INTRODUCCIÓN
Desde las ciencias sociales y humanísticas ha surgido una tradición investigativa centrada en la muerte, a partir del concurso de obras capitales tales como El hombre y la muerte, abordada desde una perspectiva antropológica por Edgar Morín, que suscita una gran contradicción gnoseológica cuando plantea que existe, pues, “… una conciencia realista de la muerte incluso en la noticia prehistórica y etnológica de la inmortalidad: no la conciencia de la esencia de la muerte, ya que esta nunca ha sido conocida ni lo será puesto que la muerte no tiene ser”.1
El historiador francés Philippe Ariès2,3 propone toda una caracterización de actitudes sociales y culturales hacia la muerte; concluye como evidencia histórica, que el modo de morir actual pertenece a la historia reciente, puesto que los seres humanos han variado en su desarrollo, los modos culturales de morir. Los estudios sobre el proceso de muerte en pacientes moribundos, son revelados en textos como La muerte y los moribundos, de la psiquiatra suiza - norteamericana Elisabeth Kübler-Ross. Este texto, de acuerdo con Suárez RV,4 resultó toda una caracterización por etapas, de estados psicológicos que se vivencian ante la cercanía de una muerte inminente: ira, negación, negociación, depresión y aceptación. Entre las conclusiones contenidas en estas aportaciones, es que la muerte ha sido y es objeto de un pacto social de silencio.
Además de la referencia a un modelo de muerte, que es el imperante por demás; reconocido como la medicalización de la muerte y en la cual los rituales de acompañamiento, quedan definidos por las prácticas médicas. El resultado es que el escenario del hospital ha sido secuestrado por la muerte y los médicos son uno de los pocos grupos sociales que necesariamente establecen una relación crónica con ella, basada en la lucha constante. Como consecuencia, se producen diferentes actitudes de afrontamiento.
Comprometería los roles tradicionales, el asumir la especialidad médica en cuanto variable de comparación con relación a la muerte, como evento que legitima una de las prácticas más antiguas de la medicina, salvar. Los roles tradicionales son: médicos con actitudes confrontativas y de estoicismo; específicamente para cirujanos e internistas, lo cual influye en la pertinencia o no, resistencia o no, de las prácticas que los definen, es decir, el acto quirúrgico para el primero y el acto clínico para el segundo. En correspondencia con las circunstancias médicas a las que se enfrentan desde cada especialidad, como el tipo de enfermedad en el paciente; legaliza o no desde el punto de vista profesional, moral, cultural y emocional otras prácticas que de manera inevitable y exclusiva, se centran en el alivio del sufrimiento humano y no en salvar.
El presente estudio se propone comparar las actitudes ante la muerte en médicos cirujanos e internistas que se desempeñan en un hospital clínico quirúrgico.
MÉTODOS
Se realizó una investigación cuantitativa de tipo descriptiva y corte transversal en agosto del 2019, en un universo de 151 médicos residentes y especialistas. De ellos 88 son de cirugía y 63 de medicina interna. Se tomó una muestra no probabilística de tipo intencional a partir de los siguientes criterios de inclusión.
Participación voluntaria en el proceso investigativo expresada mediante consentimiento informado.
Tener como mínimo un año de experiencia laboral
Como criterios de exclusión:
Presencia irregular en el servicio, por encontrarse bajo el régimen de rotación por diferentes servicios del hospital.
Fuera del servicio por motivos personales u otros sin posibilidades de reincorporación.
Como instrumento, que fue aplicado en la modalidad grupal, se empleó el Cuestionario de Actitudes ante la Muerte versión 2 (CAM-2), de acuerdo con la adaptación y modificación realizada por Grau y otros5) a partir de su validación con profesionales de la salud cubanos. Está formado por 6 subescalas, con las que se midieron varias actitudes de los profesionales de la salud ante la muerte a partir de la presentación de 32 reactivos (ítems). Se contesta mediante una escala análoga visual y se usó para esta investigación una escala de 0-10, en la cual los extremos van de totalmente en desacuerdo (valor 0) a totalmente de acuerdo (valor 10). La tendencia hacia una u otra dirección da cuenta de la presencia o no de la actitud, así como qué tan estable es su manifestación en la conducta de rol.
Se recopilaron además las siguientes variables de carácter sociodemográfico: servicio médico (Medicina interna, Cirugía); sexo; edad en años y agrupado en: < 30, 30 - 39, 40 - 49, 50 - 59, 60 y más; nivel de formación posgraduada (especialista o residente) y experiencia profesional en años.
Al obtenerse una muestra de distribución libre y estadísticamente no significativa se ejecutó una metodología no paramétrica. La prueba U de Mann-Whitney se empleó para determinar diferencias estadísticamente significativas en las variables edad, experiencia laboral y las actitudes ante la muerte. Las variables servicio médico, sexo y nivel de formación posgraduada, fueron descritas a través de las frecuencias absoluta y relativa. Para la edad, la experiencia laboral y las actitudes ante la muerte se les halló como medidas de resumen, la media y la desviación estándar (DS). En lo que se refiere a la búsqueda de correlaciones entre las actitudes y la edad, y con la experiencia laboral, se usó el test de correlación de Spearman. Se definió de manera global para la investigación un nivel de significación de 0,05 (IC: 95 %; p= 0,05).
La investigación fue aprobada por el consejo científico de la institución (acuerdo número 10 del día 5 de febrero del año 2018) y el comité de ética. Los participantes proporcionaron el consentimiento informado, de acuerdo con la declaración de Helsinki de 1964, enmendada por la 64a Asamblea General en el 2013.6
RESULTADOS
Integraron el estudio 30 (34,1 %) y 33 (52,4 %) médicos entre especialistas y residentes de cirugía y medicina interna, respectivamente. Con respecto al sexo, destacar que hubo un predominio del sexo femenino en medicina interna (45,5 %), con respecto cirugía (33,3 %), aunque es mayoritario el masculino, con un 66,7 % y 54,5 % a lo interno de cada uno de ellos.
Como era de esperar, de acuerdo a la distribución del nivel de formación posgraduada, se obtuvo mayor presencia de médicos especialistas en cada servicio, con un 60 % y 63,6 %. La edad promedio en cada grupo fue de 40,2 años (DS= 12,7) y 40,3 (DS= 14,5), con un rango en sentido general, entre los 25 y los 76 años. No existieron diferencias significativas en su distribución (p= 0,969). De acuerdo con la agrupación por edades, predominaron en cirugía (33,3 %) los médicos entre 30-39 años; en medicina interna (36,4 %) predominaron los menores de 30 años. En cuanto a la experiencia profesional, el promedio fue de 15 años (DS= 12,4) y 15,9 (DS= 14,7). El rango fue de 1 a 50 años. Tampoco hubo diferencias significativas (p= 0,791). En ambos grupos, un poco más de la mitad de los médicos, acumularon hasta 10 años de experiencia profesional, con un 53,3 % y 57,6 % respectivamente (tabla 1).
En el análisis por subescalas (tabla 2) en “La muerte como tránsito”, se identificó una tendencia al desacuerdo con poseer actitudes religiosas en ambos grupos. Sobre el “Temor” se identificó una tendencia en ambos hacia estar en desacuerdo con que se tienen actitudes ansiógenas ante la muerte. En “La muerte como salida a la carga de la vida”, la dirección es hacia el desacuerdo con actitudes proeutanasia. En la subescala “Manifestación de distanciamiento profesional o sensibilidad (aceptación) con la inevitabilidad de la muerte” se mostró ambigüedad. En “Manifestaciones de impacto emocional en relación con la atención profesional” y “Defensividad, mecanismos de evitación”, se identificaron posiciones poco definidas hacia estar de acuerdo o no con que se poseen actitudes de vulnerabilidad afectiva y de evasión ante la muerte. En sentido general, no se hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre las actitudes ante la muerte y las variables sociodemográficas edad y experiencia profesional (tabla 3).
DISCUSIÓN
Con relación a la influencia que puede ejercer el tipo de especialidad médica en las características de las actitudes ante la muerte, Chocarro7 refiere que los médicos de cuidados intensivos y los cirujanos, así como los de urgencias, se identifican a sí mismos, como personas de acción. Esto implica relacionarse con un tipo de muerte propensa a la ejecutividad, a la toma de decisiones. Los internistas se relacionan frecuentemente con muerte de pacientes, producto de enfermedades crónicas complicadas o en recidiva, es decir, muertes a corto o mediano plazo.
La poca presencia de actitudes religiosas, coincidió con lo encontrado por Allende y otros8) en una investigación en un grupo multidisciplinario de profesionales de salud de cuidados paliativos. Sobre las actitudes de temor hacia la muerte Camero y otros9) reportan que más que la muerte, parece existir un miedo atroz al sufrimiento.
En cuanto a las actitudes de aceptación de la muerte, se manifiesta en función de las circunstancias en que dicho evento se presenta, en tal sentido Barroso10 informa que varían a partir de la progresión de la enfermedad, del estado avanzado al terminal. Borracci,11 reporta sobre las actitudes profesionales de un grupo de cardiólogos argentinos, ante una situación hipotética de pacientes en estado vegetativo; la mayoría se inclina por aplicar la orden de no reanimación, mientras que el resto usa el destete o la extubación terminal. Las características de la muerte, influyen pero también es válido llamar la atención sobre la participación del médico en ese proceso, en el sentido de las prácticas que se realizaran en uno u otro momento, del propio proceso de morir, debido a que las acciones profesionales varían necesariamente.
Al respecto de las actitudes de distanciamiento profesional, Moreno y otros12 reportan sobre la búsqueda de asociaciones entre el desgaste profesional y variables no sociodemográficas. Encontraron que entre las significativas, se halla “el cuidado crónico y terminal” de los pacientes. Según los resultados de Ballester-A y otros,13 sobre el burnout, se revela que la despersonalización no era predicha por la edad, sino por el género; el agotamiento emocional, además de ser predicho por el género, también lo fue por la edad. Aun cuando se identificó con ambigüedad, la presencia de actitudes de vulnerabilidad afectiva, según otros estudios, (14,15) sobre desgaste profesional en médicos europeos y mexicanos, lo relacionado con las emociones, se vinculó menos con el paciente y más con factores administrativos: demasiadas tareas burocráticas; invertir demasiadas horas en el trabajo; falta de respeto de los administradores/ empleadores, colegas o personal y remuneración insuficiente.
Es de señalar la manifestación de posiciones ambiguas con relación a las actitudes de vulnerabilidad afectiva, de distanciamiento profesional y de evasión.
Destacar de este estudio el encontrar que entre los médicos investigados, la especialidad médica no determina diferencias en cuanto a sus actitudes ante la muerte. Sugiere interrogantes acerca de otras especialidades médicas, si el contactar con la muerte es una variable que homogeneiza o diferencia, pues un grupo de especialidades comparten el hecho de habitar con la muerte de los pacientes.
Las actitudes ante la muerte entre internistas y cirujanos se caracterizaron por ser predominantemente homogéneas. No se halla ningún tipo de relación entre las variables sociodemográficas edad y experiencia laboral, con respecto a las actitudes ante la muerte.