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Economía y Desarrollo

versión impresa ISSN ISSNversión On-line ISSN 0252-8584

Econ. y Desarrollo vol.158 no.1 La Habana ene.-jun. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Ruy Mauro Marini: un pensamiento revolucionario para el siglo XXI

 

Ruy Mauro Marini: His Revolutionary Thinking for the 21st Century

 

 

Martha Bayon Sosa

Facultad de Economía, Universidad de La Habana, Cuba.

 

 

 

 


RESUMEN

El siglo XXI se estrenó con gran dinamismo del movimiento revolucionario latinoamericano, sin embargo, existen hoy signos claros de una intensa contraofensiva de la derecha. Ante esta situación, resulta obligatorio revisar y reconstruir, desde una postura autocrítica, la táctica y estrategia de lucha. Se impone retomar el pensamiento de la izquierda, en sus máximos representantes. Se inscribe en esta lista, con mucho que aportar a la teoría revolucionaria, el intelectual brasileño Ruy Mauro Marini, marxista de palabra y praxis. Marini defendió las ideas del vínculo obligatorio entre independencia nacional y socialismo y entre intelectualidad revolucionaria y pueblo; asimismo, introdujo los conceptos superexplotación (como factor contrarrestante de la caída de la cuota de ganancia) y subimperialismo (expresión de la subordinación y complicidad de la burguesía nativa con el capital foráneo), recreados en la realidad latinoamericana a partir del desarrollo de la teoría marxista.

PALABRAS CLAVE: capitalismo, dependencia, Marini, socialismo, subinmperialismo, superexplotación.


ABSTRACT

At the beginning of the 21st century, revolutionary movements in Latin America were very dynamic. However, there are sure signs of an intense right-wing counteroffensive at present. In view of this situation, tactics and strategies in struggle have to be reconsidered and changed, adopting a self-critical stance. It is imperative that most influential left-wing thinkers play a significant role again. Among them is the Brazilian Intellectual Ruy Mauro Marini who was a true believer in Marxism, and has a lot to contribute to revolutionary theory. Marini defended the idea of an obligatory link between national independence and socialism, and between revolutionary intelligentsia and people. He also introduced the concepts of super-exploitation (as a factor counteracting the falling rate of profit) and sub-imperialism (as an expression of the native bourgeoisie's subordination to and complicity with foreign capital), recreated in the reality of the situation in Latin America from the application of Marxist theory.

KEYWORDS: capitalism, dependence, Marini, socialism, sub-imperialism, super-exploitation.



 

 

 

 

Introducción
El siglo XXI mostró un gran dinamismo sociopolítico en el escenario mundial y regional. Tras varias décadas de regímenes militares y de neoliberalismo, América Latina exhibió una crecida agitación revolucionaria, la cual fue retribuida con el ascenso al poder de gobiernos de inclinación progresistas. Sin embargo, desde fecha reciente, existen signos evidentes de una intensa contraofensiva de la derecha, representada últimamente por el golpe parlamentario en Brasil y por la pérdida de vitalidad de la izquierda. Esta contraofensiva muestra los enormes retos que tiene por delante la izquierda, atrapada en profundas debilidades tácticas y estratégicas. Esta situación hace necesario, como expresara Marini (1996) "retomar el hilo del pensamiento crítico de izquierda allí donde alcanzó su punto más alto. Se impone, de hecho, empeñarse en la construcción de una teoría marxista de la dependencia, recuperando su primera floración de los años veinte y la que se registró a partir de mediados de los sesenta" (p. 56).


Ruy Mauro Marini, quien comprendió que el marxismo "contiene en sí mismo todos los elementos fundamentales necesarios para construir una concepción total e integral del mundo" (1996, p. 60), es una figura imprescindible en este tiempo. Sus atributos personales y legado de intelectual revolucionario lo avalan, fue un profundo estudioso del marxismo y lo hizo con tal profundidad que muchas de sus tesis son absolutamente válidas por la riqueza de sus contribuciones, por lo que expresó, y, por supuesto, por aquello que inspiró.


Este trabajo va encaminado a recobrar el pensamiento de Ruy Mauro Marini a partir de valorar sus principales ideas y mostrar la vigencia de su pensamiento. Para ello, se analizarán las particularidades de su pensamiento como representante de la variante marxista del enfoque de la dependencia, sus principales tesis y, finalmente, su actualidad.


El enfoque de la dependencia
El pensamiento de Ruy Mauro Marini se inscribe dentro del llamado enfoque de la dependencia que se desarrolló, en los años sesenta del siglo XX, como pensamiento propio de América Latina.
Luego de la Revolución cubana, el Golpe militar en Brasil, que depuso al gobierno constitucional de Joao Goulart en 1964, el fracaso de la Alianza para el Progreso y la frustración derivada de la no realización de la pregonada autonomía, defendida por los desarrollistas, se produjo en la región una controversia que incitó una reorientación del pensamiento político en América Latina e hizo que el marxismo se convirtiera en un referente obligado para las ciencias sociales latinoamericanas.


Es en Brasil donde, en la primera mitad de la década del 60, la confrontación ideológica asumió un perfil bien definido y surgieron proposiciones significativas para abrir camino a una elaboración teórica, capaz de enfrentar y, a su vez, derrotar, en una primera intención, la ideología cepalina, predominante en la región. Por ello, no sorprende el papel destacado que desempeñaron en el proceso los intelectuales brasileños o aquellos vinculados con dicho país, de una manera y otra. Una polémica ideológica que se concretaría en el surgimiento del enfoque de la dependencia.


Así emergió el enfoque de la dependencia, el cual se sistematizó en Chile, bajo el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973) y el liderazgo del presidente Salvador Allende; sin embargo, fue en México donde la dependencia experimentó uno de sus períodos más fructíferos, al acoger a los intelectuales y exiliados latinoamericanos, después de los sucesivos golpes militares en el cono Sur.


Este enfoque se erigió sobre las críticas a las concepciones dominantes, básicamente contra las ideas reformista-estructurales del desarrollo. No obstante, esta corriente teórica no llegó a cuajar como un sistema de ideas organizado y estructurado, por el contrario, se caracterizó por su composición heterogénea, tanto en lo metodológico y lo conceptual como en lo interpretativo, por eso se le identifica como enfoque. Existen diferentes ramas claramente definidas en su interior (Palma, 1987) con métodos, objetivos y fundamentos diferentes: 1) la que conserva la matriz estructuralista, representada por Medina Echavarría, Osvaldo Sunkel y Celso Furtado (se le comprende también como una sociologización del estructuralismo); 2) la que concentra su atención en los estudios de las situaciones concretas de dependencia, encarnada en Fernando Enrique Cardoso y Enzo Faletto; 3) la que se identifica con el marxismo, personificado por Ruy Mauro Marini, Theotônio Dos Santos, Vania Bambina, entre otros.


Para unos, la condición de dependencia es superable con la acción coordinada de las políticas públicas y la aplicación de tecnologías, mediante la utilización de ciertos componentes de planificación; para otros, como es el caso de G. Frank (uno de sus fundadores), la dependencia y el subdesarrollo son categorías estructurales, de larga data, que se corresponden con el modo de producción capitalista e históricamente solo se pueden aniquilar con la desaparición de ese sistema; de ahí su tesis "el desarrollo del subdesarrollo". Mientras, para terceros, solo la asimilación creativa de la teoría marxista puede explicar la realidad latinoamericana y el socialismo es la única salida.


El enfoque de la dependencia utiliza como representación genérica ese concepto para expresar un principio común: el carácter dependiente de las economías latinoamericanas. No obstante, las distintas vertientes le asignan un contenido diferente desde su aparato teórico-conceptual; de hecho, no existe un criterio unánime y coherente que se represente en un contenido único, sino que entremezcla categorías cepalinas con otras de fundamento marxista. Si bien en sus reflexiones se aprecian determinadas constantes, también se reconocen formas diferentes de dependencia: la comercial, la tecnológica-productiva y la financiera, aunque aceptan la existencia de una integración subordinada a la dinámica del capitalismo global, la cual acentúa la estructura socioeconómica desigual y asimétrica, condicionada por las relaciones de dominación. A pesar de sus limitaciones, el enfoque de la dependencia tuvo el mérito de inspirar la renovación del pensamiento latinoamericanista y de dar una visión diferente acerca de la internacionalización económica. Además, de denunciar (sobre todo en su rama marxista) la imposibilidad de alcanzar la plenitud y autonomía del capitalismo sin romper con la dependencia, mediante el planteamiento de una alternativa socialista y democrática simultánea de superación del capitalismo y del sistema imperialista, hoy más imperiales que nunca, sin obviar el alcance que mereció el estudio marxista de la dependencia.


Ruy Mauro Marini: representante de la variante marxista del enfoque de la dependencia
La obra de Marini es vasta y se ordena básicamente en dos etapas: el período de 1969-1979 y desde 1980 hasta su muerte. Sin embargo, de todos sus escritos, el más conocido y consumado es Dialéctica de la dependencia, trabajo de poca extensión, pero monumental por sus proposiciones. En él se registran los fundamentos de sus concepciones, objeto de discusiones en las que destacan las de Cardoso y Serra, por una parte, y las de Agustín Cueva, por otra.


En Dialéctica de la dependencia el autor recrea el pensamiento marxista y despliega y sistematiza sus tesis más conocidas: la superexplotación del trabajo(1) y el subimperialismo; asimismo, aporta una concepción muy propia de la relación desarrollo-subdesarrollo al presentar una concepción original de la relación explotación-intercambio desigual, de la explotación de la periferia y su estancamiento, una interpretación de la relación mercado mundial-plusvalor absoluto en la periferia y de la extensión regional del imperialismo.
El título muestra dos ingredientes fundamentales: el método marxista (materialismo dialéctico e histórico) y la condición particular del desarrollo del capitalismo en las sociedades latinoamericanas (la dependencia).


Marini sabe que, para interpretar de manera creadora el marxismo en la región, hace falta tener una clara conciencia de la necesidad teórica y práctica de semejante paso y desplegar una interpretación certera de la realidad nacional. Comprende la naturaleza critica del marxismo, lo forzoso de "descubrir el núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística" (Marx, 1975, p. 10). Cultiva, igualmente, el marxismo como una filosofía política de la praxis, la cual no puede divorciarse de la realidad, como una propuesta en que la reflexión teórica y la letra escrita constituyen un arma primordial para impulsar y fundamentar los cambios radicales; pero en la convicción de que ellos por sí solos no bastan, sino que tienen que estar vinculados a la acción revolucionaria. Para él, el método marxista es insustituible como instrumento para interpretar la sociedad capitalista, en América Latina y en el mundo en general. Está convencido de que es imprescindible reconocer las particularidades que asume la ley que rige el capitalismo en las condiciones de los países dependientes y comprobar los hechos que le sirven de punto de partida.


En su opinión no existen leyes abstractas, cada período, como cada contexto histórico, tiene sus propias leyes, tal es el caso del capitalismo dependiente. El mismo fenómeno está sometido a leyes diferentes, debido a la distinta estructura de aquel organismo, a la diferenciación de sus diversas relaciones, a la diversidad de las condiciones en que funciona. En tales circunstancias persigue explicar las causas, conectarlas con la apariencia y, en consecuencia, transformar la realidad. Su exposición va más allá del ordenamiento formal de la problemática que analiza, ya que aplica con todo rigor el método dialéctico, con el objetivo de crear una teoría capaz de interpretar y describir la situación específica del capitalismo dependiente. El autor concibe la dependencia como:
[…] una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser, por ende, sino más dependencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra (Marini, 1985, p. 18).


A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Marini razona que no existe un precapitalismo o un capitalismo con desarrollo insuficiente, sino "[…] un capitalismo sui generis que solo cobra sentido si lo contemplamos en la perspectiva del sistema en su conjunto, tanto a nivel nacional como, y principalmente, a nivel internacional" (Marini, 1985, p. 14).
La dependencia se caracteriza por la existencia de una relación dialéctica particular entre lo nacional y lo internacional, que determina una forma de desarrollo capitalista. Este razonamiento es el que le permite generar una concepción muy original del capitalismo dependiente y de las leyes que lo reproducen. El autor apunta que:
Las categorías marxistas deben aplicarse, pues, a la realidad como instrumentos de análisis y anticipaciones de su desarrollo ulterior. Esas categorías no pueden reemplazar o mistificar los fenómenos a que se aplican; es por ello que el análisis tiene que ponderarlas, sin que esto implique en ningún caso romper con el hilo del razonamiento marxista, injertándole cuerpos que le son extraños y que no pueden, por tanto, ser asimilados por él (Marini, 1985, p. 16).


A partir de su concepción dialéctica puede separarse de las tesis estancacionistas del desarrollismo y situar la cuestión como algo inherente a los procesos conformes con la acumulación capitalista. Ello le permite arribar a una síntesis entre lo nacional y la lucha de clases y comprender que se enfrenta al estudio de un capitalismo diferente al de Marx. En este sentido, trata de explicar las leyes tendenciales del capitalismo dependiente, en el marco de su existencia como parte del sistema mundial capitalista.


Marini y la superexplotación del trabajo
Para la conceptualización de la superexplotación del trabajo, Marini parte de la concepción marxista del carácter explotador del sistema como rasgo esencial del capitalismo que se acentúa en los países dependientes.


Desagrega el análisis de la integración tardía, en situación de colonialidad y dependencia y, a la par, articula dialécticamente la cuestión nacional con la dimensión clasista al interior de cada estado latinoamericano. En su opinión, no debe identificarse situación colonial con dependencia, por lo tanto, suprimir el colonialismo no significa dar fin a la dependencia. Las revoluciones independentistas del siglo XIX lograron anular el primero, pero para eliminar la segunda es necesario la supresión de las relaciones de producción que ella involucra.


Marini reconoce y argumenta acerca del papel jugado por América Latina en el contexto internacional. Parte de la idea marxista del comercio exterior como uno de los factores que contrarrestan la tendencia decreciente de la cuota de ganancia (Ley del sistema). Al respecto, considera que en América Latina:
La respuesta a los requerimientos físicos inducidos por la acumulación en los países industriales, su participación en el mercado mundial contribuirá a que el eje de la acumulación en la economía industrial se desplace de la producción de plusvalía absoluta a la relativa, es decir, que la acumulación pase a depender más del aumento de la capacidad productiva del trabajo que simplemente de la explotación del trabajador. Es este carácter contradictorio de la dependencia latinoamericana, que determina las relaciones de producción en el conjunto del sistema capitalista, lo que debe retener nuestra atención (Marini, 1973, p. 23).


Marini relaciona la inserción de América Latina en la economía capitalista con las exigencias que impone a los países industriales el tránsito a la producción de plusvalía relativa, método superior de obtención de plusvalía y de explotación propio del capitalismo más pleno, lo cual tiene su base en la transformación de las condiciones técnicas de producción y resulta en la desvalorización real de la fuerza de trabajo. En lo esencial, el autor trata de disipar la confusión que suele establecerse entre plusvalía relativa y productividad del trabajo. Relaciona el aumento de la productividad del capitalista individual, quien puede rebajar el valor específico de su mercancía, con el valor que las condiciones generales de la producción le atribuyen, y alcanza así una plusvalía superior a la de sus competidores, o sea, obtiene una plusvalía extraordinaria que, a su vez, altera el reparto general de la plusvalía entre los diversos capitalistas, al traducirse en ganancia extraordinaria, pero no modifica el grado de explotación del trabajo en la economía o en la rama considerada, es decir, no incide en la cuota de plusvalía.


En su obra, Marini concibe el hecho a partir de que lo determinante en la cuota de plusvalía no es la productividad del trabajo en sí, sino su grado de explotación, o sea, la relación entre el tiempo de trabajo necesario (en el que el obrero reproduce el valor de su fuerza de trabajo, equivalente a su salario) y el tiempo de trabajo excedente (en el que se crea la plusvalía). Solo cuando disminuye el primero, a costa del aumento del segundo, se modifica la cuota de plusvalía, gracias a la disminución del valor social de las mercancías que se produjo en las ramas proveedoras de los bienes que entran particularmente en el consumo del obrero. Ello explica cómo la inserción de América Latina en el mercado mundial contribuyó a desarrollar el modo de producción capitalista, que se basa en la plusvalía relativa.


Un aspecto clave en la acumulación capitalista es la caída de la cuota de ganancia, la cual se contrarresta mediante diversos procedimientos, entre ellos, el aumento de la capacidad productiva del trabajo. Este aspecto es contradictorio en sí mismo porque dicho aumento acarrea, por un lado, una baja en el valor del capital constante y, por otro, induce a un consumo más que proporcional de materias primas, aunque sea en términos relativos, y con ello una elevación simultánea del valor del capital constante empleado para producirla. Un segundo tipo de procedimiento es el que se refiere a la oferta mundial de materias primas industriales, que aparece como contrapartida, desde el punto de vista de la composición-valor del capital, de la oferta mundial de alimentos. Es mediante el aumento de una masa de productos cada vez más baratos en el mercado mundial, provistos por América Latina, que la región cumple la función de contribuir a allanar las contradicciones derivadas de la acumulación del capital.


Marini explica la declinación de los precios de los productos exportados en relación al precio alcanzado por las manufacturas como expresión de la explotación capitalista internacional. Establece una causalidad en la que predomina la condición de debilidad y deterioro de estas naciones, aspecto que provoca que se abuse de ellas y se les fuerce a producir en mayor escala. A la par, determina que en la medida que el mercado mundial alcance mayor desarrollo, la explotación internacional pueda descansar progresivamente en la reproducción de relaciones económicas que perpetúan y amplifican el atraso y la debilidad de esas naciones. La expansión del mercado mundial es la base sobre la cual opera la división internacional del trabajo entre naciones industriales y no industriales.


El autor reconoce que existen diferentes mecanismos que permiten realizar transferencias de valor, pasando por encima de las leyes del intercambio, y que se expresan en la manera en la que se fijan los precios de mercado y los precios de producción de las mercancías (Marini, 1973, p. 33). No se trata de algo derivado del comportamiento de la oferta y la demanda (circulación), ni del no funcionamiento de la ley del valor, sino de los mecanismos que operan en el interior de la misma esfera de producción y de los que actúan en el marco de distintas esferas que se interrelacionan. Las transferencias corresponden a aplicaciones específicas de las leyes del intercambio, o de la trasgresión de ellas. Esta situación se manifiesta, para la nación favorecida, en una ganancia extraordinaria, ya que es en ellas donde las leyes capitalistas de intercambio se ejercen de manera plena; por otra parte, el hecho de que unas naciones produzcan bienes que las demás no producen, o no lo puedan hacer con la misma facilidad, permite a las primeras eludir la ley del valor. Tal situación implica que las naciones desfavorecidas deban ceder gratuitamente parte del valor que producen y que esta cesión o transferencia se acentúe en favor de aquel país que les vende mercancías a un precio de producción más bajo, en virtud de su mayor productividad.


En este último caso, lo importante es que se comprenda que, para incrementar la masa de valor producida, el capitalista debe necesariamente echar mano de una mayor explotación del trabajo, ya sea mediante el aumento de su intensidado al recurrir a la prolongación de la jornada de trabajo o a la combinación de ambos procedimientos. En rigor, solo el aumento de la intensidad del trabajo contrarresta realmente las desventajas resultantes de una menor productividad del trabajo, porque permite la creación de más valor en el mismo tiempo de trabajo. Queda claro que todos aumentan la masa de valor realizada y, por ende, la cantidad de dinero obtenida a través del intercambio. Tal situación explica, en este plano del análisis, que la oferta mundial de materias primas y alimentos aumente a medida que se acentúa el margen entre sus precios de mercado y el valor real de la producción.


En las naciones desfavorecidas por el comportamiento desigual del intercambio, la burguesía no busca corregir el desequilibrio entre los precios y el valor de sus mercancías exportadas, sino que compensa la pérdida del comercio internacional al recurrir a una mayor explotación del trabajador. Las características en que se produce el intercambio entre naciones encubre la apropiación de una plusvalía que se genera mediante la explotación del trabajo en el interior de cada nación. El problema presentado a la burguesía con el intercambio desigual no es compensar la transferencia de valor que implica, sino la pérdida de plusvalía y, además, el hecho de que es incapaz de impedirla en el plano de las relaciones de mercado, la reacción de la economía dependiente es compensarla a nivel interno.


Desde este ángulo, la transferencia de valor es un traspaso de plusvalía que se presenta, desde el punto de vista del capitalista que opera en la nación desfavorecida, como una baja de la cuota de plusvalía y por ende de la cuota de ganancia. Entonces, la contrapartida del proceso mediante el cual América Latina contribuyó a incrementar la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia en los países industriales implicó para ella efectos opuestos.


Para analizar las formaciones sociales latinoamericanas, Marini parte de la circulación mundial del capital (el ciclo del capital dinero y el capital mercantil) para, posteriormente, abordar la esfera de la producción interna de los países dependientes y, en seguida, plantear el problema de la formación de sus propias esferas de circulación y realización en el plano de la economía interna. Opina que, como resultado de la unificación de ambos procedimientos, es posible pasar al análisis de las situaciones concretas de dependencia y al de los fenómenos sociales y políticos que de ahí se desprenden (Marini, 1985, p. 49).


En su estudio el autor concibe la explotación como algo inherente al sistema, pero exacerbada en los países dependientes, así se acomoda la reproducción en los países dependientes a las necesidades de su acumulación del capital, dando origen a la superexplotación del trabajo. Marini registra varios mecanismos para aumentar la plusvalía:

  • El aumento de la intensidad del trabajo, no como resultado del incremento de su capacidad productiva, sino de una mayor explotación del trabajador.
  • La prolongación de la jornada de trabajo (asociada al aumento de la plusvalía absoluta en su forma clásica).
  • La reducción del consumo del obrero (reducción del salario) más allá de su límite normal. De donde "el fondo necesario de consumo del obrero se convierte de hecho, dentro de ciertos límites, en un fondo de acumulación de capital, lo cual implica un modo específico de aumentar el tiempo de trabajo excedente.
  • El aumento de la cualificación del trabajador, sin la correspondiente remuneración equivalente al aumento del valor de la fuerza de trabajo.


Estos mecanismos pueden desarrollarse aisladamente o de modo combinado, según la fase en curso de la acumulación de capital, pero siempre representan mayor desgaste del trabajador y, por consecuencia, el agotamiento prematuro de su fuerza de trabajo.


Marini no cree en posibles atenuantes dentro del sistema, para él no existen porque el sistema en sí mismo es de naturaleza explotadora y desigual. Si el fundamento de la producción capitalista es la explotación del trabajo asalariado y la competencia entre empresarios, entonces, el capitalismo es intrínsecamente y por su esencia un sistema que se alimenta de la explotación y recrea la desigualdad social; procesos de carácter superlativos en la condición del capitalismo dependiente y, a su vez, congruentes con el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de la economía latinoamericana y con el tipo de actividad que allí se realiza.


Según Marini (1973) "[…] la característica esencial (de la extracción de plusvalía) está dada por el hecho de que se le niegan al trabajador las condiciones necesarias para reponer el desgaste de su fuerza de trabajo" (pp. 41-42). Establece el arquetipo que rige el estudio del movimiento real de la formación del capitalismo dependiente: de la circulación a la producción, del mercado mundial al impacto que acarrea sobre la organización interna del trabajo, para volver entonces a replantear el problema de la circulación. Es propio del capital crear su propio modo de circulación y de esto depende la reproducción ampliada en escala mundial.


Una vez convertida en centro productor de capital, América Latina crea su propio modo de circulación, que no es el mismo que el que fue engendrado por el capitalismo industrial. Comprender la especificidad del ciclo del capital (producción-circulación) en la economía dependiente latinoamericana significa, por tanto, enfocar el fundamento mismo de su dependencia en relación con la economía capitalista mundial.


En fin, la categoría superexplotación del trabajo revela desde la esencia un fenómeno descrito por algunos autores, desde lo fenoménico, cuando se habla del ingreso y la desigualdad, muy exacerbada en la región.


El valor gnoseológico y práctico de esta contribución a la teoría revolucionaria queda expresado por Bambirra (1978) cuando afirma que "el gran aporte de Marini a la teoría de la dependencia fue haber demostrado cómo la superexplotación del trabajo configura una ley de movimiento propia del capitalismo dependiente" pp. 69-70.
Para Marini, al verificar la superexplotación del trabajo como un rasgo propio del capitalismo dependiente, quedó demostrado que solo desparecerá cuando se destruya el sistema que la engendra, por lo tanto, las políticas redistributivas, necesarias para la sobrevivencia de millones de personas pobres, solo permiten obtener mejoras provisionales, no una solución definitiva.
En 1992 y 1996, Marini añade a sus estudios previos el análisis de los fundamentos de la globalización capitalista e incorpora un nuevo argumento: la superexplotación ya no es algo exclusivo de la periferia, sino que se generaliza con la globalización y va a parar a los centros del sistema mundial. Explica este fenómeno a partir de dos nuevos modos de obtención de plusvalía extraordinaria en la época del capitalismo globalizado: el monopolio de la ciencia y del trabajo intensivo en conocimiento, y la descentralización de las tecnologías físicas, que pierden su lugar estratégico en la división internacional del trabajo y son transferidas para la periferia y semiperiferia en la búsqueda del trabajo superexplotado. Este último, utilizando tecnologías con alta productividad, pasa a producir mercancías para el mercado mundial que compiten parcialmente con la especialización productiva de los centros. El resultado es la tendencia a nivelar la composición técnica del capital en el mundo, mediante la reorganización de la división internacional del trabajo que crea un nuevo monopolio, de dimensiones globales, capaz de imponer significativas asimetrías a la burguesía de base estrictamente nacional de los países centrales. Esta burguesía, en consecuencia, recurre a la superexplotación frente a su incapacidad de restablecer sus tasas de ganancia a partir del dinamismo de la corrida tecnológica.


El nuevo anillo de la espiral y el subimperialismo
Aunque Marini mostró la categoría de subimperialismo con anterioridad a "Dialéctica de la dependencia", es en esta obra donde sistematiza y profundiza en el concepto, el que engendra inspirado en la noción elaborada por August Thalheimer(2) acerca de la cooperación antagónica. Marini recurre al examen de la realidad del capitalismo brasileño y sus alianzas de clases. Al respecto, define la integración y las contradicciones entre las clases dominantes en el desarrollo del capitalismo industrial del Brasil y despliega su análisis a partir del estudio del comportamiento muy específico de la evolución de la industrialización y las limitaciones de su base clasista, donde la burguesía industrial se muestra incapaz de desempeñar un papel reivindicador frente a la burguesía foránea y, al contrario, se alía a ella. Asimismo, explica cómo la recomposición del patrón de dominación se basó en la alianza entre las fracciones superiores de la burguesía industrial y las nuevas formas del capital extranjero, el abandono de su alianza con los trabajadores y las pretensiones de una política externa independiente.


Sea por su política de refuerzo a la alianza con el latifundio o de integración con el imperialismo, la burguesía (brasileña en este caso) no puede contar con un crecimiento del mercado interno en grado suficiente para absorber la producción creciente que resultará de la modernización tecnológica. No le queda otra alternativa que intentar expandirse hacia el exterior y, entonces, se le vuelve necesario garantizar una reserva externa de mercado para su producción.


Marini reconoce el abandono de la alianza de la burguesía con los trabajadores en la defensa de lo nacional y la superexplotación del trabajo como recurso que sustenta la reproducción ampliada, lo cual pudo suceder gracias a la amplia presencia de un ejército de reserva de fuerza de trabajo y/o al uso de la violencia sobre el sector obrero. Así, la industrialización en Brasil se profundizó en asociación con el capital extranjero y, con ello, cuajó un sector monopólico que se distinguió de la pequeña y mediana burguesía, e implementó escalas de producción en contradicción con los limitados mercados internos. Por otra parte, Marini advierte que el consumo estatal y suntuario solo atiende parcialmente las necesidades de demanda, por lo que se hará necesario desplegar hacia el exterior montos crecientes de la realización de mercancías y, a más largo plazo, de sus emprendimientos, para buscar nuevos mercados.


Establece, además, que el subimperialismo involucra una política externa de subordinación al imperialismo, de quien requiere una asociación preferencial, una posición de país clave en la periferia para proyectarse internacionalmente. Pero esta política no solo nace de un deseo de liderazgo político, sino que obedece principalmente a los problemas económicos que plantea la opción de la burguesía originaria en pro del desarrollo integrado. Entretanto, razona Marini, su pretensión expansionista implica fricciones al interior de la división internacional organizada por los países desarrollados.
Igualmente, el autor destaca cómo el subimperialismo, mediante la superexplotación del trabajo, impulsa la adquisición de tecnología y los procesos de acumulación. Al mismo tiempo señala que la burguesía, con el fin de lograr su integración al imperialismo y con la esperanzas de reactivar la expansión económica en los ingresos de capital extranjero, concuerda en intensificar el proceso de renovación tecnológica de la industria. En fin, concibe al subimperialismo como una política de carácter externo, que practica el capital nativo, de subordinación al imperialismo cuya base es económica. Con ello, recrea la tesis leninista de la relación entre política y economía,(3) principio vital de la teoría revolucionaria en la época del imperialismo. Con dicha tesis exhibe la tremenda lucidez que caracteriza su pensamiento y el conocimiento que tiene de la teoría marxista-leninista, sobre todo en la órbita sociopolítica, en el análisis de las estructuras de clases y de poder, igualmente trascendentes para la teoría revolucionaria.


Marini (1973) plantea que:


Utilizar esa línea de análisis para estudiar las formaciones sociales concretas de América Latina, orientar ese estudio en el sentido de definir las determinaciones que se encuentran en la base de la lucha de clases que allí se desenvuelve y abrir así perspectivas más claras a las fuerzas sociales empeñadas en destruir esa formación monstruosa que es el capitalismo dependiente: este es el desafío teórico que se plantea hoy a los marxistas latinoamericanos. La respuesta que le demos influirá sin duda de manera no despreciable en el resultado a que llegarán finalmente los procesos políticos que estamos viviendo (p. 77).


En textos posteriores, el autor mostrará que el capital internacional y la burguesía asociada a él apoyarán una redemocratización controlada, una vez que la dictadura haya domado la rebeldía, destruido las organizaciones populares y cumplido con sus objetivos de rebajar los costos de producción. Esta situación les permitirá conservar la base económica del subimperialismo y limitar las contradicciones con el imperialismo que la dirección del estado por los militares puede impulsar, en vista de que ellos, por razones de formación, no pueden romper completamente con el nacionalismo.


América Latina en el nuevo siglo y la vigencia del pensamiento de Marini
A cuarenta años de la publicación de su obra más acabada y a casi veinte de su desaparición física, la cognición de la teoría revolucionaria de Marini sigue siendo de suma importancia, porque hay enseñanzas, que emanan de su ideario revolucionario y que continúan siendo trascendentes en el momento actual.


Marini consignó, como se ha dicho, sus principales concepciones sobre la condición de dependencia y el desarrollo capitalista sui generis de América Latina en dos tesis fundamentales: la superexplotación del trabajo y el subimperialismo. Apoyado en ellas defendió la idea de la cuestión nacional ligada a la lucha de clases, es decir, independencia y socialismo como procesos inexorablemente unidos.


La realidad latinoamericana muestra que los cambios experimentados con el nuevo patrón de acumulación no han cambiado la esencia del capitalismo. El autor se propuso una lectura creadora de la teoría marxista desde la realidad latinoamericana, en la que, como dijo Mariategui, no hubiera "ni copia ni calco" y lo logró, en ello radica la vigencia de su pensamiento.


La conceptualización que hace Marini de la superexplotación de la fuerza de trabajo como un rasgo de la periferia, constituye una interpretación creadora de la teoría marxista, válida no solo para América Latina en la época actual, sino también para segmentos del trabajo en el mundo desarrollado, acorde con las franjas de miseria que allí proliferan.


El patrón de acumulación vigente ha internacionalizado más el capital e interconectado los procesos; no obstante, más que eliminar la desigualdad entre países y la relación dependencia-dominación entre naciones, las ha profundizado. La lucha por la independencia continúa siendo un propósito de los países pobres, incluso desde posiciones más difíciles.


Contrario a lo que pregonan algunos teóricos, el capitalismo en la región es cada vez más dependiente, las relaciones de producción continúan siendo modificadas y recreadas para confirmar la reproducción ampliada de la dependencia y responder a las necesidades de los países desarrollados y sus embajadores, las transnacionales. El nuevo modelo de reproducción, primario-exportador, extractivista y financiado bajo dominio transnacional, reorientó los principales ejes de la acumulación al propiciar nuevamente la preponderancia del sector primario sobre el secundario en su producción para los mercados mundiales. Dio la primacía a los productos agrícolas o agroindustriales, de la minería, los productos energéticos (como el tradicional petróleo, gas y ahora etanol) y algunas actividades del sector servicios; lo cual supone una reedición, bajo nuevas condiciones, de la tendencia del antiguo patrón agro-minero exportador prevaleciente en la región en el siglo XIX e inicios del XX.


El capitalismo moderno modificó el espíritu de los grupos sociales. Mientras la clase obrera industrial ha perdido peso específico en el mundo de los explotados, se ha diversificado y disperso económica y socialmente, entre los sectores medios han aparecido nuevos perjudicados por el capitalismo neoliberal, que replantean las alianzas sociales y redefinen el campo de lo popular. Este aspecto tiene que ser tomado en cuenta por la teoría revolucionaria.


Se plantea la necesidad de encontrar nuevas formas de ofensiva contra el capital, readaptar la lucha a las nuevas condiciones. Por otra parte, los gobiernos levantados por las masas populares y los movimientos sociales no pueden desdeñar a las nuevas figuras incorporadas a las luchas y dar la espalda a quienes los ensalzaron. Aún más, los líderes deben reconocer en las nuevas circunstancias el tránsito de las reivindicaciones sociales a las políticas.


Hay que insistir en el trabajo ideológico con las masas, en su educación cultural y política. La propaganda es controlada por el capital, por lo tanto, la subestimación de lo ideológico como sustento de lo político es un error crucial. Pero tiene que ser una labor muy delicada, tejida con hilos muy finos de dedicación, inteligencia y ejemplo: es costumbre que la derecha se corrompa, pero cuando lo hace la izquierda provoca una pérdida de confianza irreparable. Hoy en día esta es el arma que más se esgrime para desprestigiar a los líderes revolucionarios.


El socialismo del siglo XXI en Latinoamérica se anuncia como instrumento para construir la nueva sociedad, con una escritura diferente aunque en un empeño común. Su contenido central lo constituye la reflexión teórica y política acerca del socialismo necesario, deseado y posible en las condiciones históricas de esta época. Se trata ante todo de cumplir con lo que reivindicó Marx (1975) "no tratamos de anticipar dogmáticamente el mundo, sino que queremos encontrar el mundo nuevo por medio de la crítica del viejo [...]" (p. 446).


El nuevo patrón profundizó la subordinación del desarrollo tecnológico de los países dependientes a los desarrollados. La fragmentación de la producción, que le caracteriza, y la ubicación de partes de procesos allí donde los costos son menores (en cuanto a materia prima y fuerza de trabajo) hicieron mella en la heterogeneidad de la estructura productiva, mientras que la ciencia y las innovaciones se concentraron en los países más desarrollados. Si a lo mencionado anteriormente se suma la permanencia de las actividades tradicionales, la marginación del campesino y la exclusión de los indígenas de la promoción del desarrollo, se sanciona a la región a una cada vez más acentuada deformación estructural, atraso tecnológico y pobreza. Fenómenos todos que fueron revelados por Marini en su obra.


Este nuevo modelo de reproducción del capital donde el aumento de la producción es resultado de una mayor explotación del trabajador, prolongación de la jornada laboral y la reducción del consumo del obrero más allá de su límite normal, no del incremento de su capacidad productiva, tiene plena correspondencia con la superexplotación del trabajo revelada por Marini, lo que se evidencia en la denuncia al carácter profundamente desigual del proceso distributivo.


La pobreza, en fin, se ha disparado y va más allá de la enorme masa de desempleados. Hoy se puede tener empleo en América Latina y ubicarse en la franja de la pobreza. Inversamente a lo que pregonan las élites burguesas de mejoras en el bienestar de la población, el carácter explotador del capitalismo es cada vez mayor y la región es la zona geográfica más desigual del planeta. Los principales problemas en América Latina continúan siendo la pobreza (extrema), el desempleo y el subempleo, las condiciones precarias de empleo, la preeminencia de salarios y pensiones mínimas insuficientes para satisfacer las necesidades básicas (episodio que no se concentra solo en los ancianos y enfermos, sino que afecta a un sector amplio de la población en edad de trabajar, lo mismo que a sus hijos), el retroceso de la responsabilidad que los empleadores tienen en relación con el bienestar de sus trabajadores (comparable con el de principios del siglo XX).


La situación que viven las mayorías, la desigual distribución de la riqueza y la precariedad, se reivindica no en el socialismo o en un cambio de sistema, sino en mejoras en el nivel de vida y justicia social. El fenómeno de la apropiación de parte del fondo de consumo como fondo de acumulación, tan común hoy, fue denunciado por Marini, junto a la miseria que hace sucumbir a los trabajadores a largas jornadas, y en su defecto les hace aceptar dos trabajos, como forma de acceder al pago que garantice el mínimo para su reproducción y la de su familia, dado que los salarios que reciben apenas cubren la remuneración que antes se obtenía por uno.


La explotación del trabajo infantil, la violencia de género y la exacerbación de todas las formas de violencia en sus formas más brutales son el resultado también de la miseria y la superexplotación que impone el sistema en las condiciones de dependencia. La superexplotación del trabajo continúa siendo un signo de esta época aunque, como contrapartida, ha engendrado mayor inconformidad y rebeldía, ha ampliado la matriz clasista de contendientes contra el capital.


Indiscutiblemente, en los años de gobiernos progresistas la situación de miseria disminuyó sensiblemente, lo reconocen así la CEPAL, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales. Pero las políticas públicas no pueden limitarse a mejoras distributivas, su diapasón tiene que ser más profundo. La teoría revolucionaria tiene que saber que lo primero a resolver es la unificación en una sola de la voluntad de los pueblos, tener en cuenta que la lucha por lo inmediato no puede descuidar el objetivo final y que la ambición anticapitalista se alimenta de la voluntad por conquistar reformas pero estas reformas deben llevarse hasta el fin para que se conviertan en revolución.


Marini comprendió bien las ideas del marxismo y de sus seguidores, solo se logrará la destrucción de la superexplotación mediante el derribamiento del sistema que la engendra; la desigualdad es inherente al sistema, por lo tanto, las contradicciones solo serán resueltas si se resuelven los conflictos sociales absolutos. Los cambios no pueden detenerse en la resistencia al neoliberalismo. En América Latina dicha resistencia involucra un gran número de sujetos sociales, entre los que figuran: los obreros, menos beligerantes y organizados en este momento; los campesinos, los sectores indígenas, los movimientos sociales (sector más dinámico) y religiosos, la gente pobre en general, los pobretariados; todos atrapados en un principio común: el combate contra la pobreza. Incluye también a sectores de las clases medias, la pequeña y mediana burguesía, a empresarios industriales locales, así como a comunidades rurales, anteriormente asociadas a formas de producción tradicional, todos relegados de la producción, el trabajo y el consumo y necesitados de mejoras en sus niveles de vida. Este fenómeno muestra que, tanto en la lucha como en sus beneficios, debe tenerse en cuenta a estos sectores.


El subimperialismo involucra una política externa de subordinación al imperialismo, de quien requiere una asociación preferencial, una posición de país clave en la periferia para proyectarse internacionalmente. Pero esta política no solo nace de un deseo de liderazgo político, sino que obedece principalmente a los problemas económicos que plantea la opción de la burguesía originaria en pro del desarrollo integrado. Entretanto, su pretensión expansionista implica fricciones con la división internacional organizada por los países desarrollados. Igualmente destaca cómo el subimperialismo, al vincularse con la superexplotación del trabajo para impulsar la adquisición de tecnología y los procesos de acumulación, minimiza sus contradicciones con el latifundio y limita su capacidad de confrontación con el imperialismo y el capital internacional. Al optar por su integración al imperialismo y poner sus esperanzas de reactivar la expansión económica en los ingresos de capital extranjero, la burguesía concuerda en intensificar el proceso de renovación tecnológica de la industria.


La apertura de barreras comerciales, el auge exportador y el control de mercados que trae consigo, han vuelto a potenciar la vocación subimperialista de algunas economías regionales. Grandes capitales brasileños, argentinos y chilenos se expanden por la región sur del continente, en tanto los grandes capitales mexicanos se hacen fuertes en Centroamérica y también alcanzan la parte sur de la región, cuando no incursionan en otras regiones, todos ellos de la mano del estado, que los potencia y protege.


Los acuerdos de libre comercio entre estados de la zona y los proyectos de mercados regionales se ven así azuzados y mediatizados por los proyectos subimperiales. Hay un nuevo discurso regionalista y nacionalista que es parte de este proceso. Igualmente, tiene su máxima expresión contemporánea en acontecimientos como los golpes de estado en Honduras y en Paraguay, en el ALCA (ejemplo de intento de integración competitiva, presente a través de los acuerdos bilaterales), la formación de modelos integracionistas como el de la Alianza del Pacífico, las Translatinas, los BRICS (las denominadas "nuevas" potencias económicas del siglo XXI) y la preponderancia de Brasil a nivel regional, la alianza de México con su vecino del norte, entre otros.


El capitalismo ha recrudecido la explotación capitalista, al ampliar el espectro, ha provocado la fragmentación de la clase obrera, lo que replantea sus formas de lucha. Los movimientos sociales se distinguen como abanderados de los cambios, son muy importantes en la época actual y hay que tenerlos en cuenta, sin embargo, tienen carácter heterogéneo, no están orgánicamente integrados, por sí solos no pueden llevar adelante la revolución. En el enfrentamiento a esta complejidad sale a relucir una vez más la genialidad de Marini, su vigencia, a partir de constituir un ejemplo de discernimiento y aplicación creadora del método marxista y su teoría, concebidos para una realidad en extremo compleja, lo que convierte a su obra en faro en el camino de la revolución en la época actual.


Cierto es que las clases sociales solo existen a través de su lucha, sin embargo, ello no significa que no existan momentos en que sus contradicciones se atenúen, con el consiguiente apaciguamiento del ritmo y las formas de lucha, sobre todo cuando hay un enemigo mayor (el capital transnacional y sus aliados locales) y está en juego su supervivencia. No se puede desconocer que la lucha de clases ocurre en una estructura muy compleja, particularmente en los países periféricos, donde cada faja histórica de contradicciones determina una matriz específica de clases, entre las que tienden a constituirse bloques y alianzas que son los protagonistas más concretos de cada coyuntura. Esta siuación dibuja una coyuntura particular en el tablado político actual.


A modo de conclusión

El gran valor científico de la obra de Marini se encuentra en la clarificación de las leyes particulares que rigen el surgimiento, existencia, desarrollo y muerte de un organismo social determinado y su reemplazo por otro, superior al primero. El trabajo de Marini es un aporte fundamental en la construcción del pensamiento crítico latinoamericano y un punto de partida obligado para la teoría revolucionaria.


Un balance de la situación actual en el subcontinente latinoamericano advierte que la derechización que opera en el mundo capitalista ha retornado a América Latina y ha provocado, no solo por la tremenda presión ideológica sino también por debilidades de la izquierda, descrédito de gobiernos progresistas y pérdida de representatividad de la izquierda. Lo dicho con anterioridad impone una revisión crítica de sus posiciones y la urgencia de una revisión creadora del marxismo e incluso de toda alternativa socialista.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BAMBIRRA, V. (1978): Teoría de la dependencia: una anticrítica, Ediciones Era, México D. F.

KATZ, C. (2010): Las disyuntivas de la izquierda en América Latina, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

LENIN, V. I (1965): Collected Works, vol. XXXII, p. 32, Moscú .

MARINI, R. M. (1973): Dialéctica de la dependencia, Ediciones Era, S.A., México D. F.

MARINI, R. M. (1985): La lucha por la democracia en América Latina, en Cuadernos Políticos, n.º 44, Ediciones Era, México D. F.

MARINI, R. M. (1996): "Proceso y tendencias de la globalización capitalista", en R. Marini y M. Millán (coords.), La teoría social latinoamericana, t. IV, Ediciones El Caballito, México D. F., pp. 49-69.

MARX, C. (1975): "Carta de Marx a Ruge, 1843", Obras Escogidas en tres Tomos, Editorial Progreso, Moscú .

PALMA, G. (1987): "Dependencia y desarrollo: una visión crítica", en Dudley Seers (comp.), La teoría de la dependencia: una evaluación crítica, Fondo de Cultura Económica, pp. 21-89, México D. F.

SADER, E. (2012): "América Latina y la economía global. En diálogo con Dialéctica de la dependencia de Ruy Mauro Marini", Nueva Sociedad, n.º 238, marzo-abril, ISSN: 0251-3552.

VALENZUELA, J. (2004): Las ciencias sociales: Sinrazón y filosofía romántica, Universidad Autónoma de Zacatecas-LVII Legislatura del Estado de Zacatecas-Plaza y Valdés, México D. F.

 

 

 

 

RECIBIDO: 10/09/2016
ACEPTADO: 20/09/2016

 

 

 

 

Martha Bayon Sosa. Facultad de Economía, Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: mlbayon@fec.uh.cu

 

NOTAS ACLARATORIAS
1. Este concepto empieza a esbozarse en Subdesarrollo y revolución, de 1968, adquiere una forma más sistemática en Dialéctica de la dependencia, de 1973, y sigue desarrollándose en trabajos como Las razones del desarrollismo, de 1978, Plusvalía extraordinaria y acumulación del capital, de 1979. Posteriormente, en los años noventa, Marini lo retoma para ponerlo a tono con el fenómeno de la globalización, en su artículo "Procesos y tendencias de la globalización capitalista", de 1995.

2. Comunista alemán que fundó, en 1918, junto con Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y otros radicales, el Partido Comunista de Alemania.

3. Lenin (1965) entiende que "[…] la política es la expresión concentrada de la economía […]" y, al hacerlo, rompe con el determinismo economicista que se le atribuía a la teoría marxista, pues reconoce la existencia de relaciones intrincadas entre política y economía, en las que están presentes mediaciones complejas, determinadas por el hombre, sus intereses y valores, en las que el ser humano actúa como filtro concentrador, circunscrito a relaciones sociales. Es en la política donde están concentrados los intereses socioeconómicos básicos de cada clase y sus relaciones, así es como se conforma la estructura del poder.

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