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Economía y Desarrollo

versión impresa ISSN ISSNversión On-line ISSN 0252-8584

Econ. y Desarrollo vol.165 no.2 La Habana jul.-dic. 2021  Epub 09-Mar-2021

 

Artículo original

Transformaciones económicas y políticas económicas en Estados Unidos. Recesiones de 1970 a 2020

Economic Transformations and Economic Policies in the United States. Recessions from 1970 to 2020

Luis René Fernández Tabío1  * 
http://orcid.org/0000-0003-3535-2789

1 Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI), Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

Las crisis económicas pueden analizarse como parte del ciclo económico y desde distintas visiones teóricas. En el artículo se consideran las crisis económicas o recesiones, en general, como mecanismos propios del capitalismo para aliviar sus contradicciones y restablecer, al menos, parcialmente, los desequilibrios precedentes acumulados. El período 1970 a 2020 abarca ocho crisis económicas, algunas determinan cambios en la estructura interna, las tendencias de política económica y el funcionamiento de la economía estadounidense, como principal centro de la economía mundial. El propósito de este trabajo es examinar el conjunto de las crisis económicas de los últimos cincuenta años de manera panorámica, para evaluarlas como parte del proceso de las principales transformaciones económicas y políticas económicas asociadas.

Palabras clave: ciclos económicos; estructura económica; política económica

ABSTRACT

Economic crises can be analyzed as part of the economic cycle and from different theoretical perspectives. The article considers economic crises or recessions, in general, as capitalism's own mechanisms to alleviate its contradictions and restore, at least partially, the previous accumulated imbalances. The period 1970 to 2020 covers eight economic crises, some of which determine changes in the internal structure, economic policy trends and the functioning of the U.S. economy, as the main center of the world economy. The purpose of this paper is to examine the set of economic crises of the last fifty years in a panoramic manner, to evaluate them as part of the process of major economic transformations and associated economic policies.

Keywords: economic cycles; economic structure; economic policy

INTRODUCCIÓN

Los estudios sobre los ciclos económicos y, en particular, sobre las crisis económicas abundan en la literatura especializada en la ciencia económica sin tener una teoría general aceptada por la profesión sobre ellas. Al respecto, Martínez (1999) señala acertadamente que «sería ilusorio pretender una explicación siquiera básica de las crisis y los mecanismos desencadenantes, neutralizantes, inhibidores, propiciadores que el sistema capitalista globalizado lleva en sus entrañas» (p. 2).

En ese sentido, es muy importante tomar en cuenta las contradicciones propias del capitalismo en sus condiciones históricas concretas. Según Tabb (2010), «nosotros necesitamos distinguir el capitalismo como un modo de producción y el análisis particular de su especificidad histórica. Esto último debe ser distinguido de la coyuntura específica, cómo es el capitalismo de Estados Unidos en la era de la globalización» (p. 5). En este caso, al acercarse al subconjunto de las crisis ocurridas en un período histórico determinado (1970-2020), deben tenerse en cuenta sus condiciones específicas y reconocerlas de conjunto como parte de un proceso concatenado de cambios estructurales, industriales, ocupacionales, tecnológicos y en las políticas aplicadas en cada etapa del capitalismo en su fase imperialista que abarca toda la sociedad.

Aunque los cambios tecnológicos, el ascenso y caída de determinados sectores y la estructura del empleo no se desarrollarán en este artículo, se reconoce que en cada momento histórico las transformaciones económicas estructurales asociadas a las crisis económicas, ocurren sobre la base del desarrollo de la productividad y la tecnología empleada - por ejemplo, introducción progresiva de la automatización y la inteligencia artificial- que se encuentran en el trasfondo de las mutaciones productivas, en los servicios y el empleo. No deben desconocerse otros factores que influyen en las trasformaciones económicas como la expansión del sector de servicios, aspectos culturales e ideológicos y cambios demográficos (Kozmetsky y Piyu, 2005).

Refiriéndose a la teoría de Carlos Marx sobre las crisis económicas, Kliman (2015) señala: «La tendencia decreciente de la tasa de ganancia sugiere que las crisis son el resultado de la contradicción entre la producción física y el valor que es creado en el propio funcionamiento del capitalismo -en la medida que se incrementa la productividad física, el valor de los productos desciende-» (p. 273). Centrarse en esa contradicción es, sin duda, útil para probar la validez de la referida tendencia mediante el análisis empírico, pero las contradicciones actuales del capitalismo encuentran variadas manifestaciones, como se verá más adelante en el ascenso de la economía financiera respecto a la economía real y las crecientes desigualdades socioeconómicas.

Una obra reciente de Stiglitz (2020) sintetiza los problemas principales de la economía estadounidense en «la financiarización desmedida, la globalización mal gestionada y el poder creciente del mercado» (p. 6). Estas políticas conservadoras favorecieron al sector financiero transnacional y deterioraron progresivamente a la clase media y a los trabajadores de la industria manufacturera sobre todo.

Las crisis económicas del siglo xxi resultan de la exacerbación de contradicciones, debido a las políticas económicas de lo que se conoce como globalización neoliberal desreguladora del mercado. El propósito de estas ha sido redistribuir los ingresos de la economía a favor de ese grupo representado por el uno por ciento de los concentradores de la riqueza económica y el poder político, ciertamente para contrarrestar la tendencia decreciente de la cuota de ganancia.

Desde cualquier perspectiva, no cabe duda de que las economías capitalistas presentan ciclos económicos que tienen fases de alza y baja, puntos de máximo y mínimo, con duraciones dispares. Los defensores del sistema relativizan sus problemas y tratan siempre de atribuirlos a factores externos. Jeffrey Sachs afirma que «los ciclos económicos no son ondas fijas de la actividad económica, como las mareas del océano o los ciclos solares» y los engloba como «choques aleatorios que golpean a la economía». (Sachs y Larrain, 1993, p. 520) Desastres naturales, huracanes, sequias, pandemias y guerras se mencionan como elementos causantes.

Estos factores exógenos al sistema socioeconómico contribuyen a desatar las crisis económicas o hacerlas más complejas y difíciles, pero las causas son las contradicciones sistémicas y estructurales del sistema capitalista en general. Para el caso de Estados Unidos, deben actualizarse los problemas y contradicciones específicas que corresponden con la etapa actual por la que atraviesa, como centro principal de la economía y las finanzas capitalistas.

Para el estudio de las crisis económicas en Estados Unidos es conveniente emplear la información del Buró Nacional de Investigaciones Económicas (NBER, por sus siglas en inglés) (National Bureau of Economic Research, 2020a), que mantiene un estudio actualizado sobre los ciclos de negocios en ese país desde finales de la década de 1920, cuando publicó los primeros datos sobre los ciclos de negocios o business cycles en 1929 (National Bureau of Economic Research, 2020b). La datación de los ciclos económicos se mantiene hasta la actualidad. En este trabajo se empleará la determinación de los ciclos y su duración, siguiendo los resultados publicados por el NBER (por sus siglas en inglés), accesible en su página de Internet (National Bureau of Economic Research, 2020a)

Las fechas desempeñan una función importante en el establecimiento del concepto de recesión como un fenómeno repetido e identificable. Ellas muestran los períodos de crecimiento normal o expansión, interrumpidos de modo rutinario por declinaciones abruptas de la actividad económica. Este concepto ayudó a crear el campo de la macroeconomía y todavía impulsa mucha de la investigación macroeconómica moderna. Y a pesar de que los estudios empíricos modernos, típicamente, se centran en las series de tiempo en lugar del ciclo de negocios, está claro que el descenso significativo de la actividad económica es una preocupación motivacional fundamental (Romer y Romer, 2019). También se emplearán fuentes oficiales primarias del gobierno estadounidense, análisis del propio autor y de otros especialistas.

Sobre el problema de las desigualdades en Estados Unidos para la estabilidad del sistema, Stiglitz (2012) alertaba que «la última vez que el nivel de las desigualdades se aproximó al nivel alarmante que se ve hoy fue en los días previos a la Gran Depresión. La inestabilidad económica que se vio entonces la estamos viendo más recientemente y está cercanamente relacionada con esta creciente desigualdad» (p. 5).

Las crisis económicas, al revelar los problemas y contradicciones del sistema económico, dejan al descubierto los límites de los patrones de acumulación y pueden impulsar la realización de ajustes estructurales, en el marco institucional y de regulaciones, así como en las políticas económicas; obviamente, dependiendo de la formación de consensos sobre política y política económica resultante al interior de la clase dominante.

Para el caso de Estados Unidos, las crisis económicas tienen trascendencia mundial por el peso de su economía. Las mutaciones de la economía estadounidense y en sus políticas económicas no pueden considerarse como de carácter interno, sino que tienen repercusión global, y determinan cambios en la economía internacional. Se extienden por todo el mundo a partir de los organismos internacionales, las instituciones y los acuerdos --como los acuerdos comerciales-, pero también mediante los mecanismos de transmisión económica, el comercio, los precios y los flujos de capital. El lugar privilegiado del dólar estadounidense y los tipos de cambio, en esa manera, desempeñan una función principal en el funcionamiento de esos mecanismos. También se ha incrementado el empleo de instrumentos económicos coercitivos con fines políticos, no propiamente motivados por razones económicas (Robinson, L. et al., 2018).

En este trabajo se realiza una breve aproximación a las ocho crisis económicas ocurridas en este período de cincuenta años y técnicamente establecidas por el NBER. El propósito es apreciarlas de conjunto y de manera panorámica como un proceso de transformaciones económicas, ajustes y cambios en las políticas económicas para distinguir las etapas principales del sistema económico estadounidense durante los cincuenta años del período analizado.

La exposición se divide en tres partes que abarcan las etapas definidas e incluyen más de una crisis no siempre dentro de una misma década, pero apreciadas en su concatenación, como parte del proceso de cambios económicos en la sociedad estadounidense. La primera etapa incluye dos crisis. La primera comienza en diciembre de 1969, en el cuarto trimestre de ese año y termina en noviembre de 1970; la segunda abarca de noviembre de 1973 a marzo de 1975. Durante la segunda etapa ocurren tres crisis, dos en la década de 1980 (una de enero a julio de 1980 y otra de julio de 1981 a noviembre de 1982) y una a principios de 1990, la cual ocurre desde julio 1990 a marzo de 1991 y que por sus características está asociada a la de la década precedente.

La presente etapa incluye hasta este momento tres crisis ocurridas en el siglo xxi, una muy breve pero importante de 2000 a 2001; la gran crisis de 2007 a 2009 y la actual -hasta ese momento la mayor después de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado-; y la iniciada a finales de 2019, pero que está agravándose en la primera mitad del 2020 por la pandemia de la COVID -19 y de la que aún no es posible precisar su evolución y desenlace.

LAS CRISIS DE LA DÉCADA DE 1970: CHOQUE DE OFERTA Y FIN DEL PATRÓN CAMBIO DÓLAR

Las tendencias políticas y económicas liberales y del Estado benefactor se corresponden y alcanzan su máxima expresión con la etapa de la victoria hegemónica de Estados Unidos a finales de la Segunda Guerra Mundial y se mantienen como tendencia de política económica dominante, durante las décadas de 1950 y 1960. Fueron el resultado del aprendizaje resultante de la Gran Depresión de la década de 1929 a 1933, que se extendió debido a la Segunda Guerra Mundial hasta su terminación en 1945. En estos años las políticas keynesianas le otorgaban al gobierno la función de apoyar el llamado pleno empleo mediante políticas fiscales y monetarias expansivas. Se habían aliviado las contradicciones sistémicas hasta ese momento mediante las políticas sociales y redistributivas identificadas con el Nuevo Trato (New Deal) y Franklin D. Roosevelt.

El inicio de la declinación hegemónica relativa de Estados Unidos y el ascenso de los desequilibrios macroeconómicos ocurren desde finales de las décadas de 1960 y, sobre todo, de 1970; marcan el comienzo del fin de este proceso exitoso de intervención del Estado en la economía para aliviar los nefastos efectos de las recesiones. Las crisis económicas, durante estos años, son reflejos del agotamiento del patrón económico keynesiano prevaleciente desde la posguerra y, al mismo tiempo, impulsan el ascenso de las políticas económicas conservadoras que llegaron al gobierno durante la presidencia de Ronald Reagan para desregular y liberar la capacidad de negocios de las grandes corporaciones y contrarrestar la tendencia a la disminución de la cuota de ganancias.

Las crisis ocurridas en la década de 1970 marcan la primera etapa. Estas se vinculan con tres acontecimientos precedentes que las desencadenaron. Uno de ellos es de carácter estructural y competitivo. La economía manufacturera de Estados Unidos no tenía competencia al terminar la Segunda Guerra Mundial. La recuperación de las industrias de Europa y Japón se convirtió en un reto para sectores principales de las manufacturas estadounidense, que tenían un peso importante y hasta un carácter simbólico de su poderío. La reconstrucción de Europa Occidental y Japón no se limitó a restablecer lo existente antes de la guerra. Las nuevas industrias eran portadoras de los últimos adelantes de la tecnología y los procesos productivos lograban un incremento en la productividad del trabajo que superaba a sus contrapartes en Estados Unidos. Los aceros japoneses eran más ligeros, de mayor calidad y tenían una relación calidad precio sumamente favorable. De ahí su competitividad y la capacidad de penetrar el mercado interno de Estados Unidos.

La crisis de1973 a 1975 es la más grave en esta década. La contracción se extendió por dieciséis meses, desde noviembre de 1973 a marzo de 1975. El desempleo alcanzó un máximo de 9 % en mayo de 1975 (Kimberley, 2020). A ella contribuyen los desbalances comerciales y fiscales que se venían acumulando por la costosa guerra de Vietnam. El déficit fiscal y la emisión monetaria sin respaldo, obligaron a Richard Nixon a declarar unilateralmente en 1971 la inconvertibilidad del dólar en oro, lo que representó la ruptura de uno de los compromisos fundamentales de los acuerdos de Bretton Woods. Con ello se ponía fin al sistema de tipo de cambio fijo basado en el dólar estadounidense y se interpretó como una clara evidencia de la declinación de la solidez económica de Estados Unidos.

Por último -lo que se reconoce como el choque económico que catalizó la crisis-, la subida de los precios del petróleo decretada por el cartel de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como una represalia a los países occidentales que no apoyaron a los países árabes en la guerra con Israel. El importante aumento de los precios del petróleo significó un choque de oferta y constituyó el factor detonante de la crisis, aunque los problemas estructurales y las contradicciones endógenas de la economía de Estados Unidos que se habían venido acumulando resultaron determinantes (Fernández Tabío, 2008).

Las crisis económicas en esta primera etapa fueron catalizadas por factores externos, pero existían desequilibrios económicos y problemas internos que resultaron determinantes. El aspecto clave fue la impotencia de las políticas keynesianas para enfrentar tales crisis. La incapacidad de las políticas fiscales y monetarias para aliviar la crisis acabó teniendo un efecto contrario y creó las condiciones favorables para el cambio importante en las tendencias económicas y políticas en Estados Unidos en la etapa posterior.

ESTANFLACIÓN, FIN DEL PREDOMINIO KEYNESIANO Y CONTRARREVOLUCIÓN CONSERVADORA. APOGEO DEL NEOLIBERALISMO Y LA GLOBALIZACIÓN

La declinación hegemónica relativa -expresada fundamentalmente en el terreno del sistema monetario- y el deterioro de la competitividad de la industria manufacturera concurrieron con la impotencia de las políticas económicas liberales para enfrentar los problemas económicos maduran en esta etapa. La política monetaria y fiscal expansiva generó inflación sin estimular el crecimiento económico. Estas fueron las condiciones económicas y también políticas que favorecieron el auge de una alianza de fuerzas conservadoras de 1981. Como parte de estas corrientes políticas, irrumpe en la economía una mezcla de políticas económicas desplegadas por el gobierno de Ronald Reagan que incluía la desregulación financiera, monetarismo, economía de la oferta (supply side economics), inspiradas en la llamada magia del mercado en una estructura económica dominada por grandes corporaciones transnacionales. Las crisis económicas durante el decenio de los años ochenta han tenido una gran trascendencia en los procesos de transformaciones económicas que alcanzan todos los ámbitos de la sociedad. Indistintamente se identifica este período, como la revolución conservadora, pero desde esta perspectiva se prefiere catalogar como una contrarrevolución, coincidiendo con la interpretación que al respecto realizó Tobin (1983).

Dos factores contribuyeron al inicio de la crisis. La política monetaria restrictiva para frenar la inflación elevó las tasas de interés y desató la crisis. También el embargo petrolero de Irán disminuyó la oferta de combustible y elevó los precios internos. La primera crisis de esta etapa sucedió en 1980 y la contracción se extendió por seis meses. La segunda crisis de los años 80 se inició en julio de 1981 y concluye en noviembre de 1982 con una contracción de 16 meses. El desempleo se situó en 10, 8 % en noviembre y diciembre de 1982 (Kimberley, 2020). Las primeras crisis de los años ochenta fueron funcionales a la etapa que se iniciaba, porque crearon las presiones internas y externas para la realización de cambios estructurales y políticos que transforman las relaciones económicas para favorecer al gran capital.

El neoliberalismo alcanzó su predominio como formalización teórica de las tendencias globalizadoras financieras que el capitalismo desarrolló en la segunda posguerra, pero también fue el instrumento para atacar al Estado de Bienestar, reducir los salarios reales, debilitar los sindicatos, disciplinar a los asalariados en una nueva ley de hierro del salario; en suma, elevar la tasa de ganancia del capital mediante un capitalismo duro, carente de suavizadores sociales y dispuesto a ir hasta el final en pos del lucro (Martínez, 2007).

De ese modo la globalización y el neoliberalismo hicieron posible un incremento de las ganancias de las transnacionales mediante distintos instrumentos y procedimientos. La desregulación al capital y apertura a los mercados estimularon la inversión directa, las cadenas productivas y de servicios, la fuga de capitales y la especulación financiera mundial en tiempo real. Todo ello facilitó un notable incremento de los beneficios capitalistas, pero también creó una ruptura cada vez más profunda entre la economía real y la financiera. Se realizaron cambios fundamentales en la estructura de la economía estadounidense a favor de los servicios, sobre todo los financieros, y en el sistema de relaciones internacionales mediante la creciente globalización del capital a partir de las crisis económicas de la década de 1980.

La década de 1990 fue casi completamente ocupada por una larga expansión, beneficiada por los ajustes que habían tenido lugar en la economía de Estados Unidos y el resto del mundo y el consiguiente aumento de los beneficios de las empresas transnacionales. Técnicamente ocurre una recesión, conectada con la llamada crisis de ahorro y préstamos de 1989 que se inició, según el NBER, en julio de 1990 hasta marzo de 1991. El PIB disminuyó en casi un 4 % entre el cuarto trimestre de 1990 y el primer trimestre de 1991. Esta crisis constituyó un factor clave en el éxito electoral de William Clinton en las elecciones presidenciales de 1992, cuando se acuñó la frase «es la economía, estúpido».

El incremento de la oferta monetaria por la reserva Federal constituyó el principal instrumento para aliviar esa crisis cuya contracción duró ocho meses. Al decir de Krugman (2012), «durante los últimos cincuenta años el negocio de terminar las recesiones ha sido básicamente el trabajo de la Reserva Federal» (p. 31). Las décadas de 1980 y 1990 fueron el máximo esplendor de nuevo patrón de acumulación introducido por la contrarrevolución conservadora.

CRISIS FINANCIERAS, DÉFICIT FISCAL, DEUDAS Y PANDEMIA. NACIONALISMO CONSERVADOR Y REAJUSTES A LA GLOBALIZACIÓN

Las crisis económicas financieras de la primera década del siglo xxi -en el año 2001 y, sobre todo, en 2008-, someten a prueba la validez de las políticas conservadoras de la llamada globalización neoliberal para sostener y recomponer la posición de principal potencia imperialista de Estados Unidos en el nuevo siglo. Técnicamente han sido dos, sin contar la actual que todavía no ha concluido. Las dos primeras fueron iniciadas por el estallido de burbujas especulativas -fenómeno agudizado por la desregulación financiera y la globalización económica- que al explotar, desatan las crisis económicas. El inicio de la recesión está precedido por la caída de las bolsas y su salida presenta un retardo respecto a la recuperación del mercado de capital, reflejo del creciente parasitismo de la economía. La recuperación del empleo es más lenta y persisten altos niveles de desempleo en los primeros años de la recuperación. Las crisis de 2001 y 2008 se explican por las contradicciones internas vinculadas, fundamentalmente, a la financiarización de la economía y el agravamiento de las desigualdades socioeconómicas.

Técnicamente, la primera crisis de esta etapa dura ocho meses, de marzo a noviembre de 2001. Fue parcialmente silenciada por los ataques terroristas del once de septiembre, pero representa un indicio del agotamiento del patrón de acumulación de la globalización neoliberal.

La segunda crisis de esta etapa fue, hasta ese momento, la mayor después de la Gran Depresión y se conoce como la Gran Recesión y también fue denominada como la Gran Recesión del capitalismo de mercado (Rice y Bond, 2013). Comenzó en diciembre de 2007 y alcanzó hasta junio de 2009, o sea, su duración fue de dieciocho meses. Como factor desencadenante se reconoce la «crisis de las hipotecas subprime» que tuvo consecuencias mundiales. Aunque el origen de la crisis fue dentro del sector financiero interno, este recibió enormes paquetes de rescate organizados tanto por el gobierno de George W. Bush como de Barack Obama, por lo que sentó un precedente.

El tamaño de la economía real es cada vez menor en términos de valor respecto a la financiera y la dependencia de la economía estadounidense de las fuentes externas de capital, debido a la condición de privilegio que todavía ostenta por la función central del dólar estadounidense en el sistema monetario internacional, condición fortalecida por ser todavía el principal centro financiero del mundo.

La formación de burbujas especulativas centradas en distintos segmentos del mercado de capitales y el mayor peso del financiamiento externo recibido por la economía norteamericana durante estos años se encuentran estrechamente relacionados. No existen fuentes internas de financiamiento de las burbujas especulativas, debido a los grandes déficits fiscales y el nivel muy bajo o casi inexistente del ahorro de la población, solamente puede explicarse por el aporte de los flujos externos de capital (Fernández Tabío, 2012).

La crisis económica iniciada desde finales de 2019, aunque se hace perceptible por el paro económico vinculado el control de la epidemia de la COVID-19 en febrero 2020, es el resultado de problemas, contradicciones y desequilibrios preexistentes que se fueron agudizando durante la fase expansiva del ciclo, debido a las políticas del nacionalismo conservador del expresidente Donald Trump. Los déficits y el tamaño de la deuda alcanzan niveles astronómicos, dado el énfasis de la administración en alentar a toda costa el crecimiento económico y apresurar la salida de la crisis antes de las elecciones pautadas para noviembre de 2020. El déficit federal fue de 1 905 mil millones de dólares en los primeros ocho meses del año fiscal 2020, lo que supera en 1 67 mil millones la cifra del mismo período para el año anterior (Congressional Budget Office, 2020). Mediante billonarios paquetes de rescate e inéditas acciones del Sistema de la Reserva Federal- que sumadas alcanzan los 6 billones de dólares- se quiere evitar el colapso de las bolsas e iniciar la recuperación. Puede considerarse que los enormes gastos de ayuda aprobados y las acciones del Banco Central encuentran un respaldo teórico keynesiano (Bagaee y Farhi, 2020).

Una política monetaria y fiscal expansiva de tal extraordinaria magnitud, sin duda, ha sido estimulada por razón del llamado ciclo político electoral (Alesina y Sachs, 1988). El vínculo entre política monetaria y fiscal expansiva determinada por razones políticas es muy claro en este caso y es bien reconocido en la literatura para otros casos. Depende de la vulnerabilidad percibida por el presidente en el gobierno respecto a la economía y otros factores (Schultz, 1995). Por esa razón, el expresidente Trump y los analistas y expertos más cercanos al gobierno de Estados Unidos la catalogaron como la crisis de la pandemia.

No puede negarse la relación existente entre el choque de la pandemia de la COVID-19 y la crisis económica mundial que alcanza a Estados Unidos. Tampoco pueden desconocerse las causas preexistentes de la crisis económica actual que agravan la posterior recuperación. Aunque no existe consenso entre los especialistas, los enormes déficits y deuda federal pueden tener consecuencias que aceleren la caída del poder de su economía y el deterioro de la posición del dólar en su privilegiada condición.

En síntesis, puede decirse que la actual crisis económica estadounidense ha sido detonada por la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, la crisis estallaría de todos modos; se esperaba en este año -o un poco más- por el promedio de las fases expansivas (en 2019 se cumplieron diez años de expansión).

El éxito en el control, enfrentamiento y manejo de la epidemia en el marco interno, constituye una primera evaluación de la capacidad de los gobiernos para recuperarse y enfrentar los desafíos. Contrariamente a lo que piensan algunos políticos, no se puede iniciar la recuperación económica sin solucionar la epidemia y crear condiciones para funcionar de modo seguro en las nuevas condiciones. Si las causas de la crisis económica no son producto de la pandemia, entonces deben tomarse en cuenta los problemas preexistentes que la determinaron: desigualdades socioeconómicas; calidad del empleo; crecientes deudas de los hogares, las empresas y el país; restructuración de la industria, los servicios y sus vínculos internacionales; y financiarización económica (Stiglitz, 2017).

Según datos oficiales del primer trimestre de 2020 la caída del PIB anual, se calculó en 4,8 %, debido principalmente a una fuerte reducción del consumo asociado al confinamiento por la COVID-19 (Bureau of Economic Analysis, 2020). La tasa de desempleo en mayo fue de 13, 3 % cuando el número de desempleados se estimaba en 21 millones (Bureau of Labor Statistics, 2020).

Los datos sobre el agravamiento de los déficits fiscales y la deuda, necesarios para paliar la crisis e iniciar la recuperación son condiciones adversas para la etapa siguiente, porque agravan las contradicciones en lugar de resolverlas. Dados los enormes paquetes de ayuda fiscal y monetaria, el déficit fiscal de 2020 se calcula preliminarmente en 3,7 billones y será 2,1 en los mismos términos en 2021; lo que coloca la deuda -con relación al PIB- en 101 % para finales de 2020. Estos estimados consideraban que la participación de la fuerza de trabajo se reduciría a 59,8 % en el tercer trimestre de 2020, de 63,2 existente en el primero. El promedio de desempleo se estimaba en 11,4 % en 2020 y 10,1 en 2021 (Swagel, 2020).

En el plano socioeconómico y con trascendencia política, ocupan un lugar importante las diferencias por sectores y grupos discriminados, como el caso de los afro-estadounidenses. Estos problemas se reflejan en el acceso a la salud, la educación, la alimentación y vivienda de calidad, pues crean inestabilidad y conflictos sociales. La idea del exmandatario estadounidense Donald Trump de priorizar la economía en oposición a la salud, por razones políticas, constituyó un error fundamental.

La tendencia de política exterior y política económica inspirada en el lema populista y conservador de Estados Unidos Primero (America First) fue cumplida según la interpretación trumpista (Kagan, 2018), pero agravó las contradicciones existentes con empleo indiscriminado de instrumentos económicos con fines geopolíticos, guerras económicas, comerciales y tecnológicas, que abarcaron no solamente declarados adversarios, pero que son grandes potencias como China y Rusia, sino, incluso, dañan las relaciones con aliados y socios en América, Asia y Europa.

Es cada vez mayor la percepción de fracaso en el manejo de la política para enfrentar la pandemia y pretender abrir la economía, sin tener una solución: es una fórmula segura de fracaso en la economía. En cualquier caso, el que ocupe la Casa Blanca a partir de enero de 2021 tendrá que enfrentar todas las difíciles condiciones de la economía, acrecentada por un desmedido empleo de los instrumentos económicos con fines coercitivos, bloqueos, robo de activos, guerra económica y tecnológica con la segunda economía del mundo.

Ello puede acelerar el proceso de declinación del poder económico de Estados Unidos, y el avance de alianzas económicas, financieras y monetarias alternativas. No será inmediatamente, en el corto plazo, pero el proceso ya está en marcha, y los resultados observados preliminarmente no le son favorables. El balance en la correlación internacional de fuerzas desfavorable a Estados Unidos se acelera. Las enormes sumas de dinero inyectadas a la economía para aliviar la crisis han cumplido su objetivo expansionista, pero no solucionan, sino agravan los desequilibrios macroeconómicos y eleva enormemente el monto de la deuda. Las crisis económicas del siglo xxi - particularmente la iniciada en 2019 y 2020- marcan una etapa de agotamiento del patrón de acumulación de la globalización neoliberal y la necesidad de un cambio estructural y político en los próximos años.

CONSIDERACIONES FINALES

La interpretación concatenada de varias crisis permite comprenderlas como partes de un proceso mayor de transformaciones, que contribuye en una aproximación preliminar a caracterizar etapas dentro de la fase actual del imperialismo estadounidense.

Mediante el análisis de las crisis económicas ocurridas en los últimos cincuenta años en Estados Unidos, se han identificado tres etapas principales en el funcionamiento de la economía estadounidense; en ellas se distinguen diferencias en el manejo de la política económica, relacionadas con los problemas y contradicciones principales que se asocian a las crisis, los cambios en las estructuras económicas y su inserción en las relaciones internacionales. Se reconoce el encadenamiento entre crisis económicas técnicamente diferenciadas, por la comunidad de problemáticas y políticas para enfrentarlas. Los desafíos y desbalances se trasladan de una a otra y el consenso de política económica se mantiene con variantes y matices discursivos, más allá de gobiernos demócratas o republicanos.

Una primera etapa de 1969 a 1975 evidencia el agotamiento de la política económica liberal keynesiana. Se generan desequilibrios comerciales y fiscales, en parte, como resultado de conflictos internacionales y llega a su fin el sistema monetario de tipo de cambio fijo basado en el dólar estadounidense con respaldo en oro. Se pone de manifiesto la impotencia de la política económica keynesiana, monetaria y fiscal expansiva para estimular el crecimiento. El fenómeno de la estanflación (crisis económica con inflación) determina la necesidad de un cambio en el patrón de acumulación capitalista y modifica el consenso en la política económica.

La segunda etapa está enmarcada en las crisis de la década de 1980 y es portadora de cambios cualitativos que maduraron desde la etapa anterior y posibilitaron mutaciones importantes en política económica y el marco de regulaciones. Las políticas económicas dominantes son ahora el monetarismo, un renovado enfoque neoclásico y el neoliberalismo, encaminadas a la desregulación y la liberación de los mercados. Estas políticas estimulan importantes transformaciones en la estructura económica, las industrias ,sus formas de funcionamiento y el empleo, apoyadas por cambios tecnológicos centrados, sobre todo, en la informática y en las comunicaciones. La política económica le otorga predominio al mercado como instrumento regulador, pero este se encuentra dominado por las grandes corporaciones transnacionales.

Esta segunda etapa es catalogada como la contrarrevolución conservadora, por oposición a la revolución liberal y del Nuevo Trato, desatada como respuesta a la Gran Depresión de la década de 1930 que sigue siendo un referente paradigmático. Las crisis económicas de la década de 1980 favorecieron los cambios en el sistema económico, pues redujeron el significado de la esfera productiva real e incrementaron la importancia de la especulación financiera. La política económica neoliberal alcanza trascendencia para la economía internacional, al crear encadenamientos mundiales al servicio de las grandes corporaciones y empresas transnacionales, que redistribuyen mundialmente el empleo de la fuerza de trabajo. Las crisis económicas en esta etapa, fundamentalmente en la primera mitad, fueron pivote para las transformaciones que sobrevendrían. A inicios de la década de 1990, se registra una recesión que puede considerarse una primera crisis después de las grandes transformaciones de la década precedente. Esto demuestra que la globalización también afecta a sectores económicos y del trabajo en Estados Unidos, aunque de modo asimétrico.

La tercera etapa se inicia prácticamente con el siglo xxi y evidencia la exacerbación de contradicciones generadas por la globalización neoliberal y su agotamiento, que puede dividirse, hasta este momento, en dos subetapas. Estas se distinguen en las políticas económicas empleadas por Estados Unidos para enfrentar sus desafíos internos y la declinación de poder frente al ascenso de otras potencias, particularmente de China, en el terreno económico y tecnológico. La primera subetapa es manifestación de la financiarización de la economía en un marco de desarrollos tecnológicos que la hace posible, y la consiguiente formación de burbujas especulativas, como la crisis de 2001, durante la administración de George W. Bush. Este fenómeno ocurre debido a la desmedida desregulación del sector financiero que fue ocurriendo desde la segunda etapa, principalmente, durante la década de 1980. La segunda coincide con el inicio del gobierno de Barack Obama; ya se desataba la Gran Crisis económica de 2007-2009, la cual debe enfrentar una compleja recuperación desde el primer día de ese mandato. Tiene relación con la de 2001, que también fue iniciada por una crisis financiera, pero es más profunda y prolongada. Estas dos crisis económicas evidencian la dificultad del sistema estadounidense de conseguir, al mismo tiempo, altas tasas de beneficios, y no agudizar las desigualdades internas, déficit, deudas y otros desequilibrios macroeconómicos, que afectan desproporcionadamente al empleo manufacturero y a las capas medias en Estados Unidos.

La crisis económica iniciada a finales de 2019 y agudizada a partir de 2020 por la pandemia de la COVID-19 -en medio del ciclo político electoral en Estados Unidos-está estrechamente vinculada con las dos anteriores, en el sentido de tratar de resolver los retos internos agudizados por la globalización neoliberal desde la década de 1980, pero con la variante del conservadurismo, en este caso de inclinación nacionalista con un gobierno presidencialista, populista y de rasgos neofascistas.

En síntesis, la apreciación integral de las crisis económicas ocurridas en los últimos cincuenta años evidencia que no todas representan momentos de rupturas en el patrón de acumulación, cambios fundamentales en la estructura económica y modificaciones en el consenso sobre política económica. Esa condición de ruptura se ha observado en la década de 1980 y en la segunda década del siglo xxi.

Desde la perspectiva del balance mundial de poder y en el contexto de la economía global, las crisis ocurridas desde la década de 1970 (primera etapa) marcan el inicio de la declinación del poder económico de Estados Unidos, expresado en el abandono del compromiso de convertibilidad del dólar estadounidense en oro, los déficits comerciales y la pérdida de la competitividad de industrias manufactureras clave, como el acero y automovilística, frente a Japón y Alemania.

Las crisis de la década de 1980 (segunda etapa) representaron el momento de ruptura importante en la estructura económica de Estados Unidos con enorme repercusión en la economía internacional, impulsada por la victoria de Ronald Reagan en las elecciones de 1980 al frente de una coalición de fuerzas conservadoras. El ascenso de políticas conservadoras neoliberales -la desregulación financiera y las presiones internacionales para la apertura del comercio y a los movimientos de capitales- significó una mutación fundamental de carácter cualitativo que marca una extensión y profundización en la globalización del capital; pero el incremento de las ganancias se logra con la distribución mundial del proceso productivo y de servicios y, por tanto, del empleo, lo que perjudica al sector manufacturero de Estados Unidos en las industrias tradicionales.

Las crisis del siglo xxi, aparentemente desconectadas, de distinta duración, gravedad y factores desencadenantes, constituyen también parte de un proceso de cambio estructural y ajustes de política económica inconclusa que se expresan mediante tres crisis. La crisis de 2001 fue breve y aparentemente solo abarcaba a una industria, las llamadas empresas de la informática y las comunicaciones, ella supuestamente iniciaría una etapa económica sin crisis cuyo centro estaba en la especulación financiera. La crisis 2007-2009 tuvo elementos comunes con la de 2001 y, desde esta perspectiva, ambas comenzaron a dar muestras de la insostenibilidad del patrón neoliberal de acumulación global. La dificultad en la fase de recuperación, que fue prolongada por las desigualdades, desequilibrios, divisiones y falta de consenso en política interna, demuestra la estrecha relación de la crisis de 2007-2009 con la actual.

Las políticas del nacionalismo conservador impulsadas por la administración de Donald Trump desde 2017 constituyen una ruptura con la etapa precedente y un retroceso parcial o ajuste en la globalización neoliberal, que ahora será subordinada a los intereses más estrechos de Estados Unidos bajo el lema de Estados Unidos Primero.

La crisis iniciada a finales de 2019 y desplegada en 2020, aún sin terminar, presenta un altísimo grado de complejidad y no es posible descartar la posibilidad de que se convierta en una depresión económica. Por sus características y los cambios en las políticas que le precedieron, representa una mutación tanto en el sistema de la economía de Estados Unidos como en el uso de las políticas económicas, con gran repercusión en el sistema de relaciones internacionales.

La actual crisis económica, por su carácter global y su relación con los problemas asociados por la pandemia de la COVID-19, debe modificar el marco institucional conocido como el Orden Internacional de posguerra. La visión integral y eslabonada de las crisis económicas y los cambios estructurales y políticos que las acompañan han permitido realizar una interpretación de todo este período (1970-2020), en el que se distinguen tres etapas principales, para comprender mejor las trasformaciones de la economía estadounidense y su gradual reajuste en su inserción en la economía mundial.

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Recibido: 18 de Diciembre de 2020; Aprobado: 22 de Diciembre de 2020

* Autor para la correspondencia: luis.fernandez@ciei.uh.cu

El autor declara que no existen conflictos de intereses.

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