que los hipertensos adictos al tabaquismo presentaban cifras más elevadas de tensión arterial.1

En la actualidad las políticas y estrategias de salud adoptadas para desestimular el hábito de fumar en la población no han tenido el impacto deseado; se ha incrementado la prevalencia del tabaquismo en uno y otro sexos y grupos de edades, por lo que su intervención constituye uno de los principales problemas de la salud pública en la prevención y control de las enfermedades crónicas no transmisibles.

Conocer el gradiente de riesgo en el personal expuesto puede contribuir a la identificación de los grupos más vulnerables en nuestro medio, así como a una mejor clasificación, estratificación y manejo de riesgo; se considera que una pequeña disminución en la cantidad de cigarrillos fumados puede tener un considerable impacto en la aparición del infarto del miocardio agudo, la enfermedad cerebrovascular u otras manifestaciones clínicas del daño vasculovisceral aterogénico que aparecen en la evolución de la enfermedad hipertensiva.2,3

Métodos

Se realizó un estudio observacional analítico de casos y controles para establecer la influencia del gradiente de riesgo del tabaquismo en el control clínico de la hipertensión arterial, como asociación potencialmente aterogénica determinante en la evolución clínica de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica .

Como criterio de inclusión se seleccionó la población con diagnóstico inequívoco de hipertensión arterial esencial y fumadora dispensarizada durante el año 2002 en el nivel de atención primaria de salud, con edades entre 15 y 60 años y cualquier sexo y color de la piel. Se excluyeron de la investigación los pacientes hipertensos con otros factores de riesgo coronario concomitantes, inasistencias a consultas de dispensarización y negatividad a participar en el estudio.

Se clasificó el gradiente de tabaquismo según el consumo diario de cigarrillos; se consideraron los fumadores como: ligeros (1-9 cigarros/día), moderados (10-15 cigarros/día) y severos (>15 cigarros/día).

Los datos se obtuvieron de los libros médicos personales y de la encuesta de hipertensión arterial, cuya entrevista y examen clínico se realizaron por el investigador y el personal médico de la institución de salud.

Se estudiaron variables demográficas, antecedentes de tabaquismo, cifras de tensión arterial sistólica y diastólica y los grupos farmacológicos empleados en tratamiento de la hipertensión arterial de los pacientes. Se estableció como criterio de control clínico de la hipertensión arterial los enunciados en el Programa Nacional de Prevención y Control de esta enfermedad.

La información fue procesada de forma automatizada en una microcomputadora Pentium III con soporte para Window 98 por medio del paquete estadístico Epinfo 2000.

Las variables categóricas se presentaron como razones, proporciones y tasas/100 pacientes. La comparación del control clínico de la hipertensión arterial se contrastó con los gradientes de tabaquismo (riesgo) mediante la prueba de chi cuadrado, los que fueron analizados según edad, sexo, color de la piel y grupos farmacológicos.

Resultados

Se estudiaron 89 pacientes, de los cuales 28 (31,4 %) son fumadores ligeros, 37 (41,6 %) moderados y 24 (27 %) severos. Según el sexo, 78 (87,6 %) corresponden al sexo masculino y 11 (12,4 %) al femenino. El 60,6 % (54 casos) fueron blancos y el 39,4 % (35 casos) negros.

No se presentaron diferencias significativas en cuanto a la prevalencia del hábito de fumar en los hombres, aunque fue menor la prevalencia de fumadores ligeros, y en las mujeres se invierte, con predominio significativo de la prevalencia de fumadores ligeros en relación con los de hábitos moderados y severos.

La prevalencia de fumadores según grupos de edades en la población estudiada predominó en el grupo de 40 a 49 años con una prevalencia de 41,5/100 pacientes, seguido del grupo de 50 a 59 años (34,8/100 pacientes) y 30 a 39 años con 15,7/100 pacientes.

La prevalencia del control clínico de la hipertensión arterial fue del 100 % en los fumadores ligeros y muy baja en los moderados (2,7/100) y severos (0/100) donde predominó el descontrol a un nivel altamente significativo. La relación entre el gradiente de exposición al tabaco y el descontrol clínico de la hipertensión arterial se confirmó mediante la fuerza de asociación entre ambas variables, que fue significativa como se aprecia en la tabla.

TABLA. Asociación entre el descontrol clínico de la hipertensión arterial y el gradiente de exposición al tabaco. Año 2002

Fumador
Descontrol clínico
Total
Prevalencia
No
Moderados-severos
60
1
61
98,3
Ligeros
0
28
28
0
Total
60
29
89
67,4

p < 0,000.
Fuente: Encuestas.

Los grupos farmacológicos más utilizados para el control clínico de la hipertensión arterial en la muestra estudiada fueron los diuréticos (38,2/100), los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) (37/100) y los betabloqueadores (30,5/100); se destacó que a excepción de los IECA que predominaron en los fumadores ligeros (39,2/100), el resto mostró mayor prevalencia de empleo en los fumadores severos.

Discusión

El tabaquismo es un reconocido factor de riesgo para la generación y progresión de enfermedades cardiovasculares de origen aterosclerótico y un nocivo hábito que practican alrededor de 1,1 billón de sujetos en el mundo -de los cuales 95 millones radican en América Latina y el Caribe- y que para el año 2025 se prevé que ascienda a más de 1,6.4 En 1990, la prevalencia de fumadores cubanos de 17 años y más era de 36,08 %, pero ya en 1991, los resultados de la encuesta nacional de factores de riesgo mostraron el 37 %.4

La creciente popularidad del cigarrillo por las agresivas campañas propagandísticas de las poderosas empresas tabacaleras han llevado a calcular que el 10 % de las personas que están vivas actualmente, es decir, cerca de 450 millones, sufrirán y morirán prematuramente a causa de la dañina acción del consumo de tabaco, por tanto, el control de esta toxicomanía es un buen punto de partida para la prevención de los trastornos cardiovasculares, pues cuando una población fuma más, adopta una vida sedentaria y consume grasa saturada, la salud cardiovascular se deteriora.5

Freedman señala que el tabaquismo influye negativamente en los niveles de triglicéridos y colesterol, pues su aumento eleva el riesgo de ataques al corazón.6 El humo del tabaco contiene más de 4 000 sustancias, muchas de ellas tóxicas. Es biológicamente plausible que un significativo aumento en la presión arterial acompaña a la inhalación de cada cigarrillo y este efecto se mantiene aun en personas que han fumado durante largo tiempo, lo que demuestra que no existe tolerancia del organismo al estímulo que la nicotina produce sobre la actividad del sistema nervioso simpático encargado de la vasocontricción que conduce al aumento de la presión arterial.

En la actualidad hay evidencias de la participación del estrés oxidativo en la patogenia de la hipertensión arterial esencial y de la asociación de esta forma clínica con la disminución de la vasodilatación dependiente del endotelio, lo cual es principalmente causado por la producción de radicales libres de oxígeno (RLO) que destruyen el óxido nítrico (ON) y la prostaciclina I2, que disminuyen los beneficios y efectos protectores de estos sobre las paredes de los vasos sanguíneos.7-9

Numerosos estudios realizados sobre el aspecto anterior y particularmente el llevado a cabo por el Departamento de Cardiología de la Universidad de Viena en Austria, determinaron que la nicotina contenida en el humo del tabaco a concentraciones equivalentes a las encontradas en el plasma de los fumadores (0,15 µg/mL), contribuye a la disfunción aguda del endotelio vascular mediada por la presencia de RLO en el humo del tabaco y del alquitrán estimado en el orden de 1015 y 1014 respectivamente por cada inhalación.10

También se ha demostrado otros efectos negativos sobre la morfología y hemodinamia cardiovascular inducidos por la nicotina y el humo de los cigarrillos, como la de inhibir la síntesis vascular y miocárdica de prostaciclina ( PGI2) que unida al daño endotelial son factores de riesgo que predisponen a la hipertensión arterial, aterosclerosis y trombosis.11-13

La deficiencia de agentes scavenger inducida por el tabaquismo (antioxidantes que disminuyen el daño del endotelio vascular y tisular ocasionados por los RLO presentes en el humo del tabaco inhalado), aumenta los riesgos de diversos padecimientos cardiovasculares de etiología aterogénica y corroboran que los factores de riesgo coronarios también encuentran una explicación científica en el cuerpo de doctrinas del estrés oxidativo.14,15

La asociación del tabaquismo con la hipertensión arterial es una sumación potencialmente aterogénica de factores de riesgo que influyen negativamente en la evolución clínica de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica . Un significativo aumento en la presión arterial acompaña a la inhalación de cada cigarrillo y aquellos que continúan fumando no podrán recibir la totalidad de la protección contra la enfermedad cardiovascular aterosclerótica de la terapia antihipertensiva entre otros múltiples efectos negativos para la salud humana, por lo que se hace necesario evitar el tabaco en cualquiera de sus formas y en todos los grupos de edades para disminuir la influencia negativa de ellos en la evolución clínica y la morbilidad y mortalidad por esta enfermedad crónica no transmisible .

Summary

An observational and analytical case-control study was made to set the influence of the smoking risk gradient on the clinical control of blood hypertension as a potential determining atherogenic association in the clinical evolution of atherosclerotic cardiovascular disease. The inclusion criteria took into consideration smoking persons with confirmed diagnosis of essential blood hypertension, aged 15-60 years regardless of race or sex, and detected in the year 2002 at primary health care. Hypertensives with other concomitant coronary risks, and those who did not attend regularly to medical appointments for their classification or refused to participate in the research were all excluded. Smoking gradient was set in relation to the number of cigarettes daily consumed, so smokers were broken down as light (1-9 cigarettes/day); moderate (10-15 cigarettes/day) and heavy (over 15 per day). Eighty nine patients, 78 males (87,6 %) and 11 females (12,4 %), were studied of whom 28 (31,4 %) were slight, 37 (41,6 %) moderate and 24 (27 %) heavy smokers. 60,6 % (54 cases) were Caucasian whereas 39,4 % (35 cases) were Black. The prevalence of the clinical control of hypertension was 100 % among light smokers; however it was very low in moderate and heavy smokers (2,7/100) and (0/100) respectively, so lack of control was significantly remarkable. A substantial rise in blood pressure accompanies the act of smoking a cigarette and those that continue smoking will not receive the total protection that antihypertensive therapy provides against atherosclerotic cardiovascular disease. Therefore, it is fundamental to avoid smoking in any of its variants and in all age groups.

Key words: Hypertension; smoking; atherosclerosis.

Referencias Bibliográficas

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Recibido: 26 de diciembre de 2003. Aprobado: 30 de enero de 2004.
Cap. José Miguel Rodríguez Perón. Hospital Militar Central "Dr. Luis Díaz Soto". Avenida Monumental, Habana del Este, CP 11700, Ciudad de La Habana, Cuba.

1 Especialista de I Grado en Medicina Interna. Instructor.
2 Especialista de I Grado en Higiene y Epidemiología. Instructor.
3 Especialista de I Grado en Medicina Tradicional y Natural.
4 Doctor en Ciencias. Profesor Titular.

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