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Universidad de La Habana

On-line version ISSN 0253-9276

UH  no.278 La Habana July.-Dec. 2014

 

RESEÑA

Carlos María Vilas: El poder y la política. El contrapunto entre razón y pasiones*


Carlos María Vilas: Power and Politics. Counterpoint between Reason and Passions

 

 

Aurelio Alonso Tejada

Subdirector de la Revista Casa de las Américas.

 

* Presentación del libro de Carlos María Vilas: El poder y la política. El contrapunto entre razón y pasiones, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2013, realizada en la Casa de las Américas, La Habana, el 19 de febrero de 2014.

Nos congrega hoy aquí el privilegio de contar entre nosotros al politólogo argentino Carlos María Vilas, uno de los pensadores más originales y consistentes de la ciencia social latinoamericana de nuestros días. Lo destaco en un momento en el cual vemos aflorar en la América Latina una nueva marea de estudios desde una izquierda cuyas preguntas y respuestas se colocan en la avanzada del pensamiento político, económico y social, al nivel del planeta. Una izquierda que se debate entre el rescate marxista y la superación de los descalabros del socialismo del siglo XX.

Vilas no es un nombre desconocido para los cubanos. Es un amigo cercano, que ganó el premio Casa de las Américas en 1984, con su ensayo Perfiles de la Revolución Sandinista, el cual devino rápidamente uno de los estudios obligados para la comprensión de aquel importante acontecimiento revolucionario. Mantuvo una colaboración activa con el gobierno sandinista en los años 80 en las áreas de la educación, la planificación y el desarrollo regional y en el proceso de desarrollo institucional de las autonomías regionales en la Costa Atlántica.

Vilas ostenta un nutrido currículo como investigador, profesor universitario, consultor internacional y funcionario público, en el cual no puedo detenerme ahora, pues opto por centrar la atención ahora en comentar su libro más reciente, titulado El poder y la política. El contrapunto entre razón y pasiones, que acaba de ver la luz editado por Biblos, en Buenos Aires, y del cual esperamos poder contar, en un futuro no lejano, con una edición al alcance del lector cubano.

Como es habitual en Vilas, el título de la obra nos remite de manera directa al propósito y al contenido mismo. "Recuperar la política", que la nebulosa neoliberal ha intentado enmascarar en nombre de la engañosa virtud del apoliticismo. La recuperación de la política pasa por volver a poner el tema del poder en el centro del análisis. Poder y política son conceptos muy relacionados, pero de ningún modo coextensivos.
Nos encontramos tal vez con el más ancestral de los debates en el terreno de la filosofía de la historia. Y también ante un tema de la mayor actualidad. Quien crea que todo ha sido dicho está perdido. Los desafíos que la práctica política ha puesto en el orden del día latinoamericano (y en el sistema-mundo) dan testimonio de su actualidad. La obra dedica los dos capítulos iniciales a descifrar los conceptos y su relación estrecha, y presentar, a través de ella, el leitmotiv del ensayo.

Define el poder como relación y objetivación de estructuras de dominación, y sus características centrales, entre las cuales destaca la tendencia a la expansión y la tensión con fuerzas de contención.
El poder solo puede ser aprendido como una relación que atraviesa a todos los planos de las relaciones humanas, desde la familia hasta el Estado. Recordemos que uno de los aportes centrales del descubrimiento marxista consistió en revelar la relación de poder tras toda la estructura de clases de la sociedad, que sus precursores y contemporáneos manejaban con criterios reduccionistas. A pesar de que fue expuesto con claridad en la obra más reproducida y citada de la tradición marxista (El manifiesto comunista), frecuentemente se pasa por alto en los análisis puntuales. Los vínculos que se forman entre explotación y dominación son esenciales en la comprensión del curso de los procesos históricos.

Destaca Vilas la dinámica orientada a la expansión y la concentración, como inherente a la relación de poder. Cita en este sentido a Maquiavelo cuando afirma: "los hombres no parecen poseer con seguridad lo que tienen si no conquistan de nuevo algo más". Creo importante igualmente la distinción de la intencionalidad y la efectividad como dos vertientes en el ejercicio del poder y el autor sugiere el análisis de las mismas en la aproximación al desarrollo gramsciano del concepto de hegemonía.

La política se nos da como "práctica de organización y conducción social", la cual es expresión del despliegue concentrado del poder. La caracteriza como "instrumento de elección de las opciones de poder", dentro de una inevitable diversidad, siempre dinámica. Argumenta que las razones de la política "no son las del comercio y las de las religiones por más que muchas veces tienden a entremezclarse".

De hecho, no nos hallamos ante configuraciones constantes, inamovibles, unitarias, sino todo lo contrario. A la política le corresponden también de manera orgánica las dinámicas del conflicto y de su solución. "La política surge [nos dice] de la intersección del conflicto y el poder" y la conflictividad social, más amplia que la conflictividad política, la contiene, dada la pluralidad de intereses que caracteriza a la vida social. Me permito recordar la relación entre diferencia y contradicción en La ciencia de la lógica de Hegel, y la susceptibilidad de las diferencias, a veces incluso en una panoplia compleja de diversidades, en devenir contradicciones, y una vez alcanzado este desarrollo, volverse definitorias.

Después del tratamiento de los conceptos de poder y política, desarrolla, en el tercer capítulo dos vertientes de la política, la una, asumida en el plano de la exclusión, la confrontación, la rivalidad, y la otra como proceso de deliberación entre iguales. Por la primera se extiende hasta la definición teórica del enemigo. Por la otra, para la filosofía deliberativa "la política es una interacción continua, a través de la cual los ciudadanos coordinan sus acciones y mitigan las incertidumbres inevitables en el ejercicio de la libertad". Destaca el peso, en esta corriente, de Hanna Arendt, para quien "el pluralismo social (los intereses sociales y económicos) debe ser excluido de la arena política porque el reconocimiento de desigualdades en el ámbito público conspira contra la libertad que tiene como condición a la igualdad", y define su posición como "un grito [….] a favor de un mundo que ella quería diferente y mejor, pero un grito intransitivo en la medida en que imagina lo normativo como real y sustituye discursivamente este por aquel".

Seguidamente describe la construcción del adversario político, para lo cual parte del carácter contingente de la determinación del adversario y de la inexistencia de "adversarios esenciales". Critica desde esta posición los riesgos del esencialismo al dar una connotación puntual a la rivalidad política.

En los tres capítulos finales creo percibir una intersección de alcance contextual en la política, a través de los conceptos de tiempo, miedo y pasión (junto a otros que les son correlativos). En el primer caso desglosa el análisis de la política en el tiempo, que cubre el grueso del capítulo, del tiempo de la política, que lo cierra. Entre uno y otro incluye la crítica puntual de la tesis del "fin de la historia" cuya versión final Fukuyama trató infructuosamente de inmortalizar.

Me pareció de particular interés el sexto capítulo, "Miedos y afectos", por discernir, en tono polémico, en primer lugar, sobre el peso de la incertidumbre, y a continuación sobre el carisma, "la confianza política y el capital social". El capítulo séptimo y final busca los vínculos de las pasiones, virtudes, razones e intereses, con la política, para desembocar en un epígrafe titulado "Fe y escepticismo", que comienza en los términos siguientes: "La consideración de estos asuntos tiene sentido porque en el centro de toda teoría política existe siempre, de manera más o menos elaborada, una antropología filosófica, una concepción, o por lo menos una idea fundacional de qué es y cómo es el ser humano".

Me parece evidente que se haría imposible recorrer las trescientas páginas del ensayo de Carlos M. Vilas en tan reducido lapso. Solo me he propuesto transmitir, a quienes puedan interesarse, una información y una motivación. Deseo añadir que la obra, como todas las del autor, ha sido realizada sobre una extraordinaria riqueza de fuentes, y con un tratamiento polémico que considero imprescindible en temas a los cuales tanta reflexión se ha dedicado. Desde los comienzos del libro, quien se aventure a la lectura descubrirá la polémica de Robert Dahl con Charles Wright Mills a raíz de la aparición de su notable ensayo La élite del poder, en 1957. Y a lo largo del libro encontraremos referencia, de manera análoga, a numerosos debates, con lo cual se enriquece la aproximación del lector a la problemática.

Concluyo mis apreciaciones reiterando que creo que nos encontramos ante una obra indispensable y sumamente oportuna en estos momentos de búsqueda y de reconstrucción, de rescate de paradigmas, en los procesos vividos en la América Latina.
Muchas gracias.

Aurelio Alonso Tejada. Subdirector de la Revista Casa de las Américas. Correo electrónico: aurelio@casa.co.cu


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