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Revista Cubana de Medicina Militar
versión On-line ISSN 1561-3046
Rev Cub Med Mil v.36 n.1 Ciudad de la Habana ene.-mar. 2007
Editorial
Instituto Superior de Medicina Militar Dr. Luis Díaz Soto"
La medicina militar, la guerra y las nuevas posibilidades de atención a las bajas sanitarias
La guerra en Iraq, episodio cruel e inhumano hecho para satisfacer ambiciones geopolíticas del gobierno yanqui, ha sido paradójicamente un buen escenario para poner a prueba nuevos conceptos, nuevos productos, medicamentos y hasta decisiones doctrinarias destinadas a disminuir el número de fallecidos entre quienes sufren algún tipo de lesión durante las acciones combativas.
Los estudios de la epidemiología del trauma, que en esta guerra se han nutrido de la información recogida en importantes bases de datos (Joint Theater Trauma Registry, JTTR), han confirmado el predominio de las lesiones de las extremidades, y que las principales causas de muerte en el campo de las acciones bélicas siguen siendo la hemorragia y el traumatismo craneoencefálico. De ahí se desprende el fundamento para la utilización de nuevos productos con propiedades hemostáticas y otras novedades tecnológicas destinadas a facilitar el diagnóstico y tratamiento del herido de guerra. Dentro del primer grupo sobresale el uso del factor VIIa de la coagulación, obtenido por técnicas recombinantes. Entre los dispositivos novedosos sobresalen los generadores de oxígeno portátiles, desfibriladores, equipos para la radiografía digital y otros. Una información detallada al respecto puede obtenerse a partir de la consulta de la revista Military Medical Technology online (http://www.military-medical-technology.com). No obstante, según el Coronel John B. Holcomb, director del US Army Institute of Surgical Research, en la 2004 Fitts Lecture de la American Association for the Surgery of Trauma, las mejores armas para el cirujano siguen siendo sus manos y su mente.1
El manejo a partir de enfoques fisiológicos de la hipotermia, la acidosis y la hipovolemia, conocida como tríada mortal, en el herido de guerra, ha llevado a la consolidación de los principios de la cirugía de control de daños en escenarios bélicos. También se han reafirmado o revisado conceptos para la profilaxis antibiótica, el tratamiento del dolor, la resucitación hipotensiva y el empleo de sustancias coloides.
La función de las unidades médicas ha quedado bien establecido, en especial los Forward Surgical Teams2 y los Combat Support Hospitals, en los distintos noveles del sistema de tratamiento y evacuación por etapas. Un aporte importante al conocimiento médico ha sido la evacuación hasta territorio continental, de pacientes intervenidos quirúrgicamente, con técnicas de abdomen abierto. Por supuesto, contando con condiciones de todo tipo para ello.
La guerra también ha servido para revisar, redefinir si es preciso, sus estrategias de formación y entrenamiento del personal. El análisis de la actividad quirúrgica realizada por sus cirujanos los ha llevado a proponer un nuevo modelo del cirujano militar: además de las competencias para la práctica de la laparotomía y el desbridamiento y reparación de lesiones de tejidos blandos, es necesario estar preparado para realizar craneotomías y el abordaje de lesiones de grandes vasos, ortopédicas y oftalmológicas.
Como ha ocurrido otras veces, el campo teórico de la medicina militar sale fortalecido. La ciencia médica contará con nuevos conocimientos, muchos de ellos de trascendencia universal. Lo penoso es que esto sea al precio de cobrar vidas humanas, de los soldados norteamericanos enviados a matar en una guerra injusta, y de las víctimas iraquíes, que muchas veces ni en las estadísticas cuentan y que serán, si acaso, los últimos beneficiados con estos avances.
My. Mirtha Infante Velázquez
Doctora en Ciencias Médicas. Investigadora Auxiliar
Referencias bibliográficas
1. Holcomb JB. The 2004 Fitts Lecture: Current perspective on combat casualty care. J Trauma. 2005;59:990-1002.
2. Stinger H, Rush R. The Army Forward Surgical Team: update and lesson learned, 1997-2004. Mil Med. 2006;171(4):269-72.