SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.156 issue1Comparative Advantages and Challenges of Development Regional Banks: the CAF ExperiencUruguay: Incentives and Institutions within a Decade of Reforms author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

My SciELO

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Economía y Desarrollo

Print version ISSN ISSNOn-line version ISSN 0252-8584

Econ. y Desarrollo vol.156 no.1 La Habana Jan.-June 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Los desafíos de las nuevas caras de la globalización

 

 

Challenges of the Globalization's New Faces

 

 

 

Enrique Iglesias

Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI), Universidad de La Habana, Cuba.


 

 


RESUMEN

El mundo está experimentando tiempos de cambio en los que las tecnologías, la globalización y una transferencia histórica del poder económico de Occidente a Oriente y el Sur están creando grandes cambios que desafían nuestras ideas y políticas en el desarrollo económico y social. El final de la era de auge de los altos precios de las materias primas ha terminado y será seguido por un período de crecimiento lento y una posible pérdida de las conquistas sociales de los últimos años, lo que tendrá consecuencias políticas y económicas graves para el sector más pobre de nuestras sociedades. Se requiere un nuevo conjunto de políticas económicas para hacer frente a estos desafíos complejos.

PALABRAS CLAVE: América Latina, economía mundial, globalización, políticas económicas.


ABSTRACT

The world is going through times of changes where technologies, globalization and a historic transference of the economic power from West to East and South, are creating huge changes which challenge our ideas and policies in the economic and social development. The end of the boom of raw materials high prices has finished and it will be followed by a period of slow growing and a possible loss of social achievements of the last years. All this will have serious political and economic consequences. For the poorest sector of our societies a new group of economic policies are required to face these complex challenges.

KEYWORDS: Latin America, world economy, globalization, economic policies.



Uno de los fenómenos más apasionantes de la historia de la humanidad es seguir los rumbos de la globalización; o como mejor dirían los franceses, de la mundialización.

Es de conocimiento general que ha habido fenómenos de globalización desde los primeros movimientos del ser humano en el planeta, con algunos puntos históricos como las conquistas del Imperio Romano o la incorporación colonial de América Latina a Europa. Pero el ritmo de la globalización se aceleró en las últimas décadas como producto del crecimiento de la población, de las revoluciones en las comunicaciones y los transportes, así como por los vertiginosos avances de la tecnología y, en el último siglo, por la mundialización de la economía a todos los niveles: comercial, de inversión, financiero, etcétera.

En los últimos treinta años del siglo pasado, los cambios eran más o menos predecibles y el mundo vivió, en materia política y económica, un período con una extraordinaria estabilidad comparado con los siglos precedentes. La crisis de 2007-2008 en el mundo financiero del Atlántico Norte, expandida luego a Europa y Japón, abrió una puerta desconocida para la generación de la posguerra y fue el ingreso en una etapa de creciente imprevisibilidad y de sorpresas en todos los órdenes. Aquí se incluye, ciertamente, el económico, pero también el panorama político con el surgimiento de nuevas sociedades en todo el planeta.

Deben destacarse, entre todos los que existen, cinco grandes factores o impulsos que dan entrada a nuevas formas de mundialización y que tienen impactos inevitables sobre nuestra región.
En primer lugar, destaca la gran transferencia del poder económico del Oeste al Este y al Sur del mundo. El ingreso de China a la economía mundial causó un enorme impacto que, entre otras cosas, permitió que la última crisis financiera no adquiriera derivaciones mucho más graves que las que tuvo. China pasó a ser la gran factoría del mundo y con ello fue asentando una fuerza económica que hace que ninguna decisión en materia de gobernanza económica mundial pueda hacerse hoy sin contar con la consideración y el impacto de su economía.

Esta trasferencia de poder económico ha sido, sin duda, la más fuerte en la historia de la humanidad. Muy superior a la que en su momento supuso la revolución industrial con la transferencia del poder económico del Oriente al Occidente.

Junto con la economía china, emergieron las nuevas potencias como India, el sudeste asiático, Corea, Brasil, México o Sudáfrica y, últimamente, el ascenso de varios países latinoamericanos que comienzan a pesar en los mercados internacionales.

Esta transferencia del poder económico tiene consecuencias en la estructura del poder político en el mundo y la propia estructura del poder militar, que comenzara a compartir la fuerza dominante de Estados Unidos con otros países y regiones.

Igualmente, cambió la estructura de la sociedad internacional, cuya población alcanzó los siete billones de personas. Se produjo una fuerte reducción de la pobreza, muy determinada por el gran éxito de China, y surgieron crecientes grupos de ingresos medios en todo el planeta.

La segunda fuerza transformadora resulta, como consecuencia de la anterior, el comercio mundial, tanto en su volumen y calidad como en las nuevas formas de relacionamiento comercial.

El volumen superó el nivel de crecimiento mundial durante varias décadas, pero en los últimos tres años ha caído fuertemente hasta situarse en alrededor del 3 % anual de crecimiento, como consecuencia, entre otros factores, del desmoronamiento de los precios de las materias primas. La calidad de ese intercambio comercial resulta tan importante como la caída en el volumen de comercio. El 60 % del comercio mundial, actualmente, lo constituyen bienes intermedios generados por cadenas de valor con gran auge en Asia y Europa, pero también en otras regiones del mundo.

Mientras tanto, la creación de una visión multilateral del comercio, constituida por la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995, está siendo largamente superada por la vigencia de más de 250 áreas preferenciales sin conexión efectiva con la OMC.

Junto con ese fenómeno, la Ronda Doha sigue prácticamente estancada y sin proyectos claros de reavivarla o de alcanzar acuerdos inteligentes que preserven las reglas multilaterales por las que luchan y sueñan los países en vías de desarrollo, especialmente los latinoamericanos.

Últimamente, aparecen nuevos fenómenos, como los megatratados internacionales en el Pacífico o en el Atlántico Norte. Resulta claro que detrás de esos acuerdos está el deseo de cerrarle el paso a

China en su expansión comercial e inversionista.

Estas tendencias en el comercio marcan un hecho claro: se intenta pasar del multilateralismo a la fragmentación de las relaciones comerciales internacionales.

El tema no solo preocupa en cuanto a la equidad comprometida, especialmente en relación con el papel de los países en vías de desarrollo, sino igualmente por los impactos que las guerras comerciales han tenido a lo largo de toda la historia en la paz y la concordia mundial. Se está entrando en polarizaciones peligrosas.

Un tercer gran factor de esta nueva globalización lo aporta el mundo financiero.

Es conocido que detrás de las grandes crisis ha habido siempre desbordes del sistema financiero. Así ocurrió con la Gran Crisis del año 1929 y la última Gran Recesión de 2009. La crisis de 1929 dio lugar al fortalecimiento y a la creación de los bancos centrales en todo el mundo para contralor de los flujos financieros administrados por los bancos. Estos fueron la gran contribución de las soluciones a la crisis de aquella década dramática de los años treinta. La crisis reciente es, igualmente, producto de desbordes financieros donde han estado varios bancos, pero el fenómeno detonante lo han provocado las especulaciones financieras de todo tipo que escaparon al contralor del sistema bancario.

Surge, así, un nuevo poder financiero en el mundo, constituido por los mercados de valores y los flujos financieros de la llamada banca en la sombra que moviliza billones de dólares y es capaz de provocar colapsos financieros descomunales. En esos fondos en la sombra operan, igualmente, los provenientes del narcotráfico y el crimen organizado. Todo ese mundo está prácticamente fuera del contralor público o de los poderes políticos. Esta globalización financiera, sin cara visible, puede provocar enormes impactos sobre la economía mundial. Recordaba recientemente Guillermo de la Dehesa que los diez primeros fondos de inversión en el mundo actual movilizan 19 trillones de dólares en papeles e inversiones. Si se piensa que el producto bruto mundial es de aproximadamente 87 trillones, se puede entender la dimensión de ese poder financiero.

Esto constituye una fuente de inestabilidad que fue denunciada ya por los países en el G-20 durante el estallido de la crisis financiera del año 2009, pero, hasta la fecha, ninguna medida sensata ha sido aprobada para ejercer algún tipo de contralor o supervisión de estos flujos. Con lo cual la globalización financiera es hoy uno de los grandes peligros de la desestabilización del mundo. Incluso, algunos de los abusos especulativos que se han apreciado al inicio de la década pasada en cuanto al crédito y los flujos financieros transnacionales se estarían replicando en estos momentos en los mercados financieros.

El cuarto gran impulso que impacta en los equilibrios económicos y sociales del mundo lo constituye el peso creciente que tienen sobre la economía mundial los factores geopolíticos.

Reconozcamos que esos factores han estado presentes a lo largo de toda la historia de la economía del mundo, pero, en los últimos tiempos, los conflictos en la frontera europea-rusa, en el Medio Oriente, en el norte de África o en el mar de China están ejerciendo un fuerte impacto sobre la economía internacional. Y no solo en el comercio internacional, también en la aparición de nuevas zonas de influencia política sobre el comercio y las inversiones que no responden a los elementos naturales que impulsan estos factores económicos, sino a intereses geopolíticos poderosos que resultan ser grandes desestabilizadores de un crecimiento ordenado de la economía mundial.

En quinto lugar, y último, se debe destacar la obsolescencia de los organismos internacionales y el orden político y económico constituido al fin de la Segunda Guerra Mundial.

Esto se percibe claramente cuando se observa la pérdida de autoridad de la ley internacional y del papel del sistema político cuyo centro son las Naciones Unidas. A los setenta años de su existencia, esta gran creación de la humanidad atraviesa un momento de especial ausencia y obsolescencia en los grandes problemas políticos del mundo. El Consejo de Seguridad, guardián del uso de la fuerza y de la paz internacional, se muestra incapaz de atender o mediar en los agudos conflictos del mundo. Un mundo desafiado por los enfrentamientos de tipo religioso, étnico o nacionalistas, que observa que la gran creación institucional de la humanidad en el año 1945 está ausente o paralizada. De igual forma, podría decir que el orden financiero constituido en Bretton Woods está perdiendo fuerza, por no haberse actualizado suficientemente o por no contar con el apoyo político necesario para enfrentar los grandes problemas del comercio mundial o de los flujos financieros descontrolados.

Podría abundarse en otros aspectos del actual proceso de mundialización, pero sería extenderse demasiado. Preocupa seriamente la magnitud de los conflictos que está viviendo el mundo y la incapacidad de los sistemas políticos para asumir sus responsabilidades frente a los nuevos poderes fácticos, como son los flujos financieros o los avances del narcotráfico y el crimen organizado ligado a él. Ese es el mundo en el que tenemos que programar y proyectar nuestro futuro.

Los impactos de la globalización sobre Latinoamérica

Siguiendo el patrón anterior, se ha decidido destacar cinco impactos salientes de la globalización en América Latina que, obviamente, excluyen muchos otros que son bien conocidos.

El primer impacto lo proporciona el fin de la década brillante que vivieron los países del tercer mundo exportadores de materias primas. Esto afectó a toda América Latina pero en forma especial a los países de Sudamérica, activos productores de tres de los grandes productos demandados por la economía china: energéticos, alimentos y metales. Los últimos impactos económicos sobre la región, en su conjunto, lo ponen de manifiesto: la caída generalizada de las tasas de crecimiento, la fuerte devaluación de las tasas de cambio, el aumento de los déficits en cuenta corriente del balance de pagos y la caída del comercio internacional. Estos factores de orden externo afectan igualmente los equilibrios fiscales y la disponibilidad de recursos para seguir apuntalando las políticas de tipo social o el estímulo al desarrollo económico. Algunos países han estado especialmente golpeados por la caída espectacular del precio del petróleo, más allá de Sudamérica, como es el caso de México o de Trinidad y Tobago. También es cierto que algunos países fueron golpeados más que otros que sí habían tomado medidas previsoras para el momento en que se terminara la gran expansión del comercio de materias primas. En términos generales, la expectativa es que la situación de bajo precio de las materias primas podrá tener correcciones, pero no es realista esperar la vuelta a los niveles excepcionales de estos últimos años.

Detrás de esa caída de los precios de las materias primas está, ciertamente, la baja de la demanda china influida por cambios en el modelo de crecimiento chino, volcado ahora más hacia el desarrollo del mercado interno que a la expansión de las exportaciones. También influye la incapacidad de Europa y Japón de alcanzar niveles sostenidos de crecimiento que permitan expandir la demanda interna y, por tanto, influir positivamente sobre los mercados internacionales de comercio.

El segundo factor que se quisiera priorizar es la fragmentación del comercio internacional. Esa fragmentación amenaza la propia unidad de América Latina, lo que sería un retroceso trágico en la historia de la región. En efecto, aunque sin proponérselo, la propia concepción de un Acuerdo del Pacífico excluye en su definición a los países del Atlántico. Se cree, ciertamente, que no fue esa la intención de los cuatro países proponentes y que hay bases firmes para encontrar la convergencia en la diversidad, como han señalado los países que integran la comunidad del Pacífico. Pero no cabe duda de que estos nuevos elementos, como el peso selectivo que tiene la presencia de China, muy fuerte en algunos países y menos en otros, generan nuevas relaciones asimétricas que ciertamente podrían afectar la capacidad de América Latina de actuar unida en la presente coyuntura internacional.

De igual forma, once países del área del Pacífico y del Caribe tienen relaciones preferenciales con Estados Unidos y Europa y con numerosos países asiáticos. Eso contrasta con la poca apertura de los países atlánticos a los acuerdos preferenciales y, sobre todo, con la pérdida de dinamismo de los acuerdos de integración en toda América Latina.

Por eso, se destaca que la nueva configuración del comercio mundial y de las corrientes de inversión, sumada a la variedad de acuerdos preferenciales, constituyen factores que, de no ser bien atendidos, podrían llevar a la fragmentación de América Latina, lo que sería un retroceso histórico que sentirían todos los que han abogado desde distintas trincheras por una Latinoamérica unida e integrada, compitiendo con el resto del mundo en la conquista de los mercados.

El tercer impacto de la actual coyuntura internacional lo constituye la evolución de las tasas de interés y los movimientos de los flujos de inversiones y de capital.

En los últimos años, los verdaderos arquitectos de las respuestas de políticas a la crisis internacional fueron los bancos centrales, cuyo gran instrumento lo constituyó el manejo de la tasa de interés. Este instrumento tiene un papel más limitado en las economías en vías de desarrollo como las nuestras, pero se constituye en un punto de referencia de las expectativas de inversión y, sobre todo, de los flujos de inversiones y de capital en el mundo.

América Latina se benefició de la gran baja de las tasas de interés en tanto el costo de su deuda se redujo considerablemente y se generaron grandes corrientes de inversión, así como también vinieron a radicarse flujos financieros de gran volumen en búsqueda de una mejor rentabilidad en los mercados financieros latinoamericanos.

Esta situación deberá cambiar, ya que no es imaginable que una tasa cercana a cero sea compatible con el desarrollo de un mercado capitalista mundial a largo plazo. Esa tendencia ya se pronostica con los reiterados anuncios de la Reserva Federal sobre el próximo aumento de la tasa de interés de referencia.

El movimiento de los bancos centrales tendrá impactos sobre el costo del endeudamiento externo de América Latina, pero también en el posible retorno de los flujos financieros hacia mercados seguros y rentables en la zona dólar. Ambas cosas afectarían igualmente a los flujos de inversiones que abundaron en los últimos años pero que podrían, también, ser seducidos por destinos tradicionales y seguros en el mundo desarrollado.

Estos factores no solo afectan a las cuentas públicas, sino también al endeudamiento de las empresas privadas, fuertemente afectadas por las devaluaciones recientes y por el mayor costo de su endeudamiento externo. De forma que los impactos no serán solamente sobre el sector público, sino, por igual, sobre el sector privado.

Un cuarto impacto sobre la región lo constituye la forma en que todos los anteriores elementos afectan a las nuevas clases medias. Es conocido que uno de los impactos de la década dorada de las materias primas fue el de sustentar políticas sociales que promovieron una gran trasferencia de población en situación de pobreza hacia sectores de ingresos medios. Pero estos sectores siguen siendo fuertemente vulnerables y dependientes del apoyo del sector público, cuyas cuentas, como se acaba de decir, se verán recortadas por los impactos del comercio internacional y la caída de los precios de exportación. El desplome en el crecimiento económico se sumaría a esa limitación del seguro público de atender el gasto en su conjunto y, especialmente, el gasto social, fenómeno altamente preocupante.

Queda claro que las clases medias consolidadas podrán "capear el temporal", pero las recientes clases medias que vencieron las estadísticas de pobreza en forma importante, pasando del 44 % al 28 %, podrían verse fuertemente afectadas y volver al estado de pobreza.

Estas perspectivas tendrían grandes impactos sobre el clima social en los países y el comportamiento de clases medias frustradas sobre los balances políticos.
Este tema es preocupante y debe ser tomado en especial consideración, como se verá más adelante. La crisis de las expectativas sería particularmente desestabilizadora tanto socialmente como políticamente.

El quinto impacto de la coyuntura internacional son las presiones inflacionarias provenientes del comportamiento del comercio internacional y las fuerzas devaluatorias. América Latina tiene una historia dramática en lo referido a la aplicación de políticas antinflacionarias como para poner este punto entre los grandes desafíos que vive la región en este momento.

El punto de partida para instrumentar las nuevas políticas

Los anteriores comentarios colocan al enfrentamiento de las presiones inflacionarias como uno de los grandes problemas que vive la región actualmente. Como se acaba de expresar, la zona deberá comenzar a moverse con una dorada será, entonces, sucedida por un período de problemas de viejo cuño pero con nuevas situacione mayor contribución de su dinámica interna y sobre todo regional. La década s, tanto nacionales como internacionales.

Comencemos por destacar algunos de los elementos que distancian la actual situación de la vivida en décadas pasadas:

a) En primer lugar, la región ha aprendido las lecciones de los tipos de cambio inflexibles. La flexibilidad cambiaria para esta crisis importada es una línea de defensa fundamental. Bien lo saben los países si observan el pasado y la tragedia de querer enfrentar los impactos externos con tipos de cambio inflexibles. Terminaron sin reservas y con mayor devaluación que la que hubieran tenido con la flexibilidad cambiaria.

b) Un segundo factor lo constituye el alto volumen de reservas acumuladas, junto con una fuerte reducción, en la mayoría de los países, del endeudamiento externo público y, en muchos casos, también privado. Igualmente, ha habido ganancias en la desdolarización del endeudamiento externo que dan mayor alivio a la solución del problema por su dependencia del mercado local.

c) Las grandes devaluaciones tienen costos como los señalados, pero presentan también ventajas al aumentar la capacidad competitiva de los países con sus productos de exportación. Si bien es correcto que el impacto no será inmediato, no es menos cierto que estos ajustes devaluatorios han aumentado la capacidad de competencia internacional de los países en el exterior, así como en los mercados internos frente a los productos importados.

Estos tres elementos son ciertamente fundamentales para enfrentar las políticas y presiones que propone la coyuntura internacional actual.
En la mayoría de los países habrá condiciones para hacer hincapié en las experiencias pasadas y pasar a una etapa de inflación moderada y a una política social que defienda los logros alcanzados en la última década y evite las grandes frustraciones de clases medias vueltas a situación de pobreza.

El logro de este objetivo se impone en estos momentos frente a cualquier otro, si se quieren evitar los costos sociales y políticos de las medidas de ajuste a las presentes circunstancias que presenta la coyuntura internacional.

Ciertamente, no es posible hacer estos comentarios sin reiterar que hay situaciones individuales diferentes y que cada país constituye una realidad especial que no puede ser sometida a planteamientos genéricos. Pero, al menos, se quisieran indicar las grandes líneas de acción que sugieren las experiencias vividas.

Las políticas económicas frente al momento económico que vive la región

Se debe dejar claro que no hay recetas uniformes ni mágicas. Lo muestra con dramática claridad la incapacidad de Europa de salir de sus problemas económicos en la mayoría de sus países y tomar una senda de crecimiento vigoroso con abatimiento, en algunos países, de las altas tasas de desempleo.

La primera línea de acción sería la de reiterar las grandes líneas de políticas de desarrollo que solo fueron implementadas parcialmente en el período de bonanza, cuando seguramente las cosas eran más fáciles que en estos momentos.

Estas reformas incluyen la formación de los recursos humanos, con la educación como gran tema, tanto en su extensión como en los problemas de calidad que hoy tanto conmocionan a los estudiantes de la región.

Junto con la reforma educativa corresponde destacar los problemas de la introducción de las nuevas tecnologías y el fomentar la innovación en todas las áreas de actividad económica e institucional. Hay claros bolsones de modernidad en la región, pero son pocos y, en términos generales, el gran tema de la productividad en la mayoría de las empresas pequeñas y medias es un gran problema a enfrentar. Esto se debe complementar con un gran apoyo en infraestructura a las inversiones, fuente importante de mejoramiento de la eficiencia productiva y el bienestar social.

El segundo frente se situaría en el manejo de las políticas económicas por parte del Estado. Uno de los elementos fundamentales del momento lo determina la lucha difícil, en tanto la frugalidad en materia de gasto tocará expectativas, por los equilibrios presupuestarios como gran fuente de inestabilidad inflacionaria. Además, también será un desafío importante la calidad del gasto público. En las presentes circunstancias de menores recursos presupuestarios es fundamental acentuar la calidad del gasto público para abrir espacios a las políticas sociales que permiten no perder las posiciones ganadas y hacer más y mejor con los mismos recursos.

Los gobiernos debieran hablar claramente con las fuerzas políticas, pero también con la opinión pública. Ciertamente, en estos momentos el costo de las presiones inflacionarias sería mejor soportado por las clases populares sin el avance del desempleo. Por eso, una política de balances adecuados de la carga del ajuste entre los distintos sectores sociales es un punto fundamental de una política inflacionaria. Toda política inflacionaria, cualquiera sea su signo, tiene repercusiones sociales. Lo importante es que esas repercusiones no se paguen con el estancamiento y el desempleo, a cargo de las grandes mayorías. Se debe recordar que no se conocen soluciones milagrosas, sino de sentido común frente a una situación externa que seguramente durará un buen tiempo en sortearse.

Se cree que en las presentes circunstancias deberá usarse la capacidad de endeudamiento externo que tiene el país, especialmente para apoyar inversiones en infraestructuras y sostener políticas inteligentes de coordinación público-privadas.

Un punto de fundamental importancia lo constituye en estos momentos un fortalecimiento de la integración regional. Resulta penoso observar que, a más de cincuenta años de iniciar las aventuras integracionistas, solo el 18 % del comercio internacional se hace entre los países de la región.

Hemos sido muy buenos en fortalecer la concertación política, pero muy poco felices con fomentar políticas inteligentes de integración regional.

Este sería el momento en que una buena integración podría significar mercados dinámicos para la expansión de la producción, orientada a los 600 millones de latinoamericanos que constituyen un mercado de consumo de más de siete trillones de dólares.

Esa expansión no solo habría que dejarla en manos de las exportaciones, sino también en la constitución de empresas conjuntas a través de la formación de cadenas de valor regionales. En esa línea se ubican las más de 500 empresas multilatinas que ya han encontrado, aun con las limitaciones de mecanismos ineficientes de integración, cómo lograr sobrevivir, producir y desarrollarse en los mercados regionales y abordar incluso aventuras extra-regionales.

Creo que en esa óptica de fortalecer la integración regional se ubican, asimismo, grandes proyectos de infraestructura. No es la primera vez que este objetivo ha dado pasos positivos. La creación del IRSA por parte del BID y la CAF fue, en su momento, un paso positivo en esa dirección, pero aún muy modesto frente a los objetivos que podrían ambicionarse en materia de grandes proyectos de infraestructura regional.

Se piensa que habrá que avanzar en la flexibilización y coordinación entre los actuales esquemas, con medidas concretas y, sobre todo, con el compromiso de los grandes países sin los cuales ningún proceso de integración puede alcanzar los niveles posibles.

Un cuarto objetivo lo constituye la exploración concertada con el resto del mundo. Se precisa mirar al Este, con China e India y el sudeste asiático como grandes objetivos. Mirar al Norte, con acuerdos preferenciales con Estados Unidos y Canadá y, por supuesto, la expansión de nuestras relaciones con Europa, para lo cual la aprobación del acuerdo Mercosur Unión Europea es un paso altamente prioritario. No se debe dejar de considerar la expansión al mercado africano que ya resulta importante para algunos países, como es el caso de Brasil, pero que debe interesar a la región en su conjunto.
América Latina dispone ahora de una organización regional propia, como es CELAC, dentro de la cual estos grandes acuerdos son mucho más fáciles de concertar por el conjunto de países que constituye a América Latina y el Caribe. Algo ya se ha venido haciendo en encuentros preparatorios de carácter general por parte de la CELAC, pero se estima que sería muy importante profundizar en la constitución de áreas preferenciales para enfrentar la tendencia del mundo a fortalecer bloques comerciales cerrados y excluyentes.

Por último, debe ponerse atención en la calidad de las políticas sociales. En varios de los países de la región se ha logrado poner en marcha proyectos de transferencia de recursos hacia los hogares más pobres, lo que llevó a la reducción de la pobreza y a la creación de una nueva clase de ingresos medios. Las políticas sociales deberían apuntar, ahora, a la reducción de la desigualdad, que es uno de los grandes problemas que deberá enfrentar la región. Como bien recuerda la CEPAL, precisamos distribuir para crecer y crecer para distribuir. Esto implica un conjunto de políticas sociales menos asistencialistas y más creativas, en cuanto a generar innovación y empleos de calidad a través de un espíritu emprendedor que se fortalezca en la creatividad y la innovación, tanto de la producción como de las instituciones públicas y privadas.

Consideraciones finales

El mundo atraviesa una de las épocas más complejas y peligrosas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, tanto en lo político y social como en lo económico. Entramos en un período de grandes desequilibrios, de crisis de viejas estructuras institucionales internacionales y de cambios en la distribución del poder en el mundo.

Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, asumió papeles de intervención en varios países, procurando restablecer, según los diferentes casos, la paz y el orden, el retorno de la democracia o la vigencia de los derechos humanos. Este hecho, que en sí mismo resulta positivo si es sucedido por un auténtico multilateralismo internacional, no lo es tanto, cuando es solo sucedido por el vacío político y la anarquía.

El mundo está viendo caer la autoridad y el peso mediador de las organizaciones internacionales para dar paso a bilateralismos sesgados que terminan no resolviendo los conflictos y creando nuevos. Aunque la situación social ha mejorado en relación con los niveles de pobreza y los sectores sociales medios aumentaron, las ganancias que se lograron en los sectores sociales vulnerables podrían perderse y generar frustración, lo que en sí mismo es muy grave para la estabilidad social y política.

En lo económico, el mundo vio variados modelos de desarrollo en los últimos treinta años. Igualmente, fue testigo del crecimiento de enormes desequilibrios económicos, la hipertrofia del interés general por los grandes intereses financieros volcados a la especulación y el ingreso en una crisis de crecimiento, con bolsones de reacción, como lo demuestra la economía de
Estados Unidos, pero con grandes inseguridades y asimetrías en el resto del mundo.

Durante 1945 se cerraba un período de crisis económica caótica y profunda, que había sido superada por la economía de guerra. Pero se emergió con un paradigma del crecimiento y del orden económico y financiero internacional constituido por el Fondo Monetario, el Banco Mundial y el General Agriment on Tarifs and Trade (GATT) sustituido, finalmente, por la Organización Mundial de Comercio. En ese momento, había un modelo de salida bueno o malo. Hoy no se tiene ningún modelo al que referirse. Todos los que existen son vulnerables e incapaces de responder a los desafíos de la coyuntura internacional o de los problemas geopolíticos que amenazan.

Frente a estos hechos, se precisa más que nada mirar hacia adentro, para encontrar, en experiencias pasadas y en los grandes puntales económicos y humanos de los países, soluciones para dinamizar las economías; y no depender tanto de la coyuntura internacional y el precio de las materias primas. El encuentro de ese equilibrio requiere de un sector privado vigoroso, pero también de un Estado eficiente, presente y al encuentro de los peligros que amenazan el funcionamiento de la economía desde adentro y desde fuera. La región latinoamericana cuenta con excepcionales dotaciones de recursos humanos y naturales, varias experiencias que han dejado grandes enseñanzas y una convivencia democrática en permanente perfeccionamiento, sin ninguno de los grandes desencuentros sociales que viven varias regiones. América Latina es, por sobre todo y en comparación con el resto del mundo, una región de paz. Tiene otros problemas como la violencia y la exclusión, pero con horizontes posibles de solución.

La gran importancia de la integración, en la coyuntura actual del mundo y de América Latina, es una de las grandes soluciones al futuro de la economía y la convivencia social.

Deben aprovecharse las experiencias y tener la voluntad política de tomar las decisiones que corresponden. Nuevas generaciones comienzan a alcanzar espacios de poder. Si los que se van no se llevan consigo lo aprendido en tantas décadas de esfuerzos y quienes llegan son capaces de aprovechar las enseñanzas, el futuro puede ser auspicioso. Una juventud que pueda tener espíritu crítico para detectar los errores y lucidez para aprovechar lo aprendido será más sabia a la hora de tomar decisiones. Le toca un mundo cada vez más complejo donde todas las soluciones simplistas están equivocadas. Se deja, entonces, los deseos y esperanzas en estas generaciones, capaces de respirar a pleno pulmón y enfrentar los desafíos en todas sus dimensiones sin perder de vista ni la sensibilidad ni la alegría.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO (2014): "¿Cómo repensar el desarrollo productivo?: políticas e instituciones sólidas para la transformación económica", G. Crespi, E. Fernández-Arias y E. Stein (eds.), Washington.

BÉRTOLA, L. y J. A. OCAMPO (2013): El desarrollo económico de América Latina desde la independencia, Fondo de Cultura Económica, México D. F.

CEPAL (1990): Transformación productiva con equidad: la tarea prioritaria del desarrollo de América Latina y el Caribe en los años noventa, Santiago de Chile.

CEPAL (2013-2014):"Reflexiones sobre el desarrollo en América Latina y el Caribe: conferencias magistrales", Santiago de Chile.

CEPAL (2015): "Perspectivas económicas de América Latina", Santiago de Chile.

FLACSO (2015): "Latin America, the Caribbean and China: Sub-regional Strategic Scenarios", A. Bonilla, y P. Milet Paz (eds.), San José, Costa Rica.

INSTITUT DES AMÉRIQUES (2011): Los desafíos del desarrollo en América Latina. Dinámicas socioeconómicas y políticas públicas, C. Quenan, y S. Velut (coords.), París.

MILLETT, R. L.; J. S. HOLMES y O. PÉREZ (eds.) (2015): Latin American Democracy. Emerging Reality or Endangered Species?, Routledge.

SANAHUJA, J. A. (2015): La UE y CELAC: revitalización de una relación estratégica, Fundación EU-LAC, Hamburgo.

TEMIN, P. y D. VINES (2013): The Leaderless Economy: Why the World Economic System Fell Apart and How to Fix it, Princeton University Press.

THORP, R. (1998): Progreso, pobreza y exclusión: una historia económica de América Latina en el siglo XX, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington.

 

 

 

RECIBIDO: 11/11/2015
ACEPTADO: 30/11/2015

 

 

Enrique Iglesias. Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI), Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: enriqueiglesias@fundacionastur.org


Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License