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Revista Cubana de Medicina Militar

versión impresa ISSN 0138-6557versión On-line ISSN 1561-3046

Rev Cub Med Mil v.38 n.2 Ciudad de la Habana abr.-jun. 2009

 

TRABAJO ESPECIAL

 

La contribución del Dr. Luis Díaz Soto al movimiento médico

The contribution made by Luis Díaz Soto MD to medical process

 

 

Fuente: Publicado en el folleto Semblanza de Luis Díaz Soto. Impreso por la Sección de Servicios Médicos de la Dirección de Servicios del MINFAR en el año 1964 en la fábrica 205-00 Osvaldo Sánchez del Combinado de Artes Gráficas.

 

Federico Sotolongo Guerra

Los primeros años como médico el Dr. Díaz Soto los dedica a perfeccionar sus conocimientos mediante la práctica de la medicina. Trabaja como interno en la Clínica Fortín-Souza donde se esfuerza por superarse en aquellas materias médicas que menos oportunidad tuvo de aprender a su paso por los hospitales, en los años de estudiantes. Se muestra afanoso por dominar lo fundamental de la técnica quirúrgica, tanto como la medicina clínica, porque aspira a ser un médico integral. Este pensamiento siempre habremos de encontrarlo presidiendo su conducta médica, de tal modo que hace del médico único —como lo denominara posteriormente— un principio básico de su tesis sobre los Métodos de trabajo que deben seguirse en el hospital y que aplicara, en medida de lo posible, en el Centro Benéfico de Trabajadores.

En este período que se extiende hasta 1933, tanto él como otros muchos jóvenes médicos no se sienten atraídos por las actividades de la Federación Médica de Cuba. La necesidad de resolver los problemas relacionados con el ejercicio profesional, por medio de la lucha colectiva y organizada, no se les había hecho a ellos consciente.

No obstante, en este período van a ocurrir acontecimientos que determinarán un cambio fundamental de sus actitudes. En toda la vida del país se dejaba sentir con creciente influencia el poderoso movimiento popular contra la tiranía reinante. La Federación Médica no podía sustraerse a este influjo, menos aún, por cuanto había tomado posición adhiriéndose públicamente a la dictadura, al ofrecer sus dirigentes un homenaje a Machado. Este acto dio lugar a una protesta que encabezan los médicos oposicionistas. Por otra parte se operaba una radicalización entre ciertos sectores médicos, como consecuencia de la crisis económica que sacudían al país y que repercutía entre ellos dificultándoles la posibilidad de encontrar trabajo remunerado.

Es en estas condiciones que tiene lugar el conflicto de la Federación Médica y los denominados Centros Regionales en 1932. Este conflicto —cuya valoración histórica no intentamos hacer— pondrá en evidencia una contradicción que va a dar carácter a toda la lucha médica, durante muchos años: la lucha entre los partidarios de la práctica privada y los que propugnan formas sociales de organización de la medicina.

Estas fuerzas dispersas aun, sin una clara visión de sus perspectivas y objetivos, confusas y vacilantes, bajo el impacto del movimiento revolucionario que barre con la tiranía machadista, movimiento premiado de una orientación ideológica proletaria y radical, producirá la polarización de dos tendencias marcadamente definidas en el seno de la Federación Médica de Cuba. Una de ellas la constituirán los señores doctores de consulta, cátedra, corporaciones científicas y los que directamente dependen de ellos; la otra, la formará una pléyade de médicos jóvenes bien preparados profesionalmente, de posición modesta, provenientes en su mayoría —con honrosas excepciones— de las jornadas entre el 23 y el 30. De esta última se nutrirá la primera agrupación de médicos progresistas: el Ala Izquierda Médica.

Las excepciones honrosas a las que hacemos referencia, entre el grupo de fundadores, la constituía Gustavo Aldereguía, su entrañable amigo Rodolfo Pérez de los Reyes y el doctor Luis Alvarez Tabío. Los demás, Pedro Kouri, José A. González Rubiera, T. Meléndez y José Elías Borges, recién llegado de su exilio en Europa, pertenecían a la nueva generación. El Ala Izquierda Médica reunía hombres con matices de pensamientos distintos, pero unidos todos —y así permanecieron— en la suprema aspiración de servir a la salud del pueblo.

En su programa, el Ala Izquierda Médica abordaba no solo los problemas específicos de los médicos, sino también los que entonces se conocía por Medicina Social. Proclamaban la urgente necesidad de poner remedio a la caótica situación médico-sanitaria del país. Planteaban problema de seguridad social y abogaban por una ética médica que respetara los derechos de los enfermos.

Este movimiento médico atrajo de inmediato la atención del Dr. Díaz Soto. Fue él uno de los primeros en incorporarse al mismo. Y ya dentro de él puso todo el calor de su entusiasmo y el vigor de su inteligencia al servicio de esta causa. Una característica de su vida fue la de darse siempre, por entero, a la idea que abrazaba. Desde su inicio en la lucha médica libró una tenaz batalla por la ética médica. En el seno del Ala Izquierda abrió la discusión en torno al Código de Moral de la Federación Médica. Le señalaba defectos de enfoque en la relación médico-paciente y con cierta ironía añadía "en esta moral hay demasiado honorarios".

El Ala Izquierda se dio a la tarea de organizar los centros de trabajo y así se constituyeron, entre otras, la Asociación de Médicos del sanatorio de La Esperanza, a la cabeza de la cual estaba Gustavo Alderequía, y la Asociación de Médicos, alumnos y empleados de la Sanidad Municipal cuyo liderazgo ostentaba Borges, y en la que representaban los médicos de Casas de Socorro, Díaz Soto y Álvarez Tabío.

El pueblo veía con desconfianza y antipatía a la Federación Médica por su reciente pasada historia y porque la mayoría de los miembros del Ejecutivo eran médicos de cómoda posición económica que no manifestaban simpatía, ni mantenían nexos con las organizaciones populares. Para contrarrestar esta actitud el Ala Izquierda llevaba a cabo, sistemáticamente en las fábricas y en los sindicatos, una propaganda encaminada a divulgar sus objetivos en la lucha médica, diferenciándose, por consiguiente, de los dirigentes reaccionarios y ayudando a comprender mejor a la clase obrera el carácter y contenido de las luchas entre los médicos. Esta labor permitió a la Confederación Nacional obrera de Cuba participar y apoyar la huelga médica de 1934 —en la que cayera asesinado Pepe Elías Borges— la cual terminó con un compromiso entre la Federación y el Gobierno, en contra de los intereses de los trabajadores, de los estudiantes y de los profesionales modestos.

Después de la muerte de Borges, Díaz Soto asume el papel más relevante en el movimiento médico. En la Huelga que decretara la Asociación de la sanidad Municipal para obtener la reposición de unos estudiantes injustamente cesanteados por el Alcalde de la Habana, doctor Miguel Mariano Gómez, Díaz Soto jugó un papel principalísimo, y en el curso de la misma se impuso como su verdadero conductor. Esta huelga terminó exitosamente, después de provocar la renuncia de Miguel Mariano.

Durante este movimiento huelguístico tuvo lugar un incidente que tuvo valor anecdótico y que sirve para poner de manifiesto el carácter, tan distinto uno de otro, de dos amigos inseparables: Díaz Soto y Alvarez Tabío. Helo aquí: La Asociación fue antes el Comité Ejecutivo de la Federación Médica para solicitar apoyo moral a la huelga que ya tenía iniciada. Cuando se debatía la cuestión de la justeza o no de la huelga y estando hablando el doctor Gustavo Alderequía, miembro de Comité Ejecutivo a favor de que se le diera el apoyo requerido por los trabajadores de la Sanidad Municipal, lo interrumpe el doctor Aballí para hacer un comentario, cuando de pronto se deja oír la voz del doctor Alvarez Tabío quien le grita, "lo que usted quiere doctor, es romper el movimiento de huelga, y esto tiene un nombre"; inmediatamente se pide sesión secreta, se cierra el salón y minutos después se nos comunica que hasta tanto el Comité Ejecutivo y el doctor Aballí no reciban una excusa satisfactoria no se seguirá debatiendo este asunto.

Nos retiramos todos a celebrar un cambio de impresiones y Díaz Soto le dice a Tabío: Ves gordo, tremendo lío has armado, y lo peor no es esto, sino como vas a ofrecer la excusa. Te conozco bien y no serás capaz de hacerlo. Y Tabío le responde: bien, voy a intentarlo. Tabío se dirige al Presidente y solicita permiso para hablar. Se le concede la palabra y comienza diciendo: "Pido excusas, excusas de veras, no ha sido mi ánimo molestar, pero era evidente que lo que se intentaba era frenar el movimiento… Se levanta Aballí indignado y exclama ¡esto es una ofensa, un insulto! Tabío lo corta rápidamente diciendo: "Profesor, me extraña que usted piense semejante cosa. Ud. me conoce bien y sabe el respeto que le profeso, lo que yo dije fue "eso es lo que quiere el Dr. (me refiero a Miguel Mariano) romper el movimiento de huelga". En ningún momento le he mencionado a usted querido profesor. Aballí se da por satisfecho y queda zanjado el incidente. El Comité Ejecutivo dio su consentimiento y apoyo moral a la huelga.

Cuando Tabío pasa por el lado de Luis le dice: lo logré ¿no es cierto? Y Díaz Soto responde: Sí, con una de tus famosas artimañas. Y añade: te sobra inteligencia y corazón para eso y mucho más.

Las fuerzas reaccionarias se han ido recuperando del duro golpe que le asestara el movimiento revolucionario cuando liquidó la sangrienta tiranía machadista y se disponen a consolidar la política que inspiró el golpe de Estado que llevó al poder a Mendieta-Batista. La situación se hace cada vez más violenta, crece la persecución y el terror, se cercenan los derechos constitucionales y el poder castrense asume más funciones en el Gobierno. Cuba comienza a salir de la crisis económica y el imperialismo y sus aliados nacionales no solo no están dispuestos a compartir ganancias, sino que se proponen esquilmar a los trabajadores para redimirse de los efectos de la crisis. En estas condiciones y con las fuerzas revolucionarias desunidas se inicia la huelga de Marzo de 1935. La maquinaria gubernamental vuelca todo su aparato represivo sobre el pueblo y logra derrotar la huelga. La Federación Médica involucrada en el movimiento, es declarada ilegal.

Sobre la Asociación de la Sanidad Municipal, la fuerza médica más combativa, cae el peso mayor de la represalia.

Díaz Soto que había formado parte del Comité de Huelga, Álvarez Tabío y otros hasta el número de diez son los primeros cesanteados. Después del ensañamiento más feroz contra todos los sectores que participaron en la huelga y muy primordialmente contra la clase obrera y sus dirigentes.

Para reconstruir el movimiento organizado de los médicos se hacía necesario suprimir las barreras que constituían las agrupaciones, reducir las diferencias, erradicar prejuicios y levantar la bandera de la más amplia unidad. Lo importante era ahora luchar por los derechos constitucionales y pasar a un segundo plano las cuestiones referentes al ejercicio profesional o a programas médicos-sanitarios.

La lucha por la legalidad de la Federación se vinculaba a la batalla por la apertura de los centros educacionales, respeto a las libertades públicas, cese del terror, etc. El Ala Izquierda Médica se disuelve y sus miembros se funden con los dirigentes clandestinos de la Federación, en la lucha por su reconquista. Un nuevo vocero aparece: la revista y la Hora de radio "Medicina de Hoy". Díaz Soto se cuenta entre sus más asiduos colaboradores. Es en las reuniones del Consejo Editorial de la Revista donde da muestra de su clara perspicacia política. "Lo principal es, dice, no herir susceptibilidades, debemos acatar las decisiones de los dirigentes de la Federación, en tanto no contravengan nuestros principios".

Estalla la sublevación fascista de España y Díaz Soto se impone nuevas tareas. Sus relaciones con el movimiento médico se van debilitando hasta que un día se rompen definitivamente, porque marcha al llamado ardiente de la gran causa de toda la humanidad progresiva, que se ventila en heroica epopeya en Madrid.

A mediado de 1938 regresa a Cuba y encuentra condiciones diferentes a las que había dejado al partir. El movimiento popular esta en proceso de recuperación. Se ha reabierto la Universidad y se le ha devuelto la legalidad a la Federación Médica. Díaz Soto tiene ahora una visión más profunda de los problemas médicos sociales. Capta enseguida que entre los médicos se ha operado un cambio sensible. Las hornadas de graduados en 1937 y 1938 tienen enfoques distintos de los problemas médicos, tales como la solución de los conflictos con las Quintas Regionales que yacía empantanado, sobre el acaparamiento de puestos y la lucha contra los sueldos misérrimos y la falta de garantías en los cargos públicos.

Reunidos con el grupo de los antiguos compañeros de lucha y elementos representativos de los cursos de recién promoción planteó la necesidad de integrar una candidatura para luchar en las elecciones de diciembre de 1938 y llevar la mayor cantidad de delegados a la Asamblea Nacional que se efectuaría en Santiago de Cuba. Su plan encontró unánime aceptación. Se confeccionó una lista de candidatos entre los que figuraban los aguerridos luchadores del Ala Izquierda y una fuerte representación de jóvenes graduados médicos. Figuraban frente a las huestes de Acción Inmediata, este era el lema adoptado, los profesores Ángel Arturo Aballí y Clemente Inclán. Este lema indicaba claramente la disposición a resolver con urgencia los problemas planteados.

En las elecciones de Mayo de 1939 para la Junta de Gobierno del Colegio Médico de La Habana, triunfó Acción Inmediata y fue electo vocal el doctor Luis Díaz Soto. A él se le encomendó entre otros, los problemas relativos a la Ética Médica.

El mérito principal de su actividad en ese período es el haber logrado la unidad más amplia y definido como médula del programa de esta nueva y pujante fuerza de lucha médica, que las reivindicaciones de los médicos deben ir estrechamente unidas a las necesidades de progreso y mejoramiento de la salud del pueblo.

La concepción de partidos federativos fue un aporte original de Díaz Soto a la lucha médica. Ni aun el Ala Izquierda Médica llegó a tener el carácter de Partido. Las agrupaciones médicas eran eventuales, se establecían antes la necesidad de concurrir a unas elecciones. Después del hecho comicial no se volvían a reunir. Los médicos se incorporaban en las candidaturas siguiendo no un pensamiento determinado, sino por simpatía, amistad o dependencia de aquellos que fungían como los promotores de la candidatura. Elegidos en los organismos de dirección sólo obedecían sus propios criterios.

En las elecciones de Diciembre de 1939 Acción Inmediata confrontó dificultades ante ciertas actitudes personales. Además había sufrido una derrota y sus jóvenes dirigentes se mostraban desanimados. Fue en estas circunstancias que Díaz Soto formuló la necesidad de constituir a Acción Inmediata como un partido. Serían las once de la noche cuando abandonamos el edificio de la Academia de Ciencias, Formábamos un grupo bien nutrido, nos dirigimos a un café cercano y allí ante su obligada taza de café con leche, Díaz Soto expuso su pensamiento, más o menos en estas palabras: No creo que hayamos sido derrotados, hemos perdido una batalla, pero ustedes no se han percatado de que el enemigo ha tenido que echar mano de todos sus recursos, mientras que nosotros no hemos puesto en juego casi nada. Miren, compañeros, lo que nos falta es dedicarnos con entera responsabilidad a esta lucha. Propongo transformar a Acción Inmediata en un Partido, elegir un Comité Ejecutivo, mantener una severa disciplina, hacer propagandas sistemáticas por nuestro programa, organizar filiales del Partido en los colegios médicos municipales, editar un boletín, escribir en el Boletín del Colegio Médico de La Habana, que está en nuestras manos para divulgar nuestros objetivos y si nos ofrece las paginas de la Tribuna Médica, las tomamos también. Debemos imponernos una cuota para tener un fondo con qué operar. Y que los compañeros se movilicen, y les aseguro que antes del tiempo que ustedes suponen habremos ganado.

Así surgió el Partido Colegial Acción Inmediata. En lo fundamental cumplió su deber con los médicos y el movimiento progresista hasta en advenimiento de la revolución.

Díaz Soto supo educar cuadros políticos en el movimiento médico. Cuando sus obligaciones en el Centro Benéfico de Trabajadores de Cuba, del que era Director, le exigieron dedicación completa, pudo hacerlo porque la organización por él concebida permitía que funcionando en forma democrática asegurara que los más abnegados y capaces de los miembros pudieran estar en la dirección, entre los cuales, incluía a los cuadros que contribuyó a formar.

Díaz Soto no era un orador, no era hombre elocuente, es más, evitaba en lo posible, tener que hablar públicamente. Cuando lo hacía parecía que conversaba, ni se exaltaba, ni se aturdía, era expositor facial y agradable, de frase convincente, de lógica férrea, siempre orientador, a veces matizaba irónicamente sus intervenciones. Su fuerte no era la tribuna, sino la discusión en la reunión. No gustaba de la polémica asamblearia. Expresaba su modo de pensar en forma concreta. Y regían todo acto que le hiciera sobresalir por encima de los demás. Quizás algunos no recuerden o no conozcan las contribuciones de Díaz Soto al movimiento médico y ello se deberá sin duda a su exagerada modestia. Sus creaciones, originalidades de pensamiento hay que buscarlas en el recuerdo de sus amigos.

Díaz Soto jamás abandonó su preocupación por las cosas que le fueron más queridas; por la lucha médica, por España, por la metodología del trabajo médico y sobre todo por su patria, la lucha de su Patria. Sus últimos años fue un rictus amargo que le deparó la vida, pero nada ni nadie pudo arrebatarle su fe en el triunfo de sus ideales.

Sufrió mucho por lo que no podía hacer, porque las fuerzas físicas no le acompañaban. El conflicto perenne entre lo que creía su deber y su capacidad para cumplirlo, fue la causa de la agudísima tensión en que vivió. Sin proponérselo ha dejado un conjunto de recuerdos que constituye un rico legado a las presentes y futuras generaciones de médicos. Rubricando este legado su cualidad más excelsa: el trabajo modesto y abnegado.

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